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MARÍA ELVIRA LACACI (Ferrol, provincia de La Coruña, 1916-Madrid, 9 de marzo de 1997) fue una poeta española incluida en la Generación del 50.
Biografía
Nació en Ferrol el año 1916 en una familia de militares, pasó su infancia repartida entre Doniños y Ferrol. Se trasladó a Madrid orientando su obra literaria de una forma casi exclusiva hacia una poesía de carácter social.
Consiguió el Premio Adonais en 1956 (la primera mujer en recibirlo) por su libro Humana voz. En 1960 se casó con Miguel Buñuel Tallada. Cuatro años después, en 1964, recibió el Premio de la Crítica por su libro Al este de la ciudad. Otras obras son Sonido de Dios (1962) y Molinillo de papel (1968).
Su obra se enmarca en la poesía social de posguerra. Su poesía enfatiza en un esteticismo que apuesta por la palabra sencilla, casi pobre. Lacaci desea hablar con claridad para que la entienda el pueblo y los marginados. Tiene un estilo directo y no hay casi figuras retóricas. En su poema El traje nuevo contrapone una poesía correcta y decorativa con otra andrajosa. Reconoce que su manera independiente de escribir crea una apariencia poco presentable.
Murió el 9 de marzo de 1997.
Reconocimientos
Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
*
Algunos poemas de María Elvira Lacaci:
De Al este de la ciudad:
LA PALABRA
Yo te quiero sencilla. Acaso pobre.
A veces,
vas a brotarme de organdí vestida (sin querer
me florece el lenguaje de otros seres).
Con amor te desnudo.
Quedas como mi carne.
Como mi corazón y sus latidos.
A menudo,
igual que los pequeños
ante una tienda de juguetería,
pego la cara
a las brillantes lunas
donde se venden las palabras bellas.
Las admiro.
A otros les sientan bien. Si me las colocara…
Las aparto al momento
porque a mí no me sientan.
Y de nuevo voy cogiendo brazados de palabras
entre la hierba fresca
y bajo el cielo.
A LA POESÍA
Me siento vagabunda de las Letras.
Quiero comer mi pan con el mendigo.
Beber vino de todos.
Tomar el sol
tendida
sobre la hierba húmeda.
Tener una guitarra
con cuerdas de latidos, entregados.
Tocarla por los pueblos.
Que los hombres –de colores distintos–
bailen al son de ella
con sus modales
toscos
y su verdad sencilla
a flor de labio.
CON TACONES ALTOS
Y yo llevaba un gorro
muy moderno. Parecía
una extraña cazuela.
Unos tacones leves y muy altos.
Un abrigo atrevido.
Unos guantes y un bolso de color avellana.
Los labios y los ojos pintarrajeados.
No debía de ir mal.
Las mujeres
volvían la cabeza
para mirar la hechura del abrigo.
Los hombres...
Pero yo,
bajo la piel y aquella vestidura de comparsa,
llevaba otro ropaje de un tejido muy denso. Era de angustia.
Y añoré
mi pelo suelto, mis zapatos bajos,
mi abrigo deportivo,
mi tez morena, solamente el agua.
Tú me veías, Dios. Y cómo hablamos.
Yo te decía
que estaba muy ridícula con todo aquello.
Tú dijiste que sí.
Y compartiste
el tan amargo leve movimiento
de mis labios oblicuos.
De Sonido de Dios:
CANTA
Y me pesó tu dedo
lo mismo que un gran manto
de hierro
que pendiera
de mis desnudos hombros.
Y me pesó tu dedo
cuando me señalaste el corazón -esta mañana-,
mientras el aire,
el aire enrarecido de mi alcoba,
volteaba un sonido:
..................................Canta
Y quise huir. Temí. Me encogí hasta el abismo
de la angustia,
porque pesaba mucho tu palabra:
..................................Canta
Déjame como siempre
volar por la palabra. Libre. Suelta.
Que yo te cantaré como hasta ahora.
Pero no vuelvas a decirme:
..................................Canta
MARÍA ELVIRA LACACI (Ferrol, provincia de La Coruña, 1916-Madrid, 9 de marzo de 1997) fue una poeta española incluida en la Generación del 50.
Biografía
Nació en Ferrol el año 1916 en una familia de militares, pasó su infancia repartida entre Doniños y Ferrol. Se trasladó a Madrid orientando su obra literaria de una forma casi exclusiva hacia una poesía de carácter social.
Consiguió el Premio Adonais en 1956 (la primera mujer en recibirlo) por su libro Humana voz. En 1960 se casó con Miguel Buñuel Tallada. Cuatro años después, en 1964, recibió el Premio de la Crítica por su libro Al este de la ciudad. Otras obras son Sonido de Dios (1962) y Molinillo de papel (1968).
Su obra se enmarca en la poesía social de posguerra. Su poesía enfatiza en un esteticismo que apuesta por la palabra sencilla, casi pobre. Lacaci desea hablar con claridad para que la entienda el pueblo y los marginados. Tiene un estilo directo y no hay casi figuras retóricas. En su poema El traje nuevo contrapone una poesía correcta y decorativa con otra andrajosa. Reconoce que su manera independiente de escribir crea una apariencia poco presentable.
Murió el 9 de marzo de 1997.
Reconocimientos
- (1956) Premio Adoáis por su poemario Humana voz, siendo la primera mujer en recibirlo
- (1967) Premio Hucha de Oro por el cuento La instancia
- (1964) Premio de la Crítica por Al este de la ciudad.
Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
*
Algunos poemas de María Elvira Lacaci:
De Al este de la ciudad:
LA PALABRA
Yo te quiero sencilla. Acaso pobre.
A veces,
vas a brotarme de organdí vestida (sin querer
me florece el lenguaje de otros seres).
Con amor te desnudo.
Quedas como mi carne.
Como mi corazón y sus latidos.
A menudo,
igual que los pequeños
ante una tienda de juguetería,
pego la cara
a las brillantes lunas
donde se venden las palabras bellas.
Las admiro.
A otros les sientan bien. Si me las colocara…
Las aparto al momento
porque a mí no me sientan.
Y de nuevo voy cogiendo brazados de palabras
entre la hierba fresca
y bajo el cielo.
A LA POESÍA
Me siento vagabunda de las Letras.
Quiero comer mi pan con el mendigo.
Beber vino de todos.
Tomar el sol
tendida
sobre la hierba húmeda.
Tener una guitarra
con cuerdas de latidos, entregados.
Tocarla por los pueblos.
Que los hombres –de colores distintos–
bailen al son de ella
con sus modales
toscos
y su verdad sencilla
a flor de labio.
CON TACONES ALTOS
Y yo llevaba un gorro
muy moderno. Parecía
una extraña cazuela.
Unos tacones leves y muy altos.
Un abrigo atrevido.
Unos guantes y un bolso de color avellana.
Los labios y los ojos pintarrajeados.
No debía de ir mal.
Las mujeres
volvían la cabeza
para mirar la hechura del abrigo.
Los hombres...
Pero yo,
bajo la piel y aquella vestidura de comparsa,
llevaba otro ropaje de un tejido muy denso. Era de angustia.
Y añoré
mi pelo suelto, mis zapatos bajos,
mi abrigo deportivo,
mi tez morena, solamente el agua.
Tú me veías, Dios. Y cómo hablamos.
Yo te decía
que estaba muy ridícula con todo aquello.
Tú dijiste que sí.
Y compartiste
el tan amargo leve movimiento
de mis labios oblicuos.
De Sonido de Dios:
CANTA
Y me pesó tu dedo
lo mismo que un gran manto
de hierro
que pendiera
de mis desnudos hombros.
Y me pesó tu dedo
cuando me señalaste el corazón -esta mañana-,
mientras el aire,
el aire enrarecido de mi alcoba,
volteaba un sonido:
..................................Canta
Y quise huir. Temí. Me encogí hasta el abismo
de la angustia,
porque pesaba mucho tu palabra:
..................................Canta
Déjame como siempre
volar por la palabra. Libre. Suelta.
Que yo te cantaré como hasta ahora.
Pero no vuelvas a decirme:
..................................Canta
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