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Vivir el día de hoy bajo la enseña
del ayer deshaciéndose en mañana;
vivir encadenado a la desgana
¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña?
MIGUEL DE UNAMUNO
¡Qué disgusto, don Miguel!
Querías salvar a España
de su historia, de su estado
de postración levantarla;
luchaste para abolir
la monarquía nefasta
por siglos de malas artes,
de caciquil gobernanza,
curas de confesionario
y chocolate a la taza.
Pueblo de tristes cabreros
de vino, toros y manta,
desde la universidad
quisiste lavar su cara
y convertir a la gente
de ruda en civilizada.
Pero temiendo el desorden
en que cayeron las masas,
la revolución obrera
para acabar con la casta,
cediste a los arrumacos
de aquella España más rancia,
te volviste hacia el ejército
que llamaba a la matanza
creyendo que un dictador
nos pondría como balsa,
lograría la unidad
y salvaría la patria.
Y cuando al fin advertiste
a quién vendías tu alma,
que queriendo huir del fuego
habías dado entre brasas,
lo quisiste reparar
amonestando a los fachas:
Así no convenceréis,
que vencer sólo no basta.
Pero a los facinerosos
no les cambian las palabras,
te perdonaron la vida
pero encerraron en casa
donde te espera la muerte,
viejo león ya sin garras.
¡Que miseria, don Miguel,
2020-11-24 A DON MIGUEL DE UNAMUNO,
ANTES DE SU MUERTEVivir el día de hoy bajo la enseña
del ayer deshaciéndose en mañana;
vivir encadenado a la desgana
¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña?
MIGUEL DE UNAMUNO
¡Qué disgusto, don Miguel!
Querías salvar a España
de su historia, de su estado
de postración levantarla;
luchaste para abolir
la monarquía nefasta
por siglos de malas artes,
de caciquil gobernanza,
curas de confesionario
y chocolate a la taza.
Pueblo de tristes cabreros
de vino, toros y manta,
desde la universidad
quisiste lavar su cara
y convertir a la gente
de ruda en civilizada.
Pero temiendo el desorden
en que cayeron las masas,
la revolución obrera
para acabar con la casta,
cediste a los arrumacos
de aquella España más rancia,
te volviste hacia el ejército
que llamaba a la matanza
creyendo que un dictador
nos pondría como balsa,
lograría la unidad
y salvaría la patria.
Y cuando al fin advertiste
a quién vendías tu alma,
que queriendo huir del fuego
habías dado entre brasas,
lo quisiste reparar
amonestando a los fachas:
Así no convenceréis,
que vencer sólo no basta.
Pero a los facinerosos
no les cambian las palabras,
te perdonaron la vida
pero encerraron en casa
donde te espera la muerte,
viejo león ya sin garras.
¡Que miseria, don Miguel,
cuánta vergüenza y qué rabia!
Pedro Casas Serra (Siento pasar el tiempo. Poemas reunidos 1987-2023)
Última edición por Pedro Casas Serra el Sáb 12 Oct 2024, 03:52, editado 2 veces
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