¡Qué importa si después
los suspiros quedan colgados de los péndulos!
Hoy tengo para ti tantas flores
como los jardines del rey,
tanta arena como los suelos de Arabia
La estructura de un hombre…
ni un dios ni un demonio
un hombre, con más defectos que virtudes,
y un puñado de letras para saciar la nada.
Te concedo el derecho de pensarme
Concédeme tú la ilusión de un sueño,
que se pose en la comisura de tus labios,
y me permita caminar entre estallidos y cadáveres,
entre la sangre y la miseria de este mundo,
sin perder la sensación de amar,
ni volverme insensible a los llantos de los niños
que dejaron su infancia, detrás de los fusiles y la guerra
Qué importa si después
los relojes se hacen muros de hierro entre nosotros
Hoy tengo para ti tantas luces
como el cielo de Belén
tanta sombra como un eclipse lunar
Te concedo el derecho de pensarme
concédeme tú la ilusión de un sueño
que rompa las cadenas del tiempo
y comprima la distancia hasta tu cuerpo
Que no me quite el sufrimiento universal,
pero que duerma conmigo
la esperanza de la paz y el sudor de tus instintos
Hoy tengo para ti la mixtura perfecta
del gemido y la palabra
Déjame engendrarte en el cálido regazo
que deja la lluvia cuando besa la tierra,
aunque después, la madrugada
se escape por los poros de los años
y el eco del adiós se congele en nuestras bocas.
Vamos a pintar con dos sonrisas
la sangre de un clavel y el aroma de una rosa
Walter Faila
los suspiros quedan colgados de los péndulos!
Hoy tengo para ti tantas flores
como los jardines del rey,
tanta arena como los suelos de Arabia
La estructura de un hombre…
ni un dios ni un demonio
un hombre, con más defectos que virtudes,
y un puñado de letras para saciar la nada.
Te concedo el derecho de pensarme
Concédeme tú la ilusión de un sueño,
que se pose en la comisura de tus labios,
y me permita caminar entre estallidos y cadáveres,
entre la sangre y la miseria de este mundo,
sin perder la sensación de amar,
ni volverme insensible a los llantos de los niños
que dejaron su infancia, detrás de los fusiles y la guerra
Qué importa si después
los relojes se hacen muros de hierro entre nosotros
Hoy tengo para ti tantas luces
como el cielo de Belén
tanta sombra como un eclipse lunar
Te concedo el derecho de pensarme
concédeme tú la ilusión de un sueño
que rompa las cadenas del tiempo
y comprima la distancia hasta tu cuerpo
Que no me quite el sufrimiento universal,
pero que duerma conmigo
la esperanza de la paz y el sudor de tus instintos
Hoy tengo para ti la mixtura perfecta
del gemido y la palabra
Déjame engendrarte en el cálido regazo
que deja la lluvia cuando besa la tierra,
aunque después, la madrugada
se escape por los poros de los años
y el eco del adiós se congele en nuestras bocas.
Vamos a pintar con dos sonrisas
la sangre de un clavel y el aroma de una rosa
Walter Faila
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