un sueño incómodo y estrecho,
donde el amor seguro que no habita,
donde las sumas no añaden más que ceros.
Sintiéndome murciélago en la cueva
atravesado de ladridos con sus ecos,
con ruido de cisternas sin salida,
de motores de explosión echando humo
y un grasiento abecedario en las rodillas.
Maquinando excavadoras y cementos,
taladros, ladrillos, jeringuillas,
la manera de levantar aún más muros,
de ponerme en pie, aunque no quiera,
de dejarme derrumbado, extirpado, revuelto
dentro de una caracola sin esferas,
en un mar de pacotilla hecho de piedra
donde sólo se bañan los ladrones,
los ladrones de tumbas me refiero.
Nadie quiere verse enfermo en una cama,
pero si por alguna razón
no queda otro remedio,
pedimos:
que las camas sean anchas,
que los ruidos no echen humo,
que las manos nunca falten,
que las almohadas no se enfríen.
Dentro de un tubo tuve un sueño,
de él salía sano y salvo
eso quiero yo, queremos todos.
Que las fuentes sigan fluyendo
y que el agua, nunca se acabe.
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