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Ewa Lipska (nació el 8 de octubre de 1945 en Cracovia) es una poeta polaca de la generación de la "Nueva Ola" polaca. Su obra poética ha sido traducida al inglés, italiano, español, checo, danés, holandés, alemán y húngaro .
Ewa Lipska vive entre Viena y Cracovia.
El Instituto Adam Mickiewicz comenta: "Si bien su poesía puede tener algunas conexiones con la política, siempre documenta experiencias personales concretas, sin alcanzar grandes generalizaciones. Al desenmascarar el lenguaje de la propaganda, su poesía, también, pone de manifiesto las debilidades del lenguaje, en general, como instrumento de percepción y comunicación humana ".
*
Algunos poemas de Ewa Lipska, de sus obras La astilla y La naranja de Newton, en traducción de Antonio Benítez Burraco y Anna Sabieska, Trea, 2010:
De La astilla (2006):
VALE LA PENA MORIR...
Vale la pena morir
por ese poema
del cual
recela la muerte.
LA FARMACIA
Ni siquiera eran conscientes de que vivían ya en la Farmacia.
Los despertaba la efervescente pastilla del amanecer.
Cual silbido de locomotora. Despertador indiscreto.
Ella le leía al oído
prospectos de medicamentos.
La tetera resollaba con el estertor
de una crisis de asma.
Fue él su paciente desde el momento de la boda,
en la Iglesia de los Preparados Farmacéuticos.
Veinte años hace.
Se ha despertado la posibilidad
de una sobredosis de este amor.
Se escribían el uno al otro recetas
desde sanatorios a la orilla del mar.
Ni siquiera evitaron
un caso de intoxicación.
Hiperactividad del crimen.
En su estado inflamatorio,
incapaces ya de hablar,
permanecían cogidos de la mano.
Cada dosis de día
les servía a modo de apósito
y si Dios no lo prescribe de otro modo,
tendrán tiempo de admirar las amarillas tramas de las hojas
antes de que se cumpla su fecha de caducidad.
LOS MUCHACHOS
Muchachos de pies a cabeza:
versos octosílabos.
Mondan la piel del tiempo.
Aún creen que van a vivir para siempre.
Ondea la negra camiseta:
"Jesús me pertenece".
Poesía con una etiqueta colgante
y con instrucciones de cómo lavarla.
Los llamo a gritos: "¡Sebastian, Sebastian!",
pero mi voz en playback
se enreda entre los cables de las hojas.
La puesta de sol pasa
en rojo.
CLASE DE POESÍA
Leo poemas en el gimnasio.
Olor a sudir poco propicio.
Se desconcha un mediodía de pueblo.
Qué cosa más rara esta poesía.
Hip-hop en los auriculares.
De un manotazo espanto a la abeja.
Mi garganta es un motor afónico.
Mas yo prosigo con los cazadores furtivos de períodos,
con las trampas de la ontología,
con la vulgar grava del amor,
con cosas que hacen que dé vueltas la cabeza.
Ellos, en cambio, me preguntan si sé jugar
al póker Texas
y si quedaremos por Internet
para el próximo encuentro.
YO-ELLOS
Siento admiración por vosotros,
que transmitís velocidad,
que voláis cual telegrama
por la vía de sentido único de la historia.
Se sonroja vuestro
descapotable mayor de edad.
Roja bala del destino.
Yo, en cambio,
remolcada por un camión que resuella,
os hago señas agitando el testamento
por el que os lego
una realidad de recambio.
Mas vosotros,
llenos hasta los topes de juventud,
me dejáis atrás a todo volumen,
ahogando la arritmia del motor
y el fatigado pulso de los neumáticos.
PUNTO MUERTO
Cuando al amanecer
llegaste a un punto muerto,
silbaba un tren sobre el negro iris del puente.
Hoy sólo quiero decirte
que la lamparilla de tu habitación
ha ascendido al rango de estrella.
Ewa Lipska (nació el 8 de octubre de 1945 en Cracovia) es una poeta polaca de la generación de la "Nueva Ola" polaca. Su obra poética ha sido traducida al inglés, italiano, español, checo, danés, holandés, alemán y húngaro .
Ewa Lipska vive entre Viena y Cracovia.
El Instituto Adam Mickiewicz comenta: "Si bien su poesía puede tener algunas conexiones con la política, siempre documenta experiencias personales concretas, sin alcanzar grandes generalizaciones. Al desenmascarar el lenguaje de la propaganda, su poesía, también, pone de manifiesto las debilidades del lenguaje, en general, como instrumento de percepción y comunicación humana ".
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Algunos poemas de Ewa Lipska, de sus obras La astilla y La naranja de Newton, en traducción de Antonio Benítez Burraco y Anna Sabieska, Trea, 2010:
De La astilla (2006):
VALE LA PENA MORIR...
Vale la pena morir
por ese poema
del cual
recela la muerte.
LA FARMACIA
Ni siquiera eran conscientes de que vivían ya en la Farmacia.
Los despertaba la efervescente pastilla del amanecer.
Cual silbido de locomotora. Despertador indiscreto.
Ella le leía al oído
prospectos de medicamentos.
La tetera resollaba con el estertor
de una crisis de asma.
Fue él su paciente desde el momento de la boda,
en la Iglesia de los Preparados Farmacéuticos.
Veinte años hace.
Se ha despertado la posibilidad
de una sobredosis de este amor.
Se escribían el uno al otro recetas
desde sanatorios a la orilla del mar.
Ni siquiera evitaron
un caso de intoxicación.
Hiperactividad del crimen.
En su estado inflamatorio,
incapaces ya de hablar,
permanecían cogidos de la mano.
Cada dosis de día
les servía a modo de apósito
y si Dios no lo prescribe de otro modo,
tendrán tiempo de admirar las amarillas tramas de las hojas
antes de que se cumpla su fecha de caducidad.
LOS MUCHACHOS
Muchachos de pies a cabeza:
versos octosílabos.
Mondan la piel del tiempo.
Aún creen que van a vivir para siempre.
Ondea la negra camiseta:
"Jesús me pertenece".
Poesía con una etiqueta colgante
y con instrucciones de cómo lavarla.
Los llamo a gritos: "¡Sebastian, Sebastian!",
pero mi voz en playback
se enreda entre los cables de las hojas.
La puesta de sol pasa
en rojo.
CLASE DE POESÍA
Leo poemas en el gimnasio.
Olor a sudir poco propicio.
Se desconcha un mediodía de pueblo.
Qué cosa más rara esta poesía.
Hip-hop en los auriculares.
De un manotazo espanto a la abeja.
Mi garganta es un motor afónico.
Mas yo prosigo con los cazadores furtivos de períodos,
con las trampas de la ontología,
con la vulgar grava del amor,
con cosas que hacen que dé vueltas la cabeza.
Ellos, en cambio, me preguntan si sé jugar
al póker Texas
y si quedaremos por Internet
para el próximo encuentro.
YO-ELLOS
Siento admiración por vosotros,
que transmitís velocidad,
que voláis cual telegrama
por la vía de sentido único de la historia.
Se sonroja vuestro
descapotable mayor de edad.
Roja bala del destino.
Yo, en cambio,
remolcada por un camión que resuella,
os hago señas agitando el testamento
por el que os lego
una realidad de recambio.
Mas vosotros,
llenos hasta los topes de juventud,
me dejáis atrás a todo volumen,
ahogando la arritmia del motor
y el fatigado pulso de los neumáticos.
PUNTO MUERTO
Cuando al amanecer
llegaste a un punto muerto,
silbaba un tren sobre el negro iris del puente.
Hoy sólo quiero decirte
que la lamparilla de tu habitación
ha ascendido al rango de estrella.
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