CAPÍTULO 8
34 Bienaventurado el hombre
que me escucha,
velando a mis puertas cada
día,
guardando los postes de mis
puertas,
35 porque el que me halle
hallará la a vida
y alcanzará el favor de
Jehová.
36 Pero el que peca contra mí
daña su propia alma;
todos los que me aborrecen
aman la muerte
FIN DEL CAPÍTULO 8
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