A veces

Ricardo Serna G escribió:A veces




A veces
siento que te has quedado solo,
que nada borra la nieve negra del pasado
que undula violenta en la playa de la impaciencia,
que has demolido con cicuta el amor.
Y es cuando
rememoras la taza limpia del sosiego,
la heroica seducción del buen vivir,
y quieres la doblez de los minutos,
la albura del silencio en plenitud.
Entonces
el labrantío en el que habías sembrado
los colores de la luna y el sol,
son ahora tercamente olvidados por el dolor;
y sientes
péndolas cayendo en tu cara
en señal de tus remordimientos,
que el paraíso de tus años de juventud
son huellas necias en el asfalto de los errores,
que no se escuchó tu canto en las alturas de los árboles,
que el mar taciturno lloró tu ausencia,
que la montaña de los vientos nunca te sintió,
que los pensamientos murieron y crujían en el aire,
que viviste el foco de las ausencias, que no cuelgas
en tu corazón la medalla del triunfo.
Hoy
en los hórridos rugidos de los años
muestran su cara y llueven con esperanza
el regreso del oro soñado.

Lluvia Abril escribió:Hoy
en los hórridos rugidos de los años
muestran su cara y llueven con esperanza
el regreso del oro soñado.


El paso del tiempo nos permite regresar, reflexionar y...profundizar en poemas como este que acabo de pasear.
Sin desmerecer ni un solo verso, el cierre brilla en su esperanza, mi estimado amigo.
Gracias y un fuerte abrazo, Ricardo.

Ricardo Serna G escribió:A veces




A veces
siento que te has quedado solo,
que nada borra la nieve negra del pasado
que undula violenta en la playa de la impaciencia,
que has demolido con cicuta el amor.
Y es cuando
rememoras la taza limpia del sosiego,
la heroica seducción del buen vivir,
y quieres la doblez de los minutos,
la albura del silencio en plenitud.
Entonces
el labrantío en el que habías sembrado
los colores de la luna y el sol,
son ahora tercamente olvidados por el dolor;
y sientes
péndolas cayendo en tu cara
en señal de tus remordimientos,
que el paraíso de tus años de juventud
son huellas necias en el asfalto de los errores,
que no se escuchó tu canto en las alturas de los árboles,
que el mar taciturno lloró tu ausencia,
que la montaña de los vientos nunca te sintió,
que los pensamientos murieron y crujían en el aire,
que viviste el foco de las ausencias, que no cuelgas
en tu corazón la medalla del triunfo.
Hoy
en los hórridos rugidos de los años
muestran su cara y llueven con esperanza
el regreso del oro soñado.

Liliana Aiello escribió:la vida camina sin excusas, bellísimo poema Ricardo, placer de lectura.
Mis cariñosssssssssss

LILI

Pascual Lopez Sanchez escribió:"A veces
siento que te has quedado solo,
que nada borra la nieve negra del pasado
que undula violenta en la playa de la impaciencia,
que has demolido con cicuta el amor.
Y es cuando
rememoras la taza limpia del sosiego,
la heroica seducción del buen vivir,
y quieres la doblez de los minutos,
la albura del silencio en plenitud.
Entonces
el labrantío en el que habías sembrado
los colores de la luna y el sol,
son ahora tercamente olvidados por el dolor;
y sientes
péndolas cayendo en tu cara
en señal de tus remordimientos,
que el paraíso de tus años de juventud
son huellas necias en el asfalto de los errores,
que no se escuchó tu canto en las alturas de los árboles,
que el mar taciturno lloró tu ausencia,
que la montaña de los vientos nunca te sintió,
que los pensamientos murieron y crujían en el aire,
que viviste el foco de las ausencias, que no cuelgas
en tu corazón la medalla del triunfo.
Hoy
en los hórridos rugidos de los años
muestran su cara y llueven con esperanza
el regreso del oro soñado."


Tantas veces nos ocurre lo que dices... que me quedé sin respuesta para tus versos...

… bueno, no del todo: tus versos merecen UN LIRIO y, bajo mi criterio -poco influyente por voluntad propia-, una PALOMA.


Volveré a este poema, aunque quizás no comente.

Un fuerte abrazo.

Carlos Justino Caballero escribió:

Ricardo Serna G escribió:A veces




A veces
siento que te has quedado solo,
que nada borra la nieve negra del pasado
que undula violenta en la playa de la impaciencia,
que has demolido con cicuta el amor.
Y es cuando
rememoras la taza limpia del sosiego,
la heroica seducción del buen vivir,
y quieres la doblez de los minutos,
la albura del silencio en plenitud.
Entonces
el labrantío en el que habías sembrado
los colores de la luna y el sol,
son ahora tercamente olvidados por el dolor;
y sientes
péndolas cayendo en tu cara
en señal de tus remordimientos,
que el paraíso de tus años de juventud
son huellas necias en el asfalto de los errores,
que no se escuchó tu canto en las alturas de los árboles,
que el mar taciturno lloró tu ausencia,
que la montaña de los vientos nunca te sintió,
que los pensamientos murieron y crujían en el aire,
que viviste el foco de las ausencias, que no cuelgas
en tu corazón la medalla del triunfo.
Hoy
en los hórridos rugidos de los años
muestran su cara y llueven con esperanza
el regreso del oro soñado.

Me gustó mucho el comentario de Lluvia y lo hago mío... felicitaciones, Ricardo

Walter Faila escribió:Otro gran poema, reflexivo y muy real en muchos casos, me incluyo en gran parte de el. Es realmente hermoso leerte maestro Ricardo, gracias, un abrazo enorme

cecilia gargantini escribió:Hoy
en los hórridos rugidos de los años
muestran su cara y llueven con esperanza
el regreso del oro soñado.

Poema intimista, reflexivo y profundo, escrito con la maestría de un gran poeta!!!!!!!!!!!!!
Rescato cada verso, de punta a punta. Pero el broche de oro del final me pareció magnífico.
Un enorme placer de lectura. Deseo que siga bien tu salud.
Besosssssssssss desde Buenos Aires

Alejandro Guardiola escribió:A veces
siento que te has quedado solo,
que nada borra la nieve negra del pasado
que undula violenta en la playa de la impaciencia,
que has demolido con cicuta el amor.
Y es cuando
rememoras la taza limpia del sosiego,
la heroica seducción del buen vivir,
y quieres la doblez de los minutos,
la albura del silencio en plenitud.
Entonces
el labrantío en el que habías sembrado
los colores de la luna y el sol,
son ahora tercamente olvidados por el dolor;
y sientes
péndolas cayendo en tu cara
en señal de tus remordimientos,
que el paraíso de tus años de juventud
son huellas necias en el asfalto de los errores,
que no se escuchó tu canto en las alturas de los árboles,
que el mar taciturno lloró tu ausencia,
que la montaña de los vientos nunca te sintió,
que los pensamientos murieron y crujían en el aire,
que viviste el foco de las ausencias, que no cuelgas
en tu corazón la medalla del triunfo.
Hoy
en los hórridos rugidos de los años
muestran su cara y llueven con esperanza
el regreso del oro soñado.

Nunca querido amigo el poeta está solo mientras pueda con la fuerza de su pluma exteriorizar sus pensamientos aunque a veces la soledad abruma su alma, un fuerte abrazo