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    Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 08:41

    Aldous Huxley


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    Aldous Leonard Huxley (Godalming, 26 de julio de 1894 - Los Ángeles, 22 de noviembre de 1963) fue un escritor y filósofo británico. Miembro de una reconocida familia de intelectuales, es conocido por sus novelas y ensayos, pero publicó también relatos cortos, poesías, libros de viajes y guiones. A través de sus novelas y ensayos, ejerció como crítico de los roles, convenciones, normas e ideales sociales. Se interesó, asimismo, por los temas espirituales, como la parapsicología y el misticismo, acerca de las cuales escribió varios libros. Es considerado uno de los más importantes representantes del pensamiento moderno.

    Por parte paterna, tanto su padre como su abuelo fueron biólogos. Su abuelo fue el célebre biólogo evolutivo británico Thomas Henry Huxley. Su padre, Leonard Huxley, biólogo también, dirigió la revista Cornhill Magazine. Por parte materna, su abuelo fue Tom Arnold, la madre de Aldous, Julia Arnold, una de las primeras mujeres que estudiaron en la Universidad de Oxford, era sobrina del poeta Matthew Arnold y hermana de la novelista Humphrey Ward, la protectora de Aldous cuando, al cumplir este catorce años, falleció su madre debido a un tumor.

    Leonard Huxley y Julia Arnold tuvieron cuatro hijos: Julian (1887), Trevenan (1889), Aldous (1894) y Margaret (1899). Su hermano, Julian Huxley, eminente biólogo, se convertiría en un destacado divulgador científico.

    Toda esta herencia familiar pesaría en su producción intelectual e inspiraría algunos de sus personajes.


    Aldous Huxley se educó en la más prestigiosa de las escuelas británicas, el Colegio Eton, cerca de Windsor (1908-1913). A los 16 años sufre un ataque violento de queratitis punctata, una grave enfermedad en los ojos que produce opacidad en las córneas y que lo mantiene prácticamente ciego durante 18 meses. Con admirable fuerza de voluntad, aprende a leer y a tocar el piano con el sistema Braille. Recupera la vista, pero en un ojo apenas es capaz de percibir la luz y en el otro solamente tiene una visión limitada. Años más tarde conocerá las teorías sobre la reeducación visual del doctor W. H. Bates y las pondrá en práctica, lo que lo llevará en poco tiempo a una mejora notable de su capacidad visual. Fruto de esta experiencia, escribe en 1942 El arte de ver (The Art of Seeing), donde relata la historia de cómo se recuperó de su casi completa ceguera.

    En 1912, su padre se casa con Rosalind Bruce,1​ de quien tendrá dos hijos, uno de ellos futuro Premio Nobel de Medicina, Andrew Huxley.

    Debido a su deficiente visión, Aldous abandona la idea de estudiar medicina y se gradúa en literatura inglesa en el Balliol College de Oxford (1913-1915). En 1914, su hermano Trevenan sufre una grave depresión nerviosa, huye de la clínica donde está internado y se suicida.


    Primeras obras

    Al cumplir los veintidós años, Aldous publica su primer libro, La rueda ardiente (1916), una colección de poemas, al cual seguirían tres volúmenes más de poesía: Jonás (1917), La derrota de la juventud y otros poemas (1918) y Leda (1920), ninguno de los cuales se ha editado todavía en español. Su primer trabajo fue como profesor en el colegio donde se había educado, Eton. Este trabajo no acababa de satisfacerlo y no tardó en abandonarlo.

    En 1919 contrae matrimonio con Marie Nys, una mujer belga refugiada en Inglaterra durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Tras la boda, el matrimonio se establece en el barrio de Hampstead, en Londres. Un año más tarde nacería su único hijo, Matthew.

    En 1919 pasa a formar parte del equipo de redactores de la prestigiosa revista Athenaeum (1919-1921), donde escribe con el seudónimo 'Autolycus', y a partir de 1920 colabora como crítico de teatro en la Westminster Gazzette. En estas revistas realiza gran variedad de trabajos: críticas dramáticas, de arte y de música, reseñas de libros y ensayos diversos. Algunos de estos artículos están recogidos en su libro Al margen (1923).

    Huxley y D. H. Lawrence

    La revista Athenaeum la dirige J. Middleton Murry, esposo de Katherine Mansfield y gran amigo del escritor D. H. Lawrence. En esta época nace una profunda amistad entre Huxley y Lawrence, quien quedaría retratado como el personaje Rampion de Contrapunto (Point Counter Point). A la muerte de Lawrence, en 1930, Aldous realiza una recopilación de sus cartas, que publica junto con un ensayo introductorio.

    Primeros cuentos

    En 1920 publica su primera obra en prosa, Limbo, un libro de cuentos. En los siete años siguientes publicará otras cuatro colecciones de cuentos: La envoltura humana (1922), Mi tío Spencer (1924), Dos o tres gracias (1926) y Fogonazos (1930).

    Primera novela

    El matrimonio se traslada a Italia en 1921; en un principio establece su residencia en Florencia y con posterioridad en Forte dei Marmi, al norte de Pisa, donde Huxley escribe su primera novela, Los escándalos de Crome (Crome Yellow, 1921), que le valió una sólida reputación como escritor. En esta obra describe a un grupo de intelectuales esnobs, sensuales y cínicos que pasan un fin de semana en Crome, la casa de campo de Henry y Priscilla Wimbush, una pareja típica de la sociedad inglesa de entonces. Hay muy poca acción en la novela y sí muchas disquisiciones literarias y filosóficas. En ella aparecen los intelectuales contra los que Huxley dirigió las sátiras más afiladas de su primera época.

    A partir de esta fecha, y durante el periodo de entreguerras, participa activamente en la vida literaria inglesa, y se convierte en un gran hostigador de la burguesía británica y sus costumbres, lo que le valió el apelativo de enfant terrible de las letras inglesas.

    Viajes

    Huxley fue un viajero empedernido. Tras el éxito de Los escándalos de Crome y de su segundo volumen de cuentos, La envoltura humana, el matrimonio adquiere un Citroën que, conducido por Marie, los llevará a lo largo de muchas carreteras europeas. Algunas de estas vivencias quedarán retratadas en A lo largo del camino: notas y ensayos de un turista (1925).

    En 1923 publica su segunda novela, Danza de sátiros, una obra divertida, con el humor y la jocosidad propios de los escritores ingleses de la época y una de las más irónicas del autor. A esta novela seguirá la publicación de Arte, amor y todo lo demás (1925).

    En 1925 hacen una breve escapada a Túnez, para emprender luego un viaje alrededor del mundo. Embarcan hacia la India, donde el matrimonio permanece cuatro meses visitando el país; continúan hacia Singapur, Birmania, Malasia, Filipinas, China, Japón y finalmente Estados Unidos. Las impresiones de este viaje quedarían recogidas en el libro Jesting Pilate, publicado un año más tarde.

    A su regreso, en el verano de 1926, el matrimonio se establece en Cortina, donde Aldous inicia una nueva novela, Contrapunto (1928), un alarde de virtuosismo técnico, complejidad y riqueza de personajes. Esta novela sería uno de sus mayores éxitos.

    En octubre de 1928 trasladan su residencia a Francia, inicialmente en Suresnes, a pocos kilómetros de París, donde permanecerán durante un año y medio, interrumpido por algunos viajes a Inglaterra, Italia y España.

    El primer viaje a España, en abril de 1929, lo realizan en coche desde Suresnes, con objeto de visitar el Museo del Prado en Madrid. Unos meses después regresan a España con motivo del Congreso de Cooperación Intelectual de Barcelona, al que Huxley ha sido invitado. Tras una semana en Barcelona, realizan un recorrido por España en el que visitan Tarragona, Valencia, Almería, Granada, Ronda, Jerez, Cádiz, Sevilla, Madrid, Burgos y finalmente regresan a Francia por San Sebastián. Su último viaje a España, en 1933, los llevaría a Madrid, Toledo, Ávila y Segovia.

    En 1930 adquiere una sencilla casa junto a la playa en el sur de Francia, próxima a la ciudad de Tolon, donde se aficiona a la pintura y pasa muchas horas elaborando retratos de su mujer, de su hijo o de alguna de sus visitas. Entre estas, la escritora argentina Victoria Ocampo, con la que mantendría una gran amistad.

    En 1931 inicia una colaboración en el Chicago Herald, a razón de un artículo semanal. Ese año publica un libro de poemas, Las cigarras y otros poemas, y una colección de ensayos sobre temas muy diversos, Música en la noche.





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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 08:44

    Obras:





    Novelas



    Los escándalos de Crome (Crome Yellow, 1921)
    Danza de sátiros (Antic Hay, 1923)
    Arte, amor y todo lo demás, o Esas hojas caídas, o Esas hojas estériles (Those Barren Leaves, 1925)
    Contrapunto (Point Counter Point, 1928)
    Un mundo feliz (Brave New World, 1932)
    Ciego en Gaza, o Con los esclavos en la noria (Eyeless in Gaza, 1936)
    Viejo muere el cisne, o Muere el cisne después del verano (After Many a Summer, o After Many a Summer Dies the Swan, 1939)
    El tiempo debe detenerse (Time Must Have a Stop, 1944)
    Mono y esencia (Ape and Essence, 1948)
    Los demonios de Loudun (The Devils of Loudun, 1952)7​
    El genio y la diosa, o Tardía confesión (The Genius and the Goddess, 1955)
    La isla (Island, 1962)



    Cuentos
    Colecciones:

    Limbo (1920), colección de 5 cuentos, 1 novela corta y 1 obra de teatro:
    "Farcical History of Richard Greenow" (novela corta), "Happily Ever After", "Eupompus Gave Splendour to Art by Numbers", "Happy Families" (obra de teatro), "Cynthia", "The Bookshop", "The Death of Lully"
    La envoltura humana, o Laberintos mortales (Mortal Coils) (1922), colección de 3 cuentos, 1 novela corta y 1 obra de teatro:
    "The Gioconda Smile" (novela corta), "Permutations Among the Nightingales" (obra de teatro), "The Tillotson Banquet", "Green Tunnels", "Nuns at Luncheon"
    Mi tío Spencer, o El pequeño mexicano, o El joven Arquímedes, o De la ceca a la Meca (Little Mexican and Other Stories, o Young Archimedes) (1924), colección de 4 cuentos y 2 novelas cortas:
    "Uncle Spencer" (novela corta), "Little Mexican", "Hubert and Minnie", "Fard", "The Portrait", "Young Archimedes" (novela corta)
    Dos o tres gracias (Two or Three Graces and Other Stories) (1926), colección de 3 cuentos y 1 novela corta:
    "Two or Three Graces" (novela corta), "Half Holiday", "The Monocle", "Fairy Godmother"
    Fogonazos (Brief Candles) (1930), colección de 3 cuentos y 1 novela corta:
    "Chawdron", "The Rest Cure", "The Claxtons", "After the Fireworks" (novela corta)
    After the Fireworks: Three Novellas (1936), colección de 3 novelas cortas anteriormente publicadas en diferentes colecciones de cuentos:
    "After the Fireworks", "Two or Three Graces", "Uncle Spencer"
    Collected Short Stories (1957), colección de 19 cuentos y 2 novelas cortas anteriormente publicadas en diferentes colecciones de cuentos y en la novela Los escándalos de Crome:
    De Limbo: "Happily Ever After", "Eupompus Gave Splendour to Art by Numbers", "Cynthia", "The Bookshop", "The Death of Lully"
    De Los escándalos de Crome: "Sir Hercules"
    De La envoltura humana]: "The Gioconda Smile" (novela corta), "The Tillotson Banquet", "Green Tunnels", "Nuns at Luncheon"
    De Mi tío Spencer: "Little Mexican", "Hubert and Minnie", "Fard", "The Portrait", "Young Archimedes" (novela corta)
    De Dos o tres gracias: "Half Holiday", "The Monocle", "Fairy Godmother"
    De Fogonazos: "Chawdron", "The Rest Cure", "The Claxtons"


    No publicados en colecciones:

    "The Dwarfs" (1921)
    "Las manos de Jacob" ("Jacob's Hands: A Fable") (escrito en 1944 con Christopher Isherwood; descubierto en 1997)3​
    "Los cuervos del jardín" ("The Crows of Pearblossom") (1944; libro infantil en 1967; libro ilustrado en 2011)
    Obras de teatro
    The Discovery: A Comedy in Five Acts (1924), escrita por Frances Sheridan, adaptada para la escena moderna por Huxley
    The World of Light: A Comedy in Three Acts (1931)8​
    La sonrisa de la Gioconda (Mortal Coils: Play) (1948), versión de la novela corta "La sonrisa de la Gioconda" ("The Gioconda Smile")
    The Genius and the Goddess (1958), coescrita con Betty Wendel, versión de la novela El genio y la diosa
    The Ambassador of Captripedia (1967)
    Now More Than Ever (2000), obra perdida descubierta por el Departamento de Literatura Inglesa de la Universidad de Münster, Alemania



    Poesía
    Colecciones:

    La rueda ardiente (The Burning Wheel) (1916), colección de 31 poemas:9​
    "The Burning Wheel", "Doors of the Temple", "Villiers de L'Isle-Adam", "Darkness", "Mole", "The Two Seasons", "Two Realities", "Quotidian Vision", "Vision", "The Mirror", "Variations on a Theme of Laforgue", "Philosophy", "Philoclea in the Forest", "Books and Thoughts", "Contrary to Nature and Aristotle", "Escape", "The Garden", "The Canal", "The Ideal found wanting", "Misplaced Love", "Sonnet", "Sentimental Summer", "The Choice", "The Higher Sensualism", "Sonnet", "Formal Verses", "Perils of the Small Hours", "Complaint", "Return to an Old Home", "Fragment", "The Walk"
    Jonás (Jonah) (1917), colección de 12 poemas:10​
    "Jonah", "Behemoth", "Minoan Porcelain", "Zoo Celeste", "Sonnet a l'Ingenue", "Dix-Huitieme Siecle", "Hommage a Jules Laforgue", "Sententious Song", "The Oxford Volunteers", "The Contemplative Soul", "The Betrothal of Priapus", "Farewell to the Muses"
    La derrota de la juventud y otros poemas (The Defeat of Youth, and Other Poems) (1918), colección de 36 poemas:11​
    "The Defeat of Youth", "Song of Poplars", "The Reef", "Winter Dream", "The Flowers", "The Elms", "Out of the Window", "Inspiration", "Summer Stillness", "Anniversaries", "Italy", "The Alien", "A Little Memory", "Waking", "By the Fire", "Valedictory", "Love Song", "Private Property", "Revelation", "Minoan Porcelain", "The Decameron", "In Uncertainty to a Lady", "Crapulous Impression", "The Life Theoretic", "Complaint of a Poet Manqué", "Social Amenities", "Topiary", "On the Bus", "Points and Lines", "Panic", "Return from Business", "Stanzas", "Poem", "Scenes of the Mind", "L'Après-Midi D'un Faune", "The Louse-Hunters"
    Leda (1920), colección de 26 poemas:12​
    "Leda", "The Birth of God", "On Hampstead Heath", "Sympathy", "Male and Female Created He Them", "From the Pillar", "Jonah", "Variations on a Theme", "A Melody By Scarlatti", "A Sunset", "Life and Art", "First Philosopher's Song", "Second Philosopher's Song", "Fifth Philosopher's Song", "Ninth Philosopher's Song", "Morning Scene", "Verrey's", "Frascati's", "Fatigue", "The Merry-Go-Round", "Back Streets", "Last Things", "Gothic", "Evening Party", "Beauty", "Soles Occidere et Redire Possunt"
    Poemas escogidos (Selected Poems) (1925), colección de 41 poemas publicados en colecciones anteriores:13​
    "Song of Poplars", "The Reef", "The Flowers", "The Elms", "Out of the Window", "Summer Stillness", "Inspiration", "Anniversaries", "Italy", "The Alien", "A Little Memory", "Waking", "By the Fire", "Valedictory", "Private Property", "Revelation", "Minoan Porcelain", "In Uncertainty to a Lady", "Crapulous Impression", "Complaint of a Poet Manqué", "Social Amenities", "Topiary", "On the Bus", "Points and Lines", "Panic", "Stanzas", "Poem", "Scenes of the Mind", "L'Après-Midi d'un Faune", "Mole", "Two Realities", "Quotidian Vision", "The Mirror", "Variations on a Theme of Laforgue", "Philosophy", "Philoclea in the Forest", "Books and Thoughts", "The Higher Sensualism", "Formal Verses", "Perils of the Small Hours", "Return to an Old Home"
    Arabia Infelix and Other Poems (1929)
    Las cigarras y otros poemas (The Cicadas and Other Poems) (1931)

    Poesía completa (The Collected Poetry of Aldous Huxley) (1971), colección de la mayoría de los poemas contenidos en La rueda ardiente, La derrota de la juventud y otros poemas, Leda y Las cigarras y otros poemas




    Guiones

    Más fuerte que el orgullo (1940), en colaboración con Jane Murfin y Helen Jerome
    Madame Curie (1943), sin acreditar, en colaboración con Paul Osborn y Paul H. Rameau
    Jane Eyre (1943), en colaboración con John Houseman y Robert Stevenson
    A Woman's Vengeance (1947)
    Guion original (rechazado) de la película animada de Disney Alicia en el país de las maravillas (1951)14​


    No ficción

    Artículos

    Escritos para Vedanta and the West:

    "Distractions" (1941)
    "Distractions II" (1941)
    "Action and Contemplation" (1941)
    "An Appreciation" (1941)
    "The Yellow Mustard" (1941)
    "Lines" (1941)
    "Some Reflections of the Lord's Prayer" (1941)
    "Reflections of the Lord's Prayer" (1942)
    "Reflections of the Lord's Prayer II" (1942)
    "Words and Reality" (1942)
    "Readings in Mysticism" (1942)
    "Man and Reality" (1942)
    "The Magical and the Spiritual" (1942)
    "Religion and Time" (1943)
    "Idolatry" (1943)
    "Religion and Temperament" (1943)
    "A Note on the Bhagavatam" (1943)
    "Seven Meditations" (1943)
    "On a Sentence From Shakespeare" (1944)
    "The Minimum Working Hypothesis" (1944)
    "From a Notebook" (1944)
    "The Philosophy of the Saints" (1944)
    "That Art Thou" (1945)
    "That Art Thou II" (1945)
    "The Nature of the Ground" (1945)
    "The Nature of the Ground II" (1945)
    "God in the World" (1945)
    "Origins and Consequences of Some Contemporary Thought-Patterns" (1946)
    "The Sixth Patriarch" (1946)
    "Some Reflections on Time" (1946)
    "Reflections on Progress" (1947)
    "Further Reflections on Progress" (1947)
    "William Law" (1947)
    "Notes on Zen" (1947)
    "Give Us This Day Our Daily Bread" (1948)
    "A Note on Gandhi" (1948)
    "Art and Religion" (1949)
    "Foreword to an Essay on the Indian Philosophy of Peace" (1950)
    "A Note on Enlightenment" (1952)
    "Substitutes for Liberation" (1952)
    "The Desert" (1954)
    "A Note on Patanjali" (1954)
    "Who Are We?" (1955)
    "Foreword to the Supreme Doctrine" (1956)
    "Knowledge and Understanding" (1956)
    "The 'Inanimate' is Alive" (1957)
    "Symbol and Immediate Experience" (1960)


    Ensayos

    Moksha: Writings on Psychedelics and the Visionary Experience 1931-1963, 1977
    Colecciones:

    Al margen (On the Margin: Notes and Essays, 1923)
    Essays New and Old (1926)
    Proper Studies: The Proper Study of Mankind Is Man (1927)
    Do What You Will (1929)15​
    Holy Face and Other Essays (1929)
    Vulgarity in Literature: Digressions from a Theme (1930)
    Música en la noche (Music at Night and other Essays, 1931)
    Texts and Pretexts: An Anthology with Commentaries (1932)
    ¿Cómo lo resuelve Ud.? El problema de la paz constructiva, o ¿Cómo lo resuelve usted? El problema de la paz constructiva (What are you going to do about it? The case for reconstructive Peace, 1936)
    The Olive Tree and Other Essays (1936)16​
    El fin y los medios, o El fin y los medios. Sobre los ideales y los métodos empleados para su realización (Ends and Means: An Enquiry into the Nature of Ideals and the Methods Employed for their Realization, 1937)
    Words and their Meanings (1940)
    Eminencia gris (Grey Eminence, 1941)
    La doble crisis (The Double Crisis, 1949)
    Temas y variaciones (Themes and Variations, 1950)
    Adonis y el alfabeto (Adonis and the Alphabet and Other Essays, en Estados Unidos: Tomorrow and Tomorrow and Tomorrow, 1956)
    Collected Essays (1958)
    Nueva visita a un mundo feliz (Brave New World Revisited, 1958)
    On Art and Artists: Literature, Painting, Architecture, Music (1960)
    Literatura y ciencia (Literature and Science, 1963)
    Moksha. Escritos sobre psicodelia y experiencias visionarias 1931-1963 (Moksha: Writings on Psychedelics and the Visionary Experience 1931–1963, 1977)
    La situación humana (The Human Situation: Lectures at Santa Barbara, 1959, 1977)
    Huxley y Dios, o Huxley y Dios: ensayos, o Sobre la Divinidad (Huxley and God: Essays, 1991), ensayos publicados en la revista Vedanta and the West entre 1941 y 1960


    No publicados en colecciones:

    La filosofía perenne (The Perennial Philosophy, 1945)
    Ciencia, libertad y paz (Science, Liberty and Peace, 1946)
    Las puertas de la percepción (The Doors of Perception, 1954)
    Cielo e infierno (Heaven and Hell, 1956)


    Folletos

    Pacifism and Philosophy (1935)
    1936 . . . PEACE? (1936)
    What Are You Going to Do about It?: The Case for Constructive Peace (1936)
    The Most Agreeable Vice (1938)
    The Politics of Ecology: The Question of Survival (1963)
    Literatura de viajes
    A lo largo del camino, o A lo largo del camino: notas y ensayos de un turista (Along the Road: Notes and Essays of a Tourist, 1925)
    Jesting Pilate , o Jesting Pilate: The Diary of a Journey, o Jesting Pilate: An Intellectual Holiday (1926)
    Más allá del golfo de México (Beyond the Mexique Bay, 1934)


    Otros
    Eminencia gris (Grey Eminence: A Study in Religion and Politics, 1941), biografía
    El arte de ver, o Un arte de ver (The Art of Seeing: An Adventure in Re-education) (1942), exploración del desacreditado método Bates
    Selected Letters (2007), cartas




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    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
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    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 08:46

    Aldous Huxley



    Nace el 26 de Julio de 1894 en Godalming, condado de Surrey, cerca de Londres, en el seno de una familia inglesa de gran tradición intelectual. Por parte paterna, su abuelo fue el célebre biólogo británico Thomas Henry Huxley (1) y su padre, Leonard Huxley, biólogo también, dirigió la revista Cornhill Magazine. Su madre, Julia Arnold, una de las primeras mujeres en estudiar en Oxford, era nieta del poeta Matthew Arnold y hermana de la novelista Mrs. Humphrey Ward, la cual, ejerció de protectora de Aldous cuando a los catorce años, se produjo la muerte de su madre debido a un tumor.

    El matrimonio de Leonard Huxley y Julia Arnold tuvo cuatro hijos: Julian (1887), Trevenan (1889), Aldous (1894) y Margaret (1899). Su hermano, Sir Julian S. Huxley (2), eminente biólogo, que se convertiría en un destacado divulgador científico.

    Toda esta herencia familiar pesará en su producción intelectual e inspirará algunos de sus personajes.

    Aldous Huxley se educó en la más prestigiosa de las escuelas británicas, Eton, cerca de Winsor (1908-1913). A los 16 años sufre un ataque violento de queratitis punctata, una grave enfermedad en los ojos que produce opacidad en las córneas y que lo mantiene prácticamente ciego durante 18 meses. Con admirable fuerza de voluntad, aprende a leer y a tocar el piano con el sistema Braille. Recupera la vista, pero en un ojo apenas es capaz de percibir la luz y en el otro sólo tiene una visión limitada. Años mas tarde, conocerá las teorías sobre la reeducación visual del doctor W.H. Bates y las pondrá en práctica, lo que le llevará en poco tiempo a una mejora notable en su capacidad visual. Fruto de esta experiencia, escribe en 1942, El Arte de Ver (The Art of Seeing), donde relata la historia de cómo se recuperó de su casi completa ceguera.

    En 1912, su padre se casa con Rosalind Bruce, de quien tendrá dos hijos, uno de ellos futuro Premio Nobel de Medicina, Andrew Huxley.

    Debido a su deficiente visión, abandona la idea de estudiar medicina y se gradúa en literatura inglesa en el Balliol College de Oxford (1913-1915). En 1914, su hermano Trevenan sufre una grave depresión nerviosa, huye de la clínica donde ha sido internado y se suicida.

    Al cumplir los veintidós años publica su primer libro, The Burning Wheel (1916), una colección de poemas, al cual seguirían tres volúmenes más de poesía: Jonah (1917), The Defeat of Youth (1918) y Leda (1920), ninguno de los cuales ha sido editado en español.

    Su primer trabajo fue como profesor en el colegio donde se había educado, Eton. Este trabajo no le satisfacía suficiente y no tardó en abandonarlo.

    Foto maria y MatthewEn 1919 contrae matrimonio con Marie Nys, una mujer belga refugiada en Inglaterra durante la Gran Guerra. Tras la boda, el matrimonio se establece en el barrio de Hampstead, en Londres. Un año más tarde nacería su único hijo, Matthew.

    En 1919 pasa a formar parte del equipo de redactores de la prestigiosa revista Athenaeum (1919-1921), donde escribe bajo el seudónimo Antolycus, y a partir de 1920 colabora cómo crítico de teatro en la Westminster Gazzette. En éstas revistas realiza gran variedad de trabajos: críticas dramáticas, de arte y de música, reseñas de libros y ensayos diversos. Algunos de estos artículos están recogidos en su libro Al margen (On the margin: notes and essays, 1923).

    La revista Athenaeum la dirige J. Middleton Murray, esposo de Katherine Mansfield y gran amigo del escritor D.H. Lawrence. En esta época nace una profunda amistad entre Huxley y Lawrence, el cual, quedaría retratado en el personaje de Rampion de Contrapunto (Point Counter Point). A la muerte de Lawrence, en 1930, Aldous realiza una recopilación de sus cartas que publica junto con un ensayo introductorio. (3)

    En 1920 publica su primera obra en prosa, Limbo (Limbo), un libro de cuentos. En los siete años siguientes publicará otras cuatro colecciones de cuentos: La envoltura humana (Mortal Coils: five stories, 1922), Mi tío Spencer (Little Mexican, 1924), Dos o tres gracias (Two or Three gracer: four stories, 1926) y Fogonazos (Brief Candles, 1927).

    Foto Aldous JovenEl matrimonio se traslada a Italia en 1921, estableciendo inicialmente su residencia en Florencia y con posterioridad en Forte dei Marmi, al norte de Pisa, donde Huxley escribe su primera novela, Los escándalos de Crome (Chrome Yellow, 1921), que le valió una sólida reputación como escritor. En esta obra describe a un grupo de intelectuales snobs, sensuales y cínicos que pasan un fin de semana en Crome, la casa de campo de Henry y Priscilla Wimbush, una pareja típica de la sociedad inglesa de entonces. Hay muy poca acción en la novela y si muchas disquisiciones literarias y filosóficas. En ella aparecen los intelectuales contra los que Huxley dirigió las sátiras más afiladas de su primera época.

    A partir de esta fecha, y durante el periodo de entreguerras, participa activamente en la vida literaria inglesa, convirtiéndose en un gran hostigador de la burguesía británica y sus costumbres, lo que le valió el apelativo de enfant terrible de las letras inglesas.

    Huxley fue un viajero empedernido. Tras el éxito de Los escándalos de Crome y su segundo volumen de cuentos, La envoltura humana, el matrimonio adquiere un Citroën, que conducido por Marie les llevará a lo largo de muchas carreteras europeas, algunas de esas vivencias quedarán retratadas en A lo largo del camino (Along the road: notes and essays of a tourist, 1925).

    En 1923, publica su segunda novela, Danza de Sátiros (Antic Hay, 1923), una obra divertida, con el humor y la jocosidad propios de los escritores ingleses de la época y una de las más irónicas del autor. A esta novela, seguirá la publicación de Arte, amor y todo lo demás (Those Barren Leaves, 1925).

    En 1925 hacen una breve escapada a Túnez, para a continuación emprender un viaje alrededor del mundo. Embarcan hacía la India, donde el matrimonio permanece cuatro meses visitando el país, continúan hacia Singapur, Birmania, Malasia, Filipinas, China, Japón y finalmente Estados Unidos. Las impresiones de este viaje quedarían recogidas en el libro Jesting Pilate: An Intellectual Holiday publicado un año más tarde.

    A su regreso, en el verano de 1926, el matrimonio se establece en Cortina (Italia), donde Aldous inicia una nueva novela, Contrapunto (Point Counter Point, 1928), un alarde de virtuosismo técnico, complejidad y riqueza de personajes. Esta novela sería uno de sus mayores éxitos.

    En octubre de 1928, trasladan su residencia a Francia, inicialmente en Suresnes, a pocos kilómetros de París donde permanecerían durante año y medio interrumpidos por algunos viajes a Inglaterra, Italia y España.

    Foto Huxleys de viajeEl primer viaje a España, en abril de 1929, lo realizan en coche desde Suresnes, con objeto de visitar el Museo del Prado en Madrid. Unos meses después regresan a España con motivo del Congreso de Cooperación Intelectual de Barcelona al que Huxley ha sido invitado. Tras una semana en Barcelona, realizan un recorrido por España visitando las ciudades de Tarragona, Valencia, Almería, Granada, Ronda, Jerez, Cádiz, Sevilla, Madrid, Burgos y finalmente regresan a Francia por San Sebastián. Su último viaje a España, en 1933, les llevaría a Madrid, Toledo, Ávila y Segovia.

    En 1930, adquiere una sencilla casa junto a la playa en el sur de Francia, próxima a la ciudad de Tolon, donde se aficiona a la pintura, pasando muchas horas pintando retratos de su mujer, de su hijo o de alguna de sus visitas. Entre estas está la escritora argentina Victoria Ocampo con la que mantendría una gran amistad.

    En 1931 inicia una colaboración en el Chicago Herald, a razón de un artículo semanal. Ese año publica un libro de poemas The Cicadas y una colección de ensayos sobre temas muy diversos, Música en la Noche (Music at the Night, 1931).

    En 1932, escribe en cuatro meses, la obra que le haría más famoso: Un Mundo Feliz (Brave New World, 1932), visión futurista y pesimista del mundo, donde muestra una sociedad regida por el condicionamiento psicológico como parte de un sistema inmutable de castas.

    Durante el verano de 1932 prepara Texts and Pretexts, una antología de poesías, la mayoría pertenecientes a poetas ingleses, clasificadas por temas y acompañadas de breves comentarios.

    Al año siguiente, el matrimonio se embarca en el Britannic rumbo a América Central. Visitan el Caribe, Guatemala, Honduras y México. Las impresiones de este viaje quedarán plasmadas en un libro, Más allá del Golfo de México (Beyond the Mexique Bay, 1934).

    A su regreso a Francia, Huxley reanuda la escritura de una novela sobre la que llevaba trabajando tres años, Ciego en Gaza (Eyeless in Gaza, 1936). Esta novela, personal e íntima, trata el conflicto entre lo intelectual y lo sexual, y su resolución a través del misticismo. Con esta obra concluye una etapa en la que predomina el escepticismo, iniciándo un interés creciente por el misticismo, interés que le acompañaría hasta su muerte.

    "El interés negativo se tornó positivo, no a resultas de un sólo suceso, sino más bien porque todo lo demás -el arte, la ciencia, la literatura, los placeres del pensamiento y de las sensaciones- terminaron por parecerme insuficientes. Uno llega a un punto en el que se dice, incluso al pensar en Beethoven, al pensar en Shakespeare: ¿Eso es todo?"

    Ese mismo año publica un nuevo volumen de ensayos, The Olive Tree (1936) y a partir de entonces, aumentaría considerablemente la producción de ensayos, medio de expresión en el que se sentía más cómodo. En ellos aborda un sinfín de temas: arte, música, literatura, historia, psicología, pedagogía, política, ciencia, etc.

    En abril de 1937, los Huxley abandonan su residencia en Francia, y en compañía de su amigo Gerald Heard, parten hacia los Estados Unidos en busca de una universidad en la que pueda estudiar su hijo. Prevén permanecer nueve meses en el país, pero será una estancia para toda la vida. A su llegada, realizan un viaje en coche por varios estados americanos, para acabar en la finca que el difunto Lawrence posee en Nuevo México donde pasan el verano y donde Huxley concluye El Fin y los Medios (Ends and Means, 1937), ágiles ensayos que nos describen su credo pacifista que ya había defendido en la última parte de Ciego en Gaza.

    En septiembre reanudan su marcha rumbo a California, estableciéndose en Los Angeles. En Hollywood traban amistad con actores como Charlie Chaplin y Greta Garbo y directores de cine como Cukor y Korda. En sus primeros años en Estados Unidos, escribe guiones para la industria cinematográfica (4). El mundo de Hollywood quedará retratado en su siguiente novela, Viejo muere el Cisne (After many a summer dies the swam, 1939).

    Dos años mas tarde, publica una biografía, Eminencia Gris (Grey Eminence: a study in religion and politics – a biography of father Joseph, 1941) que familiariza al lector con la vida del padre José, principal consejero y emisario del Cardenal Richelieu en la Francia del siglo XVII. Con admirable capacidad de síntesis y de forma muy dinámica el autor va exponiendo la compleja historia europea que sirve de fondo a las actividades de este monje capuchino.

    Ese año, 1941, a través de su amigo el escritor Christopher Isherwood se introduce de lleno en la literatura mística de la India, conoce a Swami Prabhavananda y La Sociedad Vendata de Los Angeles, e inicia una colaboración, que se prolongaría hasta 1960, en su revista bimensual Vendata and the west.

    Foto LlanoEn 1942, los Huxley abandonan Los Angeles y se retiran a vivir a Llano, pequeña localidad californiana situada al borde del desierto de Mojave. Huxley amaba el desierto por su poder simbólico y le gustaba pasear por el. Sus lecturas y meditaciones en el desierto le llevan a escribir su siguiente novela, El Tiempo debe detenerse (Time must have a stop, 1944), inspirada en una de sus lecturas preferidas, El Libro Tibetano de los Muertos o Bardol Thödol; y una antología comentada de textos místicos de todos los tiempos, La Filosofía Perenne (The Perennial Philosophy, 1945).

    Al concluir la guerra, el matrimonio abandona la soledad del desierto para instalarse en Wrightwood, un caserío situado en pleno bosque, en lo alto de la sierra que separa Los Angeles y Mojave y donde residen hasta 1949. Aquí escribe un pequeño volumen de ensayos, Ciencia, Libertad y Paz (Science, Liberty and Peace, 1946) y una narración breve, en forma de guión cinematográfico, Mono y Esencia (Ape and Essence, 1948).

    En 1948 regresan a Europa visitando París, Roma y su antigua residencia en el sur de Francia. A su vuelta a Estados Unidos se trasladan, una vez mas, a una nueva casa con amplio jardín en King´s Road, en las afueras de Los Angeles.

    Foto HuxleyEl año 1950 señala un alto en la labor literaria de Aldous. En primavera acude con Marie a Nueva York, donde se estrena la adaptación teatral de su cuento La Sonrisa de la Gioconda (The Gioconda Smile, 1948), y asisten a la boda de su hijo Matthew, antes de emprender un nuevo viaje a Europa. Ese verano visitan la pequeña ciudad francesa de Loudun, escenario de un singular caso acontecido en el siglo XVII, en el que un grupo de monjas son víctimas de una posesión demoniaca. Este hecho histórico le lleva a realizar un interesante estudio psicológico del mismo en una de sus obras más notables, Los Demonios de Loudun (The Devils of Loudun) publicada en 1952, en plena caza de brujas del senador McCarthy.

    En enero de 1952, operan a Marie de un quiste maligno de mama, primera manifestación del cáncer que la devoraría en el transcurso de los tres años siguientes.

    A partir de entonces se produce un notable cambio de actitud en Huxley, iniciándose un periodo de apariciones públicas constantes que en sus últimos años se producen a un ritmo vertiginoso. Así, son muchos y variados los visitantes recibidos en su casa, aparece en programas de radio o televisión y sobre todo empieza a dar conferencias en universidades americanas cada vez con mayor frecuencia.

    En 1953, Aldous lee un artículo sobre el empleo de la mescalina en el tratamiento de la esquizofrenia y llevado por su interés conoce a uno de sus autores, el Dr. Humphry Osmond, con el que establecería una importante amistad. En la primavera de 1953, bajo la supervisión del Dr. Osmond y de su mujer, decide experimentar por sí mismo esta droga, ingiriendo cuatro decigramos de mescalina. Huxley describe esta primera experiencia con una sustancia psicodélica en un breve volumen, The Doors of Perception (Las Puertas de la Percepción, 1954) donde explica paso a paso las impresiones de aquel día.

    Entre los años 1953 y 1963, experimentó una docena de veces con sustancias psicodélicas (mescalina, LSD y psilocibina) llevado por un interés de índole intelectual. En 1956 publica un segundo libro sobre estas drogas, Cielo e Infierno (Heaven and Hell), un libro que nos ofrece una amplia panorámica de la ciencia, el arte y la religión a base de pequeños esbozos.

    En 1954 el matrimonio realiza un nuevo viaje a Europa. Para Marie, el viaje será su despedida de sus familiares pues tan solo le resta un año de vida. Primero viajan a Francia y de allí visitan Egipto, Líbano, Palestina, Chipre, Grecia y acaban regresando a la Italia de sus primeros años de matrimonio. De vuelta en California, Huxley da fin a una nueva novela, El Genio y la Diosa (The Genius and the Goddess, 1955).

    A lo largo del invierno, la salud de Marie empeora aquejada de un cáncer de hígado y el 12 de Febrero de 1955, tras 35 años de matrimonio, muere en su casa acompañada hasta el último instante por su marido. (5)

    Tras dos meses de soledad, el escritor emprende un largo viaje por carretera hacia Arizona, Texas, Florida, Carolina y finalmente Nueva York donde reanuda su vida con una actividad inusitada. Tras el verano, regresa a Los Angeles donde retorna a su vida habitual.

    Foto Aldous y LauraEl 19 de mayo de 1956, en Yuma, Arizona, contrae matrimonio con la violinista y psicoterapeuta italiana Laura Archera (6), cuya vitalidad y dinamismo serán un poderoso estímulo para las actividades emprendidas durante los últimos años de su vida. Poco después de casarse, se trasladan a una casa en una de las colinas de Hollywood.

    Esos años publica dos nuevas colecciones de ensayos, Adonis y el Alfabeto (Adonis and the Alphabet, 1956) y Nueva visita a un Mundo Feliz (Brave New World Revisited, 1958) e inicia un periplo de largos viajes: Perú, Brasil (invitado por el gobierno de este país), Italia (donde emprende un ciclo de conferencias por diferentes ciudades), Inglaterra (donde visita a su familia), Suiza (asiste a las conferencias de Krisnamurti) y Dinamarca (invitado a un congreso de psicología aplicada) y finalmente, en 1961, regresa a la India para el centenario de Tagore en Nueva Delhi.

    Pero los viajes mas significativos para Aldous en estos últimos años los realiza por Estados Unidos, de universidad en universidad, impartiendo conferencias y cursos: San Francisco, Stanford, Berkeley, Santa Bárbara, Massachusetts, Nueva York, etc.

    El 12 de mayo de 1961, un incendio destruye completamente su casa en Hollywood, perdiendo todas sus pertenencias y recuerdos, a excepción de unos pocos objetos que logra recatar, entre los que se encuentra el violín de Laura (un Guarnieri construido en Cremona en 1707) y el manuscrito de su última novela, La Isla (Island, 1962), en la que llevaba trabajando cinco años. La Isla constituye una especie de testamento literario, donde el autor recrea un orden social que bien podría considerarse como la contraparte de Un Mundo Feliz.

    En 1960 le habían diagnosticado un tumor en la lengua, que a base de radioterapia, logra contener durante dos años. A pesar de su extrema debilidad por los duros tratamientos, continua con los compromisos adquiridos impartiendo conferencias y asistiendo a congresos. Termina su último libro, Literatura y Ciencia (Literature and Science, 1963), publicado dos meses antes de su muerte y en el que trata de aproximar el mundo del arte y el de la ciencia. En 1963 asiste en Roma a un congreso mundial sobre agricultura y es recibido por el papa Juan XXIII, regresa a Estados Unidos a continuar con el tratamiento y con renovadas fuerzas viaja a Suecia donde asiste a la Academia Mundial de las Artes y las Ciencias. Ese verano lo pasa en Inglaterra con sus familiares y amigos.

    El 22 de Noviembre de 1963, el mismo día del asesinato del presidente John F. Kennedy, muere a los sesenta y nueve años de edad, perdiendo el mundo una inteligencia excepcional. A su muerte, le fue leído al oído, según su propio deseo, El Libro Tibetano de los Muertos. Fue incinerado y sus cenizas fueron trasladadas ocho años más tarde a Inglaterra donde descansan junto con las de su familia.


    Aldous Huxley tenía un saber enciclopédico fruto de una gran curiosidad intelectual. Era un hombre de ingenio incisivo y pensamiento abierto, que además de interesarse profundamente por el misticismo, también lo hizo por el mundo cotidiano y sus exigencias: la paz, la ciencia, la conservación de los recursos naturales, etc. Su mentalidad no aceptó nunca el juego gratuito de las ideas y en su pensamiento encontramos la necesidad de aportar al mundo una estructura útil.



    NOTAS subir

    1. Thomas Henry Huxley (1825-1895). Estudio medicina en Londres. A los 21 años, se licenció y embarcó cómo ayudante de cirujano en el Rattlesnake, fragata de la marina real que realizó una expedición científica por Australia y Nueva Guinea entre 1846 y 1850. A su regreso, fue profesor de zoología y de anatomía comparada en Londres. Amigo de Darwin, defendió vigorosamente la teoría de la evolución. Fue un pionero en la enseñanza práctica de la biología.

    Foto Julian2. Sir Julian S. Huxley (1887-1975). Biólogo británico. Profesor de zoología en el King´s college de Londres (1925-1927), secretario de la Sociedad Zoológica de Londres (1935-1942), fue el primer director general de la UNESCO (1946-1948). Se ha interesado por los problemas de la evolución y por la enseñanza de la zoología. Es autor de un gran número de conferencias, films, artículos y obras de información científica.

    3. Correspondencia. I y II / D. H. Lawrence. Recopilación y prólogo: Aldous Huxley.
    Ediciones de nuevo arte Thor, D.L. 1984. Colección: El laberinto ; 9 y 10. ISBN: 84-7327-090-8 y 84-7327-093-2

    4. Véase el apartado "Cine y Televisión"

    5. La descripción de las últimas horas de Marie quedaron plasmadas en una carta remitida por Aldous a sus familiares y amigos íntimos y que reproduce Laura Huxley en su libro "Ese momento sin tiempo".

    Foto Laura6. Laura Archera Huxley. Nació en Turín en 1914. En 1936 llegó a Nueva York como brillante violinista, y tres años después se trasladó a Los Angeles, donde comenzó a interesarse por la psicoterapia y el desarrollo espiritual. Es autora de los libros "Tu no eres el blanco" (1963) y "Entre el Cielo y la Tierra" (1975) y de diversos textos que reflejan su preocupación por la infancia.




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    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 08:48

    Aldous Huxley


    (Aldous Leonard Huxley, Godalming, 1894 - Los Ángeles, 1963) Novelista y ensayista inglés de prosa enciclopédica y a la vez visionaria. Nieto de Thomas Henry Huxley, que había sido el principal defensor de la teoría de la evolución en tiempos de Darwin, y hermano del también eminente biólogo Julian Huxley, Aldous Huxley se educó en una familia de sólida tradición intelectual. En su juventud quedó prácticamente ciego, y en 1942 publicó un libro, El arte de ver, acerca de sus esfuerzos para recuperar la visión. Se graduó en literatura inglesa en el Balliol College de Oxford (1913-1915) y trabajó para la célebre revista Athenaeum y como crítico de teatro en la Westminster Gazzette.
    Sus primeras publicaciones fueron colecciones de versos, entre ellos The Burning Wheel (1916), Jonah (1917) y Leda (1920). De su prosa, la primera entrega fue Limbo (1920), y prosiguió con cuentos como los de La envoltura humana (1922). Ya en 1921 publicó su primera novela, Los escándalos de Crome, crítica mordaz de los ambientes intelectuales.

    Huxley viajó constantemente con su esposa, tanto por Europa como por Estados Unidos, América y la India. Residió en Italia, donde escribió una de sus obras notables, Contrapunto (1928), en la cual despliega su solidez intelectual y las técnicas novedosas del arte de la novela.

    En 1932 publicó otra gran obra, Un mundo feliz, tal vez su libro más importante y uno de los que lo hizo más conocido: una ficción futurista de carácter visionario y pesimista de una sociedad regida por un sistema de castas, y donde imagina una sustancia o droga llamada soma, utilizada con fines totalitarios. Un mundo feliz ocupa un lugar de privilegio entre las ficciones distópicas del siglo XX, junto a novelas como 1984, de George Orwell, y Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. En 1936 publicó Ciego en Gaza, de carácter autobiográfico, en el que desarrolló la contraposición entre intelecto y sexo.

    Tras ello comenzó su "época mística"; en 1941 se acercó a la literatura religiosa de la India, tuvo contactos con La Sociedad Vedanta de Los Ángeles y colaboró en la revista Vedanta and the West hasta 1960. En 1944 publicó El Tiempo debe detenerse, inspirada por El Libro Tibetano de los muertos, y en 1946 una colección comentada de textos místicos de todos los tiempos, La filosofía perenne, libro que ha ejercido influencia por el punto de vista tan abierto adoptado para sustentar la idea de lo sagrado; aquí contrapuso la espiritualidad mística a la técnica y pragmatismo modernos.

    En 1948 publicó Mono y esencia, prosa intelectual que influyó en varios escritores, entre ellos el cubano José Lezama Lima, que recomendaba su lectura en su "curso délfico". A partir de la década de 1950 inició una nueva etapa de su vida relacionada con las experiencias con las drogas, de las que resultó su popular libro Las puertas de la percepción (1954), que tuvo también mucha influencia en la sociedad norteamericana. En 1963 dio a conocer su última obra, Literatura y ciencia, que como el título indica es una aproximación entre ambos mundos.


    Además de ser considerado uno de los iniciadores de la psicodelia (por sus meditaciones en torno a las experiencias con mezcalina y LSD), Aldous Huxley fue el portavoz de la clase intelectual de la primera mitad del siglo XX; siguió paso a paso a sus contemporáneos desde el escepticismo superficial hasta la angustia trágica de un mundo vuelto impersonal por las nuevas y monstruosas técnicas de las guerras sucesivas. Sus libros permanecen no sólo por su valor documental, sino también por la fresca lozanía de su prosa y por un cierto sabor original hecho de erudición, de ironía y de seriedad.




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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 08:52

    Un mundo feliz (en inglés, Brave New World)



    Un mundo feliz (en inglés, Brave New World) es la novela más famosa del escritor británico Aldous Huxley, publicada por primera vez en 1932. La novela es una distopía que anticipa el desarrollo en tecnología reproductiva, cultivos humanos, hipnopedia y manejo de las emociones por medio de drogas (soma) que, combinadas, cambian radicalmente la sociedad.

    El mundo aquí representado podría ser una utopía, aunque irónica y ambigua: la humanidad es ordenada en castas donde cada uno sabe y acepta su lugar en el engranaje social, saludable, avanzada tecnológicamente y libre sexualmente. La guerra y la pobreza han sido erradicadas, y todos son permanentemente felices. Sin embargo, la paradoja es que todas estas cosas se han alcanzado tras eliminar muchas otras: la familia, la diversidad cultural, el arte, el avance de la ciencia, la literatura, la religión, la filosofía y el amor. El título tiene origen en una obra del autor William Shakespeare, La tempestad, en el acto V, cuando Miranda pronuncia su discurso.

    ¡Oh, qué maravilla!
    ¡Cuántas criaturas bellas hay aquí!
    ¡Cuán bella es la humanidad! Oh, mundo feliz,
    en el que vive gente así.
    O wonder!
    How many goodly creatures are there here!
    How beauteous mankind is! O brave new world,
    That has such people in't.

    La importancia del libro en la vida de Huxley lo lleva a escribir más adelante (1958) un libro de ensayos y consideraciones relativas bautizado como Nueva visita a un mundo feliz (Brave New World Revisited), donde aborda detalladamente los diferentes problemas socioeconómicos que dieron impulso a la creación de su novela futurista. Un mundo feliz ocupa el quinto puesto en la lista de las 100 mejores novelas de la Modern Library del siglo XX.

    Argumento

    La novela comienza en el año 632 después de Ford (2540 en el calendario gregoriano) con un grupo de estudiantes que visitan la central de condicionamiento de Londres, donde un científico les muestra la técnica de la reproducción artificial. Por medio de ella comprenden que la organización de la sociedad es determinada desde el nacimiento. El mundo se rige por la vigencia de un gran Estado Mundial que manipula la reproducción para garantizar personas perfectamente adaptadas a su posición social, designados con letras del alfabeto griego desde los Alfa, destinados a la dirigencia, hasta los Épsilon, diseñados para las tareas más peligrosas y repetitivas. Esta planificación de tipo genética se complementa mediante el condicionamiento por medio de la hipnopedia, la enseñanza durante el sueño, que inculca consignas y la educación.

    Más adelante aparecen los protagonistas, entre ellos Bernard Marx y Lenina Crowne.

    Introducción (capítulos 1-6)

    Los dos personajes (cuyos nombres, Lenina Crowne y Bernard Marx, hacen alusión al líder de la revolución socialista soviética, Lenin, y al padre del materialismo histórico, Karl Marx) presentan puntos de vista opuestos de esta sociedad. Lenina es la perfecta ciudadana, feliz y «neumática», conforme con su comportamiento, cumpliendo su función en la sociedad, que se relaciona con cuantos hombres le sea posible, pero bastante incapaz de ejercer su libertad de pensamiento; ella no reconoce su amor por el «Salvaje» como un conflicto emocional con su acondicionamiento.

    Por oposición, Bernard Marx tiene algo del forastero, intelectualmente más listo que los demás (alfa-más) —su inteligencia hace que no responda al condicionamiento—; pero físicamente es más pequeño que el Alfa medio, se enfrenta (o al menos cree enfrentarse) a problemas sociales incluyendo el rechazo social por parte de las mujeres de su casta y falta de respeto por parte de las castas inferiores. Como resultado, se ha convertido en un inadaptado social, avergonzado cuando trata de conseguir citas con mujeres, desinteresado por los deportes, prefiere ser infeliz a tomar soma y a menudo expresa opiniones de inconformismo. El comportamiento inaceptable de Bernard lo mete en problemas con su jefe, el director del Laboratorio de incubación y Acondicionamiento. Sin embargo, Bernard obtiene permiso para visitar la Reserva Salvaje, donde lleva a Lenina.

    La reserva y el Salvaje (capítulos 7-9)

    La segunda mitad de la novela comienza con la visita a la reserva. Es aquí donde se presenta el otro protagonista de la novela. John el Salvaje es el hijo de dos ciudadanos del mundo civilizado (es el resultado de un error accidental en el método anticonceptivo). Pronto se verá que su padre no es otro que el jefe de Bernard; este estaba de visita en la reserva cuando su madre se perdió; quedándose allí sola, dio a luz a John. Él creció con el estilo de vida de la tribu de los zuñi (indios pueblo, poblaciones sedentarias que habitan en el sudoeste de los Estados Unidos), y su religión, que es una mezcla entre creencias zuñi y cristianas. Sin embargo, también recibe la influencia de la educación que le da su madre (que le enseñó a leer) y del descubrimiento de las obras de William Shakespeare.

    El Salvaje visita el estado mundial (capítulos 10-18)

    El choque cultural que resulta cuando el «salvaje» es llevado a la sociedad del «Mundo Feliz», como lo llama inicialmente, provee un conducto para que Huxley compare los valores de la sociedad con los nuestros y señala los mayores defectos de la sociedad del Mundo Feliz.

    El punto clave de carácter moral del libro gira alrededor de dos problemas diametralmente opuestos. El primero, y el más obvio, es que para asegurar una felicidad continua y universal, la sociedad debe ser manipulada, la libertad de elección y expresión se debe reducir, y se ha de inhibir el ejercicio intelectual y la expresión emocional. Los ciudadanos son felices, pero John el Salvaje considera que esta felicidad es artificial y «sin alma». En una escena crucial discute con otro personaje, el Interventor Mundial de Europa Occidental Mustafá Mond, sobre el hecho de que el dolor y la angustia son parte tan necesaria de la vida como la alegría, y que sin ellos, poniéndolo en perspectiva, la alegría pierde todo significado.

    El segundo problema presentado en la novela es que la libertad de elección, la inhibición de la expresión emocional y la búsqueda de ideas intelectuales resultan en la ausencia de la felicidad. Este problema se muestra en principio a través del personaje de Bernard, pero también a través del comportamiento de John en las fases finales de la novela. Incapaz de suprimir por completo su deseo hacia Lenina, que considera inmoral, y preso del remordimiento por ser incapaz de expresar su dolor ante la muerte de su madre, busca aislarse de la sociedad.

    En el último capítulo, Bernard Marx y su amigo Helmholtz Watson van al exilio en las islas Malvinas, pero no se le permite al Salvaje ir con ellos. En cambio, encuentra un viejo faro en la zona rural de Inglaterra y se establece allí. Intenta iniciar una nueva vida como un ermitaño, incluyendo un régimen de mortificación de la carne y autoflagelación por acordarse de Lenina. Desafortunadamente, al ser ahora una celebridad, es acosado constantemente por los reporteros curiosos. Finalmente, después de un vídeo de él autoflagelándose, los visitantes llegan en mayores cantidades, entre ellos Lenina, y sucumbe a una orgía de sexo y soma tras atacar a Lenina. A la mañana siguiente, presionado por el dolor, el remordimiento y la desesperación, se suicida haciendo así valer en vano el experimento de Mustapha Mond.

    Temas y referencias



    El libro ataca la producción del ensamblaje en línea como humillante, la liberación de la moral sexual calificándola como una afrenta contra el amor y la familia, el uso de eslóganes, el concepto de un gobierno centralizado, y el uso de la ciencia para controlar los pensamientos y acciones de la gente. Huxley ataca a la sociedad consumista y capitalista: en la novela, el fundador legendario de la sociedad fue Henry Ford, el fabricante de coches y creador del sistema de la cadena de montaje, de hecho Ford es el dios de esta sociedad. La letra T (una referencia al Modelo T de Ford) ha reemplazado la Cruz cristiana como un símbolo casi religioso.

    El título del libro es una cita de Miranda en el acto V de la obra La tempestad de William Shakespeare, cuando ella conoce por primera vez otra gente diferente a su padre. John el Salvaje es un fuerte fanático de Shakespeare, lo que lo ubica en un rango superior a la mayoría de la distópica humanidad de Huxley. Al igual que la mayoría del pasado artístico y logros culturales, las obras de Shakespeare son archivadas y desconocidas en esta sociedad, excepto por los controladores mundiales.


    *******************



    Personajes



    De la sociedad fordiana

    Archi, cantor de la comunidad, una figura semirreligiosa basada en Canterbury
    Director asistente de Predestinación
    Darwin Bonaparte, un paparazzo de la Sociedad Productora de Films.
    Fanny Crowne, amiga de Lenina
    Lenina Crowne, Beta-más y trabajadora genética
    Thomas, director del Cultivo Central de Londres
    Henry Foster, administrador del Cultivo y actual amante de Lenina
    Benito Hoover, un amigo Alfa-más de Lenina.
    Miss Keate, directora de Alta Tecnología de Vidrio y Cemento
    Bernard Marx, Alfa-más, psicólogo
    Mustafá Mond, interventor mundial de Europa occidental
    Helmholtz Watson, ingeniero emocional que escribe prensa. Es amigo de Bernard Marx y uno de los pocos que le comprende.
    Participantes del servicio de solidaridad: Morgana Rothschild, Herbert Bakunin, Fifi Bradlaugh, Jim Bokanovsky, Clara Deterding (la presidenta del grupo), Joanna Diesel, Sarojini Engels, Tom Kawaguchi.


    De la reserva de Malpaís

    John el Salvaje, hijo de Linda y Thomas, el director del cultivo central de Londres.
    Linda, madre de John, antigua ingeniera embrional Beta-menos en Londres
    Guardia de la reserva, un administrador Alfa-menos
    Kiakimé, amada por John
    Kothlu, casado con Kiakimé
    Viejo Mitsima, instruye a John sobre las tradiciones populares indígenas
    Palowhitwa
    Popé, amante de Linda detestado por John



    Personajes históricos


    Estos son personajes contemporáneos a la novela, a los que se hace referencia como fundamentales para el desarrollo de la sociedad descrita

    Henry Ford, figura central de la sociedad mundial.
    Sigmund Freud, cuyo apellido es malinterpretado como un pseudónimo de Ford: «… cuando escribía sobre psicología».
    Reuben Rabinovich, un supuesto niño del siglo XX a partir del cual se inventó la hipnopedia.





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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 08:57

    ***


    Historia

    El calendario del Estado Mundial tiene el año 1908 como inicio, al ser este el año en que se fabricó el primer Ford modelo T. Sus fechas son denominadas como a. F. (antes de Ford) y d. F. (después de Ford). La Guerra de los Nueve Años que cita la novela aconteció en el año 141 de su calendario, que corresponde con el año 2049 del calendario gregoriano. Supuestamente, fue una guerra que afectó a la mayor parte del planeta, comenzaría en Europa y causó grandes daños, provocados por las armas químicas usadas en ella.

    La guerra provocó un colapso en la economía mundial, y los líderes mundiales decidieron hacer frente a las catástrofes imponiendo las nuevas tecnologías en todos los territorios del planeta. Esta decisión provocó una gran resistencia, por lo que decidieron un cambio de política, iniciando una campaña pacífica, creando el Estado Mundial, en la que se censuraba todo lo que no le convenía al estado: museos cerrados, literatura eliminada, destrucción de monumentos, filosofía, religión, entre otros.

    En la época en que se ubica la historia, el Estado Mundial está completamente establecido y casi todos los ciudadanos de la Tierra están bajo su control absoluto.



    Geografía política


    Todo el planeta está unificado como un único estado mundial, gobernado por diez controladores mundiales, establecidos en varias ciudades clave. Han quedado pocas áreas aisladas como «reservas salvajes», incluyendo partes de Nuevo México, América del Sur, Samoa, y un grupo de islas en la costa de Nueva Guinea. Una conversación entre John y el interventor mundial de Europa Occidental, Mustafá Mond, revela detalles posteriores de la geografía política del Estado Mundial.

    Mond explica que áreas que tienen muy pocos recursos o languidecen en climas muy austeros no son «civilizados» por el gobierno, y de bajo recurso económico. Como consecuencia estas áreas quedan como reservas y la vida local continúa. Algunas islas como Islandia y las Malvinas, han sido reservadas para los ciudadanos del estado mundial que no encajan en la vida social normal.



    Población


    Los dos mil millones de habitantes del estado mundial están divididos rígidamente en cinco clases o castas. La sociedad es controlada por los alfas y sus subordinados, betas. Abajo, en orden descendente a nivel mental y de inteligencia están los gammas, deltas y epsilones. Cada casta es posteriormente dividida en «más» y «menos». En el pináculo de la sociedad están los alfa-doble-más, destinados a ser los futuros científicos y administradores del mundo. Las personas de diferentes castas están condicionadas para ser felices a su manera y no se resienten con las demás castas. Sin embargo, al mismo tiempo, todos los miembros de la sociedad son instruidos de forma repetitiva con la idea de que todos son igualmente importantes en la sociedad. Los ciudadanos del estado mundial disfrutan de la armonía racial a lo largo de todo el planeta. Aunque Inglaterra está poblada en su mayoría por caucásicos, la población también contiene proporciones étnicas sustanciales. Cuando visita la fábrica de productos eléctricos en Londres, John ve blancos y negros trabajando juntos. El único «amorío» (especie de película de máxima definición) descrito es protagonizado por un actor negro y una actriz blanca. El director de los cultivos describe cómo los bebés son cultivados sin importar el grupo étnico, así blancos y negros son producidos en el criadero central de Londres.



    Tecnología


    La vida en el estado mundial está dominada por una tecnología bastante avanzada, que influye en todos los aspectos de la vida. El deporte, un pilar del estado mundial consiste en varios juegos desarrollados usando artefactos de alta tecnología, para mantener ocupadas a las fábricas. Juegos como tenis superficial, y golf electromagnético son las mayores distracciones para todos los niveles de la sociedad. Está prohibido crear un nuevo juego que no posea al menos el mismo número de artefactos que el juego que más artefactos tenga de los ya creados, ya que es necesario para fomentar el consumo.

    Otro aspecto clave de entretenimiento son los «amoríos» una versión de alta tecnología de las películas. Los usuarios del cine (llamado cine sensible) colocan sus manos en los pomos de metal en los bordes de los brazos de la silla, permitiéndoles sentir las sensaciones físicas de los actores en pantalla. Otros artefactos de entretenimiento de alta tecnología aparecen de modo contundente en el libro, incluyendo cajas de música sintética, órganos de esencias (instrumentos musicales que combinan la música con aromas agradables), órganos de color (combinan música con una luz brillante) y televisión.

    La tecnología de transporte también está altamente avanzada. La forma principal de transporte urbano es el helicóptero, con variaciones que incluyen «taxicópteros» y «deporticópteros» costosos y de gran categoría. Para las castas inferiores, se utiliza el monorrail de alta velocidad para ir a la zona rural. A nivel intercontinental, se utilizan aviones cohete, cuyo color indica su destino.

    En los criaderos y centros de condicionamiento, la tecnología avanzada se utiliza en la creación de nuevos embriones. Además del equipo de laboratorio de alta tecnología, los criaderos tienen máquinas para condicionar los embriones envasados al calor, movimientos repentinos y enfermedades, permitiéndoles cumplir sus labores predestinadas en climas específicos. Los niños ya nacidos son expuestos en los centros de condicionamiento a una variedad de aparatos avanzados que ayudan a moldearlos en sus roles predeterminados. En los primeros capítulos, los niños Delta son entrenados para odiar el campo y los libros en un proceso que utiliza bocinas y electrocución. La hipnopedia se realiza utilizando altavoces instalados en las camas.

    Otros aspectos de la vida reciben una gran influencia de la tecnología avanzada. La mayoría de la ropa se hace de materiales finos y sintéticos tales como acetato y viscosa. Los hombres se afeitan mediante maquinillas electrolíticas y consumen chicle con hormonas sexuales. Los ciudadanos pueden relajarse usando máquinas de masajes y el omnipresente «soma» (la novela revela que aunque este es ingerido en forma de tableta, puede también ser vaporizada para formar una nube anestésica, como sucede cuando John tira las tabletas por la ventana).



    Soma


    Soma es una droga consumida en el mundo cada vez que las personas se encuentran deprimidas, con el fin de curar las penas y controlar los sentimientos.

    Esta droga se basa en la droga soma, que utilizaban los bráhmanes en la época védica en la India, hace mucho mucho tiempo. Más tarde se perdió el conocimiento acerca de esta planta, y actualmente no se sabe exactamente a cuál se refiere.

    En la novela se dice que un gramo de soma cura diez sentimientos melancólicos y que tiene todas las ventajas del cristianismo y del alcohol, sin ninguno de sus efectos secundarios.

    En la obra se puede leer: «Si por desgracia se abriera alguna rendija de tiempo en la sólida sustancia de sus distracciones, siempre queda el soma: medio gramo para una de asueto, un gramo para fin de semana, dos gramos para viaje al bello Oriente, tres para una oscura eternidad en la Luna».

    La droga parece poder ser destilada en casi cualquier alimento, así pues los personajes consumen helados de soma, agua con soma, solución de cafeína (café) con soma…

    En la obra literaria la gente toma a menudo vacaciones de soma para encontrarse mejor anímicamente.

    A su vez, el Estado se encarga del reparto de esta sustancia en forma libre y gratuita a fin de controlar las emociones sentidas por los miembros de la comunidad con el fin de mantenerlos contentos, factor necesario para no poner en peligro la estabilidad de la Metrópolis (nombre de la ciudad de la novela).

    Cuando el autor publicó la novela, dijo que muchas de sus imaginadas truculencias de Un mundo feliz (1931) se convertían en penosas realidades con una rapidez que no había podido soñar.




    Interpretación


    Ha sido afirmado por varios críticos literarios, y respaldado por el propio Aldous Huxley, que el libro, además de satirizar el desarrollo de la sociedad contemporánea, marca una perspectiva suicida acerca del futuro de la misma. En la novela, la Reserva (la cual es asociada con el pasado, y todo lo que esta contiene como miseria y enfermedades) y la sociedad mundial (la cual representa el futuro) se unen en el protagonista: John el Salvaje. En un sentido metafórico, esta unión podría representar el presente, en la medida que John no es parte ni del pasado ni del futuro de las sociedades pasadas ni venideras.

    Parece tener simbolismos filosóficos muy claros en la lucha entre la verdad, y la ficción en la que cada uno puede vivir, o se supone que vivimos la mayoría de todos nosotros. Es claro el paralelismo con el mito de la caverna de Platón, en la que la gente es feliz, aunque es esclava, sin libertad en la prisión de su propia mente. La trilogía cinematográfica Matrix utilizó varias ideas de Un mundo feliz, donde se vive en un mundo completamente irreal. También se trata este tema, aunque en menor medida, en la película The Thirteenth Floor. Ante estos datos cabe resaltar que Huxley se consideraba a sí mismo un anarquista, lo que explicaría parte de su visión de la vida sobre todo en el ámbito político, aunque a ojos del movimiento libertario de ese tiempo uno heterodoxo o si se quiere, contradictorio.



    Sátira de la sociedad de la década de 1930


    Como un modo de subrayar similitudes en esta distopía ficticia y su propia cultura contemporánea, Huxley incorpora varias referencias satíricas astutas dirigidas a entidades tales como la Iglesia de Inglaterra (a la que se refiere como un canto de comunidad), la BBC o el tabloide británico The Daily Mirror («The Delta Mirror»), el «The Christian Science Monitor» («El Monitor Fordiano de Ciencia»), Henry Ford, George Bernard Shaw y Sigmund Freud. El centro de propaganda del Londres de Un Mundo Feliz está en la calle Fleet, la cuna tradicional de la prensa británica, y el portavoz de la comunidad pseudo-religiosa está en Canterbury, donde está el clérigo líder de la Iglesia anglicana actual.

    Los personajes de Huxley reciben nombres tomados de individuos importantes en el pasado del Estado Mundial. Por ejemplo, Bernard Marx se refiere a Bernard Shaw (uno de los pocos escritores sin censura de la antigüedad) y Karl Marx. Debido a que el Estado Mundial representa valores procedentes de ideologías opuestas dentro del espectro político, algunos de estos nombres combinan el capitalismo y el comunismo, indicando que, para Huxley, 'los extremos se tocan'. Así, se menciona personajes femeninos llamados Polly Trotsky y Morgana Rothschild.

    Henry Foster señala un paralelo con William Foster, un comunista estadounidense que se lanzó a la presidencia en 1924, 1928 y 1932, todo alrededor de la época de la publicación del libro. Dentro de estas referencias están las siguientes:
    Lenina Crowne: hace referencia a la monarquía o el gobierno monárquico y a Vladimir Lenin y la Revolución rusa de 1917, un derrocamiento radical de una monarquía.
    Mustafá Mond: La cabeza de la sociedad local es nombrado por una particularmente modernística pareja, Mustafa Kemal Atatürk y Sir Alfred Mond. El primero, era un líder que desenlazó a Turquía de sus raíces islámicas, y el último, era la cabeza de las Industrias Químicas Imperiales, un líder en relaciones laborales modernas.
    Helmholtz Watson es una referencia a Herman Ludwig Ferdinand von Helmholtz, médico, fisiólogo y psicofísico alemán y a John Broadus Watson psicólogo estadounidense y fundador del conductismo.
    Dos personajes son nombrados a partir de fascistas e industrialistas contemporáneos:

    Primo Mellon combina a Miguel Primo de Rivera, el dictador español precursor de Francisco Franco, y Andrew W. Mellon, un filántropo industrialista.
    Benito Hoover une al líder fascista Benito Mussolini y a Herbert Hoover, presidente de los Estados Unidos a principios del siglo XX.
    Además, hay referencias a los autores del Manifiesto comunista:

    Bernard Marx es una referencia obvia a Karl Marx.
    Sarojini Engels es una referencia a Friedrich Engels, desarrollador del materialismo dialéctico y cofundador del comunismo. El primer nombre es una referencia a Sarojini Naidu, una líder política hindú y contemporánea de Gandhi.
    Otros personajes menores que toman su nombre de científicos, líderes políticos e industriales:

    Fifi Bradlaugh por Charles Bradlaugh, un activista político y ateo británico.
    Herbert Bakunin por Mijaíl Bakunin, impulsor del movimiento anarquista.
    Clara Deterding por Henri Deterding, presidente de la compañía petrolífera Royal Dutch/Shell.
    Joanna Diesel por Rudolf Diesel, inventor del motor diésel.
    Darwin Bonaparte combina al científico Charles Darwin con algunos de los dos emperadores de la dinastía Bonaparte.
    George Edzel es una referencia a Edsel Ford, hijo único de Henry Ford y presidente de la Ford Motor Company de 1919 hasta 1943.
    Polly Trotsky es una referencia a León Trotski, el revolucionario ruso y teórico marxista.
    En la vida cotidiana presentada en la obra, la palabra «Ford» es usada en lugar de la palabra «Señor», como alusión a Dios, (en inglés Lord), así, en lugar de «¡Oh, Dios mío!» (Oh, my Lord!), los personajes repiten: «¡Oh, Ford mío!» («Oh, my Ford!»). Por otra parte el método anticonceptivo que se usa en la novela es llamado «ejercicios maltusianos», que hace obvia alusión al llamado padre de la demografía: Thomas Robert Malthus.




    Influencias


    Una de las mayores influencias contemporáneas de Aldous Huxley puede rastrearse en el pensamiento del intelectual transhumanista, novelista y ensayista Michel Houellebecq, particularmente en su obra más importante, Las partículas elementales, en la que dedica a aquel y a su hermano mayor, Julian Huxley, un capítulo entero: «Julian y Aldous»; a lo largo del mismo los personajes debaten y canalizan los pensamientos del autor, resaltando la importancia de la distopía de los Huxley para poder comprender la sociedad contemporánea y el ideario inalcanzable que estaría implicando su actual y casi completa secularización:

    Aldous Huxley era un optimista, como su hermano… —dijo con una especie de disgusto—. La mutación metafísica que originó el materialismo y la ciencia moderna tuvo dos grandes consecuencias: el racionalismo y el individualismo. El error de Huxley fue evaluar mal la relación de fuerzas entre ambas consecuencias. Más concretamente, su error fue subestimar el aumento del individualismo producido por la conciencia creciente de la muerte. Del individualismo surgen la libertad, el sentimiento del yo, la necesidad de distinguirse y superar a los demás. En una sociedad racional como la que describe Un mundo feliz, la lucha puede atenuarse. La competencia económica, metáfora del dominio del espacio, no tiene razón de ser en una sociedad rica, que controla los flujos económicos. La competencia sexual, metáfora del dominio del tiempo mediante la procreación, no tiene razón de ser en una sociedad en la que el sexo y la procreación están perfectamente separados; pero Huxley olvida tener en cuenta el individualismo. No supo comprender que el sexo, una vez disociado de la procreación, subsiste no ya como principio de placer, sino como principio de diferenciación narcisista; lo mismo ocurre con el deseo de riquezas. ¿Por qué el modelo socialdemócrata sueco no ha logrado nunca sustituir al modelo liberal? ¿Por qué nunca se ha aplicado al ámbito de la satisfacción sexual? Porque la mutación metafísica operada por la ciencia moderna conlleva la individualización, la vanidad, el odio y el deseo. En sí, el deseo, al contrario que el placer, es fuente de sufrimiento, odio e infelicidad. Esto lo sabían y enseñaban todos los filósofos: no sólo los budistas o los cristianos, sino todos los filósofos dignos de tal nombre. La solución de los utopistas, de Platón a Huxley pasando por Fourier, consiste en extinguir el deseo y el sufrimiento que provoca preconizando su inmediata satisfacción. En el extremo opuesto, la sociedad erótico-publicitaria en la que vivimos se empeña en organizar el deseo, en aumentar el deseo en proporciones inauditas, mientras mantiene la satisfacción en el ámbito de lo privado. Para que la sociedad funcione, para que continúe la competencia, el deseo tiene que crecer, extenderse y devorar la vida de los hombres.




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    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 09:00

    Aldous Huxley
    UN MUNDO FELIZ
    (Brave New World)
    1932



    La novela desarrolla su trama en un futuro 632 d.F. (año
    2540 en el calendario cristiano; "d.F." = "Después de
    Ford"), donde las personas son incubadas y predestinadas desde que nacen para pertenecer a diferentes castas:
    Alfas, Betas, Gammas, Deltas y Epsilones. Cada casta
    está destinada a realizar ciertas tareas: los Alfas son la
    casta superior, por lo que realizan los trabajos que requieren una mayor inteligencia, mientras que los Epsilones llevan a cabo los trabajos más duros y arduos. A pesar de ello, todo el mundo es feliz, porque, desde su
    misma concepción, los embriones han sido acondicionados y, desde que nacen, a los pequeños se les realiza
    hipnopedia mientras duermen para convencerlos de las
    ventajas de pertenecer a ese mundo y a sus castas; porque todas sus necesidades están satisfechas y porque en
    caso de sentirse mal tienen a su disposición el soma, una
    droga que es entregada por el Estado.



    ÍNDICE
    • Prólogo
    • Capítulo 1
    • Capítulo 2
    • Capítulo 3
    • Capítulo 4
    • Capítulo 5
    • Capítulo 6
    • Capítulo 7
    • Capítulo 8
    • Capítulo 9
    • Capítulo 10
    • Capítulo 11
    • Capítulo 12
    • Capítulo 13
    • Capítulo 14
    • Capítulo 15
    • Capítulo 16
    • Capítulo 17
    • Capítulo 18




    Prólogo



    El remordimiento, y en ello coinciden todos los moralistas, es un
    sentimiento sumamente indeseable. Si has obrado mal, arrepiéntete, enmienda tus yerros en lo posible y encamina tus esfuerzos a la
    tarea de comportarte mejor la próxima vez. Pero en ningún caso
    debes entregarte a una morosa meditación sobre tus faltas. Revolcarse en el fango no es la mejor manera de limpiarse.
    También el arte tiene su moral, y muchas de las reglas de esta moral son las mismas que las de la ética corriente, o al menos análogas a ellas. El remordimiento, por ejemplo, es tan indeseable en
    relación con nuestra creación artística como en relación con las
    malas acciones. En el futuro, la maldad debe ser perseguida, reconocida, y, en lo posible, evitada. Llorar sobre los errores literarios
    de veinte años atrás, intentar enmendar una obra fallida para darle
    la perfección que no logró en su primera ejecución, perder los años
    de la madurez en el intento de corregir los pecados artísticos cometidos y legados por esta persona ajena que fue uno mismo en la
    juventud, todo ello, sin duda, es vano y fútil. De aquí que este nuevo Un mundo feliz sea exactamente igual al viejo. Sus defectos
    como obra de arte son considerables; mas para corregirlos debería
    haber vuelto a escribir el libro, y al hacerlo, como un hombre mayor, como otra persona que soy, probablemente hubiese soslayado
    no sólo algunas de las faltas de la obra, sino también algunos de
    los méritos que poseyera originalmente. Así, resistiéndome a la
    tentación de revolcarme en los remordimientos artísticos, prefiero
    dejar tal como está lo bueno y lo malo del libro y pensar en otra
    cosa.
    Sin embargo, creo que sí merece la pena, al menos, citar el más
    grave defecto de la novela, que es el siguiente. Al Salvaje se le
    ofrecen sólo dos alternativas: una vida insensata en Utopía, o la
    vida de un primitivo en un poblado indio, una vida más humana en
    algunos aspectos, pero en otros casi igualmente extravagante y
    anormal. En la época en que este libro fue escrito, esta idea de que
    a los hombres se les ofrece el libre albedrío para elegir entre la
    Un mundo feliz
    - 6 -
    locura, de una parte, y la insania, de otra, se me antojaba divertida
    y la consideraba como posiblemente cierta. Sin embargo, en atención a los efectos dramáticos, a menudo se permite al Salvaje hablar más racionalmente de lo que su educación entre los miembros
    practicantes de una religión, que es una mezcla del culto a la fertilidad y de la ferocidad de los «Penitentes», le hubiese permitido
    hacerlo en realidad. Ni siquiera su conocimiento de Shakespeare
    basta para justificar sus expresiones. Y al final, naturalmente, se
    les hace abandonar la cordura, su Penitentismo nativo recobra la
    autoridad sobre él, y el Salvaje acaba en una autotortura de maniático y un suicidio de desesperación. «Y así, después de todo, murieron miserablemente», con gran satisfacción por parte del divertido y pirrónico esteta que era el autor de la fábula.






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    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 09:01

    ***

    Actualmente no siento deseos de demostrar que la cordura es imposible. Por el contrario, aunque sigo estando no menos tristemente seguro de que en el pasado la cordura es un fenómeno muy raro,
    estoy convencido de que cabe alcanzarla y me gustaría verla en
    acción más a menudo. Por haberlo dicho en varios libros míos recientes, y, sobre todo, por haber compilado una antología de lo que
    los cuerdos han dicho sobre la cordura y sobre los medios por los
    cuales puede lograrse, un eminente crítico académico ha dicho de
    mí que constituyo un triste síntoma del fracaso de una clase intelectual en tiempos de crisis. Supongo que ello implica que el profesor y sus colegas constituyen otros tantos alegres síntomas de
    éxito. Los bienhechores de la humanidad merecen ser honrados y
    recordados perpetuamente. Construyamos un Panteón para profesores. Podríamos levantarlo entre las ruinas de una de las ciudades
    destruidas de Europa o el Japón; sobre la entrada del osario yo
    colocaría una inscripción, en letras de dos metros de altura, con
    estas simples palabras: «Consagrado a la memoria de los Educadores del Mundo. Su monumentum requiris circumspice».
    Pero volviendo al futuro... Si ahora tuviera que volver a escribir
    este libro, ofrecería al Salvaje una tercera alternativa. Entre los
    cuernos utópico y primitivo de este dilema, yacería la posibilidad
    de la cordura, una posibilidad ya realizada, hasta cierto punto, en
    una comunidad de desterrados o refugiados del mundo feliz, que
    viviría en una especie de Reserva. En esta comunidad, la economía
    Un mundo feliz
    - 7 -
    sería descentralizada y al estilo de Henry George, y la política kropotkiniana y cooperativista. La ciencia y la tecnología serían empleadas como si, lo mismo que el Sabbath, hubiesen sido creadas
    para el hombre, y no (como en la actualidad) el hombre debiera
    adaptarse y esclavizarse a ellas. La religión sería la búsqueda
    consciente e inteligente del Fin último del hombre, el conocimiento unitivo del Tao o logos inmanente, la trascendente Divinidad de
    Brahma. Y la filosofía de la vida que prevalecería sería una especie
    de Alto Utilitarismo, en el cual el principio de la Máxima Felicidad sería supeditado al principio del Fin último, de modo que la
    primera pregunta a formular y contestar en toda contingencia de la
    vida sería: «¿Hasta qué punto este pensamiento o esta acción contribuye o se interfiere con el logro, por mi parte y por parte del
    mayor número posible de otros Individuos, del Fin último del
    hombre?»
    Educado entre los primitivos, el Salvaje (en esta hipotética nueva
    versión del libro) no sería trasladado a Utopía hasta después de que
    hubiese tenido oportunidad de adquirir algún conocimiento de
    primera mano acerca de la naturaleza de una sociedad compuesta
    de individuos que cooperan libremente, consagrados al logro de la
    cordura. Con estos cambios,Un mundo feliz poseería una perfección artística y (si cabe emplear una palabra tan trascendente en
    relación con una obra de ficción) filosófica, de la cual, en su forma
    actual, evidentemente carece.
    Pero Un mundo feliz es un libro acerca del futuro, y, aparte sus
    cualidades artísticas o filosóficas, un libro sobre el futuro puede
    interesarnos solamente si sus profecías parecen destinadas, verosímilmente, a realizarse. Desde nuestro punto de mira actual, quince años más abajo en el plano inclinado de la historia moderna,
    ¿hasta qué punto parecen plausibles sus pronósticos? ¿Qué ha ocurrido en este doloroso intervalo que confirme o invalide las previsiones de 1931.





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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 09:03

    ***

    Inmediatamente se nos revela un gran y obvio fallo de previsión. Un mundo feliz no contiene referencia alguna a la fisión nuclear. Y, realmente, es raro que no la contenga; porque las posibilidades de la energía atómica eran ya tema de conversaciones populares algunos años antes de que este libro fuese escrito. Mi viejo amigo Robert Nichols incluso había escrito una comedia de éxito
    sobre este tema, y recuerdo que también yo lo había mencionado
    en una narración publicada antes de 1930. Así, pues, como decía,
    es muy extraño que los cohetes y helicópteros del siglo VII de
    nuestro Ford no sean movidos por desintegración nuclear. Este
    fallo no puede excusarse; pero sí cabe explicarlo fácilmente. El
    tema de Un mundo feliz no es el progreso de la ciencia en cuanto
    afecta a los individuos humanos. Los logros de la física, la química
    y la mecánica se dan, tácitamente, por sobrentendidos. Los únicos
    progresos científicos que se describen específicamente son los que
    entrañan la aplicación a los seres humanos de los resultados de la
    futura investigación en biología, psicología y fisiología. La liberación de la energía atómica constituye una gran revolución en la
    historia humana, pero no es (a menos que nos volemos a nosotros
    mismos en pedazos poniendo así punto final a la historia) la última
    revolución ni la más profunda.
    El cambio realmente revolucionario deberá lograrse, no en el
    mundo externo, sino en el interior de los seres humanos. Viviendo
    como vivió en un período revolucionario, el marqués de Sade hizo
    uso con gran naturalidad de esta teoría de las revoluciones con el
    fin de racionalizar su forma peculiar de insania. Robespierre había
    logrado la forma más superficial de revolución: la política. Yendo
    un poco más lejos, Babeuf había intentado la revolución económica. Sade se consideraba a sí mismo como el apóstol de la revolución auténticamente revolucionaria, más allá de la mera política y
    de la economía, la revolución de los hombres, las mujeres y los
    niños individuales, cuyos cuerpos debían en adelante pasar a ser
    propiedad sexual común de todos, y cuyas mentes debían ser lavadas de todo pudor natural, de todas las inhibiciones, laboriosamente adquiridas, de la civilización tradicional. Entre sadismo y revolución realmente revolucionaria no hay, naturalmente, una conexión necesaria o inevitable. Sade era un loco, y la meta más o menos consciente de su revolución eran el caos y la destrucción universales. Las personas que gobiernan en Un mundo feliz pueden no
    ser cuerdas (en lo que podríamos llamar el sentido absoluto de la
    palabra), pero no son locos de atar, y su meta no es la anarquía,
    sino la estabilidad social. Para lograr esta estabilidad llevan a cabo,
    por medios científicos, la revolución final, personal, realmente
    revolucionaria.
    En la actualidad nos hallamos en la primera fase de lo que quizá
    sea la penúltima revolución. Su próxima fase puede ser la guerra
    atómica, en cuyo caso no vale la pena de que nos preocupemos por
    las profecías sobre el futuro. Pero cabe en lo posible que tengamos
    la cordura suficiente, si no para dejar de luchar unos con otros, al
    menos para comportarnos tan racionalmente como lo hicieron
    nuestros antepasados del siglo XVIII. Los horrores inimaginables
    de la Guerra de los Treinta Años enseñaron realmente una lección
    a los hombres, y durante más de cien años los políticos y generales
    de Europa resistieron conscientemente la tentación de emplear sus
    recursos militares hasta los límites de la destrucción o (en la mayoría de los casos) para seguir luchando hasta la total aniquilación
    del enemigo. Hubo agresores, desde luego, ávidos de provecho y
    de gloria; pero hubo también conservadores, decididos a toda costa
    a conservar intacto su mundo. Durante los últimos treinta años no
    ha habido conservadores; sólo ha habido radicales nacionalistas de
    derecha y radicales nacionalistas de izquierda. El último hombre
    de Estado conservador fue el quinto marqués de Lansdowne,
    quien, cuando terminó la Primera Guerra Mundial, escribió una
    carta al Times sugiriendo que dicha guerra debía terminar con un
    compromiso, como habían terminado la mayoría de las guerras del
    siglo XVIII, pero el director de aquel diario, otrora conservador, se
    negó a publicarla. Los radicales nacionalistas no salieron con la
    suya, con las consecuencias que todos conocemos: bolchevismo,
    fascismo, inflación, depresión, Hitler, la Segunda Guerra Mundial,
    la ruina de Europa y todos los males imaginables menos el hambre
    universal.







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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 09:05

    ***

    Suponiendo, pues, que seamos capaces de aprender tanto de Hiroshima como nuestros antepasados de Magdeburgo, podemos
    esperar un período, no de paz, ciertamente, pero sí de guerra limitada y sólo parcialmente ruinosa. Durante este período cabe suponer que la energía nuclear estará sujeta al yugo de los usos industriales. El resultado de ello será una serie de cambios económicos
    y sociales sin precedentes en cuanto a su rapidez y radicalismo.
    Todas las formas de vida humana actuales estarán periclitadas y
    será preciso improvisar otras nuevas formas adecuadas al hecho —
    no humano— de la energía atómica. Procusto moderno, el científico nuclear preparará el lecho en el cual deberá yacer la Humanidad; y si la Humanidad no se adapta al mismo..., bueno, será una
    pena para la Humanidad. Habrá que forcejear un poco y practicar
    alguna amputación, la misma clase de forcejeos y de amputaciones
    que se están produciendo desde que la ciencia aplicada se lanzó a
    la carrera; sólo que esta vez, serán mucho más drásticos que en el
    pasado. Estas operaciones, muy lejos de ser indoloras, serán dirigidas por gobiernos totalitarios sumamente centralizados. Será
    inevitable; porque el futuro inmediato es probable que se parezca
    al pasado inmediato, y en el pasado inmediato los rápidos cambios
    tecnológicos, que se produjeron en una economía de producción
    masiva y entre una población predominantemente no propietaria,
    han tendido siempre a producir un confusionismo social y económico. Para luchar contra la confusión el poder ha sido centralizado
    y se han incrementado las prerrogativas del Gobierno. Es probable
    que todos los gobiernos del mundo sean más o menos enteramente
    totalitarios, aun antes de que se logre domesticar la energía atómica; y parece casi seguro que lo serán durante el progreso de domesticación de dicha energía y después del mismo.
    Desde luego, no hay razón alguna para que el nuevo totalitarismo
    se parezca al antiguo. El Gobierno, por medio de porras y piquetes
    de ejecución, hambre artificialmente provocada, encarcelamientos
    en masa y deportación también en masa no es solamente inhumano
    (a nadie, hoy día, le importa demasiado este hecho); se ha comprobado que es ineficaz, y en una época de tecnología avanzada la
    ineficacia es un pecado contra el Espíritu Santo. Un Estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una
    población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer
    coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a
    amarla es la tarea asignada en los actuales estados totalitarios a los
    Ministerios de Propaganda, los directores de los periódicos y los
    maestros de escuela. Pero sus métodos todavía son toscos y acientíficos. La antigua afirmación de los jesuitas, según los cuales si se
    encargaban de la educación del niño podían responder de las opi-
    niones religiosas del hombre, fue dictada más por el deseo que por
    la realidad de los hechos. Y el pedagogo moderno probablemente
    es menos eficiente en cuanto a condicionar los reflejos de sus
    alumnos de lo que lo fueron los reverendos padres que educaron a
    Voltaire. Los mayores triunfos de la propaganda se han logrado,
    no haciendo algo, sino impidiendo que ese algo se haga. Grande es
    la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad. Por el simple procedimiento de no
    mencionar ciertos temas, de bajar lo que míster Churchill llama un
    telón de acero entre las masas y los hechos o argumentos que los
    jefes políticos consideran indeseables, la propaganda totalitarista
    ha influido en la opinión de manera mucho más eficaz de lo que lo
    hubiese conseguido mediante las más elocuentes denuncias y las
    más convincentes refutaciones lógicas. Pero el silencio no basta. Si
    se quiere evitar la persecución, la liquidación y otros síntomas de
    fricción social, es preciso que los aspectos positivos de la propaganda sean tan eficaces como los negativos. Los más importantes
    Proyectos Manhattan del futuro serán vastas encuestas patrocinadas por los gobiernos sobre lo que los políticos y los científicos
    que intervendrán en ellas llamarán el problema de la felicidad; en
    otras palabras, el problema de lograr que la gente ame su servidumbre. Sin seguridad económica, el amor a la servidumbre no
    puede llegar a existir; en aras a la brevedad, doy por sentado resolver el problema de la seguridad permanente. Pero la seguridad
    tiende muy rápidamente a darse por sentada. Su logro es una revolución meramente superficial, externa. El amor a la servidumbre
    sólo puede lograrse como resultado de una revolución profunda,
    personal, en las mentes y los cuerpos humanos. Para llevar a cabo
    esta revolución necesitamos, entre otras cosas, los siguientes descubrimientos e inventos. En primer lugar, una técnica mucho más
    avanzada de la sugestión, mediante el condicionamiento de los
    infantes y, más adelante, con la ayuda de drogas, tales como la
    escopolamina. En segundo lugar, una ciencia, plenamente desarrollada, de las diferencias humanas, que permita a los dirigentes gubernamentales destinar a cada individuo dado a su adecuado lugar
    en la jerarquía social y económica. (Las clavijas redondas en agujeros cuadrados tienden a alimentar pensamientos peligrosos sobre
    el sistema social y a contagiar su descontento a los demás.) En
    tercer lugar (puesto que la realidad, por utópica que sea, es algo de
    lo cual la gente siente la necesidad de tomarse frecuentes vacaciones), un sustitutivo para el alcohol y los demás narcóticos, algo
    que sea al mismo tiempo menos dañino y más placentero que la
    ginebra o la heroína.







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    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 09:07

    ***



    Y finalmente (aunque éste sería un proyecto a
    largo plazo, que exigiría generaciones de dominio totalitario para
    llegar a una conclusión satisfactoria), un sistema de eugenesia a
    prueba de tontos, destinado a estandardizar el producto humano y a
    facilitar así la tarea de los dirigentes. En Un mundo feliz esta uniformización del producto humano ha sido llevada a un extremo
    fantástico, aunque quizá no imposible. Técnica e ideológicamente,
    todavía estamos muy lejos de los bebés embotellados y los grupos
    de Bokanovsky de adultos con inteligencia infantil. Pero por los
    alrededores del año 600 de la era fordiana, ¿quién sabe qué puede
    ocurrir? En cuanto a los restantes rasgos característicos de este
    mundo más feliz y más estable —los equivalentes del soma, la
    hipnopedia y el sistema científico de castas—, probablemente no
    se hallan más que a tres o cuatro generaciones de distancia. Ya hay
    algunas ciudades americanas en las cuales el número de divorcios
    iguala al número de bodas. Dentro de pocos años, sin duda alguna,
    las licencias de matrimonio se expenderán como las licencias para
    perros, con validez sólo para un período de doce meses, y sin ninguna ley que impida cambiar de perro o tener más de un animal a
    la vez. A medida que la libertad política y económica disminuye,
    la libertad sexual tiende, en compensación, a aumentar. Y el dictador (a menos que necesite carne de cañón o familias con las cuales
    colonizar territorios desiertos o conquistados) hará bien en favorecer esta libertad. En colaboración con la libertad de soñar despiertos bajo la influencia de los narcóticos, del cine y de la radio, la
    libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre que es su destino.
    Sopesándolo todo bien, parece como si la Utopía se hallara más
    cerca de nosotros de lo que nadie hubiese podido imaginar hace
    sólo quince años. Entonces, la situé para dentro de seiscientos años
    en el futuro. Hoy parece posible que tal horror se implante entre
    nosotros en el plazo de un solo siglo. Es decir, en el supuesto de
    que sepamos reprimir nuestros impulsos de destruirnos en pedazos
    Un mundo feliz
    - 13 -
    en el entretanto. Ciertamente, a menos que nos decidamos a descentralizar y emplear la ciencia aplicada, no como un fin para el
    cual los seres humanos deben ser tenidos como medios, sino como
    el medio para producir una raza de individuos libres, sólo podremos elegir entre dos alternativas: o cierto número de totalitarismos
    nacionales, militarizados, que tendrán sus raíces en el terror que
    suscita la bomba atómica, y, en consecuencia, la destrucción de la
    civilización (o, si la guerra es limitada, la perpetuación del militarismo); o bien un solo totalitarismo supranacional cuya existencia
    sería provocada por el caos social que resultaría del rápido progreso tecnológico en general y la revolución atómica en particular,
    que se desarrollaría, a causa de la necesidad de eficiencia y estabilidad, hasta convertirse en la benéfica tiranía de la Utopía. Usted es
    quien paga con su dinero, y puede elegir a su gusto.



    Aldous Huxley








    Capítulo 1




    Un edificio gris, achaparrado, de sólo treinta y cuatro plantas. Encima de la entrada principal las palabras: Centro de Incubación y
    Condicionamiento de la Central de Londres, y, en un escudo, la
    divisa del Estado Mundial: Comunidad, Identidad, Estabilidad.
    La enorme sala de la planta baja se hallaba orientada hacia el Norte. Fría a pesar del verano que reinaba en el exterior y del calor
    tropical de la sala, una luz cruda y pálida brillaba a través de las
    ventanas buscando ávidamente alguna figura yacente amortajada,
    alguna pálida forma de académica carne de gallina, sin encontrar
    más que el cristal, el níquel y la brillante porcelana de un laboratorio. La invernada respondía a la invernada. Las batas de los trabajadores eran blancas, y éstos llevaban las manos embutidas en
    guantes de goma de un color pálido, como de cadáver. La luz era
    helada, muerta, fantasmal. Sólo de los amarillos tambores de los
    microscopios lograba arrancar cierta calidad de vida, deslizándose
    a lo largo de los tubos y formando una dilatada procesión de trazos
    luminosos que seguían la larga perspectiva de las mesas de trabajo.
    —Y ésta —dijo el director, abriendo la puerta— es la Sala de Fecundación.
    Inclinados sobre sus instrumentos, trescientos Fecundadores se
    hallaban entregados a su trabajo, cuando el director de Incubación
    y Condicionamiento entró en la sala, sumidos en un absoluto silencio, sólo interrumpido por el distraído canturreo o silbar solitario
    de quien se halla concentrado y abstraído en su labor. Un grupo de
    estudiantes recién ingresados, muy jóvenes, rubicundos e imberbes, seguía con excitación, casi abyectamente, al director, pisándole los talones. Cada uno de ellos llevaba un bloc de notas en el
    cual, cada vez que el gran hombre hablaba, garrapateaba desesperadamente. Directamente de labios de la ciencia personificada. Era
    un raro privilegio. El DIC de la central de Londres tenía siempre
    un gran interés en acompañar personalmente a los nuevos alumnos
    a visitar los diversos departamentos.
    —Sólo para darles una idea general —les explicaba.
    Porque, desde luego, alguna especie de idea general debían tener si
    habían de llevar a cabo su tarea inteligentemente; pero no demasiado grande si habían de ser buenos y felices miembros de la sociedad, a ser posible. Porque los detalles, como todos sabemos,
    conducen a la virtud y la felicidad, en tanto que las generalidades
    son intelectualmente males necesarios. No son los filósofos sino
    los que se dedican a la marquetería y los coleccionistas de sellos
    los que constituyen la columna vertebral de la sociedad.
    —Mañana —añadió, sonriéndoles con campechanía un tanto amenazadora— empezarán ustedes a trabajar en serio. Y entonces no
    tendrán tiempo para generalidades. Mientras tanto...
    Mientras tanto, era un privilegio. Directamente de los labios de la
    ciencia personificada al bloc de notas. Los muchachos garrapateaban como locos.
    Alto y más bien delgado, muy erguido, el director paseó por la
    sala. Tenía el mentón largo y saliente, y unos dientes grandes, apenas cubiertos por unos labios gruesos. ¿Viejo? ¿Joven? ¿Treinta?
    ¿Cincuenta? ¿Cincuenta y cinco? Hubiese sido difícil decirlo. En
    todo caso la cuestión no llegaba siquiera a plantearse; en aquel año
    de estabilidad, el 632 después de Ford, a nadie se le hubiese ocurrido preguntarlo.
    —Empezaré por el principio —dijo el director.
    Y los más celosos estudiantes anotaron la intención de director en
    sus blocs de notas: Empieza por el principio.
    —Esto —siguió el director, con un movimiento de la mano— son
    las incubadoras. —Y abriendo una puerta aislante les enseñó hileras y más hileras de tubos de ensayo numerados—. La provisión
    semanal de óvulos —explicó—. Conservados a la temperatura de
    la sangre; en tanto que los gametos masculinos —y al decir esto
    abrió otra puerta— deben ser conservados a treinta y cinco grados
    de temperatura en lugar de treinta y siete. La temperatura de la
    sangre esteriliza.


    15
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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 09:20

    ***
    Los moruecos envueltos en termógeno no engendran corderillos.
    Sin dejar de apoyarse en las incubadoras, el director ofreció a los
    nuevos alumnos, mientras los lápices corrían ilegiblemente por las
    páginas, una breve descripción del moderno proceso de fecundación. Primero habló, naturalmente, de sus prolegómenos quirúrgicos, la operación voluntariamente sufrida para el bien de la Sociedad, aparte el hecho de que entraña una prima equivalente al salario de seis meses; prosiguió con unas notas sobre la técnica de
    conservación de los ovarios extirpados de forma que se conserven
    en vida y se desarrollen activamente; pasó a hacer algunas consideraciones sobre la temperatura, salinidad y viscosidad óptimas;
    prendidos y maduros; y, acompañando a sus alumnos a las mesas
    de trabajo, les enseñó en la práctica cómo se retiraba aquel licor de
    los tubos de ensayo; cómo se vertía, gota a gota, sobre placas de
    microscopio especialmente caldeadas; cómo los óvulos que contenía eran inspeccionados en busca de posibles anormalidades, contados y trasladados a un recipiente poroso; cómo (y para ello los
    llevó al sitio donde se realizaba la operación) este recipiente era
    sumergido en un caldo caliente que contenía espermatozoos en
    libertad, a una concentración mínima de cien mil por centímetro
    cúbico, como hizo constar con insistencia; y cómo, al cabo de diez
    minutos, el recipiente era extraído del caldo y su contenido volvía
    a ser examinado; cómo, si algunos de los óvulos seguían sin fertilizar, era sumergido de nuevo, y, en caso necesario, una tercera
    vez; cómo los óvulos fecundados volvían a las incubadoras, donde
    los Alfas y los Betas permanecían hasta que eran definitivamente
    embotellados, en tanto que los Gammas, Deltas y Epsilones eran
    retirados al cabo de sólo treinta y seis horas, para ser sometidos al
    método de Bokanovsky.
    —El método de Bokanovsky —repitió el director.
    Y los estudiantes subrayaron estas palabras.
    Un óvulo, un embrión, un adulto: la normalidad. Pero un óvulo
    boklanovskificado prolifera, se subdivide. De ocho a noventa y
    seis brotes, y cada brote llegará a formar un embrión perfectamente constituido y cada embrión se convertirá en un adulto normal.
    Una producción de noventa y seis seres humanos donde antes sólo
    se conseguía uno. Progreso.
    —En esencia —concluyó el DIC—, la bokanovskificación consiste en una serie de paros del desarrollo. Controlamos el crecimiento
    normal, y paradójicamente, el óvulo reacciona echando brotes.
    Reacciona echando brotes. Los lápices corrían.
    El director señaló a un lado. En una ancha cinta que se movía con
    gran lentitud, un portatubos enteramente cargado se introducía en
    una vasta caja de metal, de cuyo extremo emergía otro portatubos
    igualmente repleto. El mecanismo producía un débil zumbido. El
    director explicó que los tubos de ensayo tardaban ocho minutos en
    atravesar aquella cámara metálica. Ocho minutos de rayos X era lo
    máximo que los óvulos podían soportar. Unos pocos morían; de
    los restantes, los menos aptos se dividían en dos; después a las
    incubadoras, donde los nuevos brotes empezaban a desarrollarse;
    luego, al cabo de dos días, se les sometía a un proceso de congelación y se detenía su crecimiento. Dos, cuatro, ocho, los brotes, a su
    vez, echaban nuevos brotes; después se les administraba una dosis
    casi letal de alcohol; como consecuencia de ello, volvían a subdividirse —brotes de brotes de brotes— y después se les dejaba
    desarrollar en paz, puesto que una nueva detención en su crecimiento solía resultar fatal. Pero, a aquellas alturas, el óvulo original se había convertido en un número de embriones que oscilaba
    entre ocho y noventa y seis, un prodigioso adelanto, hay que reconocerlo, con respecto a la Naturaleza. Mellizos idénticos, pero no
    en ridículas parejas, o de tres en tres, como en los viejos tiempos
    vivíparos, cuando un óvulo se escindía de vez en cuando, accidentalmente; mellizos por docenas, por veintenas a un tiempo.
    —Veintenas —repitió el director; y abrió los brazos como distribuyendo generosas dádivas—. Veintenas.
    Pero uno de los estudiantes fue lo bastante estúpido para preguntar
    en qué consistía la ventaja.
    —¡Pero, hijo mío! —exclamó el director, volviéndose bruscamente hacia él—. ¿De veras no lo comprende? ¿No puede comprenderlo? —Levantó una mano, con expresión solemne—. El Método
    Bokanovsky es uno de los mayores instrumentos de la estabilidad
    social.
    Uno de los mayores instrumentos de la estabilidad social.
    Hombres y mujeres estandardizados, en grupos uniformes. Todo el
    personal de una fábrica podía ser el producto de un solo óvulo bokanovskificado.
    —¡Noventa y seis mellizos trabajando en noventa y seis máquinas
    idénticas! —La voz del director casi temblaba de entusiasmo—.
    Sabemos muy bien adónde vamos. Por primera vez en la historia.
    —Citó la divisa planetario—: Comunidad, Identidad, Estabilidad.
    —Grandes palabras—. Si pudiéramos bokanovskificar indefinidamente, el problema estaría resuelto.
    Resuelto por Gammas en serie, Deltas invariables, Epsilones uniformes. Millones de mellizos idénticos. El principio de la producción en masa aplicado, por fin, a la biología.
    —Pero, por desgracia —añadió el director—, no podemos bokanovskificar indefinidamente.
    Al parecer, noventa y seis era el límite, y setenta y dos un buen
    promedio. Lo más que podían hacer, a falta de poder realizar aquel
    ideal, era manufacturar tantos grupos de mellizos idénticos como
    fuese posible a partir del mismo ovario y con gametos del mismo
    macho. Y aun esto era difícil.
    —Porque, por vías naturales, se necesitan treinta años para que
    doscientos óvulos alcancen la madurez. Pero nuestra tarea consiste
    en estabilizar la población en este momento, aquí y ahora. ¿De qué
    nos serviría producir mellizos con cuentagotas a lo largo de un
    cuarto de siglo?




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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 09:23

    ***

    Evidentemente, de nada. Pero la técnica de Podsnap había acelerado inmensamente el proceso de la maduración. Ahora cabía tener
    la seguridad de conseguir como mínimo ciento cincuenta óvulos
    maduros en dos años. Fecundación y bokanovskificación —es decir, multiplicación por setenta y dos—, aseguraban una producción
    media de casi once mil hermanos y hermanas en ciento cincuenta
    grupos de mellizos idénticos; y todo ello en el plazo de dos años.
    —Y, en casos excepcionales, podemos lograr que un solo ovario
    produzca más de quince mil individuos adultos.
    Volviéndose hacia un joven rubio y coloradote que en aquel momento pasaba por allá, lo llamó:
    —Míster Foster. ¿Puede decimos cuál es la marca de un solo ovario, míster Foster?
    —Dieciséis mil doce en este Centro —contestó míster Foster sin
    vacilar. Hablaba con gran rapidez, tenía unos ojos azules muy vivos, y era evidente que le producía un intenso placer citar cifras—.
    Dieciséis mil doce, en ciento ochenta y nueve grupos de mellizos
    idénticos. Pero, desde luego, se ha conseguido mucho más —
    prosiguió atropelladamente— en algunos centros tropicales. Singapur ha producido a menudo más de dieciséis mil quinientos; y
    Mombasa ha alcanzado la marca de los diecisiete mil. Claro que
    tienen muchas ventajas sobre nosotros. ¡Deberían ustedes ver cómo reacciona un ovario de negra a la pituitaria! Es algo asombroso, cuando uno está acostumbrado a trabajar con material europeo.
    Sin embargo —agregó, riendo (aunque en sus ojos brillaba el fulgor del combate y avanzaba la barbilla retadoramente)—, sin embargo, nos proponemos batirles, si podemos. Actualmente estoy
    trabajando en un maravilloso ovario Delta-Menos. Sólo cuenta
    dieciocho meses de antigüedad. Ya ha producido doce mil setecientos hijos, decantados o en embrión. Y sigue fuerte. Todavía les
    ganaremos.
    —¡Éste es el espíritu que me gusta! —exclamó el director; y dio
    unas palmadas en el hombro de míster Foster—. Venga con nosotros y permita a estos muchachos gozar de los beneficios de sus
    conocimientos de experto.
    Míster Foster sonrió modestamente.
    —Con mucho gusto —dijo.
    Y siguieron la visita. En la Sala de Envasado reinaba una animación armoniosa y una actividad ordenada. Trozos de peritoneo de
    cerda, cortados ya a la medida adecuada, subían disparados en pequeños ascensores, procedentes del Almacén de órganos de los
    sótanos. Un zumbido, después un chasquido, y las puertas del ascensor se abrían de golpe; el Forrador de Envases sólo tenía que alargar la mano, coger el trozo, introducirlo en el frasco, alisarlo, y
    antes de que el envase debidamente forrado por el interior se hallara fuera de su alcance, transportado por la cinta sin fin, un zumbido, un chasquido, y otro trozo de peritoneo era disparado desde las
    profundidades, a punto para ser deslizado en el interior de otro
    frasco, el siguiente de aquella lenta procesión que la cinta transportaba.
    Después de los Forradores había los Matriculadores. La procesión
    avanzaba; uno a uno, los óvulos pasaban de sus tubos de ensayo a
    unos recipientes más grandes; diestramente, el forro de peritoneo
    era cortado, la mórula situada en su lugar, vertida la solución salina... y ya el frasco había pasado y les llegaba la vez a los etiquetadores. Herencia fecha de fertilización, grupo de Bokanovsky al que
    pertenecía, todos estos detalles pasaban del tubo de ensayo al frasco. Sin anonimato ya, con sus nombres a través de una abertura de
    la pared, hacia la Sala de Predestinación Social.
    —Ochenta y ocho metros cúbicos de fichas —dijo míster Foster,
    satisfecho, al entrar.
    —Que contienen toda la información de interés —agregó el director.
    —Puestas al día todas las mañanas.
    —Y coordinadas todas las tardes.
    —En las cuales se basan los cálculos.
    —Tantos individuos, de tal y tal calidad —dijo míster Foster.
    —Distribuidos en tales y tales cantidades.
    —El óptimo porcentaje de Decantación en cualquier momento
    dado.
    —Permitiendo compensar rápidamente las pérdidas imprevistas.
    —Rápidamente —repitió míster Foster—. ¡Si supieran ustedes la
    cantidad de horas extras que tuve que emplear después del último
    terremoto en el Japón!
    Rió de buena gana y movió la cabeza.
    —Los Predestinadores envían sus datos a los Fecundadores.
    —Quienes les facilitan los embriones que solicitan.
    —Y los frascos pasan aquí para ser predestinados concretamente.
    —Después de lo cual vuelven a ser enviados al Almacén de Embriones.
    —Adonde vamos a pasar ahora mismo.
    Y, abriendo una puerta, míster Foster inició la marcha hacia una
    escalera que descendía al sótano.
    La temperatura seguía siendo tropical. El grupo penetró en un ambiente iluminado con una luz crepuscular. Dos puertas y un pasadizo con un doble recodo aseguraban al sótano contra toda posible
    infiltración de la luz.
    —Los embriones son como la película fotográfica —dijo míster
    Foster, jocosamente, al tiempo que empujaba la segunda puerta—.
    Sólo soportan la luz roja.







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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 09:24

    ***
    Y, en efecto, la bochornosa oscuridad en medio de la cual los estudiantes le seguían ahora era visible y escarlata como la oscuridad
    que se divisa con los ojos cerrados en plena tarde veraniega. Los
    voluminosos estantes laterales, con sus hileras interminables de
    botellas, brillaban como cuajados de rubíes, y entre los rubíes se
    movían los espectros rojos de mujeres y hombres con los ojos purpúreos y todos los síntomas del lupus. El zumbido de la maquinaria llenaba débilmente los aires.
    —Déles unas cuantas cifras, míster Foster —dijo el director, que
    estaba cansado de hablar.
    A míster Foster le encantó darles unas cuantas cifras.
    Doscientos veinte metros de longitud, doscientos de anchura y diez
    de altura. Señaló hacia arriba. Como gallinitas bebiendo agua, los
    estudiantes levantaron los ojos hacia el elevado techo.
    Tres grupos de estantes: a nivel del suelo, primera galería y segunda galería.
    La telaraña metálica de las galerías se perdía a lo lejos, en todas
    direcciones, en la oscuridad. Cerca de ellas, tres fantasmas rojos se
    hallaban muy atareados descargando damajuanas de una escalera
    móvil.
    La escalera que procedía de la Sala de Predestinación Social.
    Cada frasco podía ser colocado en uno de los quince estantes, cada
    uno de los cuales, aunque a simple vista no se notaba, era un tren
    que viajaba a razón de trescientos treinta y tres milímetros por hora. Doscientos sesenta y siete días, a ocho metros diarios. Dos mil
    ciento treinta y seis metros en total. Una vuelta al sótano a nivel
    del suelo, otra en la primera galería, media en la segunda, y, la
    mañana del día doscientos sesenta y siete, luz de día en la Sala de
    Decantación. La llamada existencia independiente.
    —Pero en el intervalo —concluyó míster Foster— nos las hemos
    arreglado para hacer un montón de cosas con ellos. Ya lo creo, un
    montón de cosas.
    —Éste es el espíritu que me gusta —volvió a decir el director—.
    Demos una vueltecita. Cuénteselo usted todo, míster Foster.
    Y míster Foster se lo contó todo.
    Les habló del embrión que se desarrollaba en su lecho de peritoneo. Les dio a probar el rico sucedáneo de la sangre con que se
    alimentaba. Les explicó por qué había de estimularlo con placentina y tiroxina. Les habló del extracto de corpus luteum. Les enseñó
    las mangueras por medio de las cuales dicho extracto era inyectado
    automáticamente cada doce metros, desde cero hasta 2.040. Habló
    de las dosis gradualmente crecientes de pituitaria administradas
    durante los noventa y seis metros últimos del recorrido. Describió
    la circulación materna artificial instalada en cada frasco, en el metro 112, les enseñó el depósito de sucedáneo de la sangre, la bomba centrífuga que mantenía al líquido en movimiento por toda la
    placenta y lo hacía pasar a través del pulmón sintético y el filtro de
    los desperdicios. Se refirió a la molesta tendencia del embrión a la
    anemia, a las dosis masivas de extracto de estómago de cerdo y de
    hígado de potro fetal que, en consecuencia, había que administrar.
    Les enseñó el sencillo mecanismo por medio del cual, durante los
    dos últimos metros de cada ocho, todos los embriones eran sacudidos simultáneamente para que se acostumbraran al movimiento.
    Aludió a la gravedad del llamado trauma de la decantación y
    enumeró las precauciones que se tomaban para reducir al mínimo,
    mediante el adecuado entrenamiento del embrión envasado, tan
    peligroso shock. Les habló de las pruebas de sexo llevadas a cabo
    en los alrededores del metro doscientos. Explicó el sistema de etiquetaje: una T para los varones, un círculo para las hembras, y un
    signo de interrogación negro sobre fondo blanco para los destinados a hermafroditas.
    —Porque, desde luego —dijo míster Foster—, en la gran mayoría
    de los casos la fecundidad no es más que un estorbo. Un solo ovario fértil de cada mil doscientos bastaría para nuestros propósitos.
    Pero queremos poder elegir a placer. Y, desde luego, conviene
    siempre dejar un buen margen de seguridad. Por esto permitimos
    que hasta un treinta por ciento de embriones hembra se desarrollen
    normalmente. A los demás les administramos una dosis de hormona sexual femenina cada veinticuatro metros durante lo que les
    queda de trayecto. Resultado: son decantados como hermafroditas,
    completamente normales en su estructura, excepto —tuvo que reconocer— que tienen una ligera tendencia a echar barba, pero estériles. Con una esterilidad garantizada. Lo cual nos conduce por fin
    —prosiguió míster Foster— fuera del reino de la mera imitación
    servil de la Naturaleza para pasar al mundo mucho más interesante
    de la invención humana.
    Se frotó las manos. Porque, desde luego, ellos no se limitaban meramente a incubar embriones; cualquier vaca podría hacerlo.
    —También predestinamos y condicionamos. Decantamos nuestros
    críos como seres humanos socializados, como Alfas o Epsilones,
    como futuros poceros o futuros... —Iba a decir futuros Interventores Mundiales, pero rectificando a tiempo, dijo—... futuros Directores de Incubadoras.
    El director agradeció el cumplido con una sonrisa.
    Pasaban en aquel momento por el metro 320 del Estante número
    11. Un joven Beta-Menos, un mecánico, estaba atareado con un
    destornillador y una llave inglesa, trabajando en la bomba de sucedáneo de la sangre de una botella que pasaba. Cuando dio vuelta a
    las tuercas, el zumbido del motor eléctrico se hizo un poco más
    grave. Bajó más aún, y un poco más... Otra vuelta a la llave inglesa, una mirada al contador de revoluciones, y terminó su tarea. El
    hombre retrocedió dos pasos en la hilera e inició el mismo proceso
    en la bomba del frasco siguiente
    —Está reduciendo el número de revoluciones por minuto —
    explicó míster Foster—. El sucedáneo circula más despacio; por
    consiguiente, pasa por el pulmón a intervalos más largos; por tanto, aporta menos oxígeno al embrión. No hay nada como la escasez
    de oxígeno para mantener a un embrión por debajo de lo normal.
    Y volvió a frotarse las manos.
    —¿Y para qué quieren mantener a un embrión por debajo de lo
    normal? —preguntó un estudiante ingenuo.
    —¡Estúpido! —exclamó el director, rompiendo un largo silencio—. ¿No se le ha ocurrido pensar que un embrión de Epsilon
    debe tener un ambiente Epsilon y una herencia Epsilon también?
    Evidentemente, no se le había ocurrido. Quedó abochornado.
    —Cuanto más baja es la casta —dijo míster Foster—, menos debe
    escasear el oxígeno. El primer órgano afectado es el cerebro. Después el esqueleto. Al setenta por ciento del oxígeno normal se consiguen enanos. A menos del setenta, monstruos sin ojos. Que no
    sirven para nada —concluyó míster Foster—. En cambio (y su voz
    adquirió un tono confidencial y excitado), si lograran descubrir
    una técnica para abreviar el período de maduración, ¡qué gran
    triunfo, qué gran beneficio para la sociedad! Consideren si no al
    caballo







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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 09:28

    ***

    Todos lo consideraron.
    —El caballo alcanza la madurez a los seis años; el elefante, a los
    diez. En tanto que el hombre, a los trece años aún no está sexualmente maduro, y sólo a los veinte alcanza el pleno conocimiento.
    De ahí la inteligencia humana, fruto de este desarrollo retardado.
    Pero en los Epsilones —dijo míster Foster, muy acertadamente—
    no necesitamos inteligencia humana.
    No la necesitaban, y no la fabricaban. Pero, aunque la mente de un
    Epsilon alcanzaba la madurez a los diez años, el cuerpo del Epsilon no era apto para el trabajo hasta los dieciocho. Largos años de
    madurez superflua y perdida. Si el desarrollo físico pudiera acelerarse hasta que fuera tan rápido, digamos, como el de una vaca,
    ¡qué enorme ahorro para la comunidad!
    —¡Enorme! —murmuraron los estudiantes.
    El entusiasmo de míster Foster era contagioso.
    Después se puso más técnico; habló de una coordinación endocrino anormal que era la causa de que los hombres crecieran tan
    lentamente, y sostuvo que esta anormalidad se debía a una mutación germinal. ¿Cabía destruir los efectos de esta mutación germinal? ¿Cabía devolver al individuo Epsilon, mediante una técnica
    adecuada, a la normalidad de los perros y de las vacas? Este era el
    problema.
    Pilkinton, en Mombasa, había producido individuos sexualmente
    maduros a los cuatro años y completamente crecidos a los seis y
    medio. Un triunfo científico. Pero socialmente inútil. Los hombres
    y las mujeres de seis años eran demasiado estúpidos, incluso para
    realizar el trabajo de un Epsilon. Y el método era de los del tipo
    todo o nada; o no se lograba modificación alguna, o tal modificación era en todos los sentidos. Todavía estaban luchando por encontrar el compromiso ideal entre adultos de veinte años y adultos
    de seis. Y hasta entonces sin éxito.
    Su ronda a través de la luz crepuscular escarlata les había llevado a
    las proximidades del metro 170 del Estante 9. A partir de aquel
    punto, el Estante 9 estaba cerrado, y los frascos realizaban el resto
    de su viaje en el interior de una especie de túnel, interrumpido de
    vez en cuando por unas aberturas de dos o tres metros de anchura.
    —Condicionamiento con respecto al calor —explicó míster Foster.
    Túneles calientes alternaban con túneles fríos. El frío se aliaba a la
    incomodidad en la forma de intensos rayos X. En el momento de
    su decantación, los embriones sentían horror por el frío. Estaban
    predestinados a emigrar a los trópicos, a ser mineros, tejedores de
    seda al acetato o metalúrgicos. Más adelante, enseñarían a sus
    mentes a apoyar el criterio de su cuerpo.
    —Nosotros los condicionamos de modo que tiendan hacia el calor
    —concluyo míster Foster—. Y nuestros colegas de arriba les enseñarán a amarlo.
    —Y éste —intervino el director sentenciosamente—, éste es el
    secreto de la felicidad y la virtud: amar lo que uno tiene que hacer.
    Todo condicionamiento tiende a esto: a lograr que la gente ame su
    inevitable destino social.
    En un boquete entre dos túneles, una enfermera introducía una
    jeringa larga y fina en el contenido gelatinoso de un frasco que
    pasaba. Los estudiantes y sus guías permanecieron observándola
    unos momentos.
    —Muy bien, Lenina —dijo míster Foster cuando, al fin, la joven
    retiró la jeringa y se incorporó.
    La muchacha se volvió, sobresaltada. A pesar del lupus y de los
    ojos de púrpura, se advertía que era excepcionalmente hermosa.
    Su sonrisa, roja también, voló hacia él, en una hilera de rojos dientes.
    —Encantadora, encantadora —murmuró el director.
    Y, dándole una o dos palmaditas, recibió en correspondencia una
    sonrisa deferente, a él destinada.
    —¿Qué les da? —preguntó míster Foster, procurando adoptar un
    tono estrictamente profesional.
    —Lo de siempre: el tifus y la enfermedad del sueño.
    —Los trabajadores del trópico empiezan a ser inoculados en el
    metro 150 —explicó míster Foster a los estudiantes—. Los embriones todavía tienen agallas. Inmunizamos al pez contra las enfermedades del hombre futuro. —Luego, volviéndose a Lenina,
    añadió—: A las cinco menos diez, en el tejado, esta tarde, como de
    costumbre.
    —Encantadora —dijo el director una vez más.
    Y, con otra palmadita, se alejó en pos de los otros.
    En el estante número 10, hileras de la próxima generación de obreros químicos eran sometidos a un tratamiento para acostumbrarlos
    a tolerar el plomo, la sosa cáustica, el asfalto, la clorina... El primero de una hornada de doscientos cincuenta mecánicos de cohetes aéreos en embrión pasaba en aquel momento por el metro mil
    cien del estante 3. Un mecanismo especial mantenía sus envases en
    constante rotación.
    —Para mejorar su sentido del equilibrio —explicó míster Foster—
    . Efectuar reparaciones en el exterior de un cohete en el aire es una
    tarea complicada. Cuando están de pie, reducimos la circulación
    hasta casi matarlos, y doblamos el flujo del sucedáneo de la sangre
    cuando están cabeza abajo. Así aprenden a asociar esta posición
    con el bienestar; de hecho, sólo son felices de verdad cuando están
    así. Y ahora —prosiguió míster Foster—, me gustaría enseñarles
    algún condicionamiento interesante para intelectuales Alfa-Más.
    Tenemos un nutrido grupo de ellos en el estante número S. Es el
    nivel de la Primera Galería —gritó a dos muchachos que habían
    empezado a bajar a la planta—. Están por los alrededores del metro 900 —explicó—. No se puede efectuar ningún condicionamiento intelectual eficaz hasta que el feto ha perdido la cola.
    El director consultó su reloj.
    —Las tres menos diez —dijo—. Me temo que no habrá tiempo
    para los embriones intelectuales. Debemos subir a las Guarderías
    antes de que los niños despierten de la siesta de la tarde.
    Míster Foster pareció decepcionado.
    —Al menos, una mirada a la Sala de Decantación —imploró.
    —Bueno, está bien. —El director sonrió con indulgencia—. Pero
    sólo una ojeada.





    27
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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 14:03

    ***



    Capítulo 2





    Míster Foster se quedó en la Sala de Decantación. El DIC y sus
    alumnos entraron en el ascensor más próximo, que los condujo a la
    quinta planta.
    Guardería infantil. Sala de Condicionamiento Neo-Pavloviano,
    anunciaba el rótulo de la entrada.
    El director abrió una puerta. Entraron en una vasta estancia vacía,
    muy brillante y soleada, porque toda la pared orientada hacia el
    Sur era un cristal de parte a parte. Media docena de enfermeras,
    con pantalones y chaqueta de uniforme, de viscosilla blanca, los
    cabellos asépticamente ocultos bajo cofias blancas, se hallaban
    atareadas disponiendo jarrones con rosas en una larga hilera, en el
    suelo. Grandes jarrones llenos de flores. Millares de pétalos, suaves y sedosos como las mejillas de innumerables querubes, pero de
    querubes, bajo aquella luz brillante, no exclusivamente rosados y
    arios, sino también luminosamente chinos y también mejicanos y
    hasta apopléticos a fuerza de soplar en celestiales trompetas, o
    pálidos como la muerte, pálidos con la blancura póstuma del mármol.
    Cuando el DIC entró, las enfermeras se cuadraron rígidamente.
    —Coloquen los libros —ordenó el director.
    En silencio, las enfermeras obedecieron la orden. Entre los jarrones de rosas, los libros fueron debidamente dispuestos: una hilera
    de libros infantiles se abrieron invitadoramente mostrando alguna
    imagen alegremente coloreada de animales, peces o pájaros.
    —Y ahora traigan a los niños.
    Las enfermeras se apresuraron a salir de la sala y volvieron al cabo
    de uno o dos minutos; cada una de ellas empujaba una especie de
    carrito de té muy alto, con cuatro estantes de tela metálica, en cada
    uno de los cuales había un crío de ocho meses. Todos eran exactamente iguales (un grupo Bokanovsky, evidentemente) y todos
    vestían de color caqui, porque pertenecían a la casta Delta.
    —Pónganlos en el suelo.
    Los carritos fueron descargados.
    —Y ahora sitúenlos de modo que puedan ver las flores y los libros.
    Los chiquillos inmediatamente guardaron silencio, y empezaron a
    arrastrarse hacia aquellas masas de colores vivos, aquellas formas
    alegres y brillantes que aparecían en las páginas blancas. Cuando
    ya se acercaban, el sol palideció un momento, eclipsándose tras
    una nube. Las rosas llamearon, como a impulsos de una pasión
    interior; un nuevo y profundo significado pareció brotar de las brillantes páginas de los libros. De las filas de críos que gateaban
    llegaron pequeños chillidos de excitación, gorjeos y ronroneos de
    placer.
    El director se frotó las manos.
    —¡Estupendo! —exclamó—. Ni hecho a propósito.
    Los más rápidos ya habían alcanzado su meta. Sus manitas se tendían, inseguras, palpaban, agarraban, deshojaban las rosas transfiguradas, arrugaban las páginas iluminadas de los libros. El director
    esperó verles a todos alegremente atareados. Entonces dijo:
    —Fíjense bien.
    La enfermera jefe, que estaba de pie junto a un cuadro de mandos,
    al otro extremo de la sala, bajó una pequeña palanca.
    Se produjo una violenta explosión. Cada vez más aguda, empezó a
    sonar una sirena. Timbres de alarma se dispararon, locamente.
    Los chiquillos se sobresaltaron y rompieron en chillidos; sus rostros aparecían convulsos de terror.
    —Y ahora —gritó el director (porque el estruendo era ensordecedor)—, ahora pasaremos a reforzar la lección con un pequeño electroshock.
    Volvió a hacer una señal con la mano, y la enfermera jefe pulsó
    otra palanca. Los chillidos de los pequeños cambiaron súbitamente
    de tono. Había algo desesperado, algo casi demencial, en los gritos
    agudos, espasmódicos, que brotaban de sus labios. Sus cuerpecitos
    se retorcían y cobraban rigidez; sus miembros se agitaban bruscamente, como obedeciendo a los tirones de alambres invisibles.
    —Podemos electrificar toda esta zona del suelo —gritó el director,
    como explicación—. Pero ya basta.
    Hizo otra señal a la enfermera.
    Las explosiones cesaron, los timbres enmudecieron, y el chillido
    de la sirena fue bajando de tono hasta reducirse al silencio. Los
    cuerpecillos rígidos y retorcidos se relajaron, y lo que había sido el
    sollozo y el aullido de unos niños desatinados volvió a convertirse
    en el llanto normal del terror ordinario.
    —Vuelvan a ofrecerles las flores y los libros.
    Las enfermeras obedecieron; pero ante la proximidad de las rosas,
    a la sola vista de las alegres y coloreadas imágenes de los gatitos,
    los gallos y las ovejas, los niños se apartaron con horror, y el volumen de su llanto aumentó súbitamente.
    —Observen —dijo el director, en tono triunfal—. Observen.
    Los libros y ruidos fuertes, flores y descargas eléctricas; en la
    mente de aquellos niños ambas cosas se hallaban ya fuertemente
    relacionadas entre sí; y al cabo de doscientas repeticiones de la
    misma o parecida lección formarían ya una unión indisoluble. Lo
    que el hombre ha unido, la Naturaleza no puede separarlo.
    —Crecerán con lo que los psicólogos solían llamar un odio instintivo hacia los libros y las flores. Reflejos condicionados definitivamente. Estarán a salvo de los libros y de la botánica para toda su
    vida. —El director se volvió hacia las enfermeras—. Llévenselos.
    Llorando todavía, los niños vestidos de caqui fueron cargados de
    nuevo en los carritos y retirados de la sala, dejando tras de sí un
    olor a leche agria y un agradable silencio.
    Uno de los estudiantes levantó la mano; aunque comprendía perfectamente que no podía permitirse que los miembros de una casta
    baja perdieran el tiempo de la comunidad en libros, y que siempre
    existía el riesgo de que leyeran algo que pudiera, por desdicha,
    destruir uno de sus reflejos condicionados, sin embargo... bueno,
    no podía comprender lo de las flores. ¿Por qué tomarse la molestia
    de hacer psicológicamente imposible para los Deltas el amor a las
    flores?















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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 14:04

    ***

    Pacientemente, el DIC se explicó. Si se inducía a los niños a chillar a la vista de una rosa, ello obedecía a una alta política económica. No mucho tiempo atrás (aproximadamente un siglo), los
    Gammas, los Deltas y hasta los Epsilones habían sido condicionados de modo que les gustaran las flores; las flores en particular, y
    la naturaleza salvaje en general. El propósito, entonces, estribaba
    en inducirles a salir al campo en toda oportunidad, con el fin de
    que consumieran transporte.
    —¿Y no consumían transporte? —preguntó el estudiante.
    —Mucho —contestó el DIC—. Pero sólo transporte.
    Las prímulas y los paisajes, explicó, tienen un grave defecto: son
    gratuitos. El amor a la Naturaleza no da quehacer a las fábricas. Se
    decidió abolir el amor a la Naturaleza, al menos entre las castas
    más bajas; abolir el amor a la Naturaleza, pero no la tendencia a
    consumir transporte. Porque, desde luego, era esencial, que siguieran deseando ir al campo, aunque lo odiaran. El problema residía
    en hallar una razón económica más poderosa para consumir transporte que la mera afición a las prímulas y los paisajes. Y lo encontraron.
    —Condicionamos a las masas de modo que odien el campo —
    concluyó el director—. Pero simultáneamente las condicionamos
    para que adoren los deportes campestres. Al mismo tiempo, velamos para que todos los deportes al aire libre entrañen el uso de
    aparatos complicados. Así, además de transporte, consumen artículos manufacturados. De ahí estas descargas eléctricas.
    —Comprendo —dijo el estudiante, y, presa de admiración, guardó
    silencio.
    El silencio se prolongó; después, aclarándose la garganta, el director empezó:
    —Tiempo ha, cuando Nuestro Ford estaba todavía en la Tierra,
    hubo un chiquillo que se llamaba Reuben Rabinovich. Reuben era
    hijo de padres de habla polaca. Usted sabe lo que es el polaco,
    desde luego.
    —Una lengua muerta.
    —Como el francés y el alemán —agregó otro estudiante, exhibiendo oficiosamente sus conocimientos.
    —¿Y padre? —preguntó el DIC.
    Se produjo un silencio incómodo. Algunos muchachos se sonrojaron. Todavía no habían aprendido a identificar la significativa pero
    a menudo muy sutil distinción entre obscenidad y ciencia pura.
    Uno de ellos, al fin, logró reunir valor suficiente para levantar la
    mano.
    —Los seres humanos antes eran... —vaciló; la sangre se le subió a
    las mejillas—. Bueno, eran vivíparos.
    —Muy bien —dijo el director, en tono de aprobación.
    —Y cuando los niños eran decantados...
    —Cuando nacían —surgió la enmienda.
    —Bueno, pues entonces eran los padres... Quiero decir, no los niños, desde luego, sino los otros.
    El pobre muchacho estaba abochornado y confuso.
    —En suma —resumió el director—, Los padres eran el padre y la
    madre. —La obscenidad, que era auténtica ciencia, cayó como una
    bomba en el silencio de los muchachos, que desviaban las miradas—. Madre —repitió el director en voz alta, para hacerles entrar
    la ciencia; y, arrellanándose en su asiento, dijo gravemente—. Estos hechos son desagradables, lo sé. Pero la mayoría de los hechos
    históricos son desagradables.
    Luego volvió al pequeño Reuben, al pequeño Reuben, en cuya
    habitación, una noche, por descuido, su padre y su madre (¡lagarto,
    lagarto!) se dejaron la radio en marcha.
    —Porque deben ustedes recordar que en aquellos tiempos de burda
    reproducción vivípara, los niños eran criados siempre con sus padres y no en los Centros de Condicionamiento del Estado.
    Mientras el chiquillo dormía, de pronto la radio empezó a dar un
    programa desde Londres y a la mañana siguiente, con gran asombro de sus lagarto y lagarto (los muchachos más atrevidos osaron
    sonreírse mutuamente), el pequeño Reuben se despertó repitiendo
    palabra por palabra una larga conferencia pronunciada por aquel
    curioso escritor antiguo (uno de los poquísimos cuyas obras se ha
    permitido que lleguen hasta nosotros), George Bernard Shaw,
    quien hablaba, de acuerdo con la probada tradición de entonces, de
    su propio genio. Para los... (guiño y risita) del pequeño Reuben,
    esta conferencia era, desde luego, perfectamente incomprensible,
    y, sospechando que su hijo se había vuelto loco de repente, enviaron a buscar a un médico. Afortunadamente, éste entendía el inglés, reconoció el discurso que Shaw había radiado la víspera,
    comprendió el significado de lo ocurrido y envió una comunicación a las publicaciones médicas acerca de ello










    32

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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Jue 09 Ene 2025, 08:52

    ***

    —El principio de la enseñanza durante el sueño, o hipnopedia,
    había sido descubierto.
    El DIC hizo una pausa efectista.
    El principio había sido descubierto; pero habían de pasar años,
    muchos años, antes de que tal principio fuese aplicado con utilidad.
    —El caso del pequeño Reuben ocurrió sólo veintitrés años después
    de que Nuestro Ford lanzara al mercado su primer Modelo T.
    Al decir estas palabras, el director hizo la señal de la T sobre su
    estómago, y todos los estudiantes le imitaron reverentemente.
    Furiosamente, los estudiantes garrapateaban: Hipnopedia, empleada por primera vez oficialmente en 214 d. F. ¿Por qué no antes?
    Dos razones. (a)...
    —Estos primeros experimentos —les decía el DIC— seguían una
    pista falsa. Los investigadores creían que la hipnopedia podía convertirse en un instrumento de educación intelectual.
    »Un niño duerme sobre su costado derecho, con el brazo derecho
    estirado, la mano derecha colgando fuera de la cama. A través de
    un orificio enrejado, redondo, practicado en el lado de una caja,
    una voz habla suavemente:
    »“El Nilo es el río más largo de África y el segundo en longitud de
    todos los ríos del Globo. Aunque es poco menos largo que el Mississippi Missouri, el Nilo es el más importante de todos los ríos del
    mundo en cuanto a la anchura de su cuenca, que se extiende a través de 35 grados de latitud...”


    »A la mañana siguiente, alguien dice:
    »—Tommy, ¿sabes cuál es el río más largo de África?
    »El chiquillo niega con la cabeza.
    »—Pero, ¿no recuerdas algo que empieza: “El Nilo es el...”?
    »—El-Nilo-es-el-río-más-largo-de-África-y-el-segundo-enlongitud-de-todos-los-ríos-del-Globo... —Las palabras brotan caudalosamente de sus labios—. Aunque-es-poco-menos-largo-que...
    »—Bueno, entonces, ¿cuál es el río más largo de África?
    »Los ojos aparecen vacíos de expresión.
    »—No lo sé.
    »—Pues el Nilo, Tommy. ¿Cuál es el río más largo del mundo,
    Tommy?
    »Tommy rompe a llorar.
    »—No lo sé —solloza.
    Este llanto, según explicó el director, desanimó a los primeros investigadores. Los experimentos fueron abandonados. No se volvió
    a intentar enseñar a los niños, durante el sueño, la longitud del Nilo. Muy acertadamente. No se puede aprender una ciencia a menos
    que uno sepa de qué trata.
    —Por el contrario, debían haber empezado por la educación moral
    —dijo el director, abriendo la marcha hacia la puerta. Los estudiantes le siguieron, garrapateando desesperadamente mientras
    caminaban hasta llegar al ascensor—. La educación moral, que
    nunca, en ningún caso, debe ser racional.
    «Silencio, silencio», susurró un altavoz, cuando salieron del ascensor, en la decimocuarta planta, y Silencio, silencio repetían incansables los altavoces, situados a intervalos en todos los pasillos. Los
    estudiantes y hasta el propio director empezaron a caminar automáticamente sobre las puntas de los pies. Sí, ellos eran Alfas, desde luego; pero también los Alfas han sido condicionados. Silencio,
    silencio. El aire todo de la planta decimocuarta vibraba con aquel
    imperativo categórico.
    Unos cincuenta metros recorridos de puntillas los llevaron ante una
    puerta que el director abrió cautelosamente. Cruzando el umbral,
    penetraron en la penumbra de un dormitorio cerrado. Ochenta camastros se alineaban junto a la pared. Se oía una respiración regular y ligera, y un murmullo continuo, como de voces muy débiles
    que susurraran a lo lejos.
    En cuanto entraron, una enfermera se levantó y se cuadró ante el
    director.
    —¿Cuál es la lección de esta tarde? —preguntó éste.
    —Durante los primeros cuarenta minutos tuvimos Sexo Elemental
    —contestó la enfermera—. Pero ahora hemos pasado a Conciencia
    de Clase Elemental.
    El director paseó lentamente a lo largo de la larga hilera de literas.
    Sonrosados y relajados por el sueño, ochenta niños y niñas yacían,
    respirando suavemente. Debajo de cada almohada se oía un susurro. El DIC se detuvo, e inclinándose sobre una de las camitas,
    escuchó atentamente.
    —¿Conciencia de Clase Elemental? —dijo el director—. Vamos a
    hacerlo repetir por el altavoz.
    Al extremo de la sala un altavoz sobresalía de la pared. El director
    se acercó al mismo y pulsó un interruptor.
    «... todos visten de color verde —dijo una voz suave pero muy
    clara, empezando en mitad de una frase—, y los niños Delta visten
    todos de caqui. ¡Oh, no, yo no quiero jugar con niños Delta! Y los
    Epsilones todavía son peores. Son demasiado tontos para poder
    leer o escribir. Además, visten de negro, que es un color asqueroso. Me alegro mucho de ser un Beta.»
    Se produjo una pausa; después la voz continuó: Los niños Alfa
    visten de color gris. Trabajan mucho más duramente que nosotros,
    porque son terriblemente inteligentes. De verdad, me alegro muchísimo de ser Beta, porque no trabajo tanto. Y, además, nosotros
    somos mucho mejores que los Gammas y los Deltas. Los Gammas
    son tontos. Todos visten de color verde, y los niños Delta visten
    todos de caqui. ¡Oh, no, yo no quiero jugar con niños Delta! Y los
    Epsilones todavía son peores. Son demasiado tontos para...
    El director volvió a cerrar el interruptor. La voz enmudeció. Sólo
    su desvaído fantasma siguió susurrando desde debajo de las ochenta almohadas.
    —Todavía se lo repetirán cuarenta o cincuenta veces antes de que
    despierten, y lo mismo en la sesión del jueves, y otra vez el sábado. Ciento veinte veces, tres veces por semana, durante treinta meses. Después de lo cual pueden pasar a una lección más adelantada.
    Rosas y descargas eléctricas, el caqui de los Deltas y una vaharada
    de asafétida, indisolublemente relacionados entre sí antes de que el
    niño sepa hablar. Pero el condicionamiento sin palabras es algo
    tosco y burdo; no puede hacer distinciones más sutiles, no puede
    inculcar las formas de comportamiento más complejas. Para esto
    se precisan las palabras, pero palabras sin razonamiento. En suma,
    la hipnopedia.
    La mayor fuerza socializadora y moralizadora de todos los
    tiempos.
    Los estudiantes lo anotaron en sus pequeños blocs. Directamente
    de labios de la ciencia personificada.
    El director volvió a accionar el interruptor.
    «... terriblemente inteligentes —estaba diciendo la voz suave, insinuante e incansable—. De verdad, me alegro muchísimo de ser
    Beta, porque...»
    No precisamente como gotas de agua, a pesar de que el agua, es
    verdad, puede agujerear el más duro granito; más bien como gotas
    de lacre fundido, gotas que se adhieren, que se incrustan, que se
    incorporan a aquello encima de lo cual caen, hasta que, finalmente,
    la roca se convierte en un solo bloque escarlata.
    —Hasta que, al fin, la mente del niño se transforma en esas sugestiones, y la suma de estas sugestiones es la mente del niño. Y no
    sólo la mente del niño, sino también la del adulto, a lo largo de
    toda su vida. La mente que juzga, que desea, que decide... formada
    por estas sugestiones. ¡Y estas sugestiones son nuestras sugestiones! —casi gritó el director, exaltado—. ¡Sugestiones del Estado!
    —Descargó un puñetazo encima de una mesa—. De ahí se sigue
    que...
    Un rumor lo indujo a volverse.
    —¡Oh, Ford! —exclamó, en, otro tono—. He despertado a los niños.


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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Jue 09 Ene 2025, 22:26

    ***
    Capítulo 3



    Fuera, en el jardín, era la hora del recreo. Desnudos bajo el cálido
    sol de junio, seiscientos o setecientos niños y niñas corrían de acá
    para allá lanzando agudos chillidos y jugando a la pelota, o permanecían sentados silenciosamente, entre las matas floridas, en parejas o en grupos de tres. Los rosales estaban en flor, dos ruiseñores
    entonaban un soliloquio en la espesura, y un cuco desafinaba un
    poco entre los tilos. El aire vibraba con el zumbido de las abejas y
    los helicópteros.
    El director y los alumnos permanecieron algún tiempo contemplando a un grupo de niños que jugaban a la Pelota Centrífuga.
    Veinte de ellos formaban círculo alrededor de una torre de acero
    cromado. Había que arrojar la pelota a una plataforma colocada en
    lo alto de la torre; entonces la pelota caía por el interior de la misma hasta llegar a un disco que giraba velozmente, y salía disparada
    al exterior por una de las numerosas aberturas practicadas en la
    armazón de la torre. Y los niños debían atraparla.
    —Es curioso —musitó el director, cuando se apartaron del lugar—
    , es curioso pensar que hasta en los tiempos de Nuestro Ford la
    mayoría de los juegos se jugaban sin más aparatos que una o dos
    pelotas, unos pocos palos y a veces una red. Imaginen la locura
    que representa permitir que la gente se entregue a juegos complicados que en nada aumentan el consumo. Pura locura. Actualmente los Interventores no aprueban ningún nuevo juego, a menos que
    pueda demostrarse que exige cuando menos tantos aparatos como
    el más complicado de los juegos ya existentes. —Se interrumpió
    espontáneamente—. He aquí un grupito encantador —dijo, señalando.
    En una breve extensión de césped, entre altos grupos de brezos
    mediterráneos, dos chiquillos, un niño de unos siete años y una
    niña que quizá tendría un año más, jugaban —gravemente y con la
    atención concentrada de unos científicos empeñados en una labor
    de investigación— a un rudimentario juego sexual.
    —¡Encantador, encantador! —repitió el DIC, sentimentalmente.
    —Encantador —convinieron los muchachos, cortésmente.
    Pero su sonrisa tenía cierta expresión condescendiente: hacía muy
    poco tiempo que habían abandonado aquellas diversiones infantiles, demasiado poco para poder contemplarlas sin cierto desprecio.
    ¿Encantador? No eran más que un par de chiquillos haciendo el
    tonto; nada más. Chiquilladas.
    —Siempre pienso... —empezó el director en el mismo tono sensiblero, pero lo interrumpió un llanto bastante agudo.
    De unos matorrales cercanos emergió una enfermera que llevaba
    cogido de la mano un niño que lloraba. Una niña, con expresión
    ansiosa, trotaba pisándole los talones.
    —¿Qué ocurre? —preguntó el director.
    La enfermera se encogió de hombros.
    —No tiene importancia —contestó—. Sólo que este chiquillo parece bastante reacio a unirse en el juego erótico corriente. Ya lo
    había observado dos o tres veces. Y ahora vuelve a las andadas.
    Empezó a llorar y...
    —Honradamente —intervino la chiquilla de aspecto ansioso—, yo
    no quise hacerle ningún daño. Es la pura verdad.
    —Claro que no, querida —dijo la enfermera, tranquilizándola—.
    Por esto —prosiguió, dirigiéndose de nuevo al director— lo llevo a
    presencia del Superintendente Ayudante de Psicología. Para ver si
    hay en él alguna anormalidad.
    —Perfectamente —dijo el director—. Llévelo allá. Tú te quedas
    aquí, chiquilla —agregó, mientras la enfermera se alejaba con el
    niño, que seguía llorando—. ¿Cómo te llamas?
    —Polly Trotsky.
    —Un nombre muy bonito, como tú —dijo el director—. Anda, ve
    a ver si encuentras a otro niño con quien jugar.
    La niña echó a correr hacia los matorrales y se perdió de vista.
    —¡Exquisita criatura! —dijo el director, mirando en la dirección
    por donde había desaparecido; y volviéndose después hacia los
    estudiantes, prosiguió—: Lo que ahora voy a decirles puede pare-
    cer increíble. Pero cuando no se está acostumbrado a la Historia, la
    mayoría de los hechos del pasado parecen increíbles.
    Y les comunicó la asombrosa verdad. Durante un largo período de
    tiempo, antes de la época de Nuestro Ford, y aun durante algunas
    generaciones subsiguientes, los juegos eróticos entre chiquillos
    habían sido considerados como algo anormal (estallaron sonoras
    risas); y no sólo anormal, sino realmente inmoral (¡No!), y, en
    consecuencia, estaban rigurosamente prohibidos.
    Una expresión de asombrosa incredulidad apareció en los rostros
    de sus oyentes. ¿Era posible que prohibieran a los pobres chiquillos divertirse? No podían creerlo.
    —Hasta a los adolescentes se les prohibían —siguió el DIC—; a
    los adolescentes como ustedes...
    —¡Es imposible!
    —Dejando aparte un poco de autoerotismo subrepticio y la homosexualidad, nada estaba permitido.
    —¿Nada?
    —En la mayoría de los casos, hasta que tenían más de veinte años.
    —¿Veinte años? —repitieron, como un eco, los estudiantes, en un
    coro de incredulidad.
    —Veinte —repitió a su vez el director—. Ya les dije que les parecería increíble.
    —Pero, ¿qué pasaba? —preguntaron los muchachos—. ¿Cuáles
    eran los resultados?
    —Los resultados eran terribles.
    Una voz grave y resonante había intervenido inesperadamente en
    la conversación.









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    Mensaje por Maria Lua Jue 09 Ene 2025, 22:27

    ***

    Todos se volvieron. A la vera del pequeño grupo se hallaba un
    desconocido, un hombre de estatura media y cabellos negros, nariz
    ganchuda, labios rojos y regordetes, y ojos oscuros, que parecían
    taladrar.
    —Terribles —repitió.
    En aquel momento, el DIC se hallaba sentado en uno de los bancos
    de acero y caucho convenientemente esparcidos por todo el jardín;
    pero a la vista del desconocido saltó sobre sus pies y corrió a su
    encuentro, con las manos abiertas, sonriendo con todos sus dientes,
    efusivo.
    —¡Interventor! ¡Qué inesperado placer! Muchachos, ¿en qué piensan ustedes? Les presento al interventor; es Su Fordería Mustafá
    Mond.
    En las cuatro mil salas del Centro, los cuatro mil relojes eléctricos
    dieron simultáneamente las cuatro. Voces etéreas sonaban por los
    altavoces:
    —Cesa el primer turno del día... Empieza el segundo turno del
    día... Cesa el primer turno del día...
    En el ascensor, camino de los vestuarios, Henry Foster y el Director Ayudante de Predestinación daban la espalda intencionadamente a Bernard Marx, de la Oficina Psicológica, procurando evitar
    toda relación con aquel hombre de mala fama.
    En el Almacén de Embriones, el débil zumbido y chirrido de las
    máquinas todavía estremecía el aire escarlata. Los turnos podían
    sucederse; una cara roja, luposa, podía ceder el lugar a otra; mayestáticamente y para siempre, los trenes seguían reptando con su
    carga de futuros hombres y mujeres.
    Lenina Crowne se dirigió hacia la puerta.
    ¡Su Fordería Mustafá Mond! A los estudiantes casi se les salían los
    ojos de la cabeza. ¡Mustafá Mond! ¡El Interventor Residente de la
    Europa Occidental! ¡Uno de los Diez Interventores Mundiales!
    Uno de los Diez... y se sentó en el banco, con el DIC, e iba a quedarse, a quedarse, sí, y hasta a dirigirlos la palabra... ¡Directamente
    de labios del propio Ford!
    Dos chiquillos morenos emergieron de unos matorrales cercanos,
    les miraron un momento con ojos muy abiertos y llenos de asombro, y luego volvieron a sus juegos entre las hojas.
    —Todos ustedes recuerdan —dijo el Interventor; con su voz fuerte
    y grave—, todos ustedes recuerdan, supongo, aquella hermosa e
    inspirada frase de Nuestro Ford: La Historia es una patraña —
    repitió lentamente—, una patraña.
    Hizo un ademán con la mano, y fue como si con un visible plumero hubiese quitado un poco el polvo; y el polvo era Harappa, era
    Ur de Caldea; y algunas telarañas, y las telarañas eran Tebas y
    Babilonia, y Cnosos y Micenas. Otro movimiento de plumero y
    desaparecieron Ulises, Job, Júpiter, Gautama y Jesús. Otro plumerazo, y fueron aniquiladas aquellas viejas motas de suciedad que se
    llamaron Atenas, Roma, Jerusalén y el Celeste Imperio. Otro, y el
    lugar donde había estado Italia quedó desierto. Otro, y desaparecieron las catedrales. Otro, otro, y afuera con El Rey Lear y
    los Pensamientos de Pascal. Otro, ¡y basta de Pasión! Otro, ¡y basta de Réquiem! Otro, ¡y basta de Sinfonía!; otro plumerazo y...
    —¿Irás al sensorama esta noche, Henry? —preguntó el Predestinador Ayudante—. Me han dicho que el filme del Alhambra es
    estupendo. Hay una escena de amor sobre una alfombra de piel de
    oso; dicen que es algo maravilloso. Aparecen reproducidos todos
    los pelos del oso. Unos efectos táctiles asombrosos.
    —Por esto no se les enseña Historia —decía el Interventor—. Pero
    ahora ha llegado el momento...
    El DIC le miró con inquietud. Corrían extraños rumores acerca de
    viejos libros prohibidos ocultos en una arca de seguridad en el
    despacho del Interventor. Biblias, poesías... ¡Ford sabía tantas cosas!
    Mustafá Mond captó su mirada ansiosa, y las comisuras de sus
    rojos labios se fruncieron irónicamente.
    —Tranquilícese, director —dijo en leve tono de burla—. No voy a
    corromperlos.
    El DIC quedó abrumado de confusión.
    Los que se sienten despreciados procuran aparecer despectivos. La
    sonrisa que apareció en el rostro de Bernard Marx era ciertamente
    despreciativa. ¡Todos los pelos del oso! ¡Vaya!
    —Haré todo lo posible por ir —dijo Henry Foster.
    Mustafá Mond se inclinó hacia delante y agitó el dedo índice hacia
    ellos.
    —Basta que intenten comprenderlo —dijo, y su voz provocó un
    extraño escalofrío en los diafragmas de sus oyentes—. Intenten
    comprender el efecto que producía tener una madre vivípara.
    De nuevo aquella palabra obscena. Pero esta vez a ninguno se le
    ocurrió siquiera la posibilidad de sonreír.
    —Intenten imaginar lo que significaba vivir con la propia familia.
    Lo intentaron; pero, evidentemente, sin éxito.
    —¿Y saben ustedes lo que era un hogar?
    Todos movieron negativamente la cabeza.





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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Ene 2025, 13:02

    ***
    Emergieron de su sótano oscuro y escarlata, Lenina Crowne subió
    diecisiete pisos, torció a la derecha al salir del ascensor, avanzó
    por un largo pasillo y, abriendo la puerta del Vestuario Femenino,
    se zambulló en un caos ensordecedor de brazos, senos y ropa interior. Torrentes de agua caliente caían en un centenar de bañeras o
    salían borboteando de ellas por los desagües. Zumbando y silbando, ochenta máquinas para masaje —que funcionaban a base de
    vacío y vibración— amasaban simultáneamente la carne firme y
    tostada por el sol de ochenta soberbios ejemplares femeninos que
    hablaban todos a voz en grito. Una máquina de Música Sintética
    susurraba un solo de supercorneta.
    —Hola, Fanny —dijo Lenina a la muchacha que tenía el perchero
    y el armario junto al suyo.
    Fanny trabajaba en la Sala de Envasado y se llamaba también
    Crowne de apellido. Pero como entre los dos mil millones de habitantes del planeta debían repartirse sólo diez mil hombres, esta
    coincidencia nada tenía de sorprendente.
    Lenina tiró de sus cremalleras —hacia abajo la de la chaqueta,
    hacia abajo, con ambas manos, las dos cremalleras de los pantalones, y hacia abajo también para la ropa interior—, y, sin más que
    las medias y los zapatos, se dirigió hacia el baño.
    Hogar, hogar... Unos pocos cuartitos, superpoblados por un hombre, una mujer periódicamente embarazada, y una turbamulta de
    niños y niñas de todas las edades. Sin aire, sin espacio; una prisión
    no esterilizada; oscuridad, enfermedades y malos olores.
    La evocación que el Interventor hizo del hogar fue tan vívida que
    uno de los muchachos, más sensible que los demás, palideció ante
    la mera descripción del mismo y estuvo a punto de marearse.
    Lenina salió del baño, se secó con la toalla, cogió un largo tubo
    flexible incrustado en la pared, apuntó con él a su pecho, como si
    se dispusiera a suicidarse, y oprimió el gatillo. Una oleada de aire
    caliente la cubrió de finísimos polvos de talco. Ocho diferentes
    perfumes y agua de Colonia se hallaban a su disposición con sólo
    maniobrar los pequeños grifos situados en el borde del lavabo.
    Lenina abrió el tercero de la izquierda, se perfumó con esencia de
    Chipre, y, llevando en la mano los zapatos y las medias, salió a ver
    si estaba libre alguno de los aparatos de masaje.
    Y el hogar era tan mezquino psíquicamente como físicamente.
    Psíquicamente, era una conejera, un estercolero, lleno de fricciones
    a causa de la vida en común, hediondo a fuerza de emociones.
    ¡Cuántas intimidades asfixiantes, cuán peligrosas, insanas y obscenas relaciones entre los miembros del grupo familiar! Como una
    maniática, la madre se preocupaba constantemente por los hijos,
    sus hijos..., se preocupaba por ellos como una gata por sus pequeños; pero como una gata que supiera hablar, una gata que supiera
    decir: Nene mío, nene mío una y otra vez. Nene mío, y, ¡Oh, oh,
    en mi pecho, sus manitas, su hambre, y ese placer mortal e indecible! Hasta que al fin mi niño se duerme, mi niño se ha dormido
    con una gota de blanca leche en la comisura de su boca. Mi hijito
    duerme...
    —Sí —dijo Mustafá Mond, moviendo la cabeza—, con razón se
    estremecen ustedes.
    —¿Con quién saldrás esta noche? —preguntó Lenina, volviendo
    de su masaje con un resplandor rosado, como una perla iluminada
    desde dentro.
    —Con nadie.
    Lenina arqueó las cejas, asombrada.
    —Últimamente no me he encontrado muy bien —explicó Fanny—
    . El doctor Wells me aconsejó tomar Sucedáneo de Embarazo.
    —¡Pero si sólo tienes diecinueve años! El primer Sucedáneo de
    Embarazo no es obligatorio hasta los veintiuno.
    —Ya lo sé, mujer. Pero hay personas a quienes les conviene empezar antes. El doctor Wells me dijo que las morenas de pelvis
    ancha, como yo, deberían tomar el primer Sucedáneo de Embarazo
    a los diecisiete. De modo que en realidad llevo dos años de retraso
    y no de adelanto.
    Abrió la puerta de su armario y señaló la hilera de cajas y ampollas
    etiquetadas del primer estante.
    Jarabe de Corpus Luteum. Lenina leyó los nombres en voz alta.
    Ovalina fresca, garantizada; fecha de caducidad: 1 de agosto de
    632 d. F. Extracto de glándulas mamarias: tómese tres veces al día,
    antes de las comidas, con un poco de agua. Placentina; inyectar 5
    cc cada tres días (intravenosa)...
    —¡Uy! —estremecióse Lenina—. ¡Con lo poco que me gustan las
    intravenosas! ¿Y a ti?
    —Tampoco me gustan. Pero cuando son para nuestro bien...
    Fanny era una muchacha particularmente juiciosa.
    Nuestro Ford —o nuestro Freud, como, por alguna razón inescrutable, decidió llamarse él mismo cuando hablaba de temas psicológicos—. Nuestro Freud fue el primero en revelar los terribles peligros de la vida familiar. El mundo estaba lleno de padres, y, por
    consiguiente, estaba lleno de miseria; lleno de madres, y, por consiguiente, de todas las formas de perversión, desde el sadismo hasta la castidad; lleno de hermanos, hermanas, tíos, tías, y, por ende,
    lleno de locura y de suicidios.



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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Ene 2025, 13:04

    ***

    —Y sin embargo, entre los salvajes de Samoa, en ciertas islas de la
    costa de Nueva Guinea...
    El sol tropical relucía como miel caliente sobre los cuerpos desnudos de los chiquillos que retozaban promiscuamente entre las flores de hibisco. El hogar estaba en cualquiera de las veinte casas
    con tejado de hojas de palmera. En las Trobiands, la concepción
    era obra de los espíritus ancestrales; nadie había oído hablar jamás
    de padre.
    —Los extremos se tocan —dijo el Interventor—. Por la sencilla
    razón de que fueron creados para tocarse.
    —El doctor Wells dice que una cura de tres meses a base de Sucedáneo de Embarazo mejorará mi salud durante los tres o cuatro
    años próximos.
    —Espero que esté en lo cierto —dijo Lenina—. Pero, Fanny, ¿de
    veras quieres decir que durante estos tres meses se supone que no
    vas a...?
    —¡Oh, no, mujer! Sólo durante una o dos semanas, y nada más.
    Pasaré la noche en el club, jugando al Bridge Musical. Supongo
    que tú sí saldrás, ¿no?
    Lenina asintió con la cabeza.
    —¿Con quién?
    —Con Henry Foster.
    —¿Otra vez? —El rostro afable, un tanto lunar, de Fanny cobró
    una expresión de asombro dolido y reprobador—. ¡No me digas
    que todavía sales con Henry Foster!
    Madres y padres, hermanos y hermanas. Pero había también maridos, mujeres, amantes. Había también monogamia y romanticismo.
    —Aunque probablemente ustedes ignoren lo que es todo esto —
    dijo Mustafá Mond.
    Los estudiantes asintieron.
    Familia, monogamia, romanticismo. Exclusivismo en todo, en todo
    una concentración del interés, una canalización del impulso y la
    energía.
    —Cuando lo cierto es que todo el mundo pertenece a todo el mundo —concluyó el Interventor, citando el proverbio hipnopédico.
    Los estudiantes volvieron a asentir, con énfasis, aprobando una
    afirmación que sesenta y dos mil repeticiones en la oscuridad les
    habían obligado a aceptar, no sólo como cierta sino como axiomático, evidente, absolutamente indiscutible.
    —Bueno, al fin y al cabo —protestó Lenina— sólo hace unos cuatro meses que salgo con Henry.
    —¡Sólo cuatro meses! ¡Me gusta! Y lo que es peor —prosiguió
    Fanny, señalándola con un dedo acusador— es que en todo este
    tiempo no ha habido en tu vida nadie, excepto Henry, ¿verdad?
    Lenina se sonrojó violentamente; pero sus ojos y el tono de su voz
    siguieron desafiando a su amiga.
    —No, nadie más —contestó, casi con truculencia—. Y no veo por
    qué debería haber habido alguien más.
    —¡Pues vaya! ¡La niña no ve por qué! —repitió Fanny, como dirigiéndose a un invisible oyente situado detrás del hombro izquierdo
    de Lenina. Luego, cambiando bruscamente de tono, añadió—: En
    serio. La verdad es que creo que deberías andar con cuidado. Está
    muy mal eso de seguir así con el mismo hombre. A los cuarenta o
    cuarenta y cinco años, todavía... Pero, ¡a tu edad, Lenina! No, no
    puede ser. Y sabes muy bien que el DIC se opone firmemente a
    todo lo que sea demasiado intenso o prolongado...
    —Imaginen un tubo que encierra agua a presión. —Los estudiantes se lo imaginaron—. Practico en el mismo un solo agujero —
    dijo el Interventor—. ¡Qué hermoso chorro!
    Lo agujereó veinte veces. Brotaron veinte mezquinas fuentecitas.
    Hijo mío. Hijo mío...
    ¡Madre!
    La locura es contagiosa.
    Amor mío, mi único amor, preciosa, preciosa...
    Madre, monogamia, romanticismo... La fuente brota muy alta; el
    chorro surge con furia, espumante. La necesidad tiene una sola
    salida. Amor mío, hijo mío. No es extraño que aquellos pobres
    premodernos estuviesen locos y fuesen desdichados y miserables.
    Su mundo no les permitía tomar las cosas con calma, no les permitía ser juiciosos, virtuosos, felices. Con madres y amantes, con
    prohibiciones para cuya obediencia no habían sido condicionados,
    con las tentaciones y los remordimientos solitarios, con todas las
    enfermedades y el dolor eternamente aislante, no es de extrañar
    que sintieran intensamente las cosas y sintiéndolas así (y, peor aún,
    en soledad, en un aislamiento individual sin esperanzas), ¿cómo
    podían ser estables?
    —Claro que no tienes necesidad de dejarle. Pero sal con algún otro
    de vez en cuando. Esto basta. Él va con otras muchachas, ¿no es
    verdad?
    Lenina lo admitió.
    —Claro que sí. Henry Foster es un perfecto caballero, siempre
    correcto. Además, tienes que pensar en el director. Ya sabes que es
    muy quisquilloso...




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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Ene 2025, 13:07

    ***

    Asintiendo con la cabeza, Lenina dijo:
    —Esta tarde me ha dado una palmadita en el trasero.
    —¿Lo ves? —Fanny se mostraba triunfal—. Esto te demuestra qué
    es lo que importa por encima de todo. El convencionalismo más
    estricto.
    —Estabilidad —dijo el Interventor—, estabilidad. No cabe civilización alguna sin estabilidad social. Y no hay estabilidad social sin
    estabilidad individual.
    Su voz sonaba como una trompeta. Escuchándole, los estudiantes
    se sentían más grandes, más ardientes.
    La máquina gira, gira, y debe seguir girando, siempre. Si se para,
    es la muerte. Un millar de millones se arrastraban por la corteza
    terrestre. Las ruedas empezaron a girar. En ciento cincuenta años
    llegaron a los dos mil millones. Párense todas las ruedas. Al cabo
    de ciento cincuenta semanas de nuevo hay sólo mil millones; miles
    y miles de hombres y mujeres han perecido de hambre.
    Las ruedas deben girar continuamente, pero no al azar. Debe haber
    hombres que las vigilen, hombres tan seguros como las mismas
    ruedas en sus ejes, hombres cuerdos, obedientes, estables en su
    contentamiento.
    Si gritan: Hijo mío, madre mía, mi único amor; si murmuran: Mi
    pecado, mi terrible Dios; si chillan de dolor, deliran de fiebre, sufren a causa de la vejez y la pobreza... ¿cómo pueden cuidar de las
    ruedas? Y si no pueden cuidar de las ruedas... Sería muy difícil
    enterrar o quemar los cadáveres de millares y millares y millares
    de hombres y mujeres.
    —Y al fin y al cabo —el tono de voz de Fanny era un arrullo—, no
    veo que haya nada doloroso o desagradable en el hecho de tener a
    uno o dos hombres además de Henry. Teniendo en cuenta todo
    esto, deberías ser un poco más promiscua...
    —Estabilidad —insistió el Interventor—, estabilidad. La necesidad
    primaria y última. Estabilidad. De ahí todo esto.
    Con un movimiento de la mano señaló los jardines, el enorme edificio del Centro de Condicionamiento, los niños desnudos semiocultos en la espesura o corriendo por los prados.
    Lenina movió negativamente la cabeza.
    —No sé por qué —musitó— últimamente no me he sentido muy
    bien dispuesta a la promiscuidad. Hay momentos en que una no
    debe. ¿Nunca lo has sentido así, Fanny?
    Fanny asintió con simpatía y comprensión.
    —Pero es preciso hacer un esfuerzo —dijo sentenciosamente—, es
    preciso tomar parte en el juego. Al fin y al cabo, todo el mundo
    pertenece a todo el mundo.
    —Sí, todo el mundo pertenece a todo el mundo —repitió Lenina
    lentamente; y, suspirando, guardó silencio un momento; después,
    cogiendo la mano de Fanny, se la estrechó ligeramente—. Tienes
    toda la razón, Fanny. Como siempre. Haré ese esfuerzo.
    Los impulsos coartados se derraman, y el derrame es sentimiento,
    el derrame es pasión, el derrame es incluso locura; ello depende de
    la fuerza de la corriente, y de la altura y la resistencia del dique. La
    corriente que no es detenida por ningún obstáculo fluye suavemen-
    te, bajando por los canales predestinados hasta producir un bienestar tranquilo.
    El embrión está hambriento; día tras día, la bomba de sucedáneo
    de la sangre gira a ochocientas revoluciones por minuto. El niño
    decantado llora; inmediatamente aparece una enfermera con un
    frasco de secreción externa. Los sentimientos proliferan en el intervalo de tiempo entre el deseo y su consumación. Abreviad este
    intervalo, derribad esos viejos diques innecesarios.
    —¡Afortunados muchachos! —dijo el Interventor—. No se ahorraron esfuerzos para hacer que sus vidas fuesen emocionalmente
    fáciles, para preservarles, en la medida de lo posible, de toda emoción.
    —¡Ford está en su viejo carromato! —murmuró el DIC—. Todo
    marcha bien en el mundo.
    —¿Lenina Crowne? —dijo Henry Foster, repitiendo la pregunta
    del Predestinador Ayudante mientras cerraba la cremallera de sus
    pantalones—. Es una muchacha estupenda. Maravillosamente
    neumática. Me sorprende que no la hayas tenido.
    —La verdad es que no comprendo cómo pudo ser —dijo el Predestinador Ayudante—. Pero lo haré. En la primera ocasión.
    Desde su lugar, en el extremo opuesto de la nave del vestuario,
    Bernard Marx oyó lo que decían y palideció.
    —Si quieres que te diga la verdad —dijo Lenina—, lo cierto es
    que empiezo a aburrirme un poco a fuerza de no tener más que a
    Henry día tras día. —Se puso la media de la pierna izquierda—.
    ¿Conoces a Bernard Marx? —preguntó en un tono cuya excesiva
    indiferencia era evidentemente forzada.
    Fanny pareció sobresaltada.
    —No me digas que...
    —¿Por qué no? Bernard es un Alfa-Más. Además, me pidió que
    fuera a una de las Reservas para Salvajes con él. Siempre he
    deseado ver una Reserva para Salvajes.
    —Pero ¿y su mala fama?
    —¿Qué me importa su reputación?




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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Ene 2025, 13:08

    ***

    —Dicen que no le gusta el Golf de Obstáculos.
    —Dicen, dicen... —se burló Lenina.
    —Además, se pasa casi todo el tiempo solo, solo.
    En la voz de Fanny sonaba una nota de horror.
    —Bueno, en todo caso no estará tan solo cuando esté conmigo. No
    sé por qué todo el mundo lo trata tan mal. Yo lo encuentro muy
    agradable.
    Sonrió para sí; ¡cuán absurdamente tímido se había mostrado Bernard! Asustado casi, como si ella fuese un Interventor Mundial y él
    un mecánico Gamma-Menos.
    —Consideren sus propios gustos —dijo Mustafá Mond—. ¿Ha
    encontrado jamás alguno de ustedes un obstáculo insalvable?
    La pregunta fue contestada con un silencio negativo.
    —¿Alguno de ustedes se ha visto jamás obligado a esperar largo
    tiempo entre la conciencia de un deseo y su satisfacción?
    —Bueno... —empezó uno de los muchachos; y vaciló.
    —Hable —dijo el DIC—. No haga esperar a Su Fordería.
    —Una vez tuve que esperar casi cuatro semanas antes de que la
    muchacha que yo deseaba me permitiera ir con ella.
    —¿Y sintió usted una fuerte emoción?
    —¡Horrible!
    —Horrible; exactamente —dijo el Interventor—. Nuestros antepasados eran tan estúpidos y cortos de miras que cuando aparecieron
    los primeros reformadores y ofrecieron librarles de estas horribles
    emociones, no quisieron ni escucharles.
    —Hablan de ella como si fuese un trozo de carne. —Bernard rechinó los dientes—. La he probado, no la he probado. Como un
    cordero. La rebajan a la categoría de cordero, ni más ni menos.
    Ella dijo que lo pensaría y que me contestaría esta semana. ¡Oh,
    Ford, Ford, Ford!
    Sentía deseos de acercarse a ellos y pegarles en la cara, duro, fuerte, una y otra vez.
    —De veras, te aconsejo que la pruebes —decía Henry Foster.
    —¡Es tan feo! —dijo Fanny.
    —Pues a mí me gusta su aspecto.
    —¡Y tan bajo!
    Fanny hizo una mueca; la poca estatura era típica de las castas bajas.
    —Yo lo encuentro muy simpático —dijo Lenina—. Me hace sentir
    deseos de mimarlo. ¿Entiendes? Como a un gato.
    Fanny estaba sorprendida y disgustada.
    —Dicen que alguien cometió un error cuando todavía estaba envasado; creyó que era un Gamma y puso alcohol en su ración de sucedáneo de la sangre. Por esto es tan canijo.
    —¡Qué tontería!
    Lenina estaba indignada.
    —La enseñanza mediante el sueño estuvo prohibida en Inglaterra.
    Había allá algo que se llamaba Liberalismo. El Parlamento, suponiendo que ustedes sepan lo que era, aprobó una ley que la prohibía. Se conservan los archivos. Hubo discursos sobre la libertad, a
    propósito de ello. Libertad para ser consciente y desgraciado. Libertad para ser una clavija redonda en un agujero cuadrado.
    —Pero, mi querido amigo, con mucho gusto, te lo aseguro. Con
    mucho gusto. —Henry Foster dio unas palmadas al hombro del
    Predestinador Ayudante—. Al fin y al cabo, todo el mundo pertenece a todo el mundo.
    Cien repeticiones tres noches por semana, durante cuatro años —
    pensó Bernard Marx, que era especialista en hipnopedia—. Sesenta y dos mil cuatrocientas repeticiones crean una verdad. ¡Idiotas!
    —O el sistema de Castas. Constantemente propuesto, constantemente rechazado. Existía entonces la llamada democracia. Como si
    los hombres fuesen iguales no sólo fisicoquímicamente.
    —Bueno, lo único que puedo decir es que aceptaré su invitación.
    Bernard los odiaba, los odiaba. Pero eran dos, y eran altos y fuertes.
    —La Guerra de los Nueve Años empezó en el año 141 d. F.

    —Aunque fuese verdad lo de que le pusieron alcohol en el sucedáneo de la sangre.
    —Cosa que, simplemente, no puedo creer —concluyó Lenina.
    —El estruendo de catorce mil aviones avanzando en formación
    abierta. Pero en la Kurfürstendamm y en el Huitième Arrondissement, la explosión de las bombas de ántrax apenas produce más
    ruido que el de una bolsa de papel al estallar.
    —Porque quiero ver una Reserva de Salvajes.
    —CH C H (NO)2 + Hg (CNO2) = ¿a qué? Un enorme agujero en el
    suelo, un montón de ruinas, algunos trozos de carne y de mucus,
    un pie, con la bota puesta todavía, que vuela por los aires y aterriza, ¡plas!, entre los geranios, los geranios rojos... ¡Qué espléndida
    floración, aquel verano!
    —No tienes remedio, Lenina; te dejo por lo que eres.
    —La técnica rusa para infectar las aguas era particularmente ingeniosa







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    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Ene 2025, 13:12

    ***

    De espaldas, Fanny y Lenina siguieron vistiéndose en silencio.
    —La Guerra de los Nueve Años, el gran Colapso Económico. Había que elegir entre Dominio Mundial o destrucción. Entre estabilidad y...
    —Fanny Crowne también es una chica estupenda —dijo el Predestinador Ayudante.
    En las Guarderías, la lección de Conciencia de Clase Elemental
    había terminado, y ahora las voces se encargaban de crear futura
    demanda para la futura producción industrial. Me gusta volar —
    murmuraban—, me gusta volar, me gusta tener vestidos nuevos,
    me gusta...
    —El liberalismo, desde luego, murió de ántrax. Pero las cosas no
    pueden hacerse por la fuerza.
    —No tan neumática como Lenina. Ni mucho menos.
    —Pero los vestidos viejos son feísimos —seguía diciendo el incansable murmullo—. Nosotros siempre tiramos los vestidos viejos. Tirarlos es mejor que remendarlos, tirarlos es mejor que remendarlos, tirarlos es mejor...
    —Gobernar es legislar, no pegar. Se gobierna con el cerebro y las
    nalgas, nunca con los puños. Por ejemplo, había la obligación de
    consumir, el consumo obligatorio...
    —Bueno, ya estoy —dijo Lenina; pero Fanny seguía muda y dándole la espalda—. Hagamos las paces—, querida Fanny.
    —Todos los hombres, las mujeres y los niños eran obligados a
    consumir un tanto al año. En beneficio de la industria. El único
    resultado...
    —Tirarlos es mejor que remendarlos. A más remiendos, menos
    dinero; a más remiendos, menos dinero; a más remiendos...
    —Cualquier día —dijo Fanny, con énfasis dolorido— vas a meterte en un lío.
    —La oposición consciente en gran escala. Cualquier cosa con tal
    de no consumir. Retorno a la Naturaleza.
    —Me gusta volar, me gusta volar.
    —¿Estoy bien? —preguntó Lenina.
    Llevaba una chaqueta de tela de acetato verde botella, con puños y
    cuello de viscosa verde.
    —Ochocientos partidarios de la Vida Sencilla fueron liquidados
    por las ametralladoras en Golders Green.
    —Tirarlos es mejor que remendarlos, tirarlos es mejor que remendarlos.
    Luego se produjo la matanza del Museo Británico. Dos mil fanáticos de la cultura gaseados con sulfuro de dicloretil.
    Un gorrito de jockey verde y blanco sombreaba los ojos de Lenina;
    sus zapatos eran de un brillante color verde, y muy lustrosos.
    —Al fin —dijo Mustafá Mond—, los Interventores comprendieron
    que el uso de la fuerza era inútil. Los métodos más lentos, pero
    infinitamente más seguros, de la Ectogenesia, el condicionamiento
    neo-Pavloviano y la hipnopedia...
    Y alrededor de la cintura, Lenina llevaba una cartuchera de sucedáneos de cuero verde, montada en plata, completamente llena
    (puesto que Lenina no era hermafrodita) de productos anticoncepcionales reglamentarios.
    —Al fin se emplearon los descubrimientos de Pfitzner y Kawaguchi. Una propaganda intensiva contra la reproducción vivípara...
    —¡Perfecta...! —gritó Fanny, entusiasmada. Nunca podía resistirse
    mucho rato al hechizo de Lenina—. ¡Qué cinturón Maltusiano tan
    mono!
    —... coordinaba con una campaña contra el Pasado; con el cierre
    de los museos, la voladura de los monumentos históricos (afortunadamente la mayoría de ellos ya habían sido destruidos durante la
    Guerra de los Nueve años); con la supresión de todos los libros
    publicados antes del año 150 d. F...
    —No cesaré hasta conseguir uno igual —dijo Fanny.
    —Había una cosa que llamaban pirámides, por ejemplo.
    —Mi vieja bandolera de charol...
    —Y un tipo llamado Shakespeare. Claro que ustedes no han oído
    hablar jamás de estas cosas.
    —Es una auténtica desgracia, mi bandolera.
    —Éstas son las ventajas de una educación realmente científica.
    —A más remiendos, menos dinero; a más remiendos, menos...
    —La introducción del primer modelo T de Nuestro Ford...
    —Hace ya cerca de tres meses que lo llevo...
    —...fue elegida como fecha de iniciación de la nueva Era.
    —Tirarlos es mejor que remendarlos; tirarlos es mejor...
    —Había una cosa, como dije antes, llamada Cristianismo.
    —Tirarlos es mejor que remendarlos.
    —La moral y la filosofía del subconsumo...
    —Me gustan los vestidos nuevos, me gustan los vestidos nuevos,
    me gustan...
    —Tan esenciales cuando había subproducción; pero en una época
    de máquinas y de la fijación del nitrógeno, eran un auténtico crimen contra la sociedad.
    —Me lo regaló Henry Foster










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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Ene 2025, 13:13

    ***

    —Se cortó el remate a todas las cruces y quedaron convertidas en
    T. Había también una cosa llamada Díos.
    —Es verdadera imitación de tafilete.
    —Ahora tenemos el Estado Mundial. Y las fiestas del Día de Ford,
    y los Cantos de la Comunidad, y los Servicios de Solidaridad.
    ¡Ford, cómo los odio!, pensaba Bernard Marx.
    —Había otra cosa llamada Cielo; sin embargo, solían beber enormes cantidades de alcohol.
    Como carne; exactamente lo mismo que si fuera carne.
    —Había una cosa llamada alma y otra llamada inmortalidad.
    —Pregúntale a Henry dónde lo consiguió.
    —Pero solían tomar morfina y cocaína.
    Y lo peor del caso es que ella es la primera en considerarse como
    simple carne.
    —En el año 178 d. F., se subvencionó a dos mil farmacólogos y
    bioquímicos...
    —Parece malhumorado —dijo el Predestinador Ayudante, señalando a Bernard Marx.
    —Seis años después se producía ya comercialmente la droga perfecta.
    —Vamos a tirarle de la lengua.
    —Eufórica, narcótica, agradablemente alucinante.
    —Estás melancólico, Marx. —La palmada en la espalda lo sobresaltó. Levantó los ojos. Era aquel bruto de Henry Foster—. Necesitas un gramo de soma.
    —Todas las ventajas del cristianismo y del alcohol; y ninguno de
    sus inconvenientes.
    ¡Ford, me gustaría matarle! Pero no hizo más que decir: No, gracias, al tiempo que rechazaba el tubo de tabletas que le ofrecía.
    —Uno puede tomarse unas vacaciones de la realidad siempre que
    se le antoje, y volver de las mismas sin siquiera un dolor de cabeza
    o una mitología.
    Un mundo feliz
    - 57 -
    —Tómalo —insistió Henry Foster—, tómalo.
    —La estabilidad quedó prácticamente asegurada.
    —Un solo centímetro cúbico cura diez sentimientos melancólicos
    —dijo el Presidente Ayudante, citando una frase de sabiduría hipnopédica.
    —Sólo faltaba conquistar la vejez.
    —¡Al cuerno! —gritó Bernard Marx.
    —¡Qué picajoso!
    —Hormonas gonadales, transfusión de sangre joven, sales de
    magnesio...
    —Y recuerda que un gramo es mejor que un taco.
    Y los dos salieron, riendo.
    —Todos los estigmas fisiológicos de la vejez han sido abolidos. Y
    con ellos, naturalmente...
    —No se te olvide preguntarle lo del cinturón Maltusiano —dijo
    Fanny.
    —... Y con ellos, naturalmente, todas las peculiaridades mentales
    del anciano. Los caracteres permanecen constantes a través de toda
    la vida.
    —...dos vueltas de Golf de Obstáculos que terminar antes de que
    oscurezca. Tengo que darme prisa.
    —Trabajo, juegos... A los sesenta años nuestras fuerzas son exactamente las mismas que a los diecisiete. En la Antigüedad, los viejos solían renunciar, retirarse, entregarse a la religión, pasarse el
    tiempo leyendo, pensando... ¡Pensando!
    ¡Idiotas, cerdos!, se decía Bernard Marx, mientras avanzaba por el
    pasillo en dirección al ascensor.
    En la actualidad el progreso es tal que los ancianos trabajan, los
    ancianos cooperan, los ancianos no tienen tiempo ni ocios que no
    puedan llenar con el placer, ni un solo momento para sentarse y
    pensar; y si por desgracia se abriera alguna rendija de tiempo en la
    sólida sustancia de sus distracciones, siempre queda el soma, el
    delicioso soma, medio gramo para una tarde de asueto, un gramo
    Un mundo feliz
    - 58 -
    para un fin de semana, dos gramos para un viaje al bello Oriente,
    tres para una oscura eternidad en la luna; y vuelven cuando se
    sienten ya al otro lado de la grieta, a salvo en la tierra firme del
    trabajo y la distracción cotidianos, pasando de sensorama a sensorama, de muchacha a muchacha neumática, de Campo de Golf
    Electromagnético a...
    —¡Fuera, chiquilla! —gritó el DIC, enojado—. ¡Fuera, peque!
    ¿No veis que el Interventor está atareado? ¡Id a hacer vuestros juegos eróticos a otra parte!
    —¡Pobres chiquillos! —dijo el Interventor.
    Lenta, majestuosamente, con un débil zumbido de maquinaria, los
    trenes seguían avanzando, a razón de trescientos treinta y tres milímetros por hora. En la rojiza oscuridad centelleaban innumerables rubíes.










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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Ene 2025, 13:15

    ***

    Capítulo 4




    El ascensor estaba lleno de hombres procedentes de los Vestuarios
    Alfa, y la entrada de Lenina provocó muchas sonrisas y cabezadas
    amistosas. Lenina era una chica muy popular, y, en una u otra ocasión, había pasado alguna noche con casi todos ellos.
    Buenos muchachos —pensaba Lenina Crowne, al tiempo que correspondía a sus saludos—. ¡Encantadores! Sin embargo, hubiese
    preferido que George Edzel no tuviera las orejas tan grandes. Quizá le habían administrado una gota de más de paratiroides en el
    metro 328. Y mirando a Benito Hoover no podía menos de recordar que era demasiado peludo cuando se quitó la ropa.
    Al volverse, con los ojos un tanto entristecidos por el recuerdo de
    la rizada negrura de Benito, vio en un rincón el cuerpecillo canijo
    y el rostro melancólico de Bernard Marx.
    —¡Bernard! —exclamó, acercándose a él—. Te buscaba.
    Su voz sonó muy clara por encima del zumbido del ascensor. Los
    demás se volvieron con curiosidad.
    —Quería hablarte de nuestro plan de Nuevo Méjico.
    Por el rabillo del ojo vio que Benito Hoover se quedaba boquiabierto de asombro. ¡No me sorprendería que esperara que le pidiera por ir con él otra vez!, se dijo Lenina. Luego, en vez alta, y con
    más valor todavía, prosiguió:
    —Me encantaría ir contigo toda una semana, en julio. —En todo
    caso, estaba demostrando públicamente su infidelidad para con
    Henry. Fanny debería aprobárselo, aunque se tratara de Bernard—.
    Es decir, si todavía sigues deseándome —acabó Lenina, dirigiéndole la más deliciosamente significativa de sus sonrisas.
    Bernard se sonrojó intensamente. ¿Por qué?, se preguntó Lenina,
    asombrada pero al mismo tiempo conmovida por aquel tributo a su
    poder.
    —¿No sería mejor hablar de ello en cualquier otro sitio? —tartajeo
    Bernard, mostrándose terriblemente turbado. -
    Como si le hubiese dicho alguna inconveniencia —pensó Lenina—. No se mostraría más confundido si le hubiese dirigido una
    broma sucia, si le hubiese preguntado quién es su madre, o algo
    por el estilo.
    —Me refiero a que..., con toda esta gente por aquí...
    La carcajada de Lenina fue franca y totalmente ingenua.
    —¡Qué divertido eres! —dijo; y de veras lo encontraba divertido—. Espero que cuando menos me avises con una semana de
    antelación —prosiguió en otro tono—. Supongo que tomaremos
    el Cohete Azul del Pacífico. ¿Despega de la Torre de Charing-T?
    ¿O de Hampstead?
    Antes de que Bernard pudiera contestar, el ascensor se detuvo.
    —¡Azotea! —gritó una voz estridente.
    El ascensorista era una criatura simiesca, que lucía la túnica negra
    de un semienano Epsilon-Menos.
    —¡Azotea!
    El ascensorista abrió las puertas de par en par. La cálida gloria de
    la luz de la tarde le sobresaltó y le obligó a parpadear.
    —¡Oh, azotea! —repitió, como en éxtasis. Era como si, súbita y
    alegremente, hubiese despertado de un sombrío y anonadante sopor—. ¡Azotea!
    Con una especie de perruna y expectante adoración, levantó la cara
    para sonreír a sus pasajeros.
    Entonces sonó un timbre, y desde el techo del ascensor un altavoz
    empezó, muy suave, pero imperiosamente a la vez, a dictar órdenes.
    —Baja —dijo—. Baja. Planta decimoctava. Baja, baja. Planta decimoctava. Baja, ba...
    El ascensorista cerró de golpe las puertas, pulsó un botón e inmediatamente se sumergió de nuevo en la luz crepuscular del ascensor; la luz crepuscular de su habitual estupor.
    En la azotea reinaban la luz y el calor. La tarde veraniega vibraba
    al paso de los helicópteros que cruzaban los aires; y el ronroneo
    más grave de los cohetes aéreos que pasaban veloces, invisibles, a
    través del cielo brillante, era como una caricia en el aire suave.
    Bernard Marx hizo una aspiración profunda. Levantó los ojos al
    cielo, miró luego hacia el horizonte azul y finalmente al rostro de
    Lenina.
    —¡Qué hermoso!
    Su voz temblaba ligeramente.
    —Un tiempo perfecto para el Golf de Obstáculos —contestó Lenina—. Y ahora, tengo que irme corriendo, Bernard. Henry se enfada si le hago esperar. Avísame la fecha con tiempo.
    Y, agitando la mano, Lenina cruzó corriendo la espaciosa azotea
    en dirección a los cobertizos. Bernard se quedó mirando el guiño
    fugitivo de las medias blancas, las atezadas rodillas que se doblaban en la carrera con vivacidad, una y otra vez, y la suave ondulación de los ajustados cortos pantalones de pana bajo la chaqueta
    verde botella. En su rostro aparecía una expresión dolorida.
    —¡Estupenda chica! —dijo una voz fuerte y alegre detrás de él.
    Bernard se sobresaltó y se volvió en redondo. El rostro regordete y
    rojo de Benito Hoover le miraba sonriendo, desde arriba, sonriendo con manifiesta cordialidad. Todo el mundo sabía que Benito
    tenía muy buen carácter. La gente decía de él que hubiese podido
    pasar toda la vida sin tocar para nada el soma. La malicia y los
    malos humores de los cuales los demás debían tomarse vacaciones
    nunca lo afligieron. Para Benito, la realidad era siempre alegre y
    sonriente.
    —¡Y neumática, además! ¡Y cómo! —Luego, en otro tono, prosiguió—: Pero diría que estás un poco melancólico. Lo que tú necesitas es un gramo de soma. —Hurgando en el bolsillo derecho de
    sus pantalones, Benito sacó un frasquito—. Un solo centímetro
    cúbico cura diez pensam... Pero, ¡eh
    Bernard, súbitamente, había dado media vuelta y se había marchado corriendo.
    Benito se quedó mirándolo. ¿Qué demonios le pasa a ese tipo?, se
    preguntó, y, moviendo la cabeza, decidió que lo que contaban de
    que alguien había introducido alcohol en el sucedáneo de la sangre
    del muchacho debía ser cierto. Le afectó el cerebro, supongo.
    Volvió a guardarse el frasco de soma, y sacando un paquete de
    goma de mascar a base de hormona sexual, se llevó una pastilla a
    la boca y, masticando, se dirigió hacia los cobertizos







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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Ene 2025, 13:19

    ***

    Henry Foster ya había sacado su aparato del cobertizo, y, cuando
    Lenina llegó, estaba sentado en la cabina de piloto, esperando.
    —Cuatro minutos de retraso —fue todo lo que dijo.
    Puso en marcha los motores y accionó los mandos del helicóptero.
    El aparato ascendió verticalmente en el aire. Henry aceleró; el
    zumbido de la hélice se agudizó, pasando del moscardón a la avispa, y de la avispa al mosquito; el velocímetro indicaba que ascendían a una velocidad de casi dos kilómetros por minuto. Londres
    se empequeñecía a sus pies. En pocos segundos, los enormes edificios de tejados planos se convirtieron en un plantío de hongos
    geométricos entre el verdor de parques y jardines. En medio de
    ellos, un hongo de tallo alto, más esbelto, la Torre de Charing-T,
    que levantaba hacia el cielo un disco de reluciente cemento armado.
    Como vagos torsos de fabulosos atletas, enormes nubes carnosas
    flotaban en el cielo azul, por encima de sus cabezas. De una de
    ellas salió de pronto un pequeño insecto escarlata, que caía zumbando.
    —Ahí está el Cohete Rojo —dijo Henry— que llega de Nueva
    York. Lleva siete minutos de retraso —agregó—. Es escandalosa
    la falta de puntualidad de esos servicios atlánticos.
    Retiró el pie del acelerador. El zumbido de las palas situadas encima de sus cabezas descendió una octava y media, volviendo a
    pasar de la abeja al moscardón, y sucesivamente al abejorro, al
    escarabajo volador y al ciervo volante. El movimiento ascensional
    del aparato se redujo; un momento después se hallaban inmóviles,
    suspendidos en el aire. Henry movió una palanca y sonó un chasquido. Lentamente al principio, después cada vez más deprisa hasta que se formó una niebla circular ante sus ojos, la hélice situada
    delante de ellos empezó a girar. El viento producido por la velocidad horizontal silbaba cada vez más agudamente en las aspas.
    Henry no apartaba los ojos del contador de revoluciones; cuando la
    aguja alcanzó la señal de los mil doscientos, detuvo la hélice del
    helicóptero. El aparato tenía el suficiente impulso hacia delante
    para poder volar sostenido solamente por sus alas.
    Lenina miró hacia abajo a través de la ventanilla situada en el suelo, entre sus pies. Volaban por encima de la zona de seis kilómetros de parque que separaba Londres central de su primer anillo de
    suburbios satélites. El verdor aparecía hormigueante de vida, de
    una vida que la visión desde lo alto hacía aparecer achatada. Bosques de torres de Pelota Centrífuga brillaban entre los árboles.
    —¡Qué horrible es el color caqui! —observó Lenina, expresando
    en voz alta los prejuicios hipnopédicos de su propia casta.
    Los edificios de los Estudios de Sensorama de Houslow cubrían
    siete hectáreas y media. Cerca de ellos, un ejército negro y caqui
    de obreros se afanaba revitrificando la superficie de la Gran Carretera del Oeste. Cuando pasaron volando por encima de ellos, estaban vaciando un gigantesco crisol portátil. La piedra fundida se
    esparcía en una corriente de incandescencias cegadoras por la superficie de la carretera; las apisonadoras de amianto iban y venían;
    tras un camión de riego debidamente aislado, el vapor se levantaba
    en nubes blancas.
    En Brentford, la factoría de la Corporación de Televisión parecía
    una pequeña ciudad.
    —Deben de relevarse los turnos —dijo Lenina.
    Como áfidos y hormigas, las muchachas Gammas, color verde
    hoja, y los negros Semienanos pululaban alrededor de las entradas,
    o formaban cola para ocupar sus asientos en los tranvías monorraíles. Betas-Menos de color de mora iban y venían entre la multitud.
    Diez minutos después se hallaban en Stoke Poges y habían empezado su primera partida de Golf de Obstáculos.

    * * *

    Bernard cruzó la azotea con los ojos bajos casi todo el tiempo, o
    desviándolos inmediatamente si por azar tropezaban con alguna
    criatura humana. Era como un hombre perseguido, pero perseguido por enemigos que no deseaba ver, porque sabía que los vería
    todavía más hostiles de lo que había supuesto, lo que le haría sentirse más culpable y más irremediablemente solo.
    ¡Ese antipático de Benito Hoover! Y, sin embargo, el muchacho no
    había tenido mala intención. Lo cual, en cierta manera, empeoraba
    aún más las cosas. Los que le querían bien se comportaban lo
    mismo que los que se querían mal. Hasta Lenina le hacía sufrir.
    Bernard recordaba aquellas semanas de tímida indecisión, durante
    las cuales había esperado, deseado o desesperado de tener jamás el
    valor suficiente para declarársele. ¿Se atrevería a correr el riesgo
    de ser humillado por una negativa despectiva? Pero si Lenina le
    decía que sí, ¡qué éxtasis el suyo! Bien, ahora Lenina ya le había
    dado el sí, y, sin embargo, Bernard seguía sintiéndose desdichado,
    desdichado porque Lenina había juzgado que aquella tarde era
    estupenda para jugar al Golf de Obstáculos, porque se había alejado corriendo para reunirse con Henry Foster, porque lo había considerado a él divertido por el hecho de no querer discutir sus asuntos más íntimos en público. En suma, desdichado porque Lenina se
    había comportado como cualquier muchacha inglesa sana y virtuosa debía comportarse, y no de otra manera anormal.
    Bernard abrió la puerta de su cobertizo y llamó a una pareja de
    ociosos ayudantes Delta-Menos para que sacaran su aparato de la
    azotea. El personal de los cobertizos pertenecía a un mismo Grupo
    Bokanovsky, y los hombres eran mellizos, igualmente bajos, morenos y feos. Bernard les dio las órdenes pertinentes en el tono
    áspero, arrogante y hasta ofensivo de quien no se siente demasiado
    seguro de su superioridad. Para Bernard, tener tratos con miembros
    de castas inferiores, resultaba siempre una experiencia sumamente
    dolorosa. Por la causa que fuera (y las murmuraciones acerca de la
    mezcla de alcohol en su dosis de sucedáneo de sangre probablemente eran ciertas, porque un accidente siempre es posible), el
    físico de Bernard apenas era un poco mejor que el del promedio de
    Gammas. Era ocho centímetros más bajo que el patrón Alfa, y
    proporcionalmente menos corpulento. El contacto con los miem-
    bros de las castas inferiores le recordaba siempre dolorosamente su
    insuficiencia física. Yo soy yo, y desearía no serlo. La conciencia
    que tenía de sí mismo era muy aguda y dolorosa. Cada vez que se
    descubría a sí mismo mirando horizontalmente y no de arriba abajo a la cara de un Delta, se sentía humillado. ¿Le trataría aquel ser
    con el respeto debido a su casta? La incógnita lo atormentaba. No
    sin razón. Porque los Gammas, los Deltas y los Epsilones habían
    sido condicionados de modo que asociaran la masa corporal con la
    superioridad social. De hecho, un débil prejuicio hipnopédico en
    favor de las personas voluminosas era universal. De ahí las risas de
    las mujeres a las cuales hacía proposiciones, y las bromas de sus
    iguales entre los hombres. Las burlas le hacían sentirse como un
    forastero; y, sintiéndose como un forastero, se comportaba como
    tal, cosa que aumentaba el desprecio y la hostilidad que suscitaban
    sus defectos físicos. Lo cual, a su vez, acrecentaba su sensación de
    soledad y extranjería. Un temor crónico a ser desairado le inducía a
    eludir la compañía de sus iguales, y a mostrarse excesivamente
    consciente de su dignidad en cuanto se refería a sus inferiores.
    ¡Cuán amargamente envidiaba a hombres como Henry Foster y
    Benito Hoover!





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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Ene 2025, 13:22

    ***
    Perezosamente, o así se lo pareció a él, y a regañadientes, los mellizos sacaron su avión a la azotea.
    —¡De prisa! —dijo Bernard, irritado.
    Uno de los dos hombres lo miró. ¿Era una especie de bestial irrisión lo que Bernard captó en aquellos ojos grises sin expresión?
    —¡De prisa! —gritó más fuerte.
    Y en su voz sonó una desagradable ronquera.
    Subió al avión y, un minuto después, volaba en dirección Sur, hacia el río.
    Las diversas Oficinas de Propaganda y la Escuela de Ingeniería
    Emocional se albergaban en un mismo edificio de sesenta plantas,
    en Fleet Street. En los sótanos y en los pisos bajos se hallaban las
    prensas y las redacciones de los tres grandes diarios londinenses:El
    Radio Horario, el periódico de las clases altas, la Gaceta Gamma,
    verde pálido, y El Espejo Delta, impreso en papel caqui y exclusivamente con palabras de una sola sílaba. Después venían las Ofi-cinas de Propaganda por Televisión, por Sensorama, y por Voz y
    Música Sintéticas, respectivamente: veintidós pisos de oficinas.
    Encima de éstos se hallaban los laboratorios de investigación y las
    salas almohadilladas en las cuales los Escritores de Pistas Sonoras
    y los Compositores Sintéticos realizaban su delicada labor. Los
    dieciocho pisos superiores estaban ocupados por la Escuela de
    Ingeniería Emocional.
    Bernard aterrizó en la azotea de la Casa de la Propaganda y se
    apeó de su aparato.
    —Llama a míster Helmholtz Watson —ordenó al portero GammaMás— y dile que míster Bernard Marx le espera en la azotea.
    Se sentó y encendió un cigarrillo.
    Helmholtz Watson estaba escribiendo cuando le llegó el mensaje.
    —Dile que voy inmediatamente —contestó. Y colgó el receptor.
    Después, volviéndose hacia su secretaria, prosiguió en el mismo
    tono oficial e impersonal—: Usted se ocupará de retirar mis cosas.
    E ignorando la luminosa sonrisa de la muchacha, se levantó y se
    dirigió vivamente hacia la puerta.
    Era un hombre corpulento, de pecho abombado, espaldas anchas,
    macizo, y, sin embargo, rápido en sus movimientos, ágil, flexible.
    La fuerte y bien redondeada columna de su cuello sostenía una
    cabeza muy bien formada. Tenía los cabellos negros y rizados, y
    los rasgos faciales muy marcados. Su apostura era agresiva, enfática; era guapo, y, como su secretaria nunca se cansaba de repetir,
    era, centímetro a centímetro, el prototipo de Alfa-Más. Profesor en
    la Escuela de Ingeniería Emocional (Departamento de Escritura),
    en los intervalos de sus actividades profesorales ejercía como Ingeniero de Emociones. Escribía regularmente para El Radio Horario, componía guiones para el Sensorama, y tenía un certero instinto para los slogans y las aleluyas hipnopédicas.
    Competente, era el veredicto de sus superiores. Y, moviendo la
    cabeza y bajando significativamente la voz, añadían: Quizá demasiado competente.
    Sí, un tanto demasiado; tenían razón. Un exceso mental había producido en Helmholtz Watson efectos muy similares a los que en Bernard Marx eran el resultado de un defecto físico. Su inferioridad ósea y muscular había aislado a Bernard de sus semejantes, y
    aquella sensación de separación, que era, en relación con los standards normales, un exceso mental, se convirtió a su vez en causa
    de una separación más acusada.
    Lo que hacía a Helmholtz tan incómodamente consciente de su
    propio yo y de su soledad era su desmedida capacidad. Lo que los
    dos hombres tenían en común era el conocimiento de que eran
    individuos. Pero en tanto que la deficiencia física de Bernard había
    producido en él, durante toda su vida, aquella conciencia de ser
    diferente, Helmholtz Watson no se había dado cuenta hasta fecha
    muy reciente de su superioridad mental y de su consiguiente
    diferenciación con respecto a la gente que le rodeaba. Aquel campeón
    de pelota sobre pista móvil, aquel amante infatigable (se decía que
    había tenido seiscientas cuarenta amantes diferentes en menos de
    cuatro años), aquel admirable miembro de comité, que se llevaba
    bien con todo el mundo, había comprendido súbitamente que el
    deporte, las mujeres y las actividades comunales se hallaban, en lo
    que a él se refería, únicamente en segundo término. En el fondo le
    interesaba otra cosa. Pero ¿qué? Éste era el problema que Bernard
    había ido a discutir con él, o, mejor, puesto que Helmholtz llevaba
    siempre todo el peso de la conversación, a escuchar cómo, una vez
    más, lo discutía su amigo.
    Tres muchachas encantadoras de la Oficina de Propaganda mediante la Voz Sintética le cortaron el paso cuando salió del ascensor.
    —Querido Helmholtz, ven con nosotras a una cena campestre en
    Exmoor.
    —No, no.
    Lo rodeaban, implorándole. Pero Helmholtz movió la cabeza y se
    abrió paso.
    —No, no.
    —No invitamos a ningún otro hombre.
    Pero Helmholtz no se dejó convencer ni siquiera por esta deliciosa
    perspectiva.




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    y en ese vuelo y en ese sueño
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    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Aldous Huxley  (  1894 -  1963)  Empty Re: Aldous Huxley ( 1894 - 1963)

    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Ene 2025, 13:24

    ***

    —No —repitió—. Tengo que hacer.
    Y siguió avanzando resueltamente. Las muchachas lo siguieron. Y
    hasta que hubo subido al avión de Bernard no abandonaron la persecución. Y no sin reproches.
    —¡Esas mujeres! —exclamó, al tiempo que el aparato ascendía en
    los aires—. ¡Esas mujeres! —Movió la cabeza y frunció el ceño—.
    ¡Son terribles!
    Bernard, hipócritamente, se mostró de acuerdo, aunque en el fondo
    no hubiese deseado otra cosa que poder tener tantas amigas como
    Helmholtz y con idéntica facilidad. De pronto, se sintió impulsado
    a vanagloriarse.
    —Me llevaré a Lenina Crowne a Nuevo Méjico conmigo —dijo en
    un tono que quería aparecer indiferente.
    —¿Sí? —dijo Helmholtz, sin el menor interés. Y, tras una breve
    pausa, prosiguió—: Desde hace una o dos semanas he dejado los
    comités y las muchachas. No puedes imaginarte el alboroto que
    ello ha producido en la Escuela. Y, sin embargo, creo que ha merecido la pena. Los efectos... —Vaciló—. Bueno, son curiosos,
    muy curiosos.
    Una deficiencia física puede producir una especie de exceso mental. Al parecer, el proceso era reversible. Un exceso mental podía
    producir, en bien de sus propios fines, la voluntaria ceguera y sordera de la soledad deliberada, la impotencia artificial del ascetismo.
    El resto del breve vuelo transcurrió en silencio. Cuando llegaron y
    se hubieron acomodado en los divanes neumáticos de la habitación
    de Bernard, Helmholtz reanudó su disquisición.
    Hablando muy lentamente, preguntó:
    —¿No has tenido nunca la sensación de que dentro de ti había algo
    que sólo esperaba que le dieras una oportunidad para salir al exterior? ¿Una especie de energía adicional que no empleas, como el
    agua que se desploma por una cascada en lugar de caer a través de
    las turbinas?
    Y miró a Bernard interrogadoramente.
    —¿Te refieres a todas las emociones que uno podría sentir si las
    cosas fuesen de otro modo?
    Helmholtz movió la cabeza.
    —No es esto exactamente. Me refiero a un sentimiento extraño
    que experimento de vez en cuando, el sentimiento de que tengo
    algo importante que decir y de que estoy capacitado para decirlo;
    sólo que no sé de qué se trata y no puedo emplear mi capacidad. Si
    hubiese alguna otra manera de escribir... O alguna otra cosa sobre
    la cual escribir... —Guardó silencio unos instantes, y, al fin, prosiguió—: Soy muy experto en la creación de frases; encuentro esa
    clase de palabras que le hacen saltar a uno como si se hubiese sentado en un alfiler, que parecen nuevas y excitantes aun cuando se
    refieran a algo que es hipnopédicamente obvio. Pero esto no me
    basta. No basta que las frases sean buenas; también debe ser bueno
    lo que se hace con ellas.
    —Pero lo que tú escribes es útil, Helmholtz.
    —Para lo que está destinado, sí. —Se encogió de hombros
    Helmholtz—. Pero su destino, ¡es tan poco trascendente! No son
    cosas importantes. Y yo tengo la sensación de que podría hacer
    algo mucho más importante. Sí, y más intenso, más violento. Pero,
    ¿qué? ¿Qué se puede decir, que sea más importante? ¿Y cómo se
    puede ser violento tratando de las cosas que esperan que uno escriba? Las palabras pueden ser como los rayos X, si se emplean adecuadamente: pasan a través de todo. Las lees y te traspasan. Esta es
    una de las cosas que intento enseñar a mis alumnos: a escribir de
    manera penetrante. Pero, ¿de qué sirve que te penetre un artículo
    sobre un Canto de Comunidad, o la última mejora en los órganos
    de perfumes? Además, ¿es posible hacer que las palabras sean penetrantes como los rayos X, más potentes cuando se escribe acerca
    de cosas como éstas? ¿Cabe decir algo acerca de nada? A fin de
    cuentas, éste es el problema.
    —¡Silencio! —dijo Bernard—. Creo que hay alguien en la puerta
    —susurró.
    Helmholtz se puso en pie, cruzó la estancia de puntillas, y con un
    movimiento rápido y brusco abrió la puerta de par en par. Naturalmente, no había nadie.
    —Lo siento —dijo Bernard, sintiéndose en ridículo—. Supongo
    que estoy un poco nervioso. Cuando la gente empieza a sospechar
    de uno, acabas por sospechar también de todos.
    Se pasó una mano por los ojos, suspiró y su voz se hizo quejumbroso. Se justificaba.
    —Si supieras todo lo que he tenido que aguantar últimamente... —
    dijo, casi llorando; y la marea ascendente de su autocompasión era
    como si se hubiese derrumbado la presa de un embalse—. ¡Si lo
    supieras!
    Helmholtz le escuchaba con cierta sensación de incomodidad. ¡Pobrecillo Bernard!, se dijo. Pero al mismo tiempo se sentía avergonzado por su amigo. Bernard debía dar muestras de tener un poco
    más de orgullo.


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