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Francisco de Asís : Cántico del hermano sol
El Cántico del hermano Sol, también llamado Cántico de las criaturas, fue compuesto por san Francisco un par de años antes de su muerte: entre el invierno de 1224 y la primavera de 1225, con una adición un poco posterior.
El Cántico del hermano Sol no es en sí una poesía, aunque así esté archivado en la literatura italiana, sino un canto, más aún, una oración cantada, cuya melodía fue compuesta por el mismo Francisco.
El Cántico se nutre del lenguaje de la Biblia y de la liturgia: Francisco se inspira en los Salmos, en particular el Salmo 148 («Aleluya. Alabad al Señor de los cielos…»), en el Cántico de los tres jóvenes de Daniel (Dn 3,52-90) y en el Apocalipsis.
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CÁNTICO DEL HERMANO SOL
Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo,
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.
Alabado seas, mi Señor, por todas las criaturas,
especialmente mi señor el hermano sol,
el cual proporciona el día y gracias al cual nos alumbras,
y él es bello y radiante con gran esplendor:
y de ti, Altísimo, lleva la significación.
Alabado seas, Señor mío, por el hermano viento
y por el aire y la nube.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y pleno de fuerza y vigor.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos como las flores de colores y la hierba.
Alabado seas tú, mi Señor, por aquellos que por tu amor perdonan,
y soportan la pena y la tribulación.
Bienaventurados aquellos que perseveran en la paz,
que por ti, Altísimo, han de ser coronados.
Alabado seas, Señor mío, por la hermana nuestra muerte corporal,
de la cual ningún hombre vivo puede escapar:
¡y ay de aquellos que morirán en pecado mortal!
Bienaventurados aquellos
a quienes encontrarás haciendo tu santísima voluntad,
porque la segunda muerte no les hará daño.
Alabad y bendecid a mi Señor y dadle gracias
y servidle con gran humildad.
FRANCISCO DE ASÍS
(Versión de Antonio Colinas, Antología esencial de la poeswía italiana, Espasa calpe 1998.
Francisco de Asís : Cántico del hermano sol
El Cántico del hermano Sol, también llamado Cántico de las criaturas, fue compuesto por san Francisco un par de años antes de su muerte: entre el invierno de 1224 y la primavera de 1225, con una adición un poco posterior.
El Cántico del hermano Sol no es en sí una poesía, aunque así esté archivado en la literatura italiana, sino un canto, más aún, una oración cantada, cuya melodía fue compuesta por el mismo Francisco.
El Cántico se nutre del lenguaje de la Biblia y de la liturgia: Francisco se inspira en los Salmos, en particular el Salmo 148 («Aleluya. Alabad al Señor de los cielos…»), en el Cántico de los tres jóvenes de Daniel (Dn 3,52-90) y en el Apocalipsis.
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CÁNTICO DEL HERMANO SOL
Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo,
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.
Alabado seas, mi Señor, por todas las criaturas,
especialmente mi señor el hermano sol,
el cual proporciona el día y gracias al cual nos alumbras,
y él es bello y radiante con gran esplendor:
y de ti, Altísimo, lleva la significación.
Alabado seas, Señor mío, por el hermano viento
y por el aire y la nube.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y pleno de fuerza y vigor.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos como las flores de colores y la hierba.
Alabado seas tú, mi Señor, por aquellos que por tu amor perdonan,
y soportan la pena y la tribulación.
Bienaventurados aquellos que perseveran en la paz,
que por ti, Altísimo, han de ser coronados.
Alabado seas, Señor mío, por la hermana nuestra muerte corporal,
de la cual ningún hombre vivo puede escapar:
¡y ay de aquellos que morirán en pecado mortal!
Bienaventurados aquellos
a quienes encontrarás haciendo tu santísima voluntad,
porque la segunda muerte no les hará daño.
Alabad y bendecid a mi Señor y dadle gracias
y servidle con gran humildad.
FRANCISCO DE ASÍS
(Versión de Antonio Colinas, Antología esencial de la poeswía italiana, Espasa calpe 1998.
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