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2 participantes
POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
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Fecha de inscripción : 29/06/2009
Edad : 72
Localización : Murcia / Muchas veces en Mazarrón/ Algunas en Cieza ( amo la ciudad donde nací; amo su río - Río Segura_ y amo sus montes secos llenos de espartizales)
- Mensaje n°91
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
GRACIAS, LLUVIA.
BESOS.
BESOS.
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"No hay cañones que maten la esperanza." Walter Faila
GRANDES ESCRITORES ES DE TODOS LOS FORISTAS. PARTICIPA, POR FAVOR.
ISRAEL: ¡GENOCIDA!
Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Edad : 63
- Mensaje n°92
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Otra vez sobre el amor imposible
No fuiste tú quien con él compartió
la vejez, la frescura de los nietos —de ambos—
en las tardes de los jubilados.
No fuiste tú quien buscó en sus libros
párrafos baldíos, quien
le recordó las palabras que olvidaba,
quien le situó en un borrador acentos omitidos,
quien una noche
releyó sus últimos poemas.
No fuiste tú quien ordenó sus apuntes, quien
sangró
los finales de sus obras finales.
No fuiste tú quien soportó —con él—
el último embate
de sus detractores.
No fuiste tú
quien recibió los últimos embates
de su sexo
ni quien con él al final te dedicaras
a regar las rosas del jardín.
Ni serás tú quien cierre sus ojos,
quien lleve a su tierra
la primera flor y las flores siguientes,
ni serás tú quien lo recuerde,
como recuerda la mujer sentada en el sillón,
a quien murió en su cama y ahora se hace polvo
en esa tierra.
No podrás ser tú quien muera mencionándolo.
Enero de 1984
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Otra vez sobre el amor imposible
No fuiste tú quien con él compartió
la vejez, la frescura de los nietos —de ambos—
en las tardes de los jubilados.
No fuiste tú quien buscó en sus libros
párrafos baldíos, quien
le recordó las palabras que olvidaba,
quien le situó en un borrador acentos omitidos,
quien una noche
releyó sus últimos poemas.
No fuiste tú quien ordenó sus apuntes, quien
sangró
los finales de sus obras finales.
No fuiste tú quien soportó —con él—
el último embate
de sus detractores.
No fuiste tú
quien recibió los últimos embates
de su sexo
ni quien con él al final te dedicaras
a regar las rosas del jardín.
Ni serás tú quien cierre sus ojos,
quien lleve a su tierra
la primera flor y las flores siguientes,
ni serás tú quien lo recuerde,
como recuerda la mujer sentada en el sillón,
a quien murió en su cama y ahora se hace polvo
en esa tierra.
No podrás ser tú quien muera mencionándolo.
Enero de 1984
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Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Edad : 63
- Mensaje n°93
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Imposible, poeta, imposible
para Magda
Buscándote escribí cientos de cuartillas,
creyéndote a mi lado les conté a mis amigos
de tus virtudes y defectos, les hablé de tus dones,
de tu amor por la poesía y por los niños.
Creyendo que te había encontrado proclamé
tu nombre y te llevé a reuniones y conciertos,
envié cartas donde daba fe del hallazgo.
Pensando que eras Tú me acosté contigo
y sentí que fornicar era precisamente eso:
la consecución de una verdadera religión para los
hombres.
Como estaba seguro que existías me emborraché
contigo,
bebí contigo en cantinas y bares peseteros,
canté para ti boleros, tangos y baladas, te leí
poemas de Vallejo.
Decenas de cuartillas escribí afirmando que ahora
Sí.
Hoy mi costado se nubla
me falla el pie izquierdo
se doblan mis espaldas
y el enfisema definitivo avanza hacia la puerta
final.
Hoy te digo adiós
sé que nunca llegaste
que nunca te tuve
que nunca has estado en ninguna parte.
Hoy sé que era imposible que existieras así como
quería.
Mayo de 1988
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Imposible, poeta, imposible
para Magda
Buscándote escribí cientos de cuartillas,
creyéndote a mi lado les conté a mis amigos
de tus virtudes y defectos, les hablé de tus dones,
de tu amor por la poesía y por los niños.
Creyendo que te había encontrado proclamé
tu nombre y te llevé a reuniones y conciertos,
envié cartas donde daba fe del hallazgo.
Pensando que eras Tú me acosté contigo
y sentí que fornicar era precisamente eso:
la consecución de una verdadera religión para los
hombres.
Como estaba seguro que existías me emborraché
contigo,
bebí contigo en cantinas y bares peseteros,
canté para ti boleros, tangos y baladas, te leí
poemas de Vallejo.
Decenas de cuartillas escribí afirmando que ahora
Sí.
Hoy mi costado se nubla
me falla el pie izquierdo
se doblan mis espaldas
y el enfisema definitivo avanza hacia la puerta
final.
Hoy te digo adiós
sé que nunca llegaste
que nunca te tuve
que nunca has estado en ninguna parte.
Hoy sé que era imposible que existieras así como
quería.
Mayo de 1988
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Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
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Fecha de inscripción : 29/06/2009
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Localización : Murcia / Muchas veces en Mazarrón/ Algunas en Cieza ( amo la ciudad donde nací; amo su río - Río Segura_ y amo sus montes secos llenos de espartizales)
- Mensaje n°94
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
Sí.
Hoy mi costado se nubla
me falla el pie izquierdo
se doblan mis espaldas
y el enfisema definitivo avanza hacia la puerta
final.
Hoy te digo adiós
sé que nunca llegaste
que nunca te tuve
que nunca has estado en ninguna parte.
Hoy sé que era imposible que existieras así como
quería.
Mayo de 1988
Gracias, Lluvia. Eso es exactamente lo que me pasa. Lo único que yo sé la caúsa que me lo provoca.
Buen trabajo el tuyo..
Besos.
Hoy mi costado se nubla
me falla el pie izquierdo
se doblan mis espaldas
y el enfisema definitivo avanza hacia la puerta
final.
Hoy te digo adiós
sé que nunca llegaste
que nunca te tuve
que nunca has estado en ninguna parte.
Hoy sé que era imposible que existieras así como
quería.
Mayo de 1988
Gracias, Lluvia. Eso es exactamente lo que me pasa. Lo único que yo sé la caúsa que me lo provoca.
Buen trabajo el tuyo..
Besos.
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"No hay cañones que maten la esperanza." Walter Faila
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Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Fecha de inscripción : 17/04/2011
Edad : 63
- Mensaje n°95
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
Gracias a ti, Pascual, por todo, ya sabes.
Seguimos pues.
Seguimos pues.
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Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Fecha de inscripción : 17/04/2011
Edad : 63
- Mensaje n°96
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Cuestión de puntos de vista
En resumen me quedan pocos amigos de la
juventud,
la mayoría decidió lo contrario: se metieron
—según ellos— a normales: estudiaron ingenierías,
medicina, licenciaturas varias, incluidas
la filología y el derecho. Hoy
son hombres de bien, funcionarios importantes,
tipos
rígidos algunos que pasan en sus autos y ni
siquiera me recuerdan. Yo sí los recuerdo,
la prueba
es esto que ahora escribo.
No digo que sean malos, es que tiramos por
caminos distintos
y el olvido es algo casi obligado en este caso.
Yo, pacientemente desesperado, los veo pasar por
mi puerta –que son todas las calles- y sigo
escribiendo mis poemas y mis libros.
Duele que algunos digan que estoy loco,
que ahora podría, como ellos, sorber un poco más
de panes y de peces, llevar una vida más
hermosa,
más tranquila, una vida más vida, no estar
esquizofrénicamente peleando contra una hoja
de papel
sin disfrutar, como ellos, de ciertas
bienaventuranzas
que no es táctico mencionar por el momento.
Ellos, mis antiguos amigos, mis conocidos ahora,
los pobres
no saben lo que es temblar amando, a pie, a esta
muchacha,
escondido en un parque, no saben
lo multimillonario que soy
cuando escribo un poema, un libro, que leen
estudiantes
en un ómnibus, trabajadores, oficinistas agrios.
Ellos, mis antiguos condiscípulos, amigos, no saben
qué bien vivo
porque alguien que apenas conozco
me agradece sinceramente una cuartilla.
Ellos, mis queridos amigos, en su mayoría
notables funcionarios que se conocen de
memoria
la programación de ambos canales de TV y
—con más
de treinta años— todas las marcas de blue jeans,
no saben
que soy más rico que el Fondo Monetario
Internacional
cuando en una noche de llovizna, anónimo y
distante,
leo poemas de amor a esta muchacha.
A ellos, mis bárbaros, mis olvidadizos y
bienaventurados antiguos
amigos, condiscípulos:
Felicidades,
Buena suerte.
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Cuestión de puntos de vista
En resumen me quedan pocos amigos de la
juventud,
la mayoría decidió lo contrario: se metieron
—según ellos— a normales: estudiaron ingenierías,
medicina, licenciaturas varias, incluidas
la filología y el derecho. Hoy
son hombres de bien, funcionarios importantes,
tipos
rígidos algunos que pasan en sus autos y ni
siquiera me recuerdan. Yo sí los recuerdo,
la prueba
es esto que ahora escribo.
No digo que sean malos, es que tiramos por
caminos distintos
y el olvido es algo casi obligado en este caso.
Yo, pacientemente desesperado, los veo pasar por
mi puerta –que son todas las calles- y sigo
escribiendo mis poemas y mis libros.
Duele que algunos digan que estoy loco,
que ahora podría, como ellos, sorber un poco más
de panes y de peces, llevar una vida más
hermosa,
más tranquila, una vida más vida, no estar
esquizofrénicamente peleando contra una hoja
de papel
sin disfrutar, como ellos, de ciertas
bienaventuranzas
que no es táctico mencionar por el momento.
Ellos, mis antiguos amigos, mis conocidos ahora,
los pobres
no saben lo que es temblar amando, a pie, a esta
muchacha,
escondido en un parque, no saben
lo multimillonario que soy
cuando escribo un poema, un libro, que leen
estudiantes
en un ómnibus, trabajadores, oficinistas agrios.
Ellos, mis antiguos condiscípulos, amigos, no saben
qué bien vivo
porque alguien que apenas conozco
me agradece sinceramente una cuartilla.
Ellos, mis queridos amigos, en su mayoría
notables funcionarios que se conocen de
memoria
la programación de ambos canales de TV y
—con más
de treinta años— todas las marcas de blue jeans,
no saben
que soy más rico que el Fondo Monetario
Internacional
cuando en una noche de llovizna, anónimo y
distante,
leo poemas de amor a esta muchacha.
A ellos, mis bárbaros, mis olvidadizos y
bienaventurados antiguos
amigos, condiscípulos:
Felicidades,
Buena suerte.
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Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Edad : 63
- Mensaje n°97
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
En un día, en un solo día
Salí a la calle sobre las 7:30 am como siempre
y como siempre nadie, ninguno de los transeúntes,
se fijó particularmente en mí, se asombró con mi
presencia.
Tomé un ómnibus y no se creó ningún escándalo, nadie
me pidió un autógrafo ni quiso
asesinarme nadie, siguió
ruta normal, no hubo
que detenerlo, paralizar el tránsito.
Llegué adonde llego cada mañana a ganarme
—o al menos intentar ganarme—
este injusto pan de cada día
y los que estaban en el vestíbulo apenas me
miraron,
siguieron viendo la TV, esperando las 8 para ir
adentro.
Por la tarde tomé la calle más concurrida
—“la arteria principal de la ciudad”, como dicen
los periodistas aburridos—
y en el camino saludé a 6 ó 7 conocidos
pero ninguno me exigió una frase de consuelo
ni quiso fotografiarse conmigo para luego
orgulloso
mostrar la foto a su familia.
Entré en la librería y no reventó ninguna
conmoción,
la gente siguió comprando, mirando los libros
(mientras las libreras, abúlicas, miraban a la nada)
sin que mi vida peligrara, ni siquiera
alguien me empujó.
De ahí al parque y tampoco mi presencia
produjo algo extraordinario
excepto que uno de esos pájaros del atardecer
me cagó directamente en la cabeza,
pero con toda normalidad, como se la cagan a
cualquiera.
Llegué a la casa y no me hallé con una cuadrilla
de periodistas, fotógrafos, camarógrafos
que calculando que a esa hora debía llegar
me esperasen para asaltarme con preguntas,
solicitudes de consejos,
saludos multitudinarios,
suspiros, besos, vítores,
tampoco me disparó un francotirador oculto en la
azotea de enfrente.
Así que entré.
Me bañe.
Estuve leyendo.
Por la noche, anónimo, más bien escondido
—en un rincón vedado en las afueras—
me encontré con Noemí. Aquí
sí hubo conmociones, alabanzas,
vítores, suspiros, firmas, etc., pero todo
personal.
Nos despedimos.
De regreso no me dispararon ni un solo bazukazo
y eso que venía solitario por las calles solitarias:
formidable cuadro para un atentado o una
violación
por parte de una extremista envenenada
—o un extremista envenenado—
por los video-clips más temerarios.
De modo que, tranquilamente, sin nadie
encañonándome de súbito
para robarme una palabra,
saqué la llave, abrí
y me acosté a leer.
Ahí tienen, amigos míos, el itinerario
de un día.
No me negarán las ventajas que en un día,
en un solo día,
tenemos los desconocidos, esos hombres
que no necesitamos guardaespaldas.
Octubre de 1984
FELIX LUIS VIERA
(1945)
En un día, en un solo día
Salí a la calle sobre las 7:30 am como siempre
y como siempre nadie, ninguno de los transeúntes,
se fijó particularmente en mí, se asombró con mi
presencia.
Tomé un ómnibus y no se creó ningún escándalo, nadie
me pidió un autógrafo ni quiso
asesinarme nadie, siguió
ruta normal, no hubo
que detenerlo, paralizar el tránsito.
Llegué adonde llego cada mañana a ganarme
—o al menos intentar ganarme—
este injusto pan de cada día
y los que estaban en el vestíbulo apenas me
miraron,
siguieron viendo la TV, esperando las 8 para ir
adentro.
Por la tarde tomé la calle más concurrida
—“la arteria principal de la ciudad”, como dicen
los periodistas aburridos—
y en el camino saludé a 6 ó 7 conocidos
pero ninguno me exigió una frase de consuelo
ni quiso fotografiarse conmigo para luego
orgulloso
mostrar la foto a su familia.
Entré en la librería y no reventó ninguna
conmoción,
la gente siguió comprando, mirando los libros
(mientras las libreras, abúlicas, miraban a la nada)
sin que mi vida peligrara, ni siquiera
alguien me empujó.
De ahí al parque y tampoco mi presencia
produjo algo extraordinario
excepto que uno de esos pájaros del atardecer
me cagó directamente en la cabeza,
pero con toda normalidad, como se la cagan a
cualquiera.
Llegué a la casa y no me hallé con una cuadrilla
de periodistas, fotógrafos, camarógrafos
que calculando que a esa hora debía llegar
me esperasen para asaltarme con preguntas,
solicitudes de consejos,
saludos multitudinarios,
suspiros, besos, vítores,
tampoco me disparó un francotirador oculto en la
azotea de enfrente.
Así que entré.
Me bañe.
Estuve leyendo.
Por la noche, anónimo, más bien escondido
—en un rincón vedado en las afueras—
me encontré con Noemí. Aquí
sí hubo conmociones, alabanzas,
vítores, suspiros, firmas, etc., pero todo
personal.
Nos despedimos.
De regreso no me dispararon ni un solo bazukazo
y eso que venía solitario por las calles solitarias:
formidable cuadro para un atentado o una
violación
por parte de una extremista envenenada
—o un extremista envenenado—
por los video-clips más temerarios.
De modo que, tranquilamente, sin nadie
encañonándome de súbito
para robarme una palabra,
saqué la llave, abrí
y me acosté a leer.
Ahí tienen, amigos míos, el itinerario
de un día.
No me negarán las ventajas que en un día,
en un solo día,
tenemos los desconocidos, esos hombres
que no necesitamos guardaespaldas.
Octubre de 1984
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Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°98
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Te aclaro
a una tal Ileana
Con mis pies vine caminando.
No fueron mis armas garfios ni cuchillos ni
barajas escondidas, sólo
mis manos.
Nunca de rodillas vine. Ni mucho menos
a codos, a pecho en tierra.
Vine caminando, digo, con mis pies.
Y sin sonrisillas de siervo, sin un
halago
a cambio de un paso más.
Eso —aunque no haya sido ni tan brillante ni tanto
el tramo recorrido—,
debes estar segura, es mi orgullo superior.
A veces, cuando no supe qué hacer, dónde
el camino,
pregunté al viento, o a la noche, o a una tabla, o
a un hombre humilde, por ejemplo;
y también muchas veces me equivoqué
y pagué caro, en silencio, mirando
como a un animal amigo, mi propio
error.
Eso, te digo, me alegra, entre otras causas
porque si hoy no tengo más
yo mismo soy el culpable
y si tengo lo que tengo
también soy el culpable.
No debo nada que no mereciera.
No deberé nada que no merezca.
Noviembre de 1980
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Te aclaro
a una tal Ileana
Con mis pies vine caminando.
No fueron mis armas garfios ni cuchillos ni
barajas escondidas, sólo
mis manos.
Nunca de rodillas vine. Ni mucho menos
a codos, a pecho en tierra.
Vine caminando, digo, con mis pies.
Y sin sonrisillas de siervo, sin un
halago
a cambio de un paso más.
Eso —aunque no haya sido ni tan brillante ni tanto
el tramo recorrido—,
debes estar segura, es mi orgullo superior.
A veces, cuando no supe qué hacer, dónde
el camino,
pregunté al viento, o a la noche, o a una tabla, o
a un hombre humilde, por ejemplo;
y también muchas veces me equivoqué
y pagué caro, en silencio, mirando
como a un animal amigo, mi propio
error.
Eso, te digo, me alegra, entre otras causas
porque si hoy no tengo más
yo mismo soy el culpable
y si tengo lo que tengo
también soy el culpable.
No debo nada que no mereciera.
No deberé nada que no merezca.
Noviembre de 1980
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- Mensaje n°99
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
No es el perro
Es la espalda donde se apoya la mano
temblorosa,
la cajita donde se guarda la lágrima secreta.
Sólo los millonarios no los necesitan, pero no
los millonarios de monedas, sino
los de la hez.
Es la camisa que nos falta, el café de sorpresa,
el que pone el corazón ante la espada del traidor
nuestro de cada día.
Mentira, no es el perro,
es el amigo el mejor amigo del hombre.
Abril de 1989
FELIX LUIS VIERA
(1945)
No es el perro
Es la espalda donde se apoya la mano
temblorosa,
la cajita donde se guarda la lágrima secreta.
Sólo los millonarios no los necesitan, pero no
los millonarios de monedas, sino
los de la hez.
Es la camisa que nos falta, el café de sorpresa,
el que pone el corazón ante la espada del traidor
nuestro de cada día.
Mentira, no es el perro,
es el amigo el mejor amigo del hombre.
Abril de 1989
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Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Promesas
Las promesas que uno hace
se inflaman en la noche, desbordan la sábana,
endurecen las almohadas.
Las promesas que uno hace
pastan y se nutren de su propio orine,
crecen dentro de uno como puntas insufribles,
abotonan los párpados, pueden
propinarnos un insomnio inacabable.
Las promesas que uno hace son así
si en realidad
uno es uno
que pesa lo que debe.
Por eso
yo sólo prometo
la paz y la reconciliación que tengo en los
bolsillos.
Noviembre de l980
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Promesas
Las promesas que uno hace
se inflaman en la noche, desbordan la sábana,
endurecen las almohadas.
Las promesas que uno hace
pastan y se nutren de su propio orine,
crecen dentro de uno como puntas insufribles,
abotonan los párpados, pueden
propinarnos un insomnio inacabable.
Las promesas que uno hace son así
si en realidad
uno es uno
que pesa lo que debe.
Por eso
yo sólo prometo
la paz y la reconciliación que tengo en los
bolsillos.
Noviembre de l980
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- Mensaje n°101
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Pero siguió
Venid a verlo, se está
muriendo del absurdo, lo llamaban:
“muchacho, atiende, ésta es, hijo mío,
la única fórmula”, pero siguió
buscando el rayo en el doblez de un ala.
“No es eso lo importante —le decían-
mira los números tan claros,
el destino de tantos puesto en esta geometría,
no hay pérdida, hijo mío, no te escapes,
el viento, el frío, el desierto, no
perdonan”, pero siguió
tras la huella
que dejaba aquella abeja en el rocío. “Ah, muchacho,
no seas tonto,
escucha al tiempo, él no te exime, no acepta
apelación, no vende
boletos de regreso”. Pero siguió
buscando la aguja azul perdida en aquel pez azul en el
fondo azul de aquel mar azul.
Venid a verlo,
se está muriendo del absurdo,
alegremente se está muriendo del absurdo,
buscándolo en tus ojos, amigo mío, lector,
en el absurdo.
Abril de 1989
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Pero siguió
Venid a verlo, se está
muriendo del absurdo, lo llamaban:
“muchacho, atiende, ésta es, hijo mío,
la única fórmula”, pero siguió
buscando el rayo en el doblez de un ala.
“No es eso lo importante —le decían-
mira los números tan claros,
el destino de tantos puesto en esta geometría,
no hay pérdida, hijo mío, no te escapes,
el viento, el frío, el desierto, no
perdonan”, pero siguió
tras la huella
que dejaba aquella abeja en el rocío. “Ah, muchacho,
no seas tonto,
escucha al tiempo, él no te exime, no acepta
apelación, no vende
boletos de regreso”. Pero siguió
buscando la aguja azul perdida en aquel pez azul en el
fondo azul de aquel mar azul.
Venid a verlo,
se está muriendo del absurdo,
alegremente se está muriendo del absurdo,
buscándolo en tus ojos, amigo mío, lector,
en el absurdo.
Abril de 1989
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Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°102
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Podrías
Podrías decir: soy un hombre que ha sufrido,
y sería cierto.
Podrías nombrar a quienes te dieron con
el palo y con la soga duro
sin que nada les hicieras.
Los que te persiguieron, te cercaron
como a una fiera sin cordura,
los que buscaron inútilmente en tu canasta
la prueba del delito,
los que atrasaron tus poemas, te dejaron
sin papel, sin tiempo, sin vigor
para llenar siquiera media línea.
Podrías decir soy un hombre que ha sufrido y
sería cierto.
Podrías estar lamentándote muchos poemas.
Podrías hablar mal de la vida, decir:
no me dio suerte.
Pero la vida en realidad no existe,
es el hombre en su trayecto, nada más.
Podrías decir soy un hombre que ha sufrido
y sería cierto, que ha sufrido
sin saber bien
por cuál cuchillo
le entraba la sangre.
Pero largo es el amor, en invencible.
Abril de 1989
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Podrías
Podrías decir: soy un hombre que ha sufrido,
y sería cierto.
Podrías nombrar a quienes te dieron con
el palo y con la soga duro
sin que nada les hicieras.
Los que te persiguieron, te cercaron
como a una fiera sin cordura,
los que buscaron inútilmente en tu canasta
la prueba del delito,
los que atrasaron tus poemas, te dejaron
sin papel, sin tiempo, sin vigor
para llenar siquiera media línea.
Podrías decir soy un hombre que ha sufrido y
sería cierto.
Podrías estar lamentándote muchos poemas.
Podrías hablar mal de la vida, decir:
no me dio suerte.
Pero la vida en realidad no existe,
es el hombre en su trayecto, nada más.
Podrías decir soy un hombre que ha sufrido
y sería cierto, que ha sufrido
sin saber bien
por cuál cuchillo
le entraba la sangre.
Pero largo es el amor, en invencible.
Abril de 1989
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Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Claro que necesito algo
En mi misma mesa en un pequeño restaurante de
Erfurt
ella sonríe
mientras él le narra algo que naturalmente no
comprendo.
Él pide una cerveza y ella le dice
—pasándole la mano por el pelo, el
aliento por la cara—
que no, que no debe mezclar —creo entender—
el coñac con la cerveza;
pero él se ríe y ya la copa está en la mesa.
Ella tiene pecas —simétricas, clarísimas—
alrededor de la nariz
y sus ojos son también clarísimos, simétricos
y miran constantemente al mundo, es decir, a él.
Si corro un poquito la cortina
puedo ver afuera la calle, tan estrecha,
que algunos —muy pocos—transeúntes
recorren lentamente. Hay viento.
Hay gris. Hay frío. Hacia la ventana
veo venir una muchacha gruesamente vestida
de azul
que se detiene junto a mí, a un paso de mí
pero tras el cristal; un muchacho
vestido de negro
la abraza y parten en la moto fieramente
acelerada, aunque, claro,
no escucho el ruido.
Suelto la cortina. Él sigue
alternando el coñac con la cerveza, ella
bebe un vino casi transparente y cada vez
se dejan caer más el uno contra el otro. En eso
se acerca la camarera
y me pregunta, nada menos, que
si necesito algo.
Diciembre de 1982
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Claro que necesito algo
En mi misma mesa en un pequeño restaurante de
Erfurt
ella sonríe
mientras él le narra algo que naturalmente no
comprendo.
Él pide una cerveza y ella le dice
—pasándole la mano por el pelo, el
aliento por la cara—
que no, que no debe mezclar —creo entender—
el coñac con la cerveza;
pero él se ríe y ya la copa está en la mesa.
Ella tiene pecas —simétricas, clarísimas—
alrededor de la nariz
y sus ojos son también clarísimos, simétricos
y miran constantemente al mundo, es decir, a él.
Si corro un poquito la cortina
puedo ver afuera la calle, tan estrecha,
que algunos —muy pocos—transeúntes
recorren lentamente. Hay viento.
Hay gris. Hay frío. Hacia la ventana
veo venir una muchacha gruesamente vestida
de azul
que se detiene junto a mí, a un paso de mí
pero tras el cristal; un muchacho
vestido de negro
la abraza y parten en la moto fieramente
acelerada, aunque, claro,
no escucho el ruido.
Suelto la cortina. Él sigue
alternando el coñac con la cerveza, ella
bebe un vino casi transparente y cada vez
se dejan caer más el uno contra el otro. En eso
se acerca la camarera
y me pregunta, nada menos, que
si necesito algo.
Diciembre de 1982
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Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
En una parada de Dresden
Si de pronto en una parada de Dresden un hombre se te encima. Si de pronto
en la noche ventosa en una parada de Erfurt un hombre se te encima, mejor
míralo despacio porque está tan solo como si no fuera un hombre, como si
fuera más bien un animal entre la gente; no, no lo mires así como se mira a un
asesino, a un violador de niñas solitarias, respóndele en inglés y dile que
realmente hay mucho viento y que el tranvía número 4 es de verdad el tranvía
número 4 y sobre otras tonterías implícitas en el viento, las luces, los letreros.
Míralo despacio tú que estás solitariamente con él en la parada, mientas ese
gran reloj asegura, como si a alguien más le hiciera falta, que son las 11 de la
noche, respóndele que está bien, que en realidad ese reloj, el pobre, no sabe
que está dando la hora sólo para dos, y al fin sonríe. Ya, ve comprendiendo
que ese hombre es dócil como una de esas palabras manoseadas por los
poetas, es decir, así, sonríe para que le quites toda su noche, su nostalgia, su
soledad perruna, nada más lejano a un violador, a un estafador de niñas
indefensas, aunque su rostro, al principio te parezca un rostro por el que pagan
recompensa. O sea, sigue sonriéndole porque indudablemente, lo vas viendo,
así lo desaplastarás unos minutos. Aun dale la mano y dile en ese inglés
espasmódico, tu dirección, apellido y teléfono y aún deja que siga unos
segundos más hablándote del viento incesante, deja que te compare ese viento
de octubre con el viento sur de su país, que tú no sabes ni remotamente lo que
es, pero déjalo, déjalo correrse, en tus palabras y en el brillo de tu cara bajo el
farol, como si fuera un agua que necesitaba derramarse con urgencia. Repítete
que has hecho bien porque ese hombre nunca lo olvidará, y sonríe, sonríe así
de modo que pueda comparar tu sonrisa con un respaldo donde de pronto se ha
sentado después de un largo viaje. De todas formas son sólo unos minutos
porque ahora, cuando llega el tranvía número 5, tú le dices adiós desde el
estribo y después desde tras el cristal y el hombre se queda totalmente solo,
esperando el número 4 que no llega, y sin embargo se siente totalmente
acompañado, esperando todavía con tu sonrisa y tus palabras, seguro de que
no te verá jamás, pero consciente, de que has existido en un momento urgente
de su vida.
Noviembre de 1982
FELIX LUIS VIERA
(1945)
En una parada de Dresden
Si de pronto en una parada de Dresden un hombre se te encima. Si de pronto
en la noche ventosa en una parada de Erfurt un hombre se te encima, mejor
míralo despacio porque está tan solo como si no fuera un hombre, como si
fuera más bien un animal entre la gente; no, no lo mires así como se mira a un
asesino, a un violador de niñas solitarias, respóndele en inglés y dile que
realmente hay mucho viento y que el tranvía número 4 es de verdad el tranvía
número 4 y sobre otras tonterías implícitas en el viento, las luces, los letreros.
Míralo despacio tú que estás solitariamente con él en la parada, mientas ese
gran reloj asegura, como si a alguien más le hiciera falta, que son las 11 de la
noche, respóndele que está bien, que en realidad ese reloj, el pobre, no sabe
que está dando la hora sólo para dos, y al fin sonríe. Ya, ve comprendiendo
que ese hombre es dócil como una de esas palabras manoseadas por los
poetas, es decir, así, sonríe para que le quites toda su noche, su nostalgia, su
soledad perruna, nada más lejano a un violador, a un estafador de niñas
indefensas, aunque su rostro, al principio te parezca un rostro por el que pagan
recompensa. O sea, sigue sonriéndole porque indudablemente, lo vas viendo,
así lo desaplastarás unos minutos. Aun dale la mano y dile en ese inglés
espasmódico, tu dirección, apellido y teléfono y aún deja que siga unos
segundos más hablándote del viento incesante, deja que te compare ese viento
de octubre con el viento sur de su país, que tú no sabes ni remotamente lo que
es, pero déjalo, déjalo correrse, en tus palabras y en el brillo de tu cara bajo el
farol, como si fuera un agua que necesitaba derramarse con urgencia. Repítete
que has hecho bien porque ese hombre nunca lo olvidará, y sonríe, sonríe así
de modo que pueda comparar tu sonrisa con un respaldo donde de pronto se ha
sentado después de un largo viaje. De todas formas son sólo unos minutos
porque ahora, cuando llega el tranvía número 5, tú le dices adiós desde el
estribo y después desde tras el cristal y el hombre se queda totalmente solo,
esperando el número 4 que no llega, y sin embargo se siente totalmente
acompañado, esperando todavía con tu sonrisa y tus palabras, seguro de que
no te verá jamás, pero consciente, de que has existido en un momento urgente
de su vida.
Noviembre de 1982
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Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Canción del barco y de la noche
A Luis Becerra Prego
Hemos visto partir el barco con la luna en el
horizonte del mar,
adivinamos la espuma que va rompiendo la
quilla, la que va
dejando atrás.
Estamos solos en el puerto, hay llovizna
hay frío, y el barco
parte, se distancia, y le decimos
adiós sin que sepamos si ese adiós
se puede ver ya desde el barco.
Ya va lejos.
Ya no volverá.
¿Qué nos haremos tan solos en la noche
ahora que se marchó sin regreso ese
barco? Ahora,
mañana,
luego,
después,
siempre,
¿qué nos haremos?
Marzo de 1987
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Canción del barco y de la noche
A Luis Becerra Prego
Hemos visto partir el barco con la luna en el
horizonte del mar,
adivinamos la espuma que va rompiendo la
quilla, la que va
dejando atrás.
Estamos solos en el puerto, hay llovizna
hay frío, y el barco
parte, se distancia, y le decimos
adiós sin que sepamos si ese adiós
se puede ver ya desde el barco.
Ya va lejos.
Ya no volverá.
¿Qué nos haremos tan solos en la noche
ahora que se marchó sin regreso ese
barco? Ahora,
mañana,
luego,
después,
siempre,
¿qué nos haremos?
Marzo de 1987
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- Mensaje n°106
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Naturaleza viva
La fuente es la playa, tranquila a esta hora
(más o menos
las seis de la tarde).
El trozo de gacela —¿de faisán?—
es Anita, recostada a una palmera,
mirando las olas y
escuchándome;
la paloma es Bertha, algo más allá,
extendida en la arena bocabajo y bajo
la sombra;
la liebre es Antonio que, liebre al
fin, insta a la paloma a que despierte
para tomar el camino
hacia el mar.
La manzana, la pera, las uvas, las guayabas,
las demás frutas
son unas muchachas policromas de piel y
bikinis
que están, de espaldas a nosotros, sentadas
a la orilla
con los pies en donde mueren las olas.
Y yo,
claro,
soy el pintor.
Mayo de 1986
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Naturaleza viva
La fuente es la playa, tranquila a esta hora
(más o menos
las seis de la tarde).
El trozo de gacela —¿de faisán?—
es Anita, recostada a una palmera,
mirando las olas y
escuchándome;
la paloma es Bertha, algo más allá,
extendida en la arena bocabajo y bajo
la sombra;
la liebre es Antonio que, liebre al
fin, insta a la paloma a que despierte
para tomar el camino
hacia el mar.
La manzana, la pera, las uvas, las guayabas,
las demás frutas
son unas muchachas policromas de piel y
bikinis
que están, de espaldas a nosotros, sentadas
a la orilla
con los pies en donde mueren las olas.
Y yo,
claro,
soy el pintor.
Mayo de 1986
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Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Dejadla así
Dejadla así, allá, en el tiempo,
como una copa
que a medida que resplandece va
ascendiendo.
No la llamen
siquiera
con el pensamiento, con
un verso,
con la brisa más leve.
Allá, en el tiempo, dejadla
para siempre
como una copa
mínima y brillante
hacia el cielo de todas las tardes.
Dejadla así, hermanos,
para siempre,
allá,
en el tiempo.
Octubre de 1988
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Dejadla así
Dejadla así, allá, en el tiempo,
como una copa
que a medida que resplandece va
ascendiendo.
No la llamen
siquiera
con el pensamiento, con
un verso,
con la brisa más leve.
Allá, en el tiempo, dejadla
para siempre
como una copa
mínima y brillante
hacia el cielo de todas las tardes.
Dejadla así, hermanos,
para siempre,
allá,
en el tiempo.
Octubre de 1988
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- Mensaje n°108
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Hay veces
La princesa está triste…
Rubén Darío
Hay noches en que debería llegar La Princesa,
hay noches de viento y de llovizna
en que no alcanzan las ventanas,
noches en que las luces están tan tristes en los
charcos.
Hay tardes de frío,
tardes de frío en que nadie llama
y en las que uno no tiene a quien llamar;
debería llegar La Princesa,
dejarse ver, tocar.
Amaneceres hay en que
uno pregunta por sí mismo:
“Félix Luis, ¿eres tú?, ¿eres tú
quien está envuelto en esa niebla
que da espanto?”;
haría falta La Princesa,
pero no triste,
que viniera alegre y fosforescente
como una princesa verdadera.
Hay veces que hace falta La Princesa.
Septiembre de 1990
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Hay veces
La princesa está triste…
Rubén Darío
Hay noches en que debería llegar La Princesa,
hay noches de viento y de llovizna
en que no alcanzan las ventanas,
noches en que las luces están tan tristes en los
charcos.
Hay tardes de frío,
tardes de frío en que nadie llama
y en las que uno no tiene a quien llamar;
debería llegar La Princesa,
dejarse ver, tocar.
Amaneceres hay en que
uno pregunta por sí mismo:
“Félix Luis, ¿eres tú?, ¿eres tú
quien está envuelto en esa niebla
que da espanto?”;
haría falta La Princesa,
pero no triste,
que viniera alegre y fosforescente
como una princesa verdadera.
Hay veces que hace falta La Princesa.
Septiembre de 1990
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Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
No es justo
Cursi vs. Cursi
Has hablado mal de mí, muchacha,
has dicho: “él no supo tocarme el
corazón”.
Y eso no es justo, muchacha,
yo no podía
tocarte
lo que no tenías.
Diciembre de 1988
FELIX LUIS VIERA
(1945)
No es justo
Cursi vs. Cursi
Has hablado mal de mí, muchacha,
has dicho: “él no supo tocarme el
corazón”.
Y eso no es justo, muchacha,
yo no podía
tocarte
lo que no tenías.
Diciembre de 1988
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- Mensaje n°110
Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
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FELIX LUIS VIERA
(1945)
Récord
Traicionaste a quien más te quiso,
quien era, además, a quien más quisiste.
Eso debe ser un récord.
Abril de 1989
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Récord
Traicionaste a quien más te quiso,
quien era, además, a quien más quisiste.
Eso debe ser un récord.
Abril de 1989
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Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
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FELIX LUIS VIERA
(1945)
Última canción del caminante
Haría falta llegar hasta ti
y me siguieras.
He visto los pececillos de luz ardiendo en tu
vientre
cuando la noche apenas alcanza para el fragor
de mi mano.
Dulce es tu boca, dulce
como un solo compás que llena por completo
el pentagrama.
En el camino perdí el sombrero,
se me cuarteó la piel, también me creció la
ponzoña y también
la perdí; qué recia brega.
En tus ojos vi que quedaba una curva en el
camino,
haría falta llegar hasta ti
y consumirla.
Alguna vez tuve suerte y se me fue en una
baraja marcada,
me quedé sin suerte y sin metal y con una
pizquita de alma
y una amargura tan parecida al resquemor, que
augura espanto.
Tu cuerpo es hermoso y perfecto porque tiene
el justo alcance de mi lengua,
tu cuerpo es como la bujía solitaria en una
pared solitaria
de cierto pueblito solitario,
tu cuerpo es también solitariamente una bujía
y se parece al agua que corre por las tejas.
Cuando pregunto por mí todo desaparece, no
hay mí
ni nadie que responda,
he perdido la Rosa de los Vientos, el sentido de
la quilla,
las aves de la costa.
Haría falta que las aves volaran y piaran
anunciando un costa que es la tuya.
Desde un balcón te miro pasar desnuda en una
carroza de girasoles
en la que vas sola y mis manos son el único
aplauso
y el mundo está solo y sigue solo.
Hay un silencio como de pájaro que está
naciendo
cuando abrevo en tu piel,
cuando en ella me lavo los ojos y las rajaduras
del cansancio
y sé que debajo hay una campana que es mía
y que no es,
que se va y se empequeñece tocando a rebato
en una breve
nube que está naciendo allá en lo alto
y que se va.
El jugo de tu entraña tiene un sabor agridulce,
un sabor
a despedida que llega, a bienvenida que parte.
He de lamerte y te lamo como a un sueño cierto
del que me alejo,
me alejan.
Tus senos son la alcancía donde ya no hay nada
que depositar,
o quizás algo: la moneda que se diluye entre los
dedos,
tus senos son la sincronía que el pincel no puede
componer
y también la dinamita que sólo mi boca rectifica.
El vaivén de tu figura es la hoja que el viento
mueve después
de hacerse humano y sabio y lascivo
y por eso las perforaciones que me quedan
luego del Encuentro.
Cuando te penetro sé que hay un cometa que
se va,
y un cometa que nace y que yo nunca veré.
La levadura que me depositas es de un pan que
se cocerá a destiempo.
Mas ya sin suerte, sin sombrero,
sin metal, sin costa ni quilla ni Rosa de los Vientos
haría falta llegar hasta ti
y me siguieras,
haría falta hacer del ahora todo el tiempo,
el minuto eterno que ni el tiempo podría detener.
Mayo de 1990
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Última canción del caminante
Haría falta llegar hasta ti
y me siguieras.
He visto los pececillos de luz ardiendo en tu
vientre
cuando la noche apenas alcanza para el fragor
de mi mano.
Dulce es tu boca, dulce
como un solo compás que llena por completo
el pentagrama.
En el camino perdí el sombrero,
se me cuarteó la piel, también me creció la
ponzoña y también
la perdí; qué recia brega.
En tus ojos vi que quedaba una curva en el
camino,
haría falta llegar hasta ti
y consumirla.
Alguna vez tuve suerte y se me fue en una
baraja marcada,
me quedé sin suerte y sin metal y con una
pizquita de alma
y una amargura tan parecida al resquemor, que
augura espanto.
Tu cuerpo es hermoso y perfecto porque tiene
el justo alcance de mi lengua,
tu cuerpo es como la bujía solitaria en una
pared solitaria
de cierto pueblito solitario,
tu cuerpo es también solitariamente una bujía
y se parece al agua que corre por las tejas.
Cuando pregunto por mí todo desaparece, no
hay mí
ni nadie que responda,
he perdido la Rosa de los Vientos, el sentido de
la quilla,
las aves de la costa.
Haría falta que las aves volaran y piaran
anunciando un costa que es la tuya.
Desde un balcón te miro pasar desnuda en una
carroza de girasoles
en la que vas sola y mis manos son el único
aplauso
y el mundo está solo y sigue solo.
Hay un silencio como de pájaro que está
naciendo
cuando abrevo en tu piel,
cuando en ella me lavo los ojos y las rajaduras
del cansancio
y sé que debajo hay una campana que es mía
y que no es,
que se va y se empequeñece tocando a rebato
en una breve
nube que está naciendo allá en lo alto
y que se va.
El jugo de tu entraña tiene un sabor agridulce,
un sabor
a despedida que llega, a bienvenida que parte.
He de lamerte y te lamo como a un sueño cierto
del que me alejo,
me alejan.
Tus senos son la alcancía donde ya no hay nada
que depositar,
o quizás algo: la moneda que se diluye entre los
dedos,
tus senos son la sincronía que el pincel no puede
componer
y también la dinamita que sólo mi boca rectifica.
El vaivén de tu figura es la hoja que el viento
mueve después
de hacerse humano y sabio y lascivo
y por eso las perforaciones que me quedan
luego del Encuentro.
Cuando te penetro sé que hay un cometa que
se va,
y un cometa que nace y que yo nunca veré.
La levadura que me depositas es de un pan que
se cocerá a destiempo.
Mas ya sin suerte, sin sombrero,
sin metal, sin costa ni quilla ni Rosa de los Vientos
haría falta llegar hasta ti
y me siguieras,
haría falta hacer del ahora todo el tiempo,
el minuto eterno que ni el tiempo podría detener.
Mayo de 1990
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Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Así será
a Gustavo Eguren
El olvido nunca será nuestro mejor amigo,
allá los malos.
Un hombre con una canasta de pan vendrá cada
mañana
a nuestra puerta y nos entregará los mejores,
tan tibios aún
hechos en el horno de sus manos.
La muchacha vestida de azul siempre pensará
en nosotros
y deshojará una margarita en el regazo a
nuestra salud.
El fabricante de semáforos sabrá al hacerlos que
la luz
verde es la nuestra, la de pasar nuestro corazón.
La señora que limpia las calles no pensará en
nosotros
cuando barra el desperdicio ni el polvo
machacado
por los vómitos,
si encuentra la sortijita perdida por una niña
entonces sí se acordará.
El marinero vuelve a puerto y pregunta cómo
estamos y habla
de las estrellas que desde el mar nos envió.
Un poema sincerísimo resbala por debajo
de una puerta
buscándonos
y una canción se extravía de malas manos y abre
con nuestras propias llaves nuestro propio
cuarto.
El atardecer conversa con la noche para
entregarnos
frescos a ella y la noche
le avisa a la mañana que nos trate bien.
Millones de hombres y conejos y pájaros
nos envían postales desde todos los puntos
de residencia y migración
y el polen siempre está derramando una lluvia
para hacernos
más limpio y oloroso el camino.
El olvido nunca será nuestro mejor amigo,
allá los malos.
Julio de l989
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Así será
a Gustavo Eguren
El olvido nunca será nuestro mejor amigo,
allá los malos.
Un hombre con una canasta de pan vendrá cada
mañana
a nuestra puerta y nos entregará los mejores,
tan tibios aún
hechos en el horno de sus manos.
La muchacha vestida de azul siempre pensará
en nosotros
y deshojará una margarita en el regazo a
nuestra salud.
El fabricante de semáforos sabrá al hacerlos que
la luz
verde es la nuestra, la de pasar nuestro corazón.
La señora que limpia las calles no pensará en
nosotros
cuando barra el desperdicio ni el polvo
machacado
por los vómitos,
si encuentra la sortijita perdida por una niña
entonces sí se acordará.
El marinero vuelve a puerto y pregunta cómo
estamos y habla
de las estrellas que desde el mar nos envió.
Un poema sincerísimo resbala por debajo
de una puerta
buscándonos
y una canción se extravía de malas manos y abre
con nuestras propias llaves nuestro propio
cuarto.
El atardecer conversa con la noche para
entregarnos
frescos a ella y la noche
le avisa a la mañana que nos trate bien.
Millones de hombres y conejos y pájaros
nos envían postales desde todos los puntos
de residencia y migración
y el polen siempre está derramando una lluvia
para hacernos
más limpio y oloroso el camino.
El olvido nunca será nuestro mejor amigo,
allá los malos.
Julio de l989
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FELIX LUIS VIERA
(1945)
Los guerreros
A Manuel Díaz Martínez
Manuel, esta noche la luna está escondida,
no se ve,
parece que la tapó un burócrata, o quizás
—que no es lo mismo—
un funcionario,
tan bonita que es la luna, Manuel,
pero no hoy no sale,
parece que la tapó un persecutor de
dobles-sentido
o tal vez un censor ingenuo o quién sabe
si un censor a sabiendas,
tan bonita que es la luna, Manuel, pero parece
que hoy la tapó el filisteo
que busca en los poetas la ponzoña escondida
para seguir viviendo filisteo de los poetas,
tan bonita que es, Manuel, tan bonita,
pero parece que hoy la tapó un viajante de cuarta
con su enorme grabadora traída
de allende los misterios,
ay, tan bonita que es,
Manuel, pero hoy no sale,
parece que la tapó un repetidor de discursos
con uno bien largo y más grueso todavía;
ah,
ah, te estaba engañando, Manuel,
sólo era un juego:
la luna está ahí,
majestuosa y limpia como debe de estar en
esta noche,
ahí, mírala,
Manuel, ahí
como siempre
custodiada
por sus fieles guerreros imbatibles:
los que no tienen más que el furor de la canción,
el corazón,
el poema.
Julio de 1989
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Los guerreros
A Manuel Díaz Martínez
Manuel, esta noche la luna está escondida,
no se ve,
parece que la tapó un burócrata, o quizás
—que no es lo mismo—
un funcionario,
tan bonita que es la luna, Manuel,
pero no hoy no sale,
parece que la tapó un persecutor de
dobles-sentido
o tal vez un censor ingenuo o quién sabe
si un censor a sabiendas,
tan bonita que es la luna, Manuel, pero parece
que hoy la tapó el filisteo
que busca en los poetas la ponzoña escondida
para seguir viviendo filisteo de los poetas,
tan bonita que es, Manuel, tan bonita,
pero parece que hoy la tapó un viajante de cuarta
con su enorme grabadora traída
de allende los misterios,
ay, tan bonita que es,
Manuel, pero hoy no sale,
parece que la tapó un repetidor de discursos
con uno bien largo y más grueso todavía;
ah,
ah, te estaba engañando, Manuel,
sólo era un juego:
la luna está ahí,
majestuosa y limpia como debe de estar en
esta noche,
ahí, mírala,
Manuel, ahí
como siempre
custodiada
por sus fieles guerreros imbatibles:
los que no tienen más que el furor de la canción,
el corazón,
el poema.
Julio de 1989
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Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Re: POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
CUBA
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Escrutinio de la soledad
A César López
La soledad no es el vacío,
el vacío es el laberinto donde el hombre se
adentra
sabiendo que ha adentrado el laberinto.
No hay regreso.
La soledad son los objetos
que sólo uno mismo puede tocar y una guitarra
que llega lejana y un mar que nadie mira con uno.
Pero el vacío es que nadie acompañe, en la
distancia,
esos objetos y ese llegar de la guitarra y ese mar
que miramos.
Un hombre está en el vació cuando nadie lo ama.
Un hombre está solo cuando puede hablarse a
sí mismo
seguro de que otros, lejos, le preguntan y
contestan en ese momento.
El barco que cruza el aire hasta las manos de un
hombre
es el barco que le envían los amigos,
es el barco que atestigua la soledad y desmiente
al vacío.
La soledad es el bien de los que han fabricado el
anti-vacío,
es la paz que se gana poniendo yemas en luz en
los ojos ajenos.
La soledad no es el vacío,
el vacío es andar con el epitafio entre los brazos,
la soledad es la piñata que devoramos, solos, en
silencio,
como en una gran fiesta individual y solitaria, de
donde
nos caen muñequitos, caramelos, libreticas
lápices, acuarelas,
que tantos nos envían.
Julio de 1989
FELIX LUIS VIERA
(1945)
Escrutinio de la soledad
A César López
La soledad no es el vacío,
el vacío es el laberinto donde el hombre se
adentra
sabiendo que ha adentrado el laberinto.
No hay regreso.
La soledad son los objetos
que sólo uno mismo puede tocar y una guitarra
que llega lejana y un mar que nadie mira con uno.
Pero el vacío es que nadie acompañe, en la
distancia,
esos objetos y ese llegar de la guitarra y ese mar
que miramos.
Un hombre está en el vació cuando nadie lo ama.
Un hombre está solo cuando puede hablarse a
sí mismo
seguro de que otros, lejos, le preguntan y
contestan en ese momento.
El barco que cruza el aire hasta las manos de un
hombre
es el barco que le envían los amigos,
es el barco que atestigua la soledad y desmiente
al vacío.
La soledad es el bien de los que han fabricado el
anti-vacío,
es la paz que se gana poniendo yemas en luz en
los ojos ajenos.
La soledad no es el vacío,
el vacío es andar con el epitafio entre los brazos,
la soledad es la piñata que devoramos, solos, en
silencio,
como en una gran fiesta individual y solitaria, de
donde
nos caen muñequitos, caramelos, libreticas
lápices, acuarelas,
que tantos nos envían.
Julio de 1989
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