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Olesia Nocoláyeva es una autora, poeta y ensayista prolífica y galardonada. Ha estado componiendo versos desde su juventud y publicó por primera vez a la edad de diecisiete años. El obispo Tikhon (Shevkhunov), autor del bestseller de 2011 "Everyday Saints", la llamó "una pionera en la prosa ortodoxa rusa".
(Sacado de https://www.holytrinitypublications.com/olesia-nikolaeva )
*
Tres poemas de Olesia Nikoláyeva, sacado de la antología La hora de Rusia. Poesía contemporánea, en traducción de Marta Lloret Llinares, Visor, 2011.
SENCILLA HISTORIA
Tía Ala era de pueblo.
Tío Sasha trabajaba en el comité de la radio.
Tenía trato con artistas
y cantantes populares.
Tía Ala y tío Sasha tenían hijos mayores.
Tío Sasha les llamaba águilas,
tía Ala les decía polluelos.
Tía Ala con todo derecho consideraba
que la vida le había sonreído: familia, vida en la capital,
horizontes culturales, puertas abiertas,
y la propia tía Ala
-sobre todo con este vestidito-
bueno, todo un pavo real...
Pobre tía Ala, ¿dónde están tus adornadas plumas?
¿Dónde está tu marido, el tío Sasha?
- Tiene una joven esposa.
- ¿Y tus hijos?
- Hace tiempo que volaron de casa, vuelan alto.
- ¿Y tú misma, adónde vas ahora,
vieja y borracha?
- ¿Y a ti qué te importa? ¿Y a ti qué más te da?
Se sonríe, mira a un lado, toda canosa:
- se va, cansada.
Y se marcha, y mala noche,
como un cuervo, se hace más negra, más negra...
Dicen que en el pueblo
tía Ala era la primera golondrina, una pionera,
pero desconocía, como nosotros,
qué le sucedería en adelante.
Mira, ahora lo recordarás todo
en el insignificante festejo funerario de Ala:
cómo quería a los invitados,
a todos llamaba "nuestros amigos",
a todos deseaba la vida llena de flores, éxito
y "vientos favorables",
bebiendo por la hora estelar
y el ruiseñor del estrado.
Aquí terminó tu vuelo, del que ya te has cansado,
y ya está preparada la tierra para tranquilizar tu inquieto sueño.
Pero nosotros tampoco volamos más alto...
-¡Perdona, si puedes, Ala!
eso dijo tío Sasha de pronto,
y saliendo fuera,
se echó a llorar.
UNA FIESTA DE CHICAS
Katia se enorgullece de que tiene un marido prestigioso, que tiene perspectivas;
Lena se enorgullece de que ella sola cría a un niño, sin pedir nada al mundo;
Sveta se enorgullece de tener una profesión y un cargo altamente retribuido;
Tania se enorgullece de que tiene el piso que ella misma amuebla con gusto.
Con otra mujer se fue el prestigioso marido de Katia.
Los años pasan, pero no hay nadie que aprecie el alma valiente de Lena, fortalecida a base de pruebas.
Sveta, por incompatibilidad de caracteres, dejó el trabajo; va todo el día en batín.
Y la casa de Tania se ha quedado algo algo triste y solitaria.
Cada año organizan una fiesta de chicas el ocho de marzo.
Katia trae tarta y pastelitos; Lena, queso con salami;
Sveta, buenos cigarrillos y vino de Cahors para animarse;
y Tania pone música moderna y embellece la mesa con pollo asado y ensalada.
Pues dicen que en la antigua Grecia, -empieza alguna-
había una isla donde sólo vivían mujeres-amazonas,
que no dejaban a los hombres asomarse por el horizonte,
y a aquellos traídos casualmente por la tempestad, ¡les mataban en el mismo lugar!
Esta historia despertó entusiasmo, levantó el ánimo:
hablaron de la sabiduría griega, escucharon un concierto de las estrellas musicales
e incluso bailaron y criticaron a los jóvenes,
y en los pasteles y bocadillos dejaron rastros de sus pintalabios.
- Hasta luego, Katia, ¡estás muy guapa bajo esta pálida luz!
- Hasta luego, Lena, a ti todavía te toca ir con el trolebús y después, ¡cruzar el solar con pasitos temerosos!
- Hasta luego, Sveta, a ti te toca ir a la derecha y después a la izquierda y, ¡por el negro y helado parque!
- Hasta luego, Tania, ¡a ti aún te toca fregar los platos con los pastelitos que han sobrado!
INVITAD A SERIOZHA
Si tenéis fiesta en casa o una cosa así
(de repente, sin quedar, los amigos se reúnen, o viene alguien)
llamad a Seriozha, por favor, a tomar el té
y vendrá él, feliz, y se sentará en la mesa, tímido.
Estará agradecido de reírse de vuestras ocurrencias
y solemnemente escuchará vuestras historias,
y resplandecerá de amor, llegando hasta tal brillo
que ya no podrá entender las palabras de la conversación.
Sin embargo, no consideréis que los sentimientos de Seriozha son torpes
si, mirando beatamente, se apoya en el respaldo del sofá,
porque Seriozha es niño de orfanato de oficio,
pupilo de residencia, alumno de severos cuarteles.
Bueno, ¿y qué? -preguntaréis- ¿para qué vamos a invitarle?
Da igual, os lo pido, aunque sea una vez,
invitadle si de verdad creéis que ¡somos hermanos y hermanas
y con cualquier huérfano somos hijos del Padre único!
No penséis si embargo que la palabra de Seriozha es falsa,
si os responde fuera de lugar, desfigurando la boca...
... Pero alguna vez a vosotros (en la hora en que nadie os necesite)
alguien os guiará desde la oscuridad al cuarto luminoso.
OLESIA NIKOLÁYEVA, La hora de Rusia. Poesía contemporánea, en traducción de Marta Lloret Llinares, Visor, 2011.
Olesia Nocoláyeva es una autora, poeta y ensayista prolífica y galardonada. Ha estado componiendo versos desde su juventud y publicó por primera vez a la edad de diecisiete años. El obispo Tikhon (Shevkhunov), autor del bestseller de 2011 "Everyday Saints", la llamó "una pionera en la prosa ortodoxa rusa".
(Sacado de https://www.holytrinitypublications.com/olesia-nikolaeva )
*
Tres poemas de Olesia Nikoláyeva, sacado de la antología La hora de Rusia. Poesía contemporánea, en traducción de Marta Lloret Llinares, Visor, 2011.
SENCILLA HISTORIA
Tía Ala era de pueblo.
Tío Sasha trabajaba en el comité de la radio.
Tenía trato con artistas
y cantantes populares.
Tía Ala y tío Sasha tenían hijos mayores.
Tío Sasha les llamaba águilas,
tía Ala les decía polluelos.
Tía Ala con todo derecho consideraba
que la vida le había sonreído: familia, vida en la capital,
horizontes culturales, puertas abiertas,
y la propia tía Ala
-sobre todo con este vestidito-
bueno, todo un pavo real...
Pobre tía Ala, ¿dónde están tus adornadas plumas?
¿Dónde está tu marido, el tío Sasha?
- Tiene una joven esposa.
- ¿Y tus hijos?
- Hace tiempo que volaron de casa, vuelan alto.
- ¿Y tú misma, adónde vas ahora,
vieja y borracha?
- ¿Y a ti qué te importa? ¿Y a ti qué más te da?
Se sonríe, mira a un lado, toda canosa:
- se va, cansada.
Y se marcha, y mala noche,
como un cuervo, se hace más negra, más negra...
Dicen que en el pueblo
tía Ala era la primera golondrina, una pionera,
pero desconocía, como nosotros,
qué le sucedería en adelante.
Mira, ahora lo recordarás todo
en el insignificante festejo funerario de Ala:
cómo quería a los invitados,
a todos llamaba "nuestros amigos",
a todos deseaba la vida llena de flores, éxito
y "vientos favorables",
bebiendo por la hora estelar
y el ruiseñor del estrado.
Aquí terminó tu vuelo, del que ya te has cansado,
y ya está preparada la tierra para tranquilizar tu inquieto sueño.
Pero nosotros tampoco volamos más alto...
-¡Perdona, si puedes, Ala!
eso dijo tío Sasha de pronto,
y saliendo fuera,
se echó a llorar.
UNA FIESTA DE CHICAS
Katia se enorgullece de que tiene un marido prestigioso, que tiene perspectivas;
Lena se enorgullece de que ella sola cría a un niño, sin pedir nada al mundo;
Sveta se enorgullece de tener una profesión y un cargo altamente retribuido;
Tania se enorgullece de que tiene el piso que ella misma amuebla con gusto.
Con otra mujer se fue el prestigioso marido de Katia.
Los años pasan, pero no hay nadie que aprecie el alma valiente de Lena, fortalecida a base de pruebas.
Sveta, por incompatibilidad de caracteres, dejó el trabajo; va todo el día en batín.
Y la casa de Tania se ha quedado algo algo triste y solitaria.
Cada año organizan una fiesta de chicas el ocho de marzo.
Katia trae tarta y pastelitos; Lena, queso con salami;
Sveta, buenos cigarrillos y vino de Cahors para animarse;
y Tania pone música moderna y embellece la mesa con pollo asado y ensalada.
Pues dicen que en la antigua Grecia, -empieza alguna-
había una isla donde sólo vivían mujeres-amazonas,
que no dejaban a los hombres asomarse por el horizonte,
y a aquellos traídos casualmente por la tempestad, ¡les mataban en el mismo lugar!
Esta historia despertó entusiasmo, levantó el ánimo:
hablaron de la sabiduría griega, escucharon un concierto de las estrellas musicales
e incluso bailaron y criticaron a los jóvenes,
y en los pasteles y bocadillos dejaron rastros de sus pintalabios.
- Hasta luego, Katia, ¡estás muy guapa bajo esta pálida luz!
- Hasta luego, Lena, a ti todavía te toca ir con el trolebús y después, ¡cruzar el solar con pasitos temerosos!
- Hasta luego, Sveta, a ti te toca ir a la derecha y después a la izquierda y, ¡por el negro y helado parque!
- Hasta luego, Tania, ¡a ti aún te toca fregar los platos con los pastelitos que han sobrado!
INVITAD A SERIOZHA
Si tenéis fiesta en casa o una cosa así
(de repente, sin quedar, los amigos se reúnen, o viene alguien)
llamad a Seriozha, por favor, a tomar el té
y vendrá él, feliz, y se sentará en la mesa, tímido.
Estará agradecido de reírse de vuestras ocurrencias
y solemnemente escuchará vuestras historias,
y resplandecerá de amor, llegando hasta tal brillo
que ya no podrá entender las palabras de la conversación.
Sin embargo, no consideréis que los sentimientos de Seriozha son torpes
si, mirando beatamente, se apoya en el respaldo del sofá,
porque Seriozha es niño de orfanato de oficio,
pupilo de residencia, alumno de severos cuarteles.
Bueno, ¿y qué? -preguntaréis- ¿para qué vamos a invitarle?
Da igual, os lo pido, aunque sea una vez,
invitadle si de verdad creéis que ¡somos hermanos y hermanas
y con cualquier huérfano somos hijos del Padre único!
No penséis si embargo que la palabra de Seriozha es falsa,
si os responde fuera de lugar, desfigurando la boca...
... Pero alguna vez a vosotros (en la hora en que nadie os necesite)
alguien os guiará desde la oscuridad al cuarto luminoso.
OLESIA NIKOLÁYEVA, La hora de Rusia. Poesía contemporánea, en traducción de Marta Lloret Llinares, Visor, 2011.
Última edición por Pedro Casas Serra el Dom 19 Nov 2023, 14:51, editado 2 veces
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