Quiero hacer un poema
donde la historia cuente lo que ha sido de mí.
Donde aparezca el día en el que me llegó la inocencia primera; la voz,
donde jugaron juntos mi madre y la aventura; el rayo azul de luz
que me enseño a mirar en los ojos inhóspitos; las formas de los chopos,
que eran balsas de aire contra el fondo del cielo; aquella novia griega,
que me indicó el camino para volver (sin rabia)
del fin de un paraíso; los libros,
que me quisieron tanto como cuando te duermes
sobre el amanecer de una visión perfecta; el vaso de veneno,
regalo del destino, que yo nunca bebí; la blusa, el cuerpo, el fado,
el mundo de Teresa, su canción desdichada, su boca junto al mar;
la reconciliación, un mercado de frutas y verduras
donde se ofrecen siempre multitud de alimentos,
y en el que no es tan fácil elegir los maduros ;
la adivina, que era bruja en desuso y tocaba las cartas con manos de
estar muerta; el silbo despiadado, que yo escuchaba a veces
cuando estaba cayendo del suelo al infinito;
las noches, que arriaron la bandera del tiempo, y los ángeles malos
sin lanza y sin espada.
Quiero hacer un poema
que construya las cosas que a mí me han construido.
donde la historia cuente lo que ha sido de mí.
Donde aparezca el día en el que me llegó la inocencia primera; la voz,
donde jugaron juntos mi madre y la aventura; el rayo azul de luz
que me enseño a mirar en los ojos inhóspitos; las formas de los chopos,
que eran balsas de aire contra el fondo del cielo; aquella novia griega,
que me indicó el camino para volver (sin rabia)
del fin de un paraíso; los libros,
que me quisieron tanto como cuando te duermes
sobre el amanecer de una visión perfecta; el vaso de veneno,
regalo del destino, que yo nunca bebí; la blusa, el cuerpo, el fado,
el mundo de Teresa, su canción desdichada, su boca junto al mar;
la reconciliación, un mercado de frutas y verduras
donde se ofrecen siempre multitud de alimentos,
y en el que no es tan fácil elegir los maduros ;
la adivina, que era bruja en desuso y tocaba las cartas con manos de
estar muerta; el silbo despiadado, que yo escuchaba a veces
cuando estaba cayendo del suelo al infinito;
las noches, que arriaron la bandera del tiempo, y los ángeles malos
sin lanza y sin espada.
Quiero hacer un poema
que construya las cosas que a mí me han construido.
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