La noche mira tras su bruma espesa
el cabalgar aciago de su ser,
su corazón suplica fallecer
negándose a la vida que profesa.
La oscuridad le muestra su vileza
robando sentimientos al nacer,
sus miedos atormentan su poder
ofuscando latidos de tristeza.
Ajada duerme la avidez sombría
cubierta de vestigios de su luna
que lejos, esperanza le rendía.
Triste, agoniza su fugaz fortuna
en la viscosa oscuridad impía,
pudriendo su alma sin piedad alguna.
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