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    Dolores Castro (1923-2022)

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    Dolores Castro (1923-2022) Empty Dolores Castro (1923-2022)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 17 Sep 2022, 14:27

    .


    Dolores Castro (Aguascalientes, Aguascalientes, 12 de abril de 1923-30 de marzo de 2022)1​ fue una poeta, narradora, ensayista y crítica literaria mexicana.

    Biografía

    Fue profesora de literatura en la Universidad Autónoma de México, la Universidad Iberoamericana, la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, la Escuela de Escritores de la SOGEM y en las escuelas de Bellas Artes de Veracruz, Cuernavaca y Estado de México, entre otras instituciones. Fue productora de programas radiofónicos. También condujo el programa Poetas de México en el Canal 11 con Alejandro Avilés. Colaboró en la dirección de Difusión Cultural de la Universidad. Fungió como redactora jefa y colaboradora de Barcos de Papel. Fue miembro del consejo de redacción de Suma Bibliográfica. Fuensanta, La Palabra y El Hombre, Nivel, Poesía de América, Suma Bibliográfica, y Revista de la UIA. SU poemario ¿Qué es lo vivido? Obtuvo el Premio Nacional de Poesía de Mazatlán en 1980. Ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Literatura y Lingüística, 2014. En 2008, el INBA le rindió un homenaje por sus 85 años de vida. En 2014, el INBA le rindió homenaje con la presentación editorial Dolores Castro, 90 años: palabra y tiempo.

    Ha sido durante décadas maestra de muchas generaciones de poetas. Formó también parte del grupo Ocho Poetas Mexicanos,​ integrado por Alejandro Avilés,​ Roberto Cabral del Hoyo, Javier Peñalosa,​ Honorato Magaloni Duarte, Efrén Hernández, Octavio Novaro y Rosario Castellanos.

    Estudios

    Fue egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México con licenciatura en derecho y maestría en letras. Hizo un posgrado en Estilística e Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid; y radio en el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE).

    (Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )


    *


    Algunos poemas de Dolores Castro:


    Dos poemas de su libro Siete poemas, 1956:


    LA TIERRA ESTÁ SONANDO

    La tierra está sonando
    y yo estoy desolada,
    hueca por dentro, triste.

    Mi juventud se tiende como el ala
    rígida y negra de una golondrina.
    Se me estremecen muy espesos árboles
    y me duelen las aguas más tranquilas.

    La tierra está sonando.
    Llora de amor y hiere
    mientras ama.
    Y mata y acaricia.

    ¡Quién nos encierra duro
    como la flor en su rojo silencio
    de párpados ahogados
    o de cerrados pétalos!

    La tierra está sonando:
    Aguas, espesos árboles:
    ¡Tierra sobre mi cuerpo!



    SALGO DE AQUEL ESPACIO

    I

    Salgo de aquel espacio
    grávido de sonido, de luz y de sentido,
    pero nada recuerdo:
    era en la antigua noche de los siglos.
    Algo traigo en la piel
    -que no pudo lavarme toda el agua
    cuando cayó en el barro de mi cuerpo-
    y apagará mi sangre lentamente.
    Pasarán los ríos,
    callarán algún día para siempre.
    Nuevos caminos abrirán nuevos caminos,
    y todas nuestras vidas,
    unidas en un solo luminoso haz,
    irán por el camino de único sentido.
    Ahí recordaré la exacta fórmula de mi estructura
    y sabré de las arcas donde vibran los eternos sonidos
    de la muerte, que ya nunca perseguirá mis noches.
    De la vida, hilo temporal de mis recuerdos.
    Cerraré los ojos y aún correré por las suaves praderas,
    me cercarán a veces olores de manzana.
    En medio de la paz de este silencio,
    contrastarán más bellas las luchas que ahora palpo.

    II

    Amo, vida, la fuerza cotidiana
    en tu raigambre, fruto de ceniza,
    y la sed desprendida de la lucha
    que has vencido,
    al vibrar como fuego en un instante.
    Te amaré como agujas de mis huesos
    cuando rompan
    esta dulce prisión de fuego y carne
    y te amaré en la mano que retuvo
    la ceniza caliente de otra sangre,
    y en lo que fue constante afirmación
    de nuestra estancia.
    Amo la estancia que será ceniza
    pero ocupó su ritmo en el espacio
    y acarició la tierra con su paso.
    Amo el paso en la tierra:
    vértigo que amanece en cada nueva
    sensación de tu presencia.
    Con los ojos abiertos a tus ansias,
    con las venas abiertas a tu savia
    que resbale en la hiedra derretida,
    te cantaré en el polvo
    desde el olvido de mi antigua forma:
    en la última fibra de los tallos
    en la altura de un árbol, construida
    por dolorosa herida de sus vetas.

    III

    Volverá el polvo al polvo,
    caerán desmenuzados los cabellos
    como último baluarte de mi cuerpo.
    Te esperaré a la orilla,
    en los maderos rotos de mi cuerpo.

    Al tomarte la mano, pobre muerte,
    tan antigua, tan niña,
    palpitará en tu sangre
    la madura inquietud de cada día.
    Romperás secos lazos
    recostada en la hierba de tu sueño,
    te embriagarás en angustioso canto
    de la noche primera.
    Te llegará en latidos de mis ansias,
    la frescura del agua tan lejana
    la voz, y el sonido
    de la vida que evita tu llamada.

    Y morirás de amor,
    del mismo amor que apagará la hierba.
    Y morirás de viento y de tristeza,
    cuando fría mi sangre
    no transmita a tu cuerpo,
    el calor que robamos a la fragua.
    Y cuando de nosotros
    no quede ya en la tierra
    más huella que la ardiente de tu estancia,
    volveremos al polvo
    que al cubrir este canto
    lo perderá en la noche de su huella.




    Un poema de su obra Qué es lo vivido, 1980:


    ¿QUÉ ES LO VIVIDO?

    I

    ¿Qué es lo vivido,
    en qué poro ha quedado
    o en qué ráfaga?

    Puente a la oscuridad
    o la pendiente veloz
    de una sonrisa
    que se apaga,
    pero también calor
    en medio de la sombra,
    acomodo
    de criaturas que buscan suavemente
    su modo de dormir
    mientras una ventana
    se va cerrando hacia el oriente
    y la luz de la tarde
    se unta silenciosa.

    *

    Todo está bien:
    no mintieron los rostros de las cosas,
    sólo sabían brillar
    en su secreta forma de caer,
    sólo sabían decir:
    es así, así es,
    mientras acrecentaban su caída,
    se hacían ovillo,
    y en su acomodo hablaban en voz baja
    de lo que hubieran querido ser.

    *

    Bajo la forma gris de las cenizas
    cuántos tonos de rojo,
    cuántas lenguas
    se quieren desatar
    para arder;
    cuántas columnas de aire
    que gozaron de peso y consistencia
    en su día,
    sostienen el papel
    de seda
    para envolver
    fantasmas,
    que aún tosen suavemente
    para no
    desaparecer.


    II

    Nadie diría hacia dónde ni en qué forma.
    Nadie ha vuelto. ¿Dónde lanzar la vista,
    ciega como lo blanco de los ojos?
    Nadie diría hacia dónde ni en qué forma.
    Las alas no han nacido. El chasquido de las horas
    estremece las sombras y el descanso.
    Las madejas de seda del entorno
    sólo anuncian lo oscuro:
    silencios de crisálida, ciegos y amortiguados.
    Es la ronda nocturna, el revolverse sobre el mismo cuerpo
    que no tiene respuestas:
    las rosadas encías del anciano
    ya no pueden morder verdades ácidas
    pero en el sueño, pero en la seda y su amortiguadura
    los golpes de la vida
    pierden brutalidad.

    Hay sol, rondan despacio
    los astros invisibles.
    Atendiendo a los ruidos, hay calor allá afuera.
    Como los corazones recién arrebatados a las víctimas
    palpita el deseo de vivir,
    tórtola gris aún en movimiento
    que picotea cenizas en aceras de sueño.
    Dar y tomar la vida cada día,
    devorar copos ácidos y aún tibios
    ahogar los alaridos
    transformarlos en tímida
    palabra cotidiana.
    No atravesar el cielo
    para encontrar promesas y dádivas.
    Habitar el rincón,
    bajo techo, iluminado
    con luz artificial:
    y gritar y gritar, gritar por dentro
    hasta romper el techo y las paredes
    y la muralla del pecho
    para formar esta hilera de palabras.


    III

    ¿En dónde está mi sueño
    y el pausado resuello de mi pecho?

    No se mueve la música
    ni avanza entre las olas luminosas.

    Se destiemplan los dientes
    al morder este fruto de la tierra extranjera.
    Fruto de ningún árbol,
    de lugar sin perfil.

    ¿En dónde está mi amor?
    ¡Aquí, aquí! En medio del no ahora
    pero sí.


    IV

    Es el mar
    que regresa después de huir mil veces.
    Son los días y su paso de langosta
    que devora el silencio.
    Es el mar y los días:

    son las horas de paso redoblado
    y las noches fugaces
    con sus lunas que crecen y decrecen.
    Es el sol cotidiano y sus fulgores;
    el cielo de la noche,
    donde asoman sus ojos centenarios
    muchas estrellas frías.

    Soy yo
    con una caja resonante
    donde guardo preguntas.


    V

    Es de tarde, la sombra se extiende:
    los altos edificios, jaulas de oro,
    se levantan al paso: el autobús
    sortea un chirrido de frenos y el obstáculo.
    Apenas veo. Vamos de pie, y cada uno a solas
    en esta multitud.

    El camionero hace malabarismos,
    cobra el pasaje, pide: ¡Pasen al fondo!
    ¿Al fondo de qué?
    de sus diez horas de trabajo,
    mientras bajan y suben las hormigas.
    Allá, en las jaulas de oro, los burócratas
    del turno vespertino
    van tras el humo de sus cigarrillos
    fuera de las ventanas.
    Ha pasado la hora del café, y del último chiste
    subido de color.
    Los pálidos del ocio
    también miran
    caer la tarde, mientras todos
    nos preguntamos: ¿por qué y para qué?


    VI

    Era la ira su forma de ser muerte
    y la vida con ella
    loco juego de sangre:
    el trato humano choque de sombras
    estruendo de materias divididas.

    La muda ostentación de los instintos,
    el acechar,
    y el comprar y vender,
    vender, venderse,
    acción de cada día.

    Era la muerte su escudo y su lanza,
    la sombra de su color,
    y la terrosa ilusión de ser hombres
    su condición.


    VII

    La filiación en Dios
    no se reconocía:
    Y cómo en ese tráfico de aceros,
    inmisericordes
    en el roce con sus semejantes:
    ensamblados
    como ruedas dentadas de una máquina
    enloquecida.

    Las ruedas duermen sobre sus órbitas:
    silban sin sueños mientras giran
    los días y las noches dentro del tórax
    sin alterar el ritmo de la sangre
    sin despertar a un solo
    corazón amante.


    VIII

    Es verdad que se aloja en alguna parte,
    en la más recóndita, resguardada de aires y de olvidos.
    No sé delimitarlo,
    sólo sentirlo:

    En el sobresaltado sueño está presente:
    en lo negro del párpado cerrado
    y en mi futuro cierto.

    Un delgado cabello la separa del placer
    y consume
    como cucharadita de nieve
    cualquier excelsitud en su cumbre más alta.

    ¿Quién se atreve con ella?
    Sólo el amor hasta el último aliento.
    Sólo el amor su resta sobrepasa.


    IX

    No es una sola muerte,
    es la muerte con mil
    máscaras distintas:

    a la vuelta del día,
    en lo mejor de la noche,
    a la mitad de la vida.
    Mi mano tiene muerte,
    el polvo de sus alas entre mis dedos
    me recuerda que está viva.




    Un poema de su obra Oleajes, 2003:


    REFLEJOS

    Bullir, palabra antigua como mi recuerdo.
    Búllete, decía la madre de mi madre, mujer traslúcida
    y bullente como el hervor del agua.

    Esa palabra del español antiguo
    parecía elevarse, fluir en el espacio
    de la niña
    que observa como vuelan las moscas
    en vez de acomedirse
    a servir.

    El vuelo de las moscas,
    el vuelo de las niñas, con espacio más amplio
    pero sin alas, huye por los aromas,
    intenta no caerse del nido
    y elevarse
    mientras escucha,

    o se contempla
    en el charquito que dejó la lluvia
    en el patio.

    ¡Búllete, niña, acomídete, búllete.
    No te quedes allí!.

    ¿Bullirse, o reflejar el torrente del mundo?




    Dos poemas poemas de su libro, Algo le duela al aire, 2011:


    EN EL AIRE UN PERFUME

    Abre con gentileza
    el aire
    una gran cauda de aroma:
    toma de aquí el suspiro
    de la yerba
    que florece,
    del retoño
    en las ramas,
    y el verdor.

    Atesora en su caudal
    flor y canto
    en vuelo por parejas
    de pájaros,
    abejas zumbadoras
    palomas en zureo
    y amantes que bendicen
    la salida del sol.

    El aire vuela
    y como que canta,
    pero algo le duele:
    del aroma al hedor
    algo le duele.



    ALGO LE DUELE AL AIRE

    Algo le duele al aire,
    del aroma al hedor.

    Algo le duele
    cuando arrastra, alborota
    del herido la carne,
    la sangre derramada,
    el polvo vuelto al polvo
    de los huesos.

    Cómo sopla y aúlla,
    como que canta
    pero algo le duele.

    Algo le duele al aire
    entre las altas frondas
    de los árboles altos.

    Cuando doliente aún
    entra por las rendijas
    de mi ventana,
    de cuanto él se duele
    algo me duele a mí,
    algo me duele.



    Algunos otros poemas de Dolores Castro de los que ignoro el libro en que aprecen:


    LA SANGRE DERRAMADA

    Al borde del camino
    lo encontramos
    el mismo pantalón, la blusa blanca:
    sobre su espalda
    amapola de sangre.
    Llaman de gracia al tiro
    que enmudeció su boca,
    ahogó su amor
    y me dejó baldada.
    El estallido
    de aquel tiro de gracia
    aún retumba
    y aúlla en el aire, aúlla.



    TRÍPTICO

    I

    Detén este cordel mientras los ato. Deben atarse bien
    de dos en dos
    dedos pulgares.

    Sólo te digo que tengas el cordel,
    no que lo mires a los ojos.

    Sólo se trata de colgarlos de los dedos
    y que hablen.

    II

    ¿Y qué quieres?
    Éste no habla. Éste
    es de esos desgraciados
    que se tragan el miedo
    de un bocado.

    III

    Duelen los dedos, duelen
    los pulgares.

    Y sigue este dolor hasta los dedos
    de los pies.

    Y duele
    que se acerquen a ver cómo nos duele
    y duele
    que esto
    ya no le duela
    a nadie.


    Última edición por Pedro Casas Serra el Dom 18 Sep 2022, 04:36, editado 1 vez


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    Dolores Castro (1923-2022) Empty Re: Dolores Castro (1923-2022)

    Mensaje por cecilia gargantini Sáb 17 Sep 2022, 15:24

    Nadie diría hacia dónde ni en qué forma.
    Nadie ha vuelto. ¿Dónde lanzar la vista,
    ciega como lo blanco de los ojos?
    Nadie diría hacia dónde ni en qué forma.
    Las alas no han nacido. El chasquido de las horas
    estremece las sombras y el descanso.
    Las madejas de seda del entorno
    sólo anuncian lo oscuro:
    silencios de crisálida, ciegos y amortiguados.
    Es la ronda nocturna, el revolverse sobre el mismo cuerpo
    que no tiene respuestas:
    las rosadas encías del anciano
    ya no pueden morder verdades ácidas
    pero en el sueño, pero en la seda y su amortiguadura
    los golpes de la vida
    pierden brutalidad.

    Uyy gracias Pedro!!!!!!!!!! Me impresionó esta autora. Además vivió casi 100 años...vio pasar tantos acontecimientos artísticos y políticos.
    Cuántos autores que no conocemos.
    Gracias otra vez.
    Besossssssssssss para vos y para Juan Ramón
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    Dolores Castro (1923-2022) Empty Re: Dolores Castro (1923-2022)

    Mensaje por Amalia Lateano Sáb 17 Sep 2022, 21:13

    Gracias por enriquecer la Cultura con el aporte de esta gran Poeta.

    Formó el grupo Ocho Poetas Mexicanos con Alejandro Avilés, Roberto Cabral del Hoyo, Javier Peñalosa, Honorato Magaloni Duarte, Efrén Hernández, Octavio Novaro y Rosario Castellanos.

    "¡Qué horrible! Sí, somos carnívoros pero no iguales que los cocodrilos. A mí me gusta leer una poesía en que el sueño sea el que contribuya a destacar formas que van más allá de la piel y del hueso, que están en la capacidad de soñar algo mejor, sobre todo para el género humano", agrega.

    "No es posible que se olvide que pertenecemos al género humano. No somos animales, y a veces nos portamos así. Pero no somos animales. Somos personas. Con una forma de ser, que difiere a la forma de estar las cosas en vida, o a la forma de los animales".

    Maestra de muchas generaciones de poetas, Dolores indica que el consejo que les da a sus estudiantes para que sean mejores seres humanos es que lean, ya que sin leer se pierden toda la experiencia del género humano.

    "Cuando el hombre aprendió a hablar luego aprendió a escribir. La palabra tiene un gran valor, oralmente y escrita. Oralmente porque el sentido tiene que ver con las letras, con el número de sílabas, etcétera, de las palabras; y la palabra escrita es nuestra historia. La palabra escrita es nuestra capacidad, todavía, de ser", indica.

    Para reflexionar en los días que vivimos!!
    Pedro Casas Serra
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    Dolores Castro (1923-2022) Empty Re: Dolores Castro (1923-2022)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 18 Sep 2022, 04:07

    Gracias, Lluvia, por tu interés. Efectivamente, Dolores Castro (a quien hasta ahora no había leído) vivió muchos años y escribió muchos libros de poesía hasta su muerte. Eso me ha planteado dificultades al seleccionar algunos poemas para traerlos aquí, pues trabajo con un antología de su obra (Viento quebrado. Poesía reunida, Fondo de cultura económica, 2010) que, pese a su amplitud, no reúne toda su obra ni sus últimos libros, y entonces no encuentro muchos poemas de los que hay en el libro en la red, ni muchos de la red en el libro, cuya copia me simplifica el trabajo, y permite que la exposición sea ordenada: por obras y por años. Por ese motivo, he decidido cerrar ya aquí la selección de sus poemas (añadiendo un par más). Siempre puede haber alguien que añada otros de ella que le gusten.

    Un abrazo.
    Pedro


    Última edición por Pedro Casas Serra el Dom 18 Sep 2022, 04:41, editado 1 vez


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 18 Sep 2022, 04:10

    Agradezco mucho tu aportación al tema, Amalia, con estas frases de Dolores Castro que nos ayudan a acercarnos a la gran persona y personalidad que sin duda fue.

    Un abrazo.
    Pedro

    PS. Al buscar poetas importantes que no figuran en nuestro foro de Grandes escritores, busco antologías que reunan, si no toda, gran parte de su obra. Esto hace que ocurra que, en su mayoría, estos autores hayan nacido en el primer tercio del siglo XX y escrito su obra en la segunda mitad del mismo siglo. Los paises hispanoamericanos de donde encuentro más autores antologados son Chile, Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela y Méjico, casi todos pertenecientes a la generación que empezó a publicar sobre los años 50 del siglo XX.


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