El buitre muere sobre los últimos restos de mi cuerpo
y el Sol se quiebra al negarme a sus rayos.
He renegado del amor,
y he muerto sobre las palabras,
pero ofrezco mi renacer
sobre mis labios que mantienen la dureza del viento
y en los árboles que rinden mi presencia.
He aqui mi mar.
He aquí mis manos.
Al fin soy
en vuestro yo
formando el círculo de permanencia
en el gran abrazo
renunciando al adulterio de los rascacielos
y a la mentira del cantante que mueve su cuerpo de humillación.
Mirad mis manos,
jutémoslas en el profundo de la melodía.
Sólo en ella,
en su inacabado
espera la gran presencia.
Apagad los neons de vuestro cuerpo
y volvamos al desnudo
junto a la hierba que supo fortalecer nuestra debilidad.
Alabemos a la campana que grita nuestro nombre
y neguémos la melodíia del misterio.
Todo es claridad.
Gritemos juntos
un sólo cuerpo
una sóla doctina
Unas lágrimas como redención.
Última edición por Ignacio Bellido el Jue 24 Dic 2009, 12:55, editado 1 vez
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