Esta mañana, Carlitos, se ha levantado de un humor de perros. Como cada día discute con su madre porque no quiere ir a la escuela. Su padre, que está desayunando, llega un momento en que no puede aguantar más y se pone a despotricar como un energúmeno, y suelta una expresión fuerte que Carlitos no le había escuchado nunca, mientras le amenaza que si no va a la escuela voluntariamente lo acompañará él tirándole de una oreja.
Carlitos, lloroso y compungido va a la escuela y se acuclilla en su pupitre sumiéndose en la triste intromisión de sus pensamientos desolados.
Hoy la lección que toca desarrollar trata sobre los números. Doña Remedios se esmera en hacerles comprender con sus explicaciones la trascendencia e influencia que tienen los números desde el principio de la creación. Sigue explicando que los números forman grupos con denominación propia, las unidades, decenas… Al llegar a este punto, percatándose del ensimismamiento en que está sumido Carlitos, que no atiende, le dice:
-Carlitos, vamos a ver, tú que eres tan sabio que no precisas atender, dime los años que tienes.
Carlitos, sobresaltado al verse increpado de este modo, contesta sin vacilar:
-Nueve.
-Muy bien, Carlitos; me sorprende que seas tan espabilado. Veamos si en la segunda pregunta demuestras ser tan avispado: ¿a qué grupo pertenece el nueve?
Ya puesto en la materia y con ánimo de demostrar a doña Remedios que no es ningún tonto, responde seguro:
-A las unidades.
-Bravo, Carlitos. Ahora convéncenos de que sabes contar del cero hasta el veinte.
Carlitos inicia a contar sin confundirse del cero al nueve, y salta sin transición al once, hasta llegar al veinte.
Doña Remedios, extrañada y perpleja de esa omisión, le pregunta:
-Carlitos, ¿porqué has omitido el diez?
-Porque está sucio –contesta sin vacilar.
-Acaso, como siempre, pretendes burlarte de mi. ¿Qué quieres decir con esa memez de que está sucio?
Carlitos, acordándose del exabrupto que esta mañana ha soltado su padre, contesta seguro y desafiante:
-Porque esta mañana, mi papi, se ha cagado en el diez.
Carlitos, lloroso y compungido va a la escuela y se acuclilla en su pupitre sumiéndose en la triste intromisión de sus pensamientos desolados.
Hoy la lección que toca desarrollar trata sobre los números. Doña Remedios se esmera en hacerles comprender con sus explicaciones la trascendencia e influencia que tienen los números desde el principio de la creación. Sigue explicando que los números forman grupos con denominación propia, las unidades, decenas… Al llegar a este punto, percatándose del ensimismamiento en que está sumido Carlitos, que no atiende, le dice:
-Carlitos, vamos a ver, tú que eres tan sabio que no precisas atender, dime los años que tienes.
Carlitos, sobresaltado al verse increpado de este modo, contesta sin vacilar:
-Nueve.
-Muy bien, Carlitos; me sorprende que seas tan espabilado. Veamos si en la segunda pregunta demuestras ser tan avispado: ¿a qué grupo pertenece el nueve?
Ya puesto en la materia y con ánimo de demostrar a doña Remedios que no es ningún tonto, responde seguro:
-A las unidades.
-Bravo, Carlitos. Ahora convéncenos de que sabes contar del cero hasta el veinte.
Carlitos inicia a contar sin confundirse del cero al nueve, y salta sin transición al once, hasta llegar al veinte.
Doña Remedios, extrañada y perpleja de esa omisión, le pregunta:
-Carlitos, ¿porqué has omitido el diez?
-Porque está sucio –contesta sin vacilar.
-Acaso, como siempre, pretendes burlarte de mi. ¿Qué quieres decir con esa memez de que está sucio?
Carlitos, acordándose del exabrupto que esta mañana ha soltado su padre, contesta seguro y desafiante:
-Porque esta mañana, mi papi, se ha cagado en el diez.
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