Pedro, como sugeriste en tu comentario, me gustaría si puedes ayudarme para corregirlo, gracias
En éste punto se encuentran la tarde y la mañana.
No hay un plato en la mesa en la que escribo,
solo un vaso de nostalgia que bebo taciturno.
Fugado de abandono retorna algún inicio
con su raíz tronchada de débil aleluya.
Si ves por el río navegando alguna infancia,
jugando en el agua, sumergida en su sonrisa
Enaltece tu silencio guardando mi secreto
No le avises que transito entre penumbras,
que regreso por la vía en busca del origen,
con los muslos sudados por el tiempo,
y el pecho serpenteando entre las huellas.
No dejes que interrumpan sus conciertos
los grillos que esconden en los pastos
sus cantos descuidados de líricos recuerdos
sus adagios serenos de mítica armonía.
No olvides que mi tiempo se termina
que me acucian dos acacias y un florero.
Que mi libre libertad arrastra las cadenas
de la cárcel que mis sueños encerraron
en la impune mazmorra de los péndulos,
en la dicotomía de mi cuerpo y de mi alma.
En éste punto de lanzas y jardines
debes guardar otra vez éste secreto.
No le cuentes que el viento arrastra mi ceniza
que mis versos son las cruces que Jesús ha rechazado,
dejando en mis hombros la carga de los verbos,
en el vía crucis que conduce a mi calvario.
Sé coherente con la sabia integridad de la consciencia,
no le digas a mi niño de humo y de memoria,
que no hay un plato en la mesa en la que escribo
que bosteza la razón cansada de su juicio,
planteando nulidades de olvidos y sospechas.
No le expliques que retorno en busca de mi origen,
que nada empañe su espontánea travesura,
que nada ensucie su andar por mi pasado.
No le anuncies que mi muerte aun no ha muerto.
Aun me quedan cuatro pasos de huérfana amargura,
aun me resta beber sobre mis lágrimas.
En éste punto se encuentran la tarde y la mañana.
No hay un plato en la mesa en la que escribo,
solo un vaso de nostalgia que bebo taciturno.
Fugado de abandono retorna algún inicio
con su raíz tronchada de débil aleluya.
Si ves por el río navegando alguna infancia,
jugando en el agua, sumergida en su sonrisa
Enaltece tu silencio guardando mi secreto
No le avises que transito entre penumbras,
que regreso por la vía en busca del origen,
con los muslos sudados por el tiempo,
y el pecho serpenteando entre las huellas.
No dejes que interrumpan sus conciertos
los grillos que esconden en los pastos
sus cantos descuidados de líricos recuerdos
sus adagios serenos de mítica armonía.
No olvides que mi tiempo se termina
que me acucian dos acacias y un florero.
Que mi libre libertad arrastra las cadenas
de la cárcel que mis sueños encerraron
en la impune mazmorra de los péndulos,
en la dicotomía de mi cuerpo y de mi alma.
En éste punto de lanzas y jardines
debes guardar otra vez éste secreto.
No le cuentes que el viento arrastra mi ceniza
que mis versos son las cruces que Jesús ha rechazado,
dejando en mis hombros la carga de los verbos,
en el vía crucis que conduce a mi calvario.
Sé coherente con la sabia integridad de la consciencia,
no le digas a mi niño de humo y de memoria,
que no hay un plato en la mesa en la que escribo
que bosteza la razón cansada de su juicio,
planteando nulidades de olvidos y sospechas.
No le expliques que retorno en busca de mi origen,
que nada empañe su espontánea travesura,
que nada ensucie su andar por mi pasado.
No le anuncies que mi muerte aun no ha muerto.
Aun me quedan cuatro pasos de huérfana amargura,
aun me resta beber sobre mis lágrimas.
Un poema pletórico de bellas imágenes en una vuelta a la infancia, a los orígenes. ¡Felicidades, Walter!
Un abrazo.
Pedro
P.S. Con leves retoques, este poema estaría escrito en ritmo endecasilábico y verso blanco.
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