IX. SONETOS POETAS ESPAÑOLES SIGLO XX (III)

SONETOS SIGLO XX



EDUARDO CHICHARRO BRIONES

Madrid. 1.905 - 1.964
Parte de su vida en Roma.
Profesor de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.



LA PLURILINGÜE LENGUA



VIII

¡Cómo rodó la lama de los mares
la corbeta esta vieja que es cascajo!
¡Y cómo se lo digo con trabajo
a solas a la fin de sus azares!

Volveré a dar su pro hacia los lares,
de vuelta ya, de donde nos atrajo
la cita esta del mar; donde de cuajo
me arrancó de la silla y los sillares.

Así, a tu muerte, yo morir me quiero
henchido de humedad y de carcoma,
asido a tu alta quilla, a tu carena.

Y enredado en tus jarcias de velero
hundiréme a ti uncido hasta la loma
y el báratro del pulpo y la murena.

El huracán, el fuego del escombro,
incendio de un día largo y sin demora....
parecen bostezar en esta aurora
de cosas olvidadas que no nombro.

En este espeso y denodado asombro,
en este sol de espanto que es negrura
dura el nombre de un día lo que dura
que es nombre de hombre, y es nombre de escombro.

El pez, el viento, el sicomoro alto
de este más viejo mástil que enarbolo,
el seráfico don, el rododendro,

la adelfa lisa de mi tierra exalto
desde el mar cántabro al cerrado polo,
y en la mar siempre hasta no hallar mi engendro

Desolador y de una belleza sublime simultáneamente.

Gracias, Lluvia.

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EDUARDO CHICHARRO BRIONES

Madrid. 1.905 - 1.964
Parte de su vida en Roma.
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LA PLURILINGÜE LENGUA




IX

La voz descompasada del concierto,
su triste llanto y repetido acento,
la ausencia en la presencia que hace el viento
lenguaje es tal que no a decirlo acierto.

Es tal la casa muerta en que despierto
miro mis manos que al mirarlas siento
marcar en mi persona a descontento,
náuseas de horror do clama el gran desierto.

Náuseas de muerte por futuro extremo
y próximo a mi planta y al cerebro
ya de líquenes y algas contrahecho;

que es mi planta palmípeda cual remo
y es mi cerviz en su mudanza enhebro
por rumbo o singladura a que ha derecho.

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X

El ánfora, la cítara, el espejo,
el machacar de un noble desvarío
aquí, en mis tejas, y lo que yo ansío
por ordenar las cosa que atrás dejo.

Y es que no me reservo más consejo
que ir nombrando lo antiguo aunque tardío,
el lugar de la cosa, el sitio, el mío,
con lo que se me antoja ser reflejo.

El silabario, el ápice y conmuto
lo blanco por lo negro y me reputo
feliz de ordenar todo como altura

edad y ser... la linda procelaria,
el unicornio, el llanto y la primaria
voz que clamando por el mar perdura.

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XI

En las noches cerradas que es de llanto
mi cansada cabeza y de despojo
y siento por los hombros que no aguanto
las luces del albur que nace a rojo,

si el cielo cubre de su oscuro manto,
y no soy yo quien dijo, y lo recojo
por no librarle más de su quebranto
en cuatro partes dicho y a reojo...

Ay madre, ay consabido acento,
yo, por llegar un día al elemento
dejé la casa y sosegada vida;

dejé la casa, la loma, la candente
lama de espejo de la Mira-a-Oriente
y hasta el Aprisco de la dolorida.

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XII

Por tus ojos de ciervo y de lagarto,
por tus ojos de sierpe, por tus malos
besos sueltos de sirte y el Onfalos
de tu víscera antigua que comparto,

ahora te pido lo que dije harto
primero entre estas velas y estos palos,
cuerdas, amarras, y medio animalos,
la solitudo que contigo parto.

Oigo el cascar del viento, el griterío
de las voces de la ola, la resaca
nunca quieta que agita las espumas;

me das por lo que quitas ya lo mío,
que tuyo pareciera porque saca
de aquél que en ti de mi amor consumas.

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XIII

La herida yo me vendo tras la vela
que hiciera en mí la llama y el conato
de incendio de mi pecho del que ato
las jarcias a la luna y a la estela.

La herida yo me vendo con la tela
y dedo tembloroso en el mandato
de mi vida sensible, del regato
de plata, lento, a prisa, que me impela.

Por tus cables, la luna y el murciélago,
olvido milenario quieto choca
una tras una y otra hasta mil veces

la lama ensombrecida de ti, piélago,
la cual se advierte por tu abierta boca
del báratro sin fondo en que te meces.

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XIV

Y quise ser de leche y de cebada,
y quise mis desdenes y desvanes
vaciar de mastodontes y alacranes,
y quise mi pupila y esta dada

hora, que es para mí por desvelada,
limpiar de comezón; ¡tan son mis canes
hartos de pluriloquios que devanes,
oh astro mar, en esta mi morada!

Y ya llegando al fin de lo certero
en este mar que a nupcias me condena
yo quise ser de noche y astrolabio...

Quise ser lo que quise porque quiero,
que el querer, el querer, el querer llena
y yo solo conmigo gozo y rabio.

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XV

Ay, mi hijo, recuerdo de la vaga
Lampedusa de otrora en que viviera
la carne de mi carne maltratando
en remembranza aquella que la daga

hiciera de los bordes de la llaga
con un círculo mustio que la había
hecho y deshecho lo que nunca viera
en el paso de beso y casi orando;

por amor, que me hallara en aquel día
cansado, muerto, por el roto nicho,
las bocas de las lenguas en que apaga

el fuego de la injuria de lo dicho
de amores remordidos hasta cuando
se le hecha el perro encima destrozando.

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XVI

De la noche que mucho perpetúa
del tumulto de un día, de la almohada,
del hecho espeso y de la mala púa
me desdoblo en dos veces por la nada.

Del dicho, el bicho, de la mala entrada,
del vaivén de las cosas que acentúa
su malgastado paso en la pisada
lleno en mi asombro la sutil falúa.

De la palabra el brinco del exceso
vuelve a doblar la nada por dos veces
en pequeña falúa el hecho espeso;

y el vaivén de la cosa hasta las heces
repite en mí el asombro y el tumulto
de un día en que me hallé sin luz ni bulto.

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XVII

El mar en lo infinito:... que si blanca,
si negra, si por lo bien que acorta
la espuma, si por lo mal que importa
si es mía o nuestra o si es de ambos palanca,

si de la ola la sudorosa anca
del alisio en pos que la transporta
revienta por el pulso que la exhorta
hasta que rinde y su rumor estanca.

Yo que marino soy y soy portero
de esta inmensa de pórfido llanura
digo la cosa si escucharla quiera

la llama, el agua, el sol, por lo sincera:
entre mi sueño augusto y mi agujero
aquí en delirio vivo con holgura.

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XVIII

La casa, el vaso y si la siempreviva...
vuelven las cosas al feliz engaño
de otrora que yo puedo hacerme apaño
y enviarte siempre y cuando una misiva,

oh amigo, siempre y cuando se hace viva,
oh Carlos, la certeza de este antaño
por nunca que esté lejos que le extraño
y es si los otros tocan sensitiva.

Y es si los otros tocan mal cerasta
que muerde a quien no sabe que las cosas
le van en zaga por la casa abierta.

Oh, es mucho despertar, y ya me basta
si no se llena el vaso en que reposas,
sitial de miradores con sin puerta.

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XIX

Y yo que nunca pienso y sólo canto,
sosténgome la frente con la palma
pensando en el pensar que no se calma
hasta entender lo dicho que ya es tanto.

Y es la tal tema un desigual quebranto,
procurar explicarme lo que el alma
dijo y desdijo, o lo que ya ensalma
que al buscarlo me pierdo y no levanto.

Abriéndome a horcajadas, con empuje,
me subo al mismo burro que el que elije,
y esquivo la razón, y si razono,

razonando razón por lo que abono,
tratando de entender lo que ayer dije,
voy viendo hasta que punto me reduje.

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XX

No lo entenderlo pienso, ni aun lo dudo,
que se me hace el pensar corto redrojo
al perseguir mis versos, como a cojo
que tras liebre corriera o tras zancudo.

Releyendo lo escrito, al verlo mudo,
sin música escuchar, yerto despojo,
inútil vaga por su letra el ojo
perdido en deshacer tan grave nudo.

¡Algo quise decir! Esto me halaga;
lo que ya escrito está mal no me suena,
mas por Luzbel el mismo que no entiendo

ni palabra, y aun tanto a tanto atiendo...
Atiendo aun tanto a tanto, que me apena
mi canto no entender tras que se apaga.

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XXI

Cuando aún el sueño en el talón nos pisa,
salidos de la noche a la extrañada
claridad matinal, no somos nada,
sino vagas fantásimas sin prisas.

Y a tenerla nos llama y nos avisa
el salto de la noche entrecortada,
el amor y el temblor, y la mirada
que sale de nosotros circuncisa.

Nada nos brinda a la inigual contienda
diuturna del trabajo y del acoso
más cerca del morir que del querer.

del día, y ay, tan faltos de reposo
que éste de hoy parécenos ayer.

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XXII

La color de tus ojos rubiorriente
siempre en su forma y en su profundo raro
tuviéronme en la noche sin reparo
harto despierto y soñador demente.

Cuando las luces por el lindo Oriente
desperezan los dedos en el claro
cielo del despertar, mi desamparo
de un sueño y una duda se hace ardiente.

Y ya más no te vi, reina de Francia,
María la sentada, la albertina,
quedándome prendido a tu sustancia.

Y de verte la sed más repentina
me llena. Y tan soñada, ¿sé si puedo,
viéndote, conocerte? Este es mi miedo.

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XXIII


Me hundo en las entrañas de tu sueño,
de este alto sueño que en tu hueco mora,
oh estático palacio, inquisidora
mansión de nuncas hecha en su diseño.

Hecha de siempres, honda, en el sedeño
del tiempo transitar hora tras hora,
como los infinitos surca prora
mares de lo olvidado, quieto leño.


El sol acampanado que a tu entrada
llena la casa donde el sueño anida
nunca se cansa de tañer ni pudo

dejar de tañer tanto. La morada
parece pro el tiempo carcomida
mientras en ella todo queda mudo.

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XXIV

Ora de conchas y algas es desnudo
el gran sátiro azul que duerme atado.
Con miosotis y prímulas diadema
y pónenle en la frente desde encima.

Tócase el mar con oro desleído.
Llénase el suelo de rosada espuma,
el pelo del carbón es perizoma
y Eolo en lo alto sopla quedo quedo.

En el testuz doblado tiernos cuernos
horadan la su crin, y las dos piernas
dejan descansar juntas las pezuñas

Le escurre por el rostro una sonrisa
que ablanda la dureza de su ceño,
y vuélanle en las ingles mariposas.

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XXV

Será mi blanca tumba de madera,
será de siemprevivas y de orujo,
cordial en su acogida y verde lujo
de jaula, lonja, loca enredadera.

Será mi gayo túmulo escalera,
y en su huerto seráfico cartujo
mi cadáver será, sin más tapujo,
perdido la mortal que antes vistiera.

Así deséolo yo que sean la caja,
el hoyo, el césped y la baratija
que ponen a los muertos los no muertos.

Digo que serán flores mi mortaja
porque entre los jardines que yo elija,
igual perfumarán mis ojos tuertos.

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XXVI

Espesa sombra que este asombro encumbra
es hecha por tus nombres largo estambre
de vivido recuerdo que la alumbra
en su fulgor, de suerte que en penumbra

ya se yace de amores muerta de hambre,
del hambre de poseerlos si vislumbra
la ruta de sus sueños, casto enjambre,
si deslumbra su dueño de calambre.

Gentilicio rumor, pasos de cosa,
pasos de lo pasado, triste esposa
del día y de la noche en aparato.

Preguntas a deshora y el ladrido
de la pauta peluda, can podrido
y loco todo el cauto economato.

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EDUARDO CHICHARRO BRIONES

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XXVII

La verde Hidra que en verdor se apaga,
el cautiverio de los muchos donde
la misma canta Hidra y les responde
por voz que dictamina la otra plaga.

Un molido rumor de muerte gleba,
los gritos muertos de algún muerto duende
llegan a la grandeza de ese allende
hasta este aquende que es mi corta prueba.

Alguien de la garganta prieta roba
los dientes, los aullidos, furibundo;
otro, que más alcanza, quieto se hunde.

Yo voy por los caminos de la loba,
todo ajeno, pasmado, viendo el mundo,
desoyendo el hastío que me infunde.

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XXVIII

Narices, musas, mozas, buzos, lazos,
redondeces de brazos y de luces,
enmudecidas voces, arcabuces,
humedecidos rezos y retazos

de un Dios resbaladizo, hecho pedazos,
sostenido por cíngulos y cruces,
peces mal parecidos y el de bruces
caído y puesto a veces en puyazos.

Redobles y habla de una hueca hazaña,
mandobles, sables, robles, baluarte
del leño de guadaña y hoja huraña.

El pato loco y loca la alimaña
y loca la cual cosa que se aparte
de la presta digitadora arte.

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XXIX

Va el paso el buey posando por la loma,
sus ojos blandos de animal moviendo,
de el carro que él arrastra, reverendo,
en la paciencia pía y la que asoma

mansedumbre del can que le acompaña
y hasta del hombre que le va siguiendo,
macizo el ojo, firme en el tremendo
ir de los tres al bor’de la legaña.

Albor de la legaña santa y pía,
clavada en el sudor la lejanía.
La letanía canta. El santo Cristo

reluce entre los aires con mil alas.
Gime el polvo y el mosto, por lo visto,
fermenta en el lagar. Vuelan escalas.

Por los aires, en fin, vuelan escalas.

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LA PLURILINGÜE LENGUA




XXX

Libre como la mar la vela vuela
y como el viento, libre, corre el suelo
con sus patas de alambre de gacela
y libre canta y canta el reyezuelo.


Y libre pica el pez en el anzuelo
mientras halla la fin a la secuela
de libertades, hades, helas, de lo
de lo que el viento cuela y tala el vuelo.


El armado licorno, hierba tora,
la milenrama, el mirlo, el culantrillo,
la berenjena azul y al hortaliza

Todo en revuelo, todo sin demora,
la puerta. el animal, el canutillo,
huyendo la malévola lombriza.

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XXXI

Es la noche del záfiro, y la ambigua
caricia de la luna al suelo llega
como una risa de ángel desmayada.
Dejan las flores negras su morada,


recoge el aire olores de la siega
y un eco de clamores se amortigua.
Parece el tiempo estarse detenido,
el río parece estarse perezoso

el murmullo parece ser reposo
y el silencio semeja ser de olvido,
no distancia, no amores, no serpiente,

no oscuridad... De súbito, del pozo
del cielo, de las rosas el esposo,
el ruiseñor canta salvajemente.

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XXXII

... mayúsculos, suspiros, griteríos,
hambre de todo un poco y la extasiada
manera de medir un nuevo modo.
Un apartado monte del éxodo,

una marisma, una laguna, una ensenada
de marineros llena de navíos.
El arce acérrimo, el acero
bien templado en la fragua de Caronte,

el hipo que me da ver al bisonte,
la barca antigua de Faliero.
Todo se me echa encima, todo quiero;

de ruinas se me empluma el horizonte;
si soy una alta torre en un desmonte,
una avispa horodando un basurero.

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XXXIII

Cada minuto, peccata minuta;
peccata minuta, peccata mi sueño,
peccata, peccata, peccata beleño,
peccata mi vida, peccata mi ruta.

Pecando pecatamundi; disputa
de ángeles conmigo, con mi empeño,
con tacto, con palabras de risueño
perdonando peccata que reputa.

Pecatilla venial es mi calenda,
que paso de matute lo más blando,
que pequé en cada instante sin saberlo...

Y aquí yo pecador, por la estupenda
coartada de ignorar, doy de estraperlo
cada pecando pecando pecando.

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LA PLURILINGÜE LENGUA



XXXIV

Lama, laúd, polilabial ginesta,
¡qué lindas son las hierbas de la noche!
¡qué lindas van saliendo sin reproche
las palabras novísimas de fiesta!

Las palabras castísimas que aquesta
boca pronunciar puede en el derroche
de mi alegría. Uncido el coche
del disparte, disparo mi ballesta.

¡Mas cuál es disparate tan redondo
si me llena de lunas y de aromas
si de paisajes lléname y de gemas!

No, corazón, no tiembles y no temas,
que aquí muchas hay luces, y las lomas
se te dan lisas de la cresta al fondo..

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LA PLURILINGÜE LENGUA


XXXV

Lama. laúd, polifacial ginesta;
la plurilingüe lengua de la estancia,
el discontinuo rótulo, jaztancia
cristalina, suavísima y opuesta.

Mondo y lirondo la oscilante testa
sacude riendo el sátiro de rancia
risa y el rubio chorro riendo escancia
entre sus labios túrgidos. Pomona

dulce dones a todos dando cunde,
a los aires, al díscolo discóbolo,
mientras la Flora y Ceres traen la hormona.

Demetra con Perséphone confunde
el óvulo y el ósculo y el óbolo
y al dulce glauco fauno en la floresta.

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LA PLURILINGÜE LENGUA



XXXVII

Hora es llegada la del llanto espeso
en este valle que ya lo es de llanto,
desesperanza, apuro y atraganto.
Hora es llegada de pasar sin peso

la puente de amargura, el alto exceso.
L ahora es fallida. Muévanse el encanto
del vivir, sus perfumes, entretanto;
quien no marchó ya se halla en retroceso.

Mas quien marchó, ¿qué tiene al fin de todo?
Entre dos platos, nada: la Belleza.
Lo hermoso de morir con petulancia.

Yo más haré. Tanto como el que empieza,
sostendré una postura. De tal modo,
dormido alargaré lejana infancia.