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Miguel Labordeta (Zaragoza, 16 de julio de 1921-Zaragoza, 1 de agosto de 1969) fue un poeta español de la generación de posguerra.
Biografía
Hermano mayor del cantautor, escritor y político José Antonio Labordeta, se licenció en Historia y escribió entre 1946 y 1947 su primer libro de poemas, Sumido 25 (1948). La mayor de los poemas del libro fueron compuestos durante su estancia en Madrid para recopilar documentación que le ayudase en su tesis doctoral, que nunca llevó a cabo, para disgusto de su padre. Residió en el n.º 3 de la calle Ibiza, y fue vecino, por tanto, de autores como Agustín de Foxá, Dionisio Ridruejo o Leopoldo Panero. No obstante, durante los meses que estuvo en Madrid, Miguel Labordeta supo moverse en los círculos literarios del momento, y forjó relaciones con autores como Gabriel Celaya, Vicente Aleixandre, José Antonio Novais, Antonio Buero Vallejo, Carlos Edmundo de Ory, Francisco Nieva, Eduardo Cote, José Hierro, Eugenio de Nora, Ángel Crespo, Gabino Alejandro Carriedo o Ezequiel González Mas, entre otros. De este nuevo mundo literario recién descubierto, el autor absorbería multitud de influencias, explicando en parte lo ecléctico y original de su obra poética. A su regreso a Zaragoza, en 1947, hubo de trabajar sin verdadera vocación como profesor de Historia e Inglés en el Colegio Santo Tomás de Aquino, que dirigía su padre, Miguel Labordeta.
Los próximos años, Miguel Labordeta continuaría su labor poética y publicaría nuevos libros, originales y rompedores en su contexto histórico: Violento idílico (1949) y Transeúnte central (1950). El cuarto libro, que debió llamarse Epilírica y haber sido publicado en 1951, la censura no le permitiría ver la luz hasta 1961. Aparte de su labor como profesor y como poeta, las inquietudes literarias de Labordeta lo empujarían a concebir y llevar a cabo empresas y proyectos poéticos con el convencido objeto de sacudir el polvo al panorama literario zaragozano. Sus empeños culminarían en la Tertulia del Niké, a la que acudiría junto a Manuel Pinillos, y cuyos primeros integrantes (Julio Antonio Gómez, Raimundo Salas y Guillermo Gúdel), acogerían con gran entusiasmo. El grupo de autores iría creciendo a lo largo de los años 50 para, a mediados de los 60, comenzar la diáspora hasta que en 1969 falleciera Miguel Labordeta y el café cerrara sus puertas. De la pasión por la poesía y los esfuerzos de los integrantes de la peña Niké surgirían numerosas iniciativas como editoriales (Coso Aragonés del Ingenio, Javalambre), revistas (Orejudín, Despacho Literario, Poemas, Papageno) y colecciones de libros de poesía (Poemas, Orejudín, Fuendetodos), además de las publicaciones de poemarios particulares de cada uno de ellos.
En la tertulia del Niké, que se reunía en Zaragoza en torno al café de la calle Requeté Aragonés (actual calle 5 de marzo), Miguel Labordeta ejercía como oficiante de la O.P.I. (Oficina Poética Internacional), una entelequia literaria, donde hizo famosas sus pipas, sus convites y las surrealistas ceremonias de entrega de diplomas y carnéts de ciudadanos del mundo a los integrantes del grupo. El año de su muerte su amigo Julio Antonio Gómez Fraile fundó la colección «Fuendetodos» de la editorial Javalambre, que comienza su andadura con la publicación del último libro de Miguel Labordeta, Los soliloquios, y en 1972 publica esta misma colección sus Obras completas. Dirigió la revista Despacho literario, en la que colaboró, entre otros, Antonio Fernández Molina, uno de sus buenos amigos. Como autor de teatro, Miguel Labordeta estrenó, con escenografía del artista vasco Agustín Ibarrola, la obra Oficina de horizonte, que años más tarde tendría una adaptación televisiva realizada por el director zaragozano Antonio Artero.
Trayectoria literaria
Cultivó un estilo surrealista de lenguaje expresivo y amplios registros, elocución desbordada, verso libre y tono apocalíptico plagado de visiones cósmicas de raigambre barroca y romántica, especialmente en sus primeros tres poemarios (Sumido 25, Violento idílico y Transeúnte central), escritos entre los 25 y los 29 años. En 1950 él mismo definió su poesía como «catártica, depurativa, en que el poeta se dé por entero en holocausto verídico». Al final de su vida aparecen Los Soliloquios (1969), que junto a Autopía (publicada póstuma en 1972), constituyen una nueva etapa de poesía más ceñida y condensada. También escribió dos obras de teatro, la radiofónica "Exactamente perdido (poemoide radiofónico)" y Oficina de Horizonte, estrenada en el Teatro Argensola en noviembre de 1955, y editada en el N.º 2 de la revista Papageno (1960), dirigida por Julio Antonio Gómez.
Autor de originales y valientes versos, Labordeta se hizo cargo de la dirección del colegio Santo Tomás tras la muerte de su padre en 1954, y desde allí desplegó un mundo poético y mágico que extendió a la tertulia de la peña Niké y a revistas de la época. De la Oficina Poética Internacional (la OPI), nacieron las revistas literarias Orejudín, Papageno, El Coso Aragonés del Ingenio y Despacho Literario, embrión, a su vez, de la colección Poemas, que crearon Luciano Gracia y Guillermo Gúdel. Labordeta es el poeta del desamor, él que sin embargo había nacido para liberarse por amor tan solo. Su poesía está teñida de ironía y desgarro existencialista. En lo formal es poesía de verso libre y blanco, y de sintaxis desarticulada, enumeraciones caóticas e imágenes insólitas encadenadas que vinculan su estética al surrealismo. Las obras completas de Miguel Labordeta se publicaron de forma póstuma en 1972 en la colección Fuendetodos de Ediciones Javalambre, al cuidado de su amigo Julio Antonio Gómez y costeada con los ahorros que dejó el poeta. Fueron reeditadas en 1983 por la colección El Bardo, con poemas no publicados antes. En 1994, un número monográfico de la revista Rolde, coordinado por Antón Castro, le dedicó varios artículos. En 2010, el N.º 96 de la revista Turia fue dedicado íntegramente al poeta con numerosos estudios.
Algunos de sus libros fueron ilustrados, entre otros, por Santiago Lagunas, Agustín Ibarrola, Antonio Mingote, Natalio Bayo, Manuel Viola, José Orús, Salvador Victoria o Antonio Saura. En 2004 apareció publicada una interesante biografía sobre su vida y obra, Miguel Labordeta. Poeta violento idílico (1921-1969), del periodista Antonio Ibáñez y editada por la Biblioteca Aragonesa de Cultura que dirigió Eloy Fernández Clemente.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
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Algunos poemas de Miguel Labordeta:
De Sumido 25 (1948):
ESPEJO
Dime Miguel: ¿quién eres tú?
¿dónde dejaste tu asesinada corona de búfalo?
¿por qué a escondidas escribes en los muros
la sojuzgada potencia de los besos?
¿qué anchura de canales han logrado
tus veinticinco años visitantes?
¿adónde has ido?
¿qué dioses hermanaron tu conducta de nadie?
¿y tus sueños hacia qué lejanos ojos
han conseguido hondos de fracasadas copas
donde sorbiste el trance de la culpa?
¿has llegado al límite de la luz
donde el último nombre se dispone a nacer?
¿qué haces pues? ¿por qué intentas tu agua
si una sed de raíces te eleva hacia los sótanos
donde yacen desaparecidas razas hilando
indiferentes conjuros con voluntad de mina?
¿si te arrastras oscuro
en éxtasis rapados de aguilucho núbil
si al hambre sentido de tu vida
no acucias tu mirada de asombro
por qué acechas la lluvia que penosamente
se cierne sobre los muertos?
Ya sé que has despreciado
hasta el último gesto pálido adolescente
estrangulando bajo las lagunas rojas de tu pecho,
¿mas qué te queda criatura perpleja
qué te resta si no es tu cerviz cortical
seca de ciudades y limo
propicia a la aventura fracaso
y al ardiente paso de tus noches
por el ecuador de los vientres
transportando el mórbido mensaje de la espiga y de la muerte?
Miguel ¿quién eres? ¡dime!
DESTINO
Lo sabéis amigos
no volveremos más.
La virtud de la lluvia
se aniquila en los soles
y el viento entre las flores
se sumerge en la sangre de los toros.
Sólo los viejos vagabundos al morir
pueden saber quizá
el secreto de la hora derramada
y el porqué de la mujer húmeda en estío.
Pero nosotros no. No podemos volver.
Es imposible calavera mariposa
el tiempo entre la niebla seducido.
Somos nosotros mismos
el ritmo pereciente
y nuestro gesto
la invisible caracola de la muerte
primavera pura aniquilada
en incesantes mundos destruidos.
Nada más. Tan sólo eso.
Un levantar baldío de los brazos
para recoger el mar que se nos huye
pletórico de ahogados y de olvidos.
Un lamento también
y un querer crear agujeros
en el agua mansa de los recién nacidos.
Mientras os alejáis
cantando juventudes
yo permanezco aquí mudo y atónito
como un muerto inmortal
soñando vida inmensa
y una antigua e inconcebible libertad.
No volveremos más.
Es cierto amigos.
Atardece.
La estatua el árbol la hormiga
y esta pena mía tan hermosa
se confunden en la mente ignorada de las manos.
35 segundos han pasado en mi reloj de Pulsera.
PUESTO QUE EL JOVEN AZUL DE LA MONTAÑA HA MUERTO
Puesto que el joven azul
de la montaña ha muerto
es preciso partir.
Antes de ser golosamente asesinados
en los crepúsculos de la gran ciudad.
Antes de que las muchedumbres tristes de los metros
invadan el templo del Sol
definitivamente seducidas
por las noches de los trenes
es preciso marchar.
Desnudos y ásperos. Inigualables.
Y al partir preguntar por nosotros
indagar por nosotros
auscultar por nosotros
por nosotros mismos recordar
si tal vez se existió
y que una dulce soledad
nos responda en grave despedida.
AGONÍA DEL EXISTENTE JULIÁN MARTÍNEZ
Julián Martínez.
Existente de tercera.
En la hora indecisa
en que los mares inician su retirada
hacia los puentes de las ciudades
se moría por vez primera y quizás definitiva.
Las espesas aguas de los fetos
cubrían las habitaciones
donde soñó su primer amor de tortuga
dejando navegar sobre los viejos dorsos del semen
un hombre
el otro Julián Martínez
a la deriva de su sombra.
Su nombre convirtióse en legaña
y la madre en un monolito bajo el sol
cuando este ser pálido
oculto ya en sus crímenes de sopa
en un pozo de noches abrigado
se asomaba hacia abajo
surcando las edades de la piel
con su ojo podrido
en busca del viejo astral
que con su varta mágica hacia crecer en su vientre
asesinados helechos de sangre.
Se han alejado hundidas cabezas
de mujeres y d caballos amados.
Los días son ya eco.
No existe su interior
sino un vacío que retumba
entre esquemas de hierba.
¡Dioses solares
sagrados mitos de la Vida!...
¿Qué vais a hacer de este signo
de este existente Julián Martínez
que se funde en la humareda inerte
sin limitaciones ya
a hundidas simas retornando
desafiando llantos sin respuesta
penetrando hasta los tuétanos de la nada?
¿Con qué mugidos deshechos de toro
vais a cubrir este vuestro fracaso
de soledad impura...?
Ya es un árbol. Ya es apenas un árbol
donde le nacen pájaros asombrados
comiéndose a sí mismos
el tiempo de sus ojos.
Se apagan en su garganta
los rumores más viejos de las razas
y ya despoblado purísimo
sin dolor ni goce
casi como un suave dios recién nacido
va preguntando a sus infancias
dónde encontrar su apellido perdido.
Pero los secretarios del Infierno
son impasibles con las piedras
y las dulces claridades del océano
se van sumiendo en cánticos sollozo
por todo lo que se va...
y él pregunta por las oficinas
donde Dios expende los partos oficiales
pero ya los mares han alcanzado
en su retirada
las primeras estrellas
y
el Universo es una flor o un punto
algo álgido o triste que va a estallar
en perdido equilibrio de pompa de jabón.
...Abandonado...abandonado...abandonado...
Millones de peatones pisan sus labios
ignorantes de la ciudad que surge
de alimentadas flores
en las cuencas vacías de los lagos ratones.
...Y al fondo se cierran las grandes puertas
donde el viejo astral
sonríe con amor indiferente.
Os lo anuncio con sentimiento:
Julián Martínez,
existente de tercera,
acaba de fallecer.
AMOR DE HOMBRE
Como un don planetario
recién nacido celeste
a mí
al rebelde varón de mirada perpleja
has llegado por las venas secretas
de tus pupilas debutantes
en edades remotas haciéndote
dulce relámpago de sangre
en los resecos destierros de mi pecho
roto bajo la apagada lluvia de los monos
que dejan sobrecitos con niños de pecho
en las puertas de aquellas casas
en que alguien va a morir por Nochebuena.
Ya tan sólo es un querido momento
desmayado de éxtasis de paloma y león
que se encontraran tras un viaje perdido
por las zonas glaciales de los túneles
donde el mundo rueda tras de sí mismo
mordiéndose impasible su nada.
Huirán verticales cosechas de zapatos
buscando las estrellas que se contienen
en las miradas de los buzos perdidos
de mis días y mis noches agonizantes
por tu labio desnudo dulcísimo.
Escucharé derrumbado por las esquinas
el gemido de mis muertos más viejos
esforzándose por ponerse de pie
para verte mejor
y a mis aún no nacidos
encaramarse por las farolas
que todavía no existen
para cantarte el regazo primario
con que las tiernas montañas
iniciaron su idilio
con los poderosos dioses-canguros.
No sirven ya las jóvenes palabras masculinas
pues el temblor es sísmico de larva solar
y la mudez cala en el centro de mis lagunas
donde tú
oculta mensajera temblorosa
de la dulce carne que morirá
emerges ritmo tímido
de rosas madrugadas
pálida estremecida
bajo mi asombro de sólo océano viril
terriblemente sediento
de tu pan.
Reconociéndote
con aquel aire púrpura
que cuando yo era niño
rodeaba de sábados azules
las altas torres de nuestra ciudad...
...y el vasto mundo
se hace sentido puro.
MENSAJE DE AMOR QUE VALDEMAR GRIS
HA MANDADO PARA FINALIZAR SUMIDO 25
De mi propia tristeza de ser hombre
arrancado en pedazos de sangre amarga
con juventud inútil
y amasado por la ausente sed
de desorbitadas muchedumbres
que en vano buscan la razón
de los búfalos agonizando
bajo los crepúsculos de uranio
de las grandes avenidas.
Yo,
Valdemar Gris
habitante de este mundo,
niño antiguo de veinticinco ríos secos de edad,
os traigo mi humilde mensaje de primavera
y os digo con alegría de estrellas en mis ojos:
Todos los jóvenes del mundo somos hermanos.
Somos hijos todos del sol y del misterio.
Una misma mujer humana
cantó sus dulces canciones nocturnas
creyendo ver al borde de nuestros tiernos vientres
un signo, por encima de alfabetos y razas,
que inundaría las tierras
de aquella claridad presentida
por poderosos genios conmovidos
y que aspiraba ser realizada
por encima de todo tumulto.
Por que yo os digo,
de hombre a hombre,
casi sollozando,
con angustia mágica de inalámbrico.
Es ya hora,
hermanos míos en la hora y en la muerte,
es ya hora, os digo
que sobre las estériles disputas
triviales de los ancianos
se alce el martirio puro
de los costados desnudos
de los jóvenes soñadores del mundo.
Yo os digo
que estéis despiertos, amigos míos,
mis hermanos juvenilles de destino,
soñando sí, pero despiertos,
pues podemos ver caer
la ceniza de corazones podridos
lloviendo sobre las grandes ciudades
destruidas, huérfanas de un entero designio.
Hemos de estar alerta,
pues en un descuido
las ballenas crecerán sobre las torres destruidas
y el hombre, devorándose
en sus clanes miserables,
terminará comiéndose
las patas como un lobo suicida.
Olvidemos pues, amigos míos,
hermanos míos del mundo; olvidemos
las vanas disputas de los viejos.
Que se llenen los libros con razones inútiles de muertos,
que nosotros sólo queremos ver triunfar
la gloria y la nada de la vida
por todos los puntos del viento planetario!
Queremos que nuestro destino de hombres
tenga un camino con soles y riberas,
y maravillosas ciudades de cristal,
y muchachas morenas
cantando por las playas,
y desesperados pensadores
intentando enhebrar raíces con estrellas,
e ingenieros poetas que canten
las melancolías atroces del cemento
que devora el corazón de las rosas,
y serenos atletas
con armonías de agua,
y ardientes corazones de santos
descubriendo senderos
en su pasión total.
Pero hemos de estar unidos,
amigos míos, hermanos míos del mundo,
y a de ser nuestro lazo abrasado
un humano destino secreto
se consciencia amorosa de la Tierra.
Sí.
Tan sólo con amor varonil
puro en sí mismo,
tan sólo con amor,
sin objeto,
enamorados del amor,
amantes del basto mundo
sin presencia en su misterio
que nos reclama inexorable, palpitante
en cada pulso de cada joven soñador.
Y hemos de estar allí
todos,
hemos de estar allí
reclamando cada uno y para todos
una activa participación
en la heterogénea sinfonía de este mundo nuestro tan hermoso.
Os lo digo yo,
Valdemar Gris,
sediento caminante de luz,
exhausto de túneles adolescentes
por donde las espigas estrangulan su raíz hacia arriba:
Todos los jóvenes del mundo
somos hermanos de destino,
y os lo digo
con voz quebrada
de antiguos llantos sin consuelo,
con alegría renovada
de futuras estrellas en mis ojos.
Miguel Labordeta (Zaragoza, 16 de julio de 1921-Zaragoza, 1 de agosto de 1969) fue un poeta español de la generación de posguerra.
Biografía
Hermano mayor del cantautor, escritor y político José Antonio Labordeta, se licenció en Historia y escribió entre 1946 y 1947 su primer libro de poemas, Sumido 25 (1948). La mayor de los poemas del libro fueron compuestos durante su estancia en Madrid para recopilar documentación que le ayudase en su tesis doctoral, que nunca llevó a cabo, para disgusto de su padre. Residió en el n.º 3 de la calle Ibiza, y fue vecino, por tanto, de autores como Agustín de Foxá, Dionisio Ridruejo o Leopoldo Panero. No obstante, durante los meses que estuvo en Madrid, Miguel Labordeta supo moverse en los círculos literarios del momento, y forjó relaciones con autores como Gabriel Celaya, Vicente Aleixandre, José Antonio Novais, Antonio Buero Vallejo, Carlos Edmundo de Ory, Francisco Nieva, Eduardo Cote, José Hierro, Eugenio de Nora, Ángel Crespo, Gabino Alejandro Carriedo o Ezequiel González Mas, entre otros. De este nuevo mundo literario recién descubierto, el autor absorbería multitud de influencias, explicando en parte lo ecléctico y original de su obra poética. A su regreso a Zaragoza, en 1947, hubo de trabajar sin verdadera vocación como profesor de Historia e Inglés en el Colegio Santo Tomás de Aquino, que dirigía su padre, Miguel Labordeta.
Los próximos años, Miguel Labordeta continuaría su labor poética y publicaría nuevos libros, originales y rompedores en su contexto histórico: Violento idílico (1949) y Transeúnte central (1950). El cuarto libro, que debió llamarse Epilírica y haber sido publicado en 1951, la censura no le permitiría ver la luz hasta 1961. Aparte de su labor como profesor y como poeta, las inquietudes literarias de Labordeta lo empujarían a concebir y llevar a cabo empresas y proyectos poéticos con el convencido objeto de sacudir el polvo al panorama literario zaragozano. Sus empeños culminarían en la Tertulia del Niké, a la que acudiría junto a Manuel Pinillos, y cuyos primeros integrantes (Julio Antonio Gómez, Raimundo Salas y Guillermo Gúdel), acogerían con gran entusiasmo. El grupo de autores iría creciendo a lo largo de los años 50 para, a mediados de los 60, comenzar la diáspora hasta que en 1969 falleciera Miguel Labordeta y el café cerrara sus puertas. De la pasión por la poesía y los esfuerzos de los integrantes de la peña Niké surgirían numerosas iniciativas como editoriales (Coso Aragonés del Ingenio, Javalambre), revistas (Orejudín, Despacho Literario, Poemas, Papageno) y colecciones de libros de poesía (Poemas, Orejudín, Fuendetodos), además de las publicaciones de poemarios particulares de cada uno de ellos.
En la tertulia del Niké, que se reunía en Zaragoza en torno al café de la calle Requeté Aragonés (actual calle 5 de marzo), Miguel Labordeta ejercía como oficiante de la O.P.I. (Oficina Poética Internacional), una entelequia literaria, donde hizo famosas sus pipas, sus convites y las surrealistas ceremonias de entrega de diplomas y carnéts de ciudadanos del mundo a los integrantes del grupo. El año de su muerte su amigo Julio Antonio Gómez Fraile fundó la colección «Fuendetodos» de la editorial Javalambre, que comienza su andadura con la publicación del último libro de Miguel Labordeta, Los soliloquios, y en 1972 publica esta misma colección sus Obras completas. Dirigió la revista Despacho literario, en la que colaboró, entre otros, Antonio Fernández Molina, uno de sus buenos amigos. Como autor de teatro, Miguel Labordeta estrenó, con escenografía del artista vasco Agustín Ibarrola, la obra Oficina de horizonte, que años más tarde tendría una adaptación televisiva realizada por el director zaragozano Antonio Artero.
Trayectoria literaria
Cultivó un estilo surrealista de lenguaje expresivo y amplios registros, elocución desbordada, verso libre y tono apocalíptico plagado de visiones cósmicas de raigambre barroca y romántica, especialmente en sus primeros tres poemarios (Sumido 25, Violento idílico y Transeúnte central), escritos entre los 25 y los 29 años. En 1950 él mismo definió su poesía como «catártica, depurativa, en que el poeta se dé por entero en holocausto verídico». Al final de su vida aparecen Los Soliloquios (1969), que junto a Autopía (publicada póstuma en 1972), constituyen una nueva etapa de poesía más ceñida y condensada. También escribió dos obras de teatro, la radiofónica "Exactamente perdido (poemoide radiofónico)" y Oficina de Horizonte, estrenada en el Teatro Argensola en noviembre de 1955, y editada en el N.º 2 de la revista Papageno (1960), dirigida por Julio Antonio Gómez.
Autor de originales y valientes versos, Labordeta se hizo cargo de la dirección del colegio Santo Tomás tras la muerte de su padre en 1954, y desde allí desplegó un mundo poético y mágico que extendió a la tertulia de la peña Niké y a revistas de la época. De la Oficina Poética Internacional (la OPI), nacieron las revistas literarias Orejudín, Papageno, El Coso Aragonés del Ingenio y Despacho Literario, embrión, a su vez, de la colección Poemas, que crearon Luciano Gracia y Guillermo Gúdel. Labordeta es el poeta del desamor, él que sin embargo había nacido para liberarse por amor tan solo. Su poesía está teñida de ironía y desgarro existencialista. En lo formal es poesía de verso libre y blanco, y de sintaxis desarticulada, enumeraciones caóticas e imágenes insólitas encadenadas que vinculan su estética al surrealismo. Las obras completas de Miguel Labordeta se publicaron de forma póstuma en 1972 en la colección Fuendetodos de Ediciones Javalambre, al cuidado de su amigo Julio Antonio Gómez y costeada con los ahorros que dejó el poeta. Fueron reeditadas en 1983 por la colección El Bardo, con poemas no publicados antes. En 1994, un número monográfico de la revista Rolde, coordinado por Antón Castro, le dedicó varios artículos. En 2010, el N.º 96 de la revista Turia fue dedicado íntegramente al poeta con numerosos estudios.
Algunos de sus libros fueron ilustrados, entre otros, por Santiago Lagunas, Agustín Ibarrola, Antonio Mingote, Natalio Bayo, Manuel Viola, José Orús, Salvador Victoria o Antonio Saura. En 2004 apareció publicada una interesante biografía sobre su vida y obra, Miguel Labordeta. Poeta violento idílico (1921-1969), del periodista Antonio Ibáñez y editada por la Biblioteca Aragonesa de Cultura que dirigió Eloy Fernández Clemente.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Miguel Labordeta:
De Sumido 25 (1948):
ESPEJO
Dime Miguel: ¿quién eres tú?
¿dónde dejaste tu asesinada corona de búfalo?
¿por qué a escondidas escribes en los muros
la sojuzgada potencia de los besos?
¿qué anchura de canales han logrado
tus veinticinco años visitantes?
¿adónde has ido?
¿qué dioses hermanaron tu conducta de nadie?
¿y tus sueños hacia qué lejanos ojos
han conseguido hondos de fracasadas copas
donde sorbiste el trance de la culpa?
¿has llegado al límite de la luz
donde el último nombre se dispone a nacer?
¿qué haces pues? ¿por qué intentas tu agua
si una sed de raíces te eleva hacia los sótanos
donde yacen desaparecidas razas hilando
indiferentes conjuros con voluntad de mina?
¿si te arrastras oscuro
en éxtasis rapados de aguilucho núbil
si al hambre sentido de tu vida
no acucias tu mirada de asombro
por qué acechas la lluvia que penosamente
se cierne sobre los muertos?
Ya sé que has despreciado
hasta el último gesto pálido adolescente
estrangulando bajo las lagunas rojas de tu pecho,
¿mas qué te queda criatura perpleja
qué te resta si no es tu cerviz cortical
seca de ciudades y limo
propicia a la aventura fracaso
y al ardiente paso de tus noches
por el ecuador de los vientres
transportando el mórbido mensaje de la espiga y de la muerte?
Miguel ¿quién eres? ¡dime!
DESTINO
Lo sabéis amigos
no volveremos más.
La virtud de la lluvia
se aniquila en los soles
y el viento entre las flores
se sumerge en la sangre de los toros.
Sólo los viejos vagabundos al morir
pueden saber quizá
el secreto de la hora derramada
y el porqué de la mujer húmeda en estío.
Pero nosotros no. No podemos volver.
Es imposible calavera mariposa
el tiempo entre la niebla seducido.
Somos nosotros mismos
el ritmo pereciente
y nuestro gesto
la invisible caracola de la muerte
primavera pura aniquilada
en incesantes mundos destruidos.
Nada más. Tan sólo eso.
Un levantar baldío de los brazos
para recoger el mar que se nos huye
pletórico de ahogados y de olvidos.
Un lamento también
y un querer crear agujeros
en el agua mansa de los recién nacidos.
Mientras os alejáis
cantando juventudes
yo permanezco aquí mudo y atónito
como un muerto inmortal
soñando vida inmensa
y una antigua e inconcebible libertad.
No volveremos más.
Es cierto amigos.
Atardece.
La estatua el árbol la hormiga
y esta pena mía tan hermosa
se confunden en la mente ignorada de las manos.
35 segundos han pasado en mi reloj de Pulsera.
PUESTO QUE EL JOVEN AZUL DE LA MONTAÑA HA MUERTO
Puesto que el joven azul
de la montaña ha muerto
es preciso partir.
Antes de ser golosamente asesinados
en los crepúsculos de la gran ciudad.
Antes de que las muchedumbres tristes de los metros
invadan el templo del Sol
definitivamente seducidas
por las noches de los trenes
es preciso marchar.
Desnudos y ásperos. Inigualables.
Y al partir preguntar por nosotros
indagar por nosotros
auscultar por nosotros
por nosotros mismos recordar
si tal vez se existió
y que una dulce soledad
nos responda en grave despedida.
AGONÍA DEL EXISTENTE JULIÁN MARTÍNEZ
Julián Martínez.
Existente de tercera.
En la hora indecisa
en que los mares inician su retirada
hacia los puentes de las ciudades
se moría por vez primera y quizás definitiva.
Las espesas aguas de los fetos
cubrían las habitaciones
donde soñó su primer amor de tortuga
dejando navegar sobre los viejos dorsos del semen
un hombre
el otro Julián Martínez
a la deriva de su sombra.
Su nombre convirtióse en legaña
y la madre en un monolito bajo el sol
cuando este ser pálido
oculto ya en sus crímenes de sopa
en un pozo de noches abrigado
se asomaba hacia abajo
surcando las edades de la piel
con su ojo podrido
en busca del viejo astral
que con su varta mágica hacia crecer en su vientre
asesinados helechos de sangre.
Se han alejado hundidas cabezas
de mujeres y d caballos amados.
Los días son ya eco.
No existe su interior
sino un vacío que retumba
entre esquemas de hierba.
¡Dioses solares
sagrados mitos de la Vida!...
¿Qué vais a hacer de este signo
de este existente Julián Martínez
que se funde en la humareda inerte
sin limitaciones ya
a hundidas simas retornando
desafiando llantos sin respuesta
penetrando hasta los tuétanos de la nada?
¿Con qué mugidos deshechos de toro
vais a cubrir este vuestro fracaso
de soledad impura...?
Ya es un árbol. Ya es apenas un árbol
donde le nacen pájaros asombrados
comiéndose a sí mismos
el tiempo de sus ojos.
Se apagan en su garganta
los rumores más viejos de las razas
y ya despoblado purísimo
sin dolor ni goce
casi como un suave dios recién nacido
va preguntando a sus infancias
dónde encontrar su apellido perdido.
Pero los secretarios del Infierno
son impasibles con las piedras
y las dulces claridades del océano
se van sumiendo en cánticos sollozo
por todo lo que se va...
y él pregunta por las oficinas
donde Dios expende los partos oficiales
pero ya los mares han alcanzado
en su retirada
las primeras estrellas
y
el Universo es una flor o un punto
algo álgido o triste que va a estallar
en perdido equilibrio de pompa de jabón.
...Abandonado...abandonado...abandonado...
Millones de peatones pisan sus labios
ignorantes de la ciudad que surge
de alimentadas flores
en las cuencas vacías de los lagos ratones.
...Y al fondo se cierran las grandes puertas
donde el viejo astral
sonríe con amor indiferente.
Os lo anuncio con sentimiento:
Julián Martínez,
existente de tercera,
acaba de fallecer.
AMOR DE HOMBRE
Como un don planetario
recién nacido celeste
a mí
al rebelde varón de mirada perpleja
has llegado por las venas secretas
de tus pupilas debutantes
en edades remotas haciéndote
dulce relámpago de sangre
en los resecos destierros de mi pecho
roto bajo la apagada lluvia de los monos
que dejan sobrecitos con niños de pecho
en las puertas de aquellas casas
en que alguien va a morir por Nochebuena.
Ya tan sólo es un querido momento
desmayado de éxtasis de paloma y león
que se encontraran tras un viaje perdido
por las zonas glaciales de los túneles
donde el mundo rueda tras de sí mismo
mordiéndose impasible su nada.
Huirán verticales cosechas de zapatos
buscando las estrellas que se contienen
en las miradas de los buzos perdidos
de mis días y mis noches agonizantes
por tu labio desnudo dulcísimo.
Escucharé derrumbado por las esquinas
el gemido de mis muertos más viejos
esforzándose por ponerse de pie
para verte mejor
y a mis aún no nacidos
encaramarse por las farolas
que todavía no existen
para cantarte el regazo primario
con que las tiernas montañas
iniciaron su idilio
con los poderosos dioses-canguros.
No sirven ya las jóvenes palabras masculinas
pues el temblor es sísmico de larva solar
y la mudez cala en el centro de mis lagunas
donde tú
oculta mensajera temblorosa
de la dulce carne que morirá
emerges ritmo tímido
de rosas madrugadas
pálida estremecida
bajo mi asombro de sólo océano viril
terriblemente sediento
de tu pan.
Reconociéndote
con aquel aire púrpura
que cuando yo era niño
rodeaba de sábados azules
las altas torres de nuestra ciudad...
...y el vasto mundo
se hace sentido puro.
MENSAJE DE AMOR QUE VALDEMAR GRIS
HA MANDADO PARA FINALIZAR SUMIDO 25
De mi propia tristeza de ser hombre
arrancado en pedazos de sangre amarga
con juventud inútil
y amasado por la ausente sed
de desorbitadas muchedumbres
que en vano buscan la razón
de los búfalos agonizando
bajo los crepúsculos de uranio
de las grandes avenidas.
Yo,
Valdemar Gris
habitante de este mundo,
niño antiguo de veinticinco ríos secos de edad,
os traigo mi humilde mensaje de primavera
y os digo con alegría de estrellas en mis ojos:
Todos los jóvenes del mundo somos hermanos.
Somos hijos todos del sol y del misterio.
Una misma mujer humana
cantó sus dulces canciones nocturnas
creyendo ver al borde de nuestros tiernos vientres
un signo, por encima de alfabetos y razas,
que inundaría las tierras
de aquella claridad presentida
por poderosos genios conmovidos
y que aspiraba ser realizada
por encima de todo tumulto.
Por que yo os digo,
de hombre a hombre,
casi sollozando,
con angustia mágica de inalámbrico.
Es ya hora,
hermanos míos en la hora y en la muerte,
es ya hora, os digo
que sobre las estériles disputas
triviales de los ancianos
se alce el martirio puro
de los costados desnudos
de los jóvenes soñadores del mundo.
Yo os digo
que estéis despiertos, amigos míos,
mis hermanos juvenilles de destino,
soñando sí, pero despiertos,
pues podemos ver caer
la ceniza de corazones podridos
lloviendo sobre las grandes ciudades
destruidas, huérfanas de un entero designio.
Hemos de estar alerta,
pues en un descuido
las ballenas crecerán sobre las torres destruidas
y el hombre, devorándose
en sus clanes miserables,
terminará comiéndose
las patas como un lobo suicida.
Olvidemos pues, amigos míos,
hermanos míos del mundo; olvidemos
las vanas disputas de los viejos.
Que se llenen los libros con razones inútiles de muertos,
que nosotros sólo queremos ver triunfar
la gloria y la nada de la vida
por todos los puntos del viento planetario!
Queremos que nuestro destino de hombres
tenga un camino con soles y riberas,
y maravillosas ciudades de cristal,
y muchachas morenas
cantando por las playas,
y desesperados pensadores
intentando enhebrar raíces con estrellas,
e ingenieros poetas que canten
las melancolías atroces del cemento
que devora el corazón de las rosas,
y serenos atletas
con armonías de agua,
y ardientes corazones de santos
descubriendo senderos
en su pasión total.
Pero hemos de estar unidos,
amigos míos, hermanos míos del mundo,
y a de ser nuestro lazo abrasado
un humano destino secreto
se consciencia amorosa de la Tierra.
Sí.
Tan sólo con amor varonil
puro en sí mismo,
tan sólo con amor,
sin objeto,
enamorados del amor,
amantes del basto mundo
sin presencia en su misterio
que nos reclama inexorable, palpitante
en cada pulso de cada joven soñador.
Y hemos de estar allí
todos,
hemos de estar allí
reclamando cada uno y para todos
una activa participación
en la heterogénea sinfonía de este mundo nuestro tan hermoso.
Os lo digo yo,
Valdemar Gris,
sediento caminante de luz,
exhausto de túneles adolescentes
por donde las espigas estrangulan su raíz hacia arriba:
Todos los jóvenes del mundo
somos hermanos de destino,
y os lo digo
con voz quebrada
de antiguos llantos sin consuelo,
con alegría renovada
de futuras estrellas en mis ojos.
Última edición por Pedro Casas Serra el Vie 14 Abr 2023, 04:08, editado 1 vez
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