“Manual de ortografía y redacción” por José Carlos Aranda. Editorial Berenice, 2010.
El uso de los signos de puntuación. (extractos)
Los signos de puntuación nos sirven para organizar la lógica del discurso estructurándolo primero en párrafos, a través de los puntos y aparte. Y los contenidos de la propia oración a través de la coma, el punto y coma, los dos puntos, los signos de interrogación, exclamaciones, paréntesis, comillas, etc.
A través de los signos de puntuación, tratamos de reproducir la entonación en el discurso que realizamos de forma inconsciente cuando hablamos. Lo que hacemos al escribir es sustituir las modulaciones e inflexiones de voz con las que transmitimos al oyente el mensaje de haber acabado o de no hablar, de haber concluido o no concluido la expresión de una idea a través de una oración, o de estar incluyendo matices circunstanciales, reflexivos o enfáticos en la propia oración.
A través de los signos de puntuación, tratamos de reflejar con la escritura, las modalidades básicas de la comunicación enunciativa, interrogativa o exhortativa, según estemos transmitiendo una idea, solicitando una información del oyente, tratando de influir en la conducta del mismo o expresando nuestro propio estado de ánimo como emisores del mensaje -miedo, duda, rabia, sorpresa, etc.
Cuando hablamos, no somos conscientes de estar transmitiendo toda esta información a través de una melodía, de una forma peculiar de entonar y modular nuestra voz, elevando y bajando el tono hasta formar curvas bien definidas que el oyente interpreta también de forma inconsciente. Los signos de puntuación hacen consciente este uso y lo trasladan gráficamente a la lengua escrita. Para ello, disponemos de un número de signos limitado que son los que vamos a tratar de analizar a continuación.
Su aprendizaje es imprescindible para alcanzar una buena capacidad de expresión, pero también resulta más lento y complicado por la reflexión necesaria para su sistematización. Deberíamos trabajar desde las primeras etapas del aprendizaje en los signos básicos procurando la limpieza sintáctica de las construcciones elaboradas por los escolares. Es decir, la mayor dificultad que encontramos en las etapas elementales es que el hablante limite sus enunciados construyendo oraciones primero simples y luego complejas. El mensaje oral es un todo continuo, por eso, cuando pedimos a un niño que escriba una redacción, suele escribir todo lo que se le va ocurriendo sin usar ni un punto ni una coma. El primer paso debe ser, pues, enseñar a estructurar los escritos mediante oraciones simples separadas por puntos y seguidos. A continuación, notamos como los nexos coordinados, especialmente copulativos y adversativos, se usan con muchísima profusión: resulta normal porque son las primeras conjunciones que se aprenden y resultan las más eficaces para añadir unas ideas sobre otras y para expresar la contradicción y frustración frente a la realidad. Limitando este uso, poco a poco, debemos ampliar a través de la lectura comentada y reflexiva, pero también de ejercicios prácticos concretos, los recursos sintácticos del usuario para enriquecer y matizar su capacidad de expresar ideas. Una tercera etapa sería la introducción de elementos expresivos en la redacción -signos de exclamación, interrogaciones, paréntesis, vocativos, etc.-. Lamentablemente, el tiempo y la dificultad de corrección individualizada, impide un mejor desarrollo de estas capacidades en las etapas de aprendizaje escolar.
CON LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN
Los usamos pegados a la palabra que siguen, es decir sin dejar espacio entre la última palabra y el signo de puntuación. La palabra siguiente al signo la anotaremos dejando un espacio de separación tal como acabamos de hacer en este mismo párrafo.
Los signos dobles (de interrogación, de exclamación, paréntesis, corchetes, raya y comillas), en el signo de apertura, se separan con un espacio de la palabra o signo al que siguen; y escribimos la palabra siguiente a continuación y sin espacio. Así:
Y entonces preguntó: ¿Sabes a dónde vas?
En este caso hemos separado el signo de apertura de los dos puntos anteriores por un espacio. Asimismo, la primera palabra después del signo de apertura de la interrogación, “sabes”, se ha situado inmediatamente detrás del signo, sin espacio intermedio.
En cambio, los signos de cierre los colocamos inmediatamente detrás de la última palabra sin que medie espacio, como podemos observar en el ejemplo anterior, en el que el signo de cierre “?” aparece inmediatamente detrás de “vas”.
Si lo que sigue a continuación es una palabra, dejaremos un espacio de separación. Por ejemplo:
El poeta (Antonio Machado) dijo que...
Observa cómo hemos colocado el signo de cierre de paréntesis inmediatamente detrás de la última palabra, “Machado”, y que hemos separado la palabra inmediata al signo de cierre de paréntesis, “dijo”, con un espacio.
En cambio, si lo que sigue es un signo de puntuación, lo situamos inmediatamente detrás del signo de cierre. Por ejemplo:
Me preguntó: “¿Vas a venir?”
Observa como el signo de cierre de la interrogación se ha situado inmediatamente detrás de la última palabra sin espacio intermedio. Lo mismo hemos hecho con las comillas respecto al signo de cierre de la interrogación.
Y REGLAS DE USO
A continuación iremos tratando las reglas que rigen el empleo de los distintos signos de puntuación, empezando por los que usamos de forma más constante: el punto (.), la coma (,), el punto y coma (, los dos puntos (, los puntos suspensivos (…), los signos de interrogación (¿?), los signos de admiración (¡!), los signos de paréntesis (( )), los corchetes, la raya ( - ) y las comillas (“ “).
En la redacción, usamos tres clases de punto: el punto y seguido, el punto y aparte y el punto y final.
Usamos el “punto y seguido” para separar oraciones gramaticales en el interior de un mismo párrafo. El párrafo es una unidad textual superior a la oración. Supone una unidad de intención de comunicación. Las oraciones que en él aparecen guardan entre sí relación semántica (en cuanto al significado): pueden tener una relación de continuidad en el tiempo (por ejemplo, en una narración donde contamos acciones que se suceden unas a otras), o una relación de continuidad en el espacio (por ejemplo, en una descripción para separar cada una de las partes descritas), o una relación lógica (por ejemplo, en una argumentación, en el análisis de una perspectiva concreta). En cualquiera de los casos, el punto expresa una pausa de entonación precedida de un descenso en el tono (más o menos brusco según sea la oración exclamativa o enunciativa) o de una elevación en el tono (ascendente o levemente descendente según sea interrogativa total o parcial) que hace comprender al oyente que hemos concluido una estructura gramatical y comenzamos una nueva.
El punto y seguido debe usarse con frecuencia porque estructura la sintaxis y la intención lógica del discurso. Se debe vencer la tentación de acumular coordinaciones sobre subordinaciones construyendo oraciones excesivamente largas que suelen generar dificultad en la comprensión y, con frecuencia, ambigüedad cuando los elementos anafóricos (determinantes y pronombres) no se usan con precisión, lo que suele suceder habitualmente.
Al cambiar de párrafo, continuamos con el mismo tema. El párrafo que sigue, como ocurría con las oraciones, guardará una relación lógica con el contenido del párrafo anterior y con el del siguiente, de ahí que hablemos de sintaxis de los párrafos. De hecho, a veces, los párrafos aparecen encabezados por conjunciones o locuciones conjuntivas que expresan de forma inequívoca esta relación (podemos cambiar de asunto, o seguir con el mismo pero cambiando la perspectiva, o introducir una matización extensa de lo expuesto en el párrafo anterior, etc.) Cuando hemos acabado de expresar una idea completa, matizada y queramos pasar a otra que amplía, restringe
o cambia la perspectiva de enfoque de lo que venimos expresando, debemos cambiar de párrafo. Entonces utilizaremos el “punto y aparte”. Al cambiar de párrafo, deberemos ampliar el espacio interlineal para que sea algo superior al que venimos usando entre las líneas del mismo párrafo. Y dejaremos sangría, esto es, la primera palabra que inicia el nuevo párrafo se escribirá de tres a cinco espacios dentro de la línea, dejando así un espacio superior en el margen izquierdo al del resto de las líneas del mismo párrafo.
Cuando hemos expresado de forma completa y precisa lo que queremos decir, y no tenemos intención de añadir nada más, cerramos el escrito con el “punto y final”.
En resumen:
PUNTO Y SEGUIDO: es el que usamos para separar las oraciones dentro de un mismo párrafo. Se sitúa inmediatamente detrás de la palabra a la que sigue y con un espacio de separación con la palabra siguiente.
PUNTO Y APARTE: es el que usamos para separar párrafos. La palabra siguiente se escribe en otra línea sangrada y separada por un espacio más de los que estemos usando en el interior del párrafo.
PUNTO Y FINAL: es el que usamos para terminar un escrito.
Usamos el punto detrás de las abreviaturas. Por ejemplo: “pág.” (Página), “admón.” (Administración), “avda.” (Avenida), “Sr.” (señor), etc.
EXCEPCIÓN: No se usa el punto detrás de las abreviaturas con las que designamos los símbolos químicos, las unidades de medida y los puntos cardinales. Por ejemplo: “kg” (kilogramo), “N” (Norte), “Na” (sodio), “km” (kilómetro), etc.
Cuando la abreviatura lleva una letrilla volada, primero se coloca el punto y detrás la letra volada. Por ejemplo: “n.º”, “D.ª”, “V.º”, “B.º”, etc.
Si la abreviatura se usa con barra inclinada al final, no se usa el punto. Por ejemplo: “C/ Deanes n.º 14”.
Podemos usar el punto en expresiones matemáticas para significar la multiplicación. Por ejemplo: 5 . 2 = 10 (en este uso alterna con el signo “x”).
Podemos usar el punto para separar la cifra que representa la hora de aquella que representa los minutos en una expresión horaria. Por ejemplo: 12.30, 18.45 h., etc. (en este uso alterna con los dos puntos “:”).
Podemos usar el punto para separar los números enteros de los decimales en la expresión de los números. Por ejemplo: “El valor de Pi es 3.416” (en este uso alterna con la coma “,”.
Al anotar los años, no separaremos los millares de las centenas por un punto: escribiremos los números seguidos, sin separación. Por ejemplo: 2.009 (incorrecto), 2009 (correcto).
No se usa el punto para separar millares de centenas al anotar la numeración de páginas, artículos o leyes. Por ejemplo: Pág. 1.134 = incorrecto, Real Decreto 1.002/1.986 (incorrecto). Pág. 1134 = correcto, Real Decreto 1002/1986 (correcto).
Cuando se cita el título de una obra, éste se escribirá con mayúscula inicial y no finalizará con un punto porque funciona como si de una sola palabra se tratase.
Si estamos escribiendo a mano o a máquina de escribir, subrayaremos el título; si estamos escribiendo en ordenador usaremos otro tipo de letra, normalmente la inclinada para escribir el título completo. Solo la letra inicial del título se escribirá en mayúscula y ninguna otra palabra en el interior del título se usará en mayúscula salvo que le corresponda por si misma -por ser nombre propio, sería un caso. Por ejemplo: La obra Las ratas, de Miguel Delibes pertenece a su... (incorrecto), La obra Las ratas de Miguel Delibes pertenece a su... (correcto).
SOBRE EL USO DEL PUNTO
El punto es la primera clave de una buena redacción y debemos esforzarnos en usarlo con frecuencia en nuestros escritos. Ya hemos dicho que, instintivamente, tendemos a acumular la información cuando escribimos y esto por dos causas: la primera es que pensamos a más velocidad de lo que somos capaces de escribir, por lo que cuando estamos anotando una idea ya tenemos su desarrollo en nuestra mente y tendemos a agruparlo con lo que tenemos escrito por acumulación; la segunda, es que con frecuencia, a medida que vamos escribiendo, las ideas expresadas atraen a nuestra mente otras ideas relacionadas que introducimos al hilo del escrito. Estas matizaciones suelen expresarse mediante subordinaciones o incisos separados por comas o sin pausa de separación. El resultado es confuso.
Es recomendable:
1) Hacer un esquema previo al desarrollo de nuestro escrito. Perder un minuto antes de empezar a escribir para pensar qué queremos decir, con qué idea vamos a empezar y con cuál vamos a terminar, mejorará siempre la coherencia de nuestra redacción (incluso los grandes genios hacen bocetos antes de pintar un cuadro).
2) Organizar nuestro escrito en párrafos que no sean ni muy amplios (no recomiendo más de quince líneas) ni excesivamente cortos (no recomiendo menos de ocho líneas). Si empezamos a escribir y observamos que llevamos una carilla de folio sin poner un punto y aparte, nos estamos equivocando. Es muy probable que haya un fallo de estructura y, en cualquier caso, dificultará la comprensión o el acercamiento del lector al contenido de nuestro escrito. Si miramos el escrito y observamos una sucesión de párrafos de dos o tres líneas, no estamos redactando, estamos haciendo un esquema.
3) Dentro de los párrafos, usar el punto y seguido con frecuencia procurando evitar oraciones excesivamente largas (no recomiendo más de tres verbos conjugados por oración entre punto y punto). La falta de puntos en un párrafo suele deberse a la acumulación de ideas por atracción y, con frecuencia, provoca errores de coordinación, concordancia y coherencia.
(continuará)
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Última edición por Pedro Casas Serra el Mar 21 Oct 2014, 04:35, editado 3 veces
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