O cavalo morto
Vi a névoa da madrugada
deslizar seus gestos de prata,
mover densidades de opala
naquele pórtico de sono.
Na fronteira havia um cavalo morto.
Grãos de cristal rolavam pelo
seu flanco nítido; e algum vento
torcia-lhes as crinas, pequeno,
leve arabesco, triste adorno,
- e movia a cauda ao cavalo morto.
As estrelas ainda viviam
e ainda não eram nascidas
ah ! as flores daquele dia ...
- mas era um canteiro o seu corpo:
um jardim de lírios, o cavalo morto.
Muitos viajantes contemplaram
a fluida música, a orvalhada
das grandes moscas de esmeralda
chegando em rumoroso jorro.
Adernava triste, o cavalo morto.
E viam-se uns cavalos vivos,
altos como esbeltos navios,
galopando nos ares finos,
com felizes perfis de sonho.
Branco e verde via-se o cavalo morto,
no campo enorme e sem recurso,
- e devagar girava o mundo
entre as suas pestanas, turvo
como em luas de espelho roxo.
Dava sol nos dentes do cavalo morto.
Mas todos tinham muita pressa,
e não sentiram como a terra
procurava, de légua em légua,
o ágil, o imenso, o etéreo sopro
que faltava àquele arcabouço.
Tão pesado, o peito do cavalo morto !
********************
EL CABALLO MUERTO
Vi la niebla de la madrugada
Deslizar sus gestos de plata,
Mover densidad de opala
En aquel pórtico de sueño.
En la frontera había un caballo muerto.
Los granos de cristal rodaban por
Su flanco nítido: y algún viento
Le hacía las crines, pequeño,
A arabesco, triste adorno
- y movía la cola al caballo muerto.
Las estrellas todavía vivían
Y aún no nacieron
¡Ay! Las flores de aquel día ...
- pero era un cantero su cuerpo:
Un jardín de lirios, el caballo muerto.
Muchos viajeros contemplaron
La fluida música, la orvalada
De las grandes moscas de esmeralda
Llegando a rumoroso chorro.
Adelante triste, el caballo muerto.
Y se veían unos caballos vivos,
Altos como esbeltos buques,
Galopando en los aires finos,
Con felices perfiles de sueño.
Blanco y verde se veía el caballo muerto,
En el campo enorme y sin recurso
- y lentamente giraba el mundo
Entre sus pestañas, turbio
En las lunas de espejo morado.
Daba el sol en los dientes del caballo muerto.
Pero todos tenían mucha prisa,
Y no se sintieron como la tierra
Y en el caso de la legua,
El ágil, el inmenso, el etéreo soplo
Que faltaba aquel marco.
¡Tan pesado, el pecho del caballo muerto!
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