Aires de Libertad

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    Miren Agur Meabe (1962-

    Pedro Casas Serra
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    Miren Agur Meabe (1962- Empty Miren Agur Meabe (1962-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 01 Ene 2024, 09:32

    .


    Miren Agur Meabe (Lequeitio, Vizcaya, 7 de octubre de 1962) es una escritora y traductora en eusera. Diplomada en Magisterio por la Escuela de Profesorado de Derio en la especialidad de Ciencias Sociales. Posteriormente se licenció en Filología Vasca. Trabajó varios años en la Ikastola Kirikirio de Bilbao. A partir de 1990 también ha dirigido la editorial Giltza-Edebé en el País Vasco. En la actualidad su trabajo está centrado en la traducción y la creación literaria. Como escritora su obra se desarrolla sobre todo en torno a la poesía y la literatura infantil y juvenil. A lo largo de su carrera ha sido galardonada con distintos premios. Varias de sus obras han sido traducidas al catalán, al español y al gallego. Desde el año 2006 es miembro colaborador de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia.
    En 2021 fue galardonada con el Premio Nacional de Poesía por "Nola gorde errautsa kolkoan" ("Cómo guardar ceniza en el pecho". Fue la primera vez que el galardón se otorgó a una obra escrita en esukera.

    Trayectoria literaria

    Su primer cuento, Uneka... Gaba, se publica en 1986. En esta obra, utilizando un lenguaje muy cercano a la lírica, ya se aprecian los rasgos característicos de su obra: el simbolismo y el concepto postmoderno del "momento": "el momento nos vive y solamente vivimos el momento". El yo y el momento nos envuelven.​
    Centrada en la poesía en 1991 gana el Concurso Literario del Ayuntamiento de Lasarte-Oria con la obra Oi hondarrezko emaikaitz. Es una colección de poemas en torno al mito de Penélope. La primera edición pasó desapercibida y volvió a editarse en la revista Idatz & Mintz del Instituto Labayru el año 1999. Varios de estos poemas se publicarán después en su libro de poesía más conocido: El código de la piel (Azalaren kodea, 2000).​
    En este trabajo, según se desprende de su poética, la autora intenta desarrollar una escritura basada en el cuerpo. Los títulos de las secciones del libro muestran las diferentes maneras de expresarse en relación con el cuerpo: Orbainak (Cicatrices), Tatuajeak (Tatuajes) y Kontraseinuak (Contrasignos). Utiliza un nuevo lenguaje de gestos y de amor. Sin embargo en Oharrak el estilo queda definido por la exactitud, la brevedad y la concreción.
    Este nuevo vocabulario relacionado con el cuerpo de la mujer es un intento de comunicación a través de los gestos, a pesar de realizarse por medio de la palabra. La propia vida de la autora se encuentra en el inicio de los poemas, la cual transmite su mensaje a través de esos versos.
    Miren Agur Meabe también aborda la literatura infantil y juvenil, sobre todo a partir del año 2000, y es el género con el que más reconocimiento ha obtenido, principalmente por la obtención del Premio Euskadi, Euskadi Saria en tres ocasiones,​ por las obras: La casa del Acantilado (Itsaslabarreko etxea, 2002): Se trata de un cuento de aventuras, con los ingredientes de la investigación y el miedo; Un año en el faro (Urtebete itsasargian, 2006), que proporciona una versión de la guerra civil desde el punto de vista de un muchacho. Incide en los pasajes de la vida de este y en su sensibilidad al vivirlos, sobre todo los relacionados con el amor. A diferencia de la obra de Joseba Sarrionaindia sobre el mismo tema, Miren Agur Meabe se dedica principalmente a destacar lo cotidiano; y La carretera (Errepidea).​
    En cuanto a la poesía juvenil se estrenó con ¿Qué es el amor, sino...? (Zer da, ba, maitasuna?) en 2008. Son poemas el amor.
    El álbum Mila magnolia-lore (Mil flores de magnolio, 2010), en el que combina prosa y poesía, fue incluido en la Lista de Honor del IBBY.
    Ha participado en encuentros literarios internacionales tales como el Dublin Festival Writers (2003), el VIII Congreso Internacional de Mujeres Poetas (Vitoria, 2005), el XXI Festival Literario de Vjlenica (Eslovenia, 2006), el Festival de Edimburgo en 2007, en el Instituto Cervantes de Viena (2008), o en los Basques Studies Centres de Santa Bárbara y Reno (2008) y la Feria de Frankfurt (2009),​ y algunos de sus textos han sido traducidos a otras lenguas y al Braill.

    (Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Miren_Agur_Meabe )


    *


    Algunos poemas de Miren Agur Meabe:


    De Espuma en las manos (Bitza eskuetan, 2010), traducción de la autora, Trea, 2017:


    CASA GRIS

    La vida no es más que ese destino ciego
    escrito al otro lado de la niebla.
    Xavier Lete

    Ahora que la vida es girar sin retorno,
    mirar de cara al frío, hablar a la ventisca,
    montar y desmontar mecanos en la noche.
    Ahora que me toca aventar las cortinas,
    afilar bisturíes que sajen la neblina,
    plegar las mortajas de los que son ya sombra.
    Ahora que es mi nombre una esponja y un cuenco,
    cada gesto tuyo es gotear de mercurio
    y esto nuestro el asombro de una bomba triste
    cayendo y cayendo encima del mar.
    Si una gris telaraña viste mi gris cerebro,
    si gris es mi vagina y grises mis huesos.
    Ahora que los puentes y ahora que el humo,
    ahora alas de mosca y plumas de paloma.
    Ahora es mi colchón conquista de gusanos.
    Ahora que me nacen en los pies goteras
    y se enciende un jardín dentro de mis pasos.
    Ahora que calculo lo oscuro del oro,
    el corazón del hombre, voces de relojes.
    Ahora soy creciente, cerrojo insumiso,
    aullar de loba, espejo de arena,
    entraña de fotos, níquel viejo, hiena.
    Ahora es la palabra venda de mi herida.
    Ahora es gasa gris esto de mi vida.



    EL PACTO

    los dos en esa ajada cama tuya
    como libélulas en los hilos de la luz
    pon tu brazo en mi cintura
    un pretil para asomarme a la sima
    no tengo ya veinte años
    no se encuentra ya con quien hablar
    y el precio del amor sale tan caro
    di que nuestra aritmética tiene sus propias leyes
    pregunta por qué crecí tan rápido y tan lejos
    si es que has vivido sin desayunar mi nombre
    o sin volver a ver en mi clítoris la lluvia
    o sin notar la falta de mi ola en tu tabla
    dame tus ojos un pedazo de cirio
    que ahuyente a los buitres de este pozo
    tómame como si fuera tu hija
    consuélame del mundo



    RETRATO

    A veces seguir viviendo
    es una costumbre idiota poco reflexionada.

    José Luis Otamendi

    el ruido me doblega en este bar
    la sed teje un hilo de vocablos en los sesos
    víspera de navidad vitoria siete grados bajo cero
    un mendigo pidiendo una moneda
    khol tanga piercing chicas
    dentro de nada mi hijo no querrá darme más besos
    dentro de nada ya no me vendrá la regla
    quería yo ser mesonera o misionera
    enseñar las tetas o enseñar el corazón
    en la bóveda la noche red de nylon
    todo lo gris coagula un aguafuerte
    mi aliento hilvana un texto en una servilleta
    sin reposo mi ojo errante en el anochecer indiferente



    SEGUNDA VIDA

    Pienso que la soledad es una puerta.
    Marina Aoiz

    Pasaron los años, casi veinte, y aún tu pecho
    se ajustaba a mi espalda los domingos,
    el reloj de cara a la pared por la mañana.

    En la sala crecían violetas y pothos,
    y en mi cintura igual, un anillo cada año:
    nuestro reino sí que era de este mundo.

    Te decía en voz baja, tanto te quería:
    "Si algún día falto, busca a quien amar".
    Te lo decía, tanto me querías.

    Hoy no hay rincón en ti que adornar con un gesto;
    ni yo tengo un vértice donde poner tu paz.
    Cuánto trabajo en vano. Cuánto llanto tras el antifaz.

    Elegimos muebles para toda la vida
    y ahora quedamos para ver las astillas.
    Hablamos del color absoluto sin paraqué y porqué.

    Concertar el amor es empresa imposible.
    Actuar crónicamente es la gran tentación:
    enseñar a la conciencia a aceptar la humillación.

    Mira de frente, aquí sólo cabe ya una palabra.
    Entre nosotros, sólo el ojo que desprecia el ojo.
    Mi llave sangra. Mis pisadas se graban en el barro.

    Me asusta la memoria suelta en los desvanes.
    El pasado es polilla que recuenta los años.
    El futuro es un réquiem probando sus teorías.

    Confesar felicidad desarma los rencores.



    JARDIN BOTANIQUE

    Todas las cosas llevan dentro de sí su tumba.
    Es necesario caer
    gravemente herido en la batalla.
    Amar mucho. Sentir mucho. Ver elevarse
    a la luna muchas noches
    teniendo el alma a oscuras.
    José Hierro

    Para Joanes


    Y aprendo también a abrir las manos
    estas manos como hojas aserradas.

    Me refiero a no atar el ciclo de los días,
    a no restarte luz delos umbrales prohibidos.

    Libero mis dedos de enciclopedia
    pues tú ya estás atento, roble, zarzamora.

    Cómo explicarte que el polvo se hace barro;
    que la roca es grava; o vinagre el vino.

    Si tienes el escaso peso de un pajarillo,
    el delgado brillo del nácar en la arena.

    No creas, mon bijoux, que se ama una vez sólo,
    que no son más que nostalgia el resto de las siembras.

    Tú imita al agua; cobíjate en caminos transparentes.
    Ya captarás la angustia de las flores acrílicas.

    Hijo, no sé qué jardín voy a dejarte.
    Que sea verde sin filo en tu primavera
    la maqueta rota de este invernadero.



    SALMO

    Mi cuerpo es un paréntesis
    que admite aclaraciones
    mi corazón una turmix de cuarenta y siete años
    hago miu como las gaviotas
    cuando me palpo los labios
    ya lancé al puerto zas zas mis zapatos de hierro
    yo no te quiero full time yo no te quiero full time
    sólo you you you

    al mirar tus manos grandes
    tu boca y su pulpa al mirar tus lunares
    no importan las palabras lo que importa es tu voz
    y tu espuma y tu sal y tu leche importan
    ya sabes que no es barato aparcar los andamios en la acera
    ya sabes que la piel se hilacha por andar mucho descalzo
    recórreme galopando recórreme a cuatro patas
    saliva a cambio de saliva y en nuestra saliva talco

    prepara un nido de helechos para dos en el bosque
    donde el jabalí su huella donde su canción el grajo
    donde las almendras y donde el vino blanco
    donde una manta de cuadros y donde tu aliento tanto
    dos alas de brezo explicando algo tus brazos
    tú en mi sala tú en mi falda tú en mi espalda
    tú esparciendo los dolores viejos+fresca herida regalando un nuevo dolor sordo

    gloria y paz en la tierra por los siglos
    nada más girar la esquina de la calle
    se posó un pájaro en mi hombro gloria
    un beso tuyo en mi hombro al alba
    tú tan grande tú tan bueno tú tan bello
    lumbre y yesca
    gloria a ti bendito seas gracias a ti por ti postrada
    oh mi gigante oh mi masai oh de mi isla eres el moai



    VELLO PÚBICO

    Domingo de un abril envenenado.
    Te confesó, tu mano entre las suyas,
    que estaría dispuesto a abrazarte,
    que dijeses tú cuándo, que dijeses dónde.

    Las hojas jugaban en aquella terraza,
    No te amaba, eso dijo,
    pero el deseo es otra historia,
    y él sabía bien qué es el desierto.

    Hoy te verá desnuda por primera vez.
    Doblas las rodillas, agachas la cabeza.
    Las tijeras firmes en tu mano, dudas.

    Recortas un poco de vello.
    Examinas los labios ya mojados.
    Pelos blancos, canas.

    Luego abres la puerta.
    Entras en el cuarto.
    Flores blancas, calas.



    HABITACIÓN CON CALAS

    Hace una semana ya que hablabais
    en la cama ciega de un hotel.

    Tus dedos repasaban despacio sus dedos,
    trozos de carne como mástiles del mundo.

    Había dos cuadros en el cuarto, pinturas de calas.
    "Recuérdalo", te pidió, "para que recordemos".

    Hoy buscas un rastro entre tus manos.
    Escudriñas las palmas y no encuentras nada.

    Recuerdas con precisión aquellas calas,
    blancas y apretadas, como el retrato de las horas vacías.



    AGUA DE LOS SUEÑOS

    Agua en el teléfono tu voz.
    Un vaso en la mesilla.
    Me duermo mirándolo.
    El agua inunda la cama.
    Mi camisón rezuma
    y navego hasta un faro
    donde tú me escribes un e.mail.
    Subject: "Agua, por favor".
    (¿Será mi voz tu agua?)
    Alargo la mano, cae el vaso:
    cristales en el suelo,
    repeticiones de tu nombre.
    Me despido mojada.



    SAL DE LOS SUEÑOS

    Llovía en mis sueños
    y los dos corríamos sobre el asfalto
    (tú dos pasos por delante, como siempre).
    Los semáforos se cerraban a mi altura;
    tú te girabas y esperabas un momento
    con tu montón de libros bajo el brazo.
    Yo sudaba dentro de mi gabardina lila
    (qué mala compra, me tiran las costuras)
    y el brillo de las farolas en el suelo
    me advertía "te vas a matar"
    y yo, con la cabeza,
    te decía "sigue, por mí no cambies tu agenda"
    (mucho menos tu vida, por supuesto).
    Mis zapatos negros cuesta abajo,
    como dos ataúdes.

    Oí entonces una voz.
    Estaba prohibido mirar atrás, pero lo hice.
    Via a un hombre caminar sobre las aguas.
    Una barca, sus redes rebosantes.
    Y a lo lejos, mi casa en llamas.
    Sentí el aliento calcinante de la muerte.
    Y como la mujer de Lot
    me he quedado en las colinas de Sodoma
    (en un solar, entre ratas y cacharros),
    convertida en estatua de sal,
    deshecha casi ya bajo la lluvia, y palpitando.



    TOALLITAS ÍNTIMAS

    Despertar con tus uñas en mi espalda, y reír porque eres tú.
    Me quedaría contigo por saber cómo alzar
    a cuatro manos las ruinas de la noche.

    Girar en las sábanas, cerrados los ojos, abiertas las axilas.
    Tras nuestros hombros, todo es un simple telón de fondo;
    monosílabos en el paisaje, tú, yo.

    Comer algas y heno de tu pecho con tu dedo en mi ombligo,
    como un báculo, como un freno, como un lápiz.
    Si pudiera dormir y vigilarte, cantar y nadar al mismo tiempo.

    Limpiar la sangre del adiós con toallitas, coger tu nombre con los ojos,
    dejar secar al aire las ropas de saliva que me haces.
    Lograr la caricia y el frescor, después de todo.

    Pedro Casas Serra
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    Miren Agur Meabe (1962- Empty Re: Miren Agur Meabe (1962-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 01 Ene 2024, 14:18

    .


    De Cómo guardar ceniza en el pecho (Nola gorde errautsa kolkoan, 2020), traducción de la autora, Bartleby, 2021:


    EL MÉTODO

    A la vez respiramos la luz y la ceniza.
    Principio y fin habitan en el mismo relámpago.
    Eloy Sánchez Rosillo

    ¿Cómo guardar, sin toser, ceniza en el pecho?
    Yo he mezclado acciones y deseo, memoria y sueños
    para completar álbumes.
    Arrodillada he ordenado mis piezas.
    He inventado petroglifos para resumir mis credos.
    Si fuera posible, contrataría
    la felicidad del cachorro de mi vientre.
    He reposado bajo una palmera,
    jueza soberbia,
    emulando a Débora bajo el árbol de Efraín.
    No puedo decir que haya dado tanto como recibí:
    asumo la responsabilidad de ciertas situaciones lamentables.
    He pensado mi epitafio.

    ¿Cómo guardar ceniza sin tiznarse la piel?
    Me he proclamado cerilla
    pues soy una entre muchas
    (y los fósforos son un gran invento de la historia).
    He recogido en mi delantal
    los frutos de una higuera crecida en tierra pobre.
    He comprendido que somos martillo y espejo;
    y el tiempo, un túnel repleto de automóviles averiados.
    He adornado los crómlech con encajes.,
    con cuero humano las carlinas
    por cubrir el dolor de las cesáreas galácticas.
    Mi trato con la naturaleza ha sido insuficiente:
    mastico raíces por adjudicarme una dosis de milagro.
    Abracé teorías que hoy me hacen ruborizar,
    pero que en su día fueron mi salvación.
    He encendido las luces de emergencia.

    ¿Cómo guardar ceniza sin que ardan los ojos?
    He caminado  en pleno invierno, presa en círculos concéntricos,
    quo vadis, mulier mendicans?
    La dignidad fue mi techumbre en la distancia.
    Se me trastocó el censo de los amigos
    y me apunté en una asociación de mariposas
    (en cualquier parte venden golosinas emocionales).
    Me he hecho la muerta.
    He estado como muerta.
    Le he dado la espalda a la realidad visible.
    La realidad visible me ha engañado:
    el contexto es algo
    que está más allá de lo que alzanza a ver el ojo.

    ¿Cómo guardar ceniza sin sentir náuseas?
    He hecho compras en rebajas:
    una balanza, una espada
    y una venda para la mirada,
    necesarias todas ellas en esta justa era.
    ¿Dónde está la fe, dónde la caridad, dónde la esperanza?
    Contagiada por la escoliosis moral general,
    me limito a confeccionar abultadas listas.
    Debería poner a prueba mis diezmadas fuerzas.
    He hecho colección de exoplanetas
    para deportar allí la fatuidad del mundo:
    la locura del mundo nos ha dejado a la intemperie.
    Me di de topetazos por calderilla pasada:
    no le es dado a la zarza privarse de sus espinas,
    ay, fatal destino, ay, nuestro olvidadizo sino.
    Plañidera soy en este enorme mural falso.
    Me pesa no haberme ensuciado más las manos.

    ¿Cómo guardar ceniza sin contaminar?
    He remachado con clavos una puerta que gritaba.
    Relinché de nostalgia mientras
    el claro de luna me pellizcaba los pezones.
    Vestí de espantapájaros al señor de mi hacienda:
    me falló aquel que creía mi mástil.
    He copulado con su íncubo,
    rebosante mi vulva de amargura:
    nada penetraba en mí
    salvo la humedad verdosa del olvido.
    Jugué con sus iniciales,
    una boutade de mi herida narcisista
    nutrida por residuos homeopáticos.
    Lo lapidé empujándolo al abismo,
    vade retro. ¿Y ahora qué?
    Tal vez no merezco más amor.

    ¿Cómo guardar ceniza sin encorvar la espalda?
    Me he pintado un estigma en el ombligo, anhelo de elevación.
    He bebido vino de mandrágora
    rogando al delirio que fecundara mi pluma.
    He leído, he contemplado obras de arte.
    Me he tragado las piedras de arrastre de mi mediocridad
    con la garganta en llamas.
    Desconfío del torbellino que desencadena un visto bueno,
    pero vislumbré con gozo el Himalaya en la autopista A-8.
    Interrogo sobre el sentido de la poesía:
    ¿es legítimo escribir para nuestro ego cultural?
    Exploro la forma, reloj de arena.

    La bondad, la verdad y la belleza perdidas
    de lo que una vez fue nuestro
    -la plata que dejan las brasas-,
    su fuego intenso lucha con la muerte.

    Hay un incendio que corta la vida en dos mitades,
    un fogonazo estarcido en la médula.
    ¿Cómo guardar ceniza en el pecho?

    No existe método.
    Tan solo resistir en el lindero
    sin pensar en eso que se añora.
    Aceptar que la vida no dispone ningún plan para nosotros.

    Y cuando sea la hora,
    soltar la urna, cruzar la falla.
    No importa si es de noche.
    Responder, dure lo que dure la llamada.

    Hay un sutil camino entre los árboles
    hasta mi placenta.


    Sant Cugat del Vallés, septiembre de 2020



    LOS ESTADOS DE LA MATERIA

    Aprendimos que los estados de la materia son tres:
    sólido, líquido y gaseoso.

    La piedra, el río y la nube nos guiaron
    al concretar la jerarquía de los afectos:
    cuanto más sólido, más real;
    si líquido, tan solo ocasional;
    y lo gaseoso, efímero total.
    Esta clasificación resultó práctica
    de cara a hacer de la vida una obra de arte:
    nos angustiaba condenar nuestras vidas a la vulgaridad.

    Pero lo sólido también se disipa
    (¡sorpresa! ¡sorpresa!)
    Y nuestro joven cerebro dudaba.
    El milenio se derrumbaba y
    entre los cascotes surgían mitos frescos.
    Esta observación fue fundamental
    a la hora de utilizar el tiempo:
    nos inquietaba que nuestro tiempo no fuese feraz.

    Después llegó lo líquido, be water, my friend.
    Los sentimientos líquidos y la conducta líquida
    nos despertaron algún recelo,
    pero las sendas del agua resultan ser una aventura
    si el hombre al que amas es un anfibio.
    Esta premisa me resultó insustituible
    en cuanto a la manera de enderezar mi cuerpo:
    me aterraba que mi cuerpo enmudeciese.

    Finalmente, en la era del gas,
    dentro de este arrogante y barroco globo,
    gestionamos a manotazos nuestros triunfos
    como si la felicidad fuese confeti impresionista.
    Somos entes inestables, orfebrería fungible.
    Esta técnica es decisiva
    para crear estilo en el relato de la propia historia:
    me niego a acotar mi historia a unos breves capítulos.



    EXORCISMO


    Una cicatriz no es una rama muerta y olvidada.
    Sholeh Wolpe

    Las ciruelas caen sobre la hierba
    como obedeciendo a una partitura.

    El árbol se desprende de lo maduro:
    la rama no es ya el lugar del fruto.

    Nosotras, sin embargo, obcecadas
    en anudar el amor y su secuela.

    Igual que el mar clarea en la ribera,
    no tienen el mismo tinte la lesión y su estela.

    Mi amiga A. y yo reímos en el prado,
    saboreamos prunas y leemos sonetos

    escupiendo con ímpetu los huesos.
    Para linchar fantasmas nos bastan estas balas.



    EL MANANTIAL


    Desdichado quien no tiene una sombra en su interior.
    Arto Melleri

    Malaventurado quien no tenga una sombra en su interior
    porque no comprenderá el lenguaje de las flores
    que anuncian lo exiguo del destino.

    Malaventurado quien no tenga un hoyo
    porque no palpará la roca que ampara con su nombre.

    Malaventurado quien no tenga un andrajo en su interior
    porque asistirá desnudo al banquete de la vanidad.

    Malaventurado quien no tenga una telaraña
    porque no le bastarán sus dos metros de piel
    para levantar un refugio a la intemperie.

    Malaventurado quien no tenga una guadaña en su interior
    o una hoz o un simple cuchillo
    porque no podrá segar las amarras de los tibios afectos.

    Malaventurado quien no tenga un retazo de desierto
    porque buscará en mapas engañosos los ojos del horizonte.

    Malaventurado quien no tenga una trinchera
    porque, aunque brinde con el vino del instante,
    no podrá empaparse con el ventisco de los desafíos rotos.

    Malaventurado quien no tenga una escombrera en su interior
    porque no encontrará
    ni sombra ni hoyo ni andrajo ni telaraña
    ni guadaña ni desierto ni trinchera
    que le muestre que más adentro aún posee un manantial.



    PANDORA TIENE LA CULPA

    Pandora es la culpable:
    soltó la desgracia al mundo
    como un balón en el estadio
    o un zorro en el gallinero.

    ¿Cuánto esperó antes de abrir la caja?
    ¿Qué le empujó: la curiosidad o la bravura
    acurrucada en el arcén de la autoestima?

    A ella, modelada con agua y arcilla
    a imagen de los mortales,
    se le dio una orden comprensible:
    «No abras la caja»
    (tal que a Eva: «No comas del fruto»).
    Y es evidente
    que el crimen se apodera del alma humana
    en cuanto una mujer desobedece.

    Fue ella la que inició la cuenta atrás.
    A ella le debemos la moraleja
    y el aprender a vivir con los males.

    El mal adopta múltiples hechuras.
    Describir sus ángulos compete a los expertos;
    mi amaneramiento verbal, pongamos por caso.

    Pandora, no mires a otro lado.
    Estamos jorobados.
    Y no hallamos alivio en tu amargura.



    FLOTACIÓN

    Me dejo flotar.
    Las nubes de junio filtran la esperanza del verano.

    Bajo el agua, el paisaje baila un bolero:
    laminarias de angora, anémonas similares a tamarindos.

    Los tatuajes de las ostras arrancadas
    me recuerdan mis cicatrices.

    Cojo arena en la mano, la libero.
    Ese es el destino de nuestros deseos.

    El fondo es un ánfora implacable.
    Aquí abajo nada valen las tragedias personales.

    Me dejo flotar,
    un cuerpo humano lento, a la deriva.

    ¡Que susto! Estabas tan quieta...,
    me dice un muchacho.

    Y se aleja nadando,
    los brazos como aves marinas.

    A mil seiscientos kilómetros de Río Bravo
    Rosa Ramírez llora:
    su hijo y su nieta se pudren en el fango.

    En su reclinatorio del Vaticano,
    Francisco Primero entona
    un andante contenuto por los desaventurados.

    Hacia las murallas de Babilonia desfilan
    legiones de guerreritos,
    un cinturón de hierro para escoltar el zigurat.

    Chapoteo costosamente hasta la orilla.
    ¿Adónde te fuiste, John Wayne?
    Los emperadores se pondrán en pie para aclamarte.

    Y aunque el sol blinda la quietud,
    noto sobre mis hombros el peso del cielo
    huero, gris, yerto, amenazante.



    CARTAS

    Nuestra madre solo tenía una idea en la cabeza, una única
    razón para vivir: salvar a los niños (...) Si veía los uniformes
    de los militares, corría alarmada a casa diciendo: "Twajwemo
    -no estamos solos-".
    Scholastique Mukasonga

    Atentos al gesto para echar a correr.
    Ella ya ha preparado el escondite
    en el jaral, en el bosque, en la caverna, entre los juncos.

    Un recién nacido a los pies de un baobab;
    su madre cuelga del cuello en una rama.
    Imposible seguir con ese cansancio que nunca claudica.

    ¿Quién os llama? ¿De quién sois astillas,
    Ida, Fudo, Hine, Fatimah?
    ¿Dónde esta maan, mami, umi, umama?

    Hijos que juegan a cacharritos entre escombros.
    Madres que escriben cartas a los desaparecidos:
    "Si una mano te toca, no te vuelvas, que es la muerte".

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    Miren Agur Meabe (1962- Empty Re: Miren Agur Meabe (1962-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 02 Ene 2024, 05:48

    .


    LOS ESTORNINOS DE ROMA

    La escritura es un asesinato sutil,
    que supera el olvido o el suicidio.
    Jaume Pérez Montaner

    Te he matado setenta veces siete.
    Porque setenta veces siete eran los estorninos en el cielo de Roma,
    cuando recorrimos juntos las orillas del Tiber
    hablando, hablando, hablando.
    Vienen a los chopos para pasar la noche, me dijiste.
    Allí llamamos mirlo de Álava a este especie.
    Y eso era lo que yo deseaba para siempre:
    posar mi cabeza en tu pecho
    como en un seguro mástil.

    Yo entonces era otra.
    Yo era la que tú insuflabas con tu aliento
    y la que yo remendaba con arena.
    Vadeé kilómetros dentro de mis zapatos,
    entonces barcas, ahora otra vez ataúdes.

    El estruendo de los estorninos de Roma:
    venimos en bandada, pero somos uno;
    y solos moriremos, uno a uno.

    Tanto andar en un laberinto de huesos.
    Tanta quema inútil con tus cenizas en el viento.

    Setenta veces siete te guareces en mi pecho.



    DESCENDIMIENTO

    Vuelvo a abrir la puerta del jardín.

    Un otoño eterno se derrama
    sobre los racimos.

    Hoy te desnudaré sin tocarte:
    ahora no tienes cuerpo.

    Le quito a la robusta vara
    la camisa gastada que fue tuya.

    No le queda indicios de tu aroma,
    pero su roce recuerda a tu mejilla.

    He lavado la prenda, la he planchado.
    Descansa bajo mi almohada.

    En mi cuarto transformado en cripta,
    Hipnos y Tánatos juegan a los dados.

    No soy tu consorte viuda enamorada;
    tan solo una amapola y su toxina.

    No puedo abrazarte cada viernes,
    ni aliviarte con agua de limones.




    CRÓNICA

    Parece que el mundo caminara de espaldas
    hacia la noche negra de los acantilados.
    Blas de Otero

    No estás.

    El Apocalipsis se disfraza de ambulancia.
    Decir "distopía" nos deleita las cuerdas vocales.

    No estás.

    La cabra ha parido dos crías en el caserío.
    Tu hijo se lo anuncia al búho llorando.

    Ya no estás.

    En la etiqueta de los langostinos
    leo Covid-2, en vez de "cocidos".

    No estás.

    Los ataúdes tienen que guardar turno.
    Los ejércitos aherrojan a las fronteras.

    No estás.

    Le pregunto al geranio cómo resistir
    si no llega un rayo que me alcance de lleno.

    No estás, no.

    Han echado a tus colegas, los locales bajan la persiana,
    los sembrados no medran, los artistas callan.

    Ya no estás.

    He saneado el ropero, me he teñido el pelo en el lavabo.
    Sigo haciendo el amor y la muerte con tu sombra.

    No estás.

    Una mujer borracha se dobla a reverencias en el paso de cebra:
    cree que los aplausos se los dedican a ella.

    No estás, que no.

    Traqueotomías. Extracciones renales.
    Endotelios que estallan. Convulsiones.

    No estás, ya lo he dicho, sí.

    Si estuvieses, gritarías blandiendo un Winchester,
    ¡Rindete, Satanás! The ne Rambo is me.

    Hostil, lúgubre está el mundo.
    Lacrimosa dies irae, lacrimosa dies illa.

    Todo dolor es absoluto. Todo dolor es relativo.
    No sé dónde radica la enseñanza.

    Las olas. Las gaviotas. La isla.
    Echo de menos la llamada de tus dedos en la puerta,
    la larga y placentera charla que nunca sostendremos.



    LA MUJER DE LOS GATOS

    Los gatos derribaron a zarpazos la glicinia que plantaste:
    no llegaron a conocerte.

    Charlotte trepa por mis muslos, con sus ojos dorados.
    Tus íris se tenían de ámbar
    al morderme la boca en el mar las mañanas de verano.
    Dónde firmar alianzas como esa por la vida.

    Emily duerme dentro de mi sombrero de paja.
    Ronronea. ¿Me comprendes?
    Ese era tu sonido si hundías tu rostro en mi cuelo.
    Cuánto perjurio en contra del destino.

    Anne deambula a su antojo por el jardín.
    Es hora de jugar, me dice con un guiño,
    igual que tú cuando me alzabas la falda bajo la palmera.
    Cómo saldar las quejas por perjuicios.

    Aquí me tienes, donde siempre,
    arrullando por turnos a tres gatos
    y haciendo tratos con el tiempo
    sin volver a bailar, sin volver a nadar
    hasta la isla, sin idear estratagemas
    para encarcelarte en la Hiperbórea.

    Hace mucho que dije que estaba mutando.
    Mi configuración es otra.
    ¿No era verdad acaso?



    RUEGO A LAS PALABRAS

    No permitáis, palabras, que me aleje de la tierra,
    del aliento de las vacas, de la sangre de la sepia.

    Si me sedujisteis con vuestro lunar pintado,
    inocentes como la florecilla de mi primer sostén.

    No consintáis, palabras, que me olvide de la historia,
    del insomnio de la idea, del llavín de la fe.

    Si me dejé manosear por vuestros múltiples dedos,  
    si hervisteis mis vendas en vuestra olla express.

    No aceptéis, palabras, que eluda mencionar mi cuerpo 
    o sus reglas variables o su sabio declinar.

    Si me acarreasteis a pesar de las encrucijadas, 
    escarabajos bajo su tierno pastelito oficial.

    No admitáis, palabras, que me aparte de este oficio
    aunque la crudeza me golpee, aunque me devore la bonanza.

    Desde que ovulé por última vez, me he convertido en otra.
    No me retengáis, palabras, en ninguna escena de ningún pintor.


    MIREN AGUR MEABE, Cómo guardar ceniza en el pecho, traducción de la autora, Bartleby 2021.

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    Miren Agur Meabe (1962- Empty Re: Miren Agur Meabe (1962-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 18 Oct 2024, 12:11

    .


    Tres poemas más de Miren Agur Meabe:


    Inéditos:


    UN RECUERDO

    Nos decían que tuviésemos cuidado, que al menor descuido los hombres nos harían cosas malas. Esa expresión llevaba en su sonido el agua de las alcantarillas, algo sucio, y oscuro, como los senderos del bosque. Sin embargo, la dejábamos posarse en nuestras bocas para sentir la viscosidad de lo desconocido.
    En los portales, tendidas bajo débiles bombillas, nos traspasaba las nalgas la dureza fría de las losas, y apretábamos las piernas una contra otra para descubrir el brillo de la perla rosada. Nos examinábamos las lapas de los pechos. Chupábamos cucharillas.
    A continuación, nos ajustábamos los calcetines blancos y corríamos de calle en calle con la cartera de la escuela en volandas. Nuestras rodillas eran palomas confiadas; los lazos del pelo, señuelos deseosos.
    Y no decíamos ni palabra. Dejábamos que los días pasaran tan solo, y nos llegase la edad de dejarnos tocar.



    UNA REVELACIÓN

    He encontrado un gato muerto atrapado en el sótano. Su piel parecía un retal de terciopelo arrugado. Estaba ya hueco por dentro, pero se distinguía la cabeza acurrucada entre las patas.
    Tocar ese cadáver con la punta del pie me ha revelado la forma en que quiero morir.
    Ha tenido una triste muerte el animal, triste pero limpia: se ha deshecho de su envoltorio con total discreción.
    También de la gaviota que anidaba en el tejado y obstruía con sus plumas y su mierda el canalón no quedó más que el plumaje vacío.
    No quiero sillas a mi alrededor del día de mi agonía, ni dedos palpándome el pulso, ni aliento de dudas atando con su ancla al nombre a punto de escapar: ¿ya? c’est fini? ¿y ese parpadeo?
    Muera yo como una bestia humilde en la médula de la soledad.
    Para después resecarme, endurecerme y vaciarme sin manchar con mi imagen las pupilas de los que amo.




    UN FINAL

    Ella creía estar enferma.
    Creerlo significa sentirse diferente, e incluso serlo.
    Por eso abrazaba al árbol de Karraspio, al fondo de la carretera, junto a la antigua cordelería.
    Le pasaba las manos por la corteza centenaria como haría una monja con el torso de Cristo.
    El gran árbol daba buena sombra, y de los tres clavos hundidos en su tronco, colgaban en verano macetas de geranios o de surfinias.
    Ella, que nunca susurraba porque atenuar la voz es rendir armas a la piedad ajena, pronunciaba entre dientes unas cuantas palabras: cuidar sanar perdonar hasta mañana.
    Casi todos los días, sus pasos rodeaban quinientos años de hojas y de nudos, como pisando un templo desde donde se viera el horizonte.
    El asma es fácil de engañar si confías en la savia y no te avergüenzan las miradas.
    Murió súbitamente en su casa una tarde, dos días después de la tala.
    Talaron el árbol, súbitamente.
    Dicen que estaba enfermo.
    Dicen que fue una orden de la concesionaria para los nuevos servicios.
    Pero nosotros vimos el corte, y la carne leñosa brillaba sana en las firmes rodajas.
    Casualidades:
    muerte y crimen casi simultáneos deshaciendo geobiografías en un par de horas escaso.


    MIREN AGUR MEABE, Tras(lúcidas). Poesía escrita por mujeres (1980-2016), Bartleby, 2016


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