Carlitos se arrebuja en la cama, con el pensamiento puesto en que hoy es lunes y tiene que volver al colegio. Una sensación de desespero solivianta su espíritu. Está harto de aguantar a doña Remedios. Cada día se muestra más severa con él, infringiéndole vejatorios castigos. Como tenerlo con los brazos extendidos delante de toda la clase durante largo tiempo, y en muchas ocasiones de rodillas, con el daño que a él le produce esta posición al cabo de breves minutos. Pero lo que más le duele es que constantemente le increpa por cualquier causa, avergonzándole delante de sus compañeros.
Al fin llegó la hora de levantarse, y no tuvo más remedio que hacerlo pues su padre ya empezaba a impacientarse.
La tarde del sábado pasado se entretuvo viendo un video que trajo su padre. Se titulaba “El hombre invisible” Mientras se distraía con las escenas de aquel ser irreal del cual solo se apreciaba el traje, se le ocurrió de golpe una idea para fastidiar a la maestra.
Ya en el colegio, en el primer recreo Carlitos fue de grupo en grupo expandiendo la noticia de que doñas Remedios era una mujer invisible.
Le falto tiempo a Juanito, aquél zagal escuchimizado con el que tuvo una pelea, para ir a contarle a doña Remedios la especie que Carlitos iba expandiendo por el colegio de que era la mujer invisible.
La maestra se quedó plenamente sorprendida de que el revoltoso Carlitos le atribuyese ese don o facultad. Por eso, al iniciar la clase, doña Remedios llamó a Carlitos a su presencia y delante de los demás alumnos ya aposentados en su respectivo pupitre, le preguntó:
-Oye Carlitos, me he enterado que vas propalando por ahí algo sobre mí. –Y levantando la voz y con tono agrio, le increpó:- ¿Porqué dices que soy la mujer invisible?
Carlitos, con los ojos saltones por el odio que emanaba de su alma, con voz crispada le respondió:
-¡¡Por qué nadie la puede ver!!
Al fin llegó la hora de levantarse, y no tuvo más remedio que hacerlo pues su padre ya empezaba a impacientarse.
La tarde del sábado pasado se entretuvo viendo un video que trajo su padre. Se titulaba “El hombre invisible” Mientras se distraía con las escenas de aquel ser irreal del cual solo se apreciaba el traje, se le ocurrió de golpe una idea para fastidiar a la maestra.
Ya en el colegio, en el primer recreo Carlitos fue de grupo en grupo expandiendo la noticia de que doñas Remedios era una mujer invisible.
Le falto tiempo a Juanito, aquél zagal escuchimizado con el que tuvo una pelea, para ir a contarle a doña Remedios la especie que Carlitos iba expandiendo por el colegio de que era la mujer invisible.
La maestra se quedó plenamente sorprendida de que el revoltoso Carlitos le atribuyese ese don o facultad. Por eso, al iniciar la clase, doña Remedios llamó a Carlitos a su presencia y delante de los demás alumnos ya aposentados en su respectivo pupitre, le preguntó:
-Oye Carlitos, me he enterado que vas propalando por ahí algo sobre mí. –Y levantando la voz y con tono agrio, le increpó:- ¿Porqué dices que soy la mujer invisible?
Carlitos, con los ojos saltones por el odio que emanaba de su alma, con voz crispada le respondió:
-¡¡Por qué nadie la puede ver!!
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