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Santiago Montobbio nació en Barcelona (España) en 1966 y es un importante autor de su generación. Pese a haber estado unos 20 años sin poder escribir un sólo verso, retomó la escritura con una intensidad llamativa, ofreciendo una nueva ola de poesía única y altamente apreciable.
Entre sus obras podemos mencionar "Hospital de Inocentes" y "El anarquista de las bengalas". Las mismas han sido traducidas a numerosos idiomas y le han servido para ganarse un espacio indisoluble en muchos países del mundo.
El propio autor expresa que escribe cuando siente la necesidad y, sin importar lo que esté haciendo, lo deja a un lado para sentarse a escribir poesía. Para ello no es necesario que se encuentre en un lugar específico, ha escrito en bares, en bibliotecas e incluso en la calle. Considera que para que la poesía sea buena no es necesario que cuente con la presencia de ricas metáforas y ni siquiera de imágenes; lo que realmente importa es alcanzar el ritmo adecuado y requerido por cada poema para ofrecer una obra de arte interesante.
(Sacado de https://www.poemas-del-alma.com/santiago-montobbio.htm )
*
Algunos poemas de Santiago Montobbio:
De Hasta el final camina el canto, El bardo, 2015:
TENGO LA NOCHE ENTRE MIS MANOS.
Tiembla el tiempo. Adentro es donde
la tierra del arte cual misterio
germina y se realiza. Tiembla
el tiempo y también yo tiemblo.
Dime qué sentido tiene
que yo aún te espere. Te espero.
Tiemblo, quiero. Y soy náufrago y desierto
y selva de silencio y noche hosca
en los que mientras se entrelazan me anego.
No sé dónde estás, pero sí
que yo todo lo pierdo. Es
una forma terrible de querer
este quererte, quererte de este modo, o de que en el amor así
en mí se cumpla. Náufrago y desierto
en que te quiero y te pierdo y me anego,
al final de un día que para la luz no ha nacido.
TIENE EL MEJOR DE LOS PRONÓSTICOS, PERO
ES CÁNCER
No sé qué terrible verdad desde la carne
así me llega. Qué miseria activa, qué sorda
lucha, qué combate. Pero he de vivir aún,
para ser poesía y amor, luz que se derrame
en ellos sobre el mundo y también lo cifre,
aun en su negrura o latido más oscuro. He de vivir,
la vida siga. Dios me ayude. Dios detenga
la guerra oscura de la carne y lave el alma.
Dios me sostenga y las mañanas como una pradera
en las que respirar y vivir para mi tienda.
(Allí Él y vivir me esperan).
"Y LOS MIEDOS, POR LA NOCHE, SE HACEN
más grandes", dice la enfermera
a la que he avisado. Es simpática. Parecía
un ángel, dirá mi hermana la última mañana,
después de que me causara un dolor intenso.
Estoy tendido en la cama y es, sí, de noche.
La operación ha ido bien. Siga la vida, tenga
vida aún delante, para ser luz y amor
y poesía derramada sobre el mundo, poesía
que enhebro como una luz entre los dedos
y de la que sólo yo pueda ser patria. Aire,
luz, sangre y miedo. Temblor, pálpito. Siga
la vida, aun en su desdicha y en sus reinos
más sombríos, pero siga: la tengo aún delante
para ser brisa o risa no siempre perdidas. Brisa,
risa y también prisa, la prisa de vivir
y de decir, de en el decir sentirse vivo,
henchido de misterios y palabras
que en ellas se penetran
y se anudan
y sobre ellos me dan forma. Alma, rostro,
lluvia única sobre los latidos del vivir
en su único y particular ritmo sucedida.
Estoy en la cama y es de noche. La operación
ha ido bien. No miro por la ventana,
la noche es densa, pero dirijo
mi mirada al aire. Lo tenga
aún años como patria, años
de vida por cumplir y respirar
y tejer las palabras sobre el alma
y también los silencios que son las hojas
sobre las que descalzas andan.
UN SUSTO DE MORIRSE, PERO YA ESTÁ, DICE
mi amiga médico. Y estar de pronto
ante un abismo, en un fiero precipicio
afila la vida y los sentidos, los aguza
como un tacto más fino que los relieves del tiempo
palpara, y sus heridas, y las manos
en ellas adentráramos. Las heridas
que nos sangran y nos forman, la enfermedad
que malvada crece y puede
volver al cuerpo otro ciprés
que alimentar en cementerio. Ya
ha pasado, dice mi amiga. Ojalá
sea verdad y no sólo ánimos
o manera de decir. Ojalá
haya parado el mal que crecía
y la vida se despliegue como alba
que tener otra vez entre las manos.
La poesía y también el silencioi la cumplan.
Porque el silencio es necesario. El silencio
la nutre, la alimenta, la alienta,
la despierta. El silencio es también
alba en que me abrazo. Y el poemas
luego lo retrata.
DEJO MI CORAZÓN AL VIENTO
y los caminos. Inútil
y sin destino, así lo dejo,
como ha vivido. Sepultado
por tu olvido, lejos
de labios o beso
o amor que lo poblara.
No creo que nadie lo recoja.
Quizá lo tiren a la cuneta,
o como espantapájaros tal vez sirva.
En todo caso lo dejo a los caminos.
Y que ya sólo el viento lo persiga.
Santiago Montobbio nació en Barcelona (España) en 1966 y es un importante autor de su generación. Pese a haber estado unos 20 años sin poder escribir un sólo verso, retomó la escritura con una intensidad llamativa, ofreciendo una nueva ola de poesía única y altamente apreciable.
Entre sus obras podemos mencionar "Hospital de Inocentes" y "El anarquista de las bengalas". Las mismas han sido traducidas a numerosos idiomas y le han servido para ganarse un espacio indisoluble en muchos países del mundo.
El propio autor expresa que escribe cuando siente la necesidad y, sin importar lo que esté haciendo, lo deja a un lado para sentarse a escribir poesía. Para ello no es necesario que se encuentre en un lugar específico, ha escrito en bares, en bibliotecas e incluso en la calle. Considera que para que la poesía sea buena no es necesario que cuente con la presencia de ricas metáforas y ni siquiera de imágenes; lo que realmente importa es alcanzar el ritmo adecuado y requerido por cada poema para ofrecer una obra de arte interesante.
(Sacado de https://www.poemas-del-alma.com/santiago-montobbio.htm )
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Algunos poemas de Santiago Montobbio:
De Hasta el final camina el canto, El bardo, 2015:
TENGO LA NOCHE ENTRE MIS MANOS.
Tiembla el tiempo. Adentro es donde
la tierra del arte cual misterio
germina y se realiza. Tiembla
el tiempo y también yo tiemblo.
Dime qué sentido tiene
que yo aún te espere. Te espero.
Tiemblo, quiero. Y soy náufrago y desierto
y selva de silencio y noche hosca
en los que mientras se entrelazan me anego.
No sé dónde estás, pero sí
que yo todo lo pierdo. Es
una forma terrible de querer
este quererte, quererte de este modo, o de que en el amor así
en mí se cumpla. Náufrago y desierto
en que te quiero y te pierdo y me anego,
al final de un día que para la luz no ha nacido.
TIENE EL MEJOR DE LOS PRONÓSTICOS, PERO
ES CÁNCER
No sé qué terrible verdad desde la carne
así me llega. Qué miseria activa, qué sorda
lucha, qué combate. Pero he de vivir aún,
para ser poesía y amor, luz que se derrame
en ellos sobre el mundo y también lo cifre,
aun en su negrura o latido más oscuro. He de vivir,
la vida siga. Dios me ayude. Dios detenga
la guerra oscura de la carne y lave el alma.
Dios me sostenga y las mañanas como una pradera
en las que respirar y vivir para mi tienda.
(Allí Él y vivir me esperan).
"Y LOS MIEDOS, POR LA NOCHE, SE HACEN
más grandes", dice la enfermera
a la que he avisado. Es simpática. Parecía
un ángel, dirá mi hermana la última mañana,
después de que me causara un dolor intenso.
Estoy tendido en la cama y es, sí, de noche.
La operación ha ido bien. Siga la vida, tenga
vida aún delante, para ser luz y amor
y poesía derramada sobre el mundo, poesía
que enhebro como una luz entre los dedos
y de la que sólo yo pueda ser patria. Aire,
luz, sangre y miedo. Temblor, pálpito. Siga
la vida, aun en su desdicha y en sus reinos
más sombríos, pero siga: la tengo aún delante
para ser brisa o risa no siempre perdidas. Brisa,
risa y también prisa, la prisa de vivir
y de decir, de en el decir sentirse vivo,
henchido de misterios y palabras
que en ellas se penetran
y se anudan
y sobre ellos me dan forma. Alma, rostro,
lluvia única sobre los latidos del vivir
en su único y particular ritmo sucedida.
Estoy en la cama y es de noche. La operación
ha ido bien. No miro por la ventana,
la noche es densa, pero dirijo
mi mirada al aire. Lo tenga
aún años como patria, años
de vida por cumplir y respirar
y tejer las palabras sobre el alma
y también los silencios que son las hojas
sobre las que descalzas andan.
UN SUSTO DE MORIRSE, PERO YA ESTÁ, DICE
mi amiga médico. Y estar de pronto
ante un abismo, en un fiero precipicio
afila la vida y los sentidos, los aguza
como un tacto más fino que los relieves del tiempo
palpara, y sus heridas, y las manos
en ellas adentráramos. Las heridas
que nos sangran y nos forman, la enfermedad
que malvada crece y puede
volver al cuerpo otro ciprés
que alimentar en cementerio. Ya
ha pasado, dice mi amiga. Ojalá
sea verdad y no sólo ánimos
o manera de decir. Ojalá
haya parado el mal que crecía
y la vida se despliegue como alba
que tener otra vez entre las manos.
La poesía y también el silencioi la cumplan.
Porque el silencio es necesario. El silencio
la nutre, la alimenta, la alienta,
la despierta. El silencio es también
alba en que me abrazo. Y el poemas
luego lo retrata.
DEJO MI CORAZÓN AL VIENTO
y los caminos. Inútil
y sin destino, así lo dejo,
como ha vivido. Sepultado
por tu olvido, lejos
de labios o beso
o amor que lo poblara.
No creo que nadie lo recoja.
Quizá lo tiren a la cuneta,
o como espantapájaros tal vez sirva.
En todo caso lo dejo a los caminos.
Y que ya sólo el viento lo persiga.
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