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    Pascual Lopez Sanchez
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 8 Feb 2021 - 9:01

    HOMERO

    WIKIPEDIA

    Homero (en griego antiguo Ὅμηρος Hómēros; ca. siglo VIII a. C.) es el nombre dado al aedo a quien tradicionalmente se atribuye la autoría de los principales poemas épicos griegos: la Ilíada y la Odisea. Desde el período helenístico se ha cuestionado que el autor de ambas obras fuera la misma persona; sin embargo, antes no solo no existían estas dudas sino que la Ilíada y la Odisea eran considerados relatos históricos reales.

    La Ilíada y la Odisea son el pilar sobre el que se apoya la épica grecolatina y, por ende, la literatura occidental.1​

    ETIMOLOGÍA

    El nombre de Hómēros es una variante jónica del eólico Homaros. Su significado es rehén, prenda o garantía. Hay una teoría que sostiene que el nombre proviene de una sociedad de poetas llamados los Homéridas (Homēridai), que literalmente significa «hijos de rehenes», es decir, descendientes de prisioneros de guerra. Dado que estos hombres no eran enviados a la guerra al dudarse de su lealtad en el campo de batalla, no morían en él. Por tanto, cuando no había literatura propiamente dicha (escrita), se les confiaba el trabajo de recordar la poesía épica local, y, con ella, los acontecimientos pasados.

    También se ha sugerido que lo que podría contener el nombre Hómeros es un juego de palabras derivado de la expresión ho me horón, que significa el que no ve.

    BIOGRAFÍA

    En la figura de Homero confluyen realidad y leyenda. La tradición sostenía que Homero era ciego, y varios lugares reclamaban ser su lugar de nacimiento: Quíos, Esmirna, Colofón, Atenas, Argos, Rodas, Salamina, Pilos, Cumas e Ítaca.
    Datos biográficos recogidos por la tradición

    El Himno homérico a Apolo delio dice «que es un ciego que reside en Quíos, la rocosa».2​El poeta lírico Simónides de Amorgos atribuye al «hombre de Quíos» el siguiente verso de la Ilíada:

       ¿Por qué me preguntas mi linaje? Como el linaje de las hojas soy

    Ese verso fue convertido en proverbio en la Época Clásica.3​ Luciano de Samósata dice que fue un babilonio enviado a Grecia como rehén, y de ahí su nombre.4​

    Pausanias transmite una tradición de los chipriotas, quienes también reclamaban para sí a Homero:

       Dicen que Temisto, una mujer del lugar, era su madre, y que Euclo profetizó el nacimiento de Homero en estos versos:

       Y entonces en la costera Chipre existirá un gran cantor,
       al que dará a luz Temisto en el campo,5​ divina entre las mujeres,
       un cantor muy ilustre lejos de la muy rica Salamina.6​
       Dejando Chipre mojado y llevado por las olas,
       Cantando él solo el primero las glorias de la espaciosa Hélade
       Será inmortal por siempre y no conocerá la vejez
       PAUSANIAS: Descripción de Grecia, X, 24, 3.

    Sin embargo, también se conserva el siguiente epigrama, atribuido al poeta helenístico Alceo de Mesene, en el que Homero niega su origen salaminio, y niega que se erigiera una estatua suya en esta ciudad y que su padre fuera un tal Demágoras:

       Ni aunque el martillo surgir como Homero de oro me hiciera entre rayos flameantes de Zeus, soy ni seré salaminio ni el hijo de Meles lo será de Demágoras; ¡tal la Hélade lo vea! Con otro poeta probad; y mis versos vosotros a los Helenos, Musas y Quíos, cantadlos.
       ALCEO DE MESENE: Epigrama 555, recogido en la Antología Palatina.

    Acerca del lugar donde murió Homero, hay una tradición, atestiguada al menos desde el siglo V a. C., de que se produjo en la isla de Íos.

    Pausanias recoge esta tradición y habla sobre una estatua de Homero que vio y un oráculo que leyó en el Templo de Apolo, en Delfos:

       Puedes ver también en el pronaos del Templo de Apolo de Delfos una estatua de bronce de Homero sobre una estela y en ella leerás el oráculo que dicen que tuvo Homero:

       Dichoso e infortunado, pues naciste para cambiar cosas,
       Buscas una patria. Tienes una tierra natal, pero no una patria.
       La isla de Íos es la patria de tu madre, que cuando mueras te recibirá. Pero vigila el enigma
       de los jóvenes muchachos.
       PAUSANIAS: op. cit., X, 24.

    Además señala que:

       Los de Íos enseñan también un sepulcro de Homero en la isla y en otro lugar uno de Clímene, y dicen que Clímene era la madre de Homero.7​

    Y por último, el geógrafo lidio revela que no le agrada escribir sobre la época en que vivieron Homero y Hesíodo:

       Sobre la época de Hesíodo y de Homero, he indagado cuidadosamente y no me es agradable escribir sobre ello, porque conozco el afán de censura de otros, sobre todo de los que en mi tiempo se ocupan de la composición de poemas épicos.
       PAUSANIAS: op. cit. IX, 30, 3.

    Aunque ya en la época de la Grecia Clásica nada concreto y seguro se sabía de Homero, a partir del periodo helenístico empezaron a surgir biografías que recogían tradiciones muy diversas y a menudo datos de contenido fabuloso. En estos relatos se decía que antes de llamarse Homero se había llamado Meles, Melesígenes, Altes o Meón, y se daban datos muy diversos y con numerosas variantes acerca de su ascendencia.

    Hay una tradición que dice que la Pitia dio una respuesta al emperador Adriano acerca de la procedencia de Homero y de su ascendencia:

       Me preguntas por la ascendencia y la tierra patria de una inmortal sirena. Por su residencia es itacense; Telémaco es su padre y la nestórea Epicasta su madre, la que alumbró con mucho al varón más sabio de los mortales.8​

    INVESTIGACIÓN MODERNA

    Se considera que la mayor parte de las biografías de Homero que circularon en la Antigüedad no aportaban ningún dato seguro. Sin embargo, suele admitirse que el lugar de procedencia del poeta debió de ser la zona colonial jónica de Asia Menor, basándose en los rasgos lingüísticos de sus obras y en la fuerte tradición que lo hacía proceder de la zona.9​ El investigador Joachim Latacz sostiene que Homero pertenecía o estaba en permanente contacto con el entorno de la nobleza.10​ También persiste el debate sobre si Homero fue una persona real o bien el nombre dado a uno o más poetas orales que cantaban obras épicas tradicionales.

    OBRAS QUE LE FUERON ATRIBUIDAS

    Además de la Ilíada y la Odisea, a Homero se le atribuyeron otros poemas, como la épica menor cómica Batracomiomaquia (La guerra de las ranas y los ratones), el corpus de los himnos homéricos y varias otras obras perdidas o fragmentarias tales como Margites. Algunos autores antiguos le atribuían el Ciclo épico completo, que comprende más poemas sobre la Guerra de Troya así como epopeyas que narraban la vida de Edipo y guerras entre argivos y tebanos.

    Los historiadores modernos, sin embargo, suelen estar de acuerdo en que la Batracomiomaquia, el Margites, los himnos homéricos y los poemas cíclicos son posteriores a la Ilíada y a la Odisea.
    Imagen de Homero en Céncreas

    Una pintura del poeta griego Homero sobre un panel del templo de Isis en Céncreas, antiguo puerto de Corinto, 11​ donde su rostro refleja cierta severidad, ha sugerido que las imágenes bizantinas de Cristo pudieron haber sido ideadas a partir de dicha figura, en especial por la similitud de las fisonomía facial y también en cuanto a la postura del cuerpo que se representa en las mismas. 12​

    DATACIÓN (Testimonios antiguos)

    La mayor parte de la tradición sostenía que Homero había sido el primer poeta de la Antigua Grecia. Heródoto, que cita varios pasajes de la Ilíada y de la Odisea, dice que Homero vivió cuatrocientos años antes que él,13​ lo que situaría al poeta en torno al siglo IX a. C. Por otra parte, Helánico de Lesbos dijo que Homero había sido contemporáneo de la Guerra de Troya, y Eratóstenes sostenía que debió de vivir un siglo después. Otros autores antiguos consideraban que Homero era contemporáneo de Licurgo o de Arquíloco.

    También en la Antigüedad se discutía acerca de la relación cronológica entre Homero y Hesíodo. Jenófanes y Filócoro pertenecían al grupo de los autores que situaban a Homero con anterioridad a Hesíodo.14​ El Certamen de Homero y Hesíodo,15​ una obra muy tardía, suponía que eran contemporáneos entre sí. En cambio, Éforo, Lucio Accio14​ y la Crónica de Paros16​ decían que Hesíodo había sido anterior.

    Con anterioridad a Heródoto, hubo otros autores que citaron a Homero: Heráclito, Teágenes de Regio, Píndaro, Semónides y Jenófanes. Además, Heródoto recoge la noticia de que el tirano Clístenes había prohibido a los rapsodas competir en Sición a causa de los poemas homéricos, pues estos celebraban continuamente a Argos y a los argivos. Sin embargo, esta última alusión es posible que se refiriera al ciclo tebano y no a la Ilíada ni a la Odisea.

    CONT.


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Jue 4 Mar 2021 - 5:02, editado 1 vez


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    HOMERO (c.928 a.C.-?). Grecia Clásica. Empty Re: HOMERO (c.928 a.C.-?). Grecia Clásica.

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 8 Feb 2021 - 9:05

    HOMERO

    WIKIPEDIA. CONT.

    Redacción de los poemas homéricos en el siglo VIII a. C.

    La mayoría de los historiadores sitúa la figura de Homero en el siglo VIII a. C., aunque hay controversia acerca de la fecha en la que sus poemas se pusieron por escrito. El hallazgo de una inscripción relacionada con un pasaje de la Ilíada en una vasija de Isquia conocida como la Copa de Néstor, datada hacia el año 720 a. C., ha sido interpretada por algunos investigadores, entre ellos Joachim Latacz, como un claro indicio de que en aquella época la obra de Homero ya había sido consignada por escrito. Sin embargo, otros autores, como Alfred Heubeck17​ y Carlo Odo Pavese, niegan que de esa inscripción pueda extraerse tal conclusión. Algunos fragmentos de cerámica del siglo VII a. C. que representan un cíclope cegado por Odiseo suelen interpretarse como influidos directamente por la Odisea. Hay otras obras de poesía arcaica que han sido interpretadas como influidas por Homero, como un poema de Alceo de Mitilene que alude a la cólera de Aquiles y un poema de Estesícoro en el que Helena se dirige a Telémaco para anunciarle que Atenea ha dispuesto su regreso.
    Redacción de los poemas homéricos en el siglo VII a. C.

    Algunos investigadores defienden que los poemas homéricos fueron puestos por escrito en el siglo VII a. C. Arguyen que de la referencia que hay en la Ilíada a la ciudad de Tebas de Egipto se deduce que este pasaje fue escrito tras la conquista de esta ciudad por el rey asirio Asurbanipal. Además, algunos pasajes parecen referirse a tácticas hoplitas que se cree que tuvieron su origen en ese siglo. También se cita como indicio la referencia en la Odisea a la ciudad de Ismaro,18​ que estaba de actualidad en el siglo VII a. C. No creen que la redacción de los poemas fuera posterior, porque consideran que hay suficientes referencias iconográficas y literarias para sostener que antes del siglo VI a. C. ya se conocían los poemas homéricos por escrito.19​
    Redacción de los poemas homéricos en el siglo VI a. C.

    Hay una corriente de investigadores que sostiene, en cambio, la hipótesis de que los poemas homéricos se pusieron por escrito a partir del siglo VI a. C. Creen que las coincidencias de temas entre los poemas homéricos y otros fragmentos literarios o iconográficos anteriores solo indican que ambos bebieron de las mismas fuentes orales.

    Además, hay algunos testimonios antiguos, como un pasaje de Flavio Josefo, que defendían que Homero no había dejado escritos.20​ Ya a finales del siglo XVIII, algunos historiadores como Friedrich August Wolf consideraban que la primera redacción escrita de los poemas homéricos había sido en la época de Pisístrato, tirano de Atenas. Esta idea fue también defendida en el siglo XX por otros investigadores como Reinhold Merkelbach,21​ que también han situado la primera redacción escrita de los poemas homéricos en el siglo VI a. C. Esta postura es criticada por los defensores de la redacción escrita de los poemas en el siglo VIII, puesto que creen que supone confundir la composición escrita de los poemas con la manipulación que sufrieron al ser puestos por escrito en la época de Pisístrato. En contra de las tesis de Wolf ya se manifestó Ulrich von Wilamowitz, en un estudio realizado en 1884, en el que señalaba que la versión ateniense de los poemas homéricos se había impuesto a las demás.
    La cuestión homérica
    Artículo principal: Cuestión homérica

    Se denomina cuestión homérica a una serie de incógnitas planteadas en torno a los poemas homéricos. Dos de los interrogantes más debatidos son quién o quiénes fueron sus autores y de qué modo fueron elaborados.

    Los investigadores están generalmente de acuerdo en que la Ilíada y la Odisea sufrieron un proceso de fijación y refinamiento a partir de material más antiguo en el siglo VIII a. C. Un papel importante en esta fijación parece que correspondió al tirano ateniense Hiparco, quien reformó la recitación de la poesía homérica en la festividad Panatenea. Muchos clasicistas sostienen que esta reforma implicó la confección de una versión canónica escrita.
    Controversia en torno a la unidad de los poemas

    En la Antigüedad, durante el periodo helenístico, los filólogos alejandrinos Jenón y Helánico llegaron a la conclusión, a partir de las diferencias y contradicciones de todo tipo que hallaron entre la Ilíada y la Odisea, de que solo la primera de estas epopeyas fue compuesta por Homero, por lo que fueron llamados «corizontes» o «separadores». Su opinión fue rechazada por otros filólogos alejandrinos como Aristarco de Samotracia, Zenódoto de Éfeso y Aristófanes de Bizancio.22​

    En época moderna, la filología homérica ha mantenido diferentes puntos de vista que se han agrupado en distintas tendencias o escuelas:

    La escuela analítica ha tratado de demostrar la falta de unidad existente en los poemas homéricos. Fue iniciada por el abad François Hédelin23​ en su obra póstuma Conjeturas académicas, publicada en 1715, y, sobre todo, a partir de la obra Prolegomena ad Homerum (1795), de Friedrich August Wolf. Los analistas defienden la intervención de varias manos distintas en la elaboración de cada uno de los poemas homéricos, que además serían producto de la recopilación de pequeñas composiciones populares preexistentes.

    Posteriormente, una escuela denominada neoanalítica ha interpretado los poemas homéricos como resultado de la obra de un poeta a la vez recopilador y creador.24​

    Frente a ellos se halla un punto de vista unitario que sostiene que cada uno de los poemas homéricos tiene una concepción global y una inspiración creativa que impide que puedan ser resultado de una compilación de poemas menores.25​

    Por otro lado, el investigador clásico Richmond Lattimore26​ escribió un ensayo titulado Homero: ¿Quién era ella? (Homer: Who Was She?). Samuel Butler era más específico, y consideraba que una joven mujer siciliana habría sido la autora de la Odisea — pero no de la Ilíada —, idea con la que especularía Robert Graves en su novela La hija de Homero (Homer's Daughter).
    Modo en que fueron elaborados los poemas

    Es objeto de debate el modo en el que los poemas homéricos fueron elaborados y cuándo podrían haber tomado una forma escrita fija.

    La mayoría de los clasicistas está de acuerdo en que, independientemente de que hubiera un Homero individual o no, los poemas homéricos son el producto de una tradición oral transmitida durante varias generaciones, que era la herencia colectiva de muchos cantantes-poetas, aoidoi. Un análisis de la estructura y el vocabulario de ambas obras muestra que los poemas contienen frases repetidas regularmente, incluyendo la repetición de versos completos. Milman Parry y Albert Lord señalaron que una tradición oral tan elaborada, ajena a las culturas literarias actuales, es típica de la poesía épica en una cultura exclusivamente oral. Parry afirmó que los trozos de lenguaje repetitivo fueron heredados por el cantante-poeta de sus predecesores y eran útiles para el poeta al componer. Parry llamó «fórmulas» a estos trozos de lenguaje repetitivo.

    Sin embargo, hay una serie de investigadores (Wolfgang Schadewaldt, Vicenzo di Benedetto,27​ Keith Stanley, Wolfgang Kullmann) que defiende que los poemas homéricos fueron originalmente redactados por escrito. Como argumentos señalan la complejidad de la estructura de estos poemas, los reenvíos internos a pasajes que se encuentran situados a considerable distancia28​ y la creatividad en el uso de las fórmulas.29​

    La solución propuesta por algunos autores como Albert Lord y posteriormente por Minna Skafte Jensen30​ es la «hipótesis de la transcripción», en la que un «Homero» iletrado dicta su poema a un escriba en el siglo VI a. C. o antes.31​ Homeristas más radicales, como Gregory Nagy, sostienen que un texto canónico de los poemas homéricos como «escritura» no existió hasta el período helenístico.
    Geografía homérica

    Homero concebía un mundo que estaba completamente rodeado por Océano, el cual era considerado padre de todos los ríos, mares, fuentes y pozos.32​

    El estudio de las menciones geográficas en la Ilíada desvela que el autor conocía detalles muy precisos de la actual costa turca y, en particular, de Samotracia y del río Caístro, cerca de Éfeso. En cambio, las referencias a la península griega, con excepción de la pormenorizada enumeración de lugares del Catálogo de naves, son escasas y ambiguas. Todo esto indicaría que, de haber sido Homero una persona concreta, se trataría de un autor griego natural de la zona occidental de Asia Menor o de alguna de las islas próximas a ella.

    El citado Catálogo de naves, que es la enumeración de los ejércitos de la coalición aquea, recoge un total de 178 nombres de lugar agrupados en 29 contingentes distintos. Se trata de un catálogo del que muchos nombres de lugares ya no podían ser reconocidos por los geógrafos griegos posteriores a Homero, pero en el que no se ha podido demostrar ninguna localización errónea.33​

    En la Odisea, Homero menciona una serie de lugares en la parte que trata de las aventuras marinas de Odiseo de los que la mayoría de los historiadores sostiene que se trata de lugares puramente fabulosos, a pesar de que la tradición posterior trató de encontrar localizaciones precisas de ellos. En la Biblioteca mitológica de Apolodoro, se señala que:

    Odiseo, según dicen algunos, vagó errante por Libia, según otros por Sicilia y, según el resto, por el Océano o por el mar Tirreno.

    Otro aspecto controvertido de la geografía homérica ha sido la localización de la isla de Ítaca, patria de Odiseo, puesto que algunas de las descripciones de ella que aparecen en la Odisea no parecen corresponderse con la isla de Ítaca actual.
    Aspectos históricos de los poemas
    Artículo principal: Troya
    Rasgos de la sociedad descritos por Homero

    Homero describe una sociedad basada en el caudillaje; se trata de una sociedad guerrera en la que cada región tenía una autoridad suprema que habitualmente era hereditaria. Cada caudillo tenía un séquito personal formado por personas que guardaban un alto grado de lealtad. Disfrutaban de una serie de privilegios: las mejores partes en la distribución de botines y la propiedad de un dominio. Tenían una única esposa, pero podían tener numerosas concubinas, aunque hay un caso en el que Homero presenta una situación de poligamia: la del rey troyano Príamo. Las decisiones políticas eran discutidas en un consejo formado por el caudillo y los jefes locales y luego eran comunicadas en la asamblea del pueblo. Los caudillos también tenían la función de presidir los sacrificios ofrecidos a los dioses.

    Homero describe un tribunal de justicia que juzgaba los delitos, aunque a veces las familias de los implicados podían llegar a un acuerdo privado que sirviera como compensación por el delito cometido, incluso en caso de homicidio.

    En las relaciones exteriores era importante la hospitalidad, que era una relación en la que los caudillos estaban obligados a ofrecerse mutuamente alojamiento y ayuda cuando uno de ellos o un embajador suyo viajara al territorio del otro.

    Entre los hombres libres citados se encuentran los thètes o siervos, que eran trabajadores libres cuya supervivencia dependía de un escaso salario. También se nombran los demiurgos, que eran profesionales que tenían una función pública, tales como artesanos, heraldos, adivinos, médicos y aedos.

    La esclavitud también era práctica aceptada en la sociedad descrita por Homero. Los esclavos solían tomarse entre prisioneros de guerra, o bien en expediciones de pillaje. Se citan ejemplos de compraventa de esclavos y de personas que ya habían nacido siendo esclavas. Los amos a veces recompensaban a sus esclavos concediéndoles tierras o una casa. Se cita la posibilidad de que una esclava pudiera acabar convirtiéndose en la legítima esposa de su señor.

    En cuanto a los valores éticos descritos, se incluyen el honrar debidamente a los dioses, respetar a mujeres, ancianos, mendigos y suplicantes extranjeros y no deshonrar el cadáver de un enemigo muerto. La incineración es el uso funerario que aparece en los poemas homéricos.

    La religión era politeísta. Los dioses tenían características antropomórficas y decidían el destino de los mortales. Se realizaban numerosos ritos tales como sacrificios y plegarias para tratar de conseguir su ayuda y su protección.

    Aunque se conocía el hierro, las armas, en su mayor parte, eran de bronce. Homero describe también el uso del carro de guerra como medio de transporte empleado por los caudillos durante las batallas.
    Controversia sobre los aspectos históricos descritos
    Véase también: Historicidad de la Ilíada

    Desde el siglo VI a. C., Hecateo de Mileto y otros pensadores debatieron acerca del trasfondo histórico de los poemas cantados por Homero. Los comentarios escritos sobre ellos en el período helenístico exploraron las inconsistencias textuales de los poemas.

    Las excavaciones realizadas por Heinrich Schliemann a finales del siglo XIX, así como el estudio de documentos de los archivos reales del Imperio Hitita comenzaron a convencer a los investigadores de que podía haber un fundamento histórico en la Guerra de Troya. Sin embargo, aunque la identidad de Troya como escenario histórico cuenta con el acuerdo de la mayoría de los investigadores, no se ha podido demostrar que se emprendiera contra la ciudad una expedición de guerra comandada por atacantes micénicos.

    La investigación (encabezada por los antes mencionados Parry y Lord) de las épicas orales en idioma croata, montenegrino, bosnio, serbio y en lenguas turcas demostró que largos poemas podían ser preservados con consistencia por culturas orales hasta que alguien se tomase la molestia de ponerlos por escrito. El desciframiento del lineal B en los años 50 por Michael Ventris y otros constató una continuidad lingüística entre la lengua notada por la escritura micénica del siglo XIII a. C. y la lengua de los poemas atribuidos a Homero.

    Por otra parte, la cuestión de saber a qué época histórica se pueden referir los testimonios de Homero y en qué medida pueden ser usados como fuentes históricas ha constituido el objeto de un largo debate, que se encuentra lejos de haber concluido. Algunos estudiosos como John Chadwick sostenían que la Grecia descrita por Homero no se parecía ni a la de su época ni a la de los cuatro siglos anteriores, mientras que Luigia Achillea Stella34​ señala que hay un importante legado micénico en los poemas homéricos. Joachim Latacz insiste en que el Catálogo de naves del canto II de la Ilíada recoge la situación de la época del siglo XIII a. C., es decir, de la civilización micénica.

    En cambio, Moses I. Finley arguye que lo descrito por Homero no era ni el mundo micénico ni su propia época, sino la Edad Oscura de los siglos X y IX a. C., en todo caso una época anterior al desarrollo de las polis en el siglo VIII.35​

    Los descubrimientos arqueológicos han aportado ciertos elementos desaparecidos con la caída de dicha civilización, pero cuyo recuerdo (topónimos, objetos, costumbres, etc.) guardó Homero. De gran insignificancia, comparado con lo que Homero olvida decir del mundo micénico en el ámbito de las instituciones y de los acontecimientos, aunque los poemas homéricos pretendan ser una descripción de ese mundo desaparecido.36​

    Por otro lado, según los datos aportados por las tablillas micénicas en lineal B, se da concordancia entre muchas de las armas nombradas en los poemas homéricos y armas de la época micénica. El desciframiento de dichas tabillas ha puesto de manifiesto la diferencia entre el mundo micénico y la sociedad homérica. Los palacios micénicos, con su minuciosa burocracia, eran muy diferentes de los de los reyes homéricos, que tienen una organización mucho menos compleja y en los que no se da la escritura.37​

    Homero solo alude en una ocasión a los dorios y no nombra la migración griega a Asia Menor durante la Edad Oscura.

    Lo anterior ha sido esquematizado por Michel Austin y Pierre Vidal-Naquet, afirmando que

    existen tres niveles históricos en Homero: el mundo micénico que el poeta trata de evocar, la Edad Oscura y la época en la que vivió; y no siempre resultará fácil distinguir con claridad lo que pertenece a uno o a otro nivel.38​

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    HOMERO (c.928 a.C.-?). Grecia Clásica. Empty HOMERO I ( Introducción. LA ILIADA)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 8 Feb 2021 - 9:05

    HOMERO

    WIKIPEDIA. CONT.

    Redacción de los poemas homéricos en el siglo VIII a. C.

    La mayoría de los historiadores sitúa la figura de Homero en el siglo VIII a. C., aunque hay controversia acerca de la fecha en la que sus poemas se pusieron por escrito. El hallazgo de una inscripción relacionada con un pasaje de la Ilíada en una vasija de Isquia conocida como la Copa de Néstor, datada hacia el año 720 a. C., ha sido interpretada por algunos investigadores, entre ellos Joachim Latacz, como un claro indicio de que en aquella época la obra de Homero ya había sido consignada por escrito. Sin embargo, otros autores, como Alfred Heubeck17​ y Carlo Odo Pavese, niegan que de esa inscripción pueda extraerse tal conclusión. Algunos fragmentos de cerámica del siglo VII a. C. que representan un cíclope cegado por Odiseo suelen interpretarse como influidos directamente por la Odisea. Hay otras obras de poesía arcaica que han sido interpretadas como influidas por Homero, como un poema de Alceo de Mitilene que alude a la cólera de Aquiles y un poema de Estesícoro en el que Helena se dirige a Telémaco para anunciarle que Atenea ha dispuesto su regreso.
    Redacción de los poemas homéricos en el siglo VII a. C.

    Algunos investigadores defienden que los poemas homéricos fueron puestos por escrito en el siglo VII a. C. Arguyen que de la referencia que hay en la Ilíada a la ciudad de Tebas de Egipto se deduce que este pasaje fue escrito tras la conquista de esta ciudad por el rey asirio Asurbanipal. Además, algunos pasajes parecen referirse a tácticas hoplitas que se cree que tuvieron su origen en ese siglo. También se cita como indicio la referencia en la Odisea a la ciudad de Ismaro,18​ que estaba de actualidad en el siglo VII a. C. No creen que la redacción de los poemas fuera posterior, porque consideran que hay suficientes referencias iconográficas y literarias para sostener que antes del siglo VI a. C. ya se conocían los poemas homéricos por escrito.19​
    Redacción de los poemas homéricos en el siglo VI a. C.

    Hay una corriente de investigadores que sostiene, en cambio, la hipótesis de que los poemas homéricos se pusieron por escrito a partir del siglo VI a. C. Creen que las coincidencias de temas entre los poemas homéricos y otros fragmentos literarios o iconográficos anteriores solo indican que ambos bebieron de las mismas fuentes orales.

    Además, hay algunos testimonios antiguos, como un pasaje de Flavio Josefo, que defendían que Homero no había dejado escritos.20​ Ya a finales del siglo XVIII, algunos historiadores como Friedrich August Wolf consideraban que la primera redacción escrita de los poemas homéricos había sido en la época de Pisístrato, tirano de Atenas. Esta idea fue también defendida en el siglo XX por otros investigadores como Reinhold Merkelbach,21​ que también han situado la primera redacción escrita de los poemas homéricos en el siglo VI a. C. Esta postura es criticada por los defensores de la redacción escrita de los poemas en el siglo VIII, puesto que creen que supone confundir la composición escrita de los poemas con la manipulación que sufrieron al ser puestos por escrito en la época de Pisístrato. En contra de las tesis de Wolf ya se manifestó Ulrich von Wilamowitz, en un estudio realizado en 1884, en el que señalaba que la versión ateniense de los poemas homéricos se había impuesto a las demás.
    La cuestión homérica
    Artículo principal: Cuestión homérica

    Se denomina cuestión homérica a una serie de incógnitas planteadas en torno a los poemas homéricos. Dos de los interrogantes más debatidos son quién o quiénes fueron sus autores y de qué modo fueron elaborados.

    Los investigadores están generalmente de acuerdo en que la Ilíada y la Odisea sufrieron un proceso de fijación y refinamiento a partir de material más antiguo en el siglo VIII a. C. Un papel importante en esta fijación parece que correspondió al tirano ateniense Hiparco, quien reformó la recitación de la poesía homérica en la festividad Panatenea. Muchos clasicistas sostienen que esta reforma implicó la confección de una versión canónica escrita.
    Controversia en torno a la unidad de los poemas

    En la Antigüedad, durante el periodo helenístico, los filólogos alejandrinos Jenón y Helánico llegaron a la conclusión, a partir de las diferencias y contradicciones de todo tipo que hallaron entre la Ilíada y la Odisea, de que solo la primera de estas epopeyas fue compuesta por Homero, por lo que fueron llamados «corizontes» o «separadores». Su opinión fue rechazada por otros filólogos alejandrinos como Aristarco de Samotracia, Zenódoto de Éfeso y Aristófanes de Bizancio.22​

    En época moderna, la filología homérica ha mantenido diferentes puntos de vista que se han agrupado en distintas tendencias o escuelas:

    La escuela analítica ha tratado de demostrar la falta de unidad existente en los poemas homéricos. Fue iniciada por el abad François Hédelin23​ en su obra póstuma Conjeturas académicas, publicada en 1715, y, sobre todo, a partir de la obra Prolegomena ad Homerum (1795), de Friedrich August Wolf. Los analistas defienden la intervención de varias manos distintas en la elaboración de cada uno de los poemas homéricos, que además serían producto de la recopilación de pequeñas composiciones populares preexistentes.

    Posteriormente, una escuela denominada neoanalítica ha interpretado los poemas homéricos como resultado de la obra de un poeta a la vez recopilador y creador.24​

    Frente a ellos se halla un punto de vista unitario que sostiene que cada uno de los poemas homéricos tiene una concepción global y una inspiración creativa que impide que puedan ser resultado de una compilación de poemas menores.25​

    Por otro lado, el investigador clásico Richmond Lattimore26​ escribió un ensayo titulado Homero: ¿Quién era ella? (Homer: Who Was She?). Samuel Butler era más específico, y consideraba que una joven mujer siciliana habría sido la autora de la Odisea — pero no de la Ilíada —, idea con la que especularía Robert Graves en su novela La hija de Homero (Homer's Daughter).
    Modo en que fueron elaborados los poemas

    Es objeto de debate el modo en el que los poemas homéricos fueron elaborados y cuándo podrían haber tomado una forma escrita fija.

    La mayoría de los clasicistas está de acuerdo en que, independientemente de que hubiera un Homero individual o no, los poemas homéricos son el producto de una tradición oral transmitida durante varias generaciones, que era la herencia colectiva de muchos cantantes-poetas, aoidoi. Un análisis de la estructura y el vocabulario de ambas obras muestra que los poemas contienen frases repetidas regularmente, incluyendo la repetición de versos completos. Milman Parry y Albert Lord señalaron que una tradición oral tan elaborada, ajena a las culturas literarias actuales, es típica de la poesía épica en una cultura exclusivamente oral. Parry afirmó que los trozos de lenguaje repetitivo fueron heredados por el cantante-poeta de sus predecesores y eran útiles para el poeta al componer. Parry llamó «fórmulas» a estos trozos de lenguaje repetitivo.

    Sin embargo, hay una serie de investigadores (Wolfgang Schadewaldt, Vicenzo di Benedetto,27​ Keith Stanley, Wolfgang Kullmann) que defiende que los poemas homéricos fueron originalmente redactados por escrito. Como argumentos señalan la complejidad de la estructura de estos poemas, los reenvíos internos a pasajes que se encuentran situados a considerable distancia28​ y la creatividad en el uso de las fórmulas.29​

    La solución propuesta por algunos autores como Albert Lord y posteriormente por Minna Skafte Jensen30​ es la «hipótesis de la transcripción», en la que un «Homero» iletrado dicta su poema a un escriba en el siglo VI a. C. o antes.31​ Homeristas más radicales, como Gregory Nagy, sostienen que un texto canónico de los poemas homéricos como «escritura» no existió hasta el período helenístico.
    Geografía homérica

    Homero concebía un mundo que estaba completamente rodeado por Océano, el cual era considerado padre de todos los ríos, mares, fuentes y pozos.32​

    El estudio de las menciones geográficas en la Ilíada desvela que el autor conocía detalles muy precisos de la actual costa turca y, en particular, de Samotracia y del río Caístro, cerca de Éfeso. En cambio, las referencias a la península griega, con excepción de la pormenorizada enumeración de lugares del Catálogo de naves, son escasas y ambiguas. Todo esto indicaría que, de haber sido Homero una persona concreta, se trataría de un autor griego natural de la zona occidental de Asia Menor o de alguna de las islas próximas a ella.

    El citado Catálogo de naves, que es la enumeración de los ejércitos de la coalición aquea, recoge un total de 178 nombres de lugar agrupados en 29 contingentes distintos. Se trata de un catálogo del que muchos nombres de lugares ya no podían ser reconocidos por los geógrafos griegos posteriores a Homero, pero en el que no se ha podido demostrar ninguna localización errónea.33​

    En la Odisea, Homero menciona una serie de lugares en la parte que trata de las aventuras marinas de Odiseo de los que la mayoría de los historiadores sostiene que se trata de lugares puramente fabulosos, a pesar de que la tradición posterior trató de encontrar localizaciones precisas de ellos. En la Biblioteca mitológica de Apolodoro, se señala que:

       Odiseo, según dicen algunos, vagó errante por Libia, según otros por Sicilia y, según el resto, por el Océano o por el mar Tirreno.

    Otro aspecto controvertido de la geografía homérica ha sido la localización de la isla de Ítaca, patria de Odiseo, puesto que algunas de las descripciones de ella que aparecen en la Odisea no parecen corresponderse con la isla de Ítaca actual.
    Aspectos históricos de los poemas
    Artículo principal: Troya
    Rasgos de la sociedad descritos por Homero

    Homero describe una sociedad basada en el caudillaje; se trata de una sociedad guerrera en la que cada región tenía una autoridad suprema que habitualmente era hereditaria. Cada caudillo tenía un séquito personal formado por personas que guardaban un alto grado de lealtad. Disfrutaban de una serie de privilegios: las mejores partes en la distribución de botines y la propiedad de un dominio. Tenían una única esposa, pero podían tener numerosas concubinas, aunque hay un caso en el que Homero presenta una situación de poligamia: la del rey troyano Príamo. Las decisiones políticas eran discutidas en un consejo formado por el caudillo y los jefes locales y luego eran comunicadas en la asamblea del pueblo. Los caudillos también tenían la función de presidir los sacrificios ofrecidos a los dioses.

    Homero describe un tribunal de justicia que juzgaba los delitos, aunque a veces las familias de los implicados podían llegar a un acuerdo privado que sirviera como compensación por el delito cometido, incluso en caso de homicidio.

    En las relaciones exteriores era importante la hospitalidad, que era una relación en la que los caudillos estaban obligados a ofrecerse mutuamente alojamiento y ayuda cuando uno de ellos o un embajador suyo viajara al territorio del otro.

    Entre los hombres libres citados se encuentran los thètes o siervos, que eran trabajadores libres cuya supervivencia dependía de un escaso salario. También se nombran los demiurgos, que eran profesionales que tenían una función pública, tales como artesanos, heraldos, adivinos, médicos y aedos.

    La esclavitud también era práctica aceptada en la sociedad descrita por Homero. Los esclavos solían tomarse entre prisioneros de guerra, o bien en expediciones de pillaje. Se citan ejemplos de compraventa de esclavos y de personas que ya habían nacido siendo esclavas. Los amos a veces recompensaban a sus esclavos concediéndoles tierras o una casa. Se cita la posibilidad de que una esclava pudiera acabar convirtiéndose en la legítima esposa de su señor.

    En cuanto a los valores éticos descritos, se incluyen el honrar debidamente a los dioses, respetar a mujeres, ancianos, mendigos y suplicantes extranjeros y no deshonrar el cadáver de un enemigo muerto. La incineración es el uso funerario que aparece en los poemas homéricos.

    La religión era politeísta. Los dioses tenían características antropomórficas y decidían el destino de los mortales. Se realizaban numerosos ritos tales como sacrificios y plegarias para tratar de conseguir su ayuda y su protección.

    Aunque se conocía el hierro, las armas, en su mayor parte, eran de bronce. Homero describe también el uso del carro de guerra como medio de transporte empleado por los caudillos durante las batallas.
    Controversia sobre los aspectos históricos descritos
    Véase también: Historicidad de la Ilíada

    Desde el siglo VI a. C., Hecateo de Mileto y otros pensadores debatieron acerca del trasfondo histórico de los poemas cantados por Homero. Los comentarios escritos sobre ellos en el período helenístico exploraron las inconsistencias textuales de los poemas.

    Las excavaciones realizadas por Heinrich Schliemann a finales del siglo XIX, así como el estudio de documentos de los archivos reales del Imperio Hitita comenzaron a convencer a los investigadores de que podía haber un fundamento histórico en la Guerra de Troya. Sin embargo, aunque la identidad de Troya como escenario histórico cuenta con el acuerdo de la mayoría de los investigadores, no se ha podido demostrar que se emprendiera contra la ciudad una expedición de guerra comandada por atacantes micénicos.

    La investigación (encabezada por los antes mencionados Parry y Lord) de las épicas orales en idioma croata, montenegrino, bosnio, serbio y en lenguas turcas demostró que largos poemas podían ser preservados con consistencia por culturas orales hasta que alguien se tomase la molestia de ponerlos por escrito. El desciframiento del lineal B en los años 50 por Michael Ventris y otros constató una continuidad lingüística entre la lengua notada por la escritura micénica del siglo XIII a. C. y la lengua de los poemas atribuidos a Homero.

    Por otra parte, la cuestión de saber a qué época histórica se pueden referir los testimonios de Homero y en qué medida pueden ser usados como fuentes históricas ha constituido el objeto de un largo debate, que se encuentra lejos de haber concluido. Algunos estudiosos como John Chadwick sostenían que la Grecia descrita por Homero no se parecía ni a la de su época ni a la de los cuatro siglos anteriores, mientras que Luigia Achillea Stella34​ señala que hay un importante legado micénico en los poemas homéricos. Joachim Latacz insiste en que el Catálogo de naves del canto II de la Ilíada recoge la situación de la época del siglo XIII a. C., es decir, de la civilización micénica.

    En cambio, Moses I. Finley arguye que lo descrito por Homero no era ni el mundo micénico ni su propia época, sino la Edad Oscura de los siglos X y IX a. C., en todo caso una época anterior al desarrollo de las polis en el siglo VIII.35​

    Los descubrimientos arqueológicos han aportado ciertos elementos desaparecidos con la caída de dicha civilización, pero cuyo recuerdo (topónimos, objetos, costumbres, etc.) guardó Homero. De gran insignificancia, comparado con lo que Homero olvida decir del mundo micénico en el ámbito de las instituciones y de los acontecimientos, aunque los poemas homéricos pretendan ser una descripción de ese mundo desaparecido.36​

    Por otro lado, según los datos aportados por las tablillas micénicas en lineal B, se da concordancia entre muchas de las armas nombradas en los poemas homéricos y armas de la época micénica. El desciframiento de dichas tabillas ha puesto de manifiesto la diferencia entre el mundo micénico y la sociedad homérica. Los palacios micénicos, con su minuciosa burocracia, eran muy diferentes de los de los reyes homéricos, que tienen una organización mucho menos compleja y en los que no se da la escritura.37​

    Homero solo alude en una ocasión a los dorios y no nombra la migración griega a Asia Menor durante la Edad Oscura.

    Lo anterior ha sido esquematizado por Michel Austin y Pierre Vidal-Naquet, afirmando que

       existen tres niveles históricos en Homero: el mundo micénico que el poeta trata de evocar, la Edad Oscura y la época en la que vivió; y no siempre resultará fácil distinguir con claridad lo que pertenece a uno o a otro nivel.38​

    CONT.


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Jue 22 Abr 2021 - 5:43, editado 1 vez


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 8 Feb 2021 - 9:09

    HOMERO

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    Se llama lengua o dialecto homérico a la variante de la lengua griega utilizada en la Ilíada y la Odisea, adoptada en cierta medida en la tragedia y la lírica griega posterior. Es un lenguaje únicamente literario, arcaico ya en el siglo VII a. C., y más todavía en el siglo VI. Tal artificialidad se ajustaba a una propuesta fundamental de la epopeya, es decir, la de una ruptura con lo cotidiano. Mucho después de muerto Homero, los autores griegos aún se valían de los «homerismos» para darles a sus obras un aire de grandeza.

    Las razones de la utilización de esta lengua obedecen a motivos sociales, ya que estas obras serían dirigidas en principio a un público aristocrático y culto, y a motivos de estilo, ya que el verso hexámetro dactílico con que se componían los poemas épicos era muy rígido y se necesitaban variantes de la misma palabra que cupieran en las diferentes partes del verso. A veces la métrica del hexámetro dactílico permite encontrar tanto la forma inicial como explicar ciertos giros. Por ejemplo, es el caso de la digamma (Ϝ), fonema desaparecido desde el primer milenio a. C., aunque utilizado por Homero en cuestiones de silabación, incluso si no era escrito ni pronunciado. Así, en el verso 108 del Canto I de la Ilíada:

    ἐσθλὸν δ’ οὔτέ τί πω [Ϝ]εἶπες [Ϝ]έπος οὔτ’ ἐτέλεσσας

    el empleo concurrente de dos genitivos, el arcaico en -οιο y el moderno en -ου, o incluso dos dativos plurales (-οισι y -οις) muestran que el aedo podía alternar a su voluntad:

    la lengua homérica era una mezcla de formas de épocas diversas, que nunca fueron empleadas juntas y cuya combinación resulta de una libertad puramente literaria.
    ROMILLY, Jacqueline de

    Más aún, la lengua homérica combina diferentes dialectos.39​ Se pueden descartar los aticismos, transformaciones encontradas cuando se plasmó el texto. Quedaron dos grandes dialectos, el jónico y el eolio, cuyas particularidades son manifiestas para el lector: por ejemplo, el jónico utiliza una êta (η) allí donde el jónico-ático utiliza una alfa larga (ᾱ), de ahí los nombres «Athéné» o «Héré», en lugar de los clásicos «Athéna » y «Héra». Esta «coexistencia irreductible» de los dos dialectos, según la expresión de Pierre Chantraine, puede explicarse de diversas maneras:

    composición en eólico, que después pasó al jónico
    composición en una región donde ambos dialectos son utilizados por igual
    libre elección del aedo, como para la mezcla de formas de épocas diferentes, a menudo a causa de la métrica.

    Varía el griego homérico del clásico en la morfología de las palabras, en varias formas de declinación y flexión del nombre y del verbo, y en el vocabulario. La lengua homérica tiene una base de dialecto jonio, formas del dialecto eolio y de otros, formas tanto arcaicas como más modernas, y otras nuevas.

    Algunos ejemplos de usos dialectales:

    Del jonio

    Pérdida total de digamma.
    Uso de -ν eufónica.
    Preposiciones sin apocopar y uso de preposiciones jonias como πρóς.
    Tercera persona de plural en -σαν.
    Genitivo «moderno» (clásico) en -ου.

    Del eolio

    Vocalización de digamma.
    Relativos con geminada, como óππος.
    Preverbios apocopados.
    Dativos en -εσσι atemáticos40​ fuera de la declinación en -σ-.
    Aoristos en -σσ-.

    Del ático

    Presencia del espíritu áspero.
    Partícula -μην.
    Dativos en -ει (jonio -ι).

    Coincidencias con el micénico

    Genitivo en -οιο.
    τε usada como adverbio (no como partícula).

    La épica tenía además sus propios usos de la lengua para expresarse:

    La tmesis o corte del preverbio y el verbo pudiendo existir otra palabra en medio. Podría deberse a que en la época en que se compusieron los poemas aún no se utilizaban unidos.
    El uso facultativo del aumento verbal.41​
    La digamma desaparece en la escritura y en la dicción, pero se puede detectar al no producirse crasis inevitables en otros contextos. Influye en el recuento métrico aunque no se vea.
    Una licencia poética que consiste en la diéctasis.42​

    Influencia de la épica homérica en la literatura griega posterior

    La épica homérica era tan apreciada entre los griegos que fue la herramienta de enseñanza utilizada entre ellos. Además sus versos eran memorizados y repetidos constantemente aunque la gente fuera iletrada, por ello fueron muy conocidos en casi todas las etapas de la historia griega desde la composición de los poemas. La influencia que tuvieron, por su importancia, en otros géneros literarios contemporáneos o posteriores es fácilmente rastreable en la lírica y el teatro griegos.

    La vinculación de la lírica a la épica es evidente en temas, influencia de vocabulario «épico» («homerismos», arcaísmos conservados por Homero, palabras muy técnicas sobre la guerra, etc.), las fórmulas homéricas, los epítetos tradicionales, muchas escenas épicas (aumentadas, cambiadas o satirizadas para dar cuenta de la originalidad del poeta lírico).

    Las composiciones de ambos géneros se cantaban ante un público, aunque con funciones diferentes: la épica narraba hechos heroicos del pasado al son de la lira con una lengua elevada y culta; la lírica criticaba, celebraba, veneraba etc. al son de la flauta o de la lira.

    En sus orígenes los versos épicos eran compuestos y cantados por los mismos autores. Con el tiempo se va separando el autor del ejecutante.43​ En la épica queda un corpus cerrado interpretado por un rapsoda que se limita a ponerlo en ejecución. En la lírica también ocurre, aunque existen «poietés» líricos que componen y que insertan su nombre en las obras conscientes de su autoría, para que quien interprete sus poemas hable de él. El autor de épica podía componer lírica, aunque es una circunstancia especial (en la épica hay pasajes que bien podrían identificarse con monodias líricas mencionadas a la manera de la épica).

    Las obras de ambos se recitaron en banquetes y fiestas. Se fijaron para ello los poemas por escrito.

    Sin embargo, el yambo es una parte de la lírica relativamente poco afectada por la épica. Cierto es que se recitaba ante público, pero por lo demás podríamos decir que el yambo es anti-épico. Los temas de la épica muchas veces aparecen totalmente parodiados, su lenguaje no es en absoluto elevado sino completamente contrario, y el autor se manifiesta y da datos de sí mismo: el objetivo del yambo es escarnecer a otra persona y contar historias realistas de personajes absolutamente antiheróicos.
    Véase también

    Troya
    Ilíada
    Historicidad de la Ilíada
    Odisea
    Himnos homéricos
    Batracomiomaquia
    Cuestión homérica

    Bibliografía

    ALSINA, José (1991). Teoría literaria griega. Madrid:Gredos. ISBN 84-249-1457-0.
    CARLIER, Pierre (2005). Homero. Madrid: Akal. ISBN 978-84-460-2151-3.44​
    CRESPO, Emilio (1982). Ilíada. Madrid: Gredos. ISBN 84-249-1446-5.
    DALBY, Andrew (2008). La reinvención de Homero. Madrid: Gredos. ISBN 978-84-249-3574-0.45​
    GARCÍA GUAL, Carlos (2004). La Odisea. Madrid: Alianza. ISBN 84-206-7750-7.
    LATACZ, Joachim (2003). Troya y Homero. Barcelona: Destino.
    POMEROY, Sarah B.; BURSTEIN, Stanley M.; DONLAN, Walter; TOLBERT ROBERTS, Jennifer (2001). La Antigua Grecia. Barcelona: Crítica. ISBN 84-8432-302-1.46​
    RODRÍGUEZ ADRADOS Francisco; FERNÁNDEZ-GALIANO, Manuel; GIL, Luis; LASSO DE LA VEGA, J. S. (1984). Introducción a Homero. Madrid: Labor Editorial.
    RUIPÉREZ SÁNCHEZ, Martin (1965). Nueva Antología de la «Ilíada» y la «Odisea». Madrid: CSIC (reeditado en Ediciones Clásicas).
    SIGNES CODOÑER, Juan (2004). Escritura y literatura en la Grecia arcaica. Madrid: Akal. ISBN 84-460-1748-2.47​
    WERNHER, Gretel; Páramo, Jorge (1995). Micenas y Homero (A propósito de Ilíada XV 187-193). Santafé de Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.

    Notas y referencias

    Véase «Canon occidental».
    « En griego antiguo: «τυφλὸς ἀνήρ, οἰκεῖ δὲ Χίῳ ἔνι παιπαλοέσσῃ», verso 172. El himno está datado entre mediados del siglo VII y principios del VI a. C.
    Iliada, VI, 146; citado por Simónides, Kirk, p. 2.
    Luciano de Samósata: Historia verdadera o Sobre la muerte de Peregrino II, 20.
    Clímene y Temisto son ejemplos de la utilización de nombres de mujeres en tiempos míticos e históricos.
    Se sobrentiende que hace referencia a la ciudad de Salamina de Chipre.
    Es presumible que dicha estatua sea la que reprodujo en el relieve de la Apoteosis de Homero el escultor Arquelao de Priene. Cf. la edición de Hitzig-Blümner, III, 2, pág. 749.
    Copia en molde de yeso, conservada en el Museo de Arte Clásico de Hostinné, del relieve Apoteosis de Homero, conservado este en el Museo Británico.

    Hermann Hifzig (1843 - 1918): filólogo clásico suizo.
    Hugo Blümner (1844 - 1919): arqueólogo y filólogo clásico alemán.

    Certamen de Homero y Hesíodo, 37, según la traducción de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Díez. Madrid: Gredos, 2000. ISBN 84-249-2462-2.

    Certamen de Homero y Hesíodo.
    Texto bilingüe griego - inglés.

    Joachim Latacz: Troya y Homero, pág. 212.
    Michael Siebler: La Guerra de Troya. Mito y realidad, pág. 97.

    Michael Siebler (n. 1956): arqueólogo clásico y periodista alemán.

    Pausanias. II. p. 2.3.
    Levi, Peter (1993). «Renacimientos postclásicos». En Julian Viñuales, ed. Grecia cuna de occidente Vol. II. Folio. p. 207. ISBN 8475833594.
    Heródoto: Historias II, 53.
    Aulo Gelio, Noches áticas III,11.
    Sobre la obra La competición entre Homero y Hesíodo, en inglés; facsímil de la ed. de 1914 de H.G. Evelyn-White, en el sitio del Internet Archive.

    La competición entre Homero y Hesíodo: texto bilingüe griego - inglés, en la misma obra.

    La Crónica de Paros (A 28-29) ubica el florecimiento de Homero en una fecha que equivale al 906/905 a. C., y sitúa el de Hesíodo aproximadamente una generación antes.
    Alfred Heubeck (1914 - 1987): filólogo clásico alemán.
    Véase «Cícones».
    Andrew Dalby (n. 1947; miembro del Chartered Institute of Linguists; lingüista, traductor e historiador británico): La reinvención de Homero, pp. 187-189.
    Flavio Josefo: Contra Apión, 1, 12.
    Reinhold Merkelbach (1918 - 2006): filólogo clásico alemán.
    López Eire, Antonio (2005). «Introducción». Odisea (36ª edición). Madrid: Espasa. pp. 14-15. ISBN 84-239-1870-X.
    François Hédelin (1604 - 1676), abbé d'Aubignac: dramaturgo francés, teórico del teatro.
    Luis García Iglesias: Los orígenes del pueblo griego, pág. 245.
    Antonio López Eire: Introducción a la Odisea. Editorial Espasa-Calpe. ISBN 84-239-1870-X.
    Richmond Lattimore (1906 - 1984): poeta y clasicista estadounidense, traductor de la Ilíada y la Odisea.
    Vicenzo di Benedetto (1934 - 2013): filólogo clásico italiano.
    Véanse «Prolepsis», «Analepsis» y «Racconto».
    Juan Signes Codoñer: Escritura y literatura en la Grecia arcaica, pág. 143.
    Minna Skafte Jensen (n. 1937): clasicista danesa.
    Juan Signes Codoñer: Escritura y literatura en la Grecia arcaica, pp. 165-166.
    Ilíada, XIV, 200; XVIII, 606; XXI, 196.
    Joachim Latacz: Troya y Homero, página 303. Barcelona, 2003; E. Visser: Homers Katalog der Schiffe, Sttutgart/Leipzig 1997

    Edzard Visser (n. 1954): filólogo clásico alemán.

    Luigia Achillea Stella (1904 - 1998): filóloga italiana.
    Finley, Moses I. (1980). El mundo de Odiseo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. p. 46. ISBN 84-7509-395-7.
    AUSTIN, Michel; VIDAL-NIQUET, Pierre (1986 [1ª ed.]). Economía y sociedad en la antigua Grecia. Buenos Aires: Paidós Ibérica. pp. p . 46. ISBN 84-7509-395-7.
    Vidal-Naquet, Pierre: Homére et le monde mycénien, á propos d'un livre et d'une polémique ancienne (Homero y el mundo micénico, en torno a un libro y a una vieja polémica), Annales, 18, París, 1963, pp. 703-719.
    AUSTIN, Michel; VIDAL-NIQUET, Pierre (1986 [1ª ed.]). Economía y sociedad en la antigua Grecia. Buenos Aires:Paidós Ibérica. p. 47. ISBN 84-7509-395-7.
    Véase también el apartado «Lenguas antiguas» del artículo «Lenguas griegas».
    Ajenos al tema.
    Sobre el aumento, en el sitio Agrega.
    Diéctasis: conservación artificial del hiato entre dos vocales con el mismo timbre que si hubiera diptongo.

    Definición dada en un apéndice de una obra sobre la lengua de Homero publicada por InterClFassica, de la Universidad de Murcia.
    Texto en PDF, en el sitio de InterClassica; v. pág. 199: Apéndice III: La lengua homérica.

    Véanse «Aedo» y «Rapsoda».
    Pierre Carlier (1949 - 2011): historiador francés.
    Andrew Dalby (n. 1947): lingüista inglés.
    Sarah B. Pomeroy (n. 1938): historiadora estadounidense; Stanley Mayer Burstein (n. 1941): historiador estadounidense.

    Véase «Época arcaica».

    Enlaces externos

    Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Homero.
    Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Homero.
    Wikisource contiene obras originales de o sobre Homero.
    Obras de Homero en español en el Proyecto Gutenberg.
    Textos en griego en Wikisource.

    PIERRON, Pierre Alexis: Historia de la literatura griega (Histoire de la littérature grecque, 1850).
    Entrada de «Homero» (Homère): texto francés en el sitio de Philippe Remacle. Ed. de Hachette, 1875.
    Philippe Remacle (1944 – 2011): helenista y latinista belga de expresión francesa.

    Homero en el sitio de la Bibliotheca Augustana (Augsburgo).

    Vida de Homero o Sobre el origen y la vida de Homero (Βίος Ὁμήρουo Περὶ τῆς τοῦ Ὁμήρου γενέσιος καὶ βιοτῆς; en latín, Vita Homeri Herodotea): biografía de Homero atribuida tradicionalmente a Heródoto.
    Traducción de Pierre-Henri Larcher al francés, en Wikisource.
    Texto griego, en el mismo sitio.
    Texto griego, en la Bibliotheca Augustana.
    Pierre-Henri Larcher (1726 - 1812): helenista y arqueólogo francés.

    FILÓSTRATO EL VIEJO: Cuadros o Imágenes (Εικόνες); II, 8: El Meles (Μέλης); la pintura representa la historia de Criteis, madre de Homero según algunas tradiciones.
    Traducción al inglés, en el sitio Theoi; trad. de 1931 de Arthur Fairbanks publicada en la Loeb Classical Library.
    Texto bilingüe griego - francés, en el sitio de Ph. Remacle.
    Texto griego, en Wikisource.
    Criteis: Κριϑηΐς / Kritheïs; o Creteis: Κρηϑηϊς / Kretheïs.
    Arthur Fairbanks (1864 - 1944): historiador estadounidense del arte que fue director del Museo de Bellas Artes de Boston desde 1908 hasta 1925.

    PAZ, Jorge de la: Los primeros biógrafos de Homero.
    Texto en PDF.

    AUTENRIETH, Georg: Diccionario homérico para escuelas e institutos (A Homeric Dictionary for Schools and Colleges). Harper and Brothers. Nueva York. 1891.
    Texto inglés con índice electrónico en el Proyecto Perseus.
    Georg Autenrieth (1833 - 1900): filólogo alemán.
    El título original alemán de la obra es Wörterbuch zu den Homerischen Gedichten (Diccionario de los poemas homéricos), y fue publicada en 1873; la 9.ª ed. es de 1902. La traducción inglesa se publicó por primera vez en 1880.
    Harper and Brothers: después, de HarperCollins.

    Hesiod, the Homeric hymns and Homerica (Hesíodo, los himnos homéricos y obras atribuidas a Homero). Edición de 1914 de Hugh Gerard Evelyn-White en la Loeb Classical Library.
    Texto inglés en Internet Archive, con las obras en edición bilingüe griego - inglés.
    Texto en facsímil electrónico.

    La competición entre Homero y Hesíodo: texto bilingüe griego - inglés; facsímil de la ed. de 1914 de H.G. Evelyn-White.

    Epigramas atribuidos a Homero.
    Textos franceses de los epigramas en el sitio de Philippe Remacle.
    Textos bilingües griego - inglés de los epigramas: facsímil de la ed. de 1914 de H.G. Evelyn-White.

    La toma de Ecalia (Οἰχαλίᾱς Ἅλωσις), obra épica fragmentaria atribuida en la Antigüedad unas veces a Homero y otras a Creófilo de Samos. Se incluye en el Ciclo Épico.
    Texto bilingüe griego - inglés: facsímil de la ed. de 1914 de H.G. Evelyn-White.

    La hospitalidad en Homero: texto en PDF en el sitio de publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid.

    El ideal homérico de la «porción justa»: texto en el sitio InterClassica, de la Universidad de Murcia.

    MARTIN, Thomas R.: An Overview of Classical Greek History from Mycenae to Alexander (Panorama de la historia de la Grecia Antigua desde la época micénica hasta la de Alejandro).
    Apartado Homer and the Social Values of Greek Aristocrats (Homero y los valores sociales de los aristócratas griegos): texto inglés en el Proyecto Perseus.

    MARTIN, Richard P.: The Language of the Heroes: Speech and Performance in the "Iliad" (El lenguaje de los héroes: el discurso y la actuación en la "Ilíada"), 1989.
    Portada con directorio electrónico en el lado izquierdo, en el sitio del Centro de Estudios Helénicos (Center for Hellenic Studies o CHS), institución de Washington afiliada a la Universidad de Harvard y dirigida por Gregory Nagy.
    Para las citas: González, José M. 2013. The Epic Rhapsode and His Craft: Homeric Performance in a Diachronic Perspective. Hellenic Studies Series 47. Washington, DC: Center for Hellenic Studies.

    NAGY, Gregory: Homer and Comparative Mythology (Homero y la mitología comparada), en Greek Mythology and Poetics (La mitología griega y la poética), 1990.
    Texto, en inglés, en el sitio del CHS.
    NAGY, G.: Formula and Meter: The Oral Poetics of Homer (Las fórmulas y la métrica: la poética oral de Homero, en la misma obra.
    Texto, en inglés, en el sitio del CHS.
    Para las citas: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    NAGY, G.: Homer's Text and Language (El lenguaje y el texto de Homero), 2004.
    Portada con directorio electrónico en el lado izquierdo, en el sitio del CHS.
    Para las citas: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    BECK, Deborah: Homeric Conversation (La conversación homérica), 2005.
    Portada con directorio electrónico en el lado izquierdo, en el sitio del CHS.
    Para las citas: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    WALSH, Thomas R.: Fighting Words and Feuding Words: Anger and the Homeric Poems (Vocabularios de combate y de enemistad: la cólera y los poemas homéricos), 2005.
    Portada, con índice electrónico en el lado izquierdo, en el sitio del CHS.
    Para las citas: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    COMPTON, Todd M.: Homer: The Trial of the Rhapsode (Homero: el proceso judicial del rapsoda), en Victim of the Muses: Poet as Scapegoat, Warrior and Hero in Greco-Roman and Indo-European Myth and History (Víctima de las musas: el poeta como chivo expiatorio, guerrero y héroe en el mito y en la historia grecorromanos e indoeuropeos), 2006.
    Texto, en inglés, en el sitio del CHS.
    COMPTON, Todd M.: Victim of the Muses: Mythical Poets (Víctima de las musas: los poetas míticos), en la misma obra.
    Texto, en inglés, en el mismo sitio.
    Todd M. Compton (Todd Merlin Compton, n. 1952): historiador estadounidense, especialista en el mundo clásico y en el mormón.
    Para las citas: Compton, Todd M. 2006. Victim of the Muses: Poet as Scapegoat, Warrior and Hero in Greco-Roman and Indo-European Myth and History. Hellenic Studies Series 11. Washington, DC: Center for Hellenic Studies.

    TRAMPEDACH, Kai: Authority Disputed: The Seer in Homeric Epic (La autoridad disputada: el adivino en la épica homérica), en Practitioners of the Divine: Greek Priests and Religious Figures from Homer to Heliodorus (Practicantes de lo divino: los sacerdotes y los religiosos de la Antigua Grecia desde Homero hasta Heliodoro), 2008.
    Texto, en inglés, en el mismo sitio.
    Para las citas: Dignas, Beate, and Kai Trampedach, eds. 2008. Practitioners of the Divine: Greek Priests and Religious Figures from Homer to Heliodorus. Hellenic Studies Series 30. Washington, DC: Center for Hellenic Studies.

    NAGY, Gregory: Homer the Classic (Homero el clásico), 2008.
    Portada con directorio electrónico en el lado izquierdo, en el mismo sitio.
    Para las citas: Nagy, Gregory. 2008. Homer the Classic. Hellenic Studies Series 36. Washington, DC: Center for Hellenic Studies.

    NAGY, G.: Epic (La épica), 2009.
    Texto, en el mismo sitio.
    Para las citas: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    NAGY, G.: Homer the Preclassic (Homero el preclásico), 2009.
    Portada con directorio electrónico en el lado izquierdo, en el mismo sitio.
    Para las citas: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    Sobre Homero, en el Proyecto Perseus.

    Homero en Internet Movie Database (en inglés).


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 9 Feb 2021 - 1:18

    HOMERO

    LA ILIADA

    ADVERTENCIA PREVIA

    Advertencia de Luarna Ediciones:

    "Este es un libro de dominio público en tanto
    que los derechos de autor, según la legislación
    española han caducado.

    Luarna lo presenta aquí como un obsequio a
    sus clientes, dejando claro que:

    - La edición no está supervisada por nuestro
    departamento editorial, de forma que no
    nos responsabilizamos de la fidelidad del
    contenido del mismo.

    - Luarna sólo ha adaptado la obra para
    que pueda ser fácilmente visible en los
    habituales readers de seis pulgadas.

    - A todos los efectos no debe considerarse
    como un libro editado por Luarna.

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    Hay diferentes formatos PDF de LA ILIADA; además de múltiples y preciosas ediciones en papel. Las ediciones pdf que he visto ( incluso en la BVMC ) hay que leerlas en su punto de origen. Obras de dominio público, pero no para el público en general - ya que este no sabe, no puede o no quiere acceder a fuentes especializadas).

    Yo difundo poesía haciéndome eco de la iniciativa de Juan Gelman y Eduardo Galeano, UN METRO CUADRADO DE POESÍA.

    Creo que Aires de Libertad es un "metro cuadrado idóneo" para leer poesía.

    Se entiende fácilmente que aquí no existe rédito económico alguno. Y que nuestra invitación será, siempre que se pueda, a comprar el libro en papel.

    Gracias.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 9 Feb 2021 - 1:26

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera


    1. Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles;
    cólera funesta que causó infinitos males a los
    aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas
    de héroes, a quienes hizo presa de perros
    y pasto de aves -cumplíase la voluntad de
    Zeus- desde que se separaron disputando el
    Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.

    8. ¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la
    contienda para que pelearan? El hijo de Leto y
    de Zeus. Airado con el rey, suscitó en el ejército
    maligna peste, y los hombres perecían por el
    ultraje que el Atrida infiriera al sacerdote Crises.
    Éste, deseando redimir a su hija, se había
    presentado en las veleras naves aqueas con un
    inmenso rescate y las ínfulas de Apolo, el que
    hiere de lejos, que pendían de áureo cetro, en la
    mano; y a todos los aqueos, y particularmente a
    los dos Atridas, caudillos de pueblos, así les
    suplicaba:

    17. -¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas!
    Los dioses, que poseen olímpicos palacios,
    os permitan destruir la ciudad de Príamo y
    regresar felizmente a la patria! Poned en libertad
    a mi hija y recibid el rescate, venerando al
    hijo de Zeus, a Apolo, el que hiere de lejos.

    22. Todos los aqueos aprobaron a voces que se
    respetara al sacerdote y se admitiera el espléndido
    rescate; mas el Atrida Agamenón, a quien
    no plugo el acuerdo, le despidió de mal modo y
    con altaneras voces:

    26. -No dé yo contigo, anciano, cerca de las
    cóncavas naves, ya porque ahora demores tu
    partida, ya porque vuelvas luego, pues quizás
    no te valgan el cetro y las ínfulas del dios. A
    aquélla no la soltaré; antes le sobrevendrá la
    vejez en mi casa, en Argos, lejos de su patria,
    trabajando en el telar y aderezando mi lecho.
    Pero vete; no me irrites, para que puedas irte
    más sano y salvo.

    33 Así dijo. El anciano sintió temor y obedeció
    el mandato. Fuese en silencio por la orilla del
    estruendoso mar; y, mientras se alejaba, dirigía
    muchos ruegos al soberano Apolo, a quien parió
    Leto, la de hermosa cabellera:

    37. -¡Óyeme, tú que llevas arco de plata, proteges
    a Crisa y a la divina Cila, a imperas en
    Ténedos poderosamente! ¡Oh Esminteo! Si alguna
    vez adorné tu gracioso templo o quemé
    en tu honor pingües muslos de toros o de cabras,
    cúmpleme este voto: ¡Paguen los dánaos
    mis lágrimas con tus flechas!

    43. Así dijo rogando. Oyóle Febo Apolo e, irritado
    en su corazón, descendió de las cumbres
    del Olimpo con el arco y el cerrado carcaj en los
    hombros; las saetas resonaron sobre la espalda
    del enojado dios, cuando comenzó a moverse.
    Iba parecido a la noche. Sentóse lejos de las
    naves, tiró una flecha y el arco de plata dio un
    terrible chasquido. Al principio el dios disparaba
    contra los mulos y los ágiles perros; mas
    luego dirigió sus amargas saetas a los hombres,
    y continuamente ardían muchas piras de cadáveres.

    CONT.


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Jue 22 Abr 2021 - 5:41, editado 1 vez


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 9 Feb 2021 - 1:32

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera. Cont.

    53. Durante nueve días volaron por el ejército
    las flechas del dios. En el décimo, Aquiles convocó
    al pueblo al ágora: se lo puso en el corazón
    Hera, la diosa de los níveos brazos, que
    se interesaba por los dánaos, a quienes veía
    morir. Acudieron éstos y, una vez reunidos,
    Aquiles, el de los pies ligeros, se levantó y dijo:

    59. -¡Atrida! Creo que tendremos que volver
    atrás, yendo otra vez errantes, si escapamos de
    la muerte; pues, si no, la guerra y la peste unidas
    acabarán con los aqueos. Mas, ea, consultemos
    a un adivino, sacerdote o intérprete de
    sueños -pues también el sueño procede de
    Zeus-, para que nos diga por qué se irritó tanto
    Febo Apolo: si está quejoso con motivo de
    algún voto o hecatombe, y si quemando en su
    obsequio grasa de corderos y de cabras escogidas,
    querrá libramos de la peste.

    68. Cuando así hubo hablado, se sentó. Levantóse
    entre ellos Calcante Testórida, el mejor de los
    augures -conocía lo presente, lo futuro y lo pasado,
    y había guiado las naves aqueas hasta Ilio
    por medio del arte adivinatoria que le diera
    Febo Apolo-, y benévolo los arengó diciendo:

    74. -¡Oh Aquiles, caro a Zeus! Mándasme explicar
    la cólera de Apolo, del dios que hiere de
    lejos. Pues bien, hablaré; pero antes declara y
    jura que estás pronto a defenderme de palabra
    y de obra, pues temo irritar a un varón que goza
    de gran poder entre los argivos todos y es
    obedecido por los aqueos. Un rey es más poderoso
    que el inferior contra quien se enoja; y, si
    bien en el mismo día refrena su ira, guarda luego
    rencor hasta que logra ejecutarlo en el pecho
    de aquél. Dime, pues, si me salvarás.

    84. Y contestándole, Aquiles, el de los pies ligeros,
    le dijo:

    85. -Manifiesta, deponiendo todo temor, el vaticinio
    que sabes; pues ¡por Apolo, caro a Zeus; a
    quien tú, Calcante, invocas siempre que revelas
    oráculos a los dánaos!, ninguno de ellos pondrá
    en ti sus pesadas manos, cerca de las cóncavas
    naves, mientras yo viva y vea la luz acá en la
    tierra, aunque hablares de Agamenón, que al
    presente se jacta de ser en mucho el más poderoso
    de todos los aqueos.

    92. Entonces cobró ánimo y dijo el eximio vate:

    93. -No está el dios quejoso con motivo de algún
    voto o hecatombe, sino a causa del ultraje que
    Agamenón ha inferido al sacerdote, a quien no
    devolvió la hija ni admitió el rescate. Por esto el
    que hiere de lejos nos causó males y todavía
    nos causará otros. Y no librará a los dánaos de
    la odiosa peste, hasta que sea restituida a su
    padre, sin premio ni rescate, la joven de ojos
    vivos, y llevemos a Crisa una sagrada hecatombe.
    Cuando así le hayamos aplacado, renacerá
    nuestra esperanza.

    Cont.


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    HOMERO (c.928 a.C.-?). Grecia Clásica. Empty Re: HOMERO (c.928 a.C.-?). Grecia Clásica.

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 9 Feb 2021 - 1:40

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera.
    Cont.

    101. Dichas estas palabras, se sentó. Levantóse
    al punto el poderoso héroe Agamenón Atrida,
    afligido, con las negras entrañas llenas de cólera
    y los ojos parecidos al relumbrante fuego; y,
    encarando a Calcante la torva vista, exclamó:

    106.-¡Adivino de males! jamás me has anunciado
    nada grato. Siempre te complaces en profetizar
    desgracias y nunca dijiste ni ejecutaste
    nada bueno. Y ahora, vaticinando ante los
    dánaos, afirmas que el que hiere de lejos les
    envía calamidades, porque no quise admitir el
    espléndido rescate de la joven Criseide, a quien
    anhelaba tener en mi casa. La prefiero, ciertamente,
    a Clitemnestra, mi legítima esposa, porque
    no le es inferior ni en el talle, ni en el natural,
    ni en inteligencia, ni en destreza. Pero, aun
    así y todo, consiento en devolverla, si esto es lo
    mejor; quiero que el pueblo se salve, no que
    perezca. Pero preparadme pronto otra recompensa,
    para que no sea yo el único argivo que
    sin ella se quede; lo cual no parecería decoroso.
    Ved todos que se va a otra parte la que me había
    correspondido.

    121. Replicóle en seguida el celerípede divino
    Aquiles:

    122. -¡Atrida gloriosísimo, el más codicioso de
    todos! ¿Cómo pueden darte otra recompensa
    los magnánimos aqueos? No sabemos que existan
    en parte alguna cosas de la comunidad,
    pues las del saqueo de las ciudades están repartidas,
    y no es conveniente obligar a los hombres
    a que nuevamente las junten. Entrega ahora esa
    joven al dios, y los aqueos te pagaremos el triple
    o el cuádruple, si Zeus nos permite algún
    día tomar la bien murada ciudad de Troya.

    130. Y, contestándole, el rey Agamenón le dijo:

    131. Aunque seas valiente, deiforme Aquiles, no
    ocultes así tu pensamiento, pues no podrás
    burlarme ni persuadirme. ¿Acaso quieres, para
    conservar tu recompensa, que me quede sin la
    mía, y por esto me aconsejas que la devuelva?
    Pues, si los magnánimos aqueos me dan otra
    conforme a mi deseo para que sea equivalente...
    Y si no me la dieren, yo mismo me apoderaré
    de la tuya o de la de Ayante, o me llevaré la de
    Ulises, y montará en cólera aquél a quien me
    llegue. Mas sobre esto deliberaremos otro día.
    Ahora, ea, echemos una negra nave al mar divino,
    reunamos los convenientes remeros, embarquemos
    víctimas para una hecatombe y a la
    misma Criseide, la de hermosas mejillas, y sea
    capitán cualquiera de los jefes: Ayante, Idomeneo,
    el divino Ulises o tú, Pelida, el más portentoso
    de todos los hombres, para que nos aplaques
    con sacrificios al que hiere de lejos.

    148. Mirándolo con torva faz, exclamó Aquiles,
    el de los pies ligeros:

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 9 Feb 2021 - 1:47

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera. Cont.

    149. -¡Ah, impudente y codicioso! ¿Cómo puede
    estar dispuesto a obedecer tus órdenes ni un
    aqueo siquiera, para emprender la marcha o
    para combatir valerosamente con otros hombres?
    No he venido a pelear obligado por los
    belicosos troyanos, pues en nada se me hicieron
    culpables -no se llevaron nunca mis vacas ni
    mis caballos, ni destruyeron jamás la cosecha
    en la fértil Ftía, criadora de hombres, porque
    muchas umbrías montañas y el ruidoso mar
    nos separan-, sino que te seguimos a ti, grandísimo
    insolente, para darte el gusto de vengaros
    de los troyanos a Menelao y a ti, ojos de perro.
    No fijás en esto la atención, ni por ello te tomas
    ningún cuidado, y aun me amenazas con quitarme
    la recompensa que por mis grandes fatigas
    me dieron los aqueos. Jamás el botín que
    obtengo iguala al tuyo cuando éstos entran a
    saco una populosa ciudad de los troyanos:
    aunque la parte más pesada de la impetuosa
    guerra la sostienen mis manos, tu recompensa,
    al hacerse el reparto, es mucho mayor; y yo
    vuelvo a mis naves, teniéndola pequeña, aunque
    grata, después de haberme cansado en el
    combate. Ahora me iré a Ftía, pues lo mejor es
    regresar a la patria en las cóncavas naves: no
    pienso permanecer aquí sin honra para procurarte
    ganancia y riqueza.

    172. Contestó en seguida el rey de hombres,
    Agamenón:

    173. -Huye, pues, si tu ánimo a ello te incita; no
    te ruego que por mí te quedes; otros hay a mi
    lado que me honrarán, y especialmente el
    próvido Zeus. Me eres más odioso que ningún
    otro de los reyes, alumnos de Zeus, porque
    siempre te han gustado las riñas, luchas y peleas.
    Si es grande tu fuerza, un dios te la dio. Vete
    a la patria, llevándote las naves y los compañeros,
    y reina sobre los mirmidones, no me importa
    que estés irritado, ni por ello me preocupo,
    pero te haré una amenaza: Puesto que Febo
    Apolo me quita a Criseide, la mandaré en mi
    nave con mis amigos; y encaminándome yo
    mismo a tu tienda, me llevaré a Briseide, la de
    hermosas mejillas, tu recompensa, para que
    sepas bien cuánto más poderoso soy y otro tema
    decir que es mi igual y compararse conmigo.

    188. Así dijo. Acongojóse el Pelida, y dentro del
    velludo pecho su corazón discurrió dos cosas:
    o, desnudando la aguda espada que llevaba
    junto al muslo, abrirse paso y matar al Atrida, o
    calmar su cólera y reprimir su furor. Mientras
    tales pensamientos revolvía en su mente y en
    su corazón y sacaba de la vaina la gran espada,
    vino Atenea del cielo: envióla Hera, la diosa de
    los níveos brazos, que amaba cordialmente a
    entrambos y por ellos se interesaba. Púsose
    detrás del Pelida y le tiró de la blonda cabellera,
    apareciéndose a él tan sólo; de los demás, ninguno
    la veía. Aquiles, sorprendido, volvióse y
    al instante conoció a Palas Atenea, cuyos ojos
    centelleaban de un modo terrible. Y hablando
    con ella, pronunció estas aladas palabras:

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 10 Feb 2021 - 7:26

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera.
    Cont.

    202. -¿Por qué nuevamente, oh hija de Zeus, que
    lleva la égida, has venido? ¿Acaso para presenciar
    el ultraje que me infiere Agamenón Atrida?
    Pues te diré lo que me figuro que va a ocurrir:
    Por su insolencia perderá pronto la vida.

    206. Díjole a su vez Atenea, la diosa de ojos de
    lechuza:

    207. -Vengo del cielo para apaciguar tu cólera, si
    obedecieres; y me envía Hera, la diosa de los
    níveos brazos, que os ama cordialmente a entrambos
    y por vosotros se interesa. Ea, cesa de
    disputar, no desenvaines la espada a injúrialo
    de palabra como te parezca. Lo que voy a decir
    se cumplirá: Por este ultraje se te ofrecerán un
    día triples y espléndidos presentes. Domínate y
    obedécenos.

    213. Y, contestándole, Aquiles, el de los pies
    ligeros, le dijo:

    216. -Preciso es, oh diosa, hacer lo que mandáis,
    aunque el corazón esté muy irritado. Proceder
    así es lo mejor. Quien a los dioses obedece es
    por ellos muy atendido.

    219. Dijo; y puesta la robusta mano en el argénteo
    puño, envainó la enorme espada y no desobedeció
    la orden de Atenea. La diosa regresó
    al Olimpo, al palacio en que mora Zeus, que
    lleva la égida, entre las demás deidades.

    223. El Pelida, no amainando en su cólera, denostó
    nuevamente al Atrida con injuriosas voces:

    225. -¡Ebrioso, que tienes ojos de perro y corazón
    de ciervo! Jamás te atreviste a tomar las
    armas con la gente del pueblo para combatir, ni
    a ponerte en emboscada con los más valientes
    aqueos: ambas cosas te parecen la muerte. Es,
    sin duda, mucho mejor arrebatar los dones, en
    el vasto campamento de los aqueos, a quien te
    contradiga. Rey devorador de tu pueblo, porque
    mandas a hombres abyectos...; en otro caso,
    Atrida, éste fuera tu último ultraje. Otra cosa
    voy a decirte y sobre ella prestaré un gran juramento:
    Sí, por este cetro que ya no producirá
    hojas ni ramos, pues dejó el tronco en la montaña;
    ni reverdecerá, porque el bronce lo despojó
    de las hojas y de la corteza, y ahora lo empuñan
    los aqueos que administran justicia y
    guardan las leyes de Zeus (grande será para ti
    este juramento): algún día los aqueos todos
    echarán de menos a Aquiles, y tú, aunque te
    aflijas, no podrás socorrerlos cuando muchos
    sucumban y perezcan a manos de Héctor, matador
    de hombres. Entonces desgarrarás tu corazón,
    pesaroso por no haber honrado al mejor
    de los aqueos.

    245. Así dijo el Pelida; y, tirando a tierra el cetro
    tachonado con clavos de oro, tomó asiento. El
    Atrida, en el opuesto lado, iba enfureciéndose.
    Pero levantóse Néstor, suave en el hablar, elocuente
    orador de los pilios, de cuya boca las
    palabras fluían más dulces que la miel -había
    visto perecer dos generaciones de hombres de
    voz articulada que nacieron y se criaron con él
    en la divina Pilos y reinaba sobre la tercera-, y
    benévolo los arengó diciendo:

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 10 Feb 2021 - 7:36

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera. Cont.

    254. -¡Oh dioses! ¡Qué motivo de pesar tan
    grande le ha llegado a la tierra aquea! Alegrananse
    Príamo y sus hijos, y regocijaríanse los
    demás troyanos en su corazón, si oyeran las
    palabras con que disputáis vosotros, los primeros
    de los dánaos así en el consejo como en el
    combate. Pero dejaos convencer, ya que ambos
    sois más jóvenes que yo. En otro tiempo traté
    con hombres aún más esforzados que vosotros,
    y jamás me desdeñaron. No he visto todavía ni
    veré hombres como Pirítoo, Driante, pastor de
    pueblos, Ceneo, Exadio, Polifemo, igual a un
    dios, y Teseo Egeida, que parecía un inmortal.
    Criáronse éstos los más fuertes de los hombres;
    muy fuertes eran y con otros muy fuertes combatieron:
    con los montaraces centauros, a quienes
    exterminaron de un modo estupendo. Y yo
    estuve en su compañía -habiendo acudido desde
    Pilos, desde lejos, desde esa apartada tierra,
    porque ellos mismos me llamaron- y combatí
    según mis fuerzas. Con tales hombres no pelearía
    ninguno de los mortales que hoy pueblan
    la tierra; no obstante lo cual, seguían mis consejos
    y escuchaban mis palabras. Prestadme
    también vosotros obediencia, que es lo mejor
    que podéis hacer. Ni tú, aunque seas valiente,
    le quites la joven, sino déjasela, puesto que se la
    dieron en recompensa los magnánimos aqueos;
    ni tú, Pelida, quieras altercar de igual a igual
    con el rey, pues jamás obtuvo honra como la
    suya ningún otro soberano que usara cetro y a
    quien Zeus diera gloria. Si tú eres más esforzado,
    es porque una diosa te dio a luz; pero éste
    es más poderoso, porque reina sobre mayor
    número de hombres. Atrida, apacigua tu cólera;
    yo te suplico que depongas la ira contra Aquiles,
    que es para todos los aqueos un fuerte antemural
    en el pernicioso combate.

    285. Y, contestándole, el rey Agamenón le dijo:

    286. -Sí, anciano, oportuno es cuanto acabas de
    decir. Pero este hombre quiere sobreponerse a
    todos los demás; a todos quiere dominar, a todos
    gobernar, a todos dar órdenes que alguien,
    creo, se negará a obedecer. Si los sempiternos
    dioses le hicieron belicoso, ¿le permiten por
    esto proferir injurias?

    292. Interrumpiéndole, exclamó el divino Aquiles:

    293. -Cobarde y vil podría llamárseme si cediera
    en todo lo que dices; manda a otros, no me des
    órdenes, pues yo no pienso ya obedecerte. Otra
    cosa te diré que fijarás en la memoria: No he de
    combatir con estas manos por la joven ni contigo,
    ni con otro alguno, pues al fin me quitáis lo
    que me disteis; pero, de lo demás que tengo
    junto a mi negra y veloz embarcación, nada
    podrías llevarte tomándolo contra mi voluntad.
    Y si no, ea, inténtalo, para que éstos se enteren
    también; y presto tu negruzca sangre brotará en
    torno de mi lanza.

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 10 Feb 2021 - 7:42

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera. Cont.

    304. Después de altercar así con encontradas
    razones, se levantaron y disolvieron el ágora
    que cerca de las naves aqueas se celebraba.
    Fuese el Pelida hacia sus tiendas y sus bien
    proporcionados bajeles con el Menecíada y
    otros amigos; y el Atrida echó al mar una velera
    nave, escogió veinte remeros, cargó las víctimas
    de la hecatombe para el dios, y, conduciendo a
    Criseide, la de hermosas mejillas, la embarcó
    también; fue capitán el ingenioso Ulises.

    312. Así que se hubieron embarcado, empezaron
    a navegar por líquidos caminos. El Atrida
    mandó que los hombres se purificaran, y ellos
    hicieron lustraciones, echando al mar las impurezas,
    y sacrificaron junto a la orilla del estéril
    mar hecatombes perfectas de toros y de cabras
    en honor de Apolo. El vapor de la grasa llegaba
    al cielo, enroscándose alrededor del humo.

    318. En tales cosas ocupábanse éstos en el ejército.
    Agamenón no olvidó la amenaza que en la
    contienda había hecho a Aquiles, y dijo a Taltibio
    y Euríbates, sus heraldos y diligentes servidores:

    322. -Id a la tienda del Pelida Aquiles, y asiendo
    de la mano a Briseide, la de hermosas mejillas,
    traedla acá, y, si no os la diere, ire yo mismo a
    quitársela, con más gente, y todavía le será más
    duro.

    326. Hablándoles de tal suerte y con altaneras
    voces, los despidió. Contra su voluntad fuéronse
    los heraldos por la orilla del estéril mar, llegaron
    a las tiendas y naves de los mirmidones,
    y hallaron al rey cerca de su tienda y de su negra
    nave. Aquiles, al verlos, no se alegró. Ellos
    se turbaron, y, habiendo hecho una reverencia,
    paráronse sin decir ni preguntar nada. Pero el
    héroe lo comprendió todo y dijo:

    334. -¡Salud, heraldos, mensajeros de Zeus y de
    los hombres! Acercaos; pues para mí no sois
    vosotros los culpables sino Agamenón, que os
    envía por la joven Briseide. ¡Ea, Patroclo, del
    linaje de Zeus! Saca la joven y entrégasela para
    que se la lleven. Sed ambos testigos ante los
    bienaventurados dioses, ante los mortales
    hombres y ante ese rey cruel, si alguna vez tienen
    los demás necesidad de mí para librarse de
    funestas calamidades porque él tiene el corazón
    poseído de furor y no sabe pensar a la vez en lo
    futuro y en lo pasado, a fin de que los aqueos se
    salven combatiendo junto a las naves.

    345. Así dijo. Patroclo, obedeciendo a su amigo,
    sacó de la tienda a Briseide, la de hermosas
    mejillas, y la entregó para que se la llevaran.
    Partieron los heraldos hacia las naves aqueas, y
    la mujer iba con ellos de mala gana. Aquiles
    rompió en llanto, alejóse de los compañeros, y,
    sentándose a orillas del blanquecino mar con
    los ojos clavados en el ponto inmenso y las manos
    extendidas, dirigió a su madre muchos
    ruegos:

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 10 Feb 2021 - 7:57

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera.
    Cont.

    352. -¡Madre! Ya que me pariste de corta vida, el
    olímpico Zeus altitonante debía honrarme y no
    lo hace en modo alguno. El poderoso Agamenón
    Atrida me ha ultrajado, pues tiene mi
    recompensa, que él mismo me arrebató.

    357. Así dijo derramando lágrimas. Oyóle la
    veneranda madre desde el fondo del mar, donde
    se hallaba junto al padre anciano, a inmediatamente
    emergió de las blanquecinas ondas
    como niebla, sentóse delante de aquél, que derramaba
    lágrimas, acariciólo con la mano y le
    habló de esta manera:

    362. -¡Hijo! ¿Por qué lloras? ¿Qué pesar te ha
    llegado al alma? Habla; no me ocultes lo que
    piensas, para que ambos lo sepamos.

    364. Dando profundos suspiros, contestó Aquiles,
    el de los pies ligeros:

    365. -Lo sabes. ¿A qué referirte lo que ya conoces?
    Fuimos a Teba, la sagrada ciudad de Eetión;
    la saqueamos, y el botín que trajimos se lo
    distribuyeron equitativamente los aqueos, separando
    para el Atrida a Criseide, la de hermosas
    mejillas. Luego Crises, sacerdote de Apolo,
    el que hiere de lejos, deseando redimir a su hija,
    se presentó en las veleras naves aqueas con un
    inmenso rescate y las ínfulas de Apolo, el que
    hiere de lejos, que pendían de áureo cetro, en la
    mano; y suplicó a todos los aqueos, y particularmente
    a los dos Atridas, caudillos de pueblos.
    Todos los aqueos aprobaron a voces que
    se respetase al sacerdote y se admitiera el
    espléndido rescate; mas el Atrida Agamenón, a
    quien no plugo el acuerdo, lo despidió de mal
    modo y con altaneras voces. El anciano se fue
    irritado; y Apolo, accediendo a sus ruegos,
    pues le era muy querido, tiró a los argivos funesta
    saeta: morían los hombres unos en pos de
    otros, y las flechas del dios volaban por todas
    partes en el vasto campamento de los aqueos.
    Un adivino bien enterado nos explicó el vaticinio
    del que hiere de lejos, y yo fui el primero en
    aconsejar que se aplacara al dios. El Atrida encendióse
    en ira; y, levantándose, me dirigió una
    amenaza que ya se ha cumplido. A aquélla los
    aqueos de ojos vivos la conducen a Crisa en
    velera nave con presentes para el dios; y a la
    hija de Briseo, que los aqueos me dieron, unos
    heraldos se la han llevado ahora mismo de mi
    tienda. Tú, si puedes, socorre a tu buen hijo; ve
    al Olimpo y ruega a Zeus, si alguna vez llevaste
    consuelo a su corazón con palabras o con obras.
    Muchas veces, hallándonos en el palacio de mi
    padre, oí que te gloriabas de haber evitado, tú
    sola entre los inmortales, una afrentosa desgracia
    al Cronida, el de las sombrías nubes, cuando
    quisieron atarlo otros dioses olímpicos,
    Hera, Posidón y Palas Atenea. Tú, oh diosa,
    acudiste y lo libraste de las ataduras, llamando
    en seguida al espacioso Olimpo al centímano a
    quien los dioses nombran Briareo y todos los
    hombres Egeón, el cual es superior en fuerza a
    su mismo padre, y se sentó entonces al lado de
    Zeus, ufano de su gloria; temiéronlo los bienaventurados
    dioses y desistieron del atamiento.
    Recuérdaselo, siéntate a su lado y abraza sus
    rodillas: quizás decida favorecer a los troyanos
    y acorralar a los aqueos, que serán muertos
    entre las popas, cerca del mar; para que todos
    disfruten de su rey y comprenda el poderoso
    Agamenón Atrida la falta que ha cometido no
    honrando al mejor de los aqueos.

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 10 Feb 2021 - 8:03

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera. Cont.

    413. Respondióle en seguida Tetis, derramando
    lágrimas:

    414. -¡Ay, hijo mío! ¿Por qué te he criado, si en
    hora aciaga te di a luz? ¡Ojalá estuvieras en las
    naves sin llanto ni pena, ya que tu vida ha de
    ser corta, de no larga duración! Ahora eres juntamente
    de breve vida y el más infortunado de
    todos. Con hado funesto te parí en el palacio.
    Yo misma iré al nevado Olimpo y hablaré a
    Zeus, que se complace en lanzar rayos, por si se
    deja convencer. Tú quédate en las naves de
    ligero andar, conserva la cólera contra los
    aqueos y abstente por entero de combatir. Ayer
    se marchó Zeus al Océano, al país de los probos
    etíopes, para asistir a un banquete, y todos los
    dioses lo siguieron. De aquí a doce días volverá
    al Olimpo. Entonces acudiré a la morada de
    Zeus, sustentada en bronce; le abrazaré las rodillas,
    y espero que lograré persuadirlo.

    428. Dichas estas palabras partió, dejando a
    Aquiles con el corazón irritado a causa de la
    mujer de bella cintura que violentamente y contra
    su voluntad le habían arrebatado.

    430. En tanto, Ulises llegaba a Crisa con las
    víctimas para la sagrada hecatombe. Cuando
    arribaron al profundo puerto, amainaron las
    velas, guardándolas en la negra nave; abatieron
    rápidamente por medio de cuerdas el mástil
    hasta la crujía, y llevaron la nave, a fuerza de
    remos, al fondeadero. Echaron anclas y ataron
    las amarras, saltaron a la playa, desembarcaron
    las víctimas de la hecatombe para Apolo, el que
    hiere de lejos, y Criseide salió de la nave surcadora
    del ponto. El ingenioso Ulises llevó la
    doncella al altar y, poniéndola en manos de su
    padre, dijo:

    442. -¡Oh Crises! Envíame al rey de hombres,
    Agamenón, a traerte la hija y ofrecer en favor
    de los dánaos una sagrada hecatombe a Febo,
    para que aplaquemos a este dios que tan deplorables
    males ha causado a los argivos.

    446. Habiendo hablado así, puso en sus manos
    la hija amada, que aquél recibió con alegría.
    Acto continuo, ordenaron la sagrada hecatombe
    en torno del bien construido altar, laváronse
    las manos y tomaron la mola. Y Crises oró en
    alta voz y con las manos levantadas:

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 11 Feb 2021 - 1:17

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera. Cont.

    451. -¡Óyeme, tú que llevas arco de plata, proteges
    a Crisa y a la divina Cila a imperas en
    Ténedos poderosamente! Me escuchaste cuando
    te supliqué, y, para honrarme, oprimiste
    duramente al ejército aqueo; pues ahora
    cúmpleme este voto: ¡Aleja ya de los dánaos la
    abominable peste!

    457. Así dijo rogando, y Febo Apolo lo oyó.
    Hecha la rogativa y esparcida la mola, cogieron
    las víctimas por la cabeza, que tiraron hacia
    atrás, y las degollaron y desollaron; en seguida
    cortaron los muslos, y, después de pringarlos
    con gordura por uno y otro lado y de cubrirlos
    con trozos de carne, el anciano los puso sobre la
    leña encendida y los roció de vino tinto. Cerca
    de él, unos jóvenes tenían en las manos asadores
    de cinco puntas. Quemados los muslos,
    probaron las entrañas, y, dividiendo lo restante
    en pedazos muy pequeños, lo atravesaron con
    pinchos, lo asaron cuidadosamente y lo retiraron
    del fuego. Terminada la faena y dispuesto
    el banquete, comieron, y nadie careció de su
    respectiva porción. Cuando hubieron satisfecho
    el deseo de beber y de comer, los mancebos
    coronaron de vino las crateras y lo distribuyeron
    a todos los presentes después de haber
    ofrecido en copas las primicias. Y durante todo
    el día los aqueos aplacaron al dios con el canto,
    entonando un hermoso peán a Apolo, el que
    hiere de lejos, que los oía con el corazón complacido.

    475. Cuando el sol se puso y sobrevino la noche,
    durmieron cerca de las amarras de la nave.
    Mas, así que apareció la hija de la mañana, la
    Aurora de rosados dedos, hiciéronse a la mar
    para volver al espacioso campamento aqueo, y
    Apolo, el que hiere de lejos, les envió próspero
    viento. Izaron el mástil, descogieron las velas,
    que hinchó el viento, y las purpúreas olas resonaban
    en torno de la quilla mientras la nave
    corría siguiendo su rumbo. Una vez llegados al
    vasto campamento de los aqueos, sacaron la
    negra nave a sierra firme y la pusieron en alto
    sobre la arena, sosteniéndola con grandes maderos.
    Y luego se dispersaron por las tiendas y
    los bajeles.

    488. El hijo de Peleo y descendiente de Zeus,
    Aquiles, el de los pies ligeros, seguía irritado en
    las veleras naves, y ni frecuentaba el ágora
    donde los varones cobran fama, ni cooperaba a
    la guerra; sino que consumía su corazón, permaneciendo
    en las naves, y echaba de menos la
    gritería y el combate.

    493. Cuando, después de aquel día, apareció la
    duodécima aurora, los sempiternos dioses volvieron
    al Olimpo con Zeus a la cabeza. Tetis no
    olvidó entonces el encargo de su hijo: saliendo
    de entre las olas del mar, subió muy de mañana
    al gran cielo y al Olimpo, y halló al largovidente
    Cronida sentado aparte de los demás dioses
    en la más alta de las muchas cumbres del monte.
    Acomodóse ante él, abrazó sus rodillas con
    la mano izquierda, tocóle la barba con la derecha
    y dirigió esta súplica al soberano Zeus Cronión:

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 11 Feb 2021 - 1:23

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera. Cont.

    503. -¡Padre Zeus! Si alguna vez te fui útil entre
    los inmortales con palabras a obras, cúmpleme
    este voto: Honra a mi hijo, el héroe de más breve
    vida, pues el rey de hombres, Agamenón, lo
    ha ultrajado, arrebatándole la recompensa que
    todavía retiene. Véngalo tú, próvido Zeus
    Olímpico, concediendo la victoria a los troyanos
    hasta que los aqueos den satisfacción a mi
    hijo y lo colmen de honores.

    511. Así dijo. Zeus, que amontona las nubes,
    nada contestó guardando silencio un buen rato.
    Pero Tetis, que seguía como cuando abrazó sus
    rodillas, le suplicó de nuevo:

    514. -Prométemelo claramente, asintiendo, o
    niégamelo -pues en ti no cabe el temor- para
    que sepa cuán despreciada soy entre todas las
    deidades.

    517. Zeus, que amontona las nubes, díjole afligidísimo:

    518. -¡Funestas acciones! Pues harás que me
    malquiste con Hera, cuando me zahiera con
    injuriosas palabras. Sin motivo me riñe siempre
    ante los inmortales dioses, porque dice que en
    las batallas favorezco a los troyanos. Pero ahora
    vete, no sea que Hera advierta algo; yo me cuidaré
    de que esto se cumpla. Y si lo deseas, te
    haré con la cabeza la señal de asentimiento para
    que tengas confianza. Éste es el signo más seguro,
    irrevocable y veraz para los inmortales; y
    no deja de efectuarse aquello a que asiento con
    la cabeza.

    528. Dijo el Cronida, y bajó las negras cejas en
    señal de asentimiento; los divinos cabellos se
    agitaron en la cabeza del soberano inmortal, y a
    su intlujo estremecióse el dilatado Olimpo.

    531. Después de deliberar así, se separaron: ella
    saltó al profundo mar desde el resplandeciente
    Olimpo, y Zeus volvió a su palacio. Todos los
    dioses se levantaron al ver a su padre, y ninguno
    aguardó que llegara, sino que todos salieron
    a su encuentro. Sentóse Zeus en el trono; y
    Hera, que, por haberlo visto, no ignoraba que
    Tetis, la de argénteos pies, hija del anciano del
    mar, con él había departido, dirigió al momento
    injuriosas palabras a Zeus Cronida:

    540. -¿Cuál de las deidades, oh doloso, ha conversado
    contigo? Siempre te es grato, cuando
    estás lejos de mí, pensar y resolver algo secretamente,
    y jamás te has dignado decirme una
    sola palabra de to que acuerdas.

    544. Respondióle el padre de los hombres y de
    los dioses:

    545. -¡Hera! No esperes conocer todas mis decisiones,
    pues te resultará difícil aun siendo mi
    esposa. Lo que pueda decirse, ningún dios ni
    hombre lo sabrá antes que tú; pero lo que quiera
    resolver sin contar con los dioses, no lo preguntes
    ni procures averiguarlo.

    551. Replicó en seguida Hera veneranda, la de
    ojos de novilla:

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 11 Feb 2021 - 1:27

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera. Cont.

    552 -¡Terribilísimo Cronida, qué palabras proferiste!
    No será mucho lo que te haya preguntado
    o querido averiguar, puesto que muy tranquilo
    meditas cuanto te place. Mas ahora mucho recela
    mi corazón que te haya seducido Tetis, la
    de argénteos pies, hija del anciano del mar. Al
    amanecer el día sentóse cerca de ti y abrazó tus
    rodillas; y pienso que le habrás prometido,
    asintiendo, honrar a Aquiles y causar gran matanza
    junto a las naves aqueas.

    560. Y contestándole, Zeus, que amontona las
    nubes, le dijo:

    561. -¡Ah, desdichada! Siempre sospechas y de ti
    no me oculto. Nada, empero, podrás conseguir
    sino alejarte de mi corazón; lo cual todavía te
    será más duro. Si es cierto lo que sospechas, así
    debe de serme grato. Pero siéntate en silencio y
    obedece mis palabras. No sea que no te valgan
    cuantos dioses hay en el Olimpo, acercándose a
    ti, cuando te ponga encima mis invictas manos.

    569. Así dijo. Temió Hera veneranda, la de ojos
    de novilla, y, refrenando el coraje, sentóse en
    silencio. Indignáronse en el palacio de Zeus los
    dioses celestiales. Y Hefesto, el ilustre artífice,
    comenzó a arengarlos para consolar a su madre
    Hera, la de los níveos brazos:

    573. -Funesto a insoportable será lo que ocurra,
    si vosotros disputáis así por los mortales y
    promovéis alborotos entre los dioses; ni siquiera
    en el banquete se hallará placer alguno, porque
    prevalece lo peor. Yo aconsejo a mi madre,
    aunque ya ella tiene juicio, que obsequie al padre
    querido, a Zeus, para que no vuelva a reñirla
    y a turbarnos el festín. Pues, si el Olímpico
    fulminador quiere echarnos del asiento... nos
    aventaja mucho en poder. Pero halágalo con
    palabras cariñosas y en seguida el Olímpico nos
    será propicio.

    584. De este modo habló y, tomando una copa
    de doble asa, ofrecióla a su madre, diciendo:

    586. -Sufre, madre mía, y sopórtalo todo, aunque
    estés afligida; que a ti, tan querida, no lo
    vean mis ojos apaleada sin que pueda socorrerte,
    porque es difícil contrarrestar al Olímpico.
    Ya otra vez que quise defenderte me asió por el
    pie y me arrojó de los divinos umbrales. Todo
    el día fui rodando y a la puesta del sol caí en
    Lemnos. Un poco de vida me quedaba y los
    sinties me recogieron tan pronto como hube
    caído.

    595. Así dijo. Sonrióse Hera, la diosa de los
    níveos brazos; y, sonriente aún, tomó la copa
    que su hijo le presentaba. Hefesto se puso a
    escanciar dulce néctar para las otras deidades,
    sacándolo de la cratera; y una risa inextinguible
    se alzó entre los bienaventurados dioses viendo
    con qué afán los servía en el palacio.

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 11 Feb 2021 - 1:31

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO I*

    Peste - Cólera. Cont.

    601. Todo el día, hasta la puesta del sol, celebraron
    el festín; y nadie careció de su respectiva
    porción, ni faltó la hermosa cítara que tañía
    Apolo, ni las Musas que con linda voz cantaban
    alternando.

    605. Mas, cuando la fúlgida luz del sol llegó al
    ocaso, los dioses fueron a recogerse a sus respectivos
    palacios, que había construido Hefesto,
    el ilustre cojo de ambos pies, con sabia inteligencia.
    Zeus olímpico, fulminador, se encaminó
    al lecho donde acostumbraba dormir
    cuando el dulce sueño le vencía. Subió y
    acostóse; y a su lado descansó Hera, la de áureo
    trono.

    FIN DE PESTE - CÓLERA.

    FIN DE CANTO PRIMERO.



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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 11 Feb 2021 - 1:34

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO II*

    Sueño- Beocia o catálogo de las naves

    *
    Para cumplir to prometido a Tetis, Zeus envía
    un engadoso sueño a Agamenón, y le aconseja
    que levante el campamento y regrese a casa;
    Agamenón convoca el consejo de los jefes y
    luego la asamblea general de todos los guerreros,
    que aceptan la propuesta, por lo que Agamenón
    (bajo la incitación de Atenea) debe intervenir
    para insuflar coraje y buenas esperanzas
    a los aqueos. Después de varios incidentes
    y de enumerar cuantos pueblos formaban los
    ejércitos griego y troyano, sucédense tres grandes
    batallas.


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    Mensaje por Lluvia Abril Jue 11 Feb 2021 - 2:45

    Chapeau! Casi nada lo que nos traes, amigo mío.
    Por supuesto aquí estaré.
    Gracias.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 12 Feb 2021 - 7:57

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO II

    Sueño- Beocia o catálogo de las naves



    1. Las demás deidades y los hombres que en
    carros combaten, durmieron toda la noche; pero
    Zeus no probó las dulzuras del sueño, porque
    su mente buscaba el medio de honrar a
    Aquiles y causar gran matanza junto a las naves
    aqueas. Al fin creyó que lo mejor sería enviar
    un pernicioso sueño al Atrida Agamenón;
    y, hablándole, pronunció estas aladas palabras:

    8 -Anda, ve, pernicioso Sueño, encamínate a las
    veleras naves aqueas, introdúcete en la tienda
    de Agamenón Atrida, y dile cuidadosamente lo
    que voy a encargarte. Ordénale que arme a los
    melenudos aqueos y saque toda la hueste: ahora
    podría tomar a Troya, la ciudad de anchas
    calles, pues los inmortales que poseen olímpicos
    palacios ya no están discordes, por haberlos
    persuadido Hera con sus ruegos, y una serie de
    infortunios amenaza a los troyanos.

    16. Así dijo. Partió el Sueño al oír el mandato,
    llegó en un instante a las veleras naves aqueas,
    y, hallando dormido en su tienda al Atrida
    Agamenón -alrededor del héroe habíase difundido
    el sueño inmortal-, púsose sobre su cabeza,
    y tomó la figura de Néstor, hijo de Neleo,
    que era el anciano a quien aquél más honraba.
    Así transfigurado, dijo el divino Sueño:

    23. -¿Duermes, hijo del belicoso Atreo, domador
    de caballos? No debe dormir toda la noche el
    príncipe a quien se han confiado los guerreros
    y a cuyo cargo se hallan tantas cosas. Ahora
    atiéndeme en seguida, pues vengo como mensajero
    de Zeus; el cual, aun estando lejos, se
    interesa mucho por ti y te compadece. Armar te
    ordena a los melenudos aqueos y sacar toda la
    hueste: ahora podrías tomar Troya, la ciudad
    de anchas calles, pues los inmortales que poseen
    olímpicos palacios ya no están discordes,
    por haberlos persuadido Hera con sus ruegos, y
    una serie de infortunios amenaza a los troyanos
    por la voluntad de Zeus. Graba mis palabras en
    tu memoria, para que no las olvides cuando el
    dulce sueño te desampare.

    35. Así habiendo hablado, se fue y dejó a Agamenón
    revolviendo en su ánimo lo que nó debía
    cumplirse. Figurábase que iba a tomar la ciudad
    de Troya aquel mismo día. ¡Insensato! No
    sabía lo que tramaba Zeus, quien había de causar
    nuevos males y llanto a los troyanos y a los
    dánaos por medio de terribles peleas. Cuando
    despertó, la voz divina resonaba aún en torno
    suyo. Incorporóse, y, habiéndose sentado, vistió
    la túnica fina, hermosa, nueva; se echó el
    gran manto, calzó sus nítidos pies con bellas
    sandalias y colgó del hombro la espada guarnecida
    con clavazón de plata. Tomó el imperecedero
    cetro de su padre y se encaminó hacia las
    naves de los aqueos, de broncíneas corazas.

    48. Subía la diosa Aurora al vasto Olimpo para
    anunciar el día a Zeus y a los demás inmortales,
    cuando Agamenón ordenó que los heraldos de
    voz sonora convocaran al ágora a los melenudos
    aqueos. Convocáronlos aquéllos, y éstos se
    reunieron en seguida


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 12 Feb 2021 - 8:07

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO II

    Sueño- Beocia o catálogo de las naves. Cont.

    53. Pero celebróse antes un consejo de magnánimos
    próceres junto a la nave del rey Néstor,
    natural de Pilos. Agamenón los llamó para
    hacerles una discreta consulta:

    56. -¡Oíd, amigos! Dormía durante la noche inmortal,
    cuando se me acercó un Sueño divino
    muy semejante al ilustre Néstor en la forma,
    estatura y natural. Púsose sobre mi cabeza y
    profirió estas palabras: «¿Duermes, hijo del
    belicoso Atreo, domador de caballos? No debe
    dormir toda la noche el príncipe a quien se han
    confiado los guerreros y a cuyo cargo se hallan
    tantas cosas. Ahora atiéndeme en seguida, pues
    vengo como mensajero de Zeus; el cual, aun
    estando lejos, se interesa mucho por ti y te
    compadece. Armar te ordena a los melenudos
    aqueos y sacar toda la hueste: ahora podrías tomar
    Troya, la ciudad de anchas calles, pues los
    inmortales que poseen olímpicos palacios ya no
    están discordes, por haberlos persuadido Hera
    con sus ruegos, y una serie de infortunios amenaza
    a los troyanos por la voluntad de Zeus.
    Graba mis palabras en tu memoria.» Habiendo
    hablado así, fuese volando, y el dulce sueño me
    desamparó. Mas, ea, veamos cómo podremos
    conseguir que los aqueos tomen las armas. Para
    probarlos como es debido, les aconsejaré que
    huyan en las naves de muchos bancos; y vosotros,
    hablándoles unos por un lado y otros por
    el opuesto, procurad detenerlos.

    76. Habiéndose expresado en estos términos, se
    sentó. Seguidamente levantóse Néstor, que era
    rey de la arenosa Pilos, y benévolo les arengó
    diciendo:

    79 -¡Oh amigos, capitanes y príncipes de los
    argivos! Si algún otro aqueo nos refiriese el
    sueño, te creeríamos falso y desconfiaríamos
    aún más; pero lo ha tenido quien se gloría de
    ser el más poderoso de los aqueos. Ea, veamos
    cómo podremos conseguir que los aqueos tomen
    las armas.

    84. Habiendo hablado así, fue el primero en salir
    del consejo. Los reyes portadores de cetro se
    levantaron, obedeciendo al pastor de hombres,
    y la gente del pueblo acudió presurosa. Como
    de la hendedura de un peñasco salen sin cesar
    enjambres copiosos de abejas que vuelan arracimadas
    sobre las flores primaverales y unas
    revolotean a este lado y otras a aquél; así las
    numerosas familias de guerreros marchaban en
    grupos, por la baja ribera, desde las naves y
    tiendas al ágora. En medio, la Fama, mensajera
    de Zeus, enardecida, los instigaba a que acudieran,
    y ellos se iban reuniendo. Agitóse el ágora,
    gimió la tierra y se produjo tumulto, mientras
    los hombres tomaron sitio. Nueve heraldos
    daban voces para que callaran y oyeran a los
    reyes, alumnos de Zeus. Sentáronse al fin, aunque
    con dificultad, y enmudecieron tan pronto
    como ocuparon los asientos. Entonces se levantó
    el rey Agamenón, empuñando el cetro
    que Hefesto hizo para el soberano Zeus Cronión
    -éste lo dio al mensajero Argicida; Hermes
    lo regaló al excelente jinete Pélope, quien, a su
    vez, lo entregó a Atreo, pastor de hombres;
    Atreo al morir lo legó a Tiestes, rico en ganado,
    y Tiestes lo dejó a Agamenón para que reinara
    en muchas islas y en todo el país de Argos-, y,
    descansando el rey sobre el arrimo del cetro,
    habló así a los argivos:

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 12 Feb 2021 - 8:33

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO II

    Sueño- Beocia o catálogo de las naves. Cont.

    110. -¡Oh amigos, héroes dánaos, ministros de
    Ares! En grave infortunio envolvióme Zeus
    Cronida. ¡Cruel! Me prometió y aseguró que no
    me iría sin destruir la bien murada Ilio, y todo
    ha sido funesto engaño; pues ahora me ordena
    regresar a Argos, sin gloria, después de haber
    perdido tantos hombres. Así debe de ser grato
    al prepotente Zeus, que ha destruido las fortalezas
    de muchas ciudades y aún destruirá otras
    porque su poder es inmenso. Vergonzoso será
    para nosotros que lleguen a saberlo los hombres
    de mañana. ¡Un ejército aqueo tal y tan
    grande hacer una guerra vana a ineficaz!
    ¡Combatir contra un número menor de hombres
    y no saberse aún cuándo la contienda
    tendrá fin! Pues, si aqueos y troyanos, jurando
    la paz, quisiéramos contarnos, y reunidos cuantos
    troyanos hay en sus hogares y agrupados
    nosotros los aqueos en décadas, cada una de
    éstas eligiera un troyano para que escanciara el
    vino, muchas décadas se quedarían sin escanciador.
    ¡En tanto digo que superan los aqueos a
    los troyanos que en la ciudad moran! Pero han
    venido en su ayuda hombres de muchas ciudades,
    que saben blandir la lanza, me apartan de
    mi intento y no me permiten, como quisiera,
    tomar la populosa ciudad de Ilio. Nueve años
    del gran Zeus transcurrieron ya; los maderos
    de las naves se han podrido y las cuerdas están
    deshechas; nuestras esposas a hijitos nos
    aguardan en los palacios; y aún no hemos dado
    cima a la empresa para la cual vinimos. Ea,
    procedamos todos como voy a decir: Huyamos
    en las naves a nuestra patria tierra, pues ya no
    tomaremos Troya, la de anchas calles.

    142. Así dijo; y a todos los que no habían asistido
    al consejo se les conmovió el corazón en el
    pecho. Agitóse el ágora como las grandes olas
    que en el mar Icario levantan el Euro y el Noto
    cayendo impetuosos de las nubes amontonadas
    por el padre Zeus. Como el Céfiro mueve con
    violento soplo un crecido trigal y se cierne sobre
    las espigas, de igual manera se movió toda
    el ágora. Con gran gritería y levantando nubes
    de polvo, corren hacia los bajeles; exhórtanse a
    tirar de ellos para echarlos al mar divino; limpian
    los canales; quitan los soportes, y el vocerío
    de los que se disponen a volver a la patria
    llega hasta el cielo.

    155. Y efectuárase entonces, antes de lo dispuesto
    por el destino, el regreso de los argivos, si
    Hera no hubiese dicho a Atenea:

    157. -¡Oh dioses! ¡Hija de Zeus, que lleva la égida!
    ¡Indómita! ¿Huirán los argivos a sus casas,
    a su patria tierra por el ancho dorso del mar, y
    dejarán como trofeo a Príamo y a los troyanos
    la argiva Helena, por la cual tantos aqueos perecieron
    en Troya, lejos de su patria? Ve en seguida
    al ejército de los aqueos de broncíneas
    corazas, detén con suaves palabras a cada guerrero
    y no permitas que echen al mar los corvos
    bajeles.

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 12 Feb 2021 - 8:38

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO II

    Sueño- Beocia o catálogo de las naves. Cont.

    166. Así habló. Atenea, la diosa de ojos de lechuza,
    no fue desobediente. Bajando en raudo
    vuelo de las cumbres del Olimpo llegó presto a
    las veloces naves aqueas y halló a Ulises, igual
    a Zeus en prudencia, que permanecía inmóvil y
    sin tocar la negra nave de muchos bancos, porque
    el pesar le llegaba al corazón y al alma. Y
    poniéndose a su lado, díjole Atenea, la de ojos
    de lechuza:

    173. -¡Laertíada, del linaje de Zeus! ¡Ulises, fecundo
    en ardides! ¿Así, pues, huiréis a vuestras
    casas, a la patria tierra, embarcados en las naves
    de muchos bancos, y dejaréis como trofeo a
    Príamo y a los troyanos la argiva Helena, por la
    cual tantos aqueos perecieron en Troya, lejos de
    su patria? Ve en seguida al ejército de los aqueos
    y no cejes: detén con suaves palabras a cada
    guerrero y no permitas que echen al mar los
    corvos bajeles.

    182. Así dijo. Ulises conoció la voz de la diosa
    en cuanto le habló; tiró el manto, que recogió el
    heraldo Euríbates de Ítaca, que lo acompañaba;
    corrió hacia el Atrida Agamenón, para que le
    diera el imperecedero cetro paterno; y, con éste
    en la mano, enderezó a las naves de los aqueos,
    de broncíneas corazas.

    188. Cuando encontraba a un rey o a un capitán
    eximio, parábase y lo detenía con suaves palabras.

    190. -¡Ilustre! No es digno de ti temblar como un
    cobarde. Deténte y haz que los demás se detengan
    también. Aún no conoces claramente la
    intención del Atrida: ahora nos prueba, y pronto
    castigará a los aqueos. En el consejo no todos
    comprendimos lo que dijo. No sea que, irritándose,
    maltrate a los aqueos; la cólera de los reyes,
    alumnos de Zeus, es terrible, porque su
    dignidad procede del próvido Zeus y éste los
    ama.

    198. Cuando encontraba a un hombre del pueblo
    gritando, dábale con el cetro y lo increpaba
    de esta manera:

    200. -¡Desdichado! Estáte quieto y escucha a los
    que te aventajan en bravura; tú, débil a inepto
    para la guerra, no eres estimado ni en el combate
    ni en el consejo. Aquí no todos los aqueos
    podemos ser reyes; no es un bien la soberanía
    de muchos; uno solo sea príncipe, uno solo rey:
    aquél a quien el hijo del artero Crono ha dado
    cetro y leyes para que reine sobre nosotros.

    207. -Así Ulises, actuando como supremo jefe,
    imponía su voluntad al ejército; y ellos se apresuraban
    a volver de las tiendas y naves al ágora,
    con gran vocerío, como cuando el oleaje del
    estruendoso mar brama en la playa anchurosa
    y el ponto resuena.

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 12 Feb 2021 - 8:48

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO II

    Sueño- Beocia o catálogo de las naves.
    Cont.

    211. Todos se sentaron y permanecieron quietos
    en su sitio, a excepción de Tersites, que, sin
    poner freno a la lengua, alborotaba. Ése sabía
    muchas palabras groseras para disputar temerariamente,
    no de un modo decoroso, con los
    reyes, y lo que a él le pareciera hacerlo ridículo
    para los argivos. Fue el hombre más feo que
    llegó a Troya, pues era bizco y cojo de un pie;
    sus hombros corcovados se contraían sobre el
    pecho, y tenía la cabeza puntiaguda y cubierta
    por rala cabellera. Aborrecíanlo de un modo
    especial Aquiles y Ulises, a quienes zahería; y
    entonces, dando estridentes voces, decía oprobios
    al divino Agamenón. Y por más que los
    aqueos se indignaban a irritaban mucho contra
    él, seguía increpándolo a voz en grito:

    225. -¡Atrida! ¿De qué te quejas o de qué careces?
    Tus tiendas están repletas de bronce y en
    ellas tienes muchas y escogidas mujeres que los
    aqueos te ofrecemos antes que a nadie cuando
    tomamos alguna ciudad. ¿Necesitas, acaso, el
    oro que alguno de los troyanos, domadores de
    caballos, te traiga de Ilio para redimir al hijo
    que yo a otro aqueo haya hecho prisionero? ¿O,
    por ventura, una joven con quien te junte el
    amor y que tú solo poseas? No es justo que,
    siendo el caudillo, ocasiones tantos males a los
    aqueos. ¡Oh cobardes, hombres sin dignidad,
    aqueas más bien que aqueos! Volvamos en las
    naves a la patria y dejémoslo aquí, en Troya,
    para que devore el botín y sepa si le sirve o no
    nuestra ayuda; ya que ha ofendido a Aquiles,
    varón muy superior, arrebatándole la recompensa
    que todavía retiene. Poca cólera siente
    Aquiles en su pecho y es grande su indolencia;
    si no fuera así, Atrida, éste sería tu último ultraje.

    243. Tales palabras dijo Tersites, zahiriendo a
    Agamenón, pastor de hombres. En seguida el
    divino Ulises se detuvo a su lado; y mirándolo
    con torva faz, lo increpó duramente:

    246. -¡Tersites parlero! Aunque seas orador facundo,
    calla y no quieras tú solo disputar con
    los reyes. No creo que haya un hombre peor
    que tú entre cuantos han venido a Ilio con los
    Atridas. Por tanto, no tomes en boca a los reyes,
    ni los injuries, ni pienses en el regreso. No sabemos
    aún con certeza cómo esto acabará y si la
    vuelta de los aqueos será feliz o desgraciada.
    Mas tú denuestas al Atrida Agamenón, porque
    los héroes dánaos le dan muchas cosas; por esto
    lo zahieres. Lo que voy a decir se cumplirá: Si
    vuelvo a encontrarte delirando como ahora, no
    conserve Ulises la cabeza sobre los hombros, ni
    sea llamado padre de Telémaco, si no te echo
    mano, te despojo del vestido (el manto y la túnica
    que cubren tus partes verendas) y te envío
    lloroso del ágora a las veleras naves después de
    castigarte con afrentosos azotes.

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 12 Feb 2021 - 8:55

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO II

    Sueño- Beocia o catálogo de las naves. Cont.

    265. Así, pues, dijo, y con el cetro diole un golpe
    en la espalda y los hombros. Tersites se encorvó,
    mientras una gruesa lágrima caía de sus
    ojos y un cruento cardenal aparecía en su espalda
    debajo del áureo cetro. Sentóse, turbado
    y dolorido; miró a todos con aire de simple, y
    se enjugó las lágrimas. Ellos, aunque afligidos,
    rieron con gusto y no faltó quien dijera a su
    vecino:

    272. -¡Oh dioses! Muchas cosas buenas hizo Ulises,
    ya dando consejos saludables, ya preparando
    la guerra; pero esto es lo mejor que ha
    ejecutado entre los argivos: hacer callar al insolente
    charlatán, cuyo ánimo osado no lo impulsará
    en lo sucesivo a zaherir con injuriosas
    palabras a los reyes.

    278. -Así hablaba la multitud. Levantóse Ulises,
    asolador de ciudades, con el cetro en la mano
    (Atenea, la de ojos de lechuza, que, transfigurada
    en heraldo, junto a él estaba, impuso silencio
    para que todos los aqueos, desde los primeros
    hasta los últimos, oyeran su discurso y meditaran
    sus consejos), y benévolo los arengó
    diciendo:

    284. -¡Atrida! Los aqueos, oh rey, quieren cubrirte
    de baldón ante todos los mortales de voz
    articulada y no cumplen lo que te prometieron
    al venir de Argos, criador de caballos: que no te
    irías sin destruir la bien murada Ilio. Cual si
    fuesen niños o viudas, se lamentan unos con
    otros y desean regresar a su casa. Y es, en verdad,
    penoso que hayamos de volver afligidos.
    Cierto que cualquiera se impacienta al mes de
    estar separado de su mujer, cuando ve detenida
    su nave de muchos bancos por las borrascas
    invernales y el mar alborotado; y nosotros hace
    ya nueve años, con el presente, que aquí permanecemos.
    No me enojo, pues, porque los
    aqueos se impacienten junto a las cóncavas naves;
    pero sería bochornoso haber estado aquí
    tanto tiempo y volvernos sin conseguir nuestro
    propósito. Tened paciencia, amigos, y aguardad
    un poco más, para que sepamos si fue
    verídica la predicción de Calcante. Bien grabada
    la tenemos en la memoria, y todos vosotros,
    los que no habéis sido arrebatados día tras día
    por las parcas de la muerte, sois testigos de lo
    que ocurrió en Áulide cuando se reunieron las
    naves aqueas que cantos males habían de traer
    a Príamo y a los troyanos. En sacros altares inmolábamos
    hecatombes perfectas a los inmortales,
    junto a una fuente y a la sombra de un
    hermoso plátano a cuyo pie manaba agua cristalina.
    Allí se nos ofreció un gran portento. Un
    horrible dragón de roja espalda, que el mismo
    Olímpico sacara a la luz, saltó de debajo del
    altar al plátano. En la rama cimera de éste
    hallábanse los hijuelos recién nacidos de un
    ave, que medrosos se acurrucaban debajo de las
    hojas; eran ocho, y, con la madre que los parió,
    nueve. El dragón devoró a los pajarillos, que
    piaban lastimeramente; la madre revoleaba en
    torno de sus hijos quejándose, y aquél volvióse
    y la cogió por el ala, mientras ella chillaba.
    Después que el dragón se hubo comido al ave y
    a los polluelos, el dios que lo había mostrado
    obró en él un prodigio: el hijo del artero Crono
    transformólo en piedra, y nosotros, inmóviles,
    admirábamos lo que ocurría. De este modo, las
    grandes y portentosas acciones de los dioses
    interrumpieron las hecatombes. Y en seguida
    Calcante, vaticinando, exclamó: «¿Por qué enmudecéis,
    melenudos aqueos? El próvido Zeus
    es quien nos muestra ese prodigio grande, tardío,
    de lejano cumplimiento, pero cuya gloria
    jamás perecerá. Como el dragón devoró a los
    polluelos del ave y al ave misma, los cuales
    eran ocho, y, con la madre que los dio a luz,
    nueve, así nosotros combatiremos allí igual
    número de años, y al décimo tomaremos la
    ciudad de anchas calles.» Tal fue lo que dijo y
    todo se va cumpliendo. ¡Ea, aqueos de hermosas
    grebas, quedaos todos hasta que tomemos
    la gran ciudad de Príamo!

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 13 Feb 2021 - 2:38

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO II

    Sueño- Beocia o catálogo de las naves.
    Cont.

    333. Así habló. Los argivos, con agudos gritos
    que hacían retumbar horriblemente las naves,
    aplaudieron el discurso del divino Ulises. Y
    Néstor, caballero gerenio, los arengó diciendo:

    337. -¡Oh dioses! Habláis como niños chiquitos
    que no están ejercitados en los bélicos trabajos.
    ¿Qué es de nuestros convenios y juramentos?
    ¿Se fueron, pues, en humo los consejos, los afanes
    de los guerreros, los pactos consagrados
    con libaciones de vino puro y los apretones de
    manos en que confiábamos? Nos entretenemos
    en contender con palabras y sin motivo, y en
    tan largo espacio no hemos podido encontrar
    un medio eficaz para conseguir nuestro intento.
    ¡Atrida! Tú, como siempre, manda con firme
    decisión a los argivos en el duro combate y deja
    que se consuman uno o dos que en discordancia
    con los demás aqueos desean, aunque no
    lograran su propósito, regresar a Argos antes
    de saber si fue o no falsa la promesa de Zeus,
    que lleva la égida. Pues yo os aseguro que el
    prepotente Cronida nos prestó su asentimiento,
    relampagueando por el diestro lado y haciéndonos
    favorables señales, el día en que los argivos
    se embarcaron en las naves de ligero andar
    para traer a los troyanos la muerte y el destino.
    Nadie, pues, se dé prisa por volver a su casa,
    hasta haber dormido con la esposa de un troyano
    y haber vengado la huida y los gemidos
    de Helena. Y si alguno tanto anhelare el regreso,
    toque la negra nave de muchos bancos para
    que delante de todos sea muerto y cumpla su
    destino. ¡Oh rey! No dejes de pensar tú mismo
    y sigue también los consejos que nosotros lo
    damos. No es despreciable lo que voy a decirte:
    Agrupa a los hombres, oh Agamenón, por tribus
    y familias, para que una tribu ayude a otra
    tribu y una familia a otra familia. Si así lo hicieres
    y lo obedecieren los aqueos, sabrás pronto
    cuáles jefes y soldados son cobardes y cuáles
    valerosos, pues pelearán distintamente; y conocerás
    si no puedes tomar la ciudad por la voluntad
    de los dioses o por la cobardía de tus
    hombres y su impericia en la guerra.

    369. Y, respondiéndole, el rey Agamenón le dijo:

    370. -De nuevo, oh anciano, superas en el ágora
    a los aqueos todos. Ojalá, ¡padre Zeus, Atenea,
    Apolo!, tuviera yo entre los aqueos diez consejeros
    semejantes; entonces la ciudad del rey
    Príamo sería pronto tomada y destruida por
    nuestras manos. Pero Zeus Cronida, que lleva
    la égida, me envía penas, enredándome en inútiles
    disputas y riñas. Aquiles y yo peleamos
    con encontradas razones por una joven, y fui el
    primero en irritarme; si ambos procediéramos
    de acuerdo, no se diferiría ni un solo momento
    la ruina de los troyanos. Ahora, id a comer para
    que luego trabemos el combate; cada uno afile
    la lanza, prepare el escudo, dé el pasto a los
    corceles de pies ligeros a inspeccione el carro,
    apercibiéndose para la lucha; pues durante todo
    el día nos pondrá a prueba el horrendo
    Ares. Ni un breve descanso ha de haber siquiera,
    hasta que la noche obligue a los valientes
    guerreros a separarse. La correa del escudo que
    al combatiente cubre, sudará en torno del pecho;
    el brazo se fatigará con el manejo de la
    lanza, y también sudarán los corceles arrastrando
    los pulimentados carros. Y aquél que se
    quede voluntariamente en las corvas naves,
    lejos de la batalla, como yo lo vea, no se librará
    de los perros y de las aves de rapiña.

    Cont.



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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 13 Feb 2021 - 2:57

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO II

    Sueño- Beocia o catálogo de las naves.
    Cont.

    394. Así dijo. Los argivos promovían gran clamoreo,
    como cuando las olas, movidas por el
    Noto, baten un elevado risco que se adelanta
    sobre el mar y no to dejan mientras soplan los
    vientos en contrarias direcciones. Luego, levantándose,
    se dispersaron por las naves, encendieron
    lumbre en las tiendas, tomaron la
    comida y ofrecieron sacrificios, quiénes a uno,
    quiénes a otro de los sempiternos dioses, para
    que los librasen de la muerte y del fatigoso trabajo
    de Ares. Agamenón, rey de hombres, inmoló
    un pingüe buey de cinco años al prepotente
    Cronión, habiendo llamado a su tienda
    a los principales caudillos de los aqueos todos:
    primeramente a Néstor y al rey Idomeneo, luego
    a entrambos Ayantes y al hijo de Tideo, y en
    sexto lugar a Ulises, igual a Zeus en prudencia.
    Espontáneamente se presentó Menelao, valiente
    en la pelea, porque sabía lo que su hermano
    estaba preparando. Colocaronse todos alrededor
    del buey y tomaron la mola. Y puesto en
    medio, el poderoso Agamenón oró diciendo:

    412. -¡Zeus gloriosísimo, máximo, que amontonas
    las sombrías nubes y vives en el éter! ¡No se
    ponga el sol ni sobrevenga la obscuridad antes
    que yo destruya el palacio de Príamo, entregándolo
    a las llamas; pegue voraz fuego a las
    puertas; rompa con mi lanza la coraza de
    Héctor en su mismo pecho, y vea a muchos de
    sus compañeros caídos de cara en el polvo y
    mordiendo la tierra!

    419. Dijo; pero el Cronión no accedió y, aceptando
    los sacrificios, preparóles no envidiable
    labor. Hecha la rogativa y esparcida la mola,
    cogieron las víctimas por la cabeza, que tiraron
    hacia atrás, y las degollaron y desollaron; cortaron
    los muslos, y después de pringarlos con
    gordura por uno y otro lado y de cubrirlos con
    trozos de carne, los quemaron con leña sin
    hojas; y atravesando las entrañas con los asadores,
    las pusieron al fuego. Quemados los muslos,
    probaron las entrañas; y dividiendo lo restante
    en pedazos muy pequeños, atravesáronlo
    con pinchos, lo asaron cuidadosamente y lo retiraron
    del fuego. Terminada la faena y dispuesto
    el festín, comieron y nadie careció de su
    respectiva porción. Y cuando hubieron satisfecho
    el deseo de beber y de comer, Néstor, el
    caballero gerenio, comenzó a decirles:

    434.-¡Atrida gloriosísimo, rey de hombres,
    Agamenón! No nos entretengamos en hablar, ni
    difiramos por más tiempo la empresa que un
    dios pone en nuestras manos. Mas, ea, los
    heraldos de los aqueos, de broncíneas corazas,
    pregonen que el ejército se reúna cerca de los
    bajeles, y nosotros recorramos juntos el espacioso
    campamento para promover cuanto antes
    un vivo combate.

    441. Así dijo; y Agamenón, rey de hombres, no
    desobedeció. Al momento dispuso que los
    heraldos de voz sonora llamaran al combate a
    los melenudos aqueos; hízose el pregón, y ellos
    se reunieron prontamente. El Atrida y los reyes,
    alumnos de Zeus, hacían formar a los guerreros,
    y los acompañaba Atenea, la de ojos de
    lechuza, llevando la preciosa inmortal égida
    que no envejece y de la cual cuelgan cien áureos
    borlones, bien labrados y del valor de cien
    bueyes cada uno. Con ella en la mano, movíase
    la diosa entre los aqueos, instigábalos a salir al
    campo y ponía fortaleza en sus corazones para
    que pelearan y combatieran sin descanso. Pronto
    les fue más agradable el combate, que volver
    a la patria tierra en las cóncavas naves.

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 13 Feb 2021 - 3:01

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO II

    Sueño- Beocia o catálogo de las naves.
    Cont.

    455. Cual se columbra desde lejos el resplandor
    de un incendio, cuando el voraz fuego se propaga
    por vasta selva en la cumbre de un monte,
    así el brillo de las broncíneas armaduras de los
    que se ponían en marcha llegaba al cielo a través
    del éter.

    459. De la suerte que las alígeras aves -gansos,
    grullas o cisnes cuellilargos- se posan en numerosas
    bandadas y chillando en la pradera Asia,
    cerca de la corriente del Caístro, vuelan acá y
    allá ufanas de sus alas, y el campo resuena; de
    esta manera las numerosas huestes afluían de
    las naves y tiendas a la llanura escamandria y
    la tierra retumbaba horriblemente bajo los pies
    de los guerreros y de los caballos. Y los que en
    el florido prado del Escamandrio llegaron a
    juntarse fueron innumerables; tantos, cuantas
    son las hojas y Bores que en la primavera nacen.

    469. Como enjambres copiosos de moscas que
    en la primaveral estación vuelan agrupadas por
    el establo del pastor, cuando la leche llena los
    tarros, en tan gran número reuniéronse en la
    llanura los melenudos aqueos, deseosos de acabar
    con los troyanos.

    474. Poníanlos los caudillos en orden de batalla
    fácilmente, como los pastores separan las cabras
    de grandes rebaños cuando se mezclan en
    el pasto; y en medio aparecía el poderoso Agamenón,
    semejante en la cabeza y en los ojos a
    Zeus, que se goza en lanzar rayos, en el cinturón,
    a Ares, y en el pecho, a Posidón. Como
    en el hato el macho vacuno más excelente es el
    toro, que sobresale entre las vacas reunidas, de
    igual manera hizo Zeus que Agamenón fuera
    aquel día insigne y eximio entre muchos héroes.


    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 13 Feb 2021 - 3:06

    HOMERO

    LA ILIADA

    CANTO II

    Sueño- Beocia o catálogo de las naves.
    Cont.

    494. Mandaban a los beocios Penéleo, Leito,
    Arcesilao, Protoenor y Clonio. Los que cultivaban
    los campos de Hiria, Áulide pétrea, Esqueno,
    Escolo, Eteono fragosa, Tespía, Grea y la
    vasta Micaleso, los que moraban en Harma,
    Ilesio y Eritras; los que residían en Eleón, Hila,
    Peteón, Ocálea, Medeón, ciudad bien construida,
    Copas, Eutresis y Tisbe, abundante en palomas;
    los que habítaban en Coronea, Haliarto
    herbosa, Platea y Glisante; los que poseían la
    bien edificada ciudad de Hipotebas, la sacra
    Onquesto, delicioso bosque de Posidón, y las
    ciudades de Arne, abundante en uvas, Midea,
    Nisa divina y Antedón fronteriza: todos estos
    llegaron en cincuenta naves. En cada una se
    habían embarcado ciento veinte beocios.

    511. De los que habitaban en Aspledón y Orcómeno
    Minieo eran caudillos Ascálafo y Yálmeno,
    hijos de Ares y de Astíoque, que los había
    dado a luz en el palacio de Áctor Azida. Astíoque,
    que era virgen ruborosa, subió al piso superior,
    y el terrible dios se unió con ella clandestinamente.
    Treinta cóncavas naves en orden
    los seguían.

    517. Mandaban a los foceos Esquedio y Epístrofo,
    hijos del magnánimo Ífito Naubólida. Los de
    Cipariso, Pitón pedregosa, Crisa divina, Dáulide
    y Panopeo; los que habitaban en Anemoria,
    Jámpolis y la ribera del divinal río Cefiso; los
    que poseían la ciudad de Lilea en las fuentes
    del mismo río: todos éstos habían llegado en
    cuarenta negras naves. Los caudillos ordenaban
    entonces las filas de los focios, que en las batallas
    combatían a la izquierda de los beocios.

    527. Acaudillaba a los locrios que vivían en Cino,
    Opunte, Calíaro, Besa, Escarfe, Augías
    amena, Tarfe y Tronio, a orillas del Boagrio, el
    ligero Ayante de Oileo, menor, mucho menor
    que Ayante Telamonio: era bajo de cuerpo, llevaba
    coraza de lino y en el manejo de la lanza
    superaba a todos los helenos y aqueos. Seguíanlo
    cuarenta negras naves, en las cuales habían
    venido los locrios que viven más a11á de la
    sagrada Eubea.

    536. Los abantes de Eubea, que respiraban valor
    y residían en Calcis, Eretria, Histiea, abundante
    en uvas, Cerinto marítima, Dío, ciudad excelsa,
    Caristo y Estira, eran capitaneados por el
    magnánimo Elefénor Calcodontíada, vástago
    de Ares. Con tal caudillo llegaron los ligeros
    abantes, que dejaban crecer la cabellera en la
    parte posterior de la cabeza: eran belicosos y
    deseaban siempre romper con sus lanzas de
    fresno las corazas en los pechos de los enemigos.
    Seguíanlo cuarenta negras naves.

    546. Los que habitaban en la bien edificada ciudad
    de Atenas y constituían el pueblo del
    magnánimo Erecteo, a quien Atenea, hija de
    Zeus, crió -habíale dado a luz la fértil tierra- y
    puso en su rico templo de Atenas, donde los
    jóvenes atenienses ofrecen todos los años sacrificios
    propiciatorios de toros y corderos a la
    diosa, tenían por jefe a Menesteo, hijo de Péteo.
    Ningún hombre de la tierra sabía como ése poner
    en orden de batalla, así a los que combatían
    en carros, como a los peones armados de escudos;
    sólo Néstor competía con él, porque era
    más anciano. Cincuenta negras naves lo seguían.

    Cont.


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