Sergio Corazzini (1886-1907)

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Sergio Corazzini (6 de febrero de 1886 y 17 de junio de 1907) fue un poeta italiano, miembro del movimiento Crepuscolari.

Biografía

Nacido en Roma en el seno de una familia adinerada, Corazzini se formó en el Collegio Umberto I, donde fue un apasionado autor y director del teatro de títeres de la universidad. Debido a las dificultades económicas de su familia a causa de las especulaciones temerarias de su padre en el mercado de valores y a la enfermedad de su madre, se vio obligado a abandonar la universidad y a trabajar en una compañía de seguros.

La conciencia de la poesía de Corazzini comenzó en 1902, cuando sus versos comenzaron a publicarse regularmente en la revista Pasquino de Roma (luego Marforio). Su primera colección poética, Dolcezze, fue lanzada en 1904, y fue seguida poco después por L'amaro calice, que recibió elogios de la crítica y comparaciones críticas con Stéphane Mallarmé, Francis Jammes y Jules Laforgue, entre otros. En 1905 Corazzini fundó la efímera revista literaria Cronache latine, escribió su única obra de teatro Il traguardo y lanzó una tercera colección de poesía, Le aureole.

Temáticamente, los poemas de Corazzini son bastante monótonos: se centran principalmente en sentimientos de auto-piedad para presentar una imagen del autor como un niño enfermo, esperando la muerte, pero, estilísticamente, exhiban un experimentalismo vibrante y a veces están escritos en verso libre.

Gravemente enfermo de tuberculosis, en 1906 se trasladó a Nocera Umbra, antes de ser hospitalizado en el sanatorio Nettuno en otoño del mismo año. En el sanatorio inició una traducción inacabada de Sémiramis de José Filn Péladan y siguió componiendo poesías, recogidas en parte en Libro per el sera della domenica. En 1907 finalmente regresó a su casa en Roma, donde murió el 17 de junio de 1907, a los 21 años de edad.

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Algunos poemas de Sergio Corazzini, en traducción al español de Antonio Colinas:


BRINDIS

Ánima pura como un alba pura,
ánima triste a causa de su sino,
ánima prisionera en sus confines
tal como féretro en la sepultura.

Ánima buena, dulce criatura,
de ojos tristes, divinos, resignada,
nunca florecerán ya tus jardines
en esta vana primavera oscura.

Luz de mis ojos, corazón del mío,
mi ternura, mi hermana en el dolor,
golondrina abatida de mi cielo.

Lirio florido apenas en su tallo,
muerto, ven, que también yo he sufrido,
ven hermana, que es tu martirio el mío.

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AFLICCIÓNJ DEL POBRE POETA SENTIMENTAL

I

¿Por qué me llamas poeta?
Yo no soy un poeta.
Yo no soy más que un pequeño niño que llora.
Ves: no tengo ya más lágrimas para ofrecer al silencio.
¿Por qué me llamas poeta?

II

Mis tristezas son pobres tristezas comunes.
Mis alegrías han sido sencillas,
tan sencillas que si yo te las confiara, te ruborizarías.
Hoy pienso en morir.

III

Quiero morir, simplemente, porque estoy cansado;
solamente porque los grandes ángeles
de las vidrieras de las catedrales
me hacen temblar de amor y de angustia;
solamente porque yo ya soy
resignado como un pobre espejo melancólico.
Ves que yo no soy un poeta:
soy un niño triste que quiere morir.

IV

¡Oh, no te maravilles de mi tristeza!
Y no me preguntes:
Yo no sabría decirte sino las palabras más vanas,
Dios mío, tan vanas
que me vendrían ganas de llorar como si fuese a morir.
Mis lágrimas parecerían
como un rosario de tristeza que se desgrana
ante mi alma siete veces doliente,
pero yo no seré un poeta.
Seré, simplemente, un niño dulce y pensativo
que se viese obligado a orar como quien canta o duerme.

.........

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V

Yo me comunico a diario, recibo el silencio como si fuese Jesús
y los sacerdotes del silencio fuesen los rumores,
porque sin ellos yo no habría buscado y encontrado a Dios.

VI

Esta noche he dormido con las manos juntas.
Y me ha parecido que yo era un pequeño y dulce niño
por todos los humanos olvidado,
pobre y tierna presa para el primero que llegue.
Y desearía ser vendido,
ser golpeado,
ser obligado a ayunar
para ponerme a llorar completamente solo,
desesperadamente triste,
en un rincón oscuro.

VII

Amo la vida sencilla de las cosas.
¡Cuántas pasiones vi deshojarse, poco a poco,
con cada cosa que se alejaba!
Pero tú no me comprendes y sonríes.
Y piensas que estoy enfermo.

VIII

¡Oh, estoy verdaderamente enfermo!
Y muero un poco cada día.
Ven: como las cosas.
No soy, pues, un poeta:
¡sé que para ser llamado poeta es preciso
vivir otro tipo de vida!
Yo no sé, Dios mío, sino morir.
Amén.


SERGIO CORAZZINI, en traducción de Antonio Colinas, Antología esencial de la poesía italiana, Espasa Calpe 1999.