Se levantó precipitadamente y exclamó:
—¡Dios mío! Tenemos café y no te he dado. ¡Lo que es el egoísmo de las
viejas! Un momento, un momento…
—No, mamá, no me des café. Me voy en seguida. Escúchame, te ruego
que me escuches.
Pulqueria Alejandrovna se acercó tímidamente a su hijo. —Mamá, ocurra
lo que ocurra y oigas decir de mí lo que oigas, ¿me seguirás queriendo como
me quieres ahora? —preguntó Rodia, llevado de su emoción y sin medir el
alcance de sus palabras.
—Pero, Rodia, ¿qué te pasa? ¿Por qué me haces esas preguntas? ¿Quién se
atreverá a decirme nada contra ti? Si alguien lo hiciera, me negaría a
escucharle y le volvería la espalda.
—He venido a decirte que te he querido siempre y que soy feliz al pensar
que no estás sola ni siquiera cuando Dunia se ausenta. Por desgraciada que
seas, piensa que tu hijo te quiere más que a sí mismo y que todo lo que hayas
podido pensar sobre mi crueldad y mi indiferencia hacia ti ha sido un error.
Nunca dejaré de quererte…Y basta ya. He comprendido que debía hablarte así,
darte esta explicación.
Pulqueria Alejandrovna abrazó a su hijo y lo estrechó contra su corazón
mientras lloraba en silencio.
—No sé qué te pasa, Rodia —dijo al fin—. Creía sencillamente que
nuestra presencia te molestaba, pero ahora veo que te acecha una gran
desgracia y que esta amenaza te llena de angustia. Hace tiempo que lo
sospechaba, Rodia. Perdona que te hable de esto, pero no se me va de la
cabeza e incluso me quita el sueño. Esta noche tu hermana ha soñado en voz
alta y sólo hablaba de ti. He oído algunas palabras, pero no he comprendido
nada absolutamente. Desde esta mañana me he sentido como el condenado a
muerte que espera el momento de la ejecución. Tenía el presentimiento de que
ocurriría una desgracia, y ya ha ocurrido. Rodia, ¿dónde vas? Pues vas a
emprender un viaje, ¿verdad?
—Sí.
—Me lo figuraba. Pero puedo acompañarte. Y Dunia también. Te quiere
mucho. Además, puede venir con nosotros Sonia Simonovna. De buen grado
la aceptaría como hija. Dmitri Prokofitch nos ayudará a hacer los
preparativos…Pero dime: ¿adónde vas?
—Adiós.
—Pero ¿te vas hoy mismo? —exclamó como si fuera a perder a su hijo
para siempre.
cont
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