Cuya estatua se levantará un día
En su dormida tierra
Pablo Neruda
Recogiendo los pedazos de tu alma
Tu nombre: “Miguel”
Como el arcángel: lideraste la defensa de tu patria
Tu armamento: el lenguaje
Tu escudo: la poesía
Como el escritor Miguel de Cervantes
Encontraste el refugio en tus letras
La libertad en su expresión literaria
concatenando el arte de comunicación
Como el pintor: coloreaste tus versos con melancolía
Teñiste tu sendero con el pincel del reclamo
A las injusticias y barbaries cometidas
Aprendiste con los grandes de tu tiempo
A sacar letras e impulsar su vuelo
Plasmando dudas, quebrantos y recelos
Salpicando los confines de tu cielo
El régimen franquista estaba en su apogeo
como “El rayo que no cesa”
dejaste oír el “Llamo a la juventud”
a no permanecer “sentado sobre los muertos”
La “Imagen de tu huella”
cual “silbo vulnerable”
plasmaste en la “Elegía de Ramón Sijí”
que en plena juventud
le truncaron su sendero
En “Cancionero y romances de ausencia”
vertiste lágrimas de sangre
diciendo: “Por las calles voy dejando…
pedazos de vida mía…
El “Perito en lunas”
te concedió de vida tres décadas de primaveras
preso, sentenciado
pena de muerte conmutada por prisión perpetua
IV
Perdiste la libertad tan añorada
pero, la prisión, no es una mente encadenada
la fuerza de tu pluma tomó empuje, coraje
Nacieron los cuentos a tu hijo Manolillo
“El conejito”, “Un hogar en el árbol”, “El ovillo rojo”
en homenaje póstumo,
esta producción es conocida
además de poesía, dejaste narrativa
Es tanto tu legado
tomo prestados retazos de memoria
fragmentos de tu historia
versos diseminados de tu obra
V
Por las calles voy dejando
Juventud que no se atreve
Que se han callado en dos meses
“Tristes guerras”
Cuerpos de sometidos y alto lomo
El odio se amortigua
¡Vida! ¡Muerte! ¡Amor!
El corazón de exasperadas fieras
Saltan y desembocan sobre la luz herida
Sangre que no se desborda
Aparece la hoz igual que un rayo
Aquí echaremos raíces
Constelaciones crueles
Tanto dolor se agrupa en mi costado
Sangre que no se desborda
Huesos inflamados
la carne aleteante
Pedazos de vida mía
Venidos desde muy lejos
Porque soy como el árbol talado que retoña
La frialdad se abalanza
La muerte se deshoja
En humanos hiciste entrar combates
Porque el rosal no teme a los cañones
Reliquias de mi cuerpo se pierde en cada herida
Y se esfuman en viento del pueblo
Cuquis Sandoval Olivas
Chihuahua, México
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