Sin mi...conmigo

Walter Faila escribió:

¡Aquí no hay nadie!
¿Quien va a protestar conmigo
en este suburbio de paredes húmedas
donde el aire pide permiso
para entrar por las grietas de los techos
y las telarañas ocultan el alma
detrás de los revoques del tiempo?
La propiedad de la  vida
se ha quedando sin dueño,
Dios ha renunciado a la miseria
de su propia creación,
y se ha marchado, entre las nubes,
disfrazado de gerente,
a los hábitos jerárquicos del cielo.
Estoy solo aquí,…en mí,
sin mi…no hay nadie adentro.
No están
ni los miles, ni millones,
que hacen ruidos cotidianos
en las calles donde moran
los lapachos de mi pueblo.
Horas negras me rodean
en esta periferia oscura
donde el recuerdo de un cuerpo
se me adhiere a la piel,
y el silencio me abraza letalmente,
cual si fuera la túnica de Neso.
De mi, y en mí, la historia
la tuya, la de el, la de nosotros.
Gime el viento su norte herido,
sangra la patria de un cuerpo,
flamea una bandera
con un nombre desangrado de vocales
el verbo se hace carne
y yo sigo aquí, solo, nadie grita junto a mi…
ya es la hora de la cena,
vienen los fantasmas a la mesa
Se llenan de espejos las paredes de este cuarto
Se sienta la memoria, se acuestan la angustias
Ahora,  ya no estoy solo
El resultado es el mismo.

Walter Faila escribió:

¡Aquí no hay nadie!
¿Quien va a protestar conmigo
en este suburbio de paredes húmedas
donde el aire pide permiso
para entrar por las grietas de los techos
y las telarañas ocultan el alma
detrás de los revoques del tiempo?
La propiedad de la  vida
se ha quedando sin dueño,
Dios ha renunciado a la miseria
de su propia creación,
y se ha marchado, entre las nubes,
disfrazado de gerente,
a los hábitos jerárquicos del cielo.
Estoy solo aquí,…en mí,
sin mi…no hay nadie adentro.
No están
ni los miles, ni millones,
que hacen ruidos cotidianos
en las calles donde moran
los lapachos de mi pueblo.
Horas negras me rodean
en esta periferia oscura
donde el recuerdo de un cuerpo
se me adhiere a la piel,
y el silencio me abraza letalmente,
cual si fuera la túnica de Neso.
De mi, y en mí, la historia
la tuya, la de el, la de nosotros.
Gime el viento su norte herido,
sangra la patria de un cuerpo,
flamea una bandera
con un nombre desangrado de vocales
el verbo se hace carne
y yo sigo aquí, solo, nadie grita junto a mi…
ya es la hora de la cena,
vienen los fantasmas a la mesa
Se llenan de espejos las paredes de este cuarto
Se sienta la memoria, se acuestan la angustias
Ahora,  ya no estoy solo
El resultado es el mismo.

Walter Faila escribió:

¡Aquí no hay nadie!
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Se llenan de espejos las paredes de este cuarto
Se sienta la memoria, se acuestan la angustias
Ahora,  ya no estoy solo
El resultado es el mismo.