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Millenials. Nueve poetas, Alba poesía, 2022.
01. Unai Velasco (Barcelona, 1986):
SEÑOR, SU CAPA
Me llamo Bruce Banner y antes de trabajar para la S.H.I.E.L.D.
pedí una beca en París que no me concedieron nunca.
Lloré y leí a Stevenson casi a partes iguales.
Me llamo Frank Castle y una vez
sufrí un eguince de muñeca y amé los parques y los manteles a rayas
rojas sobre fondo blanco.
Me llamo Remy LeBeau y nunca conoceré mi apellido real
pero sé que compartí amor y delito en los porches de Nueva Orleans.
Ganaba todas las pertidas de póquer.
Me llamo Warren K. Worthinton III y dijeron que tenía
todo un futuro a mi favor y una bonita mata de pelo rubio y un padre
que era un verdadero hijo de puta.
Me llamo Robert Drake aunque una antigua novia me dijo
Bobby y fuimos a dedo hasta Florida.
Me llamo Hank P. McCoy y un día casi mato de un susto
a mi madre. Solía tomar semanalmente café y pastas con la madre
de mi madre.
Me llamo Jean Grey y amé a Scott Summers pero antes cogí aquel taxi
e incluso antes de todo eso escribía en mi cuaderno íntimo de tapas
de sándalo.
Me llamo Scott Summers y pegué un estirón y estrenaba zapatillas
todas las navidades, y mi mirada era sencilla.
Correspondí al amor de Jean Grey.
Me llamo Erik Magnus Lensher y leía Celan y a Canetti y a Freud y a Hanna
Arend.
Pero tuve miedo y no leía a Primo Levi.
Me llamo Unai Velasco Quintela y nací en el 86
pero leí una Biblia del 65.
Mi abuela dijo Carmelo, enséñame a leer la cartilla al borde de un portal, y yo
le prestaría después un libro de Miguel Hernández.
Y esto no es, sin embargo
ninguna educación sentimental.
Aunque bien podría serlo.
02. Ángela Segovia (Ávila, 1987):
- ¿SABES?, AYER SOÑÉ algo rarísimo..., dice el Forastero. Un hombre.
se robaba un melocotón de una cesta. Solo que el melocotón no era naranja, era rojo. Cuando se lo iba a comer, agazapado en un rincón donde le daba el sol, cerró los ojos y abrió la boca y entonces notó como un aleteo en las manos. El melocotón se había convertido en una paloma. Después aparecían unos gatos. Los gatos daban vueltas alrededor de un arbolito hasta que uno de ellos lograba cazar una paloma, todos se abalanzaban sobre ella para comérsela, pero de pronto la paloma desaparecía en el interior de una humareda, y de la humareda surgía un melocotón, solo que el melocotón no era naranja, era rojo, rojo fuerte como un corazón.
- ¿Y latía?
- ¿Qué cosa?
- Pues el melocotón, qué va a ser.
- No no, latir no latía, solo era rojo, dice el Forastero.
- ¿Sabes qué significa tu sueño? Algo me dice que has empezado a creer en el amor.
......................el corazón de mi amor
......................es por un lado una almendra
......................y por el otro un limón
......................si no lo sujetas
......................se da vuelta vuelta vuelta
03. David Leo García (Málaga, 1988):
DÍGAME UN COLOR. El verde. Otro. El verde.
Una parte de la casa. El aire.
Una pregunta. La pregunta. Un escritor.
El misterio. ¿Qué asocia con un pájaro?
El misterio. ¿Y con un pájaro?
La infancia. ¿Y con el césped?
La infancia. Dígame un color.
No lo sé. Un país. Casi todos.
Una enfermedad. Todas salvo la mía.
A qué ha venido aquí. Las... ya sabe.,
las... qué le voy a decir, ya sabe,
lo de siempre.
Un instrumento de cuerda. El pentagrama.
Una parte del cuerpo. Los pulmones.
Una parte de la casa. El deterioro.
¿Un motivo para vivir? Alguno, el deseo.
¿Una enfermedad? La enfermedad.
¿Una cita célebre? "Claro que sí".
¿Un motivo? Para morir. ¿Un motivo
para morir? Ninguno,
tal vez. El deseo.
04 Berta García Faet (Valencia, 1988):
POEMA SOBRE MIRAR EL CIELO DE
NOCHE Y PENSAR MUCHAS COSAS
yo que opino que la hipermetropía es una manera legítima de existir y que intento ser buena persona y que estudio mucho ética y metaética y yo que lloro mucho con david hume y con los galgos maltratados y con los viejos maltratados y con la contaminación de las heces de las gallinas y sus obscenas celdas del tamaño de un folio A-4 y sus viscosas fiebres del tamaño de un subcontinente y yo que creo en los tirabuzones de los páramos y yo que ignoro todo y me pregunto qué hacer sin lenin y sin cielo qué hacer con el mundo y su cabello cardado y reseco y cómo tocar sus huesos arcáicos y su praxis y el humo de su belleza impenetrable y yo que siempre siento la presencia de un muro fratricida del sabor umami de la leche cuando quiero verter una palabra amable y desaliñada en la gorra entreabierta del mendigo o del músico y yo que sé bastante del amor y que lucho activamente aunque con sueño o con sueños excesivos a favor de la pandemia global de perdón y de esperanza que arrase el planeta tierra tal y como lo desconocemos de una vez por todas y yo que sueño excesivamente sueños de carácter excesivamente erótico y a veces perverso y abrupto y que nunca le perdonaré a mi especie auschwitz rosa parks el estado-nación el dinero el niño muerto y yo que olvido mucho y que propongo encender una vela con todos vosotros juntos para recordar todos nuestros olvidos y yo que hurgo en la ranura del logos y no encuentro nada y yo que tengo un progenitor A y un progenitor B y un hermano y una hermana y yo que aún así ignoro todo de la muerte y me pregunto qué cantar cuando anochece y qué cantar que no insulte al famélico o al traslúcido o a la mujer bajo las piedras del odio y yo que tirito con virginal desasosiego en el instante crítico de tener que elegir un campo cromático favorito o un animal favorito o un juicio moral verdadero tan solo un juicio moral verdadero yo me río un poco con envidia un poco con amargura sí lo admito me río un poco con amargura un poco con envidia un poco con resentimiento de la seguridad ontológica del hombre medieval, sus ojos tranquilos, enternecedores
05. Vicente Monroy (Toledo, 1989):
BELIEBER
Ahora estás leyendo este poema, pero no siempre ha sido así. Antes estabas leyendo el título, y antes la portada del libro. Antes mirabas Twitter, y antes encendías el ordenador. Antes, en algún lugar del mundo, un perro ladraba a un cielo lleno de estrellas.
Ahora empieza a formarse en tu cabeza el tono del poema, que siempre tarda algunos versos en llegar. Pero no siempre ha sido así. Antes te despertabas en una cama, y antes pensabas en conceptos como el silencio y la venganza. Antes nadabas en una piscina, y antes ascendías en la escala social.
Antes de eso desayunabas todas las mañanas, porque has crecido fuerte y eso se nota. Antes saltabas en un castillo hinchable en las ferias de un pueblo de la costa. Eras un niño y no pensabas en la poesía, y antes de eso no sabías escribir, y antes tampoco hablar, y entonces todas las cosas eran distintas unas de otras porque no podías comprarlas con palabras. Antes te sentías bien, eso siempre ha sido así.
Ahora estás aquí y te sientes bien y entendes el poema, pero no siempre ha sido así. Antes tuviste que nacer en este planeta azul, y antes de nacer estabas en un sitio oscuro, y antes en otro sitio más oscuro que llamamos la muerte. Antes eras otra persona u otro animal u otra cosa, quién sabe, quizás pasada, quizás furura. Un perro o una estrella. Un niño cantante dando un concierto en un estadio repleto, con un firmamento de flashes en los ojos.
Ahora eres tú leyendo esto y te sientes bien, eso se nota. Pasas sobre los versos los mismos ojos que antes miraban en el cielo luces altas, azules, que te hacían pensar en descargas eléctricas y en esa soledad de ser un perro perdido. Pero no siempre ha sido así. Antes de encontrarnos todos aquí, en el poema, el niño cantante, el lector, la multitud, las estrellas, el perro, las luciérnagas y todos los demás hacíamos otras cosas, estábamos en otros sitios. Eso es lo que nos hace tan especiales a ti y a mí, lector, tan imposibles. Y sin embargo se dio, quién sabe cómo, antes o después, que uno de nosotros escribió este poema, y lo hizo casi sin pensar porque todos sabemos lo mal que salen los poemas si se piensan demasiado antes de escribirse.
06. Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990):
LUNA LE PIDE A LUNA UN POEMA FELIZ
me pides un poema feliz
qué quieres que diga
que creo en el amor
que lo que más me emociona
es comer pizza los domingos
que adoro retener
el esperma entre mis muslos
hasta que cae líquido
al frío suelo de mi sueño
me pides un poema feliz
y eso es algo casi imposible
porque cuando soy feliz no sé decirlo
o porque cuando soy feliz deseo la euforia
o porque cuando soy feliz estoy haciendo cosas tan importantes
como llorar
leo un libro en que la protagonista mata a su gato
escucho una canción en la que dos amantes se separan
miro una pantalla en la que el corazón de mi hijo se detiene
qué quieres que escriba yo entonces
a quién quieres que salve yo ahora
me pides un poema feliz
y esto es todo lo que puedo deirte:
07 Alba Flores Robla (Madrid, 1992)
PIENSO EN TUS MANOS
que parecen manos de hombre.
Las manos anchas.
Como bosques
las manos.
Tus manos como árboles
llenos de ramas.
Tus dedos como ramas
llenas de nudos
y de hojas.
Tus uñas como hojas heridas.
La piel áspera
como corteza.
Las yemas agrietadas
como troncos,
como madera para el fuego.
Las manos
como hoguera.
Como calor
tus manos.
Como aire tibio
que te protege del frío.
Como mano que mece la cuna
aparta el pelo
acaricia la cara.
Las manos anchas
como bosques.
Las manos
que se agitan al pronunciar tu nombre.
Las manos que se agitan
como árboles.
Tus manos diestras
húmedas por la tormenta
partidas por los rayos.
Tus manos caídas
y rotas.
Tus manos
vencidas
por mis manos.
08. Xaime Martínez (Uviéu, 1993)
LA CITA DE FATAL DESTÍNEZ
NO SALIÓ COMO ESPERABA
Amor, esto no es
.......................un poema-postal.
Lo puedo confirmar desde ahora mismo:
no he estado en Marrakech, ni en Venecia
ni en la cárcel.
No es tampoco un metapoema;
no pienso en aquel cerdo
capado por los medios del lenguaje.
Si acaso, esto es tan solo un monolito.
O algo más humilde, una piedra rugosa
(por cierto, amor, ¿quién eres?
que tal vez flota dentro de una masa
de agua extrañamente densa.
......................Como mi vida.
Oh, shit.
09. Óscar García Sierra (León, 1994):
DA IGUAL
que no parezca un poema
mientras se sienta como uno.
Da igual
que ya no echen películas de tornados en la tele,
que el rastro ya no sea los viernes
y que lleve meses sin besarte la frente.
Da igual
que siga siendo tan feo como la primera vez que dormimos juntos,
que no esté tan triste como se piensan tus padres
ni tan feliz como se piensan los míos.
Da igual
que lleves meses sin desayunar fruta,
que la camisa que te quedaba pequeña vuelva a quedarte grande,
y que se te esté despegando la suela de tus Reebok blancas.
Da igual
que mis padres ya no se quieran,
que no tengamos ganas de trabajar,
y que ya no tengamos edad para estudiar.
Da igual
que unos policías nos hayan pegado,
que tus profesores no contesten a tus correos
y que desde el edificio más alto de la ciudad no se vea el mar.
Da igual
que mis padres se vuelvan a querer.
Da igual
que ya no pueda dormir sin pastillas,
que mi hermana ya no pueda dormir sin pastillas
y que mis amigos ya no puedan dormir sin pastillas.
Da igual
que haya cerrado la farmacia de debajo de casa.
Da igual
que aquello no fuese un poema.
Da igual
que este año no hayamos plantado patatas,
que una tormenta destrozase los tomates,
y que una de las conejas se ahogase con una reja.
Da igual
que me arrepienta de haber escrito aquel libro,
y de no haber insultado a aquel policía.
Da igual.
Nunca es tarde
para empezar a escribir bien.
Millenials. Nueve poetas, Alba poesía, 2022.
01. Unai Velasco (Barcelona, 1986):
SEÑOR, SU CAPA
Me llamo Bruce Banner y antes de trabajar para la S.H.I.E.L.D.
pedí una beca en París que no me concedieron nunca.
Lloré y leí a Stevenson casi a partes iguales.
Me llamo Frank Castle y una vez
sufrí un eguince de muñeca y amé los parques y los manteles a rayas
rojas sobre fondo blanco.
Me llamo Remy LeBeau y nunca conoceré mi apellido real
pero sé que compartí amor y delito en los porches de Nueva Orleans.
Ganaba todas las pertidas de póquer.
Me llamo Warren K. Worthinton III y dijeron que tenía
todo un futuro a mi favor y una bonita mata de pelo rubio y un padre
que era un verdadero hijo de puta.
Me llamo Robert Drake aunque una antigua novia me dijo
Bobby y fuimos a dedo hasta Florida.
Me llamo Hank P. McCoy y un día casi mato de un susto
a mi madre. Solía tomar semanalmente café y pastas con la madre
de mi madre.
Me llamo Jean Grey y amé a Scott Summers pero antes cogí aquel taxi
e incluso antes de todo eso escribía en mi cuaderno íntimo de tapas
de sándalo.
Me llamo Scott Summers y pegué un estirón y estrenaba zapatillas
todas las navidades, y mi mirada era sencilla.
Correspondí al amor de Jean Grey.
Me llamo Erik Magnus Lensher y leía Celan y a Canetti y a Freud y a Hanna
Arend.
Pero tuve miedo y no leía a Primo Levi.
Me llamo Unai Velasco Quintela y nací en el 86
pero leí una Biblia del 65.
Mi abuela dijo Carmelo, enséñame a leer la cartilla al borde de un portal, y yo
le prestaría después un libro de Miguel Hernández.
Y esto no es, sin embargo
ninguna educación sentimental.
Aunque bien podría serlo.
02. Ángela Segovia (Ávila, 1987):
- ¿SABES?, AYER SOÑÉ algo rarísimo..., dice el Forastero. Un hombre.
se robaba un melocotón de una cesta. Solo que el melocotón no era naranja, era rojo. Cuando se lo iba a comer, agazapado en un rincón donde le daba el sol, cerró los ojos y abrió la boca y entonces notó como un aleteo en las manos. El melocotón se había convertido en una paloma. Después aparecían unos gatos. Los gatos daban vueltas alrededor de un arbolito hasta que uno de ellos lograba cazar una paloma, todos se abalanzaban sobre ella para comérsela, pero de pronto la paloma desaparecía en el interior de una humareda, y de la humareda surgía un melocotón, solo que el melocotón no era naranja, era rojo, rojo fuerte como un corazón.
- ¿Y latía?
- ¿Qué cosa?
- Pues el melocotón, qué va a ser.
- No no, latir no latía, solo era rojo, dice el Forastero.
- ¿Sabes qué significa tu sueño? Algo me dice que has empezado a creer en el amor.
......................el corazón de mi amor
......................es por un lado una almendra
......................y por el otro un limón
......................si no lo sujetas
......................se da vuelta vuelta vuelta
03. David Leo García (Málaga, 1988):
DÍGAME UN COLOR. El verde. Otro. El verde.
Una parte de la casa. El aire.
Una pregunta. La pregunta. Un escritor.
El misterio. ¿Qué asocia con un pájaro?
El misterio. ¿Y con un pájaro?
La infancia. ¿Y con el césped?
La infancia. Dígame un color.
No lo sé. Un país. Casi todos.
Una enfermedad. Todas salvo la mía.
A qué ha venido aquí. Las... ya sabe.,
las... qué le voy a decir, ya sabe,
lo de siempre.
Un instrumento de cuerda. El pentagrama.
Una parte del cuerpo. Los pulmones.
Una parte de la casa. El deterioro.
¿Un motivo para vivir? Alguno, el deseo.
¿Una enfermedad? La enfermedad.
¿Una cita célebre? "Claro que sí".
¿Un motivo? Para morir. ¿Un motivo
para morir? Ninguno,
tal vez. El deseo.
04 Berta García Faet (Valencia, 1988):
POEMA SOBRE MIRAR EL CIELO DE
NOCHE Y PENSAR MUCHAS COSAS
yo que opino que la hipermetropía es una manera legítima de existir y que intento ser buena persona y que estudio mucho ética y metaética y yo que lloro mucho con david hume y con los galgos maltratados y con los viejos maltratados y con la contaminación de las heces de las gallinas y sus obscenas celdas del tamaño de un folio A-4 y sus viscosas fiebres del tamaño de un subcontinente y yo que creo en los tirabuzones de los páramos y yo que ignoro todo y me pregunto qué hacer sin lenin y sin cielo qué hacer con el mundo y su cabello cardado y reseco y cómo tocar sus huesos arcáicos y su praxis y el humo de su belleza impenetrable y yo que siempre siento la presencia de un muro fratricida del sabor umami de la leche cuando quiero verter una palabra amable y desaliñada en la gorra entreabierta del mendigo o del músico y yo que sé bastante del amor y que lucho activamente aunque con sueño o con sueños excesivos a favor de la pandemia global de perdón y de esperanza que arrase el planeta tierra tal y como lo desconocemos de una vez por todas y yo que sueño excesivamente sueños de carácter excesivamente erótico y a veces perverso y abrupto y que nunca le perdonaré a mi especie auschwitz rosa parks el estado-nación el dinero el niño muerto y yo que olvido mucho y que propongo encender una vela con todos vosotros juntos para recordar todos nuestros olvidos y yo que hurgo en la ranura del logos y no encuentro nada y yo que tengo un progenitor A y un progenitor B y un hermano y una hermana y yo que aún así ignoro todo de la muerte y me pregunto qué cantar cuando anochece y qué cantar que no insulte al famélico o al traslúcido o a la mujer bajo las piedras del odio y yo que tirito con virginal desasosiego en el instante crítico de tener que elegir un campo cromático favorito o un animal favorito o un juicio moral verdadero tan solo un juicio moral verdadero yo me río un poco con envidia un poco con amargura sí lo admito me río un poco con amargura un poco con envidia un poco con resentimiento de la seguridad ontológica del hombre medieval, sus ojos tranquilos, enternecedores
05. Vicente Monroy (Toledo, 1989):
BELIEBER
Ahora estás leyendo este poema, pero no siempre ha sido así. Antes estabas leyendo el título, y antes la portada del libro. Antes mirabas Twitter, y antes encendías el ordenador. Antes, en algún lugar del mundo, un perro ladraba a un cielo lleno de estrellas.
Ahora empieza a formarse en tu cabeza el tono del poema, que siempre tarda algunos versos en llegar. Pero no siempre ha sido así. Antes te despertabas en una cama, y antes pensabas en conceptos como el silencio y la venganza. Antes nadabas en una piscina, y antes ascendías en la escala social.
Antes de eso desayunabas todas las mañanas, porque has crecido fuerte y eso se nota. Antes saltabas en un castillo hinchable en las ferias de un pueblo de la costa. Eras un niño y no pensabas en la poesía, y antes de eso no sabías escribir, y antes tampoco hablar, y entonces todas las cosas eran distintas unas de otras porque no podías comprarlas con palabras. Antes te sentías bien, eso siempre ha sido así.
Ahora estás aquí y te sientes bien y entendes el poema, pero no siempre ha sido así. Antes tuviste que nacer en este planeta azul, y antes de nacer estabas en un sitio oscuro, y antes en otro sitio más oscuro que llamamos la muerte. Antes eras otra persona u otro animal u otra cosa, quién sabe, quizás pasada, quizás furura. Un perro o una estrella. Un niño cantante dando un concierto en un estadio repleto, con un firmamento de flashes en los ojos.
Ahora eres tú leyendo esto y te sientes bien, eso se nota. Pasas sobre los versos los mismos ojos que antes miraban en el cielo luces altas, azules, que te hacían pensar en descargas eléctricas y en esa soledad de ser un perro perdido. Pero no siempre ha sido así. Antes de encontrarnos todos aquí, en el poema, el niño cantante, el lector, la multitud, las estrellas, el perro, las luciérnagas y todos los demás hacíamos otras cosas, estábamos en otros sitios. Eso es lo que nos hace tan especiales a ti y a mí, lector, tan imposibles. Y sin embargo se dio, quién sabe cómo, antes o después, que uno de nosotros escribió este poema, y lo hizo casi sin pensar porque todos sabemos lo mal que salen los poemas si se piensan demasiado antes de escribirse.
06. Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990):
LUNA LE PIDE A LUNA UN POEMA FELIZ
me pides un poema feliz
qué quieres que diga
que creo en el amor
que lo que más me emociona
es comer pizza los domingos
que adoro retener
el esperma entre mis muslos
hasta que cae líquido
al frío suelo de mi sueño
me pides un poema feliz
y eso es algo casi imposible
porque cuando soy feliz no sé decirlo
o porque cuando soy feliz deseo la euforia
o porque cuando soy feliz estoy haciendo cosas tan importantes
como llorar
leo un libro en que la protagonista mata a su gato
escucho una canción en la que dos amantes se separan
miro una pantalla en la que el corazón de mi hijo se detiene
qué quieres que escriba yo entonces
a quién quieres que salve yo ahora
me pides un poema feliz
y esto es todo lo que puedo deirte:
07 Alba Flores Robla (Madrid, 1992)
PIENSO EN TUS MANOS
que parecen manos de hombre.
Las manos anchas.
Como bosques
las manos.
Tus manos como árboles
llenos de ramas.
Tus dedos como ramas
llenas de nudos
y de hojas.
Tus uñas como hojas heridas.
La piel áspera
como corteza.
Las yemas agrietadas
como troncos,
como madera para el fuego.
Las manos
como hoguera.
Como calor
tus manos.
Como aire tibio
que te protege del frío.
Como mano que mece la cuna
aparta el pelo
acaricia la cara.
Las manos anchas
como bosques.
Las manos
que se agitan al pronunciar tu nombre.
Las manos que se agitan
como árboles.
Tus manos diestras
húmedas por la tormenta
partidas por los rayos.
Tus manos caídas
y rotas.
Tus manos
vencidas
por mis manos.
08. Xaime Martínez (Uviéu, 1993)
LA CITA DE FATAL DESTÍNEZ
NO SALIÓ COMO ESPERABA
Amor, esto no es
.......................un poema-postal.
Lo puedo confirmar desde ahora mismo:
no he estado en Marrakech, ni en Venecia
ni en la cárcel.
No es tampoco un metapoema;
no pienso en aquel cerdo
capado por los medios del lenguaje.
Si acaso, esto es tan solo un monolito.
O algo más humilde, una piedra rugosa
(por cierto, amor, ¿quién eres?
que tal vez flota dentro de una masa
de agua extrañamente densa.
......................Como mi vida.
Oh, shit.
09. Óscar García Sierra (León, 1994):
DA IGUAL
que no parezca un poema
mientras se sienta como uno.
Da igual
que ya no echen películas de tornados en la tele,
que el rastro ya no sea los viernes
y que lleve meses sin besarte la frente.
Da igual
que siga siendo tan feo como la primera vez que dormimos juntos,
que no esté tan triste como se piensan tus padres
ni tan feliz como se piensan los míos.
Da igual
que lleves meses sin desayunar fruta,
que la camisa que te quedaba pequeña vuelva a quedarte grande,
y que se te esté despegando la suela de tus Reebok blancas.
Da igual
que mis padres ya no se quieran,
que no tengamos ganas de trabajar,
y que ya no tengamos edad para estudiar.
Da igual
que unos policías nos hayan pegado,
que tus profesores no contesten a tus correos
y que desde el edificio más alto de la ciudad no se vea el mar.
Da igual
que mis padres se vuelvan a querer.
Da igual
que ya no pueda dormir sin pastillas,
que mi hermana ya no pueda dormir sin pastillas
y que mis amigos ya no puedan dormir sin pastillas.
Da igual
que haya cerrado la farmacia de debajo de casa.
Da igual
que aquello no fuese un poema.
Da igual
que este año no hayamos plantado patatas,
que una tormenta destrozase los tomates,
y que una de las conejas se ahogase con una reja.
Da igual
que me arrepienta de haber escrito aquel libro,
y de no haber insultado a aquel policía.
Da igual.
Nunca es tarde
para empezar a escribir bien.
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