Fernando Valverde Fernando Valverde nació en Granada (España) en 1980. Cerca de 200 críticos de más de 100 universidades (Harvard, Oxford, Columbia o Princeton, entre ellas) lo eligieron el poeta más relevante en lengua española nacido después de 1970.
Con su libro Los ojos del pelícano (Visor), obtuvo el prestigioso Premio Emilio Alarcos del Principado de Asturias. Entre los galardones que ha recibido destacan el premio Federico García Lorca para universitarios españoles o sendos reconocimientos en el Fray Luis de León y el Juan Ramón Jiménez. Los ojos del pelícano ha sido publicado en Argentina (El Suri Porfiado), Colombia (Ícono), México (Conaculta) y Estados Unidos (University Press North Georgia).
Es uno de los autores del libro Poesía ante la incertidumbre (Visor, 2011), que ha superado la decena de ediciones en diferentes países. Sus poemas han sido publicados en países como México, Italia, Colombia, Argentina, El Salvador, Nicaragua, Perú, Costa Rica o Chile. Ha sido traducido a numerosos idiomas.
La insistencia del daño (Visor), ha sido elegido Book of the Year por el Latinoamerican Writers Institute de la University of New York y publicado en Estados Unidos por . En 2014 fue nominado a un Premio Grammy por el disco Jugar con fuego con el cantaor Juan Pinilla. En la actualidad, trabaja como profesor de poesía en la Universidad de Virginia en los Estados Unidos.
Doctor en Filología Hispánica y en Educación y Licenciado en Filología Románica y en Antropología Social y Cultural, durante diez años ha trabajado como periodista del diario El País. Fue co-fundador y co-director del Festival Internacional de Poesía de Granada. En 2012 obtuvo el Premio del Tren ‘Antonio Machado’ por un poema titulado Celia, escrito a una recién nacida y con centenares de impresiones y reproducciones en todo el mundo. “Un poema condenado a la inmortalidad”, escribió Raúl Zurita.
Su poesía completa fue publicada en 2017 por Visor.
En 2020 recibió la Orden de José Martí en reconocimiento a la excelencia docente como hispanista en los Estados Unidos. En 2022 apareció en America, traducido por Carolyn Forché, publicado por Copper Canyon Press en edición bilingüe. Ese mismo año, apareció su nuevo libro en España titulado Desgracia.
La editorial Planeta ha publicado La muerte de Adonais, un libro de no-ficción en el que narra la historia de los últimos días de Percy B. Shelley, John Keats y lord Byron.
(Sacado de https://www.fernandovalverde.com/es/home/ )
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Algunos poemas de Fernando Valverde:
De Viento favorable (Primeros poemas, 1997-2002):
PREMONICIÓN
Te irás, como se van todas las cosas
del mundo y de los hombres,
como el bullicio arrepentido
de una ciudad dormida,
como se marchan los turistas,
con su temblor distante y distraído.
Te irás sin que lo sepa, te irás tan sola
que borrarás del tiempo la palabra tarde
y dejarás podridas las paredes,
un manual de niebla y de nostalgia.
No quedarán los bosques ni las plazas,
las fuentes y la luz del mediodía,
tampoco los garajes de febrero,
los sueños que se pierden
sin el temor de nadie.
Te irás y no dirán que ya te has ido.
Y nunca te habrás ido para siempre,
y siempre estarás lejos, demasiado.
MADRUGADA
Soñé con un lugar sin noches ni hospitales,
con una habitación repleta de ventanas.
Soné con un lugar sin tedio ni promesas,
un lugar donde nadie se fuera para siempre,
donde nadie quisiera morir a mediodía.
De Razones para huir de una ciudad con frío (2004):
VOCACIÓN Y ARGUMENTO
Yo quisiera contarte
el vacío gastado de estas cuatro paredes,
la lluvia que ha caído desde que el tiempo sabe
mirarme con desprecio como un bufón que ríe
con la cara pintada y unas lágrimas sucias.
Yo quisiera decirte
que aquí todo resulta parecido al invierno,
que diciembre es más dócil que cualquier escondite,
que un viento seco queda detrás de las mentiras,
de los miedos tramposos y los presentimientos.
Yo quisiera encontrarte
aquí para olvidar que el mundo es mundo,
para abrazarnos fuerte
y ver la infinitud de cada compromiso,
reconocer los márgenes de las palabras justas,
olvidar los inviernos y el vacío gastado
de estas cuatro paredes.
Yo te dije que siempre
los poemas resultan ser ficción contenida.
Sobrevivamos pues
más allá de los versos y la literatura,
por encima de trenes y paisajes,
por detrás de las voces que suceden
pidiendo explicaciones a cada expectativa.
Si es cierto que supone una renuncia
la sensación que oprime el pecho hasta dejarlo
justo, desvalido, emocionado a veces,
hablemos del calor de las habitaciones,
de las sábanas sucias y la pasión perdida,
de todas las traiciones que esconden los armarios,
del tedio y de las cartas
que escriben los soldados cuando se están muriendo
de miedo en las trincheras,
como un enamorado que sostiene
la vida en un abrazo arrepentido.
Tal vez entonces sea posible ese milagro
en el que creen los libros de versos que leemos.
No es tan sólo cuestión de perspectiva.
Quedémonos mirando la verdad
de los versos que cuentan historias inventadas.
Recuérdame en paredes que permanecen justas
y que miran nerviosas cómo pesan los días.
Yo te traje a mis noches sin saber que buscabas
una luz que durase mucho más que un segundo.
Aun así permanece,
que ceder a los límites de las eternidades
es más cuestión de fe que de palabras.
Acerquémonos pues a nuestra soledad
LA APARIENCIA
Una ciudad enferma es un invierno frío,
un invierno tan frío como el dolor sin viento,
un rincón es un verso,
un huracán un águila,
agosto una mentira.
Las cosas nunca son lo que parecen.
Lorca es la luna quieta.
sobre el estanque rojo,.
Neruda un animal.
que se retuerce y llora.
Tampoco los poetas.
Borges cogió del tiempo su descaro,.
Vallejo jamás leyó a Cernuda,.
Cernuda nunca quiso una mirada.
que pudiera salvarle,.
Miguel Hernández tuvo.
en su mano un fusil,.
y Alberti que fue un pájaro.
azul como las olas…
Los poemas que duelen son de todos,
la razón de los días está en ti,
el tiempo no comprende la existencia,
y la ciudad aún duerme,
todos duermen…
La noche es un lugar para el olvido.
La niebla nunca suele acomodarse,
los barcos que se hunden son ciudades
en el fondo del mar,
la música es el eco de un lugar muy profundo,
las palabras son cofres que contienen
una parte de ti que pretende ser pájaro.
Y hay un lugar que tiembla,
los lugares que tiemblan son paisajes,
paisajes parecidos a septiembre,
cartas que son espera,
direcciones de viento que procuran
recibir un adiós cuando es octubre
y nada se parece al equilibrio
de aquello que has amado.
La muerte es un instante que ya es nuestro,
el frío una razón para sentir
el calor de los otros.
Nada aquí se parece a su contrario,
este dolor tan simple es un desierto.
MADRUGADA III
Ven y dime al oído
que te has vestido hoy
pensando en desvestirte frente a mí.
MADRUGADA V
Imagina.
Otra noche sin ti sería un desastre.
Dime tú lo que hacer en estos casos.
BALADA PARA EL FRÍO
El frío que suceda por las habitaciones,
el que pasa de largo sin saber los que cuesta
protegerse del frío,
también el parecido a una tarde de brisa
junto al mar o en la grieta
que a veces permanece después de los veranos.
El frío que supone un golpe seco,
que es la dificultad para llenar de aire
el pecho y la esperanza.
Y también el temor a que no se arrepienta
de haber llamado hoy para quedar mañana,
ese frío que sabe recorrer los rincones
en torno a los momentos que prefieren
una inmortalidad al abandono.
Un frío extraño queda después de los poemas,
un frío extraño vuelve por las fotografías,
un frío amarillento que resume
la ausencia en un baúl.
De cristal o de nieve,
de escarcha o desamparo,
el frío sobrevive y permanece.
De fuente, de misterio,
de mar o de principio,
de lunas con bocados o lamentos,
en fin, sin más pronóstico,
de exacta soledad.
Pero de nada sirve
el frío más difícil del invierno
si en un rincón del frío tú me miras.
CINCO ELEGÍAS PARA UN SIGLO
II
Rara vez amenaza en Sarajevo,
las noches son tan largas como el frío,
tan largo es el dolor como las noches.
Es un día muy nuevo
de mil novcientos noventa y tres,
Izer Sarajlic piensa en los tranvías,
en Roma y en París,
en Miica que duerme después de unas treinta horas
lloviendo las granadas.
Entonces siente lástima y recuerda
que un día fue posible levantarse temprano
y coger margaritas con la mujer que ama.
De Los ojos del pelícano (2010):
SUEÑO
Hoy has vuelto a mirarme
con esos ojos tuyos de mi infancia
que me han amado tanto.
No podía tocarte.
Son complejos los sueños.
Lloraba la certeza de que todo acababa.
Conocía el final
y los ojos que estaban frente a mí
no temblaban de miedo al ver mi llanto.
Me miraban tranquilos,
no se desconcertaban,
clavaban su ternura en mi fragilidad
y en su honda distancia
no querían sellar la despedida.
Me persiguen tus ojos,
no sé si están en mí
o si quieren decirme que el sueño ha terminado.
EL LAGO
Esta nieve que pisas va a convertirse en barro
y en el lago veré mi rostro sin el tuyo.
He transitado el borde de la orilla,
he querido cruzarlo sin mojarme los pies
y he tropezado tanto que me duelen las manos.
Debajo de la hierba esperan piedras
que reciben mi piel como una encrucijada.
Pero no se la apropian,
los cuerpos son tan bellos cuando el tiempo los toca
que no nos pertenecen,
son un bosque prohibido.
Quedará para siempre la marca de un reflejo
porque no van los brazos a olvidarlo todo
aunque se hagan más grandes nuestras dudas.
Las canciones que olvidas son huellas en la nieve
y en la piel de los lagos se deshace el futuro.
EL BOSQUE
Alguien entra en el bosque mientras grito.
No puedo detenerlo.
Sólo existe mi voz
tan rota y tan cobarde
que cada noche vuelve a repetirse
sin que logre hacer nada.
Hay tanta incertidumbre allí en el bosque,
es tanta su espesura,
que es mejor estar quieto,
aunque la misma angustia suceda cada noche,
aunque el bosque sea yo y alguien huya de mí.
LAS AVISPAS
Siempre he tenido miedo a las avispas.
Aquellos años rotos,
en una hermosa casa con jardín,
los veranos tejían una trampa
en los charcos, los troncos y las grietas.
Y eran sus picaduras como negras espinas
clavadas en las piernas y en los brazos.
Eran avispas frágiles,
las avispas de Europa no muerden en los ojos
ni provocan espasmos.
Una tarde,
aquel niño montaba en bicicleta
junto a una hilera exacta
de pinos que impedían
que el jardín se mezclase con la tierra.
Guardo un trozo de niebla en la memoria
y un instante después
el manillar se cruza y de los pinos
son decenas las flechas
que salen a mi encuentro.
Han pasado los años
y aquel lugar aún guarda
avispas de colores que parecían mirlos.
Porque siguen allí,
no pueden alcanzarme sus agujas,
pero hay veces que escucho sus zumbidos
y una sucia nostalgia me recuerda
el sabor del veneno.
VERANO EN SARAJEVO
Sobre el puente de Princip
un tumulto de ancianos vigila la ciudad.
No parece que pase ningún río.
28 de junio,
una placa recuerda los disparos
que siguieron después
hasta llenar de huérfanos las plazas.
Sin hermanos mayores,
la vida en Sarajevo se parece a un tranvía.
No ha cubierto la hierba las llagas de sus parques,
sólo los gatos saben dónde ir,
han tomado las calles
y hay cartones de leche delante de las puertas.
Se estrelló la miseria en las paredes,
no han podido los árboles ocultar la evidencia.
Junto al estadio olímpíco
deambulaban fantasmas entre las margaritas.
No existe periferia en Sarajevo,
los teléfonos brillan con sigilo
del humo blanco de las chimeneas
y sus cinco montañas
advierten de la lluvia sobre las rejas rojas.
Ha bajado el infierno a esta ciudad,
se ha llenado de rostros
convertidos en piel de los mercados,
en vigas de madera que sostuvieron túneles
y en un amor tan simple como el pulso.
No parece que pase ningún río,
aunque los puentes crucen hacia el norte
y el verano parezca
un lugar donde pueden descansar los pulmones,
un horizonte nuevo que viaja en los tranvías.
NOCHE EN PALESTINA
Aún suenan los disparos en el puente del Norte.
Los Altos del Golán parecen congelados
y una niebla de sombras empieza a evaporarlos.
Resulta peligroso este paisaje
pero cabe la paz entre tanta amenaza.
Me he sentado a mirar
cómo sangra el Mar Muerto aparentando calma,
cómo flotan el barro y los turistas
después de que los siglos lo devoraran todo.
La noche es una tregua de pasos fronterizos.
Aquel golpe de luz en la espesura
se llama Jericó. Más al oeste
hay casas que se acuestan sobre un muro
y sienten la traición debajo del estómago.
En sus viejos tejados
las cúpulas doradas son leones dormidos.
Es de noche y resulta
un empeño suicida cruzar la otra orilla.
Son muchas las razones.
Aún escuece la piel,
el salitre se emplea para hacer explosivos,
basta la intervención de un alquimista.
Además,
las mujeres del norte tienen los labios rotos,
han mordido el dolor sin miedo a las heridas.
La noche es mal momento para abrazar el mar.
Mientras la luna clava su rostro sobre el agua
las piedras que se ahogan intentan agarrarlo.
No es difícil morir en medio de un desastre
tan raro como hermoso.
Las montañas son pliegues del futuro.
Hay pequeñas luciérnagas que alumbran el desierto,
se escuchan los fusiles en el puente de Allenby
y un nuevo ahogado abraza la noche en el Mar Muerto.
UN LOBO
Dentro de este poema pasa un lobo
que deja sus pisadas en la nieve.
Sigiloso y hambriento,
recorre una ciudad
que miró confiada hacia el futuro.
Hoy han bajado todas las persianas.
Es tarde,
trato de no hacer ruido
y que avancen los versos como pasan los días
para que el lobo escoja
un camino que lleve a otro lugar,
una presa más débil.
Pero en este poema espera un lobo
que ha venido a buscarme.
Aunque intente estar quieto y no hacer ruido
salta por las palabras un recuerdo
que me arranca un aullido y me devora.
De La insistencia del daño (2014):
CELIA
Nacida hoy
No conoces la lluvia ni los árboles,
pero ya eres un bosque.
Hoy que comienza el mundo para ti,
que se pueblan tus ojos con el mar,
que todos te reciben como en una estación
donde se espera siempre,
que es principio y asombro,
mapas que no aseguran un lugar donde ir.
Hoy que el mundo comienza,
tristeza inadvertida,
eres el tiempo limpio,
el olor a madera y el silencio,
las preguntas sin sombras
y el amor sin orgullo del que ha perdido todo.
Es esa mi certeza,
las olas, el océano,
tu risa que es un pájaro.
Has traído el murmullo de un recuerdo,
los pies pequeños, como pequeño
es el rastro de nieve que has dejado
en las horas de enero.
Cómo será la vida cuando crezca en tus manos
con la fragilidad de las buenas noticias,
como un pez que se escurre para volver al río.
Una tarde cualquiera,
con la misma sorpresa que un amor,
vas a sentir la brisa que ha tocado los árboles
con su cansancio antiguo.
Hay veces que es rugosa y escuece como un fósforo
cuando enciende un recuerdo…
Tus manos brillan,
no hay sombras ni puñales,
puedo ver los cometas
arañando la noche
como un barco que zarpa y se adentra en la niebla.
La vida es una casa donde habita un extraño,
un jardín del pasado al que no volverás,
una orilla que buscas con miedo a los fantasmas.
Pero también la vida
es una luz detrás de una ventana
cuando la oscuridad
ocupa cada hueco y cada continente.
Esta noche es oscura,
el tren busca unos brazos
que están al otro lado de las horas.
Mientras, pienso en el modo de decirte
que los sueños son parte de nosotros
como un embarcadero es un viaje.
Porque ya eres un bosque,
y hay delfines, y lagos, y montañas,
y amores imposibles
que se llamarán Celia.
Alguien dice tu nombre en el futuro
y se llena de gente una casa vacía,
todos se sientan a la mesa.
Ya lo habrás olvidado,
fue la felicidad quien sembró este dolor,
fue la felicidad igual que una tormenta
sobre un vaso vacío.
Cuando lleguen el miedo y la desesperanza,
y todas las cerezas hayan caído al barro,
y las gaviotas griten
el olvido imposible de una mujer herida
que siente que avanzar es quedarse más sola…
Si todo esto sucede
recuerda la manera en que la lluvia
se convierte en un árbol
y el modo en que las olas
son el final del agua y el principio del mar.
No conoces el mar, ni el barro, ni los árboles,
pero ya eres un bosque por el que pasa un río.
POSTAL DE INVIERNO
Está sola en el mundo y es febrero,
le duelen los pulgares,
se toca la nariz para bmedir el frío.
Puede ver su reflejo sobre el lago,
los peces melancólicos son ya lunes de octubre
que dibujan sus pasos sobre el hielo.
Allí están los poemas,
en el fondo del lago,
justo un paso detrás de la palabra nunca.
(SAN SALVADOR)
Hoy sé que la esperanza
es el miedo
con los ojos vendados.
FERNANDO VALVERDE
( https://www.airesdelibertad.com/t47254-fernando-valverde-1980#1013612 )
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