Manos dulces tiernas con suaves caricias
son como las manos del supremo amor,
como algunas veces sin saber porqué
queremos sentirlas en nuestro dolor.
Manos alegres que nunca están quietas
que hablan y ríen desde que despiertan,
esas son las que ansiamos tener a la vera,
de alguna ilusión que quedó sin respuesta.
Manos que al descanso le huyen proféticas
porque el descanso no es para ellas,
solamente se unen cuando su dueña reza
pide por los suyos mas nunca por ella.
Manos que pesadas caen en el rostro
de pobres mujeres sin fe ni ilusión,
castigan su rostro con saña con furia
como si a la vida cobraran su error.
Manos que se despiden, de aquí de la tierra
cruzadas al pecho como con esperas,
de lo que han dejado, de lo que han vivido,
manos que en el cielo por nosotros velan.
Catalina de Alvarado
Última edición por Catalina de Alvarado el Mar 17 Jul 2018, 09:22, editado 1 vez
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