Poema del día: "El mar", de Gonçalves Dias (Brasil, 1823-1864)
Frappé de ta grandeur farouche
Je tremble... est-ce bien toi, vieux lion que je touche,
Océan, terrible océan!
Turquety
Océano terrible, mar inmenso
De procelosas olas que se enroscan
Floridas reventando en blanca espuma
En uno y otro polo,
Al fin... al fin te veo; al fin mis ojos
Trémulos clavo en tu cerviz indómita,
Y tu iracundo, bárbaro rugido
Al fin medroso escucho.
¿En dónde hubiste, oh piélago profundo,
Ese rugido tuyo? En vano el mazo
Enloquecido de los vientos hiende
Cuanto golpea, y llama.
Del abismo profundo las mil olas
Que avaro guardas en tu seno undoso;
Al terrible rugir del viento bravo
Tu rugido ensombrece.
En vano truena horrísona tormenta;
La voz del trueno, que estremece al cielo,
No cubre tu clamor. ¿Dónde la hubiste,
Majestuoso Oceano?
Oh mar, ese rugido es eco incierto
De la voz creadora que te hizo:
Sea, dijo; y tú fuiste, y a las rocas
Tus olas arrojaste.
De noche, cuando el cielo es puro y limpio,
Tornas tu suelo azul, corren tus olas
Sobre luceros mil; los ojos nuestros
Entre los cielos túrbanse.
De la voz de Jehová un eco incierto
Pienso que es tu rugir; sola, perenne,
Imagen de lo eterno, reflejando
Las acciones de Dios.
Sola contigo, pues, la mente libre
Se eleva, sube al cielo ardiente, altiva,
Y de este lodo terrenal se limpia,
Como el bronce en el fuego.
La ardiente musa, a tu canción unida,
Glorifica al Señor de las alturas
Con la frente más alta que las nubes
Y los pies sobre ti.
¿Qué hay más fuerte que tú? Cuando se eriza
Tu terrible melena, la flotante
Nao, de artificio extremo, en breve tiempo
Húndese y se aniquila.
Nada en la tierra tu poder resiste,
Pero un grano de arena te detiene,
¡Tan fuerte contra el hombre, tan sin fuerza
contra cosa tan flaca!
Pero en aquel instante que me espera
En que de esta prisión he de evadirme,
Iré tan alto, oh mar, que allí no llegue
Tu sonoro rugido.
Aún más fuerte que tú será mi alma:
Sin saber de temor, espacio y tiempo,
Con un gesto abrirá el estrecho círculo
del mundo y de los cielos.
Entonces, entre estrellas consteladas,
Cantando himnos de amor en arpas de ángeles,
Sonará más potente que tus olas
Al morder la áurea arena.
Será más dulce que el sencillo canto
De nostálgica virgen, cuando llena
La noche el mundo, y que la mansa brisa
Que suspira entre flores.
Gonçalves Dias, incluido en Antología de la poesía brasileña. Desde el Romanticismo a la generación del cuarenta y cinco (Editorial Seix Barral, Barcelona, 1973, trad. de Ángel Crespo).
********************
O MAR de Gonçalves Dias
Frappé de ta grandeur farouche
Je tremble... est-ce bien toi, vieux lion que je touche,
Océan, terrible océan!
Turquety
Oceano terrível, mar imenso
De vagas procelosas que se enrolam
Floridas rebentando em branca espuma
Num pólo e noutro pólo,
Enfim... enfim te vejo; enfim meus olhos
Na indômita cerviz trêmulos cravo,
E esse rugido teu sanhudo e forte
Enfim medroso escuto!
Donde houveste, ó pélago revolto,
Esse rugido teu? Em vão dos ventos
Corre o insano pegão lascando os troncos,
E do profundo abismo
Chamando à superficie infindas vagas,
Que avaro encerras no teu seio undoso;
Ao insano rugir dos ventos bravos
Sobressai teu rugido.
Em vão troveja horríssona tormenta;
Essa voz do trovão, que os céus abala,
Não cobre a tua voz. — Ah! donde a houveste,
Majestoso oceano?
Ó mar, o teu rugido é um eco incerto
Da criadora voz, de que surgiste:
Seja, disse; e tu foste, e contra as rochas
As vagas compeliste.
E à noite, quando o céu é puro e limpo,
Teu chão tinges de azul, — tuas ondas correm
Por sobre estrelas mil; turvam-se os olhos
Entre dois céus brilhantes.
Da voz de Jeová um eco incerto
Julgo ser teu rugir; mas só, perene,
Imagem do infinito, retratando
As feituras de Deus.
Por isto, a sós contigo, a mente livre
Se eleva, aos céus remonta ardente, altiva,
E deste lodo terreal se apura,
Bem como o bronze ao fogo.
Férvida a Musa, co'os teus sons casada,
Glorifica o Senhor de sobre os astros
Co'a fronte além dos céus, além das nuvens,
E co'os pés sobre ti.
O que há mais forte do que tu? Se erriças
A coma perigosa, a nau possante,
Extremo de artificio, em breve tempo
Se afunda e se aniquila.
És poderoso sem rival na terra;
Mas lá te vás quebrar num grão d'areia,
Tão forte contra os homens, tão sem força
Contra coisa tão fraca!
Mas nesse instante que me está marcado,
Em que hei de esta prisão fugir p'ra sempre,
Irei tão alto, ó mar, que lá não chegue
Teu sonoro rugido.
Então mais forte do que tu, minha alma,
Desconhecendo o temor, o espaço, o tempo,
Quebrará num relance o círc'lo estreito
Do finito e dos céus!
Então, entre miríadas de estrelas,
Cantando hinos d'amor nas harpas d'anjos,
Mais forte soará que as tuas vagas,
Mordendo a fulva areia;
Inda mais doce que o singelo canto
De merencória virgem, quando a noite
Ocupa a terra, — e do que a mansa brisa,
Que entre flores suspira.
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