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Ocho poemas de Mariano Brull, de su obra Poemas en menguante, 1928:
....Mi eternidad y el mar
Mi eternidad y la estrella.
....Mi eternidad -niño
mar- mar niño;
¡hijo mío!
................-¡Padre mar!
PESADILLA
....Me dijo el viejo -verbo de tinieblas
carne en fermento de terror nocturno-:
...."Más vale el goce de un segundo, muerto
que el goce más perfecto de la vida".
Y me clavó en el pecho una saeta:
bebió mi sangre, lenta, lentamente
y se durmió en la muerte de mis ojos.
*
....El espino en la tarde lila
amarillo encendido.
El cielo malva, cárdeno, drío-.
Hay un calor jovial en la flor del espino
-amarillo encendido-
a distancia, me acompaña y me abriga.
*
....El mar, buen amigo
no está en casa.
El mar, viejo amigo, ha salido.
Y esta gente en la playa...
Y esta gente en el agua...
-No saben que el mar está
en casa de otro mar- amigo.
*
....En el aire están las flors-, invisibles
serafine suspensos.
Y el árbol crece para alcanzar su flor.
Y el rosal crece para llegar hasta su rosa.
....Empínate muy alto -vida-, hasta mi flor.
¡Maravilla no vista en los jardines!
*
....La catedral engarzada en el ojo
-cubista-
del vitral azul y rojo
gira -anillo de Saturno-,
al sol que muere en un guiño-.
El fondo: campo de armiño.
*
....Tras de este plano rosa Picasso
-playa coralina- el mar.
....El mar -azul polvoroso
y fugitivo de Foujita-, vientre de loba
erizado de senos.
....Dos olas -hermanas siamesas-,
se tumban en un haz de signos de infinito.
El cielo -llamaradas de Vladmink-,
se pasma en gris.
....De miel de sol y de verde de luna
dos potros encabritados de Chirico
pacen al unísono
ramas transparentes
del árbol ambulante del viento.
*
....Esta palabra no del todo dicha
a lengua huir del diálogo, quebrada.
Rebotando entre filos: afilada
en angular precepto de desdicha.
....De sentido y sentires acosada
urgida del pretexto de su dicha
así vive, y desvívese entredicha
en boca de sentido desbocada.
....Su don -arcano de inquietud- excita
voluble en el renuncio que la anuncia
silencio de Babel que al verbo irrita.
....Y si el Abecedario la denuncia:
frente al agravio de la letra escrita
en interrogaciones se pronuncia.
Cinco poemas de Mariano Brull, de su obra Canto redondo, 1934:
CANTO REDONDO
La coliflor de la luna
-Selene para la cita-
una, más dos veces una,
ni jazmín, ni margarita,
ni novia que el sueño quita
para magnolia del cielo:
si cara de caramelo
lamida en el astrolabio,
deja el labio -en el resabio
desvelado- sin desvelo.
MARINA
A José Carner
El pájaro estaba allí
donde más ancho es el día,
filo en el aire adentrado,
¡ya canto y pluma no más!
Lo que es pluma y era canto
-fuga azul que el mar orea-
el sol muda en lumbraradas.
¿Dónde el canto, ya fulgor?
¿Adónde esta luz de pluma?-
El pájaro ya no estaba:
¡Solo la vela del trino
cortaba la soledad!
ISLA DE PERFIL
A Jorge Mañach
Ilesa isla intacta
bozal del mar nómada,
cabezal de nardos
ahogados en luz.
Un ladrido en clave
de nácares rudos
y en ronda, soleados,
estíos de agua.
Clara y crespa aroma,
alta en voz de gallo,
la cresta levanta.
Mordaza de azules
con rizos de lumbre,
la pulsa y la ciñe.-
No caimán artero,
primavera ecuestre
a hombros de hipocampo,
abra de clamores,
rubiales de mieles,
espiral de gozo,
zumo: ¡cima ilesa
de la isla intacta!
*
Si no me engaña este olor,
si no mienten los colores,
los campos están en flor:
¡vamos a buscar amores!
Estela, escala de acento
en tímpanos de verdura:
melodía sin momento,
parálisis de hermosura.
Nudo del árbol que abraza
solo de la flor latido,
albricias que el tronco enlaza
al júbilo azul de nido.
De agualimpio el cielo toca
verdelamido. Clamores.
¡Ala alucinada y loca
vamos a buscar amores!
*
¡Mañanita de vivos colores
-salamandra inquieta de rojo y añil-
ata tus hilitos, hilitos de luz,
al verde fragante del buen perejil!
Por el caminito la hormiga loquea,
y va dando tumbos el escarabajo,
con los pies descalzos como los mendigos,
y al sol, sin sombrero, se pasea el gallo.
¡Huye escarabajo! ¡Huye salamandra!
Si te ve su ojo, negro, azorado:
¡Adiós mañanita de vivos colores,
salamandra roja, verde escarabajo!
Cinco poemas de Mariano Brull, de su obra Poëmes, 1939:
GRANIZOS
Saltaban los granizos
con alegría de niño,
lustrosos de aire
y música de agua,
desnudos, con pie frío,
en la tierra aún tibia
recién soleada.
Roncos, freidores,
sobre los tejados,
campanilleantes
en los ventanales.
Témpanos y tímpanos
piedra y brasa,
calca y recalca
la lluvia que pasa.
LLUVIA
Empapada de su carne
aquí está la lluvia hermana.
Por el aire viene, y viene
hechesita un mar de lágrimas.
Llama. Y nadie le abre la puerta.
Canta. Todos cierran las ventanas-.
La vi corriendo, corriendo
caminito de mi casa:
lloraba, con tanto lloro
que me ha dado lástima.
-¡Ábrele a la lluvia
que viene mojada!
Por las calles se la llevan
ya muerta -en el agua, agua-,
al mar -¡la que tuvo un trono
y un reino, claro, en el aire!
EL MUGUET
El muguet sobre la cuesta
se empina sn esperanza
por alcanzar donde alcanza
el sol que sale de fiesta;
su olor, que a los aires lanza,
revuela de cumbre en cumbre,
muere y revive en vislumbre
y en su seno así resume
el universo: perfume
sin voz, sin color, sin lumbre.
GRANO DE POLVO
Granito de polvo,
enano señor del mundo,
perpetuo viajero en el tren del viento,
danzarín del rayo de sol;
aquí o allá: todo es igual para ti
mínimo salteador de caminantes.
Al son que te azota bailas
y con la lluvia mueres para resucitar en sequía.
¡Oh!, hermano sitibundo del lodo,
amigo de todos los amigos,
padre nuestro de todos los días
y compañero para siempre mañana...
aquí o allí -¿qué más da?
DUELO POR IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS
Moreno de verdegay
listado de toro y misa,
color de aceituna muerta
en miércoles de ceniza:
hombre entre los hombres era,
y alondar al amanecer,
y en las tardes de faena
el pasmo del redondel;
porque llegué y era ido
no lo pude conocer,
pero el aire tenía un ceño
de haberlo estrenado él:
por lo alto banderillas,
por lo bajo volapié
-todo cantado por dentro,
después, echado a correr-;
qué revuelos de capotes
modulados en mi piel
porque su voz tuvo allí
una resonancia fiel
a la palabra quedada
en un silencio de miel;
porque brillaban aún luces
que lo acababan de ver:
cenizas de su presencia
que volvían a encender,
y en los ojos del amigo
aún estaba todo él;
porque la tarde, era tarde
cegada de atardecer,
solo vi una nube en sangre
en verde cielo de hiel...
Moreno de verdegay
listado de luna y miel,
nunca te vieron mis ojos
y te lloran sin querer...
Cinco poemas de Mariano Brull, de su obra Solo de rosa, 1941:
ROSA DE AIRE
Alcanzarás tu cima, mientras prenda
la amapola fugaz de los rubores,
y haya un cirio de púrpura que encienda
la madrugada de los ruiseñores.
Tu nombre solo el Ruiseñor desgrana
en Ola y Sol y en Alba de albedrío,
y en trino torna lo que fuera grana
y en canto llano lo que fue rocío.
Erguida en el azul -muñón de estrella
con las aspas de luz recién cortadas-:
de su entrañable limpidez destella,
relámpagos de auroras y de espadas.
Túmulos de frescor. Belleza ardiente
que en un tumulto de pasión reposa
-de espesa lentitud convaleciente-:
un sueño en verde lívido de rosa.
Desgarro y orden que un azar resume
-doble azar de desorden y hermosura-;
que sin voz -bajo un ala de perfume-,
¡forma de aire, en el aire, su escultura!
MADRIGAL A LA ROSA
Sí, pienso en ella,
en la rosa dormida
soñando apenas en nacer, nacida
en la belleza misma -sola y bella-;
que luz -más luz- alumbra a su hermosura
transida de impaciente alba
antes de estar despierta su figura,
y -como muerta- de la muerte, salva.
ROSA ALTA
Viene por el aire tenso
de resonancia metálica,
el hombrecito que baila
con sus polainas de plata:
se arranca una luz del pecho
y se la pone de alas,
y rueda -fuego de angustia-,
brasa viva de esmeralda,
¡cabritillo de la noche
que busca la rosa alta!
ESCALAS DE RUISEÑOR
Mírate... Mírame sólo.
Entre blanco y blanco ¿qué
se ha visto que no se ve?
Verde y más verde ¿colores?
Acaso será de rosa
el rojo que asoma elojo.
Mírate... Mírame sólo...
...Si.
........Ya.
..............No.
....................Si - ya - si - no.
ROSA-ARMINDA
Quiebro de albor fresco de mayo
que alterna azul y niebla fina,
perla y rosa: fuga y desmayo
de la marquesa Rosa.Arminda.
El perla se me deslíe
en el pliegue de su boca
sonreída. Diluido carmín
el aire, suave, finge de mota.
Al toque elusivo y tenaz
de sus pulsaciones fluidas
se ruboriza o palidece
la marquesa Rosa-Arminda.
Vuelto a la luz, después del guiño,
el ojo audaz, un leve sonrojo
que disimula o desvanece
inquieta al liviano coro.
El amaranto canta de cerca
como ingenua flor campesina
bajo la crespa luz cernida
de la boca que fluye sonrisas...
Y el lunar que se mece al ritmo
de la risa -como en delicia-
es astro azul en cielo rosa
que su órbita propia acaricia.
En rosas amarantos y grises,
¡qué mohín de sutil donaire
discretea el calado abanico
en su pura lengua de aire!
El diálogo se inmaterializa
en la emanación de la fronda
y el filo de la mirada se aguza
en el ojo voluble que ronda.
Hurtó a la hora un don esquivo,
y en el marco que la cautiva
Rosa-Arminda, la marquesa,
se cerró como una sensitiva.
Tres poemas de Mariano Brull, de su obra Tiempo en pena, 1950:
TIEMPO EN PENA
Yo estaba dentro y fuera -en lo mirado-,
de un lado y otro el tiempo se divide,
y el péndulo no alcanza, en lo que mide,
ni el antes ni el después de lo alcanzado.
Mecido entre lo incierto y lo ignorado,
vuela el espacio que al espacio pide
detenerse en el punto en que coincide
cuanto es inesperado en lo esperado.
Por la orilla del mundo ronda en pena
el minuto fantasma -último nido
de la ausencia tenaz que lo condena
a tiempo muerto aún antes de nacido-:
mientras en torno, el péndulo encadena
el futuro a un presente siempre ido.
MENOS...
Menos que luz dormida
bajo el agua durmiente,
lavándose en la onda
el sueño transparente.
Menos que en ojos ciegos,
cegados para ver
la niebla que se niebla
por ser, y por no ser...
Menos que en lo no dicho
en lo no oído, calla:
estrenando la víspera
de voz que nunca halla.
Menos que de silencio
-de silencio olvidado-,
de mudez en mudez,
de callado en callado...
PERFIL DE ROSA
¿Qué orilla infiel te deja sin orilla
del mar naciendo en cielo parpadeante,
y dueña al fin de tus perdidos brazos
ciñe al astro nublado tras el velo?
¿Qué línea en quiebro al trémulo desvío
fluye diversa y lúcida desmaya,
como untada de cáscara de luna
en el galope de los horizontes?
¿En qué isla del cielo taciturno
por silencio de nácar sorprendida,
el azabache de la noche pule
con el brillo caído en la cisterna?
¿De dónde amaga tu perfil, si amagas
desde el fondo sin luz que te resiste,
y en el taladro de tu ausencia apagas
la iluminada rosa que me diste?
Seis poemas de Mariano Brull, de su obra Nada más que..., 1954:
NADA MÁS QUE...
¿Qué voz nueva, inesperada,
dirá lo que aún no me dije,
y está en mí, sin mí, diciendo
lo que, al callarse, desdice?
¿Por qué inmolarse en palabra
muda, y émula de altura,
que cuando enmudece niega
lo antedicho sólo al cielo?
¿Hay que cavar en el aire
hasta el silencio primero,
hasta llegar a la luz
que tuvo el mundo en su estreno?
¿Y hay que volver a callar
lo que nunca fuera dicho,
para que muera en su ser
la muerte de otra manera?
YO ME VOY A LA MAR DE JUNIO
Yo me voy a la mar de junio,
a la mar de junio, niña.
Lunes. Hay sol. Novilunio.
Yo me voy a la mar, niña.
A la mar canto llano del viejo
Palestrina.
................Portada añil y púrpura
con caracoles de nubes blancas
y olitas enlazadas en la fuga.
A la mar, ceñidor claro.
A la mar, lección expresiva
de geometría clásica.
Carrera de líneas en fuga
de la prisión de los poliedros
a la libertad de las parábolas
-como la vio Picasso el dorio-.
Todavía en la pendiente del alma
descendiendo por el plano inclinado.
A la mar bárbara, ya sometida
al imperio de helenos y galos;
no en paz romana esclava,
con todos los deseos alerta:
grito en la flauta apolínea.
Yo me voy a la mar de junio,
a la mar, niña
por sal, saladita...
...........................-¡Qué dulce!
FUGA
Se iba el agua de prisa entre los dedos
al querer sin querer...
¿Qué espejo la retiene y la devuelve,
imagen real que finge su remedo?
¿A qué luz parpadea
agua en mudanza atónita en el brillo?
¿Quién vigila
por el límite justo de la huida,
ahogada en voz de limpio
metal de aire en renuevo?
¿Por qué camino
-al querer sin querer-,
bruñida de temblores,
ágil de gozo, corazón recluso
de cielo en busca de su mar cautivo?
LA PUERTA DEL MAR
I
Abre el mar la puerta
que la playa cierra:
-Mar de tantos brazos,
Mar de tantas piernas-.
Y la playa calla
escuchando atenta:
la arena está dentro,
el agua está fuera.
Cuando el mar se va,
la arena se queda.
-Y la puerta inmóvil
cerrada y abierta-.
La arena se junta
si el agua la deja.
Si la arena avanza
el mar se destierra...
¿Quién dejó al pasar
la puerta entrabierta?
-Si alguien viste, di,
di lo que no vieras.
II
La calle mira al mar
con mirada fija:
y mira y mira y mira...
De par en par las puertas.
De salir. De entrar.
Por allí van todos.
¿Quién entra? ¿Quién no sale?
¿Quién no pasó por la puerta
que nadie cierra, que nadie abre?
-Yo sé... que no lo sabes.
SOLO DE MAR
Por el huir de huida transparente
adonde va la mar -mar también ella-:
¿En qué ausencia, punzante, está presente?
¿En qué velada limpidez destella?
Pensada en ola va sin pensamiento
al mudo cascabel de la pupila
y en el hueco espiral del crespo viento
hila en el vano cuanto vano hila...
Y el mar que calla en su mudez sonora
muda el cristal por ella en transparencia,
y mira, en el espejo de la hora,
nacer la imagen de su propia ausencia.
NOCHE ESQUINADA
Por nubes de dorado polvo
los airecillos quietos miran
como granos de polen rubio
en telarañas de luces presos.
El aire más bajo pasa tocando en las violetas
el bordón mudo de las abejas dormidas.
El aire alto empuja las aves de metal
hacia el negror soluble del cielo de azabache.
De sombra en sombra -desamparada pupila-
busca en torno su presa:
frente al árbol de lustrosa copa
refugio breve de reflejos errantes;
en el rincón más oscuro del horizonte
donde lagrimean estrellas enlutadas;
en los ventanales empañados
por los roncos fulgores de la luna morena;
en el acuario de cristal
donde agua sin presencia
que defiende de tinieblas el ópalo de un brillo
en lengua sin rumor llama a sus peces...
Y está el rosal fuera del mundo
en orfandad de rosas lúcido de penumbras,
y en hora que no es noche y que tampoco es día
al aire da su aire de rosa siempre viva,
que solo pueden ver los ojos de las rosas.
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