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Julio Martínez Mesanza (Madrid; 14 de septiembre de 1955) es un poeta español y traductor de literatura italiana.
Biografía
Cursó estudios de Filosofía, pero se licenció en Filología italiana en la Universidad Complutense de Madrid. Representante de la generación que Luis Antonio de Villena llamó Postnovísimos y José Luis García Martín "de los ochenta", ha traducido además poesía italiana clásica y moderna, desde Dante Alighieri a Ugo Foscolo. Su obra más conocida es Europa, (1983-1990), una especie de epopeya ética culturalista. En 1998 añadió otro título a este ciclo, Fragmentos de Europa (1977-1997).
Trabajó en el Ministerio de Cultura y en la Biblioteca Nacional de España con Luis Alberto de Cuenca. Ha sido director de los centros del Instituto Cervantes de Lisboa, Milán, Túnez , Tel Aviv y Estocolmo. Estuvo a cargo de la dirección académica en la sede central de este organismo en Madrid. En 2017 obtuvo el Premio Nacional de Poesía de España por su obra Gloria, que compila su actividad poética entre 2005 y 2016. Incluido en la antología La generación de los ochenta (1988), de José Luis García Martín, se ha relacionado su poética con Saint-John Perse, Paul Claudel, Jorge Luis Borges, el Culturalismo y el interés medievalista de este último.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Mart%C3%ADnez_Mesanza )
*
Algunos poemas de Julio Martínez Mesanza:
De Europa (1983):
TAMBIÉN MUEREN CABALLOS EN COMBATE
También mueren caballos en combate
y lo hacen lentamente, pues reciben
flechazos imprecisos. Se desangran
con un noble y callado sufrimiento.
De sus ojos inmóviles se adueña
una distante y superior mirada,
y sus oídos sufren la agonía
furiosa y desmedida de los hombres.
De Europa (1988):
HE SOÑADO DE NUEVO CON JINETES
He soñado de nuevo con jinetes
pesadamente armados. A los lejos
acampan. Vemos la humareda enorme
de sus festines y sus grandes sombras.
Sabemos que vendrán tarde o temprano,
y ante su carga no valdrán las hachas
ni las cobardes hoces, ni la astucia.
Sobre nuestras espaldas de vencidos
golpearán terribles sus espadas.
Quisiera desertar, pero me dicen
que sé algo de estrategia y que soy joven.
Quisiera estar del lado de los otros.
De Europa y otros poemas (1990):
LOS PRISIONEROS
A Lorenzo Martín del Burgo
Él era de una raza de gigantes.
Mirábamos sus ojos, y su orgullo
nos sojuzgaba. Mucho ponderamos
su grandeza de espíritu, su forma
de arrastrar las cadenas en la jaula.
Era la dignidad y lo inasible,
un astro en torno al cual todo giraba.
Cuando fue deportado, nuestras vidas
perdieron su más clara referencia:
allí permanecía aquella jaula,
pero sin nuestro superior trofeo,
y el tiempo en el cuartel se hizo insufrible.
En vano organizarnos correrías,
saqueos sistemáticos y asaltos
por sorpresa; fue inútil disfrazarnos
con harapos y entrar en las ciudades
del enemigo y practicar secuestros:
ningún botín podía devolvernos
la confianza perdida y la victoria
dejó de ser hermosa y el combate
se convirtió en oficio de asesinos.
Vemos la noche desde nuestra jaula
y nos imaginamos yermas lunas
más lejos cada vez unas de otras
y un sol sólo ceniza a la deriva
del que también se alejan esas lunas.
Entonces la traición de nuestros jefes
y todos nuestros crímenes no importan;
aunque tarde, aprendemos la renuncia
y viene a consolarnos el desprecio.
De Las trincheras (1996):
BATERÍA
Cuando a mi alrededor todo se hunde,
pienso en los mapas y en la artillería,
en el mundo perfecto de los mapas
y en la realidad que lo transforma.
Alguien elige un objetivo y alguien,
antes de dibujar la trayectoria,
busca las referencias del paisaje,
la torre de una iglesia, una montaña,
para medir con pulcritud los grados.
En las mesas de cálculo se esmeran
los que aplican las fórmulas de tiro
y deciden el ángulo y la carga.
Los sirvientes empiezan su trabajo
mecánico y febril junto a las piezas
y los observadores se impacientan
por ver la nube del primer impacto.
Cuando al fin se da la orden de abrir fuego
todo se vuelve excitación y estruendo,
cada uno es responsable de su parte
y nadie es responsable del estrago.
De Entre el muro y el foso (2007):
LA NIEVE QUE SEPULTA LAS TRINCHERAS
La nieve que sepulta las trincheras
en el centro de Europa y en el centro
de un siglo despiadado y reflexivo
es la que cae en mi alma y la deprime.
Me veo en la extensión desmesurada,
entre los que no miras, postergado,
en la exhausta y dispersa retaguardia
de una columna que no ve el combate.
Es mi exclusión de tu supervivencia,
el no hiriente que dice tu dulzura,
mientras atrae irremediablemente
mi voluntad, mi pequeñez, mi nada.
JULIO MARTÍNEZ MESANZA, Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia. Antología, Calambur, 2010.
Julio Martínez Mesanza (Madrid; 14 de septiembre de 1955) es un poeta español y traductor de literatura italiana.
Biografía
Cursó estudios de Filosofía, pero se licenció en Filología italiana en la Universidad Complutense de Madrid. Representante de la generación que Luis Antonio de Villena llamó Postnovísimos y José Luis García Martín "de los ochenta", ha traducido además poesía italiana clásica y moderna, desde Dante Alighieri a Ugo Foscolo. Su obra más conocida es Europa, (1983-1990), una especie de epopeya ética culturalista. En 1998 añadió otro título a este ciclo, Fragmentos de Europa (1977-1997).
Trabajó en el Ministerio de Cultura y en la Biblioteca Nacional de España con Luis Alberto de Cuenca. Ha sido director de los centros del Instituto Cervantes de Lisboa, Milán, Túnez , Tel Aviv y Estocolmo. Estuvo a cargo de la dirección académica en la sede central de este organismo en Madrid. En 2017 obtuvo el Premio Nacional de Poesía de España por su obra Gloria, que compila su actividad poética entre 2005 y 2016. Incluido en la antología La generación de los ochenta (1988), de José Luis García Martín, se ha relacionado su poética con Saint-John Perse, Paul Claudel, Jorge Luis Borges, el Culturalismo y el interés medievalista de este último.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Mart%C3%ADnez_Mesanza )
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Algunos poemas de Julio Martínez Mesanza:
De Europa (1983):
TAMBIÉN MUEREN CABALLOS EN COMBATE
También mueren caballos en combate
y lo hacen lentamente, pues reciben
flechazos imprecisos. Se desangran
con un noble y callado sufrimiento.
De sus ojos inmóviles se adueña
una distante y superior mirada,
y sus oídos sufren la agonía
furiosa y desmedida de los hombres.
De Europa (1988):
HE SOÑADO DE NUEVO CON JINETES
He soñado de nuevo con jinetes
pesadamente armados. A los lejos
acampan. Vemos la humareda enorme
de sus festines y sus grandes sombras.
Sabemos que vendrán tarde o temprano,
y ante su carga no valdrán las hachas
ni las cobardes hoces, ni la astucia.
Sobre nuestras espaldas de vencidos
golpearán terribles sus espadas.
Quisiera desertar, pero me dicen
que sé algo de estrategia y que soy joven.
Quisiera estar del lado de los otros.
De Europa y otros poemas (1990):
LOS PRISIONEROS
A Lorenzo Martín del Burgo
Él era de una raza de gigantes.
Mirábamos sus ojos, y su orgullo
nos sojuzgaba. Mucho ponderamos
su grandeza de espíritu, su forma
de arrastrar las cadenas en la jaula.
Era la dignidad y lo inasible,
un astro en torno al cual todo giraba.
Cuando fue deportado, nuestras vidas
perdieron su más clara referencia:
allí permanecía aquella jaula,
pero sin nuestro superior trofeo,
y el tiempo en el cuartel se hizo insufrible.
En vano organizarnos correrías,
saqueos sistemáticos y asaltos
por sorpresa; fue inútil disfrazarnos
con harapos y entrar en las ciudades
del enemigo y practicar secuestros:
ningún botín podía devolvernos
la confianza perdida y la victoria
dejó de ser hermosa y el combate
se convirtió en oficio de asesinos.
Vemos la noche desde nuestra jaula
y nos imaginamos yermas lunas
más lejos cada vez unas de otras
y un sol sólo ceniza a la deriva
del que también se alejan esas lunas.
Entonces la traición de nuestros jefes
y todos nuestros crímenes no importan;
aunque tarde, aprendemos la renuncia
y viene a consolarnos el desprecio.
De Las trincheras (1996):
BATERÍA
Cuando a mi alrededor todo se hunde,
pienso en los mapas y en la artillería,
en el mundo perfecto de los mapas
y en la realidad que lo transforma.
Alguien elige un objetivo y alguien,
antes de dibujar la trayectoria,
busca las referencias del paisaje,
la torre de una iglesia, una montaña,
para medir con pulcritud los grados.
En las mesas de cálculo se esmeran
los que aplican las fórmulas de tiro
y deciden el ángulo y la carga.
Los sirvientes empiezan su trabajo
mecánico y febril junto a las piezas
y los observadores se impacientan
por ver la nube del primer impacto.
Cuando al fin se da la orden de abrir fuego
todo se vuelve excitación y estruendo,
cada uno es responsable de su parte
y nadie es responsable del estrago.
De Entre el muro y el foso (2007):
LA NIEVE QUE SEPULTA LAS TRINCHERAS
La nieve que sepulta las trincheras
en el centro de Europa y en el centro
de un siglo despiadado y reflexivo
es la que cae en mi alma y la deprime.
Me veo en la extensión desmesurada,
entre los que no miras, postergado,
en la exhausta y dispersa retaguardia
de una columna que no ve el combate.
Es mi exclusión de tu supervivencia,
el no hiriente que dice tu dulzura,
mientras atrae irremediablemente
mi voluntad, mi pequeñez, mi nada.
JULIO MARTÍNEZ MESANZA, Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia. Antología, Calambur, 2010.
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