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Poetas irlandesas contemporáneas.
(de la antología No soy tu musa. Antología de poetas irlandesas contemporáneas, traducción de Carlota Caulfiels, con la colaboración de Angela McE3an, Torremozas, 2008. )
EAVAN BOLAND (1944-2020) (https://ca.wikipedia.org/wiki/Eavan_Boland ):
DUBLÍN, 1959
El café tenía
sillas de plástico y mostradores para almorzar.
Su puertas abrían hacia la calle O'Connell.
Doblé las rodillas
bajo la mesa. Los amarillos amargos
se deslizaron dentro de la botella de vinagre.
Cuéntame un cuento sobre Irlanda
pedía cuando era niña
a cualquiera que me oyese: sobre lo que
el mundo moderno había dejado atrás.
Pero no olvidado.
Recuerdo
que pagamos nuestro café con un billete de una libra.
Y salimos. Y una bicicleta pasó,
su timbre sonando muy alto. Y un auto se desvió para adelantársele.
MIRANDO PELÍCULAS VIEJAS CUANDO ERAN NUEVAS
Crecí en gris y blanco.
En mediotonos y claroscuros,
Sentada al lado de un teléfono de baquelita,
miraba besos granulosos y nevados en la pequeña pantalla.
Así era Nueva Yor.
Yo tenía trece años. Afuera de mi ventana la
ciudad sin jardines ni flores, con sus sirenas
y sus centavos peculiares, era nuevo para mí. Y yo estaba cansada de estar
en cualquier parte menos en casa. Por eso me acomodé
para hacerme adulta lo más pronto posible.
Y la luna creciente,
y el cuello de la camisa de aquel hombre
mientras él besaba a la muchacha bajo la luna, y su cara
mientras ella miraba a otra parte y el océano comenzando
a arder y brillar en la distancia:
ellos eran como yo: lo que les faltaba
estaba fuera de ellos. Era una ausencia dentro de la cual
sólo podían ser
menos que ellos mismos: cualquiera podía ver
que su destrucción no era por el amor, no era por el destino, era sólo
una película en blanco y negro. Pero el momento se acercó. Llegó. Vino
y se fue. Y algún día sabré que lo que ahora miro es
una apasionada economía
a la que llamamos pasado. Aunque tal vez
su otro nombre sea memoria. Y en otro lugar
el futuro ya está cultivando consecuencias. Son azules
y amarillas. Son bermejas o de vívido verde.
Recógenos, dirán. Llévanos adentro.
Vuélvenos una ciudad,
una situación. Mira lo rápido
que te cansas de nosotros. ¿Cuándo suspirarás
por estos tonos y esta frescura? No sé nada
de eso mientras me reclino. Mientras tanto, la pantalla parpadea.
FELICIDAD
Un verano en Connemara, 1940.
Mi padre aprende irlandés.
Mi madre
pinta la cosecha.
Sostiene ocre y naranja quemado
contra la tela.
Él dice
samradh por verano y atais por felicidad.
El Atlántico
arroja sal a la oscuridad. Ella recoge sus colores.
Es la hora de regresar a casa
a la ciudad donde aún no he nacido.
Ellos no pueden vermi tristeza mientras el tren
se mueve hacia el este entre campos, sombras, fincas
hacia mi vida.
Ellos no escuchan las ruedas
decir -pero yo sí-
nunca jamás, nunca jamás.
EILÉAN NÍ CHUILLEANÁIN (1942-) (https://en.wikipedia.org/wiki/Eil%C3%A9an_N%C3%AD_Chuillean%C3%A1in ):
EL CAMINO DEL AGUA
Mandé a la niña al pozo.
Subió por el camino principal hasta llegar a Tell's Cross,
Dobló a la izquierda sobre la tabanquera y por el sendero de la colina.
Me quedé en la puerta para verla bajar,
Sus ojos fijos en el nivel del agua
Protegida en sus palmas, vacilantes
Como nudos en la madera.
Descendió con cuidado:
Los chicos en bicicletas la vitoreaban mientras la pasaban
Y sus dedos temblaban y casi la derrama y la pierde.
Se tomó su tiempo en las últimas cincuenta yardas
Trayéndola hasta el umbral y allí la bebí.
Les dije a las otras hermanas, cada una de ustedes
Tendrá que hacer lo mismo cuando les llegue su turno.
Ésta ha cumplido con su tarea,
Puede irse a casa con su paga;
Apenas lograría llegar tan lejos
Hasta el pozo del fin del mundo.
UN HOMBRE OBSERVA A UNA MUJER
El sonido de todo plegándose al sueño,
Una sensación de no estar en ninguna parte,
Lo hace caminar (el tráfico a lo lejos, y viento
En los altos árboles) a una verja trasera, a un patio oscuro.
El camino que pasa por los basureros, la puerta de la cocina,
Se vuelve un camino de grava cerca de las ventanas
Iluminadas levemente sobre la cerca de alheña.
Él se detiene y observa. Necesita ver esto:
Una mujer trabaja en el refectorio tarde en la noche,
Ella cose una cortina, las líneas de su cara
Caen con expresión de fatiga, severidad, edad.
El pelo saliéndosele de la horquilla en su cabeza.
Las manos están levantadas para ensartar la aguja,
La lengua se mueve detrás de sus labios,
Él no puede ver ni sus pies ni sus zapatos, están envueltos
En la tela. Él siente alivio.
Puede seguir su camino, mientras la noche acalla
Los largos y apresurados sonidos en pura tranquilidad,
De vuelta en la escena, los amplios cafés-
Y música de trombón sobre mesas pulidas.
Mirará las caras de la gente detrás del bar, muchachas cansadas,
Sus músculos tensos bajo oleadas musicales
Y el peso de sus bandejas en equilibrio, tragos, hielo y cambio.
EL SECRETO
En lugar de quemar el libro y obtener su valor
Lo escondieron y se quedaron en silencio, incluso en la casa.
Para que la historia de aquel año perdido
Fuera para cada una su propio engaño.
Mientras la memoria se borraba ellas tenían que vivir.
Nadie compraría su sangre, pero ellas vendieron
Su pelo, la leche de sus pechos,
Sus firmas en las hilachas de papel,
El pastoreo sólo hasta las ventanas del salón
Y por fin la fina hierba fresca
Que había empezado a crecer bajo el primer arco
Del puente al lado de la fábrica de papel quemada.
NUALA NÍ DHOMHNAILL (1952-) (https://en.wikipedia.org/wiki/Nuala_N%C3%AD_Dhomhnaill )
EL VIAJE
I. La ciudad de Dios
Quienquiera que haya escrito en las escrituras, o cualquier cosa
o de cualquier tipo, que no es como si de pronto hallásemos
todo lo que existe demasiado claro - a la izquierda, nubes oscuras
y ruidos de truenos y toques de trompetas y voces de multitudes
que hacen a aquellos que los escuchan arrodillarse
para rezar que los emisarios de paz
sean enviados -quienquiera que haya hecho esa revelación
estaba hablando pura mierda: en dos o tres generaciones
hemos sufrido dos
guerras mundiales, sequías, hambrunas, casi seis millones de judíos
en un holocausto, y esto sin hablar de las crueldades
infligidas al pueblo de Cambodia...
y sin embargo, ni siquiera nos hemos acercado,
al Monte Zión, ni siquiera a la ciudad de Dios, esa bendita Jerusalén.
Algunas veces vislumbro, sin embargo, esa ciudad celestial,
algo evanescente, allí, en el horizonte mismo,
como una isla que nunca nadie ha
vitado: algunas veces se me aparece en medio del desierto;
en la cima de una chimenea de arenisca o una columna
en cualquier lugar de Dakota del Sur o Nevada o Wyoming.
2. Travesía nocturna
Algunos de mis ancestros ya habían izado velas
y escapado al mismo lugar:
dejaron cartas lacradas
en la pensión: trato de leerlas: están borrosas;
la casera me dice que me apure, que ya es hora
de que leve ancla y acelere.
"Mira", me dice, "sólo mira lo alta
y llena que está la luna: pronto cambiará la marea".
Muévete, cochero, aligera
la marcha. Olvídate de que los muchachos son muchachos y de toda esa habladuría:
ponte el tricornio y la librea.
y hazles probar a los caballos el sabor del látigo.
¿Puedes ver, allá abajo, donde los cuatro caminos se encuentran?
El izquierdo va a la Ciudad Jardín. El derecho nos lleva al transbordador.
5. La isla
Cuando de la nada apareció la isla
como esa mitad de arco iris
que algunas veces puede verse al suroeste de Slea Head
los habitantes del lugar se quedaron anonadados.
El mundo y su mujer y su madre
se amontonaron en sus vehículos
y, mientras un hombre decía que quería cagarse
en medio del camino,
sólo para que lo mencionaran en la radio,
llegó gente de todas partes y artes
para ver lo que pasaba.
Estaban en fila, parachoque contra parachoque,
por más de dos millas
en los dos carriles del camino de la costa.
Algunos tuvieron que dar marcha atrás en la orilla de la carretera
debido a la viva fuerza del tráfico en sentido contrario.
Otros se quedaron atascados
en Coumeenole Strand
cuando trataron de dar la vuelta en la arena.
Mandaron a buscar un tractor
para sacarlos de allí
y todo se volvió un gran desbarajuste.
Al fin del día
toda una flotilla de guardias había sido enviada
para restablecer la ley y el orden.
En medio de toda esta confusión cerraron el camino
pero no antes
de que los heladeros y los vendedores de fish-and-chips
ganaran mucho dinero.
EL TEMA DEL IDIOMA
Pongo mi esperanza en el agua
en esta pequeña barca
del idioma, igual que se pondría
una criatura
en un cesto tejido
con hojas de iris,
su parte inferior resistente
gracias al betún y a la resina,
y luego la puse toda abajo entre
juncos
y espadañas al borde
del río
sólo para aguantarse aquí y acullá
sin saber dónde iba a terminar:
quizás, en el regazo
de la hija de algún Faraón.
Poetas irlandesas contemporáneas.
(de la antología No soy tu musa. Antología de poetas irlandesas contemporáneas, traducción de Carlota Caulfiels, con la colaboración de Angela McE3an, Torremozas, 2008. )
EAVAN BOLAND (1944-2020) (https://ca.wikipedia.org/wiki/Eavan_Boland ):
DUBLÍN, 1959
El café tenía
sillas de plástico y mostradores para almorzar.
Su puertas abrían hacia la calle O'Connell.
Doblé las rodillas
bajo la mesa. Los amarillos amargos
se deslizaron dentro de la botella de vinagre.
Cuéntame un cuento sobre Irlanda
pedía cuando era niña
a cualquiera que me oyese: sobre lo que
el mundo moderno había dejado atrás.
Pero no olvidado.
Recuerdo
que pagamos nuestro café con un billete de una libra.
Y salimos. Y una bicicleta pasó,
su timbre sonando muy alto. Y un auto se desvió para adelantársele.
MIRANDO PELÍCULAS VIEJAS CUANDO ERAN NUEVAS
Crecí en gris y blanco.
En mediotonos y claroscuros,
Sentada al lado de un teléfono de baquelita,
miraba besos granulosos y nevados en la pequeña pantalla.
Así era Nueva Yor.
Yo tenía trece años. Afuera de mi ventana la
ciudad sin jardines ni flores, con sus sirenas
y sus centavos peculiares, era nuevo para mí. Y yo estaba cansada de estar
en cualquier parte menos en casa. Por eso me acomodé
para hacerme adulta lo más pronto posible.
Y la luna creciente,
y el cuello de la camisa de aquel hombre
mientras él besaba a la muchacha bajo la luna, y su cara
mientras ella miraba a otra parte y el océano comenzando
a arder y brillar en la distancia:
ellos eran como yo: lo que les faltaba
estaba fuera de ellos. Era una ausencia dentro de la cual
sólo podían ser
menos que ellos mismos: cualquiera podía ver
que su destrucción no era por el amor, no era por el destino, era sólo
una película en blanco y negro. Pero el momento se acercó. Llegó. Vino
y se fue. Y algún día sabré que lo que ahora miro es
una apasionada economía
a la que llamamos pasado. Aunque tal vez
su otro nombre sea memoria. Y en otro lugar
el futuro ya está cultivando consecuencias. Son azules
y amarillas. Son bermejas o de vívido verde.
Recógenos, dirán. Llévanos adentro.
Vuélvenos una ciudad,
una situación. Mira lo rápido
que te cansas de nosotros. ¿Cuándo suspirarás
por estos tonos y esta frescura? No sé nada
de eso mientras me reclino. Mientras tanto, la pantalla parpadea.
FELICIDAD
Un verano en Connemara, 1940.
Mi padre aprende irlandés.
Mi madre
pinta la cosecha.
Sostiene ocre y naranja quemado
contra la tela.
Él dice
samradh por verano y atais por felicidad.
El Atlántico
arroja sal a la oscuridad. Ella recoge sus colores.
Es la hora de regresar a casa
a la ciudad donde aún no he nacido.
Ellos no pueden vermi tristeza mientras el tren
se mueve hacia el este entre campos, sombras, fincas
hacia mi vida.
Ellos no escuchan las ruedas
decir -pero yo sí-
nunca jamás, nunca jamás.
EILÉAN NÍ CHUILLEANÁIN (1942-) (https://en.wikipedia.org/wiki/Eil%C3%A9an_N%C3%AD_Chuillean%C3%A1in ):
EL CAMINO DEL AGUA
Mandé a la niña al pozo.
Subió por el camino principal hasta llegar a Tell's Cross,
Dobló a la izquierda sobre la tabanquera y por el sendero de la colina.
Me quedé en la puerta para verla bajar,
Sus ojos fijos en el nivel del agua
Protegida en sus palmas, vacilantes
Como nudos en la madera.
Descendió con cuidado:
Los chicos en bicicletas la vitoreaban mientras la pasaban
Y sus dedos temblaban y casi la derrama y la pierde.
Se tomó su tiempo en las últimas cincuenta yardas
Trayéndola hasta el umbral y allí la bebí.
Les dije a las otras hermanas, cada una de ustedes
Tendrá que hacer lo mismo cuando les llegue su turno.
Ésta ha cumplido con su tarea,
Puede irse a casa con su paga;
Apenas lograría llegar tan lejos
Hasta el pozo del fin del mundo.
UN HOMBRE OBSERVA A UNA MUJER
El sonido de todo plegándose al sueño,
Una sensación de no estar en ninguna parte,
Lo hace caminar (el tráfico a lo lejos, y viento
En los altos árboles) a una verja trasera, a un patio oscuro.
El camino que pasa por los basureros, la puerta de la cocina,
Se vuelve un camino de grava cerca de las ventanas
Iluminadas levemente sobre la cerca de alheña.
Él se detiene y observa. Necesita ver esto:
Una mujer trabaja en el refectorio tarde en la noche,
Ella cose una cortina, las líneas de su cara
Caen con expresión de fatiga, severidad, edad.
El pelo saliéndosele de la horquilla en su cabeza.
Las manos están levantadas para ensartar la aguja,
La lengua se mueve detrás de sus labios,
Él no puede ver ni sus pies ni sus zapatos, están envueltos
En la tela. Él siente alivio.
Puede seguir su camino, mientras la noche acalla
Los largos y apresurados sonidos en pura tranquilidad,
De vuelta en la escena, los amplios cafés-
Y música de trombón sobre mesas pulidas.
Mirará las caras de la gente detrás del bar, muchachas cansadas,
Sus músculos tensos bajo oleadas musicales
Y el peso de sus bandejas en equilibrio, tragos, hielo y cambio.
EL SECRETO
En lugar de quemar el libro y obtener su valor
Lo escondieron y se quedaron en silencio, incluso en la casa.
Para que la historia de aquel año perdido
Fuera para cada una su propio engaño.
Mientras la memoria se borraba ellas tenían que vivir.
Nadie compraría su sangre, pero ellas vendieron
Su pelo, la leche de sus pechos,
Sus firmas en las hilachas de papel,
El pastoreo sólo hasta las ventanas del salón
Y por fin la fina hierba fresca
Que había empezado a crecer bajo el primer arco
Del puente al lado de la fábrica de papel quemada.
NUALA NÍ DHOMHNAILL (1952-) (https://en.wikipedia.org/wiki/Nuala_N%C3%AD_Dhomhnaill )
EL VIAJE
I. La ciudad de Dios
Quienquiera que haya escrito en las escrituras, o cualquier cosa
o de cualquier tipo, que no es como si de pronto hallásemos
todo lo que existe demasiado claro - a la izquierda, nubes oscuras
y ruidos de truenos y toques de trompetas y voces de multitudes
que hacen a aquellos que los escuchan arrodillarse
para rezar que los emisarios de paz
sean enviados -quienquiera que haya hecho esa revelación
estaba hablando pura mierda: en dos o tres generaciones
hemos sufrido dos
guerras mundiales, sequías, hambrunas, casi seis millones de judíos
en un holocausto, y esto sin hablar de las crueldades
infligidas al pueblo de Cambodia...
y sin embargo, ni siquiera nos hemos acercado,
al Monte Zión, ni siquiera a la ciudad de Dios, esa bendita Jerusalén.
Algunas veces vislumbro, sin embargo, esa ciudad celestial,
algo evanescente, allí, en el horizonte mismo,
como una isla que nunca nadie ha
vitado: algunas veces se me aparece en medio del desierto;
en la cima de una chimenea de arenisca o una columna
en cualquier lugar de Dakota del Sur o Nevada o Wyoming.
2. Travesía nocturna
Algunos de mis ancestros ya habían izado velas
y escapado al mismo lugar:
dejaron cartas lacradas
en la pensión: trato de leerlas: están borrosas;
la casera me dice que me apure, que ya es hora
de que leve ancla y acelere.
"Mira", me dice, "sólo mira lo alta
y llena que está la luna: pronto cambiará la marea".
Muévete, cochero, aligera
la marcha. Olvídate de que los muchachos son muchachos y de toda esa habladuría:
ponte el tricornio y la librea.
y hazles probar a los caballos el sabor del látigo.
¿Puedes ver, allá abajo, donde los cuatro caminos se encuentran?
El izquierdo va a la Ciudad Jardín. El derecho nos lleva al transbordador.
5. La isla
Cuando de la nada apareció la isla
como esa mitad de arco iris
que algunas veces puede verse al suroeste de Slea Head
los habitantes del lugar se quedaron anonadados.
El mundo y su mujer y su madre
se amontonaron en sus vehículos
y, mientras un hombre decía que quería cagarse
en medio del camino,
sólo para que lo mencionaran en la radio,
llegó gente de todas partes y artes
para ver lo que pasaba.
Estaban en fila, parachoque contra parachoque,
por más de dos millas
en los dos carriles del camino de la costa.
Algunos tuvieron que dar marcha atrás en la orilla de la carretera
debido a la viva fuerza del tráfico en sentido contrario.
Otros se quedaron atascados
en Coumeenole Strand
cuando trataron de dar la vuelta en la arena.
Mandaron a buscar un tractor
para sacarlos de allí
y todo se volvió un gran desbarajuste.
Al fin del día
toda una flotilla de guardias había sido enviada
para restablecer la ley y el orden.
En medio de toda esta confusión cerraron el camino
pero no antes
de que los heladeros y los vendedores de fish-and-chips
ganaran mucho dinero.
EL TEMA DEL IDIOMA
Pongo mi esperanza en el agua
en esta pequeña barca
del idioma, igual que se pondría
una criatura
en un cesto tejido
con hojas de iris,
su parte inferior resistente
gracias al betún y a la resina,
y luego la puse toda abajo entre
juncos
y espadañas al borde
del río
sólo para aguantarse aquí y acullá
sin saber dónde iba a terminar:
quizás, en el regazo
de la hija de algún Faraón.
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