¡¡¡MI HIJA!!!

Es evidente que no siempre se puede conservar un candor como el que tú tienes, Antonia. La vida no regala nada, lo que tú posees te lo has ganado.

Un abrazo.

Espero, Antonia, que no te haya molestado mi comentario; era lo último que se me hubiera ocurrido provocar. Te contaré a modo de parábola una experiencia propia; me gustaba mucho jugar al tenis y, durante unos años jugué al tenis con conocidos entrañables y un amigo. No era muy bueno, a priori pensaba que se me daría bien y no era así, tras cada derrota solía escuchar algunas chanzas sobre mi forma de moverme sobre la pista o sobre el hecho de que nadie quería perder conmigo de compañero, y la forma tan extraña que tenía de golpear la pelota. Nunca tuve en cuenta esas bromas. Todos nos reíamos. Un día dejé de ir con ellos, creo qué fue porque volví a engancharme a la música. Lo importante era que me gustaba jugar al tenis y, sobre todo, que compartía buenos momentos con personas que merecían la pena. A algunos solo los veo de vez en cuando y ni una sola vez me han dejado de recordarme que hay una pista esperándome y que habrá alguien que se ponga a mi lado o enfrente de mí.

Querría decirte, Antonia, que todo se aprende hasta a jugar al tenis y escribir poesía, pero la mística de la poesía reside en que, teniendo como instrumento algo que poseemos casi todos los humanos, hay muy pocas personas que la escriban bien, que entre casi bien o regular apenas hay diferencia cuando miramos a la fosa común del olvido. Pienso que todo se aprende y se perfecciona a través del trabajo y la perseverancia. Pero no hay arte más difícil de aprender que la Poesía.

Un abrazo, Antonia.

Siento lo que me dices, Antonia; no me gusta que nadie sufra, ni siquiera aquellos que han llegado a merecerlo según el código gitano no escrito. No te conozco, pero estoy seguro de que tú no lo mereces.

La poesía suele tener unas gotas de inspiración, que no salpican a todo el mundo, un río de técnica que puede ser, más o menos, sometido por el trabajo y un mar de actitud vital que nos da o nos quita la experiencia, todo lo demás se reduce a arroyuelos y estanques que, mal utilizados solo sirven para adornar. No quiero parecerte un sacerdote; me haría daño, pero es posible que me lo hubiera merecido. Te sugiero que utilices el verso libre, libre y que escribas acerca de ese sufrimiento del que hablas. Forma parte de mi vida; intento ayudar en lo que creo saber, y me dicen que soy un pedante. Intuyo que no eres ese tipo de personas por tu capacidad para encajar.

A la edad que tenemos es muy difícil cambiar de marcha, pero no imposible, no dejes de intentarlo.

Un abrazo.