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    Mensaje por Lluvia Abril Miér 19 Nov 2014, 16:14

    Te dejo un anticipo, por si acierto.

    DE VITA BEATA

    En un viejo país ineficiente,
    algo así como España entre dos guerras
    civiles, en un pueblo junto al mar,
    poseer una casa y poca hacienda
    y memoria ninguna. No leer,
    no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
    y vivir como un noble arruinado
    entre las ruinas de mi inteligencia.

    Besos.



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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 19 Nov 2014, 16:41

    "Poemas póstumos, 1968". Pero continuemos con el enigma por si alguien más quiere participar. Respecto al poema dedicado a V. Aleixandre creo que tienes razón. Se dan las dos premisas que señalas. El autor mantiene una relación, o al menos una admiración especial, con otro autor del 27, del que estamos hablando en otro lugar, Luis Cernuda. Y le dedica un bellísimo poema que mañana intentaré traer. La verdad es que me siento un poco cansado. Gracias por estar. Gracias por ser. Besos.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 20 Nov 2014, 01:09

    Bien, veamos ese otro poema:

    "NOCHES DEL MES DE JUNIO

    A Luis Cernuda

    Alguna vez recuerdo
    ciertas noches de junio de aquel año,
    casi borrosas, de mi adolescencia
    (era en mil novecientos me parece
    cuarenta y nueve)
    - - - - - - - - - - - porque en ese mes
    sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
    lo mismo que el calor que empezaba,
    - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - nada más
    que la especial sonoridad del aire
    y una disposición vagamente afectiva.

    Eran las noches incurables
    - - - - - - - - - - - - - - - - - y la calentura.
    Las altas horas de estudiante solo
    y el libro intempestivo
    junto al balcón abierto de par en par ( la calle
    recién regada desaparecía
    abajo, entre el follaje iluminado)
    sin un alma que llevar a la boca.

    Cuántas veces me acuerdo
    de vosotras, lejanas
    noches del mes de junio, cuántas veces
    me saltaron las lágrimas, las lágrimas
    por ser más que un hombre, cuánto quise
    morir
    - - - - o soñé con venderme al diablo
    que nunca me escuchó.
    - - - - - - - - - - - - - - - Pero también
    la vida nos sujeta porque precisamente
    no es como la esperábamos." ( 7*)


    "INFANCIA Y CONFESIONES

    A Juan Goytisolo

    Cuando yo era más joven
    (bueno, en realidad, será mejor decir
    muy joven)
    - - - - - - - algunos años antes
    de conoceros
    - - - - - - - - - y
    recién llegado a la ciudad,
    a menudo pensaba en la vida.
    - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Mi familia
    era bastante rica y yo estudiante.
    Mi infancia eran recuerdos de una casa
    con escuela y despensa y llave en el ropero,
    de cuando las familias
    acomodadas,
    - - - - - - - - como su nombre indica,
    veraneaban infinitamente
    en "Villa Estefanía" o en " La Torre
    del Mirador"
    - - - - - - - y más allá continuaba el mundo
    con senderos de grava y cenadores
    rústicos, decorado de hortensias pomposas,
    todo ligeramente egoísta y caduco.
    Yo nací (perdonadme)
    en la edad de ña pérgola y el tenis.

    La vida, sin embargo, tenía extraños límites
    y lo que es más extraño: una cierta tendencia
    retráctil.
    - - - - - Se contaban historias penosas,
    inexplicables sucedidos
    no se sabía dónde, caras tristes,
    sótanos fríos como templos.
    - - - - - - - - - - - - - - - - - - Algo sordo
    perduraba a lo lejos
    y era posible, lo decían en casa,
    quedarse ciego de un escalofrío.

    De mi pequeño reino afortunado
    me quedó esta costumbre de calor
    y una imposible propensión al mito." (8*)


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    Mensaje por Lluvia Abril Jue 20 Nov 2014, 04:53

    El juego de hacer versos


    El juego de hacer versos
    —que no es un juego— es algo
    parecido en principio
    al placer solitario.

    Con la primera muda
    en los años nostálgicos
    de nuestra adolescencia,
    a escribir empezamos.

    Y son nuestros poemas
    del todo imaginarios
    —demasiado inexpertos
    ni siquiera plagiamos—

    porque la Poesía
    es un ángel abstracto
    y, como todos ellos,
    predispuesto a halagarnos.

    El arte es otra cosa
    distinta. El resultado
    de mucha vocación
    y un poco de trabajo.

    Aprender a pensar
    en renglones contados
    –y no en los sentimientos
    con que nos exaltábamos–,

    tratar con el idioma
    como si fuera mágico
    es un buen ejercicio,
    que llega a emborracharnos.

    Luego está el instrumento
    en su punto afinado:
    la mejor poesía
    es el Verbo hecho tango.

    Y los poemas son
    un modo que adoptamos
    para que nos entiendan
    y que nos entendamos.

    Lo que importa explicar
    es la vida, los rasgos
    de su filantropía,
    las noches de sus sábados.

    La manera que tiene
    sobre todo en verano
    de ser un paraíso.
    Aunque, de cuando en cuando,

    si alguna de esas nubes
    que las carga el diablo
    uno piensa en la historia
    de estos últimos años,

    si piensa en esta vida
    que nos hace pedazos
    de madera podrida,
    perdida en un naufragio,

    la conciencia le pesa
    —por estar intentando
    persuadirse en secreto
    de que aún es honrado.

    El juego de hacer versos,
    que no es un juego, es algo
    que acaba pareciéndose
    al vicio solitario.


    Albada

    Despiértate. La cama está más fría
    y las sábanas sucias en el suelo.
    Por los montantes de la galería
    llega el amanecer,
    con su color de abrigo de entretiempo
    y liga de mujer.

    Despiértate pensando vagamente
    que el portero de noche os ha llamado.
    Y escucha en el silencio: sucediéndose
    hacia lo lejos, se oyen enronquecer
    los tranvías que llevan al trabajo.
    Es el amanecer.

    Irán amontonándose las flores
    cortadas, en los puestos de las Ramblas,
    y silbarán los pájaros -cabrones-
    desde los plátanos, mientras que ven volver
    la negra humanidad que va a la cama
    después de amanecer.

    Acuérdate del cuarto en que has dormido.
    Entierra la cabeza en las almohadas,
    sintiendo aún la irritación y el frío
    que da el amanecer
    junto al cuerpo que tanto nos gustaba
    en la noche de ayer,

    y piensa en que debieses levantarte.
    Piensa en la casa todavía oscura
    donde entrarás para cambiar de traje,
    y en la oficina, con sueño que vencer,
    y en muchas otras cosas que se anuncian
    desde el amanecer.

    Aunque a tu lado escuches el susurro
    de otra respiración. Aunque tú busques
    el poco de calor entre sus muslos
    medio dormido, que empieza a estremecer.
    Aunque el amor no deje de ser dulce
    hecho al amanecer.

    -Junto al cuerpo que anoche me gustaba
    tanto desnudo, déjame que encienda
    la luz para besarte cara a cara,
    en el amanecer.
    Porque conozco el día que me espera,
    y no por el placer.



    «Barcelona ja no es bona»

    o mi paseo solitario en primavera

    A Fabián Estapé

    Este despedazado anfiteatro,
    impío honor de los dioses, cuya afrenta
    publica el amarillo jaramago,
    ya reducido a trágico teatro,
    ¡oh fábula del tiempo! representa
    cuánta fue su grandeza y es su estrago.
    Rodrigo Caro

    En los meses de aquella primavera
    pasaron por aquí seguramente
    más de una vez.
    Entonces, los dos eran muy jóvenes
    y tenían el Chrysler amarillo y negro.
    Los imagino al mediodía, por la avenida de los tilos,
    la capota del coche salpicada de sol,
    o quizá en Miramar, llegando a los jardines,
    mientras que sobre el fondo del puerto y la ciudad
    se mecen las sombrillas del restaurante al aire libre,
    y las conversaciones, y la música,
    fundiéndose al rumor de los neumáticos
    sobre la grava del paseo.
    Sólo por un instante
    se destacan los dos a pleno sol
    con los trajes que he visto en las fotografías:
    él examina un coche muchísimo más caro
    -un Duesemberg sport con doble parabrisas,
    bello como una máquina de guerra-
    y ella se vuelve a mí, quizá esperándome,
    y el vaivén de las rosas de la pérgola
    parpadea en la sombra
    de sus pacientes ojos de embarazada.
    Era en el año de la Exposición.

    Así yo estuve aquí
    dentro del vientre de mi madre,
    y es verdad que algo oscuro, que algo anterior me trae
    por estos sitios destartalados.
    Más aún que los árboles y la naturaleza
    o que el susurro del agua corriente
    furtiva, reflejándose en las hojas
    -y eso que ya a mis años
    se empieza a agradecer la primavera-,
    yo busco en mis paseos los tristes edificios,
    las estatuas manchadas con lápiz de labios,
    los rincones del parque pasados de moda
    en donde, por la noche, se hacen el amor...
    Y a la nostalgia de una edad feliz
    y de dinero fácil, tal como la contaban,
    se mezcla un sentimiento bien distinto
    que aprendí de mayor,
    este resentimiento
    contra la clase en que nací,
    y que se complace también al ver mordida,
    ensuciada la feria de sus vanidades
    por el tiempo y las manos del resto de los hombres.

    Oh mundo de mi infancia, cuya mitología
    se asocia -bien lo veo-
    con el capitalismo de empresa familiar!
    Era ya un poco tarde
    incluso en Cataluña, pero la pax burguesa
    reinaba en los hogares y en las fábricas,
    sobre todo en las fábricas - Rusia estaba muy lejos
    y muy lejos Detroit.
    Algo de aquel momento queda en estos palacios
    y en estas perspectivas desiertas bajo el sol,
    cuyo destino ya nadie recuerda.
    Todo fue una ilusión, envejecida
    como la maquinaria de sus fábricas,
    o como la casa en Sitges, o en Caldetas,
    heredada también por el hijo mayor.

    Sólo montaña arriba, cerca ya del castillo,
    de sus fosos quemados por los fusilamientos,
    dan señales de vida los murcianos.
    Y yo subo despacio por las escalinatas
    sintiéndome observado, tropezando en las piedras
    en donde las higueras agarran sus raíces,
    mientras oigo a estos chavas nacidos en el Sur
    hablarse en catalán, y pienso, a un mismo tiempo,
    en mi pasado y en su porvenir.

    Sean ellos sin más preparación
    que su instinto de vida
    más fuertes al final que el patrón que les paga
    y que el salta-taulells que les desprecia:
    que la ciudad les pertenezca un día.
    Como les pertenece esta montaña,
    este despedazado anfiteatro
    de las nostalgias de una burguesía.




    Contra ...................?

    De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
    dejar atrás un sótano más negro
    que mi reputación -y ya es decir-,
    poner visillos blancos
    y tomar criada,
    renunciar a la vida de bohemio,
    si vienes luego tú, pelmazo,
    embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
    zángano de colmena, inútil, cacaseno,
    con tus manos lavadas,
    a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

    Te acompañan las barras de los bares
    últimos de la noche, los chulos, las floristas,
    las calles muertas de la madrugada
    y los ascensores de luz amarilla
    cuando llegas, borracho,
    y te paras a verte en el espejo
    la cara destruida,
    con ojos todavía violentos
    que no quieres cerrar. Y si te increpo,
    te ríes, me recuerdas el pasado
    y dices que envejezco.

    Podría recordarte que ya no tienes gracia.
    Que tu estilo casual y que tu desenfado
    resultan truculentos
    cuando se tienen más de treinta años,
    y que tu encantadora
    sonrisa de muchacho soñoliento
    -seguro de gustar- es un resto penoso,
    un intento patético.
    Mientras que tú me miras con tus ojos
    de verdadero huérfano, y me lloras
    y me prometes ya no hacerlo.

    Si no fueses tan puta!
    Y si yo no supiese, hace ya tiempo,
    que tú eres fuerte cuando yo soy débil
    y que eres débil cuando me enfurezco...
    De tus regresos guardo una impresión confusa
    de pánico, de pena y descontento,
    y la desesperanza
    y la impaciencia y el resentimiento
    de volver a sufrir, otra vez más,
    la humillación imperdonable
    de la excesiva intimidad.

    A duras penas te llevaré a la cama,
    como quien va al infierno
    para dormir contigo.
    Muriendo a cada paso de impotencia,
    tropezando con muebles
    a tientas, cruzaremos el piso
    torpemente abrazados, vacilando
    de alcohol y de sollozos reprimidos.
    Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
    y la más innoble
    que es amarse a sí mismo!











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    Mensaje por Lluvia Abril Jue 20 Nov 2014, 05:37

    Conversación

    Los muertos pocas veces libertad
    alcanzáis a tener, pero la noche
    que regresáis es vuestra,
    vuestra completamente.

    Amada mía, remordimiento mío,
    la nuit c’est toi cuando estoy solo
    y vuelves tú, comienzas
    en tus retratos a reconocerme.

    ¿Qué daño me recuerda tu sonrisa?
    ¿Y cuál dureza mía está en tus ojos?
    ¿Me tranquilizas porque estuve cerca
    de ti en algún momento?

    La parte de tu muerte que me doy,
    la parte de tu muerte que yo puse
    de mi cosecha, cómo poder pagártela...
    Ni la parte de vida que tuvimos juntos.

    Cómo poder saber que has perdonado,
    conmigo sola en el lugar del crimen?
    Cómo poder dormir, mientras que tú tiritas
    en el rincón más triste de mi cuarto?



    De aquí a la eternidad

                                                                     

    Lo primero, sin duda, es este ensanchamiento
    de la respiración, casi angustioso.
    y la especial sonoridad del aire,
    como una gran campana en el vacío,
    acercándome olores
    de jara de la sierra,
    más perfumados por la lejanía,
    y de tantos veranos juntos
    de mi niñez.

                       Luego está la glorieta
    preliminar, con su pequeño intento de jardín,
    mundo abreviado, renovado y puro
    sin demasiada convicción, y al fondo
    la previsible estatua y el pórtico de acceso
    a la magnífica avenida,
    a la famosa capital.

    Y la vida, que adquiere
    carácter panorámico,
    inmensidad de instante también casi angustioso
    -como de amanecer en campamento
    o portal de belén-, la vida va espaciándose
    otra vez bajo el cielo enrarecido
    mientras que aceleramos.

    Porque hay siempre algo más, algo espectral
    como invisiblemente sustraído,
    y sin embargo verdadero.
    Yo pienso en zonas lívidas, en calles
    o en caminos perdidos hacia pueblos
    a lo lejos, igual que en un belén,
    y vuelvo a ver esquinas de ladrillo injuriado
    y pasos a nivel solitarios, y miradas
    asomándose a vernos, figuras diminutas
    que se quedan atrás para siempre, en la memoria
    como peones camineros.

    Y esto es todo, quizás. Alrededor
    se ciernen las fachadas, y hay gentes en la acera
    frente al primer semáforo.







    Elegía y recuerdo de la canción francesa

                                                                     

    Os acordáis: Europa estaba en ruinas.
    Todo un mundo de imágenes me queda de aquel tiempo
    descoloridas, hiriéndome los ojos
    con los escombros de los bombardeos.
    En España la gente se apretaba en los cines
    y no existía la calefacción.

    Era la paz -después de tanta sangre--
    que llegaba harapienta, como la conocimos
    durante cinco años.
    Y todo un continente empobrecido,
    carcomido de historia y de mercado negro,
    de repente nos fue más familiar.

    ¡Estampas de la Europa de post-guerra
    que parecen mojadas en lluvia silenciosa,
    ciudades grises adonde llega un tren
    sucio de refugiados: cuántas cosas
    de nuestra historia próxima trajisteis, despertando
    la esperanza en España, y el temor!

    Hasta el aire de entonces parecía
    que estuviera suspenso, como si preguntara,
    y en las viejas tabernas de barrio
    los vencidos hablaban en voz baja...
    Nosotros, los más jóvenes, como siempre esperábamos
    algo definitivo y general.

    Y fue en aquel momento, justamente
    en aquellos momentos de miedo y esperanzas
    -tan irreales, ay- que apareciste,
    oh rosa de lo sórdido, manchada
    creación de los hombres, arisca, vil y bella
    canción francesa de mi juventud!

    Eras lo no esperado que se impone
    a la imaginación, porque es así la vida,
    tú que cantabas la heroicidad canalla,
    el estallido de las rebeldías
    igual que llamaradas, y el miedo a dormir solo,
    la intensidad que aflige al corazón.

    Cuánto enseguida te quisimos todos!
    En tu mundo de noches, con el chico y la chica
    entrelazados, de pie en un quicio oscuro,
    en la sordina de tus melodías,
    un eco de nosotros resonaba exaltándonos
    con la nostalgia de la rebelión.

    Y todavía, en la alta noche, solo,
    con el vaso en la mano, cuando pienso en mi vida,
    otra vez más sans faire du bruit tus músicas
    suenan en la memoria, como una despedida:
    parece que fue ayer y algo ha cambiado.
    Hoy no esperamos la revolución.

    Desvencijada Europa de post-guerra
    con la luna asomando tras las ventanas rotas,
    Europa anterior al milagro alemán,
    imagen de mi vida, melancólica!
    Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos,
    aunque a veces nos guste una canción.







    Himno a la juventud

                                                         

    A qué vienes ahora,
    juventud,
    encanto descarado de la vida?
    ¿Qué te trae a la playa?
    Estábamos tranquilos los mayores
    y tú vienes a herirnos, reviviendo
    los más temibles sueños imposibles,
    tú vienes para hurgarnos las imaginaciones.

    De las ondas surgida,
    toda brillos, fulgor, sensación pura
    y ondulaciones de animal latente,
    hacia la orilla avanzas
    con sonrosados pechos diminutos,
    con nalgas maliciosas lo mismo que sonrisas,
    oh diosa esbelta de tobillos gruesos,
    y con la insinuación
    (tan propiamente tuya)
    del vientre dando paso al nacimiento
    de los muslos: belleza delicada,
    precisa e indecisa,
    donde posar la frente derramando lágrimas.

    Y te vemos llegar: figuración
    de un fabuloso espacio ribereño
    con toros, caracolas y delfines,
    sobre la arena blanda, entre la mar y el cielo,
    aún trémula de gotas,
    deslumbrada de sol y sonriendo.

    Nos anuncias el reino de la vida,
    el sueño de otra vida, más intensa y más libre,
    sin deseo enconado como un remordimiento
    -sin deseo de ti, sofisticada
    bestezuela infantil, en quien coinciden
    la directa belleza de la starlet
    y la graciosa timidez del príncipe.

    Aunque de pronto frunzas
    la frente que atormenta un pensamiento
    conmovedor y obtuso,
    y volviendo hacia el mar tu rostro donde brilla
    entre mojadas mechas rubias
    la expresión melancólica de Antínoos,
    oh bella indiferente,
    por la playa camines como si no supieses
    que te siguen los hombres y los perros,
    los dioses y los ángeles
    y los arcángeles,
    los tronos, las abominaciones...


    Ruinas del Tercer Reich

    Todo pasó como él imaginara,
    allá en el frente de Smolensk.
    Y tú has envejecido -aunque sonrías
    wie einst, Lili Marlen.

    Nimbado por la niebla, igual que entonces,
    surge ante mí tu rostro encantador
    contra un fondo de carros de combate
    y de cruces gamadas en la Place Vendôme.

    En la barra del bar -ante una copa-
    plantada como cimbel,
    obscenamente tú sonríes.
    A quién, Lili Marlen?

    Por los rusos vencido y por los años,
    aún el irritado corazón
    te pide guerra. Y en las horas últimas
    de soledad y alcohol,

    enfurecida y flaca, con las uñas
    destrozas el pespunte de tu guante negro,
    tu viejo guante de manopla negro
    con que al partir dijiste adiós.


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    pero no detener la primavera".

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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 21 Nov 2014, 06:11

    LAS AFUERAS

    I
    La noche se afianza
    sin respiro, lo mismo que un esfuerzo.
    Más despacio, sin brisa
    benévola que en un instante aviva
    el dudoso cansancio, precipita
    la solución del sueño.
    Desde luces iguales
    un alto muro de ventanas vela.
    Carne a solas insomne, cuerpos
    como la mano cercenada yacen,
    se asoman, buscan el amor del aire
    -y la brasa que apuran ilumina
    ojos donde no duerme
    la ansiedad, la infinita esperanza con que aflige
    la noche cuando vuelve.

    II
    ¿Quién? Quién es el dormido?
    Si me callo, respira?
    Alguien está presente
    que duerme en las afueras.

    Las afueras son grandes,
    abrigadas, profundas.
    Lo sé pero, no hay quién
    me sepa decir más?

    Están casi a la mano
    y anochece el camino
    sin decimos en dónde
    querríamos dormir.

    Pasa el viento. Le llamo?

    Si subiera al salón
    familiar del octubre
    el templado silencio
    se aterraría.

    Y quizá me asustara
    yo también si él me dice
    irreparablemente
    quién duerme en las afueras.

    III
    Ciudad
    ya tan lejana!

    Lejana junto al mar: tardes de puerto
    y desamparo errante de los muelles.
    Se obstinarán crecientes las mareas
    por las horas de allá.

    Y serán un rumor,
    un pálpito que puja endormeciéndose:
    cuando asoman las luces de la noche
    sobre el mar.

    Más, cada vez más honda
    conmigo vas, ciudad,
    como un amor hundido,
    irreparable.

    A veces ola y otra vez silencio.



    NOS RECIBEN LAS CALLES CONOCIDAS…

    Nos reciben las calles conocidas
    y la tarde empezada, los cansados
    castaños cuyas hojas, obedientes,
    ruedan bajo los pies del que regresa,
    preceden, acompañan nuestros pasos.
    Interrumpiendo entre la muchedumbre
    de los que a cada instante se suceden,
    bajo la prematura opacidad
    del cielo, que converge hacia su término,
    cada uno se interna olvidadizo,
    perdido en sus cuarteles solitarios
    del invierno que viene. ¿Recordáis
    la destreza del vuelo de las aves,
    el júbilo y los juegos peligrosos,
    la intensidad de cierto instante, quietos
    bajo el cielo más alto que el follaje?
    Si por lo menos alguien se acordase,
    si alguien súbitamente acometido
    se acordase... La luz usada deja
    polvo de mariposa entre los dedos.


    NOSTALGIE DE LA BOUE

    Nuevas disposiciones de la noche,
    sórdidos ejercicios al dictado, lecciones del deseo
    que yo aprendí, pirata,
    oh joven pirata de los ojos azules.

    En calles resonantes la oscuridad tenía
    todavía la misma espesura total
    que recuerdo en mi infancia.
    Y dramáticas sombras, revestidas
    con el prestigio de la prostitución,
    a mi lado venían de un infierno
    grasiento y sofocante como un cuarto de máquinas.

    ¡Largas últimas horas,
    en mundos amueblados
    con deslustrada loza sanitaria
    y coronas manchadas de permanganato!
    Como un operario que pule una pieza,
    como un afilador,
    fornicar poco a poco mordiéndose los labios.

    Y sentirse morir por cada pelo
    de gusto, y hacer daño.

    La luz amarillenta, la escalera
    estremecida toda de susurros, mis pasos,
    eran aún una prolongación
    que me exaltaba,
    lo mismo que el olor en las manos
    -o que al salir el frío de la madrugada, intenso
    como el recuerdo de una sensación.


    PANDÉMICA Y CELESTE

    quam magnus numerus Libyssae arenae
    ................................................................
    aut quam sidera multa, cum tacet nox,
    furtiuos hominum uident amores.
    Catulo, VII

    Imagínate ahora que tú y yo
    muy tarde ya en la noche
    hablemos hombre a hombre, finalmente.
    Imagínatelo,
    en una de esas noches memorables
    de rara comunión, con la botella
    medio vacía, los ceniceros sucios,
    y después de agotado el tema de la vida.
    Que te voy a enseñar un corazón,
    un corazón infiel,
    desnudo de cintura para abajo,
    hipócrita lector -mon semblable,-mon frère!

    Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmo
    quien me tira del cuerpo a otros cuerpos
    a ser posiblemente jóvenes:
    yo persigo también el dulce amor,
    el tierno amor para dormir al lado
    y que alegre mi cama al despertarse,
    cercano como un pájaro.
    ¡Si yo no puedo desnudarme nunca,
    si jamás he podido entrar en unos brazos
    sin sentir -aunque sea nada más que un momento-
    igual deslumbramiento que a los veinte años !

    Para saber de amor, para aprenderle,
    haber estado solo es necesario.
    Y es necesario en cuatrocientas noches
    -con cuatrocientos cuerpos diferentes-
    haber hecho el amor. Que sus misterios,
    como dijo el poeta, son del alma,
    pero un cuerpo es el libro en que se leen.

    Y por eso me alegro de haberme revolcado
    sobre la arena gruesa, los dos medio vestidos,
    mientras buscaba ese tendón del hombro.
    Me conmueve el recuerdo de tantas ocasiones...
    Aquella carretera de montaña
    y los bien empleados abrazos furtivos
    y el instante indefenso, de pie, tras el frenazo,
    pegados a la tapia, cegados por las luces.
    O aquel atardecer cerca del río
    desnudos y riéndonos, de yedra coronados.
    O aquel portal en Roma -en vía del Balbuino.
    Y recuerdos de caras y ciudades
    apenas conocidas, de cuerpos entrevistos,
    de escaleras sin luz, de camarotes,
    de bares, de pasajes desiertos, de prostíbulos,
    y de infinitas casetas de baños,
    de fosos de un castillo.
    Recuerdos de vosotras, sobre todo,
    oh noches en hoteles de una noche,
    definitivas noches en pensiones sórdidas,
    en cuartos recién fríos,
    noches que devolvéis a vuestros huéspedes
    un olvidado sabor a sí mismos!
    La historia en cuerpo y alma, como una imagen rota,
    de la langueur goûtée à ce mal d'être deux.
    Sin despreciar
    -alegres como fiesta entre semana-
    las experiencias de promiscuidad.

    Aunque sepa que nada me valdrían
    trabajos de amor disperso
    si no existiese el verdadero amor.
    Mi amor,
    íntegra imagen de mi vida,
    sol de las noches mismas que le robo.

    Su juventud, la mía,
    -música de mi fondo-
    sonríe aún en la imprecisa gracia
    de cada cuerpo joven,
    en cada encuentro anónimo,
    iluminándolo. Dándole un alma.
    Y no hay muslos hermosos
    que no me hagan pensar en sus hermosos muslos
    cuando nos conocimos, antes de ir a la cama.

    Ni pasión de una noche de dormida
    que pueda compararla
    con la pasión que da el conocimiento,
    los años de experiencia
    de nuestro amor.
    Porque en amor también
    es importante el tiempo,
    y dulce, de algún modo,
    verificar con mano melancólica
    su perceptible paso por un cuerpo
    -mientras que basta un gesto familiar
    en los labios,
    o la ligera palpitación de un miembro,
    para hacerme sentir la maravilla
    de aquella gracia antigua,
    fugaz como un reflejo.

    Sobre su piel borrosa,
    cuando pasen más años y al final estemos,
    quiero aplastar los labios invocando
    la imagen de su cuerpo
    y de todos los cuerpos que una vez amé
    aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.
    Para pedir la fuerza de poder vivir
    sin belleza, sin fuerza y sin deseo,
    mientras seguimos juntos
    hasta morir en paz, los dos,
    como dicen que mueren los que han amado mucho.





    PÍOS DESEOS PARA EMPEZAR EL AÑO

    Pasada ya la cumbre de la vida,
    justo del otro lado, yo contemplo
    un paisaje no exento de belleza
    en los días de sol, pero en invierno inhóspito.
    Aquí sería dulce levantar la casa
    que en otros climas no necesité,
    aprendiendo a ser casto y a estar solo.
    Un orden de vivir, es la sabiduría.
    Y qué estremecimiento,
    purificado, me recorrería
    mientras que atiendo al mundo
    de otro modo mejor, menos intenso,
    y medito a las horas tranquilas de la noche,
    cuando el tiempo convida a los estudios nobles,
    el severo discurso de las ideologías
    -o la advertencia de las constelaciones
    en la bóveda azul...
    Aunque el placer del pensamiento abstracto
    es lo mismo que todos los placeres:
    reino de juventud.






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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 22 Nov 2014, 05:35

    El gran poeta de la experiencia (XLX)
    por
    JAVIER MEMBA




    Sorprenderá a muchos lectores que en una galería que se pretende de malditos, heterodoxos y alucinados se incluya a uno de los poetas españoles más celebrados del siglo XX. Sin embargo, no fue la de este poeta una de esas obras dignas de los más bellos juegos florales, como suele serlo la poesía que se celebra. A poco que se adentre el lector en ella, descubre versos como aquellos que rezan "te acompañan las barras de los bares/ últimos de la noche, los chulos, las floristas,/ las calles muertas de la madrugada/ y los ascensores de luz amarilla/ cuando llegas, borracho,/ y te paras a verte en el espejo/ la cara destruida,/ con ojos todavía violentos..". Precisamente es ése el autorretrato que el poeta nos propone en "Contra Jaime Gil de Biedma". Más aún, habida cuenta de que el mismo quiso dejar clara su opción sexual en "Retrato del artista en 1956", cabe apuntar que quienes le conocieron le recuerdan como "muy homosexual y muy borracho". Las dos son razones más que sobradas para incluirle en cualquier nómina sobre heterodoxia.

    En su sonado apunte biográfico, incluido en "Colección particular" (1969), leemos: "Nací en Barcelona en 1929 y aquí he residido casi siempre. Pasé los tres años de la Guerra Civil en Nava de la Asunción, un pueblo de la provincia de Segovia en donde mi familia posee una casa a la que siempre acabo por volver. (...) La alternancia entre la vida burguesa y la "vie de chateau" ha sido un factor importante en mi mitología personal (...). Mi empleo me ha llevado a vivir largas temporadas en Manila, ciudad que adoro y que me resulta bastante menos exótica que Sevilla (...). He sido de izquierdas y es muy probable que lo siga siendo, pero ya no ejerzo".

    Precisamente es la perspectiva del izquierdista la que inspira "Compañeros de viaje" (1959), su primer libro de versos. Anclado todavía en la poesía social que impera a la sazón, sus poemas claman contra la injusticia. Pero el verdadero registro del poeta, se aparta de las cuestiones sociales. Será cuando abandone el ejercicio de la izquierda cuando el gran poeta de la experiencia se ponga en marcha. Así, en "Moralidades" (1966) se mezclan poemas alusivos a la huelga que mantuvieron los mineros asturianos en 1962 con poemas tan personales como "Pandémica y celeste", una de sus grandes piezas en la que escribe "Para saber de amor, para aprenderle,/ haber estado solo es necesario. Y es necesario en cuatrocientas noches -con cuatrocientos cuerpos diferentes-/ haber hecho el amor. Que sus misterios/ como dijo el poeta son del alma,/ pero un cuerpo es el libro en que se leen".

    Un amante constantemente derrotado

    Escritor lento, según gustaba declarar, sólo daría a la estampa una nueva colección de versos reunidos bajo el título de "Poemas póstumos" (1969). Desde entonces hasta nuestros días, su prestigio fue aumentando hasta convertirle en el gran poeta de la experiencia. Dicen los expertos que toda la poesía nace de la experiencia. En el caso de él, dicha experiencia es la de un amante constantemente derrotado, la de un noctámbulo empedernido que llega a la "oficina con sueño que vencer" tras "una de esas noches memorables de rara comunión con la botella".

    "¿Por qué escribí?", se preguntaba en la edición definitiva de su obra poética -"Las personas del verbo" (Seix Barral, 1982)-. Yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema". De su vasta experiencia como lector, nació una obra no menos interesante que sus versos de crítica literaria, reunida toda ella en 1980 en "El pie de la letra" (Crítica, 1980). Sin embargo, son mucho más conocidos sus diarios de 1956, concebidos para ejercitarse en la escritura en prosa. El primero de ellos "Diario del artista seriamente enfermo" apareció en 1974. Como su propio título indica, en sus páginas daba cuenta de una convalecencia por una afección tuberculosa. El segundo "Retrato del artista en 1956" apareció en 1991. Una año después de la muerte del escritor tal y como él dejó dispuesto. Este último se trataba de una crónica de su experiencia erótica sin concesiones a la galería.

    En su últimos años, el gran poeta de la experiencia recitó sus versos en los más variados foros. Acabados los actos bebía hasta el hartazgo. En Madrid se le recuerda en Oliver, cubriéndose la calva con su gorro ruso -"Me quedé calvo en 1962. La pérdida me fastidia pero no me obsesiona"-. Murió en Barcelona, en 1990. La suya fue una de las primeras vidas que el sida
    se cobró en este país.


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 22 Nov 2014, 05:49

    Canción final

    Las rosas de papel no son verdad
    y queman
    lo mismo que una frente pensativa
    o el tacto de una lámina de hielo.Las rosas de papel son, en verdad,
    demasiado encendidas para el pecho.

    Por lo visto

    Por lo visto es posible declararse hombre.
    Por lo visto es posible decir no.
    De una vez y en la calle, de una vez, por todos
    y por todas las veces en que no pudimos.

    Importa por lo visto el hecho de estar vivo.
    Importa por lo visto que hasta la injusta fuerza
    necesite, suponga nuestras vidas, estos actos mínimos
    a diario cumplidos en la calle por todos.

    Y será preciso no olvidar la lección:
    saber, a cada instante, que en el gesto que hacemos
    hay un arma escondida, saber que estamos vivos
    aún. Y que la vida
    todavía es posible, por lo visto.


    Un cuerpo es el mejor amigo del hombre

    Las horas no han pasado, todavía,
    y esta mañana lejos igual a un arrecife
    que apenas yo distingo.

    Tú no sientes
    cómo el tiempo se adensa en esta habitación
    con la luz encendida, como está fuera el frío
    lamiendo los cristales… Qué deprisa,
    en mi cama esta noche, animalito,
    con la simple nobleza de la necesidad,
    mientras que te miraba, te quedaste dormido.

    Así pues, buenas noches.
    Ese país tranquilo
    cuyos contornos son los de tu cuerpo
    da ganas de morir recordando la vida,
    o de seguir despierto
    -cansado y excitado- hasta el amanecer.

    A solas con la edad, mientras tú duermes
    como quien no ha leído nunca un libro,
    pequeño animalito: ser humano
    -más franco que en mis brazos-,
    por lo desconocido.


    Amor Más Poderoso Que La Vida

    La misma calidad que el sol de tu país,

    saliendo entre las nubes:
    alegre y delicado matiz en unas hojas,
    fulgor de un cristal, modulación
    del apagado brillo de la lluvia.

    La misma calidad que tu ciudad,
    tu ciudad de cristal innumerable
    idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
    calles que desconozco y plaza antigua
    de pájaros poblada,
    la plaza en que una noche nos besamos.

    La misma calidad que tu expresión,
    al cabo de los años,
    esta noche al mirarme:
    la misma calidad que tu expresión
    y la expresión herida de tus labios.

    Amor que tiene calidad de vida,
    amor sin exigencias de futuro,
    presente del pasado,
    amor más poderoso que la vida:
    perdido y encontrado.
    Encontrado, perdido…





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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 22 Nov 2014, 06:42

    Sospecho que, aunque no lo precises, alguna vez recibirás el reconocimiento por tu impecable trabajo. Mío tienes no sólo el reconocimiento, también afecto y gratitud. Besos.


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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 23 Nov 2014, 04:32

    Epigrama votivo (Antología palatina, libro VI, y en imitación de Góngora)





    Estas con varia suerte ejercitadas
    en áspero comercio, en dulce guerra,
                       armas insidiosas
                       -oh reina de la tierra,
    señora de los dioses y las diosas-,
    ya herramientas melladas y sin filo,
                       en prenda a ti fiadas,
    hoy las acoge tu sagrado asilo,
    Cipris, deidad de la pasión demótica.

    Bajo una nueva advocación te adoro:
                       Afrodita Antibiótica.


    EN UNA DESPEDIDA

    A Jimmy Baldwin

    Tardan las cartas y son poco
    para decir lo que uno quiere.
    Después pasan los años, y la vida
    (demasiado confusa para explicar por carta)
    nos hará más perdidos.
    Los unos en los otros, iguales a las sombras
    al fondo un pasillo desvayéndonos,
    viviremos de luz involuntaria
    pero sólo un instante, porque ya el recuerdo
    será como un puñado de conchas recogidas,
    tan hermoso en sí mismo que no devuelve nunca
    las palmeras felices y el mar trémulo.

    Todo fue hace minutos: dos amigos
    hemos visto tu rostro terriblemente serio
    queriendo sonreír.
                               Has desaparecido.
    Y estamos los dos solos y en silencio,
    en medio de este día de domingo,
    bellísimo de mayo, con matrimonios jóvenes
    y niños excitados que gritaban
    al levantarse tu avión.
    Ahora las montañas parecen más cercanas.
    Y, por primera vez,
    pensamos en nosotros.

    A solas con tu imagen,
    cada cual se conoce por este sentimiento
    de cansancio, que es dulce —como un brillo de lágrimas
    que empaña la memoria de estos días,
    esta extraña semana.
    Y el mal que nos hacemos,
    como el que a ti te hicimos, lo inevitablemente
    amargo de esta vida en la que siempre, siempre,
    somos peores que nosotros mismos,
    acaso resucite un viejo sueño
    sabido y olvidado.
    El sueño de ser buenos y felices.

    Porque sueño y recuerdo tienen fuerza
    para obligar la vida,
    aunque sean no más que un límite imposible.
    Si este mar de proyectos
    y tentativas naufragadas,
    este torpe tapiz a cada instante
    tejido y destejido,
    esta guerra perdida,
    nuestra vida,
    da de sí alguna vez un sentimiento digno,
    un acto verdadero,
    en él tu estarás para siempre asociado
    a mi amigo y a mí. No te habremos perdido.

    PRÍNCIPE DE AQUITANIA, EN SU TORRE ABOLIDA

    Una clara conciencia de lo que ha perdido,
    es lo que le consuela. Se levanta
    cada mañana a fallecer, discurre por estancias
    en donde sórdamente duele el tiempo
    que se detuvo, la herida mal cerrada.
    Dura en ningún lugar este otro mundo,
    y vuelve por la noche en las paradas
    del sueño fatigoso... Reino suyo
    dorado, cuántas veces
    por él pregunta en la mitad del día,
    con el temor de olvidar algo!
    Las horas, largo viaje desabrido.
    La historia es un instante preferido,
    un tesoro en imágenes, que él guarda
    para su necesaria consulta con la muerte.
    Y el final de la historia es esta pausa.


    DEL AÑO MALO

    Diciembre es esta imagen
    de la lluvia cayendo con rumor de tren,
    con un olor difuso a carbonilla y campo.
    Diciembre es un jardín, es una plaza
    hundida en la ciudad,
    al final de una noche,
    y la visión en fuga de unos soportales.

    Y los ojos inmensos
    —tizones agrandados—
    en la cara morena de una cría
    temblando igual que un gorrión mojado.
    En la mano sostiene unos zapatos rojos,
    elegantes, flamantes como un pájaro exótico.

    El cielo es negro y gris
    y rosa en sus extremos,
    la luz de las farolas un resto amarillento.
    Bajo un golpe de lluvia, llorando, yo atravieso,
    innoble como un trapo, mojado hasta los cuernos.



    A través Del Espejo

    Como enanos y monos en la orla
    de una tapicería en la que tú campabas
    borracho, persiguiendo jovencitas…
     O como fieles, asistentes
    -mientras nos encantabas-
    al santo sacrificio de la fama
     de tu exceso de ser inteligente,
    éramos todos para ti. Trabajos
     de seducción perdidos fue tu vida.

    Y tus benos poemas, añagazas
    de fin de juerga, para retenernos.


    De Ahora En Adelante

    Como después de un sueño,
    no acertaría
    a decir en qué instante sucedió.
    Llamaban.
    Algo, ya comenzado, no admitía espera.

    Me sentí extraño al principio,
    lo reconozco -tantos años
     que pasaron igual que si en la luna…
    Decir exactamente qué buscaba,
     mi esperanza cuál fue, no me es posible
    decirlo ahora,
    porque en un instante
    determinado todo vaciló: llamaban.
    Y me sentí cercano.
     Un poco de aire libre,
    algo tan natural como un rumor
    crece si se le escucha de repente.

    Pero ya desde ahora siempre será lo mismo.
    Porque de pronto el tiempo se ha colmado
    y no da para más. Cada mañana
    trae, como dice Auden, verbos irregulares
    que es preciso aprender, o decisiones
    penosas y que aguardan examen.
    Todavía
    hay quien cuenta conmigo. Amigos míos,
    o mejor: compañeros, necesitan,
    quieren lo mismo que yo quiero
    y me quieren a mí también, igual
    que yo me quiero.

    Así que apenas puedo recordar
    qué fue de varios años de mi vida,
    o adónde iba cuando desperté
    y no me encontré solo.


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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 23 Nov 2014, 06:06

    DE SENECTUTE

    Y nada temí más que mis cuidados

    GÓNGORA

    No es el mío, este tiempo.

    Y aunque tan mío sea ese latir de pájaros
    afuera en el jardín,
    su profusión en hojas pequeñas, removiéndome
    igual que intimaciones,
    no dice ya lo mismo.
    Me despierto
    como quien oye una respiración
    obscena. Es que amanece.

    Amanece otro día en que no estaré invitado
    ni a un instante feliz. Ni a un arrepentimiento
    que, por no ser antiguo,
    -ah, Seigneur, donnez-moi la force et le courage!
    invite de verdad a arrepentirme
    con algún resto de sinceridad.
    Y a nada temo más que mis cuidados.

    De la vida me acuerdo, pero dónde está.


    Respecto al tema:

    En este poema, el autor se siente viejo y piensa que el tiempo en que vive ya no le pertenece, también se habla de que él siente que aunque todo pudiera seguir como anteriormente, de alguna manera, ya no sería lo mismo para él. Piensa que en la vida ya no le aguarda ninguna felicidad y ve lejanos los errores que ha cometido en el pasado, y dice que de nada sirve el arrepentimiento, pues este no cambiará los hechos que ya pasaron.

    En el poema hace referencia a Charles Baudelaire en el verso 13 (en francés) y a Góngora en el 16 (también antes del poema, se cita de él). Admiraba a estos dos poetas, de ahí las referencias a ellos. A Baudelaire lo parafrasea porque él tiene en su obra lo siguiente:

    "Ah! Seigneur! donnez-moi la force et le courage
    de contempler mon corps et mon coeur sanz dégout!"
    (Baudelaire)
    (¡Ah! ¡Señor! ¡Dame la fuerza y el valor
    de contemplar mi cuerpo y mi corazón sin repugnancia!)


    De "Un Voyage à Cythère", que influyó en este poeta claramente, porque uno de sus poemas es Desembarco en Citerea (Moralidades).

    En “Desembarco en Citerea” el autor habla del amor de una pareja con un tanto de envidia, también sobre la dificultad de encontrar este amor, hace reflexión también al paso del tiempo.

    De forma que adivinamos que tiene cierta repugnancia hacia sí mismo, no le gusta envejecer y con el corazón posiblemente se refiere a los sentimientos que ya no quiere recordar, pues no le gustaría.




    "En el nombre de hoy", perteneciente a su "Antología personal".
    "


    En el nombre de hoy, veintiséis
    de abril y mil novecientos
    cincuenta y nueve, domingo
    de nubes con sol, a las tres
    -según sentencia del tiempo-
    de la tarde en que doy principio
    a este ejercicio en pronombre primero
    del singular, indicativo,
    y asimismo en el nombre del pájaro
    y de la espuma del almendro,
    del mundo, en fin, que habitamos,
    voy a deciros lo que entiendo.
    Pero antes de ir adelante
    desde esta página quiero
    enviar un saludo a mis padres,
    que no me estarán leyendo.
    Para ti, que no te nombro,
    amor mío -y ahora hablo en serio-,
    para ti, sol de los días
    y noches, maravilloso
    gran premio de mi vida,
    de toda la vida, qué puedo
    decir, ni qué quieres que escriba
    a la puerta de estos versos?
    Finalmente a los amigos,
    compañeros de viaje,
    y sobre todos ellos
    a vosotros, Carlos, Ángel,
    Alfonso y Pepe, Gabriel
    y Gabriel, Pepe (Caballero)
    ya mi sobrino Miguel,
    Joseagustín y BIas de Otero,
    a vosotros pecadores
    como yo, que me averguenzo
    de los palos que no me han dado,
    señoritos de nacimiento
    por mala conciencia escritores
    de poesía social,
    dedico también un recuerdo,
    y a la afición en general.



    Después De La Muerte


    En el jardín, leyendo,
    la sombra de la casa me oscurece las páginas
    y el frío repentino de final de agosto
    hace que piense en ti.

    El jardín y la casa cercana
    donde pían los pájaros en las enredaderas,
    una tarde de agosto, cuando va a oscurecer
    y se tiene aún el libro en la mano,
    eran, me acuerdo, símbolo tuyo de la muerte.
    Ojalá en el infierno
    de tus últimos días te diera esta visión
    un poco de dulzura, aunque no lo creo.

    En paz al fin conmigo,
    puedo ya recordarte
    no en las horas horribles, sino aquí
    en el verano del año pasado,
    cuando agolpadamente
    -tantos meses borradas-
    regresan las imágenes felices
    traídas por tu imagen de la muerte…
    Agosto en el jardín, a pleno día.

    Vasos de vino blanco
    dejados en la hierba, cerca de la piscina,
    calor bajo los árboles. Y voces
    que gritan nombres.
    Ángel,
    Juan, María Rosa, Marcelino, Joaquina
    -Joaquina de pechitos de manzana.
    Tú volvías riendo del teléfono
    anunciando más gente que venía:
    te recuerdo correr,
    la apagada explosión de tu cuerpo en el agua.

    Y las noches también de libertad completa
    en la casa espaciosa, toda para nosotros
    lo mismo que un convento abandonado,
    y la nostalgia de puertas secretas,
    aquel correr por las habitaciones,
    buscar en los armarios
    y divertirse en la alternancia
    de desnudo y disfraz, dsempolvando
    batines, botas altas y calzones,
    arbitrarias escenas,
    viejos sueños eróticos de nuestra adolescencia,
    muchacho solitario.
    Te acuerdas de Carmina,
    de la gorda Carmina subiendo la escalera
    con el culo en pompa
    y llevando en la mano un candelabro?

    Fue un verano feliz.
    …El último verano
    de nuestra juventud, dijiste a Juan
    en Barcelona al regresar
    nostálgicos,
    y tenías razón. Luego vino el invierno,
    el infierno de meses
    y meses de agonía
    y la noche final de pastillas y alcohol
    y vómito en la alfombra.

    Yo me salvé escribiendo
    después de la muerte de .....

    De los dos, eras tú quien mejor escribía.
    Ahora sé hasta qué punto tuyos eran
    el deseo de ensueño y la ironía,
    la sordina romántica que late en los poemas
    míos que yo prefiero, por ejemplo en Pandémica…
    A veces me pregunto
    cómo será sin ti mi poesía.

    Aunque acaso fui yo quien te enseñó.
    Quien te enseñó a vengarte de mis sueños,
    por cobardía, corrompiéndolos.


    El Miedo Sobreviene


    El miedo sobreviene en oleada inmóvil.
    De repente, aquí,se insinúa:
    las construcciones conocidas,
    las posibles consecuencias previstas (que no excluyen
    lo peor),
    todo el lento dominio de la inteligencia
    y sus alternativas decisiones,
    todo se ofusca en un instante.
    Y sólo queda la raíz,
    algo como una antena dolorosa
    caída no se sabe, palpitante.








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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 24 Nov 2014, 02:47

    Bueno, Lluvia, creo que te corresponde a ti decir su nombre. Tú has profundizado en él. Descúbrelo, pues.

    En cuanto pueda comienzo con una autora, a caballo entre el 27 y el 50. Besos


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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 24 Nov 2014, 06:15

    Pues bien, amigo Pascual, así lo haré y tienes razón, con los títulos de tus poemas primeros descubriste el nombre del autor. De todas maneras fué muy interesante, como siempre lo es.


    Dejo la biografía  de   Jaime Gil de Biedma  y esta vez es más fácil, no tendré que ocultar el nombre.





    POESÍA SOCIAL I (En la primera páqgina hay un índice de autores) - Página 10 Jaime-gil-de-biedma2%5B1%5D



    Gil de Biedma
    (Barcelona, 1929 - id., 1990) Poeta español. Destacado representante de la Generación del 50 y unido por razones de afinidad intelectual y de amistad con algunos de sus miembros (en especialCarlos Barral y el poeta en catalán Gabriel Ferrater), su poesía se inspira, con arriesgada sinceridad, en la experiencia civil y en su historia personal. La expresión franca y libre de convenciones con que aborda los temas (entre ellos, y fundamental, el erótico), la ironía o el escepticismo inteligentes de que hacen gala sus versos, la andadura narrativa y el toque de sabio prosaísmo son virtudes que justifican el papel sumamente destacado que ocupa en la poesía moderna, a pesar de la brevedad de su producción.

    Jaime Gil de Biedma
    Nacido en una familia de la alta burguesía, realizó estudios de derecho y estuvo a punto de ingresar en la carrera diplomática. En 1953, durante una estancia en Oxford, se inició en el conocimiento de los poetas anglosajones, que tuvieron una influencia decisiva en su obra. Trabajó en una importante empresa de tabacos que lo llevó a residir largas temporadas en Filipinas. Dio a conocer sus composiciones de juventud en la revista Laye con el título Según sentencia del tiempo (1953), pero su primer libro de versos importante fue Compañeros de viaje (1959), en el cual el magisterio de Luis Cernuda y W. H. Audensirvieron al autor para trascender los enfoques de la poesía social de aquellos años, y aportar un punto de vista distanciado, subjetivo e irónico.
    En las obras siguientes, Moralidades (1966) y Poemas póstumos (1969), se acentuó esta tendencia: renunció a pronunciarse dogmáticamente o a enarbolar banderas políticas, pero ofreció una visión sarcástica de la clase burguesa y criticó la historia reciente de España desde su propia experiencia, con una voz personal a la vez desencantada y lúcida. Recurrió a un lenguaje coloquial que en ocasiones puede parecer prosaico, y desgranó así sus temas preferidos: el universo de la infancia, el amor entendido como un impulso hedonista y el paso del tiempo.
    El poeta revivió con nostalgia sus años infantiles y de adolescencia en la casa familiar de Nava de la Asunción (Segovia), pasado con el que afirmó tener una relación mítica y religiosa, y, al reivindicar un erotismo pleno y sin cortapisas, denunció la hipocresía y los convencionalismos sociales. Paralelamente, el transcurso del tiempo es en su obra un motivo constante y casi obsesivo que brota con especial intensidad en el Diario del artista seriamente enfermo (1974), libro de memorias escrito a causa de una prolongada convalecencia. La pérdida de la juventud, y consecuentemente de la pasión amorosa, desembocó en la necesidad de salvar la memoria y detener así el fluir temporal con objeto de preservar la propia vida.

    Jaime Gil de Biedma  realizó también una importante labor como traductor y escribió diversos ensayos, como Cántico: el mundo y la poesía de Jorge Guillén(1960) y los textos recopilados en El pie de la letra(1980), que se ocupan de T. S. Eliot, Luis Cernuda y otros poetas. Sus tres principales libros de poemas fueron agrupados, junto con algunas composiciones nuevas, en Las personas del verbo (1975). En 1981 se publicó su Antología Poética.
    Póstumamente, en 1991, se publicó Retrato del artista en 1956, edición íntegra del diario escrito por el poeta durante un año de su vida, que se compone de tres partes: "Las islas de Circe", "Informe sobre la administración general en Filipinas" y "De regreso a Ítaca". Esta última había visto la luz en 1974 bajo el título de Diario del artista seriamente enfermo, pero el resto de la obra no pudo ser publicada en aquel momento debido a la censura vigente durante la dictadura franquista. Permanecen todavía inéditos otros dietarios escritos entre los años 1959 y 1965, así como el Diario de 1978

    Bueno, creo que hasta aquí llegué.
    Gracias y besos.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 24 Nov 2014, 13:43

    Bien, LLUVIA, me queda por aclarar un par de asteriscos. Pero lo dejaré por unos días. Y comenzaré a hablar de una autora, a caballo entre la Generación del 27 y la Promoción del 50:


    MARÍA ELVIRA LACACI


    Ferrol ( La Coruña), 1928.
    Madrid, 1997.

    PREMIO ADONAIS DE POESÍA, 1956 ( la primera mujer en conseguirlo) por "VOZ HUMANA". Otras obras suyas:

    "SONIDO DE DIOS" (1962)
    "AL ESTE DE LA CIUDAD" (1963)

    "EL REY BALTASAR" (1965)
    "TOM Y JIM" (1966)
    "MOLINILLO DE PAPEL" (1967)



    "POÉTICA

    Me resulta difícil definir la *poesía social* ya que el ansia de dirigirse a los demás hombres se manifiesta poéticamente de diversas formas. Creo que no existe una línea general, aunque sí una meta común.
    Ignoro cuál de los caminos es el mejor y más eficaz. Si son sinceros creo que pueden ser buenos todos.
    Se me pide que explique *mi poesía social*. Esto es más difícil todavía, pues siempre son los demás, los críticos lo que me dicen el *por qué* de lo que escribo, y siempre acertadamente. Ellos me van descubriendo mis propios sentimientos. Intentaré decir algo, aunque me temo que sea demasiado poco.
    Me parece que el origen del amor que siento hacia mis semejantes es lejano. Se remonta a mi adolescencia.
    Hubo un libro que leí y medité con gran intensidad: el Evangelio. La caridad de Cristo me impresionó grandemente. Sin embargo, en el momento en que veo a un ser humano que sufre porque no es tratado con la debida justicia y creo un poema, en aquel momento  me conmueve el hombre por sí mismo, al margen de cualquier sentimiento religioso.
    A veces pienso que es una lástima que la *poesía social* sea la más atacada ( bueno, la única atacada), ya que encierra grandes valores humanos además de los poéticos.
    (Madrid, 1965)." ( Poesía Social Española Contemporánea. Págs.- 459 -460)

    "A LA POESÍA

    Me siento vagabunda de las Letras.
    Quiero comer mi pan con el mendigo.
    beber vino de todos.
    Tomar el sol
    tendida
    sobre la hierba húmeda.
    Tener una guitarra
    con cuerdas de latidos, entregados.
    Tocarla por los pueblos.
    Que los hombres - de colores distintos-
    bailen al son de ella
    con sus modales
    toscos
    y su verdad sencilla
    a flor de labio." (M.E. Lacaci)


    "CINE DE BARRIO

    Lloraba
    sórdidamente por mi leve garganta,
    por donde resbalaban
    tímidamente las palabras húmedas,
    las palabras sin nombre todavía.
    Respiraba
    con lentitud
    forzada, para que mi agonía
    no se lanzara presurosa al aire,
    porque a mi alrededor
    había mucha gente. estaba
    en la deshilvanada y familiar cola
    de un pequeño cine de barrio: el "Chamberí"
    (donde las butacas habían de estar calientes - ere de sesión continua-,
    donde un vaho mal oliente
    penetraría
    por mis poros
    durante más de dos horas,
    donde, acaso, una extraviada pierna
    rozaría la mía
    y un taconazo afiladísimo
    intentaría hacerle comprender a aquel podrido hueso,
    su humana condición
    de animal primitivo,
    donde...)
    y me puse a observarla.
    Novios, de los que luego parecería estaban ocupando
    una sola butaca.
    Niños, que, mientras daban puntapiés en el asiento de delante,
    irían alfombrando la sala
    de cacahuetes o pipas.
    Hombres y mujeres de una edad ya madura,
    pero infantiles, sencillos, que se reirían estrepitosamente
    cuando el protagonista, al resbalar y caerse,
    se embadurna la cara
    con una tarta de crema, o llorarían
    con idéntica facilidad
    ante cualquier lance folletinesco, e irían
    alternando las carcajadas y el llanto
    con un gran bocadillo de tortilla.

    Sí, allí estaban todos
    esperando su turno para tomar la entrada.
    Contentos, felices con sus pequeñas aspiraciones
    satisfechas. Para ellos
    aquel rato del cine
    vendría a ser
    como una continuidad de lo que llevaban dentro.
    Como un esparcimiento honesto
    tras una jornada de intenso trabajo.
    De pronto me miré, me miré hacia dentro y comprendí
    que yo allí desentonaba, ya que mi alma,
    no estaba acorde con la levedad del momento,
    porque lo único
    que iba buscando allí
    era
    una pequeña muerte de dos horas y pico." (María Elvira Lacaci. En Poesía Social... Págs.-460-461.)


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 25 Nov 2014, 00:46

    MARÍA ELVIRA LACACI (cont.)

    "LA PALABRA.

    Yo te quiero sencilla. Acaso pobre.
    A veces,
    vas a brotarme de organdí vestida ( sin querer
    me florece el lenguaje de otros seres).
    Con amor te desnudo.
    Quedas como mi carne.
    Como mi corazón y sus latidos.

    A menudo,
    igual que los pequeños
    ante una tienda de juguetería,
    pego la cara
    a las brillantes lunas
    donde se venden  las palabras bellas.
    Las admiro.
    A otros les sientan bien. Si me las colocara...
    Las aparto al momento
    porque a mí no me sientan.

    Y de nuevo voy cogiendo brazados de palabras
    entre la hierba fresca
    y bajo el cielo."

    - - - - - - - -000- - - - - - - - -



    (Aunque todavía nos falta - hoy exactamente un mes- es posible que este poema  nos atraiga el momento por vivir: Es un bello poema. Y no deja de ser un bello momento, año tras año, pese a la nostalgia que nos provoca.)

    "CAMPAÑA DE NAVIDAD

    Estamos en diciembre;
    *Campaña de Navidad para los niños
    pobres*, es el slogan que recorre
    el aire.
    Bella nota de amor
    humano, en estos días fríos,
    íntimos de niñez,
    pero nadie pregona:
    *Campaña para adultos*,
    ni nadie los recuerda,
    y nadie compadece
    a esos seres que gritan
    mudamente
    su angustioso vacío
    en medio de los otros,
    de los ya saturados,
    los que han hecho costumbre
    de la dicha
    a fuerza de apurarla sucesivamente.

    Los niños sí, pero los hombres...
    Y están equivocados,
    porque los niños
    abandonados en orfelinatos
    desconocen la dicha
    de un hogar
    esos días.
    Y los pobres tampoco.
    Dadles cena otro día y les dará lo mismo,
    la miseria
    igualó en su vivir
    todas las fechas - desde su comienzo-,
    pero en cambio,
    a los hombres,
    con infancia feliz
    y desgajados luego entre las sombras,
    les crece rebeldía en sus entrañas
    esos días radiantes, luminosos.
    Y preguntan airados:
    *Sin una garantía de continuidad
    ¿por qué nos enseñaron, más aún nos grabaron
    la palabra Hogar a fuego lento
    sobre la piel tirante
    del corazón - aún tierno-
    en estas fechas tan maravillosas?*

    Son los días de Dios. Su nacimiento.
    Tal vez,
    si hubiéramos crecido
    con más honda visión de estos festejos
    ahora,
    no sentiríamos como un insulto
    o un salivazo sobre nuestra carne
    al escuchar
    zambombas y panderos
    pregonando
    la calurosa dicha de los otros.

    Y todas son heridas en la sangre.
    Nos hieren los comercios
    recargados
    de colores y luces
    esos días.
    Los seres con paquetes
    que nos van empujando
    por las calles
    en su deseo de llegar a casa.
    Nos hiere el duro asfalto
    portador de ese grito
    de alegría
    que al pasar escuchamos
    repetidamente:
    *¡Felices Pascuas, Juan!*
    Nos hiere todo,
    hasta el tranquilo aire
    que nos besa,
    que viene de nieve...
    y la nieve, otros años...

    Nos queremos salvar de la amargura.
    Autosugestionarnos. Agarrarnos a Dios
    mientras decimos:
    *El nace para todos,
    para los sin hogar
    y para aquellos
    de tres generaciones
    reunidas,
    en torno de una mesa
    bien servida.*
    Pero no. No podemos.
    La voz de la familia
    es mucho más intensa que la del Pesebre. Y mordemos.
    Mordemos los recuerdos, mordemos la distancia
    para evitar
    que el Tiempo - se adelante-
    y nos hinque
    sus feroces colmillos en el alma." ( Mª Elvira Lacaci. En Poesía social... Págs.-462 -464.)


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 25 Nov 2014, 01:31

    MARÍA ELVIRA LACACI.  (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Mar 25 Nov 2014, 05:29

    Pues continuo hasta donde pueda. Sinceramente no la conocía en absoluto.Ahora de tu mano lo haré con mucho gusto.
    Gracias de nuevo.





    FRASES DE MARÍA ELVIRA LACACI


    Tener una guitarra con cuerdas de latidos, entregados.
    Cuerdas
    Con amor te desnudo. Quedas como mi carne. Como mi corazón y sus latidos.
    Desnudo
    A menudo, igual que los pequeños ante una tienda de juguetería, pego la cara a las brillantes lunas donde se venden las palabras bellas.
    Cara
    Me siento vagabunda de las letras. Quiero comer mi pan con el mendigo. Beber vino de todos. Tomar el sol tendida sobre la hierba húmeda.
    Letras
    Y de nuevo voy cogiendo brazados de palabras entre la hierba fresca y bajo el cielo.
    Cielo
    En el momento en que veo a un ser humano que sufre porque no es tratado con la debida justicia y creo un poema, en aquel momento me conmueve el hombre por sí mismo, al margen de cualquier sentimiento religioso.
    Ser humano
    A veces pienso que es una lástima que la poesía social sea la más atacada (bueno, la única atacada), ya que encierra grandes valores humanos además de los poéticos.
    Lástima

    Los ciegos pueden al tacto comprobar lo amado, mi corazón es todo tacto para tu presencia.

    Ciego

    El dolor, la amargura, las sombras el aliento en huida, la muerte luego la luz que de repente vino y tú fuiste marcando sus aristas celestes ante el asombro alegre de mis ojos.

    Algunos poemas

    Árbol enamorado

    Se llamaba Dolor
    y era un extraño
    árbol enamorado sin viscosas resinas de deseos umbríos.

    Se llamaba Dolor, Elvira, a veces.
    Y era el Norte de Dios.
    Pero sus hojas
    se desprendían lentas hacia el suelo.

    Era un extraño árbol. Sin raíces
    ni savia. Aladamente
    arrastraba su tronco carcomido
    sobre la tierra.

    Sobre la tierra que impaciente,
    despiadadamente,
    empezaba a girarle por las venas.
    A gritarle en su giro,
    raudo y rojo,
    su ineludible puesto. Allí. En la Nada.




    Canta

    Y me pesó tu dedo
    lo mismo que un gran manto
    de hierro
    que pendiera
    de mis desnudos hombros.
    Y me pesó tu dedo
    cuando me señalaste el corazón -esta mañana-,
    mientras el aire,
    el aire enrarecido de mi alcoba,
    volteaba un sonido:

                                            Canta

    Y quise huir. Temí. Me encogí hasta el abismo
    de la angustia,
    porque pesaba mucho tu palabra:

                                            Canta

    Déjame como siempre
    volar por la palabra. Libre. Suelta.
    Que yo te cantaré como hasta ahora.
    Pero no vuelvas a decirme:

                                            Canta

    Con tacones altos

    Y yo llevaba un gorro
    muy moderno. Parecía
    una extraña cazuela.
    Unos tacones leves y muy altos.
    Un abrigo atrevido.
    Unos guantes y un bolso de color avellana.
    Los labios y los ojos pintarrajeados.
    No debía de ir mal.
    Las mujeres
    volvían la cabeza
    para mirar la hechura del abrigo.
    Los hombres...

    Pero yo,
    bajo la piel y aquella vestidura de comparsa,
    llevaba otro ropaje de un tejido muy denso. Era de angustia.
    Y añoré
    mi pelo suelto, mis zapatos bajos,
    mi abrigo deportivo,
    mi tez morena, solamente el agua.

    Tú me veías, Dios. Y cómo hablamos.
    Yo te decía
    que estaba muy ridícula con todo aquello.
    Tú dijiste que sí.
    Y compartiste
    el tan amargo leve movimiento
    de mis labios oblicuos.




    El espejo ovalado

    Un espejo ovalado.
    Un radiador pequeño de calefacción.
    Mis manos calentándose.
    Mis ojos
    se clavaron en él.
    Un rostro, que no reconocí,
    me miraba
    paralíticamente avejentado.
    Afloraba
    a los oscuros ojos de aquel rostro
    un profundo dolor
    que venía de adentro. Que era oscuro y tenaz.
    Cristalizó.
    Y, en forma de agua amarga,
    resbaló
    hasta la piel de mis zapatos húmedos.

    Un caos
    de innumerables dardos afilados
    castigó mis sentidos.
    Con las manos abiertas golpeé la pared
    de ambos lados del espejo ovalado.
                   ¡Dios es bueno!
    Me asusté de mi grito.
    Los dueños de la casa al otro lado...
    Acerqué mis oídos al tabique azotado.
    La radio transmitía un estridente mambo.
    Respiré sosegada. Me arrojé sobre el lecho.
    Y miré largo rato
    los fantasmas
    que la humedad
    había dibujado sobre las paredes.




    El traje nuevo


    Voy a vestirme el traje de etiqueta.
    Cuidaré mis maneras.
    Perfumaré mi aliento -respirando el estiércol tanto tiempo...-

    No. No es correcto. Lo sé,
    el presentarme así todos los días.
    A mi modo. Rebelde.
    Llevando de la mano -igual que las gitanas a la puerta del "Metro"-,
    palabras mal peinadas. Andrajosas. Desnudas.
    Intentaré acordarlas.
    Arcangélica música debe llevar el viento
    cuando gira:
    "Los oros del otoño", "Las cascadas", "Los trinos".

    Pero no. No podré; ¡estos modales...!
    Cuando me sienta estrecha aquí en el alma.
    Cuando me pise sin clemencia el Tiempo,
    vocearé de nuevo.
    Escupiré a la rima -la rima es de burgueses
    de la dicha-, y mis zapatos
    llevaré ya en la mano. Iré saltando
    libre
    de su opresión.
    Y de verdad lo siento. Debe ser tan hermoso,
    con paternal orgullo,
    pasear entre gentes -satisfechas
    del todo- almidonadas frases
    con puntillas
    y lazos
    de colores vistosos...




    Incienso

    Incienso.
    Olor que me penetra
    rasgando los sentidos.
    Y huyo.
    Me siento acorralada
    por ese olor vivísimo.
    Partículas quebradas
    de una luz lejanísima
    se adentran en mi alma, hoy todo sombra.

    Incienso.
    Un Dios,
    amordazado por la Vida,
    intenta liberarse. Inútilmente.

    Incienso.
    Acaso un día,
    al aspirar tu aroma penetrante,
    no huya. Arrollándolo todo.
    Seguida y perseguida
    por un fantasma amado:
    El Dios de mi niñez. Que olía a incienso.



    La posteridad

    Con frecuencia, oigo hablar a poetas
    de la posteridad.
    “Tenemos que intentar –dicen con énfasis–
    que las generaciones venideras…”
    Y yo digo que sí –siempre me incluyen–. Pero mi corazón
    sonríe
    al tiempo virgen para sus latidos.

    Yo quiero vivir al día,
    lo mismo que las aves.
    Ser pan de todos, sí
    de los que conmigo muerden la agonía.
    Y ya no aspiro a más.
    Sólo a pudrirme –cuando llegue la hora–
    junto a mis letras húmedas y doloridas.




    La voz

    Aquella tarde me dolía el cuerpo.
    Era un dolor vulgar
    de materia imperfecta que se quiebra.
    Aquella gente extraña
    con quienes compartía diariamente
    el techo, el pan y el agua -claro que les pagaba-,
    indiferentemente me observaban.
    Y lo sabían, sí, moscardones horribles,
    enlutados por alguien que ni habían amado.
    Con un zumbido hiriente
    bajo sus tan peludas y viscosas alas.
    Con ese tornasol que da la envidia
    cuando orea las almas.
    Con sus antenas rígidas, sin vibración posible,
    viviendo para sí.
    Con la brutalidad de las piedras intactas. Sin un hoyuelo leve
    para mi dolor grave.
                                              Ya en la mesa
    sentí avanzar el llanto
    impetuosamente desde el corazón.
    Era la humillación que se acercaba. No debía de ser.
    Sacudí fieramente mi cabeza, la eché atrás erguida
    y me puse a comer -¿comer?-, sólo sé que tragaba,
    pero no sé si carne, si pescado, si llanto.
    Salí de aquella casa maldiciendo. Bueno,
    maldecir no sabía, pero dije con furia:
    "Yo bailaré una rumba en vuestro vientre
    cuando el dolor os nazca con la vida."
    -No te asustes, Señor, nunca lo haría;
    este pequeño corazón es bobo-.

    Con ansiedad de corza perseguida,
    asustada y herida, dando saltos y huyendo
    me refugié en el hueco de unos brazos.
    Buscaba una palabra, una pregunta tierna que cubriera
    aquella desnudez que me asolaba.
    Pero tampoco allí logré encontrarla. En aquellas arterias
    el deseo giraba
    vertiginosamente, y no era mi dolor lo que apresaban.
    Huí, huí de nuevo. Aquello era peor. Allí yo amaba.
    Con mi doble dolor a las espaldas -ahora,
    me dolía ya el alma-,
    penetré en una iglesia. Dios estaba allí.
    Como si lo ignorase
    le fui contando quedamente todo.
    Él se quedó callado, mudamente callado. Sí, sí, y me había escuchado,
    lo sabía, pero nada me dijo.
    Nada me preguntó tampoco Él. Su silencio
    aumentó mi tormento. Salí a la calle
    con un vestido nuevo
    de confusión, de niebla, pero a la vez rasgado.
    Se veían mis muslos. Contraídos, con sus tendones rígidos,
    porque mis pies, por vez primera, sí,
    querían pisar fuerte, desgarrar el asfalto
    y herirlo, herirlo tanto
    cuanto que a mí él me hería
    tenazmente.

    Las bocinas, los guardias, aquella gente que me avasallaba
    para pasar delante -como si hubiera premio
    al final de la acera-,
    era tremendo y duro.
    De pronto,
    sentí una voz suave
    que reconocí:
    "Qué tienes, hija, qué te pasa, dime. "
    Madre, dije bajito, y me quedé pegada
    al ceniciento asfalto
    que mis suelas
    venían machacando con ahínco.

    Las estridentes voces de un taxista -que tuvo que frenar
    para no atropellarme-, me hicieron despertar.
    Estaba tan contenta, que hasta le sonreí,
    olvidando de pronto sus feroces insultos.
    No quise ya esperar el ascensor para tomar el "Metro".
    Bajé las escaleras
    saltando igual que un niño, de tres en tres. Silbando
    una canción ligera, y por la noche
    aquellos moscardones enlutados
    me parecieron ya casi palomas.

    b]De "Humana voz"[/b]



    Las cosas viejas

    Qué boba soy, Señor,
    -me da vergüenza que lo sepa alguien-,
    con cuántas cosas cargo. Sin motivo.
    Esta pluma así vieja que ha girado mi llanto.
    Este abrigo teñido, o mejor, desteñido,
    porque cuántos inviernos...
    Esta horrorosa planta
    tan raquítica
    como mi corazón,
    porque ha sobrevivido -como él-
    la angustiosa miseria
    de la ventana
    oscura
    de este patio indecente.
    Y así,
    muchas cosas menudas
    que yo siento. Indefensas.
    Y debiera dejarlas,
    jubilarlas, tirarlas; ahora
    ya podré cambiarme,
    -el nuevo sueldo de los funcionarios...-.
    Pero no. No podría
    olvidarlas,
    y llevaré conmigo
    estas pequeñas cosas así dóciles.
    (Sería tan cruel si las dejara...)
    Ellas,
    compartieron mis horas de agonía. No los seres humanos.
    Además
    tengo miedo, Señor.
    Otro sitio. La Vida,
    y seguiré tan sola. Desgajada,
    y estas cosas
    amigas,
    pronunciarán mi nombre
    desde su silencio.
    Y cuando allá muy dentro
    la ternura,
    me arañe y me desgarre -por tenerla encerrada-,
    lo mismo que otros días,
    yo miraré estas cosas
    tan sencillas, tan mínimas,
    tan entregadas desde su inconsciencia,
    y, lentamente,
    mis venas,
    se irán tornando mansas. Sosegadas.

    Oh, Señor, si al menos
    pudieran comprender cómo las amo.




    Ropa tendida

    Ha cesado la nieve, la pertinaz llovizna de estos días.
    El sol
    se extiende larga y perezosamente
    sobre las negras charcas del suburbio.
    El cielo luce azul. El aire es fuerte
    y sacude
    los miles de banderas, de banderas de paz,
    que en cada esquina, cada rincón, pared de casa ajena,
    han colocado todos los vecinos.
    Los vecinos que habitan
    bajo un techo menor
    que una sábana abierta y extendida.


    Vida prestada


    Señor,
    esta vida prestada
    que sostengo
    a fuerza de dolor
    hecho ya aliento,
    aliento que me pesa
    estancado remanso
    que no fluye
    ni se renueva con cada latido-
    es como las demás. También prestada.
    Pero a mí
    me dejaste pendiendo
    la etiqueta,
    el marchamo que dice a todas horas
    -porque un viento en el alma lo remueve-:
                                    "Que no me pertenece."

    Y se posan
    mis tan oscuros y tristones ojos
    sobre toda planta que en la tierra crece
    y sobre todo ser humano
    que a la vida
    se entrega totalmente. Apasionado.
    Con asombro los miro,
    porque a ellos
    les arrancaste un día la etiqueta.
    La etiqueta que a mí,
    angustiosamente,
    me baila sin cesar. Frente a los ojos.


    Sin la mano de Dios

    Señor,
    no he perdido la fe.
    Creo en Ti. Existes.
    Has hecho el Universo. Lo conservas.
    Has creado a los hombres
    y alientas su vivir. Desalentado.
    Puedes aniquilarlos. Eres justo.
    Y sé que nos aguardas
    tras el vaho más último que se desprenda
    de nuestros pechos.
    Es tu mano lo que no sé sentir entre las mías.
    Tu mano que a diario
    apretaba,
    temblorosamente. Desgarradamente.
    Apasionadamente.
    No digo que fue alucinación esa tu entrega
    palpitante y sensible –oh, aún conservo
    unas sutiles rayas en la palma de mis manos–.
    Pero hoy... no sé pedirte nada. Ni siquiera
    mi aliento
    fluye desesperado hacia tu pecho. Porque hoy
    tiene forma de niebla
    estancada –es de noche–
    en la vasija de este pecho mío.
         
          María Elvira Lacaci


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    Mensaje por cecilia gargantini Mar 25 Nov 2014, 08:27

    Gracias, queridos Pascual y lluvia, por este enriquecedor espacio!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    Besitosssssssssssss para ambos
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 25 Nov 2014, 13:59

    MARÍA ELVIRA LACACI.-

    Bien, Lluvia ya ha expuesto entre otros , dos de los poemas que pensaba exponer esta tarde: La Posteridad y Ropa Tendida. expondré entre hoy mañana los siguientes poemas :

    *ÁRBOL ENAMORADO.
    *LA verbena"

    Y con ello doy por cerrada mi contribución con esta autora a esperas de lo que haga Lluvia, que valga la redundancia lo está haciendo muy bien. Mi gratitud, amiga mía.


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Jue 04 Dic 2014, 16:09, editado 1 vez


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 25 Nov 2014, 14:16

    MARÍA ELVIRA LACACI


    "ÁRBOL ENAMORADO

    Se llamaba dolor
    y era un extraño
    árbol enamorado sin viscosas resinas de deseos umbríos.

    Se llamaba Dolor, Elvira, a veces.
    Y era el Norte de Dios.
    Pero sus hojas
    se desprendían lentas hacia el suelo.

    Era un extraño árbol. Sin raíces
    ni savia. Aladamente
    arrastraba su tronco carcomido
    sobre la tierra.
    Sobre la tierra que impaciente,
    despiadadamente,
    empezaba a girarle por las venas.
    A gritarle en su giro,
    raudo y rojo,
    su ineludible puesto. Allí. En la Nada." ( María Elvira Lacaci.)


    "LA VERBENA

    Huyendo de la sombra
    que giraba en mi piel - desde muy dentro-.
    Buscando,
    aun en préstamo breve,
    un rebrillo de luz
    para mis ojos.
    Deseando palpar la humana vida
    en los seres extraños - porque en mí...-.
    Poniendo voluntad
    para absorber
    el aliento sobrante
    de sus pechos no opresos,
    me adentré en la verbena
    de mi barrio. Tan sin mí. Tan sonámbula
    que mis pisadas
    zigzagueaban lentas. Indecisas,
    entre la muchedumbre,
    el humo de los churros, las casetas
    de tiro al blanco, los carruseles,
    las tómbolas, los altavoces
    estridentes y miles de juguetes
    electrónicos, para grandes y chicos.
    Todo, allí,
    rebosaba color,
    alegría y luminosidad. Espontáneo vivir
    esa casi animal
    aceptación del Tiempo sin preguntas.

    Apenas
    iniciado ese ir - en andas casi-
    tropezaron mis ojos,
    en lo oscuro, en lo más oscuro - tal vez
    por culpa del impuesto no pagado...-,
    con algo muy distinto
    de lo otro. Tristemente distinto.
    Un hombre
    mal vestido. Una bañera vieja,
    con el agua hasta el borde,
    y, flotando,
    trocitos de madera.
    Había que atinar. Una perrilla
    sólo y, si quedaba,
    entregaba en el acto caramelos.
    Qué podría ganar - me dije al verlo-.
    Cuánta miseria, Dios, cómo es posible...
    Y sudaba y gritaba. Enronquecido
    - no tenía altavoz
    su tan pequeño autónomo negocio-.
    La gente
    daba palmadas y reía fuerte
    cuando alguna perrilla
    no se hundía
    y se llevaban
    luego la bolsa celofán de caramelos.
    A mí, me lo arrancaban de la piel. A tiras.

    Me alejé. Entristecida,
    rebeldemente
    preguntando al Cielo,
    que por qué
    si en la vida - igual que en la verbena-
    hay colores, hay luces y alegría de ser
    sobre los hombres,
    mis ojos,
    fatalmente,
    habrán de ir a posarse
    siempre, en la bañera de los miserables,
    para que encima
    estos me arrebaten
    el poco aliento que va quedando." ( Mª Elvira Lacaci. Poesía Social... Págs.- 465-466.)

    Bien, le dejo la autora a Lluvia para que la complete según le parezca. Y me voy a Poesía Místico - religiosa.)


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    Mensaje por Maria Lua Mar 25 Nov 2014, 15:33

    La noche duerme en silencio
    como un grillo
    bien vigilado por la Luna.
    El tren avanza desde el fondo
    de un bosque de niebla,
    asoman su silbido y sus luces.
    El viento acaricia
    la espina dorsal de la montaña.
    Junto a los puentes reposan
    unos puñados de casas
    salpicadas con luces
    de bombillas anémicas.

    De Antonio Molina

    Bello trabajo, amigos Pascual y Lluvia!
    Voy leyendo y aprendiendo...
    Destaco un poema que me encantó...
    Gracias...
    Besos
    Maria Lua


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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Lluvia Abril Miér 26 Nov 2014, 05:00

    Gracias María, pero toda la culpa es del amigo Pascual Rolling Eyes

    Bien, mi querido amigo, como ya no tengo más información ,no hay mucha, ¿verdad?,pues dejo este vídeo, un poema de ella recitado, y lo único que  tengo.


    Falleció en Madrid ,en el año 1997


    Todos los libros y obras de María Elvira Lacaci

    Molinillo de papel 1967

    Tom y Yim 1966

    El rey Baltasar 1965

    Al este de la ciudad 1963

    Sonido de Dios 1962

    Humana voz 1957







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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 28 Nov 2014, 16:58

    Venga, Lluvia, a continuar. Otro autor que me era completamente desconocido. Y  que me ha sorprendido más que gratamente. Lo encontré en POESIA SOCIAL ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA, LEOPOLDO DE LUÍS. He buscado. Y he hallado cosas fascinantes. Además me ha recordado, en cierta forma, a un compañero que tuvimos mucho tiempo en el Foro y que luego nos dejó: ANTONIO URDIALES.
    Pero el autor de ahora se trata de

    JESÚS LÓPEZ PACHECO ( Madrid, 1930 - Toronto, 1997). Comenzaré , esta madrugada, con dos poemas: A MI PADRE y AGRADEZCO A LOS ÁRBOLES SUS SOMBRAS. Luego hablaremos de su biografía, comentarios, su propia concepción de la poesía social... Y seguiremos poniendo poemas  suyos.

    Cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 28 Nov 2014, 23:54

    JESÚS LÓPEZ PACHECO.-

    "A MI PADRE

    Padre obrero, de tu trabajo vengo,
    de tu ascensión a mano dura y dura
    por la vida. Mi grito de poeta,
    mi vida de hombre claro y enfrentado,
    vienen de ti, de tu sudor de oro.
    Tengo mi infancia en la memoria llena
    de tus manos de hombre manejando
    las herramientas: curvos alicates,
    limpio martillo, sierra sonriente...
    Mis versos ya nacían de tus dedos,
    de cada movimiento creador.
    ¡Cómo las herramientas cantan claras
    en las manos! Su ruido me acompaña
    como una gran canción inolvidable.
    Acero de la sierra, espejo mío:
    dame la imagen de mi padre obrero,
    cuéntame su fatiga y su trabajo,
    repíteme su gesto sacudiéndose
    la gota de sudor que le nacía
    como una idea pura de la frente.
    Boca de alicate: muerde el verso
    para que salga de mis manos como
    un trozo de metal, un duro alambre
    trabajado. Martillo: di que sí,
    dale tu golpe afirmativo al verso
    de mis manos. ¡Queridas herramientas!
    ¡Emblemas del escudo de mi casa!
    Más orgullo que el mío, pocos hijos
    pueden tenerlo por su origen. ¡ Obrero
    que supiste subir a mano honrada.
    obrero de la luz y padre mío,
    padre de mis hermanos y mi pluma,
    y abuelo de mi hijo y de mis versos!" (JESÚS LÓPEZ PACHECO. De "Canciones de Amor Prohibido.)


    "AGRADEZCO A LOS ÁRBOLES SUS SOMBRAS

    Agradezco a los árboles sus sombras,
    la protección delgada de sus troncos.
    Al banco la amistad de su respaldo
    y a las farolas su bombilla rota.

    Agradezco a las calles sus esquinas,
    sus rincones oscuros como nidos,
    sus portales sin nadie, resguardados
    de la lluvia y el viento y las miradas.

    Agradezco a los cines sus butacas,
    su oscuridad amiga de los labios,
    y a la tarde su luz porque se marcha
    para que venga el beso y el abrazo.

    Ciudad donde yo amé: ya tiempo y tiempo
    ha pasado de aquel beso primero.
    Hoy te agradezco todos tus paseos,
    tus calles y tus plazas, tus tranvías,

    tus barrios pobres, cómplices de amor,
    toda tu oscuridad amada y triste,
    donde ha nacido, sin embargo, el beso
    largo y continuo en el que vivo ahora." ( JESÚS LÓPEZ PACHECO.  "Canciones de Amor Prohibido.")


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 29 Nov 2014, 00:23

    JESÚS LÓPEZ PACHECO.-

    Madrid, 13/07/1930 - Toronto ( Canadá) 6/04/1997.

    Novelista, dramaturgo, poeta y ensayista español considerado uno de los exponentes más claros del llamado REALISMO CRÍTICO ( expresión de ello sería su novela "CENTRAL ELÉCTRICA") y perteneciente a la Promoción Poética de los 50 junto a Ángel González; Caballero Bonald; Gil de Biedma; Francisco Brines; etc.
    Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, concluye la carrera con un trabajo crítico sobre la poesía de PEDRO SALINAS.
    En 1952 es ACCESIT al PREMIO ADONAIS por su obra "DEJAD CRECER ESTE SILENCIO". También sería finalista del PREMIO NADAL DE NOVELA en 1957, con la obra más arriba señalada.
    Perseguido por sus ideas por el régimen franquista estuvo un año en la cárcel. Viajó en diferentes ocasiones a la URSS, SUECIA... Finalmente se autoexilió a Canadá, donde fue profesor en la Universidad de Toronto hasta su muerte.
    Obras suyas en verso:

    - DEJAD CRECER ESTE SILENCIO.
    - MI CORAZÓN SE LLAMA CUDILLERO.
    - CANCIONES DE AMOR PROHIBIDO.
    - PONGO MI MANO SOBRE ESPAÑA.
    - DELITOS CONTRA LA ESPERANZA.
    - ALGUNOS ASPECTOS DEL ORDEN PÚBLICO EN EL MOMENTO ACTUAL DE LA HISTERIA DE ESPAÑA ( considerado como uno de los libros más significativos dentro de las corriente de la llamada POÉTICA SOCIAL.)

    Sobre este autor no existe referencia alguna en dos de los libros que vengo usando como guías de esta exposición :

    - LA PROMOCIÓN POÉTICA DE LOS 50, ESPASA y
    - POESÍA DE LA PRIMERA GENERACIÓN DE POSGUERRA, CÁTEDRA.

    Y llama la atención porque un análisis somero podría justificar su desconocimiento por parte de un principiante como yo. Estaría menos justificado que críticos literarios de prestigio desconocieran su existencia o, simplemente, pretendieran silenciarlo.

    El libro - excepcional libro-  de LEOPOLDO DE LUÍS, POESÍA SOCIAL ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA, fue el que nos proporcionó conocimiento de su existencia y categoría.

    Remitiéndonos a este último libro veamos lo que Jesús López dice de la Poesía Social:


    "POÉTICA


    Hasta hace poco, y durante años, ha habido en España un auge de la llamada *poesía social*; luego se hizo moda, además. El auge irritaba a algunos y la moda terminó por irritar a todos, incluso a los poetas *sociales*. El adjetivo en cuestión fue analizado y disecado desde todos los puntos de vista: resultaba que toda poesía era, más o menos, en un sentido u otro, social; o que, por ejemplo, *social*, aplicado a la poesía, no quería decir nada; o, incluso, la poesía no necesitaba adjetivos, etc.
    Llegó un momento en que la pobre palabra fue casi como una marca infamante, algo que se contraponía a ese vocablo, superstición lingüística de generaciones y generaciones de escritores y artistas que han temido, más que a nada, pecar contra él: me refiero a *estético". Las filas de los renegados nominales de lo social se hicieron muy densas rápidamente. El que más y el que menos se refugió en el cómodo y siempre prestigioso término de *realista*. Pero esto aumentó más bien la confusión que pudiera haber, porque cada cual arrimó el realismo a su sardina.
    Desde hace poco está de moda atacar a la literatura social, a la poesía social, incluso desde aquellas posiciones desde las que, ideológicamente, parece menos propio que se haga. Poetas de clara y predominante temática o preocupación social - para cuya poesía me parece justa, precisamente, esta denominación- se guardan muy mucho, sin embargo, de aplicar o consentir que apliquen tal adjetivo a su obra.. No debería yo ser menos prudente que ellos - ya se sabe los peligros que acarrea el ir contra una moda-, pero sucede que, para mí, la palabra *social* aplicada a la poesía sí me parece que significa algo. Por otra parte, no considero un sacrilegio *vestir* a la poesía con un adjetivo, en tanto que este adjetivo nos sirva para designar una determinada clase de poesía realmente existente; por el camino contrario, y puestos a desnudar a la poesía, se corre el peligro de no pararse en los vestidos y quitarle hasta la carne, hasta los huesos; e, incluso, de sustituir su esqueleto con un garabato hecho de alambre o - máxima pureza- hecho de nada. Poesía sin carne, poesía sin hueso, poesía de alambre, poesía de nada. Son fases por las que, si lo pensamos bien, ya hemos pasado.
    Yo creo en una poesía estética y social. Lo social no quita lo estético, ni al contrario. Sobre todo, si se tiene en cuenta que *estético* deriva de un verbo griego que significa *sentir*. Y, como he dicho en otra declaración poética, *lo social, en nuestra época, y en mi país más aún, debe formar parte fundamental de la intimidad de todo hombre honrado, de todo poeta honrado y auténtico*. Indudablemente, se puede *no sentir* lo social y hacer sólo poesía de otro tipo, del mismo modo que se puede -¿se puede?- vivir ajeno al mundo que nos rodea.
    Difícilmente puedo aceptar, sin embargo, las razones de ese *no sentir*, de ese *vivir ajeno*: en general , van desde la cobardía hasta el egoísmo y la crueldad. Difícilmente, pues, será una poesía -una actitud- humanista; mientras que, para mí, la poesía social  es la poesía humanista por excelencia de nuestro tiempo.  Pero el sentimiento de lo social -como una de las parcelas más avasalladoras de la realidad contemporánea- no es igual en todos los poetas, ni suele ser constante en cada poeta. Yo acepto, además, una poesía *realista* - que incluiría a la *social*-: íntima, personal, de paisaje, etc., bien en estado puro, bien fundida con la preocupación social. Pueden, asimismo, alternar todas sus temáticas con lo social - aunque sea muy difícil desligarlas de ésta, tan íntimamente ligada con toda preocupación auténticamente humana-, pero es, cuando menos, muy extraño que un verdadero poeta de nuestra época pueda permanecer siempre ajeno a su sociedad, esta sociedad monstruosa o  llena de esperanza - las dos cosas a la vez- que, queramos o no, para bien o para mal, se nos mete hasta la alcoba, se ha metido en todas las alcobas de todos los hombres.
    El auge de la poesía social en España continúa, se diga lo que se diga, por mucha vergüenza que puedan sentir algunos ante el adjetivo. Porque se sigue haciendo, en gran medida y en ocasiones con gran calidad, poesía social. Lo que ocurre es que ha habido una larga evolución y van despareciendo ciertas durezas, ciertas ingenuidades de los primeros tiempos. La experiencia, la tradición , es más rica ya. Y, ante este hecho, quizá esté haciendo falta que alguien hermane los términos *social* y *estético*, que alguien haga una *Estética de lo social*. La poesía social española, en cualquier caso, sigue viva, y quizá convenga preguntarse hoy si ese adjetivo no habrá sido denigrado para robárnoslo. Y cuando a in poeta le roban una palabra, no le roban sólo esa palabra. La poesía social española -nacida paralelamente al movimiento *garcilasista*, y ello no me parece casual, en aquellos primeros años después de la guerra civil- tiene el mérito de haber escrito, como ELUARD, por todas partes la *palabra amada*. Poesía social , J´ÉCRIS TON NOM (1). (Madrid, abril de 1965)"
    ( Jesús López Pacheco, en Poesía social española contemporánea. Págs.- 467 y ss.)

    (1) Nota del editor.- Estribillo del famoso poema de Paul Eluard,  "Liberté: escribo tu nombre".


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 29 Nov 2014, 02:38

    JESÚS LÓPEZ PACHECO .- Creo que Lluvia ha traído unos 35 poemas del autor. Un trabajo impecable, diría yo. No me gustaría repetirme. He leído y repasado todos los que ha puesto y creo que me quedarían 3. Pero no estoy seguro de ello. Los tres serían:
    -Epílogo.
    -Generaciones y mudanzas.(**)
    -Todo sucede en perfecto orden público. (*)
    Ahora, sin embargo, no tengo tiempo. Me voy a una manifestación convocada bajo el lema "POR LA DIGNIDAD". Si regreso a tiempo comprobaré lo que digo. En caso contrario , esta madrugada. Aunque si Lluvia quiere, puede hacerlo ella.
    Después me iré nuevamente a Poesía místico - religiosa.

    Gracias.


    (*) Todo sucede en perfecto orden público ya lo ha puesto Lluvia.
    (**) Y Generaciones y mudanza también.

    Por tanto no me queda más opción que EPÍLOGO, un bello poema que seguro que disfrutareis.

    Si os interesa el autor podéis encontrar más en:

    CUADERNOS DE POESÍA CRÍTICA Nº 23.
    JESÚS LÓPEZ PACHECO.
    BIBLIOTECA VIRTUAL OMEGALFA.


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Sáb 29 Nov 2014, 15:43, editado 4 veces


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 29 Nov 2014, 03:43

    EPIGRAMA DE UN INGENIO
    DE LA CORTE IMPERIAL
    *

    La sociedad de consumo
    tiene su propia cultura:
    producir basura y humo,
    o, si no, humo y basura.

    * Del Calendario Zaragozano (año 1997)

    URBANA

    Las ciudades - en efecto -
    deberían haberlas construido
    en medio del campo,
    pero sin destruirlo.


    ESTADISTICAS PARA ECONOMISTAS
    Y OTROS CALCULADORES QUE
    DESPRECIAN LA RETORICA *


    El medio ambiente no es
    el 50% del ambiente.
    Es mitad nada más - para entendernos -
    de una relación que no tiene mitades:
    la vida.

    Ni el hombre medio
    es medio hombre, como creen
    los que multiplican por él sus beneficios.

    Y la renta per cápita - sinécdoque en latín - ,
    no son los beneficios que reciben
    los propietarios de las guillotinas.

    (Aunque, en el fondo, si se piensa bien...)

    * De la serie Poemas para los que no leen poemas (Terapia Poética).

    MARAVILLOSAMENTE *

    Maravillosamente es ya posible
    desayunar temprano en Canadá
    y cenar en Madrid, un poco tarde,
    después de haber comido en pleno Atlántico.

    Maravillosamente, el mundo es
    una pequeña aldea para algunos,
    y el mismo sitio triste para tantos
    que nunca vuelan ni siquiera en sueños.

    * De la serie Poemas para los que están en las nubes.


    Jesús López Pacheco 1930-1997



    Tradujo obras de Ennio Flaiano, Raffaele La Capria, Evgueni Evtuchenko, Natalia Ginzburg, Georges Perec, Kenneth H. Brown entre otros. Sus últimos trabajos en este campo fueron la Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters y un libro de Tony Harrison.

    En 1970 el cantautor Adolfo Celdrán Mallol (1943), en su disco LP Silencio (portada y diseño de carpeta de Juan Genovés), cantó letras suyas y de Bertold Brecht, Nicolás Guillen, León Felipe... y varios poemas de Jesús López Pacheco, entre ellos la célebre «Canción bailable»:

    Lo más cómodo es
    llorar desde Madrid
    al que muere en Bolivia
    (¡quién tuviera un fusil!)

    Lo más cómodo es
    no tener un fusil,
    no luchar en Bolivia
    y llorar en Madrid.

    Lo más cómodo es
    no luchar ni en Madrid,
    llorar muertes lejanas
    y soñar sin fusil.


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 29 Nov 2014, 04:09

    En esta poesía, López Pacheco acaba hablando sobre la necesidad de la historiografía: de la memoria histórica. Y si lo dijo Jesús López Pacheco, ¿quién coño es un juez para quitarle la razón?

    Deshonras fúnebres por Francisco Franco

    A la historia no pasan, si es que pasan,
    sólo sus constructores.
    Pasan también -como los terremotos,
    como los huracanes y las inundaciones,
    como las grandes plagas
    y los grandes dolores-
    los que intentan pararla a fuerza de odio
    y destruyen la vida a suficientes hombres.
    Así has pasado tú a la historia -¡al fin!-,
    y con grandes honores.
    Vencedor de la guerra más hermosa y más triste,
    paciente destructor de vida y corazones,
    héroe negro de España, héroe de sangre fría,
    capitán general de las ejecuciones.
    Le has dado nombre a un tiempo
    de chulos y matones,
    a una época larga como un día sin pan,
    a una plaga de miedo, silencios y dolores,
    a una charca de historia en la historia de España
    que ha de tener también historiadores.
    Quede tu nombre, pues, al frente de sus páginas
    para que nadie olvide nunca tu triste nombre.

    10-X-79

    Jesús López Pacheco






    Autobiografía II
    A José Agustín, Juan y Luis Goytisolo


    Cuando era niño
    los cañones rompieron mis juguetes.
    Luego,
    salpicado de sangre,
    miré mi patria largamente.
    Me puse triste de querer saber
    y de chocar pensando
    contra una oscuridad maciza y vieja.
    Era lo mismo que tener atados los ojos.
    El aire olía a sucio.
    Se organizó en relámpagos mi sangre.
    Con trallazos de amor
    mi juventud rasgó la oscuridad,
    y, casi deslumbrado,
    estuve a punto de quedarme ciego.
    Era tan claro el mundo.
    Eran tan claras ya todas las cosas.
    Me hubiera despeñado
    de claridad.
    Tiré al abismo los pedazos sucios
    de aquella oscuridad.
    Las personas mayores se enfadaron.
    Mis profesores me arrojaron libros
    de texto autorizados.
    Pero yo
    defendí mi cabeza con las manos,
    pensando,
    mirando entre mis dedos
    lo que pasaba en la calle.
    Luego lo vi más de cerca
    y ya son inútiles las cortinas
    de periódicos.
    Lo he tocado
    con mis propios ojos.
    He visto
    muchas manos cortadas
    clavando en tierra picos desnutridos.
    Pobres ladrillos, sin cemento
    apenas para mantenerse en pie,
    creciendo sin descanso.
    Casas pequeñas,
    con ventanas desorbitadas
    y portales oscuros,
    hondos,
    abiertos de hambre.
    Tranvías quejumbrosos
    que regresaban a casa encogidos,
    con un jornal escaso en el bolsillo.
    Tristes juguetes,
    muñecos y muñecas
    que se desangraban de serrín al andar.
    Y he visto,
    también,
    montañas de luz hastiada,
    torrentes de dinero,
    largos coches oscuros,
    bancos con puertas acorazadas,
    fusiles,
    esquinas vigiladas,
    perfumes como lluvia,
    risas sin nadie luciendo escotes enjoyados,
    digestiones difíciles,
    mentiras decretadas,
    inmensos desfiles de advertencia,
    rascacielos de cartón pintado,
    libros sin luz,
    manos
    de leche y traición ensortijadas,
    dispuestas a firmar
    cheques,
    órdenes de fusilamiento,
    despidos,
    deshaucios,
    condenas,
    destierros,
    poemas de amor a Dios y a los arcángeles…
    He visto tantas cosas
    que me quedaría ciego diciéndolas.
    Ahora,
    las escribo para todos.
    Y las declaro y firmo
    con mi puño y letra.


    1 agosto 1958
    23 marzo 1959
    Jesús López Pacheco





    Este poema es de Bertolt Brecht, Jesús Pacheco se encargó de versionarla y adaptarla.

    Canción de una madre alemana

    Camisa parda y botas altas,
    hijo mío, te regalé.
    Mejor habría sido ahorcarmeimg_3_14
    de haber sabido lo que sé.
    Al verte levantar la mano, hijo,
    y a Hitler saludar,
    ¿sabía yo que aquellas manos
    todas se habrían de secar?
    Cuando de una estirpe de héroes,
    hijo mío, te oía hablar,
    que tú serías su verdugo
    no lo podía imaginar.
    Y detrás de aquel mismo Hitler,
    hijo mío, te vi marchar,
    sin saber que quien le siguiera
    no regresaría jamás.
    Alemania, tú me decías,
    hijo, no se conocerá.
    Ceniza y piedra ensangrentada,
    ¿quién conoce a Alemania ya?
    Con la camisa parda un día
    te fuiste y yo no me negué.
    Con ella puesta morirías:
    yo no sabía lo que hoy sé.


    Traducción de Vicente Romano García
    Versión y adaptación de Jesús López Pacheco
    Poemas y canciones de Bertolt Brecht (Alianza Ed.)



    “Madrid, a fuerza de luz…”


    Madrid, a fuerza de luz
    no limpiarás ciertas cosas.
    Hay ciertas oscuridades
    que con la luz no se borran.
    Te ahogan ya los anuncios,
    Madrid.
    Se muere todo lo puro
    en medio de tanta luz.
    Cuánto amor se está muriendo
    porque no tiene refugio.
    Apaga un poco tus luces,
    hazte un poco más oscuro
    y enciende sólo el amor.
    Tus brillos, Madrid, qué sucios.

    Jesús López Pacheco


    Esta bella poesía de López Pacheco, uno de los más olvidados, pero sin embargo más representativos, poetas de la Generación del 50, fue publicado en 1961, en el libro Canciones del amor prohibido (que al parecer fue musicado por el grupo Els Sapastres)



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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 29 Nov 2014, 04:25

    Muchos de sus poemas fueron musicalizados por algunos cantautores


    Enfermedades de invierno


    Si no fueran ciegos
    nos verían esta luz que habita en nuestro pecho.
    Hijo, abrígate bien. Y ponte la bufanda.
    No vayas a coger alguna bala en los pulmones.
    Que no está el tiempo bueno todavía.
    Llegará el tiempo
    de los hombres desnudos,
    madre,
    y ¡ay de los que entonces
    no tengan nuestra luz dentro del pecho!
    Ay de los oscuros.
    Se morirán podridos de su noche.
    Pero mientras llega el verano,
    cuando salgas,
    tú abrígate bien el pecho, hijo mío.
    No vayas a coger alguna bala en los pulmones.
    Que no está el tiempo bueno todavía.

    Jesús López Pacheco



    Canción de la novia del pescador

    A la pesca del atún se van los mozos,
    que no se enfade la mar y vuelvan todos.
    ¡Ay, madre! ¡que se me va!
    ¡que se me marcha mi novio!
    De la pesca del atún vendrán los mozos
    y traerán los barcos llenos de peces de oro.
    ¡Ay, madre! Me casaré si quiere el mar en otoño.

    Jesús López Pacheco


    Una canción


    Pueblo de España ponte a cantar,
    pueblo que canta no morirá.
    Una canción, una canción
    llena las calles de la ciudad.
    Bombombom…
    Canta el martillo, canta el motor,
    ya canta el brazo trabajador.
    Bombombom…
    Las herramientas quieren cantar,
    lo canta el hombre al trabajar.
    Bombombom…
    Pueblo de España ponte a cantar,
    pueblo que canta no morirá.


    Jesús López Pacheco
    canta
    Adolfo Celdrán

    dedicada a los muertos recientes por el terrorismo islámico-fascista
    Compañeros,… ¡UNIDOS!


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    "Podrán cortar todas las flores
    pero no detener la primavera".

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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 29 Nov 2014, 05:25

    Me quedo con la boca abierta, satisfecho de tu amistad y orgulloso de tu capacidad de trabajo. ¿ Ya estabas preparándote a este autor...? Bueno, pues como de todas formas lo sabes ( ¡maga, que eres una maga!) los siguientes serán:

    -José Luís Martín Descalzo
    -Manuel Mantero.
    -Eladio Cabañero.
    -Jesús Lizano.
    -Félix Grande.
    -Carlos Sahagún.
    -Manuel Vázquez Montalbán.

    Poesía Social Española Contemporánea. Leopoldo de Luís (Antología 1939-1968), terminaría aquí la nómina de escritores de la que hemos hablado. En su segunda edición, sin embargo el último autor en aparecer es el mismo Leopoldo de Luís. Comprobaré si ya hemos hablado de él, pues creo que sí. Pero existen, además, otros autores no mencionados que quizá convenga traer aquí.

    -Caballero Bonald
    -Francisco Brines
    -Claudio Rodríguez
    -Carlos Bousoño
    Cosa diferente será que podamos encontrar la opinión de todos esos autores sobre el tema en cuestión. Y algunos referentes de su poesía.
    También me gustaría traer a
    -Antonio Gamoneda

    Vamos que nos queda un montón.


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