Gabriele D'Anunzio (Pescara, 12 de marzo de 1863-Gardone Riviera, 1 de marzo de 1938), príncipe de Montenevoso y duque de Gallese, fue un novelista, poeta, dramaturgo, periodista, militar y político italiano, creador principal del Estado Libre de Fiume (1920-1924) y de su peculiar constitución, la Carta de Carnaro. Ocupó un lugar destacado en la literatura italiana de 1889 a 1910 y posteriormente en la vida política de 1914 a 1924. A menudo se le conoce con el epíteto: «il Vate» («el Poeta»).
D'Annunzio se asoció con el movimiento del decadentismo en sus obras literarias, que interactuaba estrechamente con el simbolismo francés y el esteticismo británico. Estas obras representaban un giro contra el naturalismo de los románticos precedentes y eran a la vez sensuales y místicas. Fue influido por las ideas de Friedrich Nietzsche, hecho que se plasmaría en sus aportaciones literarias y políticas posteriores. Sus relaciones con varias mujeres, entre ellas la actriz Eleonora Duse y la mecenas Luisa Casati, fueron objeto de atención pública.
Durante la Primera Guerra Mundial, la percepción de D'Annunzio en Italia pasó de ser una figura literaria a un héroe de guerra nacional. Se le asoció con las tropas de élite Arditi del ejército italiano y participó en acciones como el vuelo sobre Viena. Como parte de la reacción nacionalista italiana contra la Conferencia de Paz de París, creó la efímera Regencia Italiana de Carnaro en Fiume con él mismo como Duce. La constitución hacía de la "música" el principio fundamental del Estado, que era de naturaleza corporativista. D'Annunzio, que predicaba un ultranacionalismo italiano, nunca se llamó a sí mismo fascista, si bien se le ha atribuido el inventar parcialmente el fascismo italiano, ya que tanto sus ideas como su estética fueron una influencia para Benito Mussolini.
Literatura
En lo más alto de la fama, D’Annunzio fue aclamado por la originalidad, el poder y el decadentismo de sus escritos. Su trabajo tuvo un inmenso impacto en toda Europa e influyó en generaciones de escritores italianos. Sin embargo, su reputación literaria ha estado siempre ligada a su asociación con el fascismo.
Fue un escritor prolífico. Entre sus novelas, escritas en italiano, se incluyen obras como El placer (1889), El triunfo de la muerte (1894), y Las vírgenes de las rocas (1896). Escribió el guion de la película Cabiria, basada en diversos episodios de la segunda guerra púnica. Las obras de D’Annunzio estuvieron muy influidas por la escuela simbólica francesa y contienen episodios de gran violencia y descripciones de estados mentales anormales, junto con magníficas escenas imaginarias.
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Algunos poemas de Gabriele D'Anunzio, en traducción al español de Antonio Colinas:
TARDE DE FIÉSOLE
Frescas te sean mis palabras en la tarde
como el rumor que hacen las hojas
del moral en las manos de quien las coge
en silencio y aún se retrasa en su lenta obra
sobre la alta escala que se ennegrece
contra el tronco plateado,
mientras la luna se aproxima a los umbrales
azulados, y parece extender delante de ella un velo
en el que se abandona nuestro sueño,
y parece que el campo y se suiente
por ella sumergida en el nocturno hielo,
y en ella bebe la paz tan deseada
sin verla.
Alabada seas por tu rostro de perla,
oh tarde, y por tus grandes, húmedos ojos, donde se calla
el agua del cielo.
Dulces te sean mis palabras en la tarde
como la lluvia que murmura
tibia y fugitiva,
despedida lacrimosa de la primavera
sobre los morales y los olmos y las vides,
sobre los pinos de jóvenes y rosados dedos
que juegan con la brisa que se pierde,
y sobre el trigo que aún no está rubio
y no es verde,
y sobre el heno que ya sufre la hoz
y cambia de color,
y sobre los olivos, los fraternos olivos
que tornan pálidas y santas las laderas,
y sonrientes.
Alabada seas por tus ropajes perfumados,
oh tarde, y por el cinturón que te ciñe como el sauce
y el heno que te aroma.
Yo te diré hacia qué reinos
de amor nos llama el río, cuyas fuentes
eternas a la sombra de los antiguos ramos
hablan en el misterio sagrado de los montes;
te diré por qué secreto
las colinas sobre los límpidos horizontes
se curvan como los labios que una prohibición
cierra, y por qué la voluntad de hablar
las vuelve bellas
más allá de todo deseo humano,, consoladoras silenciosas
y siempre nuevas, de tal manera que parece
que cada tarde el alma las puede amar
con un amor más fuerte.
¡Alabada seas por tu pura muerte,
oh tarde, y por la expectación que en ti hace palpitar
las primeras estrellas!
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