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Elvira Sastre (Segovia, 1992) es una poeta, escritora, filóloga española.
Trayectoria
Elvira Sastre nació en 1992 en Segovia. Gracias a la influencia de su padre, se aficionó a la lectura a temprana edad, y a los 12 años escribió su primer poema. Cuando tenía 15 comenzó su blog Relocos y recuerdos, que a fecha de diciembre de 2017 mantiene activo. Poco tiempo después, ganó el concurso de Cuentos Emiliano Barral del instituto de secundaria Andrés Laguna donde estudió en Segovia con el relato corto Saudade.
Unos años más tarde se trasladó a Madrid para comenzar su grado universitario en Estudios Ingleses. Durante sus estudios Elvira continuó escribiendo y comenzó a participar en eventos poéticos, junto a cantautores y poetas de renombre. Después de la carrera, curso un máster en la Universidad Complutense de Madrid de Traducción Literaria.
Su entrada en el mundo de la publicación literaria profesional se produjo de la mano de la editorial Lapsus Calami, con la que publicó Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo en 2013, con prólogo de Benjamín Prado. Unos meses después, en mayo de 2014, la editorial Valparaíso Ediciones, con sede en España y en América Latina, le propuso publicar su segundo poemario, Baluarte.
Paralelamente a su labor literaria, Elvira se dedica a la traducción profesional. Entre sus traducciones se cuentan Los hijos de Bob Dylan, del autor norte-americano Gordon E.McNeer, Poemas de amor, de Oscar Wilde, Otras maneras de usar la boca y El sol y sus flores, de Rupi Kaur, las novelas Todo es mentira, de E. Lockhart y Una conexión ilógica, de John Corey Whaley y la letra de las canciones de los discos de Vetusta Morla, La Deriva y Mismo sitio distinto lugar.
La carrera poética de Elvira le ha permitido participar en festivales y eventos literarios de relevancia, tales como la Feria del Libro de Bogotá (FILBO), el Festival Inverso o el Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México 2015. Del mismo modo, la poetisa ha dado conferencias en varias universidades de Estados Unidos como North Georgia University, Emory University y Hofstra University. También ha hecho giras agotando todas las entradas por México y por España.
En 2015 publicó una selección de sus poemas en el libro Ya nadie baila, con prólogo de Fernando Valverde y en diciembre de 2016 dio el salto a la editorial Visor con el poemario La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida, con prólogo de Joan Margarit. En abril de 2018 salió publicado su sexto libro y segundo ilustrado, Aquella orilla nuestra, con la editorial Alfaguara, que combina la poesía de Sastre con las ilustraciones de Emba, obra finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León en 2019.4 En 2019 apareció su primera novela, Días sin ti, obra que recibió el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Elvira_Sastre )
*
Cuatro poema de Elvira Sastre, de su obra Adiós al frío, Visor, 2020:
EL GRITO QUE SERÁ SUSPIRO
Y que abras los ojos,
y no me veas,
y que un parte de ti suspire aliviada
para que después vuelva la culpa
y pienses en ello,
y te des cuenta de que fuiste tú:
tú seguiste caminando,
tu dejaste de mirarme
el día que quise dibujarte la espalda,
tú me tiraste al suelo,
tú te reíste de mi herida,
tú cerraste las puertas en cada paso adelante,
tú bailaste con otra
mientras seguía sonando nuestra canción.
Y que abras los ojos.
Y me veas ahí, contigo, libre de mercas.
Y suspires de alivio.
Y que te mire.
Y que no seas tú.
Y suspire de alivio.
LA MELANCOLÍA
La melancolía es una habitación
cerrada, un cuarto impoluto y abandonado,
una cama extrañamente limpia
donde el amor, deshecho, ya no duerme.
La melancolía, esa que yo conozco,
que me asalta en los hoteles y en los trenes lentos,
en los días que se repiten sin sorpresa,
y en los viajes en que mi soledad me recuerda quién soy,
esa misma, mi melancolía.
La melancolía que me trae recuerdos de otros tiempos,
historias incompletas,
besos cuyos labios de sal caen en la llaga
tan despacio que el dolor se hace costumbre.
La melancolia, la misma que hoy me cuida,
fueron las uñas de tus pies arañando mis tobillos,
tus mensajes a escondidas y también a destiempo,
la parte de atrás de tus orejas,
el soplido caliente en mi vientre,
la única vez que bajamos las armas que nos quemaban las manos
y las manos para
tocarnos, como los aviones.
La melancolía fue el beso en el portal,
mi miedo esperando tu respuesta, tu acento
cayendo como un cubo de agua en mi boca,
tus espejos esperando mis palabras,
todas las veces que no me cuidaste,
todos mis impulsos encerrados en frases que no terminé.
La melancolía fue, acaso, mi vida ocurriendo en pasado,
un amor que comenzó por el final.
Pero hoy quisiera decirte que no hay hueco para ti en ella.
Quizá tú solo seas, por fin,
la palabra que pone fin al poema.
A LOS PERROS BUENOS
NO LES PASAN COSAS MALAS
A Tango
¿Lo recuerdas?
La nieve, un campo helado como nunca,
las botas hundidas, mi madre en el balcón
..........observándonos jugar.
Reías, te prometo que fui capaz
de escucharte reír,
saltabas y te hundías en la nieve,
y no entendiste nada,
y yo comprendí todo.
Es ese quizá el recuerdo más sencillo de todos mis años.
Aprendí de la vida,
que debía cuidarte, colocarme entre tu cuerpo y el
..........mordisco,
oler tus silencios y el más mínimo gesto,
protegerte sin necesidad de un peligro,
quererte entero y sin fisuras, sin errores,
con la tranquilidad que da amar a quien te ama.
Aprendí de la vida a quererte de igual modo,
a amar este equilibrio nuestro,
la igualdad de latido,
a confiar sin atender el tiempo
que tarda uno en encontrar la calma,
a buscar la urgencia sin ninguna prisa,
y a llegar a casa,
y que mi casa sea mi casa porque tú me esperas,
y que tu casa sea tu casa porque siempre vuelvo.
Aprendí de la vida
a estar siempre alerta,
pero cuando vino a golpearte esa alarma no sonó,
cuando vino a castigarte no se escuchó nada,
cuando vino a herirte el silencio había perdido su olor,
y no fui capaz, mi vida, esa vez no fui capaz,
y a una palabra de mi boca estuvo de llevarte,
a una única palabra de abandonarte,
a ti, a tu ruido, a la mirada que me enseña, a mi casa,
a una única palabra de arrancarte de mi lado.
Cuánto daño cabe
enlas heridas que no se ven.
Cuánto duele lo que no se merece.
Te llevé entonces conmigo,
desoí el futuro y te llevé a otro sitio más amable,
tan diminuto, tan débil, tan hueso,
te arropé con tres mantas
y mis dos brazos tan escasos entonces,
te abrigué con el tiempo, te cubrí con mi mantra
-a los perros buenos no les pasan cosas malas-,
te guardé bajo este amor tan infinito, tan a cambio
de nada y todo, te guardé bajo el amor,
te velé, día y noche, semana y mes, te velé,
te prometí nieve y mar y sol si resistías, te prometí
lucha si aguantabas un poco más, un último esfuerzo,
acaricié todas las navajas que te perseguían,
custodié mi sueño con el tuyo, paré mi vida porque mi vida
estaba enferma, me negué a seguir sin ti porque tus ojos
me pedían otra cosa, me pedían otra cosa,
me negué a la muerte, la negué mientras te afirmaba a
..........cada segundo.
Y tú me asentiste.
¿Escucharías la nieve? Sería aquello suficiente para salvarte
igual que lo hizo conmigo?
Nos quedan tantos años, tantas batallas
y tantas victorias.
Quizás tengan razón y la muerte sea tu espada,
pero yo soy tu escudo.
¿Puedes verlo?
Somos tú y yo,
en la nieve,
riendo juntos de nuevo.
BRAVO, ZEUS
Nadie deja su hogar a no ser
que su hogar sea la boca de un tiburón.
WARSAN SHIRE
El perro llora y no sabe.
Él lo mira a través de la pantalla
y de tanta tierra
y no entiende, no alcanz a comprender
por qué, cómo, cuándo.
Una bomba suena y el perro se esconde.
Su amigo le cuenta desde Damasco
que Zeus ladra cuando escucha
los disparos, pero que los explosivos
le aturden. Le dice que unos soldados
quisieron quedarse con él esa misma tarde.
Sigue asustado.
Ayham le escucha desde Europa,
un lugar que le acoje con una mano
mientras le señala con la otra. Huye
de una Siria atrapada entre dos fusiles
sin bandera blanca que la cubra,
un lugar que le obliga a armarse para
defender quién sabe qué, para morir
por quién sabe qué.
Ayham no quiere
morir por una causa, prefiere hacerlo
con un motivo, así que decide correr,
correr, correr. Llega a los brazos
de un traficante y atraviesa el océano,
poblado por cuerpos sin aire de
todos los tamaños, escucha historias
sobre el tráfico de órganos, pierde el pulso
al despedir a los que no lo consiguen,
ayuda a un niño de tres años a bajar del bote
en Grecia, se queda dormido con el llanto
de una mujer de sesenta años en el oído.
Ayham llega a Europa a tiempo
de abrazar su vida, de calmar la ansiedad
sin dejar ya nunca el miedo,
pero cuando abre la puerta de la casa asignada
no hay perro que lo abrace, que lo proteja,
no hay Zeus que convierta esa casa en un hogar.
Siente miradas de desprecio, en las noticias
los tipos con traje rechazan sus derechos,
enla calle cualquier ruido le paraliza,
piensa cada minuto si su familia seguirá viva,
las pesadillas donde corre sin llegar a un lugar
no cesan.
se pregunta si realmente sigue a salvo.
Ayham solo quiere estar con Zeus.
Por qué. Cómo. Cuándo.
Entonces Ayham lo decide:
va a traer a Zeus a Europa.
Contacta con una protectora que rescata
animales en Siria, que se juega la vida
para devolvérsela a esos perros
que no entienden de guerras ni de muerte:
solo saben amar sin control.
Ellos lo intentan todo. Zeus se despide de
los amigos de Ayham que lo cuidan,
de los niños de la calle con los que juega
entre casquillos y polvo, tanto polvo.
En la frontera les deniegan el paso y Ayham
teme que se quieran quedar con Zeus
y con el azul de sus ojos que colorea
un país gris envuelto en ceniza. Los voluntarios
se esconden y en el siguiente turno lo consiguen.
Zeus saca la cabeza por la ventana del coche
mientras huye de lo que conoce,
porque él, al contrario que el resto del mundo,
solo sabe mirar hacia delante, todo el tiempo,
le lleve donde le lleve el aire: solo quiere seguir.
Zeus llega al Líbano y pasa unas semanas
con un amigo de Ayham. Él, amputado,
no está obligado a hacer el servicio militar,
pero no tiene permiso para viajar. Así, atrapados
e inmóviles, pasan los días hasta que otra voluntaria
lo consigue: se lleva con ella a Zeus en avión a Europa.
Sus amigos solo le repiten lo mismo una
y otra vez: cuídalo. Ayham les promete que lo hará.
Hay finales cálidos, finales que solo son pequeñas pausas
porque afuera la historia sigue ocurriendo,
el terror no cesa, las circunstancias no cambian.
Historias de miedo que permiten que existan
pequeños trazos de belleza provocada por lo más horrible.
Huida, acogida, rechazo, seguridad, repudio:
son sinónimos para un refugiado.
Solo al final de esta historia
Ayham sonríe. Solo en los últimos minutos,
al abrazar a Zeus en el aeropuerto, Ayham respira.
Como el refugiado que después de escapar
llega, por fin, a su casa.
ELVIRA SASTRE, Adiós al frío, Visor, 2020.
Elvira Sastre (Segovia, 1992) es una poeta, escritora, filóloga española.
Trayectoria
Elvira Sastre nació en 1992 en Segovia. Gracias a la influencia de su padre, se aficionó a la lectura a temprana edad, y a los 12 años escribió su primer poema. Cuando tenía 15 comenzó su blog Relocos y recuerdos, que a fecha de diciembre de 2017 mantiene activo. Poco tiempo después, ganó el concurso de Cuentos Emiliano Barral del instituto de secundaria Andrés Laguna donde estudió en Segovia con el relato corto Saudade.
Unos años más tarde se trasladó a Madrid para comenzar su grado universitario en Estudios Ingleses. Durante sus estudios Elvira continuó escribiendo y comenzó a participar en eventos poéticos, junto a cantautores y poetas de renombre. Después de la carrera, curso un máster en la Universidad Complutense de Madrid de Traducción Literaria.
Su entrada en el mundo de la publicación literaria profesional se produjo de la mano de la editorial Lapsus Calami, con la que publicó Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo en 2013, con prólogo de Benjamín Prado. Unos meses después, en mayo de 2014, la editorial Valparaíso Ediciones, con sede en España y en América Latina, le propuso publicar su segundo poemario, Baluarte.
Paralelamente a su labor literaria, Elvira se dedica a la traducción profesional. Entre sus traducciones se cuentan Los hijos de Bob Dylan, del autor norte-americano Gordon E.McNeer, Poemas de amor, de Oscar Wilde, Otras maneras de usar la boca y El sol y sus flores, de Rupi Kaur, las novelas Todo es mentira, de E. Lockhart y Una conexión ilógica, de John Corey Whaley y la letra de las canciones de los discos de Vetusta Morla, La Deriva y Mismo sitio distinto lugar.
La carrera poética de Elvira le ha permitido participar en festivales y eventos literarios de relevancia, tales como la Feria del Libro de Bogotá (FILBO), el Festival Inverso o el Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México 2015. Del mismo modo, la poetisa ha dado conferencias en varias universidades de Estados Unidos como North Georgia University, Emory University y Hofstra University. También ha hecho giras agotando todas las entradas por México y por España.
En 2015 publicó una selección de sus poemas en el libro Ya nadie baila, con prólogo de Fernando Valverde y en diciembre de 2016 dio el salto a la editorial Visor con el poemario La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida, con prólogo de Joan Margarit. En abril de 2018 salió publicado su sexto libro y segundo ilustrado, Aquella orilla nuestra, con la editorial Alfaguara, que combina la poesía de Sastre con las ilustraciones de Emba, obra finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León en 2019.4 En 2019 apareció su primera novela, Días sin ti, obra que recibió el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Elvira_Sastre )
*
Cuatro poema de Elvira Sastre, de su obra Adiós al frío, Visor, 2020:
EL GRITO QUE SERÁ SUSPIRO
Y que abras los ojos,
y no me veas,
y que un parte de ti suspire aliviada
para que después vuelva la culpa
y pienses en ello,
y te des cuenta de que fuiste tú:
tú seguiste caminando,
tu dejaste de mirarme
el día que quise dibujarte la espalda,
tú me tiraste al suelo,
tú te reíste de mi herida,
tú cerraste las puertas en cada paso adelante,
tú bailaste con otra
mientras seguía sonando nuestra canción.
Y que abras los ojos.
Y me veas ahí, contigo, libre de mercas.
Y suspires de alivio.
Y que te mire.
Y que no seas tú.
Y suspire de alivio.
LA MELANCOLÍA
La melancolía es una habitación
cerrada, un cuarto impoluto y abandonado,
una cama extrañamente limpia
donde el amor, deshecho, ya no duerme.
La melancolía, esa que yo conozco,
que me asalta en los hoteles y en los trenes lentos,
en los días que se repiten sin sorpresa,
y en los viajes en que mi soledad me recuerda quién soy,
esa misma, mi melancolía.
La melancolía que me trae recuerdos de otros tiempos,
historias incompletas,
besos cuyos labios de sal caen en la llaga
tan despacio que el dolor se hace costumbre.
La melancolia, la misma que hoy me cuida,
fueron las uñas de tus pies arañando mis tobillos,
tus mensajes a escondidas y también a destiempo,
la parte de atrás de tus orejas,
el soplido caliente en mi vientre,
la única vez que bajamos las armas que nos quemaban las manos
y las manos para
tocarnos, como los aviones.
La melancolía fue el beso en el portal,
mi miedo esperando tu respuesta, tu acento
cayendo como un cubo de agua en mi boca,
tus espejos esperando mis palabras,
todas las veces que no me cuidaste,
todos mis impulsos encerrados en frases que no terminé.
La melancolía fue, acaso, mi vida ocurriendo en pasado,
un amor que comenzó por el final.
Pero hoy quisiera decirte que no hay hueco para ti en ella.
Quizá tú solo seas, por fin,
la palabra que pone fin al poema.
A LOS PERROS BUENOS
NO LES PASAN COSAS MALAS
A Tango
¿Lo recuerdas?
La nieve, un campo helado como nunca,
las botas hundidas, mi madre en el balcón
..........observándonos jugar.
Reías, te prometo que fui capaz
de escucharte reír,
saltabas y te hundías en la nieve,
y no entendiste nada,
y yo comprendí todo.
Es ese quizá el recuerdo más sencillo de todos mis años.
Aprendí de la vida,
que debía cuidarte, colocarme entre tu cuerpo y el
..........mordisco,
oler tus silencios y el más mínimo gesto,
protegerte sin necesidad de un peligro,
quererte entero y sin fisuras, sin errores,
con la tranquilidad que da amar a quien te ama.
Aprendí de la vida a quererte de igual modo,
a amar este equilibrio nuestro,
la igualdad de latido,
a confiar sin atender el tiempo
que tarda uno en encontrar la calma,
a buscar la urgencia sin ninguna prisa,
y a llegar a casa,
y que mi casa sea mi casa porque tú me esperas,
y que tu casa sea tu casa porque siempre vuelvo.
Aprendí de la vida
a estar siempre alerta,
pero cuando vino a golpearte esa alarma no sonó,
cuando vino a castigarte no se escuchó nada,
cuando vino a herirte el silencio había perdido su olor,
y no fui capaz, mi vida, esa vez no fui capaz,
y a una palabra de mi boca estuvo de llevarte,
a una única palabra de abandonarte,
a ti, a tu ruido, a la mirada que me enseña, a mi casa,
a una única palabra de arrancarte de mi lado.
Cuánto daño cabe
enlas heridas que no se ven.
Cuánto duele lo que no se merece.
Te llevé entonces conmigo,
desoí el futuro y te llevé a otro sitio más amable,
tan diminuto, tan débil, tan hueso,
te arropé con tres mantas
y mis dos brazos tan escasos entonces,
te abrigué con el tiempo, te cubrí con mi mantra
-a los perros buenos no les pasan cosas malas-,
te guardé bajo este amor tan infinito, tan a cambio
de nada y todo, te guardé bajo el amor,
te velé, día y noche, semana y mes, te velé,
te prometí nieve y mar y sol si resistías, te prometí
lucha si aguantabas un poco más, un último esfuerzo,
acaricié todas las navajas que te perseguían,
custodié mi sueño con el tuyo, paré mi vida porque mi vida
estaba enferma, me negué a seguir sin ti porque tus ojos
me pedían otra cosa, me pedían otra cosa,
me negué a la muerte, la negué mientras te afirmaba a
..........cada segundo.
Y tú me asentiste.
¿Escucharías la nieve? Sería aquello suficiente para salvarte
igual que lo hizo conmigo?
Nos quedan tantos años, tantas batallas
y tantas victorias.
Quizás tengan razón y la muerte sea tu espada,
pero yo soy tu escudo.
¿Puedes verlo?
Somos tú y yo,
en la nieve,
riendo juntos de nuevo.
BRAVO, ZEUS
Nadie deja su hogar a no ser
que su hogar sea la boca de un tiburón.
WARSAN SHIRE
El perro llora y no sabe.
Él lo mira a través de la pantalla
y de tanta tierra
y no entiende, no alcanz a comprender
por qué, cómo, cuándo.
Una bomba suena y el perro se esconde.
Su amigo le cuenta desde Damasco
que Zeus ladra cuando escucha
los disparos, pero que los explosivos
le aturden. Le dice que unos soldados
quisieron quedarse con él esa misma tarde.
Sigue asustado.
Ayham le escucha desde Europa,
un lugar que le acoje con una mano
mientras le señala con la otra. Huye
de una Siria atrapada entre dos fusiles
sin bandera blanca que la cubra,
un lugar que le obliga a armarse para
defender quién sabe qué, para morir
por quién sabe qué.
Ayham no quiere
morir por una causa, prefiere hacerlo
con un motivo, así que decide correr,
correr, correr. Llega a los brazos
de un traficante y atraviesa el océano,
poblado por cuerpos sin aire de
todos los tamaños, escucha historias
sobre el tráfico de órganos, pierde el pulso
al despedir a los que no lo consiguen,
ayuda a un niño de tres años a bajar del bote
en Grecia, se queda dormido con el llanto
de una mujer de sesenta años en el oído.
Ayham llega a Europa a tiempo
de abrazar su vida, de calmar la ansiedad
sin dejar ya nunca el miedo,
pero cuando abre la puerta de la casa asignada
no hay perro que lo abrace, que lo proteja,
no hay Zeus que convierta esa casa en un hogar.
Siente miradas de desprecio, en las noticias
los tipos con traje rechazan sus derechos,
enla calle cualquier ruido le paraliza,
piensa cada minuto si su familia seguirá viva,
las pesadillas donde corre sin llegar a un lugar
no cesan.
se pregunta si realmente sigue a salvo.
Ayham solo quiere estar con Zeus.
Por qué. Cómo. Cuándo.
Entonces Ayham lo decide:
va a traer a Zeus a Europa.
Contacta con una protectora que rescata
animales en Siria, que se juega la vida
para devolvérsela a esos perros
que no entienden de guerras ni de muerte:
solo saben amar sin control.
Ellos lo intentan todo. Zeus se despide de
los amigos de Ayham que lo cuidan,
de los niños de la calle con los que juega
entre casquillos y polvo, tanto polvo.
En la frontera les deniegan el paso y Ayham
teme que se quieran quedar con Zeus
y con el azul de sus ojos que colorea
un país gris envuelto en ceniza. Los voluntarios
se esconden y en el siguiente turno lo consiguen.
Zeus saca la cabeza por la ventana del coche
mientras huye de lo que conoce,
porque él, al contrario que el resto del mundo,
solo sabe mirar hacia delante, todo el tiempo,
le lleve donde le lleve el aire: solo quiere seguir.
Zeus llega al Líbano y pasa unas semanas
con un amigo de Ayham. Él, amputado,
no está obligado a hacer el servicio militar,
pero no tiene permiso para viajar. Así, atrapados
e inmóviles, pasan los días hasta que otra voluntaria
lo consigue: se lleva con ella a Zeus en avión a Europa.
Sus amigos solo le repiten lo mismo una
y otra vez: cuídalo. Ayham les promete que lo hará.
Hay finales cálidos, finales que solo son pequeñas pausas
porque afuera la historia sigue ocurriendo,
el terror no cesa, las circunstancias no cambian.
Historias de miedo que permiten que existan
pequeños trazos de belleza provocada por lo más horrible.
Huida, acogida, rechazo, seguridad, repudio:
son sinónimos para un refugiado.
Solo al final de esta historia
Ayham sonríe. Solo en los últimos minutos,
al abrazar a Zeus en el aeropuerto, Ayham respira.
Como el refugiado que después de escapar
llega, por fin, a su casa.
ELVIRA SASTRE, Adiós al frío, Visor, 2020.
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