ALBIO TIBULO (54 a. C.-19 a. C.)
8. A DELIA
ELEGÍA I, lib, I, FIN.
Mas yo cautivo en tus hermosos ojos,
Oh Delia, estoy, y ante tu puerta dura,
[p. 134] Alegre me consumo en vida oscura
Por sólo un beso de tus labios rojos.
Y cuando llegue a mi la hora postrera
Véate yo postrada ante mi lecho,
Con lamento que hiera el alto techo,
Derramar una lágrima sincera.
Y llamando a los Dioses, aunque en vano,
Cuando se extinga mi postrer aliento,
¡Que pueda yo en el último momento
Asirme a ti con moribunda mano!
Tú llorarás sobre la alzada pira,
Triste beso a las lágrimas mezclando;
Que no es de pedernal tu pecho blando,
Ni tus entrañas como férrea vira.
No importunes mi sombra; el dolor pasa;
No maltrates, oh Delia, el rostro bello;
No te meses el nítido cabello,
No oscurezcas la lumbre que me abrasa.
Hoy puedo suspirar por tu belleza;
Hoy te amaré, pues lo consiente el hado:
Ya vendrá la vejez con pie callado,
Cubierta de tinieblas la cabeza.
Aun brilla la estación de los amores,
De alegres risas y lascivo fuego;
Aun las puertas quebranto en blando juego;
Estas mis guerras son y mis dolores.
Lejos de mí, clarines y banderas,
Gloria buscad, grandezas y tesoro;
Despreciador de la pobreza y oro,
Yo viviré contento con mis eras.
8. A DELIA
ELEGÍA I, lib, I, FIN.
Mas yo cautivo en tus hermosos ojos,
Oh Delia, estoy, y ante tu puerta dura,
[p. 134] Alegre me consumo en vida oscura
Por sólo un beso de tus labios rojos.
Y cuando llegue a mi la hora postrera
Véate yo postrada ante mi lecho,
Con lamento que hiera el alto techo,
Derramar una lágrima sincera.
Y llamando a los Dioses, aunque en vano,
Cuando se extinga mi postrer aliento,
¡Que pueda yo en el último momento
Asirme a ti con moribunda mano!
Tú llorarás sobre la alzada pira,
Triste beso a las lágrimas mezclando;
Que no es de pedernal tu pecho blando,
Ni tus entrañas como férrea vira.
No importunes mi sombra; el dolor pasa;
No maltrates, oh Delia, el rostro bello;
No te meses el nítido cabello,
No oscurezcas la lumbre que me abrasa.
Hoy puedo suspirar por tu belleza;
Hoy te amaré, pues lo consiente el hado:
Ya vendrá la vejez con pie callado,
Cubierta de tinieblas la cabeza.
Aun brilla la estación de los amores,
De alegres risas y lascivo fuego;
Aun las puertas quebranto en blando juego;
Estas mis guerras son y mis dolores.
Lejos de mí, clarines y banderas,
Gloria buscad, grandezas y tesoro;
Despreciador de la pobreza y oro,
Yo viviré contento con mis eras.
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