SALVADOR SANDOVAL LÓPEZ (1928-2020)

SALVADOR SANDOVAL LÓPEZ

EL SOL AGUARDA, HERMANO ( Canto a la Paz)

Para Abraham Ruiz Jiménez.

"Caín dijo a Abel, su hermano: Vamos al campo. Y, mientras estaban en el campo, Caín se arrojó sobre su hermano Abel y lo mató." ( Génesis, 4-8)

Aclaración ( en función del tiempo que dispongamos dividiré este bellísimo poema de Salvador en dos o tres partes)

A

El sol aguarda, hermano. ¡Ven conmigo!

¡Vamos, Caín! Tu mano, con mi mano.

No me importa la sangre ni la ira.

Vamos a ver la tarde y el sembrado,

a ver el agua pura, que te lave

la sangre de tu hermano y de mi hermano.

Hay un silencio azul sobre el arroyo,

donde beben los juncos y los pájaros,

un silencio de luz. ( El viento duerme,

escondido en las ramas de los álamos.)


La paz anda aquí, junto a los surcos

que trazó el labrador con el arado;

aquí, bajo los pinos del sendero;

aquí, junto al pastor y su rebaño.

La paz anida aquí, junto a la hierba,

aquí sobre la cruz y los tejados.

Es ancha y maternal como los cielos

que cobijan la tierra bajo el manto,

y envuelven las palomas y los trigos,

y cubren, con sus alas, los espacios.

La paz es un jardín ancho y florido.

Es un verde rosal lleno de ramos.

Es como una canción de mil gargantas.

Y se cuaja de frutos, como un árbol.


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SALVADOR SANDOVAL

EL SOL AGUARDA, HERMANO ( Canto a la Paz; cont. )

B

Pero en vez del sonar de las esquilas,

truena ronco el cañón en otros campos,

resuenan de tambores otros valles,

y brotan los espinos y los cardos.

¡Los frutos del rencor y de la envidia!

¡La Semilla, Caín, de tu pecado!


¡Ni rosas, ni palomas! Han nacido

surtidores de pólvora en los prados.

hay un canto de muerte por los surcos

en vez de las canciones del trabajo.

Hay un canto de muerte por los surcos...

¿Dónde está el labrador con el arado?

Los surcos son un campo de batalla,

donde luchan hermano contra hermano.

Las rojas amapolas de los trigos

amapolas de sangre se han tornado,

y ha perdido el arroyo su dulzura,

aquel arroyo cantarín y claro.

Aquel arroyo azul ha entristecido.

Baja rojizo, turbulento, amargo.


No se ven los pastores por el cerro

ni trisca, al sol, la oveja en los ribazos.

Sólo muertos, los muertos de la guerra

con su rosa de sangre en el costado.

No ríen por las sendas los muchachos,

que pasan, agresivos, los soldados.

Hay águilas de acero por los aires,

mensajeras de horror, en vez de pájaros,

¡las águilas del luto y la tristeza,

con sus reflejos duros y metálicos!

( Los vientos ya no duermen , y se han puesto

a llorar en las copas de los álamos.)


C ( Cont.)

SALVADOR SANDOVAL LÓPEZ

EL SOL AGUARDA, HERMANO ( Canto a la Paz. Final)

y C

¿Han lavado las fuentes y los ríos

la sangre que llevabas en las manos?

¿Se ha calmado , Caín, en los senderos,

en la paz de los sotos y collados.

la ira que llevabas en el pecho,

el odio que albergabas en el ánimo?

¡No más sangre, por Dios, que el sol aguarda!

No más odio, Caín, vamos al campo

que está la primavera ya vistiendo

de florecillas blancas los manzanos,

y, al conjuro de abril, se están poniendo

el vestido de rosas los cercados.

¡Vamos, que en las cañadas, los almendros,

han estrenado su vestido blanco,

y en los huertos, hermano, las estrellas

han bajado a las ramas del naranjo!


¿Quién habla de rencor cuando las flores

han nacido en el monte, entre guijarros,

y florecen las pitas, y florecen

las zarzas puntiagudas del barranco?

¿Quién habla de rencor si el sol alumbra

y besa los espinos con sus rayos,

y, con la primavera, ya han nacido

campanillas azules sobre el barro?

¿Quién habla de rencor, Caín, ahora

que nos hablan de amor todos los cantos,

y nos hablan de amor todos los ojos

y nos hablan de amor todos los labios?

¿Por qué el odio, por qué, si Dios aguarda?

¿Por qué el odio, Caín? ¡Dame tu mano!

¡No me importa la sangre ni la ira!

¡Vamos a ver a Dios!¡Vamos al campo! " (Poema  "EL SOL AGUARDA, HERMANO", de "DESCENDAMOS AL

VALLE". SALVADOR SANDOVAL LÓPEZ).

no importa «los caines», lavemos la sangre del hermano uffffff subliminal.
Sigo tus huellas...

Gracias, Evangelina... Lo de Salvador ,89 años y maestro ya jubilado, es siempre un ejercicio de magisterio: magisterio ético; magisterio solidario; magisterio humano; magisterio poético... Y lo más importante : lo hace desde la humildad.

Besos por estar por aquí. Espero que disfrutes con él.

SALVADOR SANDOVAL LÓPEZ

NO CANTEMOS A LA ESTRELLA

No cantemos la estrella ni cantemos la Luna.

No cantemos ahora la montaña y el río.

Dejemos un instante las canciones de cuna,

la canción de la nievez, la canción del estío.


Descendamos al valle, donde tiene su cueva

el hombre que trabaja arañando en el suelo,"(Salvador Sandoval. Del Libro DESCENDAMOS AL VLLE)

y que espera con ansia que haga sol o que llueva,

desnudas las espaldas  a las iras del cielo.


El hombre que se deja la vida paso a paso,

y la sangre a torrentes por todos los caminos,

el hombre que se afana, desde el alba al ocaso,

y espera en su cosecha, más que rosas, espinos.


¡Hoy cantemos al hombre! ¡Qué suba nuestro acento

de amor hasta las nubes, que pase las montañas,

que el eco lo repita y que lo lleve el viento

por todas nuestras tierras y por tierras extrañas!


¡Miradlo por doquiera! Allá, sobre la sierra,

guardián de los rebaños, del sol, del horizonte.

Miradlo tras la yunta, cual novio de la tierra,

en un abrazo largo desde el valle hasta el monte.


Vedlo en la mina oscura, con la manos sangrante,

arrancar en silencio, grano a grano, el tesoro;

remover a la tierra la entraña palpitante

en su parto soberbio de carbón y de oro.


Vedle surcar ahora el lomo de los mares

en medio del rugido de ola y de espumas,

con el gesto bravío, llenando de cantares

la negrura del cielo y el pavor de las brumas.


En el más solitario y apartado camino,

esbozado en la nieve, perdido en el desierto,

aparecen, cual hito que nos marca el destino,

unas huellas humanas o la tumba de un muerto.


El hombre no está solo, tirado bajo el cielo,

mientras se afana y suda su pan, como un castigo.

El hombre tiene hermanos que le brindan consuelo.

El hombre tiene un Padre que es su Dios y su Amigo.


¡Todos somos hermanos, bajo la ancha mirada

de Dios, lo mismo el rico que el pobre y el mendigo!

Y el de los ojos duros. Y el de la faz airada.

Y el rapaz maloliente que nos implora abrigo.


Hermano nuestro el hombre de corazón podrido.

Hermanbo , el que revuelca su carne en la basura,

y el que muerde enj el cieno del manjar corrompido,

con avidez de bestia, con ojos de locura.


Hermano el asesino que enrojece sus manos

en la sangre, y apaga, de un soplo, nuestra vida.

¡Hijos somos de un Padre!¡ Todos somos hermanos:

Abel, el inocente; Caín, el fraticida !


En el árbol caído es injusto hacer leña.

¡No lo dejes, sangrando, en mitad del camino!

¡Ofrécele tu mano a aquel que se despeña

y cura sus heridas con aceite y con vino!

Entre hoy y mañana espero seguir leyendo el alma de Salvador. Aunque no dejo señal, por aquí camino también.

Gracias por abrir tantos caminos, y besos, señor amigo poeta.

No te preocupes, Lluvia, sé que estás por aquí... Lo noto en esa refrescante sensación que deja el rocío en la madrugada...Besos.

SALVADOR SANDOVAL LÓPEZ

SI DECIMOS AMOR

Si decimos amor, decimos todo:

espacio, viento, agua, vida, tierra.

Decimos Dios y madre y pan y beso.

Decimos rosa, novia, primavera.

Si decimos amor, decimos hijo,

decimos Cristo y Cruz, Hostia y ofrenda,

trigo, limosna, hermano, fruto, amigo.

Decimos sol, y lluvia y sementera.

Decir amor, como decir sonrisa.

Decir latidos, lágrimas y penas,

esposa, nido, surco, casa. Y hombre

que nace del amor y amor engendra.


Todo ser es amoor. Amor, la hormiga

que lleva por el sol su cruz a cuestas.

El pájaro es amor entre la fronda.

Amor, entre las flores, es la abeja.

Son amor las palomas en la tarde.

Y el gusano es amor entre la hierba.

El corazón del árbol se apresura

al sentir el abrazo de la hiedra.

¿No es el amor el gozo entre los tallos?

¿No es el amor la fiebre de las yemas?

Todo es amor, desde el insecto al ángel.

Hay huellas de amor sobre las piedras,

sobre el monte y la nieve y los caminos,

sobre el mar y las rocas y la arena.

El mundo es de amor. Suyo es el campo

Suyo el valle y las cumbres de la sierra.

Suyos, la choza humilde y el palacio,

las ciudades enormes, las aldeas.


Ama el hombre su hogar, que es pan y es hijo,

y es trabajo y esposa y lumbre y mesa.

Ama el viejo su sol y sus recuerdos,

ama su paz, mientras a Dios espera.

Ama el rico su oro y su palacio.

Y el mendigo sus trapos y su cueva.

Y el preso, en la ventana de la noche,

la libertad del viento tras las rejas. ( Salvador Sandoval López. Si Decimos amor, de

DESCENDAMOS AL VALLE

SALVADOR SANDOVAL LÓPEZ

ANTES QUE BAJE EL ALBA

Antes que baje el alba por el monte

y que canten los gallos y, en la iglesia

comience la oración de las campanas,

antes de que se apaguen las estrellas,

hay un tropel de voces por los campos,

hay rumores y paso por las sendas.

Hay alguien que alborota los barbechos,

alguien que labra y canta y poda y siembra.

Alguien que siente por los pies descalzos

las agujas del agua mientras riega.

Hay alguien que despierta los frutales,

y acaricia el almendro y la olivera ,

y aguarda al Sol de pie, sobre las rocas,

- guardián del horizonte y las ovejas-.

Es el hombre que llena los caminos

de la noche, del agua y de la arena,

los caminos del cierzo y del estío,

los caminos del barro y de la niebla,

los senderos del mar y del espacio,

las rutas del desierto y de la estepa.


Es el hombre que lucha con el día,

con la lluvia y el sol y la tormenta,

que se deja la vida en los rastrojos

y, en los surcos, la sangre de las venas,

y se rompe las manos y las uñas

por barrancos, por noches y por breñas.

Y después, ¡a mirar hacia las nubes,

a ver el cielo y a esperar que llueva!


¡Ya le duelen los campos en los ojos,

y le duelen los cardos y las siestas,

y le duele el espino por las manos

y por los brazos de cartón y cera!

¡El hombre de la sed y de la yunta

que perdió su alegría y su cosecha!

¡y de nuevo a sembrar, y a ver nubes,

y a recoger abrojos de la siega !


el hombre del martillo y de la fragua,

y el hombre de la mina y la cantera,

y el de los prados verdes y los bosques,

el del mar y los barcos y la pesca.

Y el hombre de los frutos y del río,

compañero del alba y de la estrella,

amigo del rosal y de la grama,

huésped del sol, del aire y de la acequia.

¡El hombre por doquier , que se apresura,

y se afana y construye y suda y piensa! (Salvador Sandoval López. Poema ANTES DE BAJE EL

ALBA; del libro DESCENDAMOS AL VALLE)

Estoy seguro que todo este minucioso trabajo tuyo les sirve a cientos de personas que no entran a la página y tambien a nosotros, realmente puedes decir que esta es tu biblioteca personal puesta al servicio de todos, gracias por no claudicar pese a las ausencias de los comentarios. Es un trabajo inmenso, abrazos Pascual

Cuando vengas haré lo posible y lo imposible porque lo conozcas y preparen un recital para que participes.

Un abrazo.

Será un honor. Gracias Pascual. Abrazos

Luego vuelvo por aquí. Gracias, de nuevo.

SALVADOR SANDOVAL LÓPEZ

ANCIANOS DE LA HUERTA

Yo quisiera en mis versos

la ternura del agua,

para poder cantaros

como la lluvia canta.


¿Verdad que habéis oído

la canción de la lluvia en la ventana,

la canción de la lluvia por los huertos

repicando en las ramas,

repicando en las hojas con los dedos,

como en una guitarra?


Yo quisiera cantaros

como la lluvia canta,

hermanos de los ojos apagados

y las manos cansadas.


Quiero la luz,

la luz total que irradia la mañana,

y alumbraros con ella

y encenderos con ella la mirada.

Quiero la voz del viento

que suena en la cañada.

Quiero la voz del río

y el rumor del arroyo en mi garganta.


¡Dadme el nardo y la rosa,

y el clavel y la dalia!

¡Dadme el laurel, que teja

una verde corona a vuestras canas,

que están pidiendo a gritos

laureles vuestras vidas que se acaban!


Se quedó para siempre en vuestras manos

el dolor de la azada.

Lleváis en vuestros brazos

cansancio de la era y de la parva,

y en los pies aún os duelen

los hielos y la escarcha.


Os quemó el padre Sol

con su lumbre la cara,

compañeros y amigos

del Sol desde la infancia.


Os conocen las sendas

de pasar por la grama,

con el legón al hombro,

a la vera del agua.

De pasar por la noche,

de pasar con el alba

de volver a pasar al mediodía,

deslumbrados de sol y de naranjas.


Os recuerdan las noches

luminosas y claras,

las noches de la huerta

con su brazal de plata,

su canción en la reja,

su luna y su fragancia,

Y las noches de ronda

con aquella muchacha,

cuando os ibais a hablar de tantas cosas

al pie de la ventana.

Y las noches de fiesta,

cuando al son del laúd y la guitarra,

llenabais los caminos

cantando la Parranda.


Se acuerda de vosotros

hast el viejo portal de vuestra casa.

Se acuerdan las paredes

tan pobres y tan blancas.

Se acuerda el jazminero,

y el rosal y la parra.


Pero la vida es eso.

El hombre nace y ama.

El hombre llora y ríe,

y construye y trabaja.

El hombre se apresura.

Y , al final, muere y pasa.


Por eso yo quisiera

la ternura del agua,

el rumor del arroyo

y el clavel y la dalia.

Por eso yo quisiera

tejer una corona a vuestras canas,

que está pidiendo a gritos

laureles vuestras vidas que se acaban. (Salvador Sandoval López. Ancianos en la huerta; de DESCENDAMOS AL VALLE.)

SALVADOR SANDOVAL LÓPEZ

LA VOZ DE LAS COSAS

Ecos en la estrella, voces en el viento

Llamadas remotas sobre el mar y el río.

Los valles se pueblan de un lejano aliento;

de huellas, el polvo; de luz, el rocío.


Ecos, voces, huellas y luz en las cosas.

Y, en su frente, a fuego, las letras de un nombre.

Letras en la lluvia, el sol y las rosas.

Signos en las nubes, el cielo y el hombre.


Letras, como joyas blancas, en la fuente;

y azules y verdes sobre el horizonte.

Letras amarillas, de oro transparente,

ciñendo la cumbre soberbia del monte.


Símbolos que enjoyan el albor del día.

Letras que se irisan flotando en el río,

que esmaltan los campos, la roca bravía,

y el bosque y la nieve y el sol del estío.


Sílabas y letras de un libro de oro.

Páginas orladas de espumas y estrellas,

de flores, de aves, que muestran a coro,

la señal del Padre relumbrando en ellas.


(ConT.)

SALVADOR SANDOVAL LÓPEZ

LA VOZ DE LAS COSAS ( Cont.)

Siguiendo voy los caminos

de las cosas tras tus huellas.

¡Ábreme, Señor, los ojos,

que el alba llama a mi puerta!

Ya te conocen los campos.

te conoce la palmera.

Y el trigo. Pero mis ojos,

¡mis ojos llenos de niebla!

no ven la luz de tus pasos

ni te vislumbran siquiera.

¡Ábreme, Señor, los ojos

para que también te vean!


Eres fecundo en el valle.

Majestuosos en la sierra.

Eres perfume en la rosa

y claridad en la estrella.

Eres inmenso en los cielos.

Eres eterno en la peña.

Eres ternura en el nido.

Eres abrazo en la hiedra.

Las olas del mar escriben

tu nombre sobre la arena.

El río grita tu nombre al

monte y a la ribera,

y se lo saben los juncos

y las cañas y la hierba.

Y se lo dice al oído

la lluvia y la sementera,

el sol a las amapolas

y la luna a las albercas.

Cont.

SALVADOR SANDOVAL LÓPEZ

LA VOZ DE LAS COSAS ( Cont. y final)

Mas ¿para qué mirar , Señor, las cosas,

acechando la noche, el mar, el día,

si estás dentro de mí, en cada idea,

en cada pulsación, en cada fibra?


¿No has sido Tú, Señor, quien me ha dejado

en el alma esta angustia que me agita,

este hastío del tiempo y del espacio,

de las horas, las noches y los días,

esta tortura del reloj, el metro

con su eterno medir años y millas,

este dolor de ver que todo pasa

y que todo se encierra en unas cifras?


Y cuando estoy al borde del abismo,

cuando pruebo la hiel de la caída

y siento ese clamor en mis entrañas

y esas voces ¿no eres Tú el que grita?

¿No eres Tú el aguijón de la conciencia

que me llamas al orden y me avisas?


¡Estás dentro de mí! Y puedo hablarte

sin buscar con los ojos hacia arriba,

sin levantar la voz, en un murmullo,

y decirte muy quedo, de rodillas:

Padre nuestro que habitas en las cosas,

que moras en el valle y la colina,

en la luz, en el mar, en el arroyo;

que vives en la estrella y en la hormiga,

que alientas en mi ser, ¡haz que tus huellas

alumbren los caminos de mi vida! ( Salvador Sandoval López; La Voz de las cosas, de

DESCENDAMOS AL VALLE).

SI DECIMOS AMOR

Si decimos amor, decimos todo:

espacio, viento, agua, vida, tierra.

Decimos Dios y madre y pan y beso.

Decimos rosa, novia, primavera.

Si decimos amor, decimos hijo,

decimos Cristo y Cruz, Hostia y ofrenda,

trigo, limosna, hermano, fruto, amigo.

Decimos sol, y lluvia y sementera.

Decir amor, como decir sonrisa.

Decir latidos, lágrimas y penas,

esposa, nido, surco, casa. Y hombre

que nace del amor y amor engendra.


Todo ser es amoor. Amor, la hormiga

que lleva por el sol su cruz a cuestas.

El pájaro es amor entre la fronda.

Amor, entre las flores, es la abeja.

Son amor las palomas en la tarde.

Y el gusano es amor entre la hierba.

El corazón del árbol se apresura

al sentir el abrazo de la hiedra.

¿No es el amor el gozo entre los tallos?

¿No es el amor la fiebre de las yemas?

Todo es amor, desde el insecto al ángel.

Hay huellas de amor sobre las piedras,

sobre el monte y la nieve y los caminos,

sobre el mar y las rocas y la arena.

El mundo es de amor. Suyo es el campo

Suyo el valle y las cumbres de la sierra.

Suyos, la choza humilde y el palacio,

las ciudades enormes, las aldeas.


Ama el hombre su hogar, que es pan y es hijo,

y es trabajo y esposa y lumbre y mesa.

Ama el viejo su sol y sus recuerdos,

ama su paz, mientras a Dios espera.

Ama el rico su oro y su palacio.

Y el mendigo sus trapos y su cueva.

Y el preso, en la ventana de la noche,

la libertad del viento tras las rejas.



¡Que buen poema y que buen mensaje!.
Aquí, recordando a Salvador desde sus versos.
Gracias

Gracias, Lluvia, por acercarte por aquí.

Besos.