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A LA VEZ DESTRUCTOR Y DESTRUIDO, de Pedro Casas Serra (1989)
Viví primero para encontrarte,
luego viví para quererte,
más tarde para olvidarte...
Y ahora que has muerto, ¿para qué he de vivir?
Sin verme reflejado en otros ojos,
sin que a nadie angustie mi tardanza,
¿quién soy, a dónde voy?
Sin compartirlo, ¡qué poco vale todo!
Sin besos ni caricias mi cuerpo me es ajeno,
eran tus besos los que me daban cuerpo
y tus ojos la forma,
tus palabras me vestían,
tu alegría bombeaba mi sangre.
Es el amor quien crea, quien hace a una mujer
diosa de un hombre y a un hombre un héroe,
hablar al elocuente y callar al prudente.
Ahora, sin cuerpo ni alma, confundido,
a la vez destructor y destruido,
añorando un pasado irrecuperable,
buscando algo que no sé definir,
a mitad de camino entre dos nadas...
¿puede darme alguien lo que yo deseo?
¿es posible el amor de nuevo?
¿O debo conformarme con ir tirando
y ya que no feliz, mostrarme digno,
no quejarme, no infundir compasión,
no abandonarme...
serenamente pasar lo que me quede
y pensar en los otros que comienzan?
Pesa mucho el pasado
cuando no se vislumbra un camino
y el impulso inicial se va perdiendo.
Poema escrito en verso libre, compuesto por treinta y dos versos polimétricos, de entre cinco y catorce sílabas, con mezcla prácticamente igual entre versos de número par e impar de sílabas, repartidos en siete estrofas de cuatro, cuatro, cinco, tres, siete, seis y tres versos, respectivamente; no sigue ningún esquema de rima aunque hay cinco asoconsonancias entre finales de verso y nueve internas dentro de verso, que añaden sonoridad al poema.
La composición habla del amor: de su búsqueda, de su disfrute y de su pérdida, y tras ésta, de si es posible encontrarlo de nuevo; de las características del amor y el desamor; de los sentimientos de pérdida y culpa tras el fracaso amoroso; del deseo de un nuevo enamoramiento pero también de las dificultades de obtenerlo debido al estado anímico que el fracaso amoroso comporta. Generalizando, el tema del poema es el desamor.
Todos los versos del poema cumplen con la esticomitia (tendencia natural de la poesía a ocupar cada renglón o unidad rítmica con una unidad de sentido) pues solo hay un encabalgamiento en todo el poema. También emplea mucho la bimembración (figura retórica que consiste en dividir una frase o verso en dos miembros equidistantes, de manera que las palabras incluídas en cada miembro pertenecen a la misma categoría gramatical y están colocadas en el mismo orden).
El recurso poético más utilizado (fundamental en los poemas en verso libre para infundirles ritmo) es el paralelismo, recurso sintáctico consistente en repetir frases o estructuras gramaticales muy parecidas. Este recurso es utilizado en todo el poema por lo que no haremos más insistencia en él al comentar cada estrofa, más allá de la tercera.
También es importante el uso que se hace de otro recurso síntáctico, la interrogación retórica, que es la pregunta que no espera una respuesta y sirve para evidenciar la idea que se cuestiona.
Otros recursos sintácticos igualmente empleados son la anáfora (repetición de una o más palabras al comienzo de varias oraciones o versos), la exclamación (expresión de una intensa emoción, sensación o deseo, que se indica mediante signos de interrogación), la enumeración (sucesión de elementos que pertenecen, generalmente, a la misma clase gramatical, y que cumplen la misma función sintáctica) y la derivación (uso cercano de palabras derivadas de una misma raíz).
También utiliza los recursos literarios semánticos de la personificación (atribuir cualidades humanas a los seres inanimados), la metáfora (identificación de un elemento real con un elemento figurado, por algún tipo de semejanza) y la antítesis (contraposición de dos ideas, palabras o frases, normalmente de sentido opuesto).
Los recursos fónicos están constituidos por las aliteraciones (repetición de uno o más sonidos con el fin de producir un determinado efecto) en “r” y en “s”, en varias estrofas.
Narrado en primera persona, el poema es intimista, confesional. El sujeto poético se dirije de forma figurada a una ex-pareja suya fallecida (“ahora que has muerto”), pero en realidad se dirije a sí mismo para lo que utiliza varias interrogaciones retóricas (“¿quién soy, a dónde voy?”, son las primeras).
El texto contiene reflexiones alrededor del amor (sin (amor) ¿quién soy, a dónde voy? / Sin compartirlo, ¡qué poco vale todo!; Es el amor quien crea; serenamente pasar lo que me quede/ y pensar en los otros que comienza; Pesa mucho el pasado / cuando no se vislumbra un camino / y el impulso inicial se va perdiendo.)
El estilo está equilibrado entre lo verbal y lo nominal, con poca presencia de adjetivos. Hay presencia abundante de verbos en infinitivo, forma que domina sobre las de pasado y presente.
Hay empleo de múltiples campos semánticos (grupo de palabras que pertenecen a una misma categoría gramatical: sustantivos, verbos, adjetivos... y comparten entre ellas alguno de sus significados): de acción (encontrarte, quererte, olvidarte), destacando los de carácter negativo (confundido, destruido, irrecuperable, indefinible, nada).
Su primera estrofa sitúa la circunstancia: la muerte de la ex-pareja (ahora que has muerto). Sus cuatro versos, en estructura paralelística (primero… luego… más tarde… ahora) establecen el pasado, el presente y el futuro del sujeto poético, donde se advierten cuatro situaciones respecto del amor: de búsqueda, de encuentro, de olvido, de inseguridad. Importante es destacar la de olvido (más tarde (viví) para olvidarte) pues nos descubre que la relación acabó mal, dolorosamente, situación precedente a la muerte de la ex-pareja.
Su segunda estrofa, con empleo siempre del paralelismo,(Sin verse reflejado... sin que a nadie angustie... sin compartirlo..., que incluye la anáfora “sin”, la exclamación ("¡qué poco vale todo!") y la interrogación retórica "¿quién soy, a dónde voy?" expone la situación actual del sujeto poético, falto de amor, deprimido y desmotivado.
Su tercera estrofa incide nuevamente en la anáfora “sin” y el paralelismo, que además aquí incluye el recurso de la personificación (tus besos me daban cuerpo, tus ojos me daban forma, tus palabras me vestían, tu alegría bombeaba mi sangre) para describir los efectos del amor y las consecuencias de su carencia (mi cuerpo me es ajeno).
En la cuarta estrofa se define al amor como el origen de todo (Es el amor quien crea) empleando para su descripción imágenes del mundo clásico (diosa, héroe) y de carácter (prudente, elocuente). En este último caso, puede parecer que las características que se indican no tengan nada de extraordinarias (hace hablar al elocuente y callar al prudente) pero da al amor el carácter de principio activo que actúa en cada cual según su naturaleza, potenciándola y no cambiándola. En esta estrofa hay aliteración de la “r” (Es el amor quien crea, quien hace a una mujer / diosa de un hombre y a un hombre un héroe, / hablar al elocuente y callar al prudente.) y el único encabalgamiento en todo el poema (quien hace a una mujer / diosa de un hombre).
La quinta estrofa vuelve a la realidad actual (Ahora) y describe esta realidad con características muy negativas (sin cuerpo ni alma (en la carencia más absoluta), confundido, / a la vez destructor y destruido (sujeto y objeto del mal; frase que da título al poema, que transmite un sentimiento de perdida y de culpa que subyace en todo el poema reflejando el estado anímico del personaje poético; y que constituye a la vez una derivación y una antítesis), añorando un pasado irrecuperable, / buscando algo que no sé definir, / a mitad de camino entre dos nadas (entre el pasado irrecuperable y el futuro impredecible). Y acaba la estrofa con dos interrogaciones retóricas sobre las dificultades de satisfacer el deseo de obtener un nuevo amor.
La sexta estrofa, toda ella constituida por una interrogación retórica sobre si es preferible abandonar la idea de un nuevo enamoramiento, aceptar la infelicidad presente (adoptando una posición estoica) y dedicarse al cuidado de los hijos (metaforizados aquí en “los otros que comienzan”). En esta estrofa hay una enumeración (ir tirando… mostrarme digno… no quejarme… no infundir compasión… no abandonarme… pasar lo que me quede… pensar en los otros que comienzan). Llama la atención la expresión coloquial “ir tirando” entre el contenido general de la estrofa.
La séptima estrofa viene a ser una especie de máxima en forma de conclusión, de marcado contenido pesimista, basada en un pasado desgraciado, un presente infeliz y un futuro incierto, todo esto en mitad de la vida, edad expresada metafóricamente como “(cuando) el impulso inicial se va perdiendo”, en la que “impulso inicial” hace referencia al élan vital, fuerza o impulso vital, concepto introducido por el filósofo francés Henri Bergson en su obra La evolución creadora, que causa la evolución y desarrollo de los organismos y cuya carencia por tanto ocasiona su paralización y muerte). En esta estrofa hay aliteración de la “s” (Pesa mucho el pasado / cuando no se vislumbra un camino / y el impulso inicial se va perdiendo.).
Resulta dificil expresar la sensaciones que produce un poema (icónico de mi primera etapa poética) treinta años después de haberlo escrito, pero una destaca sobre las demás: la sensación de que el poema habla de otra persona y de que está escrito por otra persona, tantos son los cambios que la vida comporta en treinta años. En este sentido lo veo con alejamiento, extrañamiento, como si fuera un poema escrito por otro y no por mí.
Pedro Casas Serra (2019)
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A LA VEZ DESTRUCTOR Y DESTRUIDO, de Pedro Casas Serra (1989)
Viví primero para encontrarte,
luego viví para quererte,
más tarde para olvidarte...
Y ahora que has muerto, ¿para qué he de vivir?
Sin verme reflejado en otros ojos,
sin que a nadie angustie mi tardanza,
¿quién soy, a dónde voy?
Sin compartirlo, ¡qué poco vale todo!
Sin besos ni caricias mi cuerpo me es ajeno,
eran tus besos los que me daban cuerpo
y tus ojos la forma,
tus palabras me vestían,
tu alegría bombeaba mi sangre.
Es el amor quien crea, quien hace a una mujer
diosa de un hombre y a un hombre un héroe,
hablar al elocuente y callar al prudente.
Ahora, sin cuerpo ni alma, confundido,
a la vez destructor y destruido,
añorando un pasado irrecuperable,
buscando algo que no sé definir,
a mitad de camino entre dos nadas...
¿puede darme alguien lo que yo deseo?
¿es posible el amor de nuevo?
¿O debo conformarme con ir tirando
y ya que no feliz, mostrarme digno,
no quejarme, no infundir compasión,
no abandonarme...
serenamente pasar lo que me quede
y pensar en los otros que comienzan?
Pesa mucho el pasado
cuando no se vislumbra un camino
y el impulso inicial se va perdiendo.
Poema escrito en verso libre, compuesto por treinta y dos versos polimétricos, de entre cinco y catorce sílabas, con mezcla prácticamente igual entre versos de número par e impar de sílabas, repartidos en siete estrofas de cuatro, cuatro, cinco, tres, siete, seis y tres versos, respectivamente; no sigue ningún esquema de rima aunque hay cinco asoconsonancias entre finales de verso y nueve internas dentro de verso, que añaden sonoridad al poema.
La composición habla del amor: de su búsqueda, de su disfrute y de su pérdida, y tras ésta, de si es posible encontrarlo de nuevo; de las características del amor y el desamor; de los sentimientos de pérdida y culpa tras el fracaso amoroso; del deseo de un nuevo enamoramiento pero también de las dificultades de obtenerlo debido al estado anímico que el fracaso amoroso comporta. Generalizando, el tema del poema es el desamor.
Todos los versos del poema cumplen con la esticomitia (tendencia natural de la poesía a ocupar cada renglón o unidad rítmica con una unidad de sentido) pues solo hay un encabalgamiento en todo el poema. También emplea mucho la bimembración (figura retórica que consiste en dividir una frase o verso en dos miembros equidistantes, de manera que las palabras incluídas en cada miembro pertenecen a la misma categoría gramatical y están colocadas en el mismo orden).
El recurso poético más utilizado (fundamental en los poemas en verso libre para infundirles ritmo) es el paralelismo, recurso sintáctico consistente en repetir frases o estructuras gramaticales muy parecidas. Este recurso es utilizado en todo el poema por lo que no haremos más insistencia en él al comentar cada estrofa, más allá de la tercera.
También es importante el uso que se hace de otro recurso síntáctico, la interrogación retórica, que es la pregunta que no espera una respuesta y sirve para evidenciar la idea que se cuestiona.
Otros recursos sintácticos igualmente empleados son la anáfora (repetición de una o más palabras al comienzo de varias oraciones o versos), la exclamación (expresión de una intensa emoción, sensación o deseo, que se indica mediante signos de interrogación), la enumeración (sucesión de elementos que pertenecen, generalmente, a la misma clase gramatical, y que cumplen la misma función sintáctica) y la derivación (uso cercano de palabras derivadas de una misma raíz).
También utiliza los recursos literarios semánticos de la personificación (atribuir cualidades humanas a los seres inanimados), la metáfora (identificación de un elemento real con un elemento figurado, por algún tipo de semejanza) y la antítesis (contraposición de dos ideas, palabras o frases, normalmente de sentido opuesto).
Los recursos fónicos están constituidos por las aliteraciones (repetición de uno o más sonidos con el fin de producir un determinado efecto) en “r” y en “s”, en varias estrofas.
Narrado en primera persona, el poema es intimista, confesional. El sujeto poético se dirije de forma figurada a una ex-pareja suya fallecida (“ahora que has muerto”), pero en realidad se dirije a sí mismo para lo que utiliza varias interrogaciones retóricas (“¿quién soy, a dónde voy?”, son las primeras).
El texto contiene reflexiones alrededor del amor (sin (amor) ¿quién soy, a dónde voy? / Sin compartirlo, ¡qué poco vale todo!; Es el amor quien crea; serenamente pasar lo que me quede/ y pensar en los otros que comienza; Pesa mucho el pasado / cuando no se vislumbra un camino / y el impulso inicial se va perdiendo.)
El estilo está equilibrado entre lo verbal y lo nominal, con poca presencia de adjetivos. Hay presencia abundante de verbos en infinitivo, forma que domina sobre las de pasado y presente.
Hay empleo de múltiples campos semánticos (grupo de palabras que pertenecen a una misma categoría gramatical: sustantivos, verbos, adjetivos... y comparten entre ellas alguno de sus significados): de acción (encontrarte, quererte, olvidarte), destacando los de carácter negativo (confundido, destruido, irrecuperable, indefinible, nada).
Su primera estrofa sitúa la circunstancia: la muerte de la ex-pareja (ahora que has muerto). Sus cuatro versos, en estructura paralelística (primero… luego… más tarde… ahora) establecen el pasado, el presente y el futuro del sujeto poético, donde se advierten cuatro situaciones respecto del amor: de búsqueda, de encuentro, de olvido, de inseguridad. Importante es destacar la de olvido (más tarde (viví) para olvidarte) pues nos descubre que la relación acabó mal, dolorosamente, situación precedente a la muerte de la ex-pareja.
Su segunda estrofa, con empleo siempre del paralelismo,(Sin verse reflejado... sin que a nadie angustie... sin compartirlo..., que incluye la anáfora “sin”, la exclamación ("¡qué poco vale todo!") y la interrogación retórica "¿quién soy, a dónde voy?" expone la situación actual del sujeto poético, falto de amor, deprimido y desmotivado.
Su tercera estrofa incide nuevamente en la anáfora “sin” y el paralelismo, que además aquí incluye el recurso de la personificación (tus besos me daban cuerpo, tus ojos me daban forma, tus palabras me vestían, tu alegría bombeaba mi sangre) para describir los efectos del amor y las consecuencias de su carencia (mi cuerpo me es ajeno).
En la cuarta estrofa se define al amor como el origen de todo (Es el amor quien crea) empleando para su descripción imágenes del mundo clásico (diosa, héroe) y de carácter (prudente, elocuente). En este último caso, puede parecer que las características que se indican no tengan nada de extraordinarias (hace hablar al elocuente y callar al prudente) pero da al amor el carácter de principio activo que actúa en cada cual según su naturaleza, potenciándola y no cambiándola. En esta estrofa hay aliteración de la “r” (Es el amor quien crea, quien hace a una mujer / diosa de un hombre y a un hombre un héroe, / hablar al elocuente y callar al prudente.) y el único encabalgamiento en todo el poema (quien hace a una mujer / diosa de un hombre).
La quinta estrofa vuelve a la realidad actual (Ahora) y describe esta realidad con características muy negativas (sin cuerpo ni alma (en la carencia más absoluta), confundido, / a la vez destructor y destruido (sujeto y objeto del mal; frase que da título al poema, que transmite un sentimiento de perdida y de culpa que subyace en todo el poema reflejando el estado anímico del personaje poético; y que constituye a la vez una derivación y una antítesis), añorando un pasado irrecuperable, / buscando algo que no sé definir, / a mitad de camino entre dos nadas (entre el pasado irrecuperable y el futuro impredecible). Y acaba la estrofa con dos interrogaciones retóricas sobre las dificultades de satisfacer el deseo de obtener un nuevo amor.
La sexta estrofa, toda ella constituida por una interrogación retórica sobre si es preferible abandonar la idea de un nuevo enamoramiento, aceptar la infelicidad presente (adoptando una posición estoica) y dedicarse al cuidado de los hijos (metaforizados aquí en “los otros que comienzan”). En esta estrofa hay una enumeración (ir tirando… mostrarme digno… no quejarme… no infundir compasión… no abandonarme… pasar lo que me quede… pensar en los otros que comienzan). Llama la atención la expresión coloquial “ir tirando” entre el contenido general de la estrofa.
La séptima estrofa viene a ser una especie de máxima en forma de conclusión, de marcado contenido pesimista, basada en un pasado desgraciado, un presente infeliz y un futuro incierto, todo esto en mitad de la vida, edad expresada metafóricamente como “(cuando) el impulso inicial se va perdiendo”, en la que “impulso inicial” hace referencia al élan vital, fuerza o impulso vital, concepto introducido por el filósofo francés Henri Bergson en su obra La evolución creadora, que causa la evolución y desarrollo de los organismos y cuya carencia por tanto ocasiona su paralización y muerte). En esta estrofa hay aliteración de la “s” (Pesa mucho el pasado / cuando no se vislumbra un camino / y el impulso inicial se va perdiendo.).
Resulta dificil expresar la sensaciones que produce un poema (icónico de mi primera etapa poética) treinta años después de haberlo escrito, pero una destaca sobre las demás: la sensación de que el poema habla de otra persona y de que está escrito por otra persona, tantos son los cambios que la vida comporta en treinta años. En este sentido lo veo con alejamiento, extrañamiento, como si fuera un poema escrito por otro y no por mí.
Pedro Casas Serra (2019)
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