Walt Whitman
y el Club de los Poetas Vivos
Me declaro y siempre me declararé perdidamente enamorada de Walt Whitman.
Es imposible leer uno de sus poemas y no sentir en el corazón la caricia de la
vida, el regalo de la inmensidad de lo que somos y lo que nos rodea. Imposible
no sentir que, con tan sólo abrir los brazos, podríamos abarcar el universo y
embriagarnos de nuestra existencia en él, del placer de la unicidad del yo con la
Naturaleza, del yo con el todos. Imposible no sentir tremendas ganas de
desgañitarnos a gritar al viento hasta que nuestro inmenso alarido resuene por
los techos del Mundo...
“Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío”
“Dentro y fuera de mi casa,
me pongo el sombrero como me da la gana”
Poeta de verso libre, Walt Whitman rompió con el esquema de la poesía
romántica y decidió entregar a sus versos el don de la naturalidad, de la
espontaneidad, de ser por esencia ellos mismos y esencialidad misma del
poeta, la voz del sentimiento, la palabra de sensaciones que, allá en su época,
quisieron algunos tachar de prohibidas. Fue por esto último que Whitman tuvo
que editarse él mismo la primera de las innumerables ediciones de su libro de
poemas titulado “Hojas de hierba”, desafiando a la tradición con la pública
presentación de ese poeta nuevo, el poeta desnudo, del poeta extraordinario
(fuera del orden que impuso ¿quién?), que escribe y expresa lo que es porque
lo es, sin más escrúpulo, sin máscaras, sin clichés establecidos.
“¡Oh yo, vida! Todas estas cuestiones me asaltan,
del desfile interminable de los desleales,
de ciudades llenas de necios,
de mí mismo, que me reprocho siempre, pues,
¿quién es más necio que yo, ni más desleal?
de los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos
despreciables, de la lucha siempre renovada,
de los malos resultados de todo, de las multitudes
afanosas y sórdidas que me rodean,
de los años vacíos e inútiles de los demás,
yo entrelazado con los demás,
la pregunta ¡Oh, mi yo! La triste pregunta que
vuelve: "¿Qué hay de bueno en todo esto?"
Y la respuesta:
"Que estás aquí, que existen la vida y la identidad,
que prosigue el poderoso drama y que quizás
tú puedes contribuir a él con tu estrofa".”
Nacido el 31 de mayo de 1819 en Huntington (Nueva York), Whitman realizó
varios trabajos de juventud como impresor y, más adelante, como periodista
hasta que, cansado de su estilo de vida, decidió dedicarse exclusivamente a
escribir. Durante la Guerra de Secesión, colaboró como ayudante de enfermería
apoyando a los soldados heridos del bando norteño, en un hospital de
Washington. De esta época procede esta carta manuscrita por el poeta:
Continuó trabajando para el gobierno hasta que sufrió un grave ataque
nervioso que le provocó una parálisis facial y le retiró a una vida más tranquila
y sosegada, dedicado a sus escritos, hasta su muerte en marzo de 1892.
“Como en un desmayo, un instante,
otro sol, inefable, me deslumbra,
y todos los orbes conocí,
otros orbes diez mil veces más brillantes, desconocidos,
un instante de la Tierra futura, de la Tierra del Cielo”
“Todo se ha escrito para mí
y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras”
Desde siempre he sido una enamorada de la caligrafía del Romanticismo, tan
elegante y refinada. La inclinación de la pluma hacia la derecha que parece
estar tendiendo constantemente la mano y te hace sentir un invitado especial y
siempre bienvenido por el autor del escrito. La letra “d” colgada parece ser una
característica caligráfica propia de la época, entregando a la creatividad ese don
del “quiero y no puedo” de ese arte desvalido e inconcluso, la esencia de la
frustración de un arte que no hace más retroalimentarse para ser germen de
más arte, la tristeza de la incomprensión empujada por ese ímpetu de ser y de
ser más.
Y así es también la escritura de Whitman, fiel a la caligrafía de una época a la
que tan sólo quiso romper el verso, pero enriquecida con el toque mágico de
una personalidad firme pero serena, razonablemente sensible, creativa hasta la
extenuación, idealista hasta arañar el cielo, afectuosa y esencialmente templada
a la vez que indomable.
Y no sólo su caligrafía y esa esencia de su ser impresa en ella es lo que
enamora de Whitman, sino también la imagen, el cuidado dibujo de sus versos
que pintan trazas de colores a la vez que escriben. No hay más que mirar y
admirar esta joya manuscrita inmortal e inolvidable:
Oh Capitán!, mi Capitán!
nuestro azaroso viaje ha terminado.
Al fin venció la nave y el premio fue
ganado.
Ya el puerto se halla próximo,
ya se oye la campana
y ver se puede el pueblo que entre vítores,
con la mirada sigue la nao soberana.
Mas ¿no ves, corazón, oh corazón,
cómo los hilos rojos van rodando
sobre el puente en el cual mi Capitán
permanece extendido, helado y muerto?
Oh Capitán!, mi Capitán!
levántate aguerrido y escucha cual te
llaman
tropeles de campanas.
Por ti se izan banderas y los clarines
claman.
Son para ti los ramos, las coronas, las
cintas.
Por ti la multitud se arremolina,
por ti llora, por ti su alma llamea
y la mirada ansiosa, con verte, se recrea.
Oh Capitán, ¡mi Padre amado!
Voy mi brazo a poner sobre tu cuello.
Es sólo una ilusión que en este puente
te encuentres extendido, helado y muerto.
Mi padre no responde.
Sus labios no se mueven.
Está pálido, pálido. Casi sin pulso, inerte.
No puede ya animarle mi ansioso brazo
fuerte.
Anclada está la nave: su ruta ha concluido.
Feliz entra en el puerto de vuelta de su
viaje.
La nave ya ha vencido la furia del oleaje.
Oh playas, alegraos; sonad, claras
campanas
en tanto que camino con paso triste,
incierto,
por el puente do está mi Capitán
para siempre extendido, helado y muerto.
Es magnífico el retranqueo de las líneas que, al igual que las olas, se acercan
impetuosas para romper en la orilla con entusiasmo y fervor, y luego
retroceden nuevamente hacia al mar temerosas de la costa.
También es signo llamativo en la firma del poeta, ese “ala de gallina” protectora
en la inicial del nombre y en nombre del afecto acogedor y paternal que sin
duda Whitman debió profesar a los suyos. Los puntos de las “ies” se disparan
hacia arriba como queriendo alcanzar con su vuelo el más allá en el espacio y el
tiempo, en la ilusión..., y las barras de las “tes” se ceden en cambio hacia la
derecha, lanzadas a la consecución de metas, a la realización de los sueños...
... Quizás tan sólo nos falta creer en ellos. En los sueños... ¡Oh, mi yo, mi vida!
En que quizás todos podemos aportar una pequeña estrofa a este mundo;
también tú, también yo, porque tengo todas las vidas, todos los efectos, todas
las causas, todo germen invisiblemente escondido dentro de mi propio ser...
“... porque la sociedad de hoy somos nosotros:
“los poetas vivos””:
“And the earth becomes my throne.
I adapt to the unknown
Under wandering stars I've grown
By myself, but not alone...”
(“Wherever I may Roam”, Metallica)
“Y la tierra se convierte en mi trono.
Me adapto a lo desconocido,
bajo las estrellas errantes que han visto
cómo he crecido
por mí mismo, pero nunca solo ...”
“Grito a las estrellas deseando que mi voz y mi eco atraviesen el espacio y el tiempo.
Me siento hermosa por dentro, tan llena de todo, tan clara de vida
que nada puede calmar estos sueños.
Tampoco quiero.
Amo y me siento amada porque a mi alrededor
hay tantas cosas que me dan sentido.
Galaxias, astros y planetas, os tengo
y me siento feliz por ello”
(Madera de Kilshia, Marcial Zamorano)
“Quiero vivir, quiero gritar,
quiero sentir el universo sobre mí
quiero correr en libertad,
quiero llorar de felicidad.
Quiero vivir, quiero sentir el universo sobre mí
como un naufrago en el mar, quiero encontrar mi sitio”
(“El universo sobre mi”, Amaral)
“...El esplendor y la grandeza de la vida,
capaz de ser percibido
en lo más oscuro, escondido y pequeño,
es el arte de bruñir y dar luz
al latón mate del desván de tu infancia,
...porque la flores pueden surgir
de la explosión de la naturaleza pariendo,
y también pueden nacer de
la mano laboriosa del creador de biznagas.”
(Charo Paradas)
“Siente, ríe, disfruta,
corre, salta, baila,
gesticula, grita, llora,
besa, abraza,
participa, alégrate por ti y por los demás,
en definitiva,
¡ VIVE !”
(Carlos Romero)
“Tal vez me haya tropezado con un abrazo de la Vida,
y no pido más que un pedazo de luz abriéndose paso con un suspiro
por el rincón donde tengo amontonadas mis sombras.
No pido nada más
que un instante que me muestre que, a pesar de todo, soy, existo,
por defecto soy feliz y abierto he mi corazón como una estancia llena de instantes
perpetuos, inolvidables, como un paisaje sin confines
contigo, conmigo, rodeada de espejos que llegan y se desvanecen,
de esencias que me empapan con caricias que huelen a Siempre”
(Sandra Cerro)
“Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
TÚ PUEDES APORTAR UNA ESTROFA”
“No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...”
(Walt Whitman)
Sandra Mª Cerro
Grafóloga y Perito calígrafo
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