Romos dardos me clavas en el pecho,
traspasan con ahínco la coraza
que oculta un corazón de pura raza,
feliz de retozar en níveo lecho.
Y al filo del clamor, de ígneo techo,
renuevas con el alma mi confianza;
cual rayo celestial, me da esperanza
tu mirada tan limpia, sin despecho.
Si el verbo amar postúla pura entrega,
deudor he de asumirme por la usura
con que se escatimó al verso, refriega,
que asoló de mi ser la arboladura.
Acreedora es, tu fe ciega,
de que sientas amor, bajo mi amura.
29/08/09
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