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GABRIEL CELAYARafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta (Hernani, Guipúzcoa, 18 de marzo de 1911 – Madrid, 18 de abril de 1991), conocido como Gabriel Celaya, fue un poeta español de la generación literaria de posguerra. Fue uno de los más destacados representantes de la que se denominó «poesía comprometida».
Biografía:
Su nombre completo era Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta, lo que aprovechó para firmar sus obras como Rafael Múgica, Juan de Leceta o Gabriel Celaya. Presionado por su padre, se radicó en Madrid donde inició sus estudios de Ingeniería y trabajó por un tiempo como gerente en la empresa familiar.
Entre los años 1927 y 1935 vivió en la Residencia de Estudiantes, donde conoció a Federico García Lorca, José Moreno Villa y a otros intelectuales que lo inclinaron por el campo de la literatura, llevándolo a dedicarse por entero a la poesía. En 1946 fundó en San Sebastián, con su inseparable Amparo Gastón, la colección de poesía «Norte» y desde entonces abandonó su profesión de ingeniería y su cargo en la empresa de su familia.
La colección de poesía «Norte» pretendía hacer de puente entre la poesía de la generación de 1927, la del exilio y la europea. Aparecen así, bajo ese sello editorial, traducciones de Rainer María Rilke, Arthur Rimbaud, Paul Éluard o William Blake.
En 1946 publica Tentativas, libro en prosa en el que por primera vez firma como Gabriel Celaya. Esta primera etapa es de carácter existencialista.
En los años cincuenta se integra en la estética del compromiso (Lo demás es silencio 1952 y Cantos Íberos 1955, verdadera biblia de la poesía social). Junto a Eugenio de Nora y Blas de Otero, defiende la idea de una poesía no elitista, al servicio de las mayorías, "para transformar el mundo":
"Cantemos como quien respira. Hablemos de lo que cada día nos ocupa. Nada de lo humano debe quedar fuera de nuestra obra En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. La Poesía no es un fin en sí. La Poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo"
(Gabriel Celaya, citado por Rodríguez Puértolas et. al en Historia social de la literatura española)
En 1956 obtuvo el Premio de la Crítica por su libro «De claro en claro».
Cuando este modelo de poesía social entró en crisis, Celaya volvió a sus orígenes poéticos. Publicó La linterna sorda y reeditó poemas anteriores a 1936. También ensayó el experimentalismo y la poesía concreta en Campos semánticos (1971).
Entre 1977 y 1980 se publicaron sus Obras Completas en cinco volúmenes.
En 1986 es galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas por el Ministerio de Cultura. Ese mismo año publica "El mundo abierto".
En definitiva, la obra de Celaya constituye una gran síntesis de casi todas las preocupaciones y estilos de la poesía española del siglo XX.
Falleció el 18 de abril de 1991 en Madrid y sus cenizas fueron esparcidas en su Hernani natal.
Obras de poesía:
Marea del silencio, Zarauz, Itxaropena, 1935.
La soledad cerrada (seguida de Vuelo perdido), San Sebastián, Norte, 1947.
Movimientos elementales, San Sebastián, Norte, 1947.
Tranquilamente hablando, San Sebastián, Norte, 1947.
Objetos poéticos, Valladolid, Halcón, 1948.
El principio sin fín, Córdoba, Cántico, 1949.
Se parece al amor, Las Palmas, El Arca Cerrada, 1949.
Las cosas como son, Santander, La Isla de los Ratones, 1949.
Deriva, Alicante, Ifach, 1950.
Las cartas boca arriba, Madrid, Adonais, 1951.
Lo demás es silencio, Barcelona, El Cucuyo, 1952.
Paz y concierto, Madrid, El Pájaro de Paja, 1953.
Vía muerta, Barcelona, Alcor, 1954.
Cantos iberos, Alicante, Verbo, 1955.
De claro en claro, Madrid, Adonais, 1956.
Entreacto, Madrid, Agora, 1957.
Las resistencias del diamante, México, Luciérnaga, 1957.
Cantata en Aleixandre, Palma de Mallorca, Papeles de Son Armadans, 1959.
El corazón en su sitio, Caracas, Lírica Hispánica, 1959.
Para vosotros dos, Bilbao, Alrededor de la Mesa, 1960.
Poesía urgente, Buenos Aires, Losada, 1960.
La buena vida, Santander, La Isla de los Ratones, 1961.
Los poemas de Juan de Leceta, Barcelona, Colliure, 1961.
L'Espagne en marche (antología bilingüe), París, Seghers, 1961.
Rapsodia eúskara, San Sebastián, Biblioteca Vascongada de Amigos del País, 1961.
Poesía (1934-1961) (una antología), Madrid, Giner, 1962.
Episodios nacionales, París, Ruedo Ibérico, 1962.
Mazorcas, Palencia, Rocamor, 1962.
Versos de otoño, Jerez de la Frontera, La Venencia, 1963.
Dos cantatas, Madrid, Revista de Occidente, 1963.
Me llamo Gabriel Celaya (disco: Antología y comentarios en la voz del autor), Madrid, Aguilar, 1963.
La linterna sorda, Barcelona , El Bardo, 1964.
Baladas y decires vascos, Barcelona, El Bardo, 1965.
Lo que faltaba, Barcelona, El Bardo, 1967.
Poemas de Rafael Múgica,Bilbao, Comunicación Literaria, 1967.
Poesie (una antología bilingüe)Milán, Arnoldo Mondadori, 1967.
Los espejos transparentes, Barcelona, El Bardo, 1968.
Canto en lo mío, Barcelona, El Bardo, 1968.
Poesías completas, Madrid, Aguilar, 1969.
Lírica de cámara, Barcelona, El Bardo, 1969.
Choiux de textes (antología, tarducción y estudio previo), Paris, Seghers. Poètes d'aujourd'hui, 1970.
Operaciones poéticas, Madrid, Visor, 1971.
Cien poemas de un amor, Barcelona, Plaza y Janés, 1971.
Campos semánticos, Zaragoza, Fuendetodos, 1971.
Dirección prohibida, Buenos, Aires, Losada, 1973.
Función de Uno, Equis, Ene, Zaragoza, Fuendetodos, 1973.
El derecho y el revés, Barcelona, Ocnos, 1973.
La higa de Arbigorriya, Madrid, Visor, 1975.
Buenos días, buenas noches, Madrid, Hyperión, 1976.
Poesía abierta (una antología), Madrid, Doncel, 1976.
El hilo rojo (una antología de poemas político-sociales), Madrid, Visor, 1977.
Parte de guerra, Barcelona, Laia, 1977.
Poesía (una antología; selección y prólogo de Ángel González), Madrid, Alianza, 1977.
Poesías completas (1932-1939. Tomo I), Barcelona, Laia, 1977.
Poesías completas (1940-1948. Tomo II), Barcelona, Laia 1977.
Iberia sumergida, Madrid, Hyperión, 1978.
Poesías completas. (1949-1954. Tomo III), Barcelona, Laia, 1978.
Poesías completas. (1955-1960. Tomo IV), Barcelona, Laia, 1978.
Antología (realización y selección de Marc ial Suárez), Madrid, Bibliocassette, 1979.
Poesías completas. (1958-1960. Tomo V), Barcelona, Laia, 1980.
Poesías completas. (1960-1961. Tomo VI), Barcelona, Laia, 1980.
Poemas órficos, en Poesía, hoy (1968-1979), 1981.
Penúltimos poemas, Barcelona, Seix Barral, 1982.
Cantos y mitos, Madrid, Visor, 1984.
Trilogía vasca, San Sebastián, Diputación Foral de Gipuzkoa, 1984.
El mundo abierto, Madrid, Hiperión, 1986.
Orígenes / Hastapenak, San Sebastián, Universidad del País Vasco, 1990.
Poesías completas, 3 tomos Madrid, Visor, 2001-2004
En colaboración con Amparo Gastón:
Ciento volando, Madrid, Neblí, 1953.
Coser y cantar, Guadalajara, Doña Endrina, 1955.
Música celestial, Cartagena, Balandre, 1958.
(Sacado de:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]POEMAS:
De "MAREA DE SILENCIO", 1935"Tus gritos y mis gritos en el alba..."Tus gritos y mis gritos en el alba.
Nuestros blancos caballos corriendo
con un polvo de luz sobre la playa.
Tus labios y mis labios de salitre.
Nuestras rubias cabezas desmayadas.
Tus ojos y mis ojos,
tus manos y mis manos.
Nuestros cuerpos
escurridizos de algas.
¡Oh amor, amor!
Playas del alba.
*
"Salpicada de espuma, de salitre..."Salpicada de espuma, de salitre,
desnuda, desde el mar,
viene gritando:
La vida, sí, la vida misma:
¡Un delirio por los prados!
Desde mi ventana blanca,
con los brazos extendidos,
la estoy llamando con voces
de un ardor desmelenado.
Salpicada de espuma, de salitre,
desnuda, por los campos,
va gritando.
¡La vida, sí, la vida misma!
Pálido y alto, callado,
la miro pasar llorando.
*
"Meditación"Si es verdad que existo y que me llamo Rafael;
si es verdad que estoy aquí
y que esto es una mesa;
si es verdad que soy algo más que una piedra oscura entre ortigas,
algo más que una áspera piedra en el fondo de un pozo.
Si verdaderamente es real esta extraña claridad violeta de la tarde,
si esos grises y malvas son casas y nubes;
si verdaderamente no es un sonámbulo ese hombre que pasa por la calle;
si es real este silencio que sube y baja entre el misterio y la vida;
si es verdad que existo y que me llamo Rafael,
y que soy algo más que una planta de carne;
si verdaderamente las cosas existen,
y yo también existo,
y mi pensamiento existe;
si verdaderamente esta dulce tarde con olor a magnolias es algo real;
si es también real este temblor de infinito que siento latir dentro de mí;
si verdaderamente me llamo Rafael y existo y pienso;
si verdaderamente el mundo vive en una atmósfera densa de pensamientos desconocidos y eternos;
si verdaderamente es así,
¡oh, gracias, gracias por todo!
*
"Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo..."¡Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo!
Allí la luna, callada,
blanca y estéril, mirando,
espejo vuelto a sí mismo,
su perfección de narciso:
soledad en aguas blancas
de lo blanco quieto y frío.
Dura o sin sangre, tranquila,
se está mirando a sí misma,
mientras rosas encarnadas,
pulpa y amor, carne viva,
bajo una brisa caliente
se desmayan de delicia.
Con los ojos en la luna,
bajo los pies, rosas rojas,
estoy esperando, quieto,
que tú, que yo mismo venga
sigiloso por la espalda,
con la sorpresa de un beso
blanco y verde de silencio,
que tú, que yo mismo venga
con un beso
muerto de puro perfecto.
*
"La noche viene desnuda..."La noche viene desnuda:
senos de luna,
guantes morados.
Con los brazos en alto
ya la estoy esperando.
¡Qué cerca de mi oído
enmudecen sus labios!
¡Amor, amor!
La muerte
me está besando.
*
"En el fondo de la noche tiemblan las aguas de plata..."
En el fondo de la noche tiemblan las aguas de plata.
La luna es un grito muerto en los ojos delirantes.
Con su nimbo de silencio
pasan los sonámbulos de cabeza de cristal,
pasan como quien suspira,
pasan entre los hielos transparentes y verdes.
Es el momento de las rosas encarnadas y los puñales de acero
sobre los cuerpos blanquísimos del frío.
En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio;
los hombres gritan tan alto que solo se oye la luna.
Es el momento en que los niños se desmayan sobre los pianos,
el momento de las estatuas en el fondo transparente de las aguas,
el momento en que por fin todo parece posible.
En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio.
Decidme lo que habéis visto los que estabais con la cabeza vuelta.
La quietud de esta hora es un silencio que escucha,
el silencio es el sigilo de la muerte que se acerca.
Decidme lo que habéis visto.
En el fondo de la noche
hay un escalofrío de cuerpos ateridos.
***
De "LA SOLEDAD CERRADA", 1947"Quien me habita"Car je «est» un autre
(Rimbaud) ¡Qué extraño es verme aquí sentado,
y cerrar los ojos, y abrirlos, y mirar,
y oír como una lejana catarata que la vida se derrumba,
y cerrar los ojos, y abrirlos y mirar!
¡Qué extraño es verme aquí sentado!
¡Qué extraño verme como una planta que respira,
y sentir en el pecho un pájaro encerrado,
y un denso empuje que se abre paso difícilmente por mis venas!
¡Qué extraño verme aquí sentado
y agarrarme una mano con la otra,
y tocarme, y sonreír, y decir en voz alta
mi propio nombre tan falto de sentido!
¡Oh, qué extraño, qué horriblemente extraño!
La sorpresa hace mudo mi espanto.
Hay un desconocido que me habita
y habla como si no fuera yo mismo.
*
"Amor"Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
Esta tarde -mar, pinares, azul-,
suspendido entre los brazos ligerísimos del aire
y entre los tuyos, dulce, dulce mía,
un ritmo palpitante me cantaba:
es fácil y, a veces, casi alegre.
La brisa unía en un mismo latido
nuestros cuerpos, los árboles, las olas,
y nosotros no éramos distintos
de las nubes, los pájaros, los pinos,
de las plantas azules de agua y aire,
plantas, al fin, nosotros, de callada y dulce carne.
La tierra se extasiaba; ya casi era divina
en las nubes redondas, en la espuma,
en este blanco amor que, radiante, se eleva
al suave empuje de dos cuerpos que se unen
en la hierba.
¿Recuerdas, dulce mía, cuando el aire
se llenaba de palomas invisibles,
de una música o brisa que tu aliento
repetía apresurado de secretos?
Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
Contigo entre los brazos estoy viendo
caballos que me escapan por un aire lejano,
y estoy, y estamos, tocando con los labios
esas flores azules que nacen de la nada.
Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
Al hablar, confundimos; al andar, tropezamos;
al besarnos no existe un solo error posible:
resucitan los cuerpos cantando, y parece
que vamos a cubrirnos de flores diminutas,
de flores blancas, lo mismo que un manzano.
Dulce, dulce mía, ciérrame los ojos,
deja que este aire inunde nuestros cuerpos;
seamos solamente dos árboles temblando
con lo mismo que en ellos ha temblado esta tarde.
Vivir es más que fácil: es alegre.
Por caminos difíciles hoy llego
a la simple verdad de que tú vives.
Sólo quiero el amor, el árbol verde
que se mueve en el aire levemente
mientras nubes blanquísimas escapan
por un cielo que es rosa, que es azul, que es
gris y malva,
que es siempre lo infinito y no comprendo,
ni quiero comprender porque esto basta:
¡amor, amor! , tus brazos y mis brazos
y los brazos ligerísimos del aire que nos lleva,
y una música que flota por encima,
que oímos y no oímos,
que consuela y exalta:
¡amor también volando a lo divino!
***
De "LA MÚSICA Y LA SANGRE", 1947"Más"Las bestias, los relámpagos, los hombres,
y también la caléndula que estalla
—¡alegría, alegría!—, con su grito naranja;
la hierba siempre dulce y sometida
al lentísimo aliento de la tierra,
y este mar que despliega mi fatiga,
y esta brisa que riza mi alegría,
todo esto quiero libremente y soy,
soy solamente, soy,
soy a la vez dentro y fuera.
¡Dejad volar los versos!
¡Liberad la paloma que la pluma ha clavado!
¡Romped conmigo el ritmo!
¡Matadme! Yo os lo pido.
¡Poemas, poemas, poemas cara al mar!
No el pensamiento, más:
la alegría suficiente para dejarlo escapar.
Y no lo logrado, ¡más!:
en el error, los amores; en lo pequeño, el total.
*
"Primera inocencia"Era en el tiempo de la inocencia,
cuando las muchachas
apenas distinguían el amor de la brisa,
cuando los hombres lloraban de verdad
porque ni el piano ni ningún otro instrumento nocturno se habían inventado,
ni a nadie se le había ocurrido todavía la música
o que el dolor pudiera ser caricia.
Era en el tiempo de la inocencia.
Las horas no pasaban cogidas de la mano
en cadenas de cifras monótonas y neutras;
flotaban desmayadas, por lo diáfano sueltas,
y apenas si los días contenían tristeza,
y el tiempo era una forma
a la que nadie había puesto nombre todavía.
La luz al retirarse cerraba el ojo humano.
Nadie había explorado hacia dentro la noche.
Al hablar de Dios se le confundía con el mar
y en la atmósfera clara volaban
los gritos que, después, hemos llamado pensamientos
y las nubes
a las que no se acertaba a poner nombre preciso.
***
De "OBJETOS POÉTICOS", 1948"Nocturno"Ya es de noche. Ya no puedo
seguir hablándote. Basta.
No hay corazón. Suena el mar.
Mi sangre de un golpe calla.
Una música me abre
sus mil alas y secretos :
una música me puebla
y ya casi no me siento.
Ya no me siento la maciza
presencia que llamo cuerpo.
Siento el mar. Tan sólo el mar,
ese mar siempre latiendo.
No, ya no puedo, no puedo
escuchar mi sentimiento
hablarte como si fuera
yo, y no la noche, quien tiembla.
***
De "MOVIMIENTOS ELEMENTALES", 1947"Instantánea" (Alderdi-Eder,
19 febrero, 4 tarde)TAMARINDOs desnudos perfilados
contra el puro posible de la niebla.
Callando, se oye el mar que rompe lento
en las playas remotas de otros mundos.
Suspenso, el corazón guarda un secreto,
vive allí donde ya no es solo mío.
¡La pura posesión, la nada pura
en lo alto de un latido que no vuelve!
*
"Matinal"Un hombre; los caminos;
el viento sin sonido del destino;
y andar libre y ligero entre tormentas
magnéticas y secas.
Se multiplican, crecen,
y, sucesivos, vienen con espuma y clamores
confusiones, muchachas, reposos dulces, largas
cabelleras de llanto que le envuelven temblando.
Frente a un mundo en delirio, él se afirma en su paso.
No acaricia, no duda.
Su soledad heroica
no es un irse perdido por los limbos cantando.
Contempla las montañas en su fuerza y su calma;
contempla la mañana pausada y luminosa;
respira, y le parece
que su boca bebe de Dios directamente.
¡Qué cierto, en su absoluto
de gloria y resplandor, el cielo abierto!
¡Qué ciertas, en su calma,
las cosas como son, que son, y basta!
"Posesión"Si el sol sale, zumba, truena
como un dios antiguo de la luz poderosa,
hermoso, con sus barbas floridas y sus muslos
morenos, duros, recios,
también yo soy mujer,
también me abro en espasmo, pues eso es hacer versos:
llorar mientras resbalo por carícias y ríos
de sombra espesa y dulce.
***
De "EL PRINCIPIO SIN FIN", 1949"Penúltimas palabras"I
Mientras las estrellas brillan temblorosas,
te diré una palabra sencilla y antigua,
palabra siempre dicha, pero nunca entendida,
palabra que tan sólo de tú a tú comprendemos:
Te amo.
La noche vasta ensancha tu dulce presencia.
Secretamente te hablo retorciendo mi angustia.
Secretamente sufro por algo prohibido
y es sencillo y terrible como tú si me miras:
Te amo.
II
La muerte sólo brilla con tranquilas estrellas.
Sus párpados son lentos; su silencio es antiguo;
sus manos que no tocan me adivinan en sombra;
su gloria es un secreto.
Regia amante nocturna de senos glaciales,
cielo de la hermosura más allá de mi dicha
y mi amor, y mi canto, y mi vuelo más loco,
¡también yo he de callarme!
***
De "AVISO A JUAN DE LECETA", 1947"A vuestro servicio"Me he acercado hasta el puerto.
Chillan hierros mojados y una grúa resopla.
Los obreros trabajan y maldicen a ratos.
-¿Un cigarro, buen hombre?
Buen hombre me ha escupido su silencio.
Buen hombre me ha plantado
con unos ojos claros todo su desprecio.
Los hombres tienen hambre.
Los hombres tienen miedo.
Mas no nos piden pan.
Mas no nos piden sueño.
Gritaré lo que quieran por no sentirme odiado.
Cuando me fusilen
quizás alguien me pongo un cigarro en los labios.
*
"Por fin tengo un amigo"Por fin tengo un amigo,
otro pequeño imbécil como yo, sonriente,
que no lee los periódicos,
que no está preocupado,
que no tiene opinión formada sobre Europa.
Nos paseamos juntos charlando tontamente,
contándonos mentiras,
repitiendo en voz alta los nombres de los barcos
o inventando otros nuevos
para las pobres nubes que lo están esperando.
¡Qué bonitas mañanas con aeroplanos blancos!
¡Qué bonitos los pinos,
la hierbecilla mansa,
la brisa siempre alegre,
las parejas amigas, de la mano, volando!
***
De "TRANQUILAMENTE HABLANDO", 1947"Mi intención es sencilla (difícil)"Recuerdo a Núñez de Arce y a don José Velarde,
tan retóricos, sabios,
tan poéticos, falsos,
cuando vivía Bécquer, tan inteligente,
tan pobre de adornos,
tan directo, vivo.
No quisiera hacer versos;
quisiera solamente contar lo que me pasa
(que es lo que nunca pasa),
escribir unas cartas destinadas a amigos
que supongo que existen
quisiera ser el Bécquer de un siglo igual a otros.
Tengo compañeros que escriben poemas buenos
y otros que se callan o maldicen sin tino;
pero todos me aburren (aunque los admiro),
y todos me ocultan lo único que importa
(ellos, estupendos
cuando se emborrachan y hablan sin medida).
Yo que me embriago sin haber bebido,
yo que me repudro y, tontamente, muero,
no puedo callarme,
no puedo aguantarlo,
digo lo que quiero, y
sé que con decirlo sencillamente acierto.
*
"Cuéntame cómo vives, cómo vas muriendo"Cuéntame cómo vives;
dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.
Cuéntame cómo vives;
ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).
Cuéntame cómo mueres;
nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.
Cuéntame cómo mueres;
cómo renuncias -sabio-,
cómo -frívolo- brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.
*
"Todas las mañanas, cuando leo el periódico"Me asomo a mi agujero pequeñito.
Fuera suena el mundo, sus números, su prisa,
sus furias que dan a una su zumba y su lamento.
Y escucho. No lo entiendo.
Los hombres amarillos, los negros o los blancos,
la Bolsa, las escuadras, los partidos, la guerra:
largas filas de hombres cayendo de uno en uno.
Los cuento. No lo entiendo.
Levantan sus banderas, sus sonrisas, sus dientes,
sus tanques, su avaricia, sus cálculos, sus vientres
y una belleza ofrece su sexo a la violencia.
Lo veo. No lo creo.
Yo tengo mi agujero oscuro y calentito.
Si miro hacia lo alto, veo un poco de cielo.
Puedo dormir, comer, soñar con Dios, rascarme.
El resto no lo entiendo.
*
"Debo ser algo tonto"Debo ser algo tonto
porque a veces me ocurre que me pongo a hablar solo,
y digo cosas locas,
digo nombres bonitos de muchachas y barcos
o títulos de libros que nadie ha escrito nunca.
Debo ser algo tonto.
Babeo, grito y lloro.
Los verbos absolutos me llenan de ternura
y esas vocales sueltas, inútiles, redondas,
que vuelan para nada,
me elevan boquiabierto hacia no sé qué gozos.
Soy feliz y, por eso, también un poco tonto.
***
De "SE PARECE AL AMOR", 1949"Cerca y lejos"Más allá del pecado,
indecible, te adoro,
y al buscar mis palabras
sólo encuentro unos besos.
En el pecho, en la nuca,
te quiero.
En el cáliz secreto,
te quiero.
donde tu vientre es combo,
fugitiva tu espalda,
oloroso tu cuerpo,
te quiero.
*
"Ni más ni menos"Son tus pechos pequeños,
son tus ojos confusos,
lo que no tiene nombre
y no comprendo, adoro.
Son tus muslos largos
y es tu cabello corto;
lo que siempre me escapa
y no comprendo, adoro.
Tu cintura, tu risa,
tus equívocos locos,
tu mirada que burla
y no comprendo, adoro.
¡Tú que estás tan cerca!
¡Tú que estás tan lejos!
Lo que beso, y no tengo,
y no comprendo, adoro.
*
"Porque sí"Pececito esquivo,
caballito que monto,
delicia que no nombro,
y quiero, quiero, quiero.
Cuando te beso, acierto;
cuando te toco, creo;
si te acaricio mido
mi infinito deseo.
Mas te prolongas lejos;
eres más, eres lo otro,
lo que nunca apreso
aunque te toco y beso.
siempre un poco esquiva,
siempre resbalada,
tú, que nunca entiendo,
y quiero, quiero, quiero.
*
"Apasionadamente"¡Y tanto, y tanto te amo
que mis palabras mueren
en un rumor de besos sin descanso!
¡Y tanto todavía que mis manos
no te hallan al tocarte!
¡Tanto y tan sin descanso,
que fluyo, y fluyo, y fluyo,
y es solamente llanto!
*
"Fecundación"Y si yo te toco, tú eres lo que eres;
y si no te toco,
tú, tranquila, duermes.
Tú, conmigo, todo;
tú, sin mi, perdida;
tú, mujer conmigo,
nada si no nombro.
Y si yo te toco,
palmera que crece,
sonrisas abiertas
que, meciendo, envuelven.
Y si no te toco,
dulzura que pesa,
caes en tu silencio
densamente lenta.
***
De "LAS CARTAS BOCA ARRIBA", 1951"A Andrés Basterra"Andrés, aunque te quitas la boina cuando paso
y me llamas «señor», distanciándote un poco,
reprobándome —veo— que no lleve corbata,
que trate falsamente de ser un tú cualquiera,
que cambie los papeles —tú por tú, tú barato—,
que no sea el que exiges —el amo respetable
que te descansaría—,
y me tiendes tu mano floja, rara, asustada
como un triste estropajo de esclavo milenario,
no somos dos extraños.
Tus penas yo las sufro. Mas no puedo aliviarte
de las tuyas dictando qué es lo justo y lo injusto.
No sé si tienes hijos.
No conozco tu casa, ni tus intimidades.
Te he visto en mis talleres, día a día, durando,
y nunca he distinguido si estabas triste, alegre,
cansado, indiferente, nostálgico o borracho.
Tampoco tú sabías cómo andaban mis nervios,
ni que escribía versos —siempre me ha avergonzado—,
ni que yo y tú, directos,
podíamos tocarnos, sin más ni más, ni menos,
cordialmente furiosos, estrictamente amargos,
anónimos, fallidos, descontentos a secas,
mas pese a todo unidos como trabajadores.
Estábamos unidos por la común tarea,
por quehaceres viriles, por cierto ser conjunto,
por labores sin duda poco sentimentales
—cumplir este pedido con tal costo a tal fecha;
arreglar como sea esta máquina hoy mismo—
y nunca nos hablamos de las cóleras frías,
de los milagros machos,
de cómo estos esfuerzos serán nuestra sustancia,
y el sueldo y la familia, cosas vanas, remotas,
accesorias, gratuitas, sin último sentido.
Nunca como el trabajo por sí y en sí sagrado
o sólo necesario.
Andrés, tú lo comprendes. Andrés, tú eres un vasco.
Contigo sí que puedo tratar de lo que importa,
de materias primeras,
resistencias opacas, cegueras sustanciales,
ofrecidas a manos que sabían tocarlas,
apreciarlas, pesarlas, valorarlas, herirlas,
orgullosas, fabriles, materiales, curiosas.
Tengo un título bello que tú entiendes: Madera,
Pino rojo de Suecia y Haya brava de Hungría,
Samanguilas y Okolas venidas de Guinea,
Robles de Slavonía y Abetos del Mar Blanco,
Pinoteas de Tampa, Mobile o Pensacola.
Maderas, las maderas humildemente nobles,
lentamente crecidas, cargadas de pasado,
nutridas de secretos terrenos y paciencia,
de primaveras justas, de duración callada,
de savias sustanciadas, felizmente ascendentes.
Maderas, las maderas buenas, limpias, sumisas,
y el olor que expandían,
y el gesto, el nudo, el vicio personal que tenían
a veces ciertas rollas,
la influencia escondida de ciertas tempestades,
de haber crecido en esta, bien en otra ladera,
de haber sorbido vagas corrientes aturdidas.
Hay gentes que trabajan el hierro y el cemento;
las hay dadas a espartos, o a conservas, o a granos,
o a lanas, o a anilinas, o a vinos, o a carbones;
las hay que sólo charlan y ponen telegramas
mas sirven a su modo;
las hay que entienden mucho de amiantos o de grasas,
de prensas, celulosas, electrodos, nitratos;
las hay, como nosotros, dadas a la madera,
unidas por las sierras, los tupis, las machihembras,
las herramientas fieras del héroe prometeico
que entre otras nos concretan
la tarea del hombre con dos manos, diez dedos.
Tales son los oficios. Tales son las materias.
Tal la forma de asalto del amor de la nuestra,
la tuya, Andrés, la mía.
Tal la oscura tarea que impone el ser un hombre.
Tal la humildad que siento. Tal el peso que acepto.
Tales los atrevidos esfuerzos contra un mundo
que quisiera seguirse sin pena y sin cambio,
pacífico y materno,
remotamente manso, durmiendo en su materia.
Tales, tercos, rebeldes, nosotros, con dos manos,
transformándolo, fieros, construimos un mundo
contra naturaleza, gloriosamente humano.
Tales son los oficios. Tales son las materias.
Tales son las dos manos del hombre, no ente abstracto.
Tales son las humildes tareas que precisan
la empresa prometeica.
Tales son los trabajos comunes y distintos;
tales son los orgullos, las rabias insistentes,
los silencios mortales, los pecados secretos,
los sarcasmos, las llamas, los cansancios, las lluvias;
tales las resistencias no mentales que, brutas,
obligan a los hombres a no explicar lo que hacen;
tales sus peculiares maneras de no hablarse
y unirse, sin embargo.
Mira, Andrés, a los hombres con sus manos capaces,
con manos que construyen armarios y dínamos,
y versos y zapatos;
con manos que manejan furiosas herramientas,
fabrican, eficaces, tejidos, radios, casas,
y otras veces se quedan inmóviles y abiertas
sobre ese blanco absorto de una cuartilla muerta.
Manos raras, humanas;
manos de constructores, manos de amantes fieles
hechas a la medida de un seno acariciado;
manos desorientadas que el sufrimiento mueve
a estrechar fuertemente, buscando la una en la otra.
Están así los hombres
con sus manos fabriles o bien sólo dolientes,
con manos que a la postre no sé para qué sirven.
Están así los hombres vestidos, con bolsillos
para el púdico espanto de esas manos desnudas
que se miran a solas, sintiéndolas extrañas.
Están así los hombres y, en sus ojos, cambiadas,
las cosas de muy dentro con las cosas de fuera,
y el tranvía, y las nubes, y un instinto —un hallazgo—,
todo junto, cualquiera,
todo único y sencillo, y efímero, importante,
como esas cien nonadas que pasan o no pasan.
Mira, Andrés, a los hombres, ya sentados, ya andando,
tan raros si nos miran seriamente callados,
tan raros si caminan, trabajan o se matan,
tan raros si nos odian, tan raros si perdonan
el daño inevitable,
tan raros que si ríen nos enseñan los dientes,
tan raros que si piensan se doblan de ironía.
Mira, Andrés, a estos hombres.
Míralos. Yo te miro. Mírame si es que aguantas.
Dime que no vale la pena de que hablemos,
dime cuánto silencio formó tu ser obrero,
qué inútilmente escribo, qué mal gusto despliego.
Mira, Andrés, cómo estamos unidos pese a todo,
cómo estamos estando, qué ciegamente amamos.
Aunque ya las palabras no nos sirven de nada,
aunque nuestras fatigas no puedan explicarse
y se tuerzan las bocas si tratamos de hablarnos,
aunque desesperados,
bien sea por inercia, terquedad o cansancio,
metafísica rabia, locura de existentes
que nunca se resignan, seguimos trabajando,
cavando en el silencio,
hay algo que conmueve y entiendes sin ideas
si de pronto te estrecho febrilmente la mano.
La mano, Andrés. Tu mano, medida de la mía.
***
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