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    Carmen Boullosa (1954-

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    Carmen Boullosa (1954- Empty Carmen Boullosa (1954-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 02 Sep 2022, 04:23

    .


    Carmen Boullosa (1954- ) (Ciudad de México, 4 de septiembre de 1954), conocida como Carmen Boullosa, es una poeta, dramaturga, novelista y ensayista mexicana.

    Biografía

    Carmen Boullosa es escritora, ensayista, poeta y dramaturga. En los setenta publicó sus primeros poemas, y desde entonces ha incursionado en otros géneros literarios y ha elaborado libros de artista. Ha publicado dieciocho novelas (entre las más recientes El libro de Ana, Texas, La gran ladronería, Las paredes hablan -adaptada como película, dirigida por Antonio Zavala, con Kuno Becker y María Aura, Héctor Bonilla, Edith González, Mario Zaragoza-, nueve recopilaciones de poesía (La patria insomne), tres libros de ensayos (en coautoría con Mike Wallace, A Narco History, How the United States and Mexico Jointly Created the Mexican Drug-War), varia invención (Papeles irresponsables) y tres volúmenes de obras de teatro. Se han escenificado siete de sus obras de teatro. Su obra se ha publicado en América Latina y en España, y se ha traducido a doce lenguas.

    Recibió el Premio Xavier Villaurrutia, en México; el Liberaturpreis y el Anna Seghers, en Alemania; el Premio de Novela Café Gijón y el Casa de América de Poesía Americana; el Premio Rosalía de Castro, otorgado por el Centro PEN Gallego, y el Typographical Award on Translation. Fue finalista para el Drunken Boat de poesía y del PEN Translation Award 2014, y nominada al Premio Mundial Femenino de Literatura, organizado por la revista Three Percent, como (única) representante de México.

    Forma parte de la generación sin nombre que se agrupó alrededor del Taller Martín Pescador, a la que pertenecieron Roberto Bolaño, Verónica Volkow y otros.

    Estudió letras hispánicas en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México (1972-1973) y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) (1974-1976).

    Fue becaria Salvador Novo (1974), del Centro Mexicano de Escritores (1980), del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) Fondo Nacional para Actividades Sociales (Fonapas) (1981), de la Fundación Guggenheim (1990),3​ de la DAAD (1995)4​ y del Cullman Center (2001).​ Fue redactora del Diccionario del español de México de El Colegio de México (1977-1979), fundadora en 1983 del Taller Editorial Tres Sirenas (1980); tomó las riendas, con Alejandro Aura, del teatro-bar El Cuervo, en 1981, y fundó, con él, El Hijo del Cuervo, en 1986.

    Ha participado en festivales y coloquios y ha figurado en recintos culturales a lo largo y ancho de los continentes americano y europeo. Dictó conferencias en las universidades Oxford, Cambridge, Heidelberg, Graz, Freie de Berlín, Irvine, Brown, Georgetown, Berkeley, Florencia, Toscara de Venecia, UCLA, London School, Yale, Princeton, Warwick, Playa Ancha, Northern Míchigan University, Boudoin College, New School de Nueva York, Minnesota Twin Cities, Columbia, Connecticut, NYU, Diego Portales, Loyola, Oregón en Eugene, Maryland, Santa Fe, Riverside, Texas en Austin, Texas en Brownsville, T&M y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre otras, y en instituciones como Casa de América, New York Public Library, National Library en Londres, Literatur Haus en Frankfurt y Berlín, Americas Society de Nueva York, así como en media docena de ocasiones en la Biblioteca del Congreso de Washington D.C., y en varias sedes del Centro Cervantes (Nueva York y Frankfurt, entre otras). En la Ciudad de México, ha dado lecturas y conferencias en librerías y sedes como el Museo Tamayo, o el simposio sobre SIDA “A Writers Perspective” o la Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey. Entre las ferias del libro a las que han asistido están las de Buenos Aires, La Paz Bolivia, Los Ángeles (LEAla), Texas en el Capitolio de Austin Texas, Santo Domingo, Puerto Rico, Bogotá y Quito, por mencionar algunas. En cuanto a festivales, ha participado en los de poesía de Róterdam, Génova, Venecia, Granada (Nicaragua), en el Hay Festival de Cartagena y de Xalapa, el LitQuake de San Francisco y en los del PEN Club Internacional en Berlín, Nueva York y Barcelona, entre muchos otros.

    Ha sido profesora distinguida visitante en las universidades Blaise Pascal de Clermont Ferrand (2014), Columbia University (2003-2004), Georgetown University (1998) y San Diego State University (1990). En la New York University (NYU) ocupó la Cátedra Andrés Bello (2002-2003), y en La Sorbonne, la Cátedra Alfonso Reyes (2001). Formó parte del cuerpo académico de City College, CUNY (2004-2011), dictando cursos sobre literatura latinoamericana, el Quijote, en español y en inglés, y escritura creativa, en español e inglés.

    Fue su iniciativa y su proyecto abrir la casa para escritores perseguidos de la Ciudad de México, la Casa Citlaltépetl, de la que fue cofundadora, al lado de Salman Rushdie, gracias al apoyo de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y de Alejandro Aura.

    Tramó, promovió y organizó, con el historiador Mike Wallace, la exposición Nueva York 1613-1945, que acogió la New York Historical Society en el Museo del Barrio, para poner en el horizonte colectivo la relación histórica de la ciudad de Nueva York con América Latina y España. La exposición fue muy concurrida y ampliamente reseñada por los medios. Participó en esta como “Chief Advisor”.

    Preside regularmente el programa de televisión Nueva York en CUNY-TV, por el que ha recibido cinco NY-EMMYS.

    Ha recibido dos honores de Nueva York: la Proclama del Senado del Estado de Nueva York (2014) y la Proclama del New York City Council (2014).

    Más de noventa tesis académicas de posgrado estudian su obra, así como una docena de libros en varias lenguas. Varios simposios y coloquios se han dedicado enteramente a su obra.

    En los ochenta y noventa presidió, con Alejandro Aura, el centro cultural (autofinanciado con la venta de comida y vinos) El Cuervo, donde se dieron cita teatro, literatura, música y artes plásticas marginales pero imprescindibles para la historia del arte mexicano de los ochenta. A su cierre, El Hijo del Cuervo continuó, en sus primeros años, con el mismo proyecto cultural. A partir del 2000, cuando la vocación cultural del lugar se diluyó, Carmen Boullosa cortó nexos con él.

    Ha exhibido sus libros de artista en el Museo de Arte Moderno de México y en el Museo Carrillo Gil, entre otros lugares. La New York Public Library alberga una colección de estos. Expuso en el Museo Carrillo Gil la serie de borradores manuscritos sobre lienzos-borradores del pintor fotorrealista neoyorkino Robert Neffson, en julio del 2014. La exposición viajó al MUPO en Oaxaca (2015). En la biblioteca del Macaulay Honors College, en 2019, con Magali Lara expuso "Artists Books and Other Collaborations", libros de artistas y otras colaboraciones en los años ochenta.

    Forma parte del consejo de las revistas Review, Words Without Borders, Bomb (Nueva York) y Letras Libres (México), entre otras.

    Con Enrique Vila-Matas y un reducido grupo de escritores, es rectora de la Universidad Desconocida, proyecto de Javier Molea en la librería McNally Jackson de SoHo

    Obra

    A fines de los setenta y principios de los ochenta, Carmen Boullosa publicó poemas (La memoria vacía, 1978, El hilo olvida, 1978), colaboró con artistas, especialmente con Magali Lara, escribió teatro y su primera novela, y, con Alejandro Aura en El Cuervo, reunió a escritores, teatreros, músicos, intérpretes y artistas.

    En la primera fase de su obra narrativa (que publicó a principios de los noventa), abordó el tema de la infancia. Según algunos críticos, destacan los rasgos autobiográficos, sobre todo la muerte temprana de la madre, que es elaborada bajo un fuerte signo de enajenación, incluso lingüística, del texto. Más tarde, descubre su inclinación por los temas históricos de la conquista de América y la Colonia en México, dedicando una novela entera, Llanto, a Moctezuma II, resucitado en su ficción en el México ultramoderno del siglo XX. Con Son vacas, somos puercos y su novela "Gemela", El médico de los piratas, la autora hace el atrevido e insólito intento de sumergirse en un mundo exclusivamente masculino, el de los filibusteros en el mar Caribe. Sus últimos textos van abandonando esta predilección por las escenas violentas y sanguinarias, mostrándose más amenos y en ocasiones hasta fantásticos, con un dejo de cuento de hadas. También se puede observar una mayor inclinación a temas internacionales, tales como Miguel de Cervantes, Cleopatra, su novela sobre Sofonisba Anguissola, La virgen y el violín,​ con el manuscrito de Karenina, El libro de Ana,​ y otra versión del Génesis en El libro de Eva.

    A partir del 2001, ha participado en proyectos diversos (lecturas, docencia, exposiciones) en Nueva York, relativos a las culturas de Hispanoamérica e ibéricas. Café Nueva York (con José Manuel Prieto, Eduardo Lago, Sylvia Molloy, Eduardo Mitre, Naief Yehya) para traer al presente la memoria de los escritores que han escrito en español en Nueva York, desde los románticos cubanos José Martí, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, José Juan Tablada, Gabriela Mistral y muchos más. En la exposición Nueva York, que produjo la New York Historical Society, con Mike Wallace como historiador y guía, se exploró la relación de esta ciudad con el universo hispanohablante, desde la fundación de Nueva York hasta los años cuarenta del siglo pasado. De ella se publicó un libro con el mismo título, Nueva York, que contiene los ensayos de los expertos que la conformaron.

    Ha publicado también dos libros que observan y estudian algunos aspectos de la relación Estados Unidos-México: Texas, la gran ladronería y Cuando México se (re)apropia de Texas, más un tercero escrito a cuatro manos con Mike Wallace: Narcohistory: How Mexico and the USA jointly created the "Mexican" Drug War.

    Sus más recientes publicaciones son el prefacio para la traducción, a cargo de Suzanne Hill Levine y Katie Lateef Jan, del primer libro de cuentos de Silvina Ocampo, Forgotten Journey, en City Lights, y el libro de poemas La aguja en el pajar, por el Premio Casa de América de Poesía Americana, en editorial Visor.

    ( Sacado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Carmen_Boullosa )


    *


    Algunos poemas de Carmen Boullosa, de su obra La aguja en el pajar, Visor, 2019:


    ELEGÍA CUAL DE LA INSOMNE

    ...una horda de salvajes pájaros me roba el sueño a las
    4:45 a.m. A su hermoso y variado plumaje dedico:


    Los cobardes cual ladrones
    se agazapan en las frondas.

    Los árboles les procuran escondites.

    Aberrantes creaturas,
    murmullando horrendos graznidos
    cual si croasen o berreasen
    (aunque sepan bellos trinos),
    de plumajes azulados,
    colorados o d'oro y plata.

    Pajaretes,
    si bien perfectos,
    se desgañitan
    escondidos
    cual si les hiciese falta.

    El ojo aún no advierte ni pío.
    Es noche cerrada.
    Bellos son, y ellos creen que bello cantan.
    Despiertan hasta al más dormido.
    El placer de su trino
    cual del potro el tormento.

    ¡Ay, cantarín destrozo
    que de enfado me sometes
    cual esclava a la palabra cual?
    Distanciada del oído,
    discorde a mi vez,
    en mi ceguera, asiento:

    ................"¡Ah, oscuridad!, cotidiana desconciertas
    ................y, aún lo más bello,
    ................amaneces la extrañeza
    ................de la más fea maldad".

    (Sana, sana
    colita de rana.
    Si no sanas hoy,
    sanarás mañana.)



    ENFERMO

    Por doquier
    esporas,
    baño de nieve tibia de la primavera.

    Esporas, son
    del árbol
    las crocantes
    de mi sombra,
    y son mi goce.
    Su caer:
    ...............del enfermo
    ...............el asma:
    ...............de él, la vida humana.



    EL PIEDRO

    Crecen sobre ríspidos piedros,
    entre iguanas, lagartos y las visitas anuales de los flamingos.

    Conocieron día y noche el látigo de la sal
    y, en lugar del maternal abrazo de la tierra pródiga,
    la resistencia dura y compacta del caliche, la cola del huracán,
    el areno irritante de Tierro.

    Sus semillas, trucados guantes de boxeador,
    sus raíces, filosos, burdos machetes,
    sus brotes, pólvora.

    Alguna exuda oscuros fluidos ardientes de su corteza,
    herida previo nacer,
    vengativa causándose a sí misma llagas con su propio savia;
    siempre estarán abiertas sus heridas, supuran irritándose a sí mismas,
    como el chechem.

    Después viene la flor,
    la hija de sus luchas,
    así la orquídea, la bromelia arraigada en las ramas que nunca son tan altas,
    la blanca de la pitaya,
    y la pasiflora —el ansia de paz, de frutas aromáticas y coloridas—,
    la lengua de gallo, la cuna del nopal, el cayumito, la vaina colorada del casinéo.

    Las papas que les nacen son venenosas (las llaman “para el diablo”),
    la flor de aricote, la del algodón silvestre y el tulipán del monte
    atraen a los más hermosos pájaros cantores.

    Las hojas de los vegetales nacidos en tan rudas condiciones
    se sonrojan, empalidecen, ríen, bailan, sudan, suenan, gustan de las
    ........visitas de insectos, aves, reptiles; todos son sus aliados,
    el tierro látigo les parece un caramelo, de dura dulzura, no de sal.

    Mi caso es distinto.
    Nací y crecí bajo el ala pródiga de la bienaventuranza y el amor.
    La muerte, una tormenta súbita,
    me arrinconó, me arrebató de mi destino, como a casi todos mis hermanos.

    Apareció sin anuncio, la muerte,
    ponzoñosa como aquella savia negra que lagrimea el tronco del chechem.
    Llegó para quedarse
    —se llevó a mamá, a mi hermana, a dos amigos, a tres—,
    arrastrándome su perpetua fuga,
    arrastrándome para intentar fugarme de ella.

    Mis flores no son las de los pétalos duros nacidos contra la fuerza de la sal,
    ni tan blandos que soporten el ardor sin inmutarse.
    Son flores hechas para el cielo benigno.

    La condición salina del mundo al que me llevó cacofónico el cambio de destino,
    es siempre nueva para mí, inesperada.

    Dunas móviles de sal, mareas de lava que de pronto brotan en el lago azufrado,
    ........tierra que pierde sin anuncio la firmeza,
    abriéndose en vacíos que conectan
    ................grutas de atmósferas malsanas,
    ................trechos de aguas navegables que ganan la confianza del marino
    ................para abofetearlo
    ................en la empecinada corriente que lo llevará al remolino,
    pero más que todo, sal, golpe de látigo.
    La tapa dura que sella para siempre al cuerpo amado en su ataúd.

    El ser que lo sobrevive flota
    para que sus raíces no sientan la hostil materia impenetrable,
    fabricada para que no la perfore el insecto o la bacteria,
    o no se la coma la pudrición,
    ese barniz tan nuevo que le ponen a la caja del muerto dura las mismas
    ........décadas cortas que la propiedad del panteón en turno.

    Eso es lo que soy. Náufraga arribada a tierra salina. Lo mío es echar
    ........raíces, dar flor y fruto, acoger al pájaro, dar refugio al
    ........mapache y al tigrillo. Pero está la sal, la longeva
    ........tempestad de la sal.

    El zanate negro camina sobre mis aguas; grazna, picotea para eliminar
    ........cualquier forma de vida, sumerge el largo pico, mientras
    ........que yo, aún sabiéndolo ahí,
    confiada, acuno como a un niño mi tesoro otra vez,
    antes de que el zarpazo de sal del Tierro barra,
    más eficaz que el pico del negro pájaro,
    vaciándome para que el caliche despierte otra vez su única Ley.



    DE FLAMINGOS

    También los flamingos
    se tiñen del color del sueño,
    al modo más estricto, literal.

    Duermen donde nadie puede atacarlos,
    ajenos a asperezas de los hipócritas cristales,
    porque no hay sangre que resista a la sal,
    ni la tibia del cocodrilo,
    ni la ardiente de la garza,
    ni la fría y larga sangre de la boa constrictor.

    Los flamingos se entregan al sueño
    clavados por sus pies lacustres
    en las aguadas cubiertas de gruesa costra
    de cristales brillantes.
    Al depertar, vuelan hacia las aguas tintas de mangle,
    pintos como el durazno de los cuentos de hadas,
    más aún el macho que elige a la hembra
    y la posee al caer el sol, entre la sal quemante.

    Son del color del asiento de su sueño,
    el sitio donde nada,
    sino ellos, puede generarse.

    Cuando la parvada de flamingos despega
    hacia aguas que permiten la vida,
    un puño de hombres hambrientos
    junta montes de sal
    con palas de boca ancha,
    llenan sacos de flor de sal
    que en tiendas de productos gourmet
    se venden carísimos.

    De piel desollada, de fosas heridas por la pisca,
    llagados a cuatro dolares el día,
    quemados en el infierno de la sal,
    al que arriban huyendo de otro mayor.

    El flamingo, mientras tanto,
    casi tan rosa como la famosa pantera,
    sumergirá su largo cuello,
    comerá del fango,
    dulce, suave, sin sal.

    Yo dormiré en blancas sábanas.
    Mi piel pasará horas frente a la hoja de papel,
    buscando la sombra de la tinta,
    el brillo inerte y mudo de la computadora.

    ¿De qué color mi piel contrita,
    sin mangle, sin sal, sin la turbulenta marea cambiante
    que devora las aguas laguneras
    donde el flamingo come hora tras hora?
    Será blanca como la tira que babea la tirria de impresora.

    Añoraré la cruz del cocodrilo, el amargo goteo del mangle,
    y no tendré quien vea en mi piel
    ningún milagro,
    aunque yo sea más fiel al atardecer durazno
    que, al evitarme, me engulle.



    COMER COMO EL PERRO

    Sin contención, un apetito sin límite, sin manos, sin cuchillo,
    comer lo que le pongan en el plato.
    El perro doméstico es el precursor de la comida rápida,
    el obeso por instinto.
    Jamás comer como un perro, digo yo.



    MI VIDA CON EL VOLCÁN

    Como yo, ell volcán despierta de noche.
    De día, él y yo intentamos descansar,
    ............................................................sin mucha suerte.
    Por eso andamos turulatos.

    Cuando ya se juraría que no servimos para cualquier cosa,
    escupimos nuestra bocanada nocturna
    sobre la irritante luz feroz del pleno día.

    Esta que aquí se ve entre letras
    es la mía.



    MANGO DE MANILA

    Indefinible,
    de tres continentes
    la fruta diplomática.

    Mango, mango:
    te deshaces en mi boca.
    Tu palabra es el placer,
    como tu carne perfecta,
    tu sabor azul.
    Conjugas cielo e infierno en tu pureza.
    ¡Qué diplomacia divina, la tuya!

    Mango, mango, suenas a amor,
    a tambor,
    a rezo y a pan.

    Jamás habrán suficientes loas para hacerte justicia,
    mango mango.

    Eres perfecto, superior, autónomo,
    mucho más que el pueblo o el tirano,
    o que el arbitrario rigor del llamado gobierno conjunto.
    Eres el dios sin iglesia ni ministros,
    sin prohibición ni pecado.
    Eres la dicha.
    Eres el perfume y el pensamiento.
    No me den más.
    Mango perfecto, el de manila,
    tan distante a tu sonido (¡mango, mango!),
    tan lejano a tu nombre (¡mango, mango!),
    suenas a cascada de cazuelas de barro,
    a baile sin reglas ni vertidos,
    a lengua original del lugar más hermoso,
    tan nuestro.
    Mi patria eres tú, mango mango mango de Manila.



    UNA SOMBRA

    Se extiende a mis pies
    tan oscura como cualquier sombra.

    No parecer ser sensible al sol o a las nubes
    que lleva y trae el viento, aunque no hoy
    porque un cielo claro fecunda el día.

    Es una sombra dura como una cosa.
    Rígida, áspera, y lisa
    como un papel opaco.

    No la toco, temo su silencio.
    Su forma me es conocida.
    Todos los días la veo
    caer de esa columna estúpida
    ............que ha mucho ya no sostiene nada,
    siempre con sombras volátiles, fútiles.
    No la de hoy.

    Caerá la noche
    y quedará ahí
    aunque yo ya no la vea.

    Sombra sin luz de su otro lado,
    auténtica e imposible,
    sin razón de ser, y sin dios,
    como los hombres.

    Es nuestra huella.

    Por lo demás, polvo somos
    y parte de la tolvanera
    del lago que desecaron nuestros abuelos.



    ODA A LA TOS

    Interrumpes
    y liberas,
    y eres prisión
    sonora.
    Ladras.
    No dices nada
    y dices la medida del malestar y el dolor.

    Eres la tonada de los bronquios,
    cuando consiguen hablarle al mundo.
    La risa desfigurada.
    La contorsión.
    Bastión del diablo.
    Espada del ángel guardián del Paraíso.



    EL ÁGUILA Y LA BOLSA

    A la distancia, creí ver un águila
    abrir y cerrar sus alas.

    Al acercarme lo supe:
    ello no era ella,
    ............una bolsa negra de plástico
    ............se zangoloteaba retozona,
    ............aferrada a la copa de un pino pelón.

    Y lo no-águila decía, hinchando su plumaje:
    ................................."yo soy el anuncio
    .................................de quien enjaula a los niños
    .................................en lugar de dormirlos en cunas,
    ..............................................y mi plumaje es de ésos”.


    CARMEN BOULLOSA, La aguja en el pajar, Visor, 2019

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    Carmen Boullosa (1954- Empty Re: Carmen Boullosa (1954-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 02 Sep 2022, 10:03

    .


    Otros po0emas de Carmen Boullosa:


    ABIERTA

    I- Filo de luz...

    Filo de la luz
    fruta abierta que a la noche
    vuelves fuego
    y que a la llama cambias en fresco sentido:
    llego a buscar tu aliento:
    más sedienta:
    pozo de amor que me asombras,
    cántaro de día.

    *

    II- Metal intacto...

    Metal intacto en la noche sin sombras de la piedra,
    tinta oscura vaciada en tierra,
    sereno barro virgen...
    Cosa tras cosa fuera del yerro,
    todo elemento intacto,
    antes del sí, del no, de toda forma,
    como un molde vacío
    o como un río de plata del que nadie puede abrevar
    y que no tiene donde escanciarse.

    *

    III- En ti el aire se hace noble...

    En ti el aire se hace noble,
    costa de arena fina la piel,
    la carne el mar extenso
    y el amor más dulce, la más armónica marea.

    *

    IV- Agua profunda...

    Agua profunda,
    corriente que, sin ver jamás el monte,
    sin conocer la selva,
    diriges a tierra el mar,
    el ciego.
    agua en que mil formas me encuentras
    siempre más libre que la luz del sol.

    *

    V- Lago de dos superficies...

    Lago de dos superficies,
    mar suspenso:
    todo en la palma de tu mano,
    como grano de luz,
    con una placidez incomprensible:
    no hay tiempo, no hay premura alguna,
    eres cuanto espacio es posible:
    no hay distancia.

    *

    VI- Noches de velos ariscos, tus ojos...

    Noches de velos ariscos, tus ojos:
    mi carne, toda un lento eyacularse,
    frente a ellos se muere,
    se cierra más allá del tacto,
    se niega toda puerta,
    y como un misterio te encuentra,
    dentro de sí,
    oración milagrosa,
    vedada alteración sin nombre
    que me obliga a entregarme.

    *

    VII- Tu cuerpo pulsado por sí mismo...

    Tu cuerpo pulsado por sí mismo
    es en mis oídos viento claro y fresco,
    sonido limpio del cobre y del aliento:
    eres tus labios rezumantes de lima,
    eres tus ojos recubiertos de bruma,
    eres tu mano fina ciñéndose sierva:
    porque en ti anida el mar, eres su guía,
    y de ti la más torpe raíz bebe su espina:
    porque tú eres el viento
    y eres también la roca virgen
    que muchos metros ocultan.

    *

    VIII- Luz de luz te dice tu tronco extenso...

    Luz de luz te dice tu tronco extenso  
    y tu perfume, tu olor a cándida hierba, a lilas,
    a tu boca fresca,
    te llama esquivamente por tu nombre.

    *

    IX- Claro pétalo que a la flor te asomas...

    Claro pétalo que a la flor te asomas,  
    costa que hacia la densa selva miras,
    filo de acero que sobre el acero pesas,
    fiel raíz que al tallo imitas, a la flor,
    a los aromas,
    sobre ti te vuelves.
    Eso, pero también el pétalo terso, gozo de color
    y de perfumes,
    la costa abierta como ninguna boca,
    el acero afilado y tenso,
    la raíz sólida, llena de poder y de lumbre,
    dadivosa:
    así eres tú, amor,
    así tú y yo, dos entregas amantes y amorosas.

    *

    X- Un guaje es tu boca fresca...

    Un guaje es tu boca fresca,
    odre de almíbar,
    trozo de amor fresco que a tu contagio
    vuelve carne y amor
    a la muerte y al engaño.

    *

    XI- No eres la pluma...

    No eres la pluma
    que al aire se inclina,
    ni el cuello tibio del ganso,
    ni la piel del tímido durazno:
    eres el injerto de toda esa ternura
    en la fuerza del monte,
    en el salto de un felino acorralado.

    *

    XII- Abrazo de la tierra...

    Abrazo de la tierra,
    certeza de lo que el monte dice,
    secreto hecho voz,
    es el silencio tu aliento cuneiforme,
    caligrafía de los dioses son tu olor
    y tu cuerpo de amor sedientos.

    *

    XIII- Durazno...

    Durazno
    miel de la uva,
    fibra del pérsimon:
    me ofreces un glosario de carnes
    en cada beso.

    *

    XIV- Horquilla del viento...

    Horquilla del viento:
    metálica te acercas al cedro,
    como rayo de luz,
    al tiempo que dejas dócil en la flor
    el beso de tu pasión fecunda.

    *

    XV- Cimarrona fruta del campo y del día...

    Cimarrona fruta del campo y del día,  
    tu deseo es el aspa indomable
    que un día cualquiera talló en ese sitio
    lo que llevo yo por cuerpo.  



    AGUA OSCURA

    Es hablar de la llanura que se quiebra en la noche,
    interminablemente oscura,
    que se desborda al horizonte, silenciosa y sin límite

    El círculo roto, el murmullo que desatendido se multiplica,
    se convierte en un ejército con mil frentes,
    sonido inacabable, incomprensión inacabable

    (es tu olor la firmeza única,
    la única sobrevivencia del sabor del día)

    Tengo abiertas las manos para tocar la caída de agua oscura
    que en múltiples texturas se desenmaraña.
    He abierto conscientemente las manos: nada me detiene, nada detengo.
    En esta limpia fluidez tumultuosa perdí el modo de jugar la ronda:
    En este movimiento he dejado el último resquicio virgen al movimiento,
    el último e infinito resguardo.

    Ya nada me distingue del mundo.

    -Sí, tú eres la firmeza única, el momento cierto que me espera
    a un lado de la noche para abordarme, pero eres el único eco capaz
    de nombrar lo que ejerce la oscuridad sobre la llanura.

    Ya nada me distingue del mundo porque nada detengo.
    Pero (sopla lento el viento) cada partícula de polvo, cada gota de agua
    que viene en el viento, un instante antes de entrar en mí se detiene.
    Nada me distingue del mundo, es cierto, pero nada me traspasa.
    Todo, justo un instante antes de perforarme, me señala, me sostiene, me demarca.



    BEBIDA

    Bebo la oscuridad del incrédulo
    del vaso de tu boca. Tomo por hueso
    el beso, que es desnudo y es del muerto
    el habla, y es del vivo adorno, es rulo,
    verdad, afeite, máscara y desnudo.
    Recibo del abrazo el rasgón. Sueño
    de tu ojo la afección por mí, luego
    el consuelo y el amor. Tiemblo. Dudo.
    Quiero beber, tomar, recibir. ¡Dame,
    golpea tu espada en mí, abre, hiéreme,
    riega lo que ningún líquido lave!
    Márcame, rásgame con el filo de tu sable.
    Quita matando que cobarde teme
    la temerosa de mi nombre. Te digo: ¡dame!



    CARTA AL LOBO

    Querido Lobo:
    Llego aquí después de cruzar el mar abierto del bosque,
    el mar vegetal que habitas,
    el abierto de ira en la oscuridad y la luz que lo cruza
    a hurtadillas,

    en su densa, inhabitable noche de aullidos que impera
    incluso de día o en el silencio

    mar de resmas de hojas
    que caen y caen y crecen y brotan, todo al mismo tiempo,
    de yerbas entrelazadas,
    de mareas de pájaros,
    de oleadas de animales ocultos.

    Llegué aquí cruzando el puente que une al mundo
    temeroso con tu casa,

    este lugar inhóspito,
    inhóspito porque esta la mar de habitado,
    habitado como el mar.

    En todo hay traición porque todo esta vivo...

    Por ejemplo, aquello, si desde aquí parece una sombra,
    ¿hacia donde caminará cuando despierte?
    Como fiera atacará cuando pase junto a él,
    cuando furioso conteste el sonido de mis pasos.

    Así todo lo que veo.
    En todo hay traición

    ...era el camino, lobo,
    la ruta que me llevaba a ti...

    Escucha mi delgada voz, tan cerca.
    Ya estoy aquí.

    Escoge de lo que traje lo que te plazca.
    Casi no puedes mirarlo,
    insignificante como es,
    perdido en la espesura que habitas.
    Estoy aquí para ofrecerte mi cuello,
    mi frágil cuello de virgen,
    un trozo pálido de carne con poco, muy poco que roerle,
    tenlo, tenlo.
    ¡Apresura tu ataque!
    ¿Te deleitarás con el banquete?
    (No puedo, no tengo hacia donde escapar
    y no se si al clavarme los dientes
    me mirarás a los ojos).

    Reconociéndome presa
    y convencida de que no hay mayor grandeza que la del
    cuello de virgen entregándose a ti,

    ni mayor bondad que aquella inscrita en tu
    doloroso,
    lento
    interminable
    y cruel
    amoroso ataque,

    cierro esta carta.
    Sinceramente tuya,

                                      Carmen.



    EL HILO OLVIDA

    El hilo olvida,
    pierde la memoria que le dicta la postura de sus hilazas y se descompone.
    No sabe cómo curvarse para tener la forma del carrete.

    El hilo se deshila y entra, indócil, como traspasando
                                                       el filo de un grueso cuchillo, en la sabana densa,
    en las guías de las hojas del guayabo, en el tallo tranquilo
    que se convierte en raíz sin subordinarse, silencioso
    y tenaz hasta alcanzar la caña, hasta ser la húmeda tierra.

    Pero no es de ti de quien debo hablar sino de la sorda persecución
    que he proseguido hoy de mi oído a mi otro oído.
    De oreja a oreja corro cuando llego más lejos.
    La sorda persecución de la cólera.

    Y tú duermes.
    Descansas simulando agitar con tu respiración el viento.
    De oreja a oreja corro;
    nada puede detener mi marcha; nada la olvida.
    Y no escucho la única palabra que podría detener este
    silencio desflorado.

    (Tú duermes.
    Acaricias el borde de mi cuerpo,
    simulando.)

    De oreja a oreja.
    Nada puede traspasar un silencio que de oreja a oreja
    corre protegido por el pabellón vegetal de su sordera.



    EUROPA: PUERTO SIN MAR

    En el puerto, un bosque de containers reemplaza a las gaviotas,
    y los perros husmeando en los basureros,
    a los osos, atados a una cuerda,
    bailando al tambor también esclavo.
    ¿Dónde están las prostitutas que los marinos buscan,
    las meretrices de espaldas desnudas, balanceando sus cabellos teñidos?
    ¿Y dónde los niños cegando sus ojos en el fragor de la calle, para
    esquivar la visión de las levantadas piernas, enflaquecidas, maternales,
    ganándose el pan con el remedo de gozo ajeno?
    Alguien grita en la noche.
    La música festiva, ¿dónde está?
    ¿La brisa que debiera soplar para perturbar la yerba y despeinarnos,
    y la sirena del barco, la red, el faro, las grúas, el remolcador?

    Un hombre que pasa
    detiene el camión que conduce y me pregunta:
    "¿eres la chica de Rotterdam?,
    ¿sabes a dónde ir?"
    Yo no entiendo su lengua y no puedo contestarle.
    No soy una chica,
    no he nacido en Rotterdam,
    no sé siquiera en qué puerto estoy,
    dónde he varado.
    La nave que me trajo se ha perdido.
    Este puerto no es casa de las mujeres,
    no es refugio para los marinos.
    Puerto franco, puerto habilitado, puerto profundo,
    parece que a duras penas llega a ti el mar.
    Vuelto gris, eres el lomo de la mula que carga.
    Un silencio voraz reemplaza al grito que en la noche sonara.
    Todo se va del puerto: las mercancías, los viajeros.
    La rutina es fugarse.
    Las jornadas son para vaciar el puerto,
    deshacer el tejido de containers en el hilo par del riel
    que se prolonga a la distancia.
    Las grúas socavan las montañas de brillantes desechos,
    arrojando el despedazadero metálico
    a las plataformas de los dóciles buques.
    Todo se va, los marineros, los expendios de cerveza,
    las salas de cine, las casas y el mar.
    Todo se va, a todo le es dado irse.
    Desteje, Penélope, desborda y desbórdate:
    éste es el territorio para decir adiós,
    separarse, despedirse: llegaste al despenelopeadero.

    ¿Cuál sería el momento en que perdí el camino?
    Este maldito puerto aspira a los fuera de ruta, los chupa, los atrae.
    Aquí vienen a dar los mercantes y los que no tienen pericia,
    los barcos ciegos y averiados, los cargueros veloces
    y los que están en riesgo de hundirse.
    Aquí traen lo que arrancan a las profundidades de la tierra
    para quemarlo aquí y aquí venderlo.
    Traen las maderas de las selvas tropicales,
    las pieles de leopardos y de tigres,
    barbas de ballenas, cuernos de búfalos, colmillos de elefantes.
    Traen loros por millares, loros mudos
    que aprenderán a repetir "buenos días" en mil lenguas.
    Traen plumas, olivas, mármoles, huesos,
    hileras de contalners cargados de osamentas.
    Aquí se reparte el producto del bestial saqueo,
    se merca al furioso cocodrilo y a la leche despedazada en polvo.
    ¿Quién vende córneas, riñones, hígados, vísceras de niños?
    También comercian órganos que traen desde Argentina.
    Aquí he caído yo, entre la refinería y el hurto y la empresa empacadora,
    en los ríos de monedas para los que ensucian y devastan montañas y valles, y
    vacían el vientre de la tierra.
    Todo es irse y ganar en este puerto maldito.
    No hay putas, no hay fiesta, alcohol o música.
    Algunos fuman marihuana
    pero nadie ve saltar corderos rosas en sus imaginaciones, ni hay formas
    sicodélicas, y a las niñas de doce años van a venderlas a otro lugar.

    Yo no compro y no vendo. Lo mío es llegar.
    Salí del desierto donde la luna brilla a diario,
    donde el camello rumia
    y el nopal echa la tuna, el higo de Barbarie.
    Cargo en la bolsa una pequeña piedra con inscripciones romanas
    que tomé de un templo en Cartago a modo de raiz,
    para soportar por ella el largo,
    interminable
    vacío
    del
    mar.
    Estoy lleno de la sed del desierto
    y en mi pecho el estetoscopio escucha el rumor de la arena.
    "Deje el cigarro ya",
    dice el medico de puerto.
    Pero yo no fumo.
    El galeno toma el silbido de arena por un ronquido de humo.

    Este lugar podrá significar mi muerte.
    ¿Dónde está la brisa marina
    o la fiesta que yo necesito para sobrevivir,
    la carne regalándose por pocas monedas,
    las chicas quitándose sus ropas
    mientras menean resignadas sus caderas?
    Respiro con dificultad.
    Vuelve a pasar el tipo idiota y, tomándome por lo que no soy, me vuelve a
    preguntar:
    "¿eres la chica de Rotterdam?,
    ¿sabes a dónde ir?"
    Toseré sangre si no encuentro dónde echarme un trago
    y un cuerpo completo para soñar con el árbol y el huracán.

    Porque aquí el árbol muere, el huracán se apacigua
    y al humo o a la arena del pecho los matan con dos píldoras.
    Aquí los trenes no traquetean
    para evitar en todo el recuerdo de la cópula.
    Aquí los canales desembocan en una estatua, monumento patrio,
    que lleva al pie inscrita una letanía
    ignorante de la falsedad de los héroes.
    Todo se va.
    ¿Cómo puedo yo abandonarlo, si olvidé el camino y perdí mi barcó
    ¿Deberé tomar la ruta del beso y coger la cuerda que saca al ahogado del
    pozo, para poder salir?
    Empiezo:
    tomo un muchacho de un país vecino, me vuelvo mujer, quiero engañarlo
    para que me saque de aquí siquiera dos pasos.
    El muchacho percibe mi treta y me regresa al pozo.
    Yo me quedo tiritando sin el atavío, casi toso sangre,
    me cubro.
    Debo beber del beso, asir la cuerda del ahorcado,
    amarrarla a mis puños, ignorar el poder de mis zapatos, y,
    sin dormirme ni un segundo, obedecer al orden del sueño.
    De aquí toda, sale muerto, embotellado, hecho plástico o gas,
    convertido en depósito bancario,
    carne empacada, abrigo de piel, zapatos de víbora,
    lo cartera del cruel lagarto de Indias,
    mesa tallada en madera preciosa.
    Y los salvajes diamantes quedan empotrados
    a los anillos de infames, sometidos compromisos.
    ¡Deberán olvidar la sombra, la pureza de la mina,
    el silencio perfecto, la oscuridad!

    Debo salir de aquí.
    El licor del beso está para mi negado,
    y en seco la cuerda del ahorcado es hoja del acero que mata.
    Anclado mi cuerpo en el fondo lodoso,
    ahógome donde el agua y el aceite se mezclan.
    Múerome lentamente.
    No,
    del todo:
    no he memorizado la cartilla del cadáver.

    Recuerdo:
    marinero pericia desierto sol
    mano - yo le di la mano -
    le
    boca yo.
    Ven - fue lo que dije -,
    porque no parecía ser trampa,
    parecía no ser veneno,
    si escogí un durazno, carne de melocotón fresco para el hambre de una noche,
    eso,
    inocente marinero pericia desierto sol risa llorarás.
    También era yo un ángel y nadie podía realmente tocarme.
    Tenía mi escudo y yelmo,
    el camello esperándome y la risa siempre.
    No tenía yo espalda que el traidor pudiera herir,
    si yo era un ángel.

    No olí el veneno, la raíz de la mandrágora.
    No vi que él era el amo y el perro de la noche,
    que yo sería el cuerno del toro herido por el hombre,
    el flujo mortal del semen.
    No vi que eras el Norte y el Sur,
    un meridiano en cuerpo vivo.
    No vi que no eras hombre.
    No oí que en ti sonaba el tambor libre.
    No recordé que fue tu continente quien conquistó al mío.
    A mi territorio no lo venció la guerra:
    fue aquello de África que España le traía
    lo que lo rindió en buena lid.
    Europa ha escrito nuestra historia mintiendo.

    Si me hubieras mirado bien,
    habrías sabido que tengo más sangre de los suyos que tú mismo.
    Mira, soy mediterránea. Antes de nacer en el Nuevo Continente
    vine del norte de África.
    Traje la danza y los toques de santo a las Antillas,
    donde, por un momento, fui india en la Encomienda,
    el blanco me fecundó un hijo,
    su niño sufrió los azotes del capataz y yo morí de tristeza.
    En otros tiempos fui una esposa italiana.
    El duque de Calabria me robó de Corfú, cegado por mi belleza.
    Tuve diez criadas sólo para mí,
    dos amas almidonando mis finos miriñaques y peinando mis trenzas.
    Mamá, la negra, protegida por la noche,
    al pie del balcón de mi palacio, me cantaba arrullos
    y consolaba mis penas.

    Soy más de tus tierras que tú mismo.
    Tú escondes pasados en otras latitudes:
    alguien rompe la tierra para entregar un trecho de ella al dominio del mar,
    es el ensanchador de arroyos,
    no teme llenar de lodo la pureza del agua,
    no cambiar las formas que pensaron los dioses para dar armonía,
    no comer con tierra el mar, ni abrir canales o tender puentes.
    Al tuyo no lo sobrecoge el rugido de la ola gigante ni el rayo que cae.
    Tienes al Cruzado en tus orígenes,
    al que dibujó a Jerusalem soñándola cristiana,
    al campesino guerrero, al hugonote perseguido,
    al despojador, al que abusó, al que engañó,
    y al que habitó en la aldea pequeña y fue probo
    y se ganó el pan con el sudor de la frente.
    Pero tal vez Aníbal engendró el primero de tu estirpe.

    Europa nos saqueó y nos pobló con hijos abandonados
    África vacio en nosotros sus tesoros,
    esperando otros de vuelta que no le dimos.
    A cambio matamos a sus hijos rebeldes,
    no dejamos en mi ciudad ninguno.
    En ti ese continente, harto, cobró también contra mí venganza,
    oyéndole a tu nombre lo que tiene de tambor, al repetirse.
    Lo oigo también yo.

    Naciste de los pies a la cabeza,
    como el árbol creciste.
    No fue la placenta quien te alimentó.
    Eres del manantial, todo del ojo de agua,
    Venus sobre la espuma del océano.
    En ti el agua se hizo carne.

    Hueles al mullido salón y al café bien hecho,
    al guiso y sus especias,
    al brote nuevo en el árbol,
    al nido abandonado del faisán, a las setas,
    a la cereza y al vestido recién limpio,
    tallado a dos manos sobre la piedra, con lavanda y menta.
    Hueles a lo que ha llegado nuevo,
    a lo que aparece cargando una anciana memoria,
    a lo raído, a lo que están a punto de tejer las Parcas.

    Eres dos y tu nombre lo repite,
    dos que no están peleados y te bastas.
    Mi nombre es casto, en cambio,
    necesito oído y voz para serme.
    Soy lo incompleto,
    lo partido a la mitad.
    Soy la miembro arrancada de su cuerpo,
    Eva de mi propia costilla.

    Envidio al árbol que envidió Darío,
    porque no tiene sangre y siente y no menstrúa y no copula;
    porque sus raíces lo amarran a la tierra;
    porque no se tala solo;
    porque no es un trozo de carne imbécil;
    porque no tiene ojos para verte, ni olfato para percibirte,
    ni vulva.

    Todo empezó cuando me tocaste.
    ¿No habló entonces también contigo Ares?
    ¿No escuchaste el palpitar amenazante del átomo,
    el tronar de los rayos malignos del sol al quebrar la aurora,
    la avispa del reloj,
    el cencerro de la muerte?
    En mal momento cedí a la tentación de tu abrazo.
    Tú fuiste hecho para cosechar la luz,
    para gozar del sol y procurarlo.
    Aún en las noches amansas la estrella entre las sábanas.
    Eres la clueca que pone el color sobre las páginas.
    Yo era un ángel del desierto.
    En tus brazós quebré mis alas,
    dejé salir al bicho de mi aliento,
    aquel soplo de queratina con que un día me hizo Dios.
    Crucé las puertas del inframundo,
    sin conocer las señas del barquero, o las del can.
    Me despeñé hacia este bajío helado y aceitoso.
    Desconocía tus poderes
    e ignoraba los míos y su sentencia:
    buscaban
    traidores
    clavarme en la pica del amor.

    Antes
    fui la maga que vino de las costas del lago boliviano.
    También fui el curandero que te sacó de la muerte.
    Busqué ser tu verdugo, suplicando que muriendo fueras mío.
    Levanté un castillo para ti y amurallé el bosque,
    para que nadie más te viera.
    Te encerré en la torre, cautivo.
    Giré dos veces la llave en el ojo de la puerta,
    y debí cegar mis otros dos ojos para no conocer tu belleza.
    Entonces fui yo tu esclava, quise cumplir tus caprichos,
    pero tú me vetaste, me velaste, me vedaste.
    No me diste una orden siquiera.
    Sabías de la torre y del muro y del castillo
    y fingiste ser ciego.
    Te hiciste el animal que gime de hambre en las noches de luna.
    Mientras me devorabas guardaste silencio.
    Fui la carne nueva para el apetito del tigre,
    fui carne podrida para el zopilote y la hiena.
    Fui la Doce Vaginas. Tuve poderes amatorios.
    También fui un cuerpo entero de mujer,
    con dos pechos, dos brazos y un par de piernas,
    y tuve espalda
    y la heriste.
    El agua se volvió a convertir en vino.
    Tú otra vez brotaste del mar.
    Yo, la rota, me hice carne.

    Para mi corazón
    fui el golpe, el bofetón del león,
    el mordizco del orangután exasperado.
    Los huesos se hicieron polvo ante mis ojos.
    Llevé la destrucción, hice la guerra.
    Todo en el instante mismo en que no remedábamos al amor:
    lo hacíamos,
    era el hijo común que acunábamos en los brazos,
    era nuestro bebé, el engendro de tu semen y del mío.
    Eras tú el hueso de mi carne, el agua fresca,
    la paz y el orden.

    Al despertar ahí estabas.
    Dormías como si tu corazón fuera Inocente del crimen cometido.
    Quise preguntarte:
    "¿no escuchaste tú el llamado de la cólera?,
    ¿no habló contigo el ebrio Ares?"
    Pero tú dormías y mi nave empezaba a zarpar
    hacia el puerto que he descrito,
    sin que yo pudiera controlarla.
    No te dije más.
    Perdí el Perú, y su oro imaginario,
    perdí a Túnez y a su espada, perdí Estambul, el Ecuador, el Amazonas,
    el Nilo y Babilonia.
    Perdí la cara viva de la Tierra.
    Vine a dar aquí.
    El toro murió sin gestar a Minos.
    Ganó esta vez Europa.
    No preguntó Cadmio a las Pitonisas dónde encontrarla,
    ni siguió a la vaca del rey Pelagon, hasta que cayó agotada donde él
    fundara Tebas.
    La luna, el pozo, el ala,
    el monstruo y la roca devinieron inútiles.
    Una tras otra las ciudades se hincaron
    y los ejércitos dejaron a sus hombres comer carne de sus propios hijos.

    Los rateros reparten el botín de la infamia.
    Nada tengo sino la arena que en mi pecho silba,
    anunciando una muerte que tampoco tendré.
    No hay un triste bar para tomar un trago.
    Nadie se quita la ropa buscando aligerar tristezas.
    Vago,
    que mas puedo hacer, he caído en el puerto, miserable.
    El bosque de containers reemplaza a las flores y a las ramas.
    Se merca el vino,
    el dinero se guarda,
    y atrás de negros velos alguien cuchicheando reza.
    Los cuerpos son vísceras tronchadas como los árboles leña, cerillos, tablones y
    sillas.
    Todo se va, a todo le es dado irse.
    Lo mio es llegar.



    HIERBA

    Allá va la hierba que creció sin tocar tierra.
    Va la que no conoció el lodo ni el seco craquelar sin lluvia.
    Pasa en flor,
    sobre la ráfaga.
    Pasa silbante.
    Blandida o aventada como arma o herramienta.
    No sabe pesar porque nunca ha pesado.
    Al volar no duerme ni descansa.
    Hierba sin nombre, hierba perra, hierba palabra del mono que en la noche grita
    articulando sin gramática.
    Hierba oliendo a carne,
    nacida al roce de una piel insomne con otra que no sabía conciliar el sueño,
    las de esos dos entrando donde rige la razón incuerda con los ojos abiertos,
    ignorando el rito tajante del sueño que divide a lo real en dos trozos.
    Un paso los traía o los llevaba a la locura, no los quemaba la frontera.

    Perdían el piso sin saltar, distrayéndose volaban,
    sus huesos desconocían el gravitar de la piedra.
    Hierba que repudia al rocío, que no obedece al sol,
    hierba sin rumbo,
    nació crecida, arrancada; su flor lleva en trozos diminutos
    el fúnebre color que en Cuaresma cubre el rostro y la llaga de Cristo, es luto destazado.
    Va la hierba, como si no tuviera cuerpo, en el lomo del viento.
    Tose.
    Allá va, miente, nunca aprendió a pisar, firme firmeza,
    desnuda, acostada, la siempremuerta.
    No hubo semillas en su árbol genealógico.
    Nació entre cuatro paredes, donde el hombre cubría su miembro
    con vísceras de gato y usaba a los vientres hasta reventarlos,
    sellando con incansable gozo su infertilidad.
    Apenas mira el rostro que lo ama.

    La hierba nació donde la sangre animal y la menstrual se vaciaban
    en el mismo vaso, y el semen era desordenadas sílabas
    gritando revueltas en la boca de la hembra.
    Como el moho en el rincón inmundo,
    así la nunca pegada ni adherida nació entre el vientre de él  y el de ella, a golpes,
    sin el rito que bendice el amor, hurtada al jadeo, robada al llanto, irreverente
    humo sacrificial sin ofrenda, sacado con el carbón ardiente
    y la ausencia de El Cordero o de El Hijo.
    El cuchillo la encontró sin tocar la carne.
    Es brote de puñal, vástago de la boca entreabierta por la que entra
    o sale el suspirar agitado, rasposo y anómalo de la noche.
    Atrás de ella sólo se escucha la bala,
    de mosquete, la espuela raspar la losa.
    Un grito pidiendo misericordia.
    Ella es la ruidosa respiración de un cuerpo que se pierde en el laberinto a voluntad
    para que lo devore el mitad animal, mitad ángel y hombre que ahí reina,
    llamado con las letras del incrédulo,
    que besa como si comiera y hablara a un tiempo,
    en besos de verbo,
    el encajando-encajado,
    el ladrón-hurtado, -
    el esclavo-tirano,
    el perro amo,
    el hacha, galletita, caramelo, guillotina, horca y abrazo,
    el desconcierto,
    el veneno adictivo,
    el rayo de luz asesina,
    el todo párpado (cierras, abres),
    el lumbre,
    el hielo,
    el dolor.
    "Sombra, iluminación, doble, inconfiable.
    Ciego, visible, duda, negación, vista:
    Entierras mil veces el cuerpo sobre el que insistes en acostarte,
    lápida móvil que repites incansable el enterramiento, sepultas con tu  forma,
    revestido de lo que llamas con tres sonidos forasteros emulando al amor.
    Manto de suave fibra.
    Ráfaga, rayo,
    descanso, vuelo.

    Caes mientras te habla el ciervo que has cazado, vencedor vencido,
                                                                                          cazador apresado,
    gángster de la metralla despojando al corazón del cálido pecho.
    Pum-pum (hace él ahora, a solas, canto del gallo huérfano del amanecer,
    colorado músculo, manco, si no sería tuerto: desearía ahorcarse
                                                                                   con sus leales venas).
    ¿No Podrías dejar la garra y la pezuña, acceder a la tentación del labio
    que cuatro veces repetido en un solo cuerpo, más sus dobleces,
    te habla, pide, te suplica, lo reconcilies con el término Amor?
    ¿Terminar la ceguera?
    ¿Traer al gozo la dicha, la paz, la risa?
    ¿Restaurar la gramática?
    ¿Arrebatarle la lengua al insensato mico que no comprende la selva?
    ¿Dar a la hierba un trecho de tierra que habitar junto al pozo?
    ¿Provocar la llegada de la lluvia?
    Una frase más del beso hablante.
    Desnudo vistes la manta sin la que hoy muero de frío, al Sur, en la tierra del calor."
    Allá va la hierba de que hablaba.
    Apareció cerca de las sábanas que aceptaron la caligrafía de tinta sangre, dejando que la borrara para siempre el tonto jabón y el agua,
    sin suspirar una de las cien merecidas veces por la pérdida del dibujo
    del amor que trazaron con tanto empeño los torsos.
    Ahí apareció, la hierba. El viento la adoptó viéndola sin dónde sostenerse, y yo la nombro,                                                                                                                                          leal a su paso.
    Salió entre tu piel y la mía,
    entre mi vagina y el esqueleto de acero del edificio donde habita el amor.
    Nació robándome el alma. La encarna en clorofila y fibras,
    alma sin cuerpo volando en la frágil ráfaga.



    LA MEMORIA VACÍA

    1. Trato de oscurecer con mi sombra la tierra del exilio, mi
    tierra, ocultarme a la memoria vacía.
    No tengo origen.

    Formo con mis hermanas un muro inabordable.
    Nos cegamos a la tierra que alarga el día de luminoso júbilo,
    a sus ojos brillantes donde brotan ciruelas jugosas
    y dulces, los animales cálidos y huidizos;
    al día de paredes traslúcidas, de corrales abiertos y campos
    poseídos por el secreto que han murmurado las semillas al abrirse

    He llegado al término de mi sombra: el día tiene abiertos los
    muslos y se entrega al gozo insaciable de los hombres.


    2. En medio de este estruendo,
    del golpeteo de las alas locas del viento sobre el llano,
    del silbido deslumbrante con el que el río corteja a las plácidas nubes,
    los hombres recuestan su cuerpo amoroso sobre el torso del día,
    hacen de la mañana al ritmo de su cuerpo.

    Y nosotras,
    hechas de un material que se resiste al cortejo del tiempo,
    templadas en el silencio firme,
    tratamos de permanecer
    aunque no tenemos casa,
    aunque estamos desprovistas frente al cauce ajeno.

    Nos trenzamos entre nosotras los labios con los labios:
    ésta es la palabra de las tres: nuestra palabra.

    (Oigo un crepitar en el fuego: los pechos de las mujeres se desprenden
    del deseo como frutos maduros. Los pechos de las mujeres:
    panes recién cocidos.)



    SER EL ESCLAVO QUE PERDIÓ SU CUERPO

    El fuego,
    otra vez fuego,
    el fuego junto a la lumbre,
    en el piso,
    subiendo por los sillones,
    cruzando las ventanas,
    y tras él el fuego,
    solamente el fuego.

    El fuego otra vez,
    ¿No lo ven?
    ¡No lo ven! Es el fuego.
    Les parezco una mujer sentada.

    Quiero vestirme.
    La ropa interior que yo traía puesta, abrió sus tejidos,
    los venció el calor,
    la blusa abrió sus tejidos,
    vencida también,
    la falda cedió sus hilos,
    ardiendo los dejó caer...

    Quiero vestirme.

    El fuego. No tengo más que el fuego:
    Soy la desnuda, la que no tiene encantos.

    Quiero vestirme.

    Quemo mis vestidos.
    Mil cabellos están vencidos también por el calor,
    mis pestañas, mis ojos;
    mi saliva, un día intacta,
    también te espera rendida, vencida, humillada,
    doblada, hincada,
    herida como el vapor,
    como el vapor aislada,
    ahogada en tu espera.

    Quiero vestirme.
    No hay animal con el que pueda compararme,
    desnuda estoy como el ganso o el lirio,
    no hay planta con la que pueda compararme,
    quemada estoy, quemándome,
    impaciente,
    interminablemente.

    ¡Que me ayuden los asnos!
    ¡Que acudan a mi ayuda
    los cerdos o las garzas,
    los ruiseñores o las cañas de azúcar!
    ¡Nada puede ayudarme!
    ¡Vencida estoy por ti,
    por ti fui por mí abandonada!


    CARMEN BOULLOSA

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    Carmen Boullosa (1954- Empty Re: Carmen Boullosa (1954-

    Mensaje por cecilia gargantini Dom 20 Nov 2022, 16:19

    Muy intensa y con abordajes muy originales!!!!!!!!!!
    No sabía que había traducido a la gran Silvina Ocampo. Pero veo que traductora de sus cuentos, no de su poesía. Es una pena porque creo que sólo un buen poeta, conocedor a fondo del idioma, puede captar la esencia del otro. Hay algunas traducciones que dan ganas de llorar.
    Graciasssssssss Pedro. Besosssssssssss
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    Carmen Boullosa (1954- Empty Re: Carmen Boullosa (1954-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 02 Dic 2022, 04:21

    Gracias por presencia y comentario, Cecilia.

    Un abrazo.
    Pedro


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