Pétalos ya sin lozanía,
tal cual todos gozamos,
del patio erais alegría,
y su fragancia amamos.
Rosal rojo cual sangre,
ahora muy vetuperado,
duele que el tiempo cuaje,
y se lleve el tono colorado.
El jardín pierde mucho,
mis ojos así, no lo miran,
tanto dolor con ello sufro,
que me los poda una amiga.
Calor de agosto sofocante,
el agua borbotea en la tierra,
de las macetas, unas grandes
y arrogantes la echa fuera.
Ahora ya viéndolas sin rosas,
mis plantas muestran verdor,
me ofrecen sus curvas porosas,
y son mi silencioso gran amor.
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