Rosa Díaz (1946-

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Rosa Díaz Nacida en Sevilla en 1946. A los ocho años ingresa en el Conservatorio Oficial de Música para estudiar solfeo y piano y desde muy pequeña comienza a escribir un diario con aspiraciones literarias.
En 1964 obtiene su primer galardón literario, convocado para estudiantes de la Escuela de Magisterio de Sevilla, por el Excmo. Ateneo de la ciudad en colaboración con la Cátedra de Literatura de la Universidad Hispalense.
Con motivo del homenaje que la ciudad de Sevilla rinde a Antonio Machado en 1979, toma contacto con el  Grupo Poético Gallo de Vidrio del que formaría parte, y en cuya colección publicará en 1980 La célula infinita.
En los años ochenta destacaría el homenaje al poeta Almotamid de Sevilla y el itinerario sevillano de Luis Cernuda, con la colaboración del escritor Julio Manuel de la Rosa, y la creación de la tertulia “El desván”, iniciada con Juan Sierra, baluarte vivo de la Generación del 27, y seguida de una pléyade de narradores y poetas sevillanos  pertenecientes a las distintas tendencias de la ciudad.
A partir de 1980 va obteniendo una serie de galardones literarios que le facilitan la publicación de muchas de sus obras de poesía. Así publica en 1983 Cantábile para cuerda enamora, en 1985 Casacripta y en 1986 Tótem.
Tras la edición de su libro Juan-Juan en la col. Provincia, León, 1994, se inicia una asidua colaboración con la revista literaria Zurgai, relacionándola con su director, Pablo González de Langarika y con una serie de poetas afines como José Fernández de la Sota y Amalia Iglesia entre otros.
A partir del nacimiento de su primer nieto en 1989, empieza a dar forma a una serie de libros infantiles que más tarde verán la luz en distintas editoriales españolas, entre ellas Hiperión y Anaya.
Además ha publicado también en numerosas revistas nacionales e internacionales. Ha leído presentaciones y escrito reseña sobre autores como, Pablo García Baena, Chantal Maillar o Luis García Montero, etc.
Miembro en ciclos y congresos en España, México, Cuba, Marruecos y Colombia, entre otras.

(Sacado de https://rosadiazpoeta.com/biografia/ )


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Algunos poemas de Rosa Díaz:


De La célula infinita, 1980:


YO SOY AQUEL ESPERMA...

Yo soy aquel esperma
que ganó la batalla
y el óvulo fue mío.

Allí se congregaban
mis hermanos de orígenes
cuando yo, ya persona,
me reía en silencio
de silenciosas muertes
y fui Caín remoto
de millares de Abel.

Mi crimen concluyó.
De una sangre incolora
se mancharon mis manos
para poder ser forma.



ESTA SONRISA QUE OFREZCO...

Esta sonrisa que ofrezco
es mi alma vestida de domingo,
acompasada en Fausto...
(las niñas tenían diademas blancas
y vestidos también blancos…)
(las monjas, rugosas unas,
rubicundas otras,
mantenían sus miradas cúbicas
de ángeles envenenados y fríos…)

y de pronto la acera,
el claxon,
el infarto,
el pluriempleo,
el paro,
el anciano sin sol,
el árbol sin lugar,
la cartelera S,
el ceda el paso.
Y mi lágrima larga.
Diamante sin fronteras,
estratégica daga del destino
bordeando la historia.




De Cantábile (para cuerda enamorada), 1983:


HABÍA QUE CONJURAR A LA BELLEZA...

Había que conjurar a la belleza,
traerla entre los posos, era preciso.
Había que traerla a un círculo de sombra
con tres gotas de sol y un novilunio.
Y allí, en el núcleo del miedo,
todas las cabelleras y los oscuros ojos
con la rama de áloe,
-nueve días de cera-
-nueve días de aceite-
un grano de distancia mancillada de risa
y en medio, su mirada dardeando mi carne,
y aquella exacta mirra del borde de su aliento.

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De Casacripta, 1984:


PORQUE YO...

Porque yo
quise coger las escamas del alba
el día ablucionó mi cuerpo.
Bajó por la cáscara del limón,
y los jazmines.
...........................Por eso huelo
a dama de noche, a gorrión
y a patio, a frío, a casi muerte. Y,
sin recuerdo de carne como búcaro lleno
del perfume fluido de una sombra:
también comienzo a ser.



ME DIJE...

Me dije:
Hoy, la dama de noche huele a lujuria.
Restalla su olor cálido sobre el frío oscurear.

Me repetí que la noche olía a lujuria,
y que podía estar prohibida por alguien.

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De La doncella cincelada, 1988:


LA SIBILA VE SUS MANOS A TRAVÉS DEL SUEÑO

Sobre los sueños
siempre fueron los seres más capaces.
Flotaban. Ahondaban.
Asían a turbios desconocidos
y tenían el raro privilegio de amar en un segundo
a todas las razas.
..................................Los sentí como salto de leopardo
o precipicio o gruta: extrañísimas flores que volvían
de los cementerios de acariciar a muertos queridísimos.

Amaban al amor y amábanle sin palabras,
sin gestos. Eran apátridas que no sabían de siglas,
que no conmemoraban nunca nada,
que no dijeron nunca ni mío, ni te quiero.

Sólo formaban una masa telúrica que podía
incluso degollar sin hacer daño.
Ir delante de todos los demonios
y subir las escaleras del miedo.
Coger al rehén del miedo, que era una flor hermosa,
y deshojarla y comérsela. Devorar
hasta llegar a lo perfecto. Hasta ser lo perfecto.

Tocar la eternidad y ese ligero instante de sentirla.




De Cuarto de los humildes, 1993:


EL ARROZ CON GAMBAS

Ese olor que ahora mismo
entra por la ventana
exactamente era el olor que había
en la antecocina de la casa
los días que la abuela
guisaba arroz con gambas.
No sé si era el laurel
o el azafrán en rama
o el sofrito amoroso
que sin prisa majaba
el mortero. No sé
pero es una punzada
este olor, paraíso
perdido que me habla
como habla el membrillo,
la canela y, en el mes
de los muertos, las castañas.

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DESAYUNO CON PICATOSTES

A las cinco de la tarde mi abuela
tomaba el té como una inglesa. Pero
al ser de día, en un rinconcito
de la mesa de la cocina,
la recuerdo con su vasito de café
migando picatostes, y toda ella,
era una humilde ternura
con los ojos agazapados
en salas de ultratumba.

Decía cosas lindas y tristes.

-A tu abuelo nunca pude rezarle
un padrenuestro porque siempre
me quedaba dormida.
-El agua de las mesillas de noche
no se bebe
porque es el agua de los muertos.

Entonces, yo le releía otra vez
la historia de Genoveva de Brabante
y el conde Sigfrido
que a ella le gustaba tanto.

Ahora, algunas veces,
desayuno picatostes
sentada en el poyete del recuerdo,
donde ella está como un pequeño bulto azul.

-Y luego digo que soy agnóstica,
que no voy a la iglesia
ni comulgo-.




De Tenebrario, 1994:


EL CALDERO DE LA BRUJA BRIGIT

Bajando los pasillos
trasegados de fámulos
entro hasta la cocina
y dispongo el caldero.

Llevo siglos cociendo
todo el llanto del mundo.
Cuando queden tres gotas
las beberé al instante
para que la tristeza
no me mate los ojos.

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CAMPOSANTO

Enciendo el tenebrario,
la candileja humilde
y cuatro mariposas.

Situada a la puerta
de mi infierno
diviso la silueta
del miedo, su fantasma
de pared a pared.

Enfría mi edredón,
mi sexo, mi cabeza.
Y me profana silenciosamente
como ladrón de tumba.



EL SIQUIATRA

Tiene la sonrisa de Mefisto.
La mirada
como el general de un dios
que no conozco.

Con alguna que otra
palabra de su técnica
reconstruye mis alas,
pues vierte en el mortero
de una sabia manceba de botica
el corazón de un animal
que no nombro.

Y así,
los lobos vendrán a mi favor
y ahuyentarán conmigo
la puerta de este norte.

Se que tiene la risa de Mefisto
y que se sienta a ver cómo le saco
la escasa vitualla con que afronto esta guerra.

Pero ya lo hice chamán.
De ahí que acepte
su copa de grajeas.

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De Juan-Juan, 1995:


YESTERDAY

Porque llamabas por teléfono con esa voz de tango. -Me tenés transportado-.  Mil novecientos sesenta y tantos, Yesterday, las canciones con cuarenta grados de fiebre de Nat King Cole y las coplas de posguerra con todos sus amores imposibles.

La calle. La iglesia. El beso. El dejarse las manos en las solapas de una chaqueta azul.

Y aquella sangre alborotada como los guitarrones de las rancheras. Y aquel sexo dolido. Dolido y puesto a punto, para ya en casa, impunemente y sin otra solución, tenerse que dormir una vez más (digo, morirse una vez más) virgen y mártir.




De Perfecto amor, 1996:


A MARGARITA CANSINO

Querida Gilda:
Siempre sentí
la bofetada aquella,
como una gran estupidez
del muchachito cateto
que era Glenn Ford
a tu lado. No tuviste buen sino
con tus amores
en aquella película.

El hampón de tu marido, era cuando menos,
estólido, y tu amante, la verdad
es que no estaba ni a la altura
de los centímetros
de tus zapatos. Porque tú, Gilda,
eras mucha Margarita Cansino.
Es decir, tú y tu propia historia,
rebasaba con creces la imaginación
de los guionistas de la época.

Alí Kan, por supuesto, era
más exótico y mejor partido
que los muchachos de Hollywood.
Aunque viéndote, siempre pienso
que tu peso en diamantes,
fue gestionado simplemente a la baja.

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De Monólogos con la SE 30, 2000:


SI DIOS ME CONCEDIERA ESCOGER...

SI DIOS ME CONCEDIERA ESCOGER ALGUNA FRUSLERÍA DE ESTE MUNDO, ESCOGERÍA LA PERSEVERANCIA PORQUE CON ELLA SE LLEGA A TODAS PARTES...

y sobre todo se ganan oposiciones. Te haces funcionaria pública, que es como casarte con el estado pero sin posible divorcio.

Entonces ya empiezan a quedarte bien los trajes de ejecutiva con minifalda, los pañuelos de Loewe, los vestidos de Victorio y Lucchino y los ligeros bocados de biomanán. Finiquitaste los almuerzos de familia ya que pusiste todo tu empeño en los profilácticos y en la ligadura de trompas. Aprendiste a trinchar a un hombre en trozos sapientísimos para postreras y definidas degustaciones. Definitivamente te vuelves europea y entregas tu corazón a un felino que aprendió a amar el güisca, y al que obviamente esterilizó tu veterinario. Haces un monumento al lobo por digerir a una abuela y a una niña de una sola tacada. Y acabas con los tópicos de esta ciudad poniendo los ovarios encima de la mesa y decretando que la Giralda, ese adobe estirado que soñara ben Basso y Alí Algomari, no es mucho mejor que la SE 30:

Mater amábilis de los suicidas contemporáneos.




De El color de la sangre de las princesas, 2003:


ERA REINA DE LOS CARTONES...

Era reina de los cartones, gobernadora de los jardines fríos que inauguran los pájaros y fiel habitadora de la casa oxidada de un carro de hiper.

Andaba gansamente por los charcos de lluvia que ponía la ciudad precisamente ella.
Dijo que se llamaba "Ganas de vivir"

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De Gata mamá, 2003:


LA INVITADA

Qué hubiera sido de nosotras sin esta felina que ahora nos protege y nos pone a pensar, a traspasar la indiferencia y a darle contenido a la ternura que retrotrae las uñas y su momento de herida. La gata va al lamido, a su pereza y a sus saltos, y la mañana es una fábrica de calor que ampara a las macetas, y nos dota de eso que está ahí y se da y es bueno, y es máas que bello porque siendo triste lo admite la alegría y es, diremos, un instante feliz.

La mujer tiene aquella voz de trapo de cuando niña y que ahora modula barruntando su alzheimer, cuando olvida las pastillas del corazón y recuerda los pasos difíciles de los tacones y las paradas de los tranvías con lluvia resbaladiza, con el engranaje de la marcha transportando las miradas de los muchachos de posguerra, el runrún del hambre, los hombres que se llamaron rojos o los que volvieron al paso alegre de qué paz.

La niña es una niña con arrugas y mala circulación, un paso en falso, juna imposibilidad perversa y un sofá y un culebrón y el amor de los famosos, la canalla esa con nombre de gandinga que a puesto a navegar las vísceras de cintura para abajo, los ovarios, los clítoris, los penes, el puñado de euros que golpea a las puertas de los televisores y les habla a la vejez de bofetadas, de braguetazo y de puñaladita trasera con publicidad.

La niña de las arrugas lleva el hilo en el primer mandamiento de su condición y por eso le crece el encaje en las manos, se le vuelven flores los manteles. Hace pájaros y mariposas quietecitas que se olvidan de volar, y se quedan en la oscuridad de los cajones de esas nietas con prisa y ganas de no comer.

Ella que fue muchacha de blanco y mujer de luto y austeridades. Modosa Bernarda con hijas de ajuares y vainicas que a su lumbre miraron la escasez de la vida y su domingo de cal y cementerio.

Y sí, ella va y le habla a la gata con la misma voz y la misma palabra que se le quedó atrapada en las cunas, ah, y con ese ritmo que saben los que vienen andando por el desamor.

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De Hiel de abeja, 2004:


HETERODOXIA

Has abierto la puerta de mi casa,
lo sé, te presiento.
Porque aunque tú no avisas
ni llamas por teléfono,
te dignas a llegarte
y acariciar mi pecho
como cuando era niña y te sentía
debajo de la ropa del colegio.

Me dispones las manos.
Me endulzas el aliento.
Te acuestas en mis sueños
y me cuentas las lágrimas
que tuve. Tengo
que conocerte, amiga,
tu hoyo está en mi lecho
y te estoy esperando
siempre. No quiero
ni pensarlo qué sería de mí
si me arrojaras de tu cielo.
Mucho mejor morirse
que vivir para verlo.

Quedarme sin la gracia
que envuelve tu misterio
y sentir ordenados
todos mis sentimientos,
con mi alma en mi almario,
mi yo en mi esqueleto,
mis papeles en blanco,
mis peines por mis pelos.

Saber que ya no entras
en mi sujetador ni en mis chalecos,
que no usas el lápiz de mis ojos
ni gritas mis secretos
ni te pintas los labios
delante de mi espejo.

Pensarlo es el suicidio de volar
y estrellarse en el suelo.

Poesía sin Pecado original,
Arca de mi Alianza
Kirie eleison.


ROSA DÍAZ, En voz alta. Las poetas de las generaciones de los 50 y los 70, Hiperión, 2007.