XI. SONETOS POETAS ESPAÑOLES SIGLO XX (VI)

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



EL CAZADOR

Preparando está el joven su escopeta
que lo ha de acompañar por la ribera
cual quien busca el cubil de alguna fiera
que aterrara el lugar; la altiva meta

persigue de matar con arte y treta
algún chusco conejo de la sierra
que roerá el romero o a su vera
caerá el ave feliz. La noche neta

se para en engrasar el caño adusto
del que fluye la muerte; luego ensaya
las botas nuevas - ¡Dulce correría! -,

Lo mira su mastín y donde vaya
el cómplice será, husmeante y justo,
de esa forma ancestral de la alegría.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



EL RESFRIADO

Estos días traidores, tan hermosos,
en los que se conjugan elementos
varios y en plenitud como portentos
que ahora sonríen y ahora están brumosos,

nos mantienen mirando sus pasmosos
cambios de luz, colores y de acentos
que evolucionan rápidos o lentos
cual magia celestial; son sospechosos

tanto destello y tal sombra cambiante
en verde, lluvia y oro; un diamante
es la tierra girando y en su dardo,

de fuego y humedad, pronto maltrecho
mi ser se escalofría: toco y ardo...
Y la hermosura ríndeme en el lecho

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


EL AÑO

SONETOS VALENTINOS

A AUSSIAS MARCH

¿No esclata en el teu cor, germà, al sentir-me
una rosa o pom blau de primavera
com si encara visqueres i et ploguera
aigua del cel? No et dius: "De ans de morir-me

que cançó es la ¨qu´em torba? ¿vol ferir-me
con tot lo que es impossible se desvetlla
i porta entre els cabells eixa llum vella
que em va encisar? O mes ¿Voldrà oferir-me

dins dels sorolls del mar, a´l alba fresca
un homenatge just?... Esta tonada
ets tu mateix, amic, qui me refresca

de llavi a llavi un glop de fam sagrada
i que em diu mentres bec ensomnie i cant
que tot s´en va i tot torna eixe es l´encant.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994






I

Ayer cuando las brumas del invierno
como grises cendales se extendían
de claridad, las vi cómo pendían,
las naranjas de aquel verdor eterno,

y en los yertos rosales fuego interno
vi poblar aun de rosas... Prometían,
seres omnipotentes, lo que hacían:
vivir cual si alentara un soplo tierno.

¡Ciudad fecunda espejo de mi lama!
Así bajo las nubes tormentosas
siento pujar el sol de mi pureza

cual creador enigma, y en mi calma
febril de mi invernal y fiel pereza,
los naranjos cuajar y abrirse rosas.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


II

¡Ay, rosa! Los poetas cuán ligeros
inventaron la fábula inconstante
de tu efímera vida; en un instante,
decían tan gentiles embusteros,

que arrebatábante los mensajeros
de una orden nefasta; vacilante
por su mentiras púseme acechante
y así pude contar los hechiceros

días de tu fortuna, pero ¡ay, rosa!
repuesta se me dio más apremiosa
sobre la frágil suerte: se moría

junto a mí alguien tan joven que ignoraba
lo que es vivir y vi que se mustiaba
como una rosa fresca en pleno día.

Ayer cuando las brumas del invierno
como grises cendales se extendían
de claridad, las vi cómo pendían,
las naranjas de aquel verdor eterno,

y en los yertos rosales fuego interno
vi poblar aun de rosas... Prometían,
seres omnipotentes, lo que hacían:
vivir cual si alentara un soplo tierno.

¡Ciudad fecunda espejo de mi lama!
Así bajo las nubes tormentosas
siento pujar el sol de mi pureza

cual creador enigma, y en mi calma
febril de mi invernal y fiel pereza,
los naranjos cuajar y abrirse rosas.

Me encanta. Sublime belleza.

Besos.

Muchas gracias, Pascual, por estar siempre.
Sigo pues.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



III

Lo que se siembra crece pero espera;
si quieres recoger no te adelantes,
deja correr las horas, los instantes
que han de dar fe del fruto; no prospera

aquello que nos turba y nos altera
sin dejar paso al tiempo, los fragantes
ramos de la existencia no son antes
que la raíz y el tronco, no a la era

va el grano sin cuajar... Pero yo he visto
dar de sí una pasión con tal tardanza
lo que con dulce anhelo le pedían,

abriéndose por fin, clamando: ¡Existo!
ya cuando el que perdida la esperanza
a otros lados sus ojos se volvían.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



IV

Esta máquina excelsa en que me muevo,
cuerpo de gravedad, amor, destreza,
este soporte activo y de pereza
en el que gozo, sufro y me renuevo,

esta trama compleja y silenciosa
que como un ser alienta y se estremece,
¡cuán rigurosa marcha!, en sí me mece
con ritmo indescifrable, con juiciosa

velocidad pausada; el mecanismo
de su vida es tan frágil que en sí mismo
su peligro se encierra: un soplo un día

nos hace zozobrar y esta armonía
que ahora veo y sonrío irá arrastrada
a desvanecerse dentro de su nada.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


V

La nada. ¿En qué consiste? ¿A qué retoño
de oscuridad se vuelve, y qué sorpresa
hará de mí, caído, eterna presa
con que avivar la llama del otoño?

Plausible es despertar cuando la vida
se sonrosa y abriendo la ventana
despliéganse horizontes, más ¿qué vana
cosa seré si no siento la brida

que a actuar me conduce? No prospero
si profundizo el tronco que me liga
a tal raíz incierta, desespero

de entrever algún signo y como ortiga
que por el monte crece, éste en que vamos,
nos hiere a cada paso que avanzamos.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


VI

También hiere la vida, mas dichoso
quien la sepa encantar, quien la atraviese
con un dardo de oro cual si fuese
corza real que avanza; en ese acoso

quien se sienta inundar del arrebato
que a una tal caza mueve irá derecho
hacia la humana cumbre, cada trecho
tendrá su plenitud y este contrato

de la vida sagrada y su vibrante
forma mortal dará su contenido.
Deja que bajo el pie suene la extraña

oquedad decisiva y terminante
y aspira con fruición, cumple la hazaña
a la que tu latir da su sentido.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


VII

En mi país está la Primavera
siempre suspensa y siempre palpitante
sin que logre el invierno vacilante
hacerla demudar; brilla allá afuera

cual si una blanca joven se vistiera
tras bañarse en el río y al instante
breve tibieza y llama aleteante
al tiempo, sorprendido, lo venciera.

Lo venciera, es verdad. ¡Qué maravilla
es ver cómo la luz en su fragancia,
antes de ser ya manda, ya somete!

Eso es lo que me inclina hacia tu orilla,
leve fuego feliz, esa constancia
que arde, subyuga, templa y aún promete.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


VIII

Sus gorjeos no suenan todavía.
¿Dónde estarán cantando sus endechas?
Estarán esperando que las fechas
del retorno se cumplan. Por la vía

del aire volverán y ya en su día,
lo que eran de trinar vagas sospechas,
se tornarán en cunas tan estrechas
cantos triunfales... Sueños y alegría

debo alentar en mí, debo nutrirlos
en mi pecho despierto y caluroso
corazón dar en prenda de mi juego

para que en él se abreven sin mi fuego
¿dónde hallarían alma y son dichoso
con que entre frescas notas trasmitirlos?

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



IX

Este invierno en un día delicioso,
vi llegar a un jardín una pareja
cual el amor furtivo que se aleja
de curiosas miradas; silencioso

banco los cobijó y un sol meloso
picante y persuasivo como abeja
les rondaba los labios con su añeja
petición incipiente: era goloso

este temblor en medio del invierno
cual si gestara un sueño, una osadía,
un ilustre mensaje, una pereza...

Y así deberá ser, cuando es eterno
ver los enamorados cada día
vencer al frío en alas de tibieza.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


X

Cuando alguien muere, ¿brotan más espinas
o más rosas?, no sé; pero es lo cierto
que algo se intensifica en el concierto
del existir, lo mismo que a las minas

baja el hombre y alumbra vetas finas
de algo que luego deja al descubierto,
algo muy puro, el oro, o más despierto,
un raro manantial, por las colinas

en ciertas hondas tardes cuando entierran
algún ser, una luz traspuesta y clara
vemos estremecerse... Es cual si hablara

algo que ya no está, cual si se unieran
oráculo y abismo. ¡Oh extraña casa
que nos transfunde vida misteriosa!

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



XI

Viendo tras los cristales el invierno
borrar las dulces huellas de la vida
todo tornarlo en gris como aterida
sombra reinante, un soplo fresco y tierno

reclama mi atención hacia los vasos
donde relucientes flores matutinas
aroman con sus gracias clandestinas
mi altanero refugio. ¿Son retrasos

de una vida pasada? ¿Son promesas?
¡Ah rizosos jacintos, ah violetas,
junquillos juveniles! Ya comprendo

vuestra lección: dejemos que el invierno
muja su tiranía opaca y triste;
la vida es más que él y le resiste.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



XII

Por eso si algún joven contemplando
con sorda irritación estos despojos
de la naturaleza, ve de abrojos
cubrirse sus afanes y llorando

tiembla como un infante desvalido
ante el tiempo infeliz que está soplando,
yo le diré animoso: ¿Desde cuándo
gimió la Primavera? ¿Es qué el fluido

de tu verdor no escuchas, no respondes
al forjar de esas fuerzas matinales
que hacen de ti su tallo, los florales

días de la existencia? Con que ahondes
en tu inaudito arcano ya irás viendo
que a lo estéril se vence floreciendo.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



XIII

Cuando en invierno llueve la ancha tierra
como un cegado abismo se ennegrece
y a quien osa afrontarla le parece
ser un ligero espectro que amplio yerra

por la desierta noche; se quisiera
atraerlo al hogar, dar lo que ofrece
de incólume refugio hasta que cese
la desatada lluvia y primavera

soñar estando al fuego y con el vino
de la hospitalidad; algo divino
hay en estos encuentros no buscados

en los que tiembla el ser como la llama
y en cuyos breves lazos se proclama
que mientras llueve hay soles emboscados.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


XIV

Hay días claros, días invernales
en que la luz desciende tamizada
por una espesa bruma trasparente
como un toldo lechoso; son señales

de frío intenso, entonces los anales
de una dicha hogareña y delicada
puedes colmar al fuego en negligente
no hacer sino vivir, mimar tus males,

y con parsimoniosa ligereza
ver cómo el humo y dulces pensamientos
se entrelazan sombríos... Es la nada

que activamente irrumpe y desposada
con tu humor solitario cobra alientos
y anima así estas horas de pereza.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


XV

Las Naranjas

¡Ay!, misteriosos dones naturales
en cuya entraña existo. ¿No es pasmoso
que ahora que corta el frío y enojoso
se hace el salir, los zumos estivales

del centro de esos focos naranjales
puedas raptar y abriendo con lascivia
esos radiantes frutos a la envidia
de los dioses te ofrezcas? ¿Cómo tales

glorias existen? Cálidos estíos
dentro hallarás y rubias primaveras
mirándose al espejo del otoño

cual si por un conjuro, en un retoño,
darse pudieran breves como míos,
verano, otoño, invierno y primavera.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


XVI

Rayo de sol que bajas a mi mesa
como fragante espada, ¿vas a herirme?
Si la vida me hiere al sonreírme,
me hiere de placer, de esta promesa

tibia y benevolente haré la presa
movediza y fatal. ¿Podré morirme
si la toco? Tal vez...- Mantente firme
que ese dorado pulso una sorpresa

puede ocultar nociva -; aquí delante,
franja de luz, caldeas la mirada
y trasmites la fe, mas si al instante

quiero apresar tu polvo palpitante
sólo veré mi mano que dorada
se agita inútilmente ante la nada.

Rayo de sol que bajas a mi mesa
como fragante espada, ¿vas a herirme?
Si la vida me hiere al sonreírme,
me hiere de placer, de esta promesa

tibia y benevolente haré la presa
movediza y fatal. ¿Podré morirme
si la toco? Tal vez...- Mantente firme
que ese dorado pulso una sorpresa

puede ocultar nociva -; aquí delante,
franja de luz, caldeas la mirada
y trasmites la fe, mas si al instante

quiero apresar tu polvo palpitante
sólo veré mi mano que dorada
se agita inútilmente ante la nada.


Excepcional Gil-Albert. Y excepcional tú, que lo encuentras todo.

Besos.

Al fin! Se ha puesto a actualizar esto y se llevó un buen rato.
Muchas gracias, amigo, aquí alguien me lo pone en bandeja y por eso encuentro, jeje. Quizás lo conozcas.

Seguimos entonces

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



XVII

Este domingo suave, esta templanza,
este sol estival sobre el invierno,
esta tarde serena y pico tierno
con que se muestra el frío, esta añoranza

que asciende a mi azotea, una bonanza
de años idos, de sorna y lugareña
paz y bullicio eterno, me hacen seña
cual invitándome con son de chanza

a divagar también; pero el vigía
¿cómo abandonará su cargo? Lejos
vagabundas las gentes se pasean

como las olas, tedio y alegría
en murmulla nupcial; oigo sus dejos:
charlan, lamentan, ríen, se recrean...

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



XVIII

...No poder descender, estar sujeto
a este timón que rige la existencia
sin que los que vagando en su inconsciencia
sepan que estoy aquí con tan concreto

fin de mirar la vida y de salvarla,
de mirarla correr y detenerla
con simulado triunfo, luego hacerla
de nuevo transcurrir y así cantarla

cual fluido precioso... Esta azotea,
es lugar donde mágica se otea
la hermosura dispersa: cerca y lejos,

cúpulas, seres, torres y reflejos:
donde se anudan cosas terrenales
con esas celosías celestiales.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



XIX

Al fondo de una copa vi una escena
viela como los siglos mas salvada
por juveniles brisas; fue pintada
por algún alfarero como antena

en que miráranse con faz amena
otros posibles héroes y anotada
vieran la íntima gesta inesperada
cuando en torno combaten por Helena.

Nada o apenas nada, una ternura,
entre el rigor de dioses y elementos,
atisbó el ojo artista y con premura

fijó la placidez de esos momentos:
vése al Peleida casi arrodillado
solícito vendar al ser amado

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


XX

Nadie puede decir: "Así es la muerte",
señalándole faz o una aspereza,
dándole humor heroico o de pereza
como si fuera un ser, tal que la suerte

prodiga su atención y nos convierte
en variedad, a éste la belleza
cediendo, dando a aquel la ligereza
del vivir y a otro incauto en cambio vierte

como frutos desdichas, va la muerte
tornasolando el vuelo de la suerte:
a uno llega radiante y a otro airada,

a éste corona, al otro sacrifica,
y en un grano de uva disfrazada
rapta a Aquél con lo mismo que predica.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994



XXI

Cuando el invierno pierde el paso firme
en los últimos días de febrero
parece que con ánimo postrero
se apresta a defenderse y se reafirme

en su trono de piedra. ¡Ay!, movedizo
en todo cuanto vive. Está en su celo
gruñón y gris apenas como un telo
se le verá esfumándose huidizo

ante el rosado soplo; ya cual sombras
de una gracia dispersa han florecido
los albaricoqueros y ha subido

brusco el helor al verlos... Si te asombras
piensa en tu alma paso en que mantiene
lucha lo que se va con lo que viene.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


XXII

Hay seres vacilantes y sombríos
que cual los cortos días de febrero
cumplen en sí lo endeble y altanero
de su naturaleza; sus desvíos

soportamos, su humor desapacible
que todo lo trastorna y lo conmueve
sin que digamos: nieva, abrasa, llueve,
ya que es todo más vago e indefinible.

¿Qué nos subyuga pues? ¡Ay!, es lo cierto
que por entre celajes y foscuras
algo muy hondo emanan criaturas

tan hoscas una luz que en desconcierto
nos sume y nos atrae como si fuera
lo que allí dentro está la Primavera.

SONETOS SIGLO XX

GIL-ALBERT, JUAN
Alcoy. (Alicante) 1.904 - Valencia. 1.994


XXIII
El Parterre

Como esa vieja joya de oro oscuro
incrustada de perlas desiguales
que su dueña olvidó por los banales
preseas que le sirve un gusto impuro,

hay en Valencia un huerto diminuto
con pájaros y niños; quien pasando
detiénese en su cerco paseando
sorberá la fluencia del minuto

como un bálsamo inerte. ¡Oh brisas calmas!
Gigantescos magnolios y jazmines,
bronce y tules, apresan los confines

del edén provinciano: cuatro palmas
ligeras hacen solio diamantino
al Rey que nos señala el mar latino.